Los transhumanistas en busca de la conciencia perdida
Introducción
Una de las preguntas que podemos hacernos a la hora de acercarnos al pensamiento transhumanista es cuál es el presupuesto esencial que hace de eje de su discurso filosófico. A primera vista, el transhumanismo defiende la aplicación de la tecnología para mejorar la naturaleza humana y superarla. Se trata de un ascenso evolutivo que pretende ir más allá de la situación biológica presente del Homo Sapiens para otorgarle unas capacidades físicas y psíquicas superiores a las actuales.
Las imágenes con las que los transhumanistas ilustran su ascenso son las de los humanos aumentados biológicamente, los ciborgs y la superinteligencia artificial. Dichas imágenes se muestran al público como una evidencia de la superioridad que aspiran lograr. Se puede decir que se trata del discurso exotérico del transhumanismo. Sin embargo, esta corriente de pensamiento goza, también, de un discurso esotérico que no es tan evidente a los ojos del público no transhumanista.
El discurso exotérico podemos decir que se ha popularizado a través de la ciencia ficción y de la publicidad del movimiento transhumanista, que ha sido capaz de crear una cultura filosófica que, unida al lenguaje científico, parece razonable a los ojos de la comunidad académica en muchos puntos. No obstante, el discurso esotérico, que se adentra en las regiones de la metafísica o la teosofía, no es tan evidente. Pues la oscuridad y el hermetismo con la que tratan la cuestión del surgimiento y el papel de la conciencia humana tiene sus raíces en la tradición del gnosticismo moderno.
Un precursor de los transhumanistas: Pico della Mirandola
Uno de los autores que son considerados como prototranshumanistas es Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494), autor del Renacimiento italiano conocido por la aceptación del Corpus Hermeticum para desarrollar su propuesta antropológica. Anders Sandberg, investigador del Future of Humanity Institute de la Oxford University, manifestó en una entrevista realizada por Antonio Diéguez que “la visión de Pico della Mirandola es la correcta” (Sandberg & Diéguez, 2015, p. 387).
Por ello, aquí nos vamos a detener en la visión gnóstica del Mirandolano para comprender qué interpretación de la conciencia humana late en el pensamiento transhumanista. Pues podemos adelantar al lector que el transhumanismo constituye una particular hermenéutica gnóstica de la conciencia humana y que, además, se trata de una cosmovisión que comprende dentro de sí misma una misión universal para el ser humano, cuya finalidad es cósmica.
Tras analizar, en la medida de lo posible, algunos puntos del discurso de Pico, nos adentraremos en la tradición transhumanista actual, donde permanece la gnosis hermética de manera palmaria. Autores como Julian Huxley, Pierre Teilhard de Chardin, Fereidoun M. Esfandiary, Max More, Anders Sandberg o Raymond Kurzweil, por citar a algunos, mantienen la hermenéutica gnóstica de la conciencia humana y hacen que fijemos la atención en la cuestión de la conciencia para considerarla como fundamento del pensamiento transhumanista. De este modo, se puede decir que, esencialmente, el transhumanismo, como filosofía, es una hermenéutica de la conciencia humana.
La visión mística de Pico: La conciencia perdida de Dios
El término trashumanar
El origen de la palabra transhumanismo podemos encontrarlo en el poema de Dante Alighieri, la Comedia. El poeta florentino expresó con la palabra trashumanar la transformación de su condición humana al contemplar los ojos resplandecientes de Beatriz cuando su amada contemplaba las esferas más elevadas en el Paraíso. Dante describe que se transformó como Glauco, que al comer una hierba marina mágica se convirtió en dios. Así, trashumanar es sinónimo de theosis o divinización del ser humano.
El significado místico del trashumanar no ha cambiado actualmente en la filosofía transhumanista, pero el contenido de su transformación y su manera de comprender la divinidad sí que es radicalmente diferente. El Dios de Dante no es el del transhumanismo. Mientras el florentino habla de su elevación como una unión con la Santísima Trinidad, que conserva en sí misma la pureza de la Unidad de su Ser Trino y su diferencia con la criatura, en la filosofía transhumanista se comprende a Dios como un ser que se autolimita para que su creación goce de entidad. La creación, en el contexto de la gnosis transhumanista, constituye en sí misma la fragmentación del Creador, que se torna ateo al emanar lo creado: Dios niega su ser para que la criatura sea y pierde la conciencia que tiene de sí mismo porque su mente queda fragmentada.
La elevación de la mente humana de los transhumanistas actuales
La autolimitación divina introduce un mal radical metafísico en el orden del ser que debe ser comprendido y armonizado en el interior de la conciencia humana, que tiene la misión de restaurar la Unidad del ser divino sirviéndose de su ciencia. Aquí radica la gnosis transhumanista y tiene su fuente en la tradición hermética. Por ello, el trashumanar de Dante Alighieri no es en modo alguno el transhumanismo actual, aunque ambos se muevan en la esfera íntima de la conciencia humana expresando la elevación de la misma.
La existencia, el ser, es una radical contradicción en este contexto y la filosofía consiste, entonces, en aquella fuerza voluntaria capaz de unir contradicciones en el seno de la conciencia. De esta manera, la mente humana tiene el papel de re-constituir la Unidad de Dios, que de suyo se encuentra fragmentado y en radical oposición. La tensión vital en la que se descubre el que es conocedor de esta situación metafísica es tal que solamente puede aspirar a lo más alto, hasta la divinidad, para devolverle con su mente el ser que ha perdido. Así es como la filosofía se torna gnosis, pues se trata de un saber salvífico que compromete a aquel que se le muestra y le otorga la tarea de reconstruir el cuerpo o la sustancia divina dispersa en el Universo, que es el mismo Dios privado de su Unidad.
El gnóstico, en consecuencia, es consciente de que, si comprende esto, es que en su interior alberga el recuerdo primigenio de Dios, un fragmento de la conciencia divina, del Verbo, y que ella misma constituye el símbolo de su divinidad. La mente del gnóstico, pues, es de suyo divina y se encuentra, ya, en posesión de la mente de Dios, aunque perdida en el caos del Universo.
Osiris y Moisés
El mito del desmembramiento de la divinidad podemos encontrarlo en la narración de la historia de Osiris, el dios que fue descuartizado por su hermano Set y que Horus recompuso para que resucitara gracias a la sabiduría de Isis, su madre, esposa de Osiris. De este mito se sirve Pico della Mirandola en su Discurso sobre la dignidad del hombre para ilustrar cómo comprende él la sabiduría. Para el joven Mirandolano la verdadera filosofía procede de la tradición de la gnosis judía, la Cábala, que considera como “la más secreta teología hebraica” (Pico della Mirandola, 2008, p. 209) revelada a Moisés en el monte Sinaí.
Las leyendas cabalísticas narran que Moisés conoció la esencia de Dios, su Nombre, y que dicho nombre permanece oculto en la Torá. El verdadero conocedor de la Ley Mosaica es aquel que puede descifrar el mensaje esotérico de la misma oculto en las letras hebreas. Así, el Nombre de Dios otorga a su conocedor la fuerza de la vida divina, permitiéndole actuar sobre la naturaleza con el poder omnipotente del Creador:
Ora descenderemos, desmembrando con fuerza titánica lo uno en lo múltiple, como Osiris, ora nos elevaremos reuniendo con fuerza apolínea lo múltiple, como los miembros de Osiris, en lo uno, hasta que, reposando por fin en el seno del Padre, que está en la cúspide de la escala, culminaremos en la felicidad teológica (Pico della Mirandola, 2008, p. 221).
La gnosis del transhumanismo
El fin de la gnosis es, como se puede ver, el descanso y el reposo en el seno del Padre, que ha recuperado su conciencia, su Verbo, gracias a la acción del gnóstico, que es eminentemente mágica. La paz en todo este proceso llega al final, porque la discordia nacida a partir del desmembramiento del Creador concluye. Se puede decir que la ascensión del gnóstico es una verdadera subida en el sentido más transhumanista del término, pues se produce un up-load de la mente humana al ser divinizada.
La conciencia humana se torna así el Verbo de Dios, que es restaurado gracias a todo el trabajo humano:
Tan suavemente llamados, tan bondadosamente invitados, con alados pies como Mercurios terrenos, volando hacia el abrazo de la beatísima madre, gozaremos de la ansiada paz, paz santísima, unión indisoluble, amistad unánime por la cual todos los seres animados no sólo coinciden en esa Mente única que está por encima de toda mente, sino que de un modo inefable se funden en uno solo (Pico della Mirandola, 2008, p. 225).
