LA LÓGICA Y EL ARTE DE LA VINCULACIÓN: MATRIMONIO, FAMILIA Y HUMANISMO CRISTIANO EN LA FILMOGRAFÍA DE LEO McCAREY (V). LOS PRIMEROS LARGOMETRAJES (IIb): “RED HOT RYTHM” (1929) Y “WILD COMPANY” (1930).
LOGIC AND ART OF LINKING —UP: MARRIAGE, FAMILY AND CHRISTIAN HUMANISM IN THE FILMS OF LEO MCCAREY (V). THE EARLY FEATURES (IIb): “RED HOT RYTHM” (1929) AND “WILD COMPANY” (1930).
(Cont.)
2.5 LA TRAMPA
La ruptura con sus padres ha dejado a Larry donde Joe Harding lo quería tener: expuesto y desprotegido. Ha quemado sus naves apostando por la relación con la cantante. Su falta de raíces familiares propiciará ser más fácilmente utilizado por la lógica estratégica. Generalizando el argumento, se puede señalar que McCarey muestra que la dignidad humana, sin la protección de la familia, se ve expuesta a mecanismos de manipulación, a no ser un fin en sí mismo, a ser instrumentalizado.
8. La cámara recoge a Joe fumando, junto a Sally, que toca el piano en su apartamento. Joe dice que necesita de su colaboración de “su colegial”. Le pregunta a qué hora va a venir, y se queda mirando a Sally, aprehende el reloj que lleva en el brazo y le pregunta si ha sido Larry. Ella contesta con soltura: “sí, esta mañana”.
8.1 Joe le hace notar el dineral que se está gastando en regalos y ella le contesta sobre lo bien tratada que se siente. Ante la suspicacia de Joe, Sally le plantea lo feliz que sería si fuera él quien la cuidase así. Pero Joe reacciona un tanto fríamente, por lo que ella insiste en cuánto le gustan las atenciones de Larry, intentando de nuevo ponerlo celoso. Parece conseguirlo porque Joe le pregunta si no habrá ido demasiado lejos en su relación con el muchacho. Ella le tranquiliza diciendo que sigue sus instrucciones. Joe se queda más conforme. Vuelve al tema y le explica el plan que tiene para esa noche en el “Skyrock”: aprovechar para robar la recaudación y que Larry sirva de tapadera, convencido de que nunca arrestarán a un hijo de Henry Grayson. Viendo que es la hora de que regrese Larry, se despide de Sally, no sin antes volver a cerciorarse de sus sentimientos hacia él. Cuando ella va darle un beso, él lo recibe apenas como un leve contacto, mostrando con ello su advertencia: no está encantado con la misión que le ha encomendado, por lo que ella debe estar atenta para no extralimitarse. Joe parece resultar inaccesible a esta advertencia de Martin Buber:
Cuando uno ama a una mujer teniendo presente su vida en la propia vida, el Tú de los ojos de ella le permite contemplar un rayo del Tú eterno (Buber, 1992: 97)
8.2 Al poco de salir el gánster, entra Larry. Se le ve contrariado. Ha visto a Joe en el vestíbulo del edificio y le pide cuentas a Sally sobre lo que hace Joe frecuentándola. De nuevo le pregunta lo que significa para ella. Las observaciones de su padre sí parecen haber hecho mella. La primera reacción de Sally es fuerte, protestando por tener que repetir las cosas, pero enseguida se pone tierna y le dice que no juegue a “enamorado celoso”, que a ella sólo le importa él.
8.3 Larry expone su confusión… camina hacia el sofá y se sienta. Le vuelve a declarar su amor y su locura por ella: lo que adora su cara, sus manos, lo mucho que le cuesta dejar de estar a su lado, de abrazarla, que se pasa el día pensando en ella, que no puede hacer nada… Sally se refiere a Larry como “poor kid” (pobre niño), por lo que él le exige que lo tome en serio, y le pregunta “si se casaría con él…” Al ver su gesto de asombro, añade que “más adelante”. Ella lo mira con indulgencia y le dice que es encantador, pero que va a ser imposible. Como Larry insiste, y le pregunta si es porque ella no lo desea, Sally, evasiva, le concede que se lo pensará. Para cambiar la conversación, ella le indica que ha de vestirse para salir esa noche. Larry, intentando animarse, anticipa que van a pasar una gran noche. Con un gesto perdido, Sally repite la frase con lo que trasluce ya una íntima repulsión, como si la inocencia del muchacho comenzara a serle enormemente enojosa. La advertencia de Joe ha surtido efecto.
8.4 Si se compara la relación de Sally con Joe, a la que acaba de mantener con Larry, se puede tomar buena nota sobre lo que supone el arte de la vinculación de McCarey. Tanto Joe como Sally son personas cuya individualidad les impide crear lazos de verdad, como si la afirmación del yo fuera incompatible con llegar a articular un nosotros. Por el contrario, Larry es un personaje con un enorme potencial de simpatía, que a veces llega a utilizar para manipular a sus padres, pero que ahora va a encontrar una dura prueba de contraste en la relación con Sally. Sin embargo, cabe reconocer que entre Sally y Joe hay diferencias. Si bien la frialdad del gánster resulta lineal y cualquier gesto cordial rápidamente es reprimido, Sally por momentos parece vacilar y dejarse conmover por lo que Larry aporta. Sólo la coacción de Joe extirpará estos movimientos.
9. El reloj marca las 12,40 de la noche: Hernry Grayson está esperando en la mesa de su despacho doméstico. Se frota la frente.
9.1 Su esposa acude ataviada con el salto de cama: le dice que no puede dormir, que es muy tarde para que Larry esté fuera. Y le pregunta que si sabe el lugar dónde el hijo está, por qué no va por él. El padre se resiste, pues no cree que deba ir a rogarle que regrese a casa. La madre le presiona: entiende que para él sea humillante, pero que no son lugares adecuados para que esté su hijo a esas horas y que es su deber ir a recogerlo. Henry le pide que le deje gestionar el tema de Larry, que sabe lo que está haciendo. Pero Laura le hace ver con firmeza que se está comportando de un modo obstinado y que, si no lo hace, será ella la que irá… y hace ademán de ir a vestirse. Henry la detiene, se pone de pie, la coge de los hombros y le dice que es la primera vez que ella le contradice un criterio. Laura, firme y delicada, le replica que, si le pregunta por qué, le responderá que es lo que ella tiene que hacer en esta ocasión. El Sr. Grayson duda y finalmente cede en ir a buscar a Larry, si eso la va a hacer menos infeliz. La besa en la frente y le pide que descanse.
9.2 Escenas como ésta muestran de nuevo la maestría de McCarey en dibujar sintonía, vinculación entre los personajes. Los Grayson son un matrimonio que verdaderamente se ama, por lo que admiten el disenso, la diferencia y la búsqueda de comunión. Lo que hubiese sido ocasión de disputa se transforma en una nueva oportunidad para manifestar su mutua consideración y respeto. Como ocurre con los matrimonios de “Make Way for Tomorrow” o “Good Sam”, o incluso los de “My Son John” o “Rally ‘Round the Flag, Boys!”, el espectador ante ellos percibe que hay algo profundo que los une y armoniza, más allá de la facilidad o de la dificultad de los acontecimientos que les sucedan. “Así en la salud, como en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza… todos los días de mi vida”.
10. La cámara muestra el club nocturno “Skyrock”. Se ve una sala completamente llena. El plano se fija en Joe y Larry con Eddie de espaldas, que comparten mesa. Joe invita a Larry a jugar a black jack en la oficina de Brown —el director del club –, cuando acabe el número de Sally. Larry objeta que está sin blanca, pero Joe le despeja el problema manifestándole que él se lo conseguirá.
10.1 La cámara muestra a Sally desarrollando su actuación. Joe ve bajar a Brown de su oficina, e indica a Larry y a Eddie que suban por las escaleras. Una vez allí, hace esperar a Larry fuera, haciéndole creer que va a una sala contigua, cuando en realidad entra en la oficina de Brown. Aprovecha el momento en que Larry se gira, acompañado por Eddie, que acepta ahora afectuoso un comentario de Larry sobre la bonita noche que se ve por la ventana. Mientras, Joe ya avanza por el despacho de Brown, deja preparada la pistola y comienza a manipular la caja fuerte.
10.2 La cámara vuelve al piso de abajo del club. Un gesto de asombro de Sally anticipa la aparición del Sr. Grayson. Se le acerca un camarero y le
pide hablar con el director del local. El camarero le indica que espere mientras lo busca en una sala en el piso de arriba, señalándole las escaleras. El camarero va donde Felix Brown y le indica que Henry Grayson pregunta por él, lo que extraña al director del club. Le indica a su contable (Sherry Hall) que seguirán después y se va al encuentro de Grayson. La cámara alternativamente muestra primeros planos de Sally, que continúa con su canción.
10.3 El plano muestra a Joe que ha conseguido abrir la caja fuerte. A continuación, la cámara muestra a Felix que entra en la habitación y saluda con una inclinación de cabeza a Henry Grayson, mostrándole su agrado por conocerle y preguntándole lo que puede hacer por él. Grayson le inquiere acerca de si sabe si está su hijo en el club. Ante su respuesta afirmativa, pues cree haberle visto, el Sr. Grayson le pide que lo busque. Felix acepta muy cortésmente, pero le pide que antes le permita guardar la recaudación en la caja, cuyos billetes tiene en la mano, pues sólo le llevará un minuto.
10.4 La cámara muestra a Felix entrando en su oficina, girado de espaldas, asombrado todavía por la presencia de tan distinguido ciudadano en su antro. Cierra con llave la puerta. Joe estaba ya a punto de irse, pero al ser descubierto cuando Felix da la vuelta, saca la pistola y le quita los billetes de la mano. Felix le pide clemencia, hablando con calma de su buena relación, al tiempo que disimuladamente apaga la luz. Joe se da cuenta de la treta y le dispara, matándolo.
10.5 El plano muestra a Larry y a Eddie que reaccionan con alarma ante el disparo. Larry intenta entrar y Eddie le detiene. Joe sale de la oficina y le advierte a Larry que alguien ha disparado a Felix, y sale junto a Eddie por la ventana. Larry entra en la habitación, ve el cadáver de Felix, y huye por la ventana. Mientras se escapa, Henry Grayson, que estaba ante la otra puerta, cerrada con llave por Felix, la fuerza para entrar, y lo hace en el momento en que ve Larry escabullirse por la ventana… Se queda horrorizado. Un plano muestra la reacción de pánico en las mesas del club.
10.6 Acude la gente que le pide explicaciones a Henry Grayson. Éste dice que en realidad no lo sabe, que estaba esperando para ver a Felix Brown cuando escuchó el disparo, que empujó la puerta y que encontró a Felix Brown muerto en el suelo. Pero que no sabe quién ha podido disparar. Pide que avisen a la policía.
