Aventuras y desventuras de la razón.
Historia del pensamiento occidental
Ficha técnica del libro
- Editorial: Centro de Estudios Financieros
- Número de páginas: 712
- Fecha de edición: Enero 2022
- Lugar de edición: Madrid
- ISBN: 978-84-454-4297-5
- Ancho: 17.00cms.
- Alto: 24.00cms.
Comentario
Todo pasado admite diversidad de lecturas
No es sencillo escribir una historia, aunque se trate de una empresa imprescindible, especialmente en filosofía. Como explica Martínez Roda, al escribir una historia se manifiesta una tensión entre dos fuerzas contrapuestas, tensión que será resuelta más o menos airosamente en virtud del buen hacer del autor. Por un lado, y fiel al objetivo que se pretende, el historiador no debe erigirse en juez: el historiador debe hacer historia, y ‘nada más’. Por el otro, nos encontramos con la dificultad de conseguir dicho objetivo: ¿hasta qué punto es posible que ese ‘nada más’ efectivamente lo sea?, ¿hasta qué punto es capaz de conseguirlo un historiador? Difícil propósito, seguramente imposible; porque todo historiador ―como explica Huizinga― tiene también algo de constructor, de diseñador, de creador. El historiador no sólo expone datos, ni ubica hechos en la línea del tiempo, sino que los ordena significativamente, vinculándolos mediante nexos de sentido.
Todo pasado admite diversidad de lecturas, lo que no quiere decir que sean igual de valiosas, ni mucho menos que sean arbitrarias; cada una de ellas tiene algo de elección y de narración. No existe el relato neutro del pasado, sino que, aun contando con los esfuerzos por lograr el máximo de objetividad sobre el apoyo de las fuentes disponibles, el historiador nunca podrá dejar al margen su impronta personal, en aspectos tan sutiles —o no tanto— como en la elección de lo que relata y lo que no (no es fácil decidir de qué se habla y de qué no), o en el modo de comunicarlo. Como dice el mismo Juan Padilla,
el presente afecta al pasado, tanto al menos como este al presente.
En el fondo, ninguna historia se presenta con ese ‘nada más’ perfectamente conseguido, sino que toda cuenta con un ‘algo más’, un enriquecedor toque personal por parte de quien emprende tamaña tarea. Por este mismo motivo, ninguna historia puede ser definitiva, sino que todas son parciales; ahora bien: si podemos afirmar que toda historia es parcial, a mi juicio, ninguna es ociosa.
En el fondo, toda filosofía tiene un poco de historia
En el caso de la filosofía, añadiría un motivo para hacer historia. Como decía Zubiri, los filósofos no tienen tanto que aprender filosofía, como aprender a filosofar, algo muy diferente. Filosofar supone una actitud muy distinta a la del erudito, a la del ‘filosofero’ que decía Unamuno: tiene que ver con el ejercicio de la filosofía en primera persona, haciendo propios no sólo los grandes problemas filosóficos, sino las respuestas dadas a lo largo del tiempo. Para lo cual se presenta como ineludible conocer cómo se ha pensado, qué se ha dicho y por qué, haciéndose eco de los matices y tonalidades de cada época y de cada autor. No hay mejor modo de madurar los problemas que hacer propias las reflexiones y las posturas adoptadas por los distintos autores, asumiendo el contexto social y cultural en que fueron realizadas.
La filosofía —dice Ortega— no es una serie de reflexiones caprichosas, sino una concatenación de respuestas a problemas que tienen que ver con lo más radical del ser humano y su modo de estar situado en el mundo, y que por eso permanecen siempre. Es por ello que la historia de la filosofía nunca es estrictamente historia, porque el pasado filosófico nunca es estrictamente pasado. Toda filosofía pretérita queda actualizada en cada presente, es actual de alguna manera, es iluminadora. En el fondo, toda filosofía tiene un poco de historia.
A mi modo de ver, en el planteamiento del libro del profesor Padilla lo dicho alcanza plena actualidad. En él, el ‘nada más’ y el ‘algo más’ alcanzan una armonía muy sugerente, lo que, unido a una expresión asequible y dinámica, sin perder por ello rigor, proporciona una lectura amable y enriquecedora.
Aspectos a destacar de esta Historia del pensamiento occidental
La cantidad de autores presentados
Hay tres aspectos de su libro que quisiera destacar. El primero tiene que ver con la cantidad de autores presentados. No se han escatimado esfuerzos en este sentido, mostrando un buen repertorio de cada época o corriente de pensamiento. Como es razonable pensar, no se ha podido dedicar mucho espacio a cada uno, sacrificio realizado en beneficio del esclarecimiento ―a modo de mapa o de guía― de un itinerario histórico repleto de giros y recovecos. En mi opinión, el lector no encontrará en esta obra un estudio profundo de autores y teorías, aunque gozará de una inestimable herramienta para orientarse y situarse en esta fascinante aventura que es la historia del pensamiento, gracias sin duda a la amplia experiencia y al buen hacer docente del autor.
Individualidad y contexto de cada autor
Los dos siguientes aspectos tienen que ver precisamente con esto que acabo de comentar. Todo autor filosófico, si bien debe ser estudiado en cuanto tal, atendiéndole en su específica individualidad, no es menos cierto que no es un ser independiente absolutamente, sino que está vinculado a un contexto en el que vive, así como a otros autores o corrientes filosóficas en las que se incardina intelectualmente: todo autor está vinculado tanto vital como culturalmente. Entiendo que, si se le quiere comprender bien, es preciso situarlo en ese marco más amplio en virtud del cual adquiere su razón de ser, tanto sincrónica como diacrónicamente.
Si es importante para un historiador de filosofía conocer los distintos autores y corrientes filosóficas, no lo es menos poder incardinarlos en ese gran proceso que es la filosofía en su devenir histórico; y es un reto para el historiador de filosofía ―a mi modo de ver― identificar esos nexos y vínculos que a lo largo del tiempo los entretejen, ofreciendo una visión de conjunto dinámica y significativa. De hecho, una adecuada comprensión del pasado emerge cuando se combinan y se entrelazan adecuadamente los grandes períodos con los protagonistas singulares. El resultado en este sentido es óptimo. Tanto como que, en ocasiones, uno tiene la sensación de que Juan Padilla, con esta obra, no nos invita a ‘leer’ una historia de la filosofía, sino que nos invita a ‘pasear’ por ella, disfrutando de nuestras pisadas.
Historia del pensamiento
O mejor: más que pasear por la historia de la filosofía, se trata de un paseo por la historia del pensamiento, tercer aspecto que quería destacar. Ciertamente, la filosofía no tiene el monopolio del pensamiento; si bien adquiere el protagonismo en este texto, Padilla no deja de hacer guiños a los contextos socio-culturales y al estado del conocimiento científico que la acompañan en cada época. En mi opinión, este enfoque es muy enriquecedor, y aporta una novedad que la hace muy interesante. Los filósofos no viven al margen de su sociedad, ni las cuestiones que se plantean están ausentes de ella; de alguna manera, los filósofos toman el pulso de su época identificando críticamente las inquietudes, así como las creencias presentes en las relaciones sociales y también en el conocimiento científico. No es frecuente en obras de este tipo que tengan tan presente esta dimensión.
Conclusión
A mi juicio, en esta obra estos tres aspectos son defendidos con brillantez, algo que se pone de manifiesto desde la primera página. Estoy convencido de que ella supondrá un soplo de aire fresco en todos aquellos que, con espíritu aventurero, se decidan a buscar respuestas, y preguntas. Porque no es primariamente un libro de consulta, aunque uno pueda muy bien emplearlo en este menester: es una aventura, la aventura de la razón, también con sus momentos de desventura.
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About the author
Doctor en Filosofía (Universidad de Valencia, tesis sobre la influencia de la afectividad en el comportamiento humano a la luz del pensamiento ético y estético de Xavier Zubiri) y Máster en Ética y Democracia (Departamento de Filosofía Moral y Política de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la UV).