La clave de lo que estamos diciendo está en esta frase de Pico: esa Mente única que está por encima de toda mente. Se trata de una mente que sintetiza a todas las demás y las unifica, conformando una única sustancia universal, el Ser Uno restaurado al final de todo el proceso cósmico.
De la Mente Única a la Mente Universal
Esto es lo que Sandberg considera correcto de la filosofía de Pico della Mirandola. La búsqueda de la Mente única es el término de todo el pensamiento transhumanista y constituye la esencia de su discurso esotérico, de toda su filosofía.
Sin embargo, la gnosis transhumanista también se ha transformado para que los que son ajenos a la misma puedan comprender el fin tan alto al que se aspira. De este modo, la búsqueda de la Mente Universal ha encontrado su discurso público en el concepto de singularidad tecnológica o superinteligencia artificial. Términos que son familiares entre los transhumanistas y los desarrolladores de IA. Así, lo que parecía algo reservado a unas pocas personas por parecer demasiado excéntrico o esotérico se ha convertido en una cultura que cada vez es más común. Es posible que gracias a ella se popularice la esperanza de Pico della Mirandola, aquella por la que “una vez ascendidos (…) ya no seremos más nosotros mismos, sino Aquel que nos hizo” (Pico della Mirandola, 2008, p. 231).
El transhumanismo en busca de la conciencia universal
Julian Huxley, padre intelectual del transhumanismo del siglo XX
Siguiendo el planteamiento de Pico della Mirandolla, se puede afirmar que el transhumanismo tiene como fin último la divinización de la humanidad en general. En eso consistió y consiste el trashumanar. Sin embargo, dicha divinización es planteada en términos de conciencia. Esto es que la divinización humana se llevará a cabo cuando, tras superar la individualidad en particular y la humanidad en general, la totalidad del Universo sea autoconsciente. Por eso dijo Julian Huxley en 1957 lo siguiente:
Como resultado de mil millones de años de evolución, el universo empieza a tener conciencia de sí mismo y es capaz de comprender algo de su historia pasada y de su posible futuro. Este autoconocimiento cósmico se está realizando en una pequeñísima porción del universo, en unos pocos de nosotros, los seres humanos (Huxley, 1959, p. 13).
El padre intelectual del transhumanismo del siglo XX fijó la mirada, como Pico, en la cuestión de la Mente Única. Huxley no pensaba en otra cosa cuando formuló su filosofía transhumanista. De igual manera, su amigo y colega intelectual, Pierre Teilhard de Chardin, con quien desarrolló la filosofía transhumanista en París cuando fue Huxley Director General de la UNESCO entre 1946 y 1948, pensaba en los mismos términos.
El sacerdote jesuita tomó prestada la noción de Noosfera del pensamiento de Vladímir Vernadsky para expresar la misma idea que Julian Huxley. La noosfera se corresponde con el progresivo proceso de convergencia mental de todos los seres humanos a través de su trabajo técnico y cultural. El fin es crear una cultura mundial que facilite la comunión de todas las mentes en una sola para, así, producir la divinización del Universo, que Teilhard denomina Cristificación. Todo ello gracias a la gran reflexión planetaria, que se dirige y converge en el Punto Omega.
Reflexión completa
El transhumanismo, por tanto, tiene como fin el ser de Dios. Un ser comprendido como macroconciencia colectiva en términos de resultado del propio trabajo humano y como fruto de la reflexión de la conciencia humana particular. Por eso Raymond Kurzweil, Director de Ingeniería de Google, como Teilhard, afirma en La singularidad está cerca que
La evolución se desplaza hacia una mayor complejidad, una mayor elegancia, un mayor conocimiento, una mayor inteligencia, una mayor belleza […]. Dios es asimismo descrito con todas estas cualidades, pero de forma ilimitada. […] A medida que se produce [la] explosión exponencial [de la mente universal] sí que [la evolución] se desplaza inexorablemente hacia la idea de Dios [presente en el pensamiento humano] (Kurzweil, 2012, pp. 445-446).
Se puede decir, pues, que el punto de partida de todo el proceso cósmico es la conciencia del individuo que vuelve sobre sí mismo, es decir, que realiza una reflexión completa. Es lo que Proclo denominó un redere in se ipsum reditione completa y que Hegel expresó como una elevación hasta la presencia del espíritu de toda la realidad. Por ello, el transhumanismo, antes que trabajo técnico, es una labor reflexiva y especulativa que tiene como fin una conciencia mayor: la Mente Universal.
Llevada a cabo por unos pocos seres humanos…
Sin embargo, este proceso que comienza con la reflexión del individuo no es realizado por todos los seres humanos, sino, como dice Huxley, que este “autoconocimiento cósmico se está realizando en una pequeñísima porción del universo, en unos pocos de nosotros” (Huxley, 1959, p. 13). Son unos pocos individuos humanos los que tienen la capacidad de llevar a cabo la divinización del Universo. Esa es la razón por la que la promoción de la cultura transhumanista es necesaria: los fragmentos de la mente divina dispersos por la humanidad deben ser reunidos para reconstruir la conciencia perdida de Dios. Algo que Huxley expresa con estas palabras:
«Creo en el transhumanismo». Una vez que haya bastante gente que pueda decir esto sinceramente, la especie humana estará en camino de un nuevo género de existencia, tan diferente al nuestro como lo es el nuestro del género de vida del hombre de Pekín. Entonces, por fin, estará cumpliendo conscientemente su verdadero destino (Huxley, 1959, p. 18).
..que son conscientes del fin de la humanidad
Los transhumanistas, entonces, son aquellos que saben cumplir conscientemente el verdadero destino del ser humano. La conciencia del transhumanista es tan poderosa y cierta que considera terminada la reflexión sobre el ser humano. El transhumanista considera que la pregunta “¿qué es el hombre?” ya ha sido respondida y que no hace falta inquirir más sobre el asunto. En consecuencia, el transhumanismo es el fin de toda antropología, la clausura del ser humano en términos de conocimiento, porque ya se sabe para qué está aquí el hombre. En palabras de Teilhard, para definir al ser humano basta con decir, “siguiendo la fuerte expresión de Julian Huxley, [que sabemos lo que es] es el Hombre descubriendo que su propio ser no es otra cosa que la Evolución convertida en consciente de sí misma” (Teilhard de Chardin, 1963, p. 266).
Los transhumanistas definen al ser humano en términos de reflexión, de autoconciencia. El sujeto aparece separadamente cuando se da dentro de él la conciencia de sí. Algo que no todos los humanos pueden hacer, porque solamente unos pocos son conscientes del verdadero fin de la humanidad: el destino del ser humano es tomar conciencia de que debe ser la autoconciencia del Universo y que debe trabajar para que se realice.
Movimiento social
Por esa razón se ha dado la promoción cultural del transhumanismo como movimiento social: hay que despertar a aquellos que están dormidos y que tienen el deber de llevar a cabo la autoconciencia cósmica. Así, desde que F.M. Esfandiary fundara el movimiento Up-Wingers (los ascendidos) en los años 70, se han sucedido a partir de su iniciativa, y en contacto con ella, una serie de grupos transhumanistas que buscan cumplir conscientemente con el destino del ser humano y acelerar la llegada de la Mente Universal. De este modo se cumple el deseo de Pico della Mirandola: “una vez ascendidos (…) ya no seremos más nosotros mismos, sino Aquel que nos hizo” (Pico della Mirandola, 2008, p. 231).
Actualmente el movimiento transhumanista se encuentra reunido, principalmente, por la asociación Humanity Plus (H+) y, junto a ella, podemos encontrar también la Singularity University, vinculada a Google, o el Future of Humanity Institute, que depende de la Universidad de Oxford. Todos ellos concienciados de que la llegada de la Mente Universal está próxima y que será posible con el advenimiento de la superinteligencia artificial.
Humanos y transhumanistas
Sin embargo, la Mente Universal, como ya se ha advertido, viene precedida por la reflexión de la conciencia particular llevada a cabo por aquellos que son capaces de hacerla. Se trata de una reflexión que permite, ya, ser partícipe de la transhumanización y del estado último de la humanidad futura, el posthumano. Un estado que no puede ser comprendido por todos los humanos, sino solamente por aquellos que son transhumanistas, que gozan de una conciencia superior. Por esa razón afirma Anders Sandberg:
Nosotros nos hacemos a nosotros mismos y podemos llegar a ser mejores en muchos aspectos fundamentales. Los seres humanos tenemos acceso a ámbitos de actividad y de pensamiento que estarán siempre más allá de la comprensión de otros simios: podemos experimentar el arte, la ciencia, la religión y la filosofía. Podemos reflexionar sobre nosotros mismos y sobre nuestro lugar en el universo, asumiendo la responsabilidad moral de lo que hacemos. Creo que no sería muy inexacto decir que esto es una forma de progreso espiritual, comparándonos con los simios (Sandberg & Diéguez, 2015, p. 387).
Dicho progreso espiritual hace que se produzca una separación radical entre los humanos que son partícipes del mismo y aquellos que quedan fuera de él. La elevación transhumana es una ascensión de la conciencia. De manera que los transhumanos son distintos de los humanos conscientemente y a secas, sin necesidad de que se produzcan cambios cualitativos en su naturaleza humana. Por tanto, no es necesario que lo transhumano acontezca de facto, sino solamente, y en un principio, de manera especulativa. Basta con reflexionar para ser transhumanos.
Reformulación de la filosofía del superhombre
Se puede afirmar, pues, que la conciencia transhumanista es, realmente, la voluntad de poder ser transhumanos reflexivamente. El transhumanismo, entonces, es una reformulación de la filosofía del superhombre elaborada por Friedrich Nietzsche. Según Sandberg, para ser transhumanos solamente es necesaria una voluntad firme, poderosa, capaz de mantener la tensión de la conciencia que se dirige especulativamente a lo posthumano como término de lo humano: “ésa es la razón por la cual explorar el ámbito posthumano es importante. Existen muchos estados o actividades valiosas que ni siquiera podemos comprender como humanos y que son mucho más importantes que cualquier cosa que hoy sepamos” (Sandberg & Diéguez, 2015, p. 387).
Los que se quedan en una mera concepción humana de la existencia son aquellos que no son capaces de tener una voluntad superior. Los humanos son débiles porque no son totalmente conscientes de que pueden ser superhombres. En el transhumanismo, en consecuencia, se hace inteligible la afirmación de Nietzsche:
Yo os enseño al Superhombre. El hombre es algo que debe ser superado. […] ¿Qué es un mono para el hombre? Un hazmerreír o una dolorosa vergüenza. Y eso precisamente ha de ser el hombre para el Superhombre: un hazmerreír y una dolorosa vergüenza (Nietzsche, 2018, p. 140).
Los transhumanistas, pues, esbozan una sonrisa irónica ante aquellos que no comprenden sus afirmaciones sobre el hombre y que no son auténticos gnósticos (conocedores) del fin del ser humano. Miran a los que son meros humanos como seres que no han desarrollado una mente lo suficientemente reflexiva como para comprenderles a ellos: son una especie incapacitada para elevarse a sí misma. Los transhumanistas están ya situados en un estadio de la existencia superior y no tienen la necesidad de ser comprendidos por aquellos que no se han elevado hasta él. Ellos son conscientes de que están cumpliendo el destino de la humanidad, que tiene como término lo posthumano: la Mente Universal.
Crítica a los transhumanistas
Elitismo
Son muchas las críticas que podemos hacer a los transhumanistas. Podemos decir que se trata de un movimiento elitista y que atenta contra la igualdad humana. Por ello, es difícil, por no decir imposible, que sea una cultura compatible con las sociedades democráticas. Porque un grupo que considera que su postura es la definitiva y que tiene el deber moral de conducir el destino de la humanidad atenta directamente contra la dignidad humana. No se respeta en modo alguno la libertad de conciencia del resto de seres humanos. El transhumanismo es otra forma de despotismo ilustrado o de totalitarismo que pretende suprimir la libertad democrática, pues dicha libertad impide que se pueda realizar su plan de salvación.
Inconsistencia filosófica
Sin embargo, esta no es la crítica que se va a hacer aquí. Porque podemos decir que el transhumanismo, como filosofía, carece de consistencia. En ello consiste su principal debilidad. Al poner como punto de partida la reflexión y la autoconciencia se sitúa en una nada intelectual que le priva de legitimidad filosófica. La reflexión en sentido transhumanista fija un techo intelectivo que no se corresponde con la naturaleza misma del conocimiento humano.