2.6 LOS DESENGAÑOS Y EL REGRESO CON EL PADRE
Hay algo de la parábola del evangelio de san Lucas, popularmente conocida como del “hijo pródigo” (Lc 15, 11-32), en las escenas siguientes. El hijo que ha conocido el inhóspito ambiente que se respira fuera del hogar, al margen de los valores en los que ha sido educado, regresa a casa. El padre lo recibirá con ciertas reservas por lo que ha visto en el “Skyrock” aunque terminrá por creerle. La madre le muestra su apoyo incondicional desde el primer momento. La conjunción del matrimonio armoniza justicia y misericordia.
11. El plano muestra a Larry entrando sigilosamente en su casa, con movimientos lentos y andares muy apesadumbrados. Sube las escaleras, abre la puerta de su habitación y, muy abatido, se tumba en la cama boca abajo. En ella le esperaba su padre sentado en un sillón. Se levanta y se sienta en la cama. Larry al sentir la presencia de alguien, se inquieta, se levanta rápido y le dice: “Oh, papá, me has asustado”. El Sr. Grayson le pregunta dónde ha estado. Larry miente con evasivas, diciendo que ha estado caminando de aquí para allá, y le expresa que está muy cansado y que prefiere hablar al día siguiente.
11.1 El padre, con firmeza le corrige, y le establece que van a hablar ahora. Repite con ironía sus palabras sobre dónde ha estado esa noche y le pregunta, por el contrario, si se ha dejado caer por el “Skyrock”. Cuando le sigue respondiendo con embustes, le para y no le deja mentir: le espeta que él mismo le ha visto allí, pues él fue el que rompió la puerta de Felix y le vio salir por la ventana: “¡Mi hijo!… ¿Cómo pudiste hacer eso?”. Larry le contesta alarmado: “No pensarás que lo hice yo, ¿no?”. Henry Grayson: “Te vi saltando por la ventana cuando Felix Brown había recibido un disparo”. Larry: “No lo hice, le puedes preguntar a Joe”. Henry: “¿Joe? ¿Joe Hardy?”; Larry: “Sí”. Y le narra cómo lo había enredado para jugar a las cartas, haciéndole esperar fuera. Se produce un largo silencio. Larry: “¿No creerás que lo maté, no?”; Henry: “¿Debería? No haces más que mentirme últimamente. ¿Por qué debería creerte ahora?” Larry: “Padre, no puedo hacer algo así, te juro que no lo puedo hacer”. Pausa densa en silencio. Larry sigue: “Padre te lo juro, que no vuelva a ver a mi madre si miento”.
11.2 El padre reacciona ante estas palabras. Ni por un momento duda de que su hijo pueda jugar con algo tan sagrado. Cuando va abrazarlo, se escucha llamar a la puerta.
11.3 Entra la madre en la habitación y da unas palmadas afectuosas a su hijo: “Larry, he escuchado tu voz”. Y luego al padre: “¿No le estarás riñendo, Henry?”. El padre le tranquiliza diciéndole que no le está amonestando, sino que están conversando. La madre, como si intuyese algo de lo que está pasando, le dice a su hijo que no se vaya de casa, que no importa lo que haya hecho, que él pertenece a la familia, y que sus padres le aman. Lo besa. Larry dice a su madre que lo sabe, y que le perdone por haberla preocupado. La madre pregunta al padre: “¿Está todo bien ahora?”. El padre asiente y Larry contesta que sí. La madre le dice que no se acueste muy tarde. Y sale de la habitación.
11.4 Una vez la madre ha salido, el padre deja de simular tranquilidad. Levanta a su hijo del hombro y le manifiesta que, ante lo sucedido y los modos de esa gente, hay que moverse rápido. Larry le pregunta por lo que piensa hacer y el padre le contesta que van a tener una buena conversación con el Sr. Hardy: “Vamos, hijo”. Y salen juntos por la puerta. Es la primera vez en toda la película que Grayson padre e hijo no están en el plano en situaciones contrapuestas, sino que caminan en la misma dirección. Los problemas del hijo han favorecido la mayor implicación del padre.
12. En el apartamento de Sally, Joe y ella están sentados en el sofá y Eddie detrás de ellos, preguntando lo que debe hacer. McCarey dibuja una vez más a la perfección y con pocos trazos, el estado de ánimo de los tres. Nerviosos, desconfían los unos de los otros. No les une el afecto, sino el cálculo. No hay corazón. Sólo interés. Por eso el ambiente es gélido. Joe, que juguetea con una moneda, le reprocha a su esbirro que hubiera debido avisarle cuando Brown subía por las escaleras. Eddie se queja de que tuviera que hacerlo todo, ya que le mandó que estuviera con el crío. Y Joe le recrimina que tampoco supo hacer eso y que dejó al muchacho marcharse. Joe dice que sería muy bueno que Larry regresase, ya que ningún policía de la ciudad le haría nada estando con él. Eddie, casi fuera de sí, vuelve a plantear que deben hacer algo.
12.1 Primer plano de Sally con Joe. Ante ese nerviosismo ella recuerda que llevaban una semana planeando el golpe y que daría igual que lo hubiesen planeado durante un mes. Dice que está cansada de todo ese lío, y le pregunta quién es el estúpido ahora. Joe la manda callar. Ella dice que está fuera, que no quiere seguir con esto. Se levanta y se va detrás del sillón.
