3.- El fondo del alma. Fenomenología de la experiencia mística
§ 83.- El espíritu en los modos de acto primero y de acto segundo
La diferenciación entre lo natural espontáneo y lo “sobrenatural” voluntario en los espíritus, abre la consideración de la diferencia entre la sustancialidad subjetiva como acto primero y la voluntad electiva como acto segundo, que es como suele pensarse la articulación entre naturaleza sustancial como acto primero y la acción electiva accidental como acto segundo.
Como se viene repitiendo, el culto interior, la oración de contemplación, es el encuentro del nous eron en el fondo del sí mismo sustancial consigo mismo y con su fundamento, o sea, con el Uno, como dice Plotino. Pero cuando eso ocurre el intelecto ha cancelado toda actividad perteneciente al orden de la dispersión espaciotemporal, al orden de los actos segundos, y se ha identificado con su ser en tanto que acto primero.
Si el intelecto y la libertad pueden ejercitarse en la dispersión espaciotemporal, y recoger sobre el sí mismo toda su actividad dispersa, es porque tienen su estatuto propio en la sustancialidad del acto primero.
Si el intelecto y la voluntad pueden ser vistos como facultades diferentes, y si ambas facultades, a la vez que toda la gama afectiva, es susceptible de localización neurofisiológica, es porque la vida, el alma, y el espíritu, en su unidad de acto primero, es unidad y diferencia de intelecto, voluntad y afecto.
En el lenguaje ordinario suele utilizarse el verbo “querer” para designar la acción de la voluntad electiva, con el sentido de decidir y de elegir (con el sentido de libertad de ejercicio y libertad de especificación en la terminología escolástica medieval), y el término “amar” para designar la acción espontánea de la voluntad como naturaleza.
Esta diferenciación, válida para el viviente humano, quizá no se puede mantener para el espíritu humano después de la muerte, en la situación del alma separada[1], pero obviamente es válida para los espíritus puros y para Dios, si es que deben ser pensados como subjetividades.
Las actividades denominadas actos segundos quedan impedidas para los fantasmas en virtud de unos modelos ontológicos de explicación, pero es posible que no lo estén las de comunicación con otros espíritus, fantasmales o no.
Por otra parte, no hay ninguna necesidad de aplicar estricta y rigurosamente el modelo ontológico de Aristóteles a los fantasmas y a los espíritus puros. Es más útil aplicar el modelo de la ontología neoplatónica, que no tiene esa diferencia como uno de sus elementos clave, y que no se encuentra con esos obstáculos generados por el modelo teórico de la sustancia y los accidentes. El análisis y la comprensión consisten en acercarse a los acontecimientos para asistir a su acontecer y describirlo, no en aplicar mecánicamente un modelo teórico que dificulta o hace imposible la descripción.
Amar y querer, como actos de la voluntad, y callar y decir, como actos de la voluntad y del entendimiento, son actividades propias de toda subjetividad. Corresponden a los espíritus puros, angélicos y satánicos, y a la comunicación mística entre un espíritu humano y Dios. Se les puede llamar actos segundos o accidentes con los términos del modelo aristotélico de ontología, o se les puede llamar actos que se identifican con el sujeto y que pueden ser o no ser distintos de él, con un modelo ontológico neoplatónico.
Los espíritus puros y Dios pueden realizar actos de intelección y comprensión, de elección y decisión, y experimentar todos los sentimientos propios de una subjetividad, en la comunicación entre ellos y en la comunicación mística con los seres humanos. El hecho de que esas experiencias que se relatan en la literatura mística, no puedan explicarse filosófica y teológicamente, con el modelo de la ontología aristotélica no las condena a la inexistencia.
Los límites del lenguaje son los límites del mundo, pero los lenguajes de la ciencia moderna y de la ontología aristotélica no tienen el monopolio del “sentido propio” del lenguaje. Por su parte, el lenguaje místico y el lenguaje ordinario, tampoco son la cenicienta del lenguaje o el proletariado del lenguaje. A veces no es solamente la riqueza y el poder económico lo que parece muy desigualmente repartido. A veces, parece que también lo están la designación propia y el valor ontológico de las categorías lingüísticas.
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NOTAS
[1] Para Tomás de Aquino, el alma separada no puede realizar ninguna de las operaciones para las que se requiere el concurso de potencias corporales, pero sí las que pueden realizarse sin ellas, entre las que cuentan las propiamente espirituales en relación con otros espíritus cfr., Summa Theologiae, I,89, 1c.
About the author
Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).