1.- Formas de vida. El individuo en la época histórica.
§16.1.- Las “formas de vida” según Kierkegaard, Spranger y Wittgenstein
Como se ha indicado (ROREM § 67), la expresión “formas de vida” (lebenformen) se genera y utiliza en el medio cultural humanístico y filosófico de la Alemania de entreguerras, especialmente en las escuelas de la filosofía de la vida y la filosofía de los valores. En 1921 se publica el libro Formas de vida. Psicología y ética de la personalidad, de Eduard Spranger[1] (1882-1963), filósofo y psicólogo discípulo de Wilhelm Dilthey (1833-1911), con el que de algún modo se consagra la expresión en los medios continentales.
Anteriormente Kierkegaard había hablado de las etapas o estadios de la existencia, el estadio estético, el ético y el religioso, en cierta correspondencia con los años de la juventud, la madurez y la senectud. De alguna manera se dan en todas las personas en la época histórica, y unas veces marcan en gran medida sus caracteres y otras en menor medida.
Esa sucesión y mezcla de tipos de existencia, respecto de la religión y respecto de cualquier otra esfera de la cultura, es uno de los sentidos que tiene lo que Wittgenstein designa como “formas de vida”, tomando la expresión probablemente de ese mundo académico alemán.
Cuando Wittgenstein utiliza la expresión “formas de vida” quizá no pretende describir ni definir un tipo de eventos culturales, ni tampoco cuando usa las expresiones “juego de lenguaje” o “aire de familia”. La expresión “formas de vida” la utiliza Spranger para desinar el tipo de vida de la persona que tiene vocación por la ciencia, la economía, la política, la religión, y, en general, los grandes géneros de profesiones que la filosofía alemana de esa época denomina también “esferas de la cultura”.
Wittgenstein no utiliza la expresión “formas de vida” con un sentido de tanta concentración y empeño en una tarea desde las profundidades de la subjetividad, como Spranger. La utiliza en el sentido de que las costumbres, símbolos, valoraciones y significaciones del vocabulario y, en general, del lenguaje de una cierta comunidad, formal o informal, constituyen una unidad que se comprende solamente si se tiene el vocabulario y el lenguaje de esa comunidad. La utiliza para indicar que un elemento muy importante de las formas de vida es el lenguaje propio de cada una de ellas y que lenguaje y vida no pueden separarse, o incluso que la vida es antes que el lenguaje[2].
La expresión “formas de vida” en Spranger indica más bien una configuración psíquica de la subjetividad, de la personalidad, y en Wittgenstein una configuración simbólica cultural o lingüística cultural.
Ambos sentidos son pertinentes para describir la vida individual y social en los ambientes urbanos a partir de la Antigüedad, porque a partir de entonces la vida de los individuos se diversifica y se determina cada vez más en el sentido de esas expresiones.
A partir de entonces hay una vida religiosa general, social, común a las familias y a las ciudades, una “forma de vida” religiosa para ellas en el sentido de Wittgenstein, y una vida religiosa personal para un número pequeño de individuos de las sociedades urbanas complejas, con una “forma de vida” religiosa en el sentido de Spranger.
A partir del calcolítico la vida humana, individual y socialmente, se configura como un caleidoscopio de formas de vida y de papeles sociales, y a partir de la antigüedad eso empieza a ocurrir en mayor medida, conforme las ciudades tienen más población y más grupos con culturas diferentes.
A partir del momento en que la época histórica se consolida en las conciencias colectivas de las comunidades humanas como un modo de vivir, el sentido de la vida deja de ser completamente religioso como era en el paleolítico, y completamente religioso y político como lo era en el neolítico, para ser además y también, profesional y cultural, y, en cierto modo, histórico, aunque inicialmente fueran un tanto indiscernibles la historia, la fama y la gloria eterna.
El sentido de la vida es también el destino, que a veces uno puede elegir, como es el caso de Aquiles. No obstante, aunque el destino tenga cierto sentido religioso, en cuanto que está determinado o propuesto a libre elección por la divinidad, la tarea a la que el individuo queda destinado, y que constituye el sentido de su vida, no tiene que ver con lo que Kierkegaard llama existencia religiosa.
El destino, la forma de vida o la vocación, es más bien la esencia de la vida ética. La existencia religiosa es la vida en una permanente unión íntima con la divinidad, de tipo místico, que no implica una responsabilidad ética ni histórica, y que incluso puede llevar consigo una cierta irresponsabilidad propia de la inocencia, como la de las aves del cielo y los lirios del campo[3],
La existencia ética es la forma de vida en que la subjetividad, desde sí misma y desde su decisión, desde su corazón y desde su elección, se dedica plenamente a cualquiera de las esferas de la cultura, incluida la religiosa y la filosófica y científica como tareas históricas.
La filosofía y la ciencia, al igual que la gestión de las instituciones religiosas, no tienen por objeto la unión íntima con la divinidad, que es el que tienen la plegaria y la mística, y que es en lo que consiste la existencia religiosa.
La filosofía y la ciencia aspiran a ver el todo desplegado y realizado en el tiempo. Ese es quizá el saber que se busca de Aristóteles o de Hegel. Pero eso no es la fusión con el Uno a que aspiran Platón y Plotino, ni ese Uno es el logos. La ciencia y la filosofía aspiran al conocimiento de la totalidad del Logos, la oración y la mística aspiran a la unión total con el Uno, como se verá más adelante.
NOTAS
[1] Spranger, Eduard, Formas de vida. Psicología y ética de la personalidad, Buenos Aires: Revista de Occidente, 1946.
[2] Sánchez Durá, Nicolás, En el principio no fue el verbo…Especial Wittgenstein| publicado el 25/04/2001http://www.elcultural.com/articulo_imp.aspx?id=602
[3] Es en un sentido análogo a éste en el que Nietzsche y Deleuze hablan de irresponsabilidad como uno de los rasgos propios de la inocencia. Cfr. MORN § 31, nota 22, cfr., Svampa, M. Lucila, «Notas sobre la promesa en el pensamiento de Friedrich Nietzsche y Hannah Arendt» en Tópicos (México) no.46 México jun. 2014.
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About the author
Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).