12.2 Joe la para: “Espera un momento. Tú no puedes irte de mi lado estando esto. Tienes que jurar que el crío hizo esto porque necesitaba el dinero”. Ella inicialmente se niega, y le echa en cara que él comenzó todo esto sin consultarle, por lo que debe continuarlo él solo. Joe la retiene del brazo cuando intentaba separarse: “Pierdes la cabeza”. Y le explica que no puede escapar de esto, que está bien metida, y que él podría declarar en su contra ante el juez. Le dice que lo piense. Sally reflexiona cabizbaja, y tras unos segundos exclama: “Tú ganas, querido.” El “querido” suena irónico. Y sale de la escena por un lado. Joe, satisfecho: “Ahora sabes lo que dices». Joe ha recuperado el dominio de la situación. Cruza los brazos convencido de su poder sobre ella. Se gira y Eddie le pregunta: “¿Me culpas ahora, Joe?”. Joe le dice que no. Pero no hay complicidad ni simpatía. Sólo estrategia.
12.3 Suena el timbre. Eddie dice que alguien está en la puerta. Joe ralentiza su respuesta para subrayar su hegemonía: “Sí. Mira quién es”. Sale del plano y Eddie va a la puerta y abre. Al ver a Larry dice contento: “¡Bien!”. Y cuando va a preguntarle dónde ha estado, entra Henry sin quitarse el sombrero, con paso firme y aires de representante oficioso de la autoridad. Se planta delante de Joe, que le dice: “Sr. Grayson no esperaba su visita”. La cámara muestra un primer plano de Sally que mira intrigada.
12.3 Hernry Grayson le dice que estaba en el “Skyrock” esta noche y le pide a Joe Hardy su versión. Sally sigue mirando. Joe, controlando la situación: “¿Mi versión de qué?”. Henry Grayson le contesta que sabe que él también estaba en ese club esta noche y que conoce lo del asesinato de Felix Brown. Joe: “Sí, eso he oído. Pobre Felix. ¿Qué es lo que espera, Sr. Grayson?”. Henry Grayson: “Un momento, Joe, Ahora escuche: usted ha intentado implicar a mi hijo en su trabajo. Yo creo que usted mató a Felix Brown —el plano recoge también a Larry, que asiente—, y voy a hacer que pague por esto”.
12.4 El plano muestra a Joe Hardy que continúa sentado, y a Eddie detrás de su asiento. Joe: “¿De qué está hablando? Yo no he matado a nadie ni he implicado a nadie. Lo que pasó es que subí al piso de arriba a jugar blackjack y ví a Larry entrando con Brown”. Larry interrumpe negando, pero Joe continúa: “entonces escuché un disparo. Es todo lo que sé”. Larry niega que hubiera sucedido así y le pregunta a Eddie, pero éste afirma lo mismo que Hardy”. Larry lo niega muy excitado. Joe insiste: “Ambos vimos a Larry matar a Brown.”. Larry: “¡No es cierto!” Henry Grayson lo manda callar y dice a Joe que no le cree. Larry insiste en que se están protegiendo entre ellos. Hardy corta a Larry, diciendo que está intentando hablar. Pausa.
12.5 Plano de Joe con Eddie detrás. Adopta un tono cínicamente conciliador: “Mire, Sr. Grayson. Usted es un tipo muy inteligente, con gran influencia en esta ciudad. ¿No piensa que sería mejor que sobre este asunto se guardase silencio?”. Henry Grayson, firme: “Voy a usar mi influencia para que se averigüe quién mató a Felix Brown y se le cuelgue”; Joe: “Si lo hace, pondrá una soga sobre el cuello de su niño”.
12.6 El plano muestra a Sally que deja de estar escondida. Larry se acerca a ella, la coge de los hombros y le pide ayuda. Ella rechaza su gesto con aversión y le pide que se aparte, que ella sabía que había discutido con su padre, que esa misma tarde le había confesado que estaba sin blanca, y que planificó lo de Brown para quitarle el dinero. Larry, no dando crédito a lo que escucha, la interpela todavía afectuoso y la vuelve a abrazar, pero ella le pide que la deje sola, que no aguanta más su presencia. Larry, atónito: “No sabes lo que estás diciendo”; Sally: “Sí lo sé, y se lo diré al juez si tengo que hacerlo”. Larry se queda sin palabras, agacha la cabeza, y el padre intenta consolarlo acariciándole el hombro.
12.7 Joe se crece, convencido de su total dominio de la situación. Se levanta y se enfrenta con Henry Grayson. Joe: “Bien Grayson. Si usted se vuelve contra nosotros, esto se volverá contra su hijo. Piénselo. Sally jurará que Larry ha estado robando de su tienda y que ahora necesitaba dinero, y nosotros juraremos que vimos a Larry matar a Brown. Qué va a hacer ahora: llamar a la policía o mantener la boca cerrada”. Se produce un silencio. Joe: “Eso pensaba”. Y mira a Larry: “Y no te atrevas a llamarme sucio…” Ante la provocación Larry lo abate de un puñetazo. Grayson saca la pistola… (se produce un ligero salto en las dos copias distintas que he visualizado)
12.8 En el siguiente plano, se ve cómo Henry Grayson llama por teléfono a la policía. Él y su hijo apuntan a los gánsters con sendas pistolas. Se ve un plano de coches de policía y sonido de alarmas. Todos en silencio. Llega la policía. El capitán de policía (John Elliott) saluda al Sr. Grayson, que dice: “Llévense a estas tres personas como responsables de haber disparado contra Felix Brown”. El capitán: “¿Ah sí…?, vamos”. Y coge a Joe del brazo. Éste intenta ya implicar a Larry, pero el policía no le deja hablar. Detienen a los tres y Henry Grayson dice: “Ah, Capitán, llévese a mi hijo también”; “Capitán: “¿Qué quiere decir?”. El Sr. Grayson asiente con un gesto y el policía entiende. Larry coge su sombrero y su abrigo, mira a su padre y dice: “OK, papá”. El capitán lo conduce detenido. Plano del padre afligido que cierra la puerta.
