3.- Unidad reflexiva de la comunidad. Derecho, nación y estado
§ 10.- Unificación administrativa del cuidar. Solidaridad y bienestar.
El patriotismo no es solamente una expresión (tal vez la principal) de la eleutheria griega y de la pietas romana, ambas tienen también como expresión la fraternidad, la solidaridad y, en cierto modo, la caridad, en el sentido de la charis griega, y la caritas romana, donación gratuita[1].
Atenea no es solo la hija piadosa, es también la que ayuda a Odiseo siempre, y especialmente en los momentos de abatimiento y de miseria. Es la que ejerce su poder sagrado junto a Deméter, Hera, Juno y Hestia y Vesta. Por eso el poder del estado es también un poder que se ejerce en la forma de cura, en las múltiples formas del curare[2].
Esta preocupación ‘social’ está presente en las formas embrionarias del estado en Babilonia, donde los primeros códigos establecen medidas para el auxilio de los desvalidos y menesterosos[3], y en las primeras formas democráticas del estado, es decir, en Atenas, donde se establecen prescripciones sobre donaciones con cargo al tesoro público a los que no tienen nada[4].
En el tránsito de la época heroica a la época clásica, del estado feudal al estado democrático, lo que antiguamente otorgaban los dioses a los desvalidos y menesterosos de la patria, de la metrópolis, lo vuelven a otorgar ahora los hombres a través de la Asamblea y el Consejo. Como ocurre en el orden jurídico con el paso del fas al ius (MORN § 29), de nuevo tiene lugar un cambio de procedimiento, de manera que lo se recibía inmediatamente de los dioses, pasa a recibirse mediante acuerdo de los hombres, pero el origen del don sigue siendo divino. Deja de ser inmediatamente divino, pero lo es mediatamente, justo a través de las instituciones democráticas.
Lo que se recibe, cómo se recibe, quién lo otorga y cómo, es algo que la Asamblea acuerda y el Consejo ejecuta, pero es porque los griegos lo han aprendido a lo largo de siglos, recordando y escuchando los relatos de su historia de la boca de Homero, de Esquilo o de Píndaro.
Así aprendieron que Orestes había sido perdonado por Atenea y por la Asamblea de ancianos de su parricidio, y que las venganzas particulares se cancelaban dentro de un nuevo orden de justicia universal. Lo mismo lo aprendieron también, en otro sentido, de la angustia de Antígona al no poder dar sepultura a su hermano Polinice siguiendo los deberes religiosos de su tribu, porque Creonte en Tebas daba paso al nuevo orden universal de la polis.
A través de sus héroes, los griegos aprendieron la articulación correcta entre el orden familiar y el orden político-social, las formas familiares y las formas político-sociales de la justicia, de la caridad y del respeto a la libertad. Eso es lo que se denomina el ethos de un pueblo, su carácter, su modo de comportarse, de reaccionar ante los problemas y necesidades, y en eso queda prefigurado embrionariamente lo que al final de la época histórica llegaría a ser un estado de derecho y social de bienestar.
El sacrificio del padre y de la madre, del esposo y de la esposa, por los hijos y los demás familiares, el sacrificio y el esfuerzo de los administradores y funcionarios por sus conciudadanos, y el horror de todos ante las atrocidades relatadas, es lo que los habitantes de la ciudad aprenden de Orestes y Antígona, por una parte, y también de Edipo y Medea, por otra. Ethos, carácter, voluntad de comportamiento, costumbres, ejemplaridad, vida representada en el arte como motivo de emulación para todos los ciudadanos.
Todos esos cultos y esas obras de arte grecorromanos y egipcios, son recogidos y formulados de nuevo en el contexto del mensaje evangélico, y expresados en el cristianismo, en las advocaciones de la Virgen María y de los santos, en los misterios cristianos, por una parte, y son asumidos también en los estados de la época histórica, por otra parte, donde se les dota de una dimensión administrativa, burocrática, eficaz e igualitaria.
La culminación de ese proceso es la declaración universal de los derechos humanos y la formación de un estado de bienestar con aspiraciones globales, en la época de la globalización, la burocracia, la secularización y la vuelta al respeto por el origen, como se verá en el volumen V.
NOTAS
[1] https://etimologias.dechile.net/?gracias
[2] https://etimologias.dechile.net/?cura. En la Roma imperial, cura significa también cargo público del que tiene encomendado el cuidado de algo, y en la Iglesia se utiliza la misma palabra con el mismo significado. Con el tiempo, en la Iglesia el término pasa a designar a la persona que desempeña la función y no el cargo mismo. En sentido propio, cura es el que cuida una parroquia, o sea cura párroco, y no sacerdote en general.
[3] Lara Peinado, NN, Los primeros códigos de la humanidad, cfr. ROREM, §§ 46.1-46.3.
[4] Ellul, Jacques, Historia de las instituciones de la Antigüedad, Madrid: Aguilar, 1970, pp. 101-105.
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About the author
Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).