6.1.- El alma de los vivientes en la edad de los metales.

En el paleolítico, como en la primera infancia, todos los seres están animados.

O bien tienen un alma, como los vegetales y animales, o bien tienen un espíritu, como los poderes sagrados de los ríos y los bosques, y las fuerzas inteligentes de los planetas y las constelaciones. Los niños en la primera infancia y los hombres del paleolítico, que carecen de profundidad porque han vivido poco tiempo y lo han hecho en comunidades muy pequeñas, tratan con esos poderes y esas fuerzas porque sus almas son muy infantiles y primarias, y resuelven entre ellos los problemas de su supervivencia.

Así lo atestiguan los antropólogos, los arqueólogos, los historiadores de la religión, los psicólogos de la infancia, los artistas y las madres, que investigan y exponen sus universos de discurso de un modo cuyas categorías lingüísticas son accesibles para las de las culturas urbanas del siglo XXI, aunque sus categorías ontológicas no son igualmente accesibles para nuestra cultura.

El punto de vista paleolítico y de la primera infancia es el punto de vista de la supervivencia y la sensación, de la existencia estética, del orden empírico del aquí y el ahora, donde no hay mayor profundidad temporal, imaginativa ni afectiva.

En el neolítico, como en la infancia, los entes vivientes y los inorgánicos están animados por poderes sagrados, vivientes en forma de almas animales,

Y los niños y los sapiens tratan con ellos mediante un aparato cognoscitivo y un sistema expresivo, basado en la imaginación intelectiva y afectiva y en la percepción. Los niños y los sapiens en esa etapa empiezan a construir relatos incipientes, despliegan una incipiente interioridad y comienzan a vivir en ella.

También los antropólogos, los arqueólogos, los historiadores de la religión, los psicólogos de la infancia, los artistas y las madres, exploran y exponen esos universos de discurso. Los exploran y también hacen accesibles sus categorías lingüísticas a las culturas urbanas de la modernidad y del siglo XXI. Hacen también accesibles las categorías ontológicas neolíticas haciéndolas análogas a una versión imaginativa de las categorías ontológicas del siglo XXI, designadas como “sentido figurado”, “lenguaje poético” y de otros modos, y que resultan aceptables en cuanto que son, justamente, categorías ontológicas de la imaginación y no del intelecto, es decir, en cuanto que corresponden a entidades imaginadas y cargadas de afectos, pero no “reales” y “verdaderas”.

El punto de vista neolítico es el punto de vista de la imaginación intelectiva y afectiva, del orden de la secuencia temporal de la voluntad y del obrar, y de la existencia ética.

En el calcolítico hace su primera aparición, junto al cuerpo y el alma, el espíritu, que forma en comunidades más amplias que las de épocas anteriores la sociedad estatal y urbana.

Ídolo oculado (llamado "Ídolo de Extremadura"). Obra de arte esquemático esculpida en alabastro en el valle del Guadalquivir (España) durante el Calcolítico (tercer milenio a. C.).
Ídolo de Extremadura. Obra de arte esquemático esculpida en alabastro en el valle del Guadalquivir (España) durante el Calcolítico (tercer milenio a. C.). (Infografía)

En la polis la esencia humana alcanza su medida y por eso también la alcanza el alma y la interioridad. La configuración de la intimidad en el calcolítico es ya la de la esencia y el alma humana en su medida de ser adulto, es decir, la misma configuración que muestra en la antigüedad y la modernidad.

El aparato cognoscitivo y expresivo ha alcanzado prácticamente su madurez. La sensibilidad, la imaginación afectiva y el intelecto se han diferenciado, y correlativamente se han diferenciado el arte, la religión y la sabiduría. El punto de vista que se inaugura entonces es el del intelecto raciocinante y del corazón, el de la existencia religiosa intelectual, que asume el de la existencia ética del periodo precedente.

Las categorías lingüísticas y ontológicas calcolíticas se mantienen básicamente en periodos posteriores. Hay diferencias culturales y diferencias de idiomas, y no tanto de universos lingüísticos, diferencias de atención y de profundización, de “especialización” sociológica y psicológica, pero no de aparatos y sistemas cognoscitivos y expresivos.

Con todo, el fin de la modernidad es el fin de la hegemonía soberana de la categoría ontológica de sustancia, de su monopolio como clave para la interpretación pública de la realidad, debido entre otros motivos a la irrupción de la física cuántica, la realidad virtual y la movilidad y deslocalización de las personas, bienes y servicios. Ese destronamiento de la categoría de sustancia facilita la accesibilidad, el acercamiento y la comprensión de la cultura urbana del siglo XXI al mundo paleolítico y neolítico.

 

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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