12.9 En esta escena McCarey ha acumulado múltiple información. La relación entre Sally y Larry no existía, era una pura apariencia. Sally se estaba dejando comprar y por eso se libera de él con satisfacción, sin el menor remordimiento. Joe Hardy estaba convencido de que Grayson no estaba tan lejos de él, que ambos estarían dispuestos a saltarse el derecho y la moral en su propio beneficio o, en el caso de Grayson, en el de su hijo. Pero se equivoca. La integridad de Grayson le impide jugar con los principios, ni siquiera por salvar a su hijo.
12.10 El concepto de familia de la mafia y el de Grayson no tienen nada que ver. Para los primeros se trata de una comunidad de afectos e intereses por encima de cualquier ley. Para Grayson, como para McCarey, es la primera escuela de aprendizaje de unos valores que están por encima de la propia familia y constituyen la esencia del bien común. Como acertadamente señala Jean Lacroix:
Nacer en una familia, siempre, equivale a manifestar que el hombre no es un todo que se basta a sí mismo, un absoluto separado de todo el resto, sino que sólo existe, verdaderamente, como elemento de múltiples relaciones, y que, para él, crecer en el ser es crecer en unas relaciones (Lacroix, 1993: 45)
2.7 EL DESENLACE
McCarey estudió Derecho y ejerció de modo efímero en los tribunales. La escena del juicio es bastante correcta en la argumentación técnico jurídica. Pero va más allá. En realidad se transforma en un juicio de Henry Grayson como padre, y por extensión, un juicio contra los padres de familia en las sociedades desarrolladas por el abandono de su responsabilidad.
13. El plano muestra una portada de periódico con grandes titulares: “ARRESTAN A LARRY GRAYSON POR EL ASESINATO DE FELIX BROWN”. El titular de un periódico posterior explica: “LARRY GRAYSON CONSIGUE UN TRIBUNAL DISTINTO”
13.1 El plano muestra a Larry, con su madre. Él con gesto preocupado. Ella le aprieta el brazo para confortarle. La cámara capta a su hermana angustiada y a su anterior novia, Natalie, sentadas a un lado.
13.2 En el estrado Henry Grayson, sentado como testigo, bebe agua, gesto inequívoco de contención de la angustia. El juez (George Fawcett) le pregunta: “¿Puede seguir ahora, Sr. Grayson?”. El Sr. Grayson, dirigiéndose al jurado, cuyos planos se alternan con los de su declaración: “Vean ustedes. No me dieron alternativa. No podía dejar que mi hijo quedara libre para cubrir su crimen, así que tuve entregarlo para que lo encarcelaran también. Tengo la confianza de que ustedes lo encontrarán inocente” Pausa. El Sr, Grayson agacha la cabeza y prosigue: “Deben entenderlo, Larry sólo es culpable de haber estado con malas compañías y, por ello, soy también culpable.” Plano de la madre que asiente. “Larry ha llegado a esto porque le he dejado”. Pausa. Agacha la cabeza. «Vean ustedes. Le dí a él demasiada libertad, porque eso era más fácil para mí también. Demasiado espacio para que tomara su propio camino. Y de eso se valieron esos hombres para usarlo de tapadera. Mi hijo ha estado fuera del camino, enloquecido, descarriado, pero no es culpable de asesinato”. El abogado defensor dice: “Eso es todo”. Se dirige al fiscal (Oscar Apfel) que dice: “No hay preguntas”. El silencio se corta ante el
espectáculo de un ciudadano ejemplar sometido a situación tan extrema. Grayson se levanta del estrado, camina lentamente acompañado de su abogado y se sienta con su hijo.
13.3 Resulta patente que el padre atrae la carga de la acusación hacia él para liberar a su hijo. No es sólo una reacción emocionalmente comprensible. También lo es desde un punto de vista de la lectura de responsabilidades morales. Ahora asume dramáticamente lo que su esposa le había advertido en las primeras escenas. Sus palabras de ahora son casi literalmente las de Laura entonces.
