El proyecto filosófico de la Residencia de Estudiantes
1. La Residencia de Estudiantes
La Residencia de Estudiantes fue fundada en Madrid en la calle Fortuny en 1910. Concretamente el número 14 de Fortuny esquina con la calle Rafael Calvo con quince residentes considerados como núcleo fundador de esta. Y años más tarde en 1915 se trasladó a la calle Pinar, en los altos del hipódromo. De aquí la denominación de Juan Ramón Jiménez al referirse a ella como “La Colina de los Chopos”. De la calle Fortuny a “La Colina de los Chopos” los universitarios fueron creciendo de quince a unos 150.
El traslado de la Residencia de Estudiantes supuso la creación de la Residencia de Señoritas en el antiguo hotelito de la calle Fortuny en 1915 cuya primera directora fue María de Maeztu hasta su exilio en 1936.
El primer director de la Residencia fue el pedagogo e institucionista Alberto Jiménez Fraud (1883-1964) y el presidente del patronato, Ramón Menéndez Pidal. Otros de los miembros del patronato eran el conde Güell, Antonio Vinent y Portuondo, marqués de Palomares de Duero, Juan Uña y el secretario José Castillejos. En las tareas de la marcha diaria le acompañaban especialmente, el marqués de Palomares y Silvela.
El proyecto educativo
Aunque Jiménez Fraud hizo la licenciatura y posteriormente el doctorado en derecho, sin embargo, su mentalidad era la de un pedagogo y organizador de cursos universitarios, puesto que desde que conoció a Giner de los Ríos se formó en este campo, pues el maestro le envió a estudiar a Inglaterra para conocer el sistema educativo de los colleges ingleses, lo cual tuvo su influencia en la Residencia.
Los objetivos de la Residencia están inscritos en el ámbito de la reforma educativa propiciada por Francisco Giner de los Ríos y su discípulo Manuel Bartolomé Cossío. La meta consistía en formar una minoría moralmente disciplinada y enterada en las ciencias modernas. Así lo señala su director en la obra Residentes, Semblanzas y recuerdos[1]. La pedagogía se basaba en fomentar un ambiente donde el ejemplo fuera el espejo donde mirarse cada uno de los residentes y sin emplear ni recompensas ni castigos se pudiera cultivar el espíritu y el respeto, aunque los residentes eran de distintas sensibilidades. De este modo, se logró una verdadera amistad y cordialidad entre ellos.
Este proyecto de innovación educativa de la ILE (1876-1935) estaba inspirado en la filosofía krausista alentada en España por Julián Sanz del Río (1814-1869), la cual logró entre los intelectuales liberales un gran apoyo de mano de Ramón Menéndez Pidal, Joaquín Costa, Leopoldo Alas (Clarín), Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Antonio Machado, Joaquín Sorolla, Augusto González de Linares, Santiago Ramón y Cajal o Federico Rubio. La propuesta era la de una renovación educativa, cultural, jurídica y social.
Institutos asociados
En esta misma órbita se pusieron en marcