Ser único.

 Un desafío existencial

Un fascinante recorrido filosófico por la historia cultural

en torno a la tensión entre el individuo y la sociedad

 

Ficha técnica del libro

 

Sobre el libro

Cada uno de nosotros es, antes que nada, un ser individual, único. Y si para muchos esto es un estímulo para cultivar la propia singularidad, para otros esta individualidad puede convertirse en una acuciante sensación de soledad, de la que solo es capaz de rescatarnos la pertenencia a un grupo o a una clase social, o la adhesión a una ideología. La historia de la filosofía nos muestra numerosos ejemplos de cómo algunos escritores y pensadores han reflexionado sobre cómo mantener viva la propia singularidad frente a las exigencias del clan o de la sociedad en su conjunto.

Con esta tensión como telón de fondo, Safranski presenta las ideas de los genios artísticos renacentistas, los primeros ecologistas del siglo xix o los pensadores existencialistas. Y también nos brinda inéditas perspectivas sobre autores como Montaigne, Rousseau, Diderot, Kierkegaard, Hannah Arendt, Elias Canetti o Ernst Jünger.

 

Para consultar el índice y el primer capítulo, pincha aquí

 

En palabras del autor

Quien como individuo singular descubre y asume su singularidad, ciertamente quisiera pertenecerse a sí mismo, pero también estar unido a otros. Esta tensión es permanente. Pues podemos padecer la singularización contra nuestra voluntad, y también podemos asumirla de manera voluntaria luchando por su peculiaridad. A este respecto se relajan los vínculos con la familia y con otras instituciones sociales. El que se percibe a sí mismo como individuo singular está en lo libre, sin que por ello se sienta ya liberado. Pues advierte en qué medida está pendiente del reconocimiento, sea de manera oculta, o bien explícita. El individuo que reivindica su peculiaridad no se conforma con pertenecer sencillamente a la manera de ser común; más bien, quiere ser reconocido en lo que lo distingue de los demás. Lo que ha de reconocerse no es el ser igual, sino la diferencia.
Con respecto a la individualidad pueden distinguirse tipos de sociedad, según que estos favorezcan lo individual e incluso lo eleven a fin social, o bien lo coarten. Por tanto, no solo es cuestión de cuánta singularidad quiere y soporta el hombre en general, sino también de qué factores propicios o adversos encuentra en la sociedad (págs. 13-14).

 

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María Díaz del Rey es Licenciada en Filología Clásica (Univ. de Murcia) y Licenciada y Doctora en Teología (Pont. Università della Santa Croce, Roma). Profesora del Grado en Filosofía online de la UCV San Vicente Mártir. Editora ejecutiva y secretaria de la Red de Investigaciones Filosóficas José Sanmartín Esplugues

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