13.4 El fiscal, solicita el permiso del juez y toma la palabra: “Señoras y señores del jurado, antes de comenzar deseo expresar la simpatía que todos nosotros compartimos con el Sr. Grayson —y se gira hacia él para mirarlo, sentado abatido junto a su hijo, con su mujer al otro lado de Larry—. Creo que todo lo que ha dicho ha sido inspirado por una de las más grandes y honestas emociones: el amor de un padre por su hijo —plano de padre e hijo que intercambian miradas de afecto; el padre le da además una palmada afectuosa— y por eso todos debemos tener el más alto respeto. ¡Pero…! No debemos dejar que nuestro juicio vaya por ese camino de la simpatía. Ustedes escucharon su defensa proclamando su inocencia, pero ustedes escucharon también el testimonio de Joe Hardy y de sus colaboradores, Sally y Eddy Graham —plano de Larry muy compungido—. Señoras y señores del jurado, yo no culpo a Larry de haber disparado contra Felix Brown… sino que le culpo de que él y sus compañeros fueron al “Skyrock” con la deliberada intención de robar. En el curso de ese robo —plano de Larry profundamente preocupado por lo que escucha—, un hombre, defendiendo su propiedad fue tiroteado —plano de Larry y sus padres cada vez más afligidos—, y todos los implicados en ese robo son culpables de asesinato. Así lo establece el testimonio evidente de la muchacha, Sally, que dio el motivo del acusado para el robo…” Y continúa con una argumentación que se deja insinuada, al cambiar el plano. La declaración del fiscal confirma que la amenaza de Joe y sus secuaces se está cumpliendo punto por punto.
13.5 El plano del reloj marca el transcurrir de las horas. Luego se ve la sala del tribunal, con murmullos. Un oficial acompaña la entrada del juez requiriendo el consabido: “Orden en la sala”. La cámara acompaña en silencio primero al juez, hasta que se sienta; luego a Larry y su familia, y finalmente al jurado que también toma asiento. Plano de Larry muy ansioso. Luego se le ve hablando en voz baja con su padre, que le manda guardar silencio porque va a hablar el juez. Éste dice: “Señoras y señores del jurado, ¿tienen el veredicto?”. El presidente del jurado se levanta: “Lo tenemos”. Plano de Larry ya casi fuera de sí. El oficial recoge el papel del veredicto de manos del portavoz del jurado —plano de los Grayson— y lo entrega al juez. Se crea una gran expectación. El juez se pone parsimoniosamente las gafas y lo lee: “Nosotros los miembros del jurado consideramos al acusado Larry Grayson culpable de homicidio involuntario y lo encomendamos sinceramente a la misericordia del tribunal”.
13.5 Se produce un gesto de aflicción en todos. El padre se lleva la mano a la boca. El juez pide orden en la sala y tras frotarse la cara, toma la palabra: “No suelo hablar a menudo en los juicios que presido, pero éste es uno de esos casos en que me veo forzado a explicarme. Y voy a pronunciar unas frases. En el momento presente siento que los hijos, muchachos y muchachas no mayores que Larry Grayson, tienen detrás de ellos una mayoría de padres —plano del Sr. Grayson avergonzado—, demasiado despreocupados, que no les dan ni orientación ni consejo. Ciertamente la responsabilidad es de sus padres, de su común negligencia, con un amor sin propósito de educarlos. Hoy es el hijo de Grayson, mañana puede ser su hijo o el hijo de cualquiera —lo dice mirando al público en la sala…—. Ustedes no pueden dar a su hijo una libertad ilimitada, darles dinero sin criterio, haciendo crecer las oportunidades para las tentaciones que fácilmente llevan al crimen”. Les hace reflexionar que esa vida tan regalada atrae malas compañías, que tarde o temprano provocan algo negativo. “Los padres tienen el deber de hacer de los problemas de sus hijos sus propios problemas. Los padres y madres deben darse cuenta de que ellos no pueden cuidarse por sí mismos. Usted, Sr. Grayson, ha asumido sus responsabilidades demasiado tarde. Estoy plenamente convencido de que es usted y no su hijo el que debería ser castigado. Usted ha culpado a su hijo sólo de estar con las malas compañías, pero en realidad es su responsabilidad. El jurado ha condenado al hijo, pero yo le considero a usted, Sr. Grayson, culpable moral de su crimen. Espero que algo salga de este caso, que él se ha ganado”.
13.6 El juez llama a Larry Grayson, que se pone de pie. Juez: “El jurado lo ha considerado culpable de homicidio involuntario. Es mi deber condenarlo a cinco años en una penitenciaría —plano de Larry encajando el golpe con su madre llorando—… Siento que también es mi deber, Larry Grayson, darle a usted y a su padre otra oportunidad —plano de Larry esperanzado—. El jurado ha encomendado misericordia al tribunal, y el tribunal determina encomendarlo a la custodia de su padre durante cinco años”. Cara de alegría de Larry. El juez da un golpe para indicar el final de la sesión. Larry besa a su madre. Se abraza con ella. A continuación se acercan su hermana y Natalie. Besa a Anita, mientras ella le dice: “Larry estoy tan contenta”. Luego se acerca a Natalie, toma sus manos con un gesto de reconciliación, pero no se atreve a decirle nada.
13.7 El plano muestra a su padre, todavía sentado, con un gesto de infinito sufrimiento. Se escucha el sollozo de la madre. El padre alarga sus brazos, y el hijo se acerca y le abraza. El padre le corresponde primero con palmadas en el brazo y luego con caricias en la cara. Pero no le mira. Sus ojos se dirigen al frente con una mirada todavía bajo impacto. Fin.
3. LA IMPORTANCIA DE “WILD COMPANY” PARA COMPRENDER LA VISIÓN DE LA FAMILIA DE LEO McCAREY
A lo largo de esta investigación ya se ha planteado en diversas ocasiones la controversia sobre la visión de la familia en McCarey, las tesis de Robin Wood (Wood R. , 1976); (Wood R. , 1998) y Miguel Marías (Marías, 1998) que consideran que las ideas de nuestro director son poco favorables a la institución familiar, que la ve como intrínsecamente problemática en lo referido a la relación entre padres e hijos. Para ponderar ese juicio “Wild Company” resulta un elemento imprescindible. La visión de McCarey en ella muestra una línea argumental que ilumina sus creaciones posteriores: el amor conyugal o esponsalicio tiene su prueba de madurez en la educación de los hijos (von Hildebrand, 1988); (Cruz Cruz, 1998). Un fracaso en la misma muestra que el amor en pareja de los esposos no ha sido capaz de extraer todas las consecuencias que conlleva el darse uno al otro, es decir, no ha sido capaz de ayudarse mutuamente para saber dar la vida y la educación conjuntamente para bien de los hijos.