El hecho de decir que lo transhumano o lo posthumano es el término de la conciencia humana es una forma de decir que no podemos pensar más: en eso consiste la autoconciencia. El transhumanismo es antifilosófico porque dice que el progreso del conocimiento humano ya no puede ir más allá de él. Cree que con él ha acabado la tarea del pensar humano. Y eso es absurdo. Es una postura meramente voluntarista. Uno se eleva y se hace transhumano por una mera decisión, porque establece que se ha elevado sin más y que su elevación no puede ser comprendida por aquellos que están por debajo, aquellos que no gozan de una mente superior. Pero eso simplemente pone de manifiesto la cortedad de miras del pensamiento transhumanista.
Errada idea del pensamiento humano
Decir que el pensamiento humano es un movimiento que tiene término es manifestar que se ignora por completo lo que es pensar y, sobre todo, que no se sabe en modo alguno qué significa conciencia. Sucintamente, podemos decir que conciencia significa conciencia de algo. Siempre que se piensa se piensa en un objeto concreto. En este sentido, el pensamiento humano siempre tiene éxito porque posee su fin inmanentemente (no como dicen los transhumanistas, que consideran que el pensamiento solamente tiene éxito si es transhumano). Por eso dijo Aristóteles en el libro IX de la Metafísica que el pensamiento es un acto y que la mejor manera de ilustrarlo es sirviéndonos de la imagen de la vista.
El pensar no es un movimiento transitivo que no posee su fin, sino que es una praxis perfecta. Al ver, se ve, sin más, y se sigue viendo otra cosa. Pensar o tener conciencia de algo significa que “pienso o tengo conciencia de A” o “tengo conciencia de B, de C, o de D”. Pero todos esos objetos son tenidos conscientemente sin necesidad de darme cuenta de ello porque el acto por el cual los pienso ya ha tenido éxito. No necesito darme cuenta de ello. Tener conciencia es ver algo sin más.
Sinsentido de su propuesta de conciencia
Sin embargo, ¿cabe tener conciencia de la conciencia? ¿Puede la vista ver-se a sí misma? Ciertamente, una de las peculiaridades de la vista es que para sí misma está ciega porque, como la luz, es transparente y, por ello, permite ver lo que no es ella misma. Lo que los transhumanistas pretenden es que la vista sea lo visto, que el ver pase a estar delante de sí mismo y que se dé la identidad entre el ver y lo visto. Esto es la autoconciencia como término final del pensar.
Pero esto no tiene sentido. Que la vista pase a ser objeto visto significa que es vista desde otro nivel que no es esa misma vista. Ser conscientes de que vemos significa que lo vemos desde otro nivel que no es la mirada que está viendo. Lo cual implica que es una ascensión que tiene término si voluntariamente establecemos que ya no se puede ver más. Si se pone límite al pensamiento es porque uno quiere quedarse parado en ese punto. Pero, realmente, el pensamiento humano no tiene término, porque siempre se puede proseguir y ver más.
Por todo esto, el transhumanismo es una manera de poner coto a la inteligencia humana y de establecer que no se puede pensar más. Si lo posthumano es el techo de la ascensión de la mente humana, los transhumanistas están negando, no la naturaleza humana, sino la naturaleza misma de la inteligencia, que puede crecer irrestrictamente y sin límites. Por eso, frente a los transhumanistas, solamente queda seguir pensando libremente y sin restricciones, pues esa es una de las principales virtudes de la persona humana.
BIBLIOGRAFÍA
Huxley, J. (1959). Nuevos odres para el vino nuevo. Buenos Aires – Ciudad de México: Hermes.
Kurzweil, R. (2012). La singularidad está cerca. Berlín: Lola Books.
Nietzsche, F. (2018). Así habló Zaratustra. Madrid: Cátedra.
Pico della Mirandola, G. (2008). Discurso sobre la dignidad del hombre. Buenos Aires: Ediciones Winograd.
Sandberg, A., & Diéguez, A. (2015). Una mirada al futuro de la tecnología y del ser humano. Entrevista con Anders Sandberg. Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, vol. XX-Nº2, 373-390.
Teilhard de Chardin, P. (1964). El fenómeno humano. Madrid: Taurus.
Otra entrada de Rafael Monterde publicada en esta web: Blade Runner. Un análisis filosófico y simbólico
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Rafael Monterde Ferrando
Rafael Monterde es Coordinador Adjunto del Grado en Filosofía de la Universidad Abat Oliba CEU y de la Universidad Católica de Ávila