Sin duda, los Grayson son, de todos los matrimonios dibujados por McCarey, el que mejor pone de relieve la necesidad de esa maduración de su relación matrimonial. La simpatía entre ellos, su complementariedad, su armonía, les hace al principio un tanto ciegos a la hora de considerar la personalidad propia de sus hijos. Laura Grayson adelanta a su esposo en lucidez al respecto, y ella es la primera en poner pegas a la excesiva condescendencia de su esposo con respecto a su hijo Larry. Pero pronto el romanticismo del Sr. Grayson le hace caer en una especie de espejismo frecuente entre los padres que se quieren: «si los hijos se parecen a nosotros, tendrán nuestras mismas virtudes». Este enfoque proyecta un doble error: ni los hijos reproducen la personalidad de los padres, ni los padres han llegado a ser lo que son sin pasar por un proceso educativo que no pueden ahorrar a sus hijos.
Cuando al Sr. Grayson se le hace patente que su hijo Larry se está desviando, despierta de este sueño, y cada uno de los esposos desarrollará adecuadamente sus roles como progenitores: el Sr. Grayson actuará desde la exigencia y la justicia, la Sra. Grayson desde la comprensión y la misericordia. El relato presentado por McCarey se inclinará hacia la preponderancia en ese momento del rol del padre. En caso contrario, el pacto de silencio que le propone el gánster Joe hubiese sido admisible, e ideas del tipo “a Felix Brown nadie va a devolverle la vida, pero Larry puede perder la suya” hubiesen podido prosperar. Pero tal cesión hubiese sentenciado que el conflicto entre comunidad familiar y las exigencias de la vida civil es irresoluble. McCarey plantea claramente lo contrario: tiene que haber una continuidad entre lo que se educa en la familia y lo que necesita el bien común. O más estrictamente, sólo habrá bien común si la educación familiar desarrolla la responsabilidad moral de los hijos y la proyecta sobre la vida que está más allá del hogar.
Henry Grayson representa en tales momentos una actuación coherente con el ideal educativo: es un ciudadano ejemplar porque desea ejercer una educación moral completa, a pesar de sus equivocaciones. El fracaso educativo con su hijo le hace ver su error. Pide clemencia, pero no niega un hecho que inevitablemente daña su imagen de ejemplaridad pública. Ser un buen ciudadano necesita nutrirse de ser un buen padre de familia. Si tiene que rectificar en esto último, su crédito social puede verse momentáneamente en entredicho, pero pronto se recuperará. Los valores familiares ayudan a que la sociedad no sólo se rija por la justicia, sino también por la misericordia. Pero con armonía y complementariedad entre ambas esferas.
Cuando los matrimonios de sus films posteriores experimenten la conflictividad en su relación con los hijos, McCarey no estará dando con ello una visión negativa de la familia, sino más bien una interpelación a la necesidad de armonía entre familia y sociedad. Si la sociedad sólo se guía —o lo hace de un modo preponderante— por la lógica económica que niega la compasión —así en “Make Way for Tomorrow”, “Good Sam”—, o por la ideología política que quiere imponer sus consignas —“My Son John”, “Rally ‘Round the Flag, Boys”—, la familia se ve minimizada en su misión educativa. Pero de ello no se puede esperar ningún bien para las personas.
4. «WILD COMPANY» Y EL ECLIPSE DEL PADRE. EN ESPERA DEL PADRE O’MALLEY
(Bing Crosby en el papel del Padre O’Malley cantando «Las campanas de Santa María»]
La figura del Sr. Grayson es, a pesar de la fuerte reprimenda que recibe del juez en la última escena, la figura paterna más potente de la filmografía de McCarey, hasta la irrupción del P. O’Malley en “Going My Way” y “The Bells of Saint Mary”. Pero en la figura de Henry Grayson se está preanunciado ese eclipse del padre que tan bien ha sido descrito por Paul Josef Cordes en Die verlorenen Väter: Ein Notruf —acertadamente traducida al castellano (Cordes, 2003) como El eclipse del padre—.
El cardenal Cordes mostraba cómo en el tránsito de una sociedad del trabajo a una sociedad de los servicios la figura paterna queda debilitada (Cordes, 2003: 11 ss.). El testimonio del trabajo de los padres en la ciudad quedaba muchas veces alejado del hogar. Y eso diluía un aprendizaje directo de la autoridad paterna, pues quedaba fuera del alcance de vista de sus hijos, de lo que sería una comprensión inmediata[1]. El Sr. Grayson y su esfuerzo de joven por abrirse un futuro quedan como una anécdota de la que Larry se ríe a principio de la película. Sólo ve en él la posibilidad de obtener dinero fácil. Su sentido del humor es una manera de expresar la satisfacción ante la vida del que se siente totalmente protegido.
En el diálogo entre Henry y Laura Grayson su amor mutuo los hace ciegos en su misión como padres. Creen que bastará que sus hijos se parezcan a ellos. El juez al final de la película les reprocha su renuncia a educar. Pero en la actitud arrepentida del padre se delinea un escenario de esperanza. Cuando el Sr. Grayson descubre la trampa tendida a su hijo, no se deja atrapar por el chantaje. Prefiere pasar por la detención de su hijo y el descrédito social consiguiente antes que colaborar con el mal. No llega a la heroicidad de Abraham en la prueba de ofrecer a su hijo en sacrificio (Cordes, 2003: 141 ss), pero en algo se asemeja a ese “caballero de la fe” —expresión de Kierkegaard—: no pone su amor de padre por encima de lo que reconoce como su deber —y, por tanto, la voluntad de Dios —.
La semejanza con Abraham no es plena porque el Sr. Grayson está pagando las consecuencias de su renuncia a educar a tiempo. Así se lo recuerda el juez. Su reacción tardía encuentra su recompensa porque se le concede una nueva oportunidad. Y en eso su gozo sí que es análogo al del patriarca. El Sr. Grayson aprende que ser padre no es “dar cosas” sino “darse”, procurar orientación y consejo. En un mundo complejo la paternidad ya no puede ser ejercida de una manera icónica. Requiere ser espiritual.
¿Sólo por la complejidad de las sociedades modernas? Me parece que sostenerlo conllevaría el riesgo de caer en el historicismo, entendido como una excesiva concesión a la historia en su capacidad de innovación. La carta a los Efesios señala que toda familia toma su nombre de Dios Padre (Ef 3,15), lo que indica que la raíz última de la dignidad de la paternidad humana no viene del rol social que pueda ejercer el padre en una determinada organización del trabajo. Supone un reflejo de la imago Dei que es el ser humano. Y cuanto más fija el ser humano su mirada en el Dios que se revela en Jesucristo, mejor comprende que el misterio de la divinidad es un continuo dar vida, entregarse, hacer posible la historia de sus hijos.
Por ello señala Cordes que la paternidad espiritual puede y debe ser una orientación para los padres biológicos, un impulso decisivo para entender el sentido de su misión. Ser padre es hacer posible la maternidad de la esposa, dotar de confianza para que los hijos y las hijas puedan desarrollar su propia misión y llegar a formar su propia familia, gozando ellos de amar como padres y ellas de amar como madres. Y eso supone —Cordes alude a Max Scheler—
que nada contribuye tan decisivamente a la bondad personal de un ser humano como la contemplación inmediata de la bondad de otra persona (Cordes, 2003: 206).
Ningún padre biológico posterior desarrollará en la filmografía de McCarey una vocación tan explícita hacia la paternidad como la que se presenta con la paternidad espiritual del P. O´Malley . Además, el personaje de Bing Crosby será una ayuda eficaz para que algunos padres encomendados a su cuidado pastoral mejoren en su responsabilidad (“Going My Way”) o incluso la recuperen, rectificando su huída (“The Bells of Saint Mary”). No por su persuasión verbal, sino por un inequívoco testimonio personal de bondad y alegría de vivir que conmueve.
La mirada perdida de Henry Grayson mientras acaricia a su hijo al final de “Wild Company” tiene algo de misterio. Quizás se pueda pensar que busca una referencia así, algo que le dé fuerzas para renovar su paternidad. Es como si McCarey estuviera dejando este apunte abierto para completarlo en su creación posterior.
Referencias bibliográficas
Bogdanovich, P. (2008). Conversaciones con Leo McCarey. En P. Bogdanovich, El Director es la Estrella. Volumen II (págs. 9-54). Madrid : T&B Editores.
Buber, M. (1992). Yo y Tú. Madrid: Caparrós Editores S.L.
Choza, J. (1980). La supresión del pudor y otros ensayos. Pamplona: Eunsa.
Cordes, P. J. (2003). El eclipse del padre. Madrid: Palabra.
Cruz Cruz, J. (1998). Introducción: El amor esponsalicio como valor ontológico. Sobre el realismo de la causa ejemplar. En D. von Hildebrand, La esencia del amor (págs. 19-31.). Barañáin (Navarra): Eunsa.
Cruz-Cruz, J. (1995). Amor y paternidad como ideales. Sobre el realismo de la causa ejemplar. En J. (. Cruz-Cruz, Metafísica de la familia (págs. 107-144). Barañáin (Navarra): Eunsa.
D’Agostino, F. (2002). Elementos para una Filosofía de la Familia. Madrid: Rialp.
Lacroix, J. (1993). Fuerza y debilidades de la familia. Madrid: Acción Cultural Cristiana.
Marías, M. (1998). Leo McCarey. Sonrisas y lágrimas. Madrid: Nickel Odeon.
von Hildebrand, D. (1988). La esencia del amor. Barañáin (Navarra): Navarra: Eunsa.
Wood, R. (1976). Democracy and Shpontanuity. Leo McCarey and the Hollywood Tradition. Film Coment , 7-16.
Wood, R. (1998). Sexual Politics and Narrative Films. Hollywood and Beyond. New York: Columbia University Press.
[1] En una sociedad agrícola, p. ej., el padre ante sus hijos es el que tiene más fuerza y conocimientos. Lo ven cargando sacos más pesados o acertando en el momento de cosechar. No necesitan más argumentos para saber que deben aprender de él.
About the author
Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir".
Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990), "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013), Bancarrota moral (Sello, 2015) y "Técnica y Ser humano" (Centro Lombardo, México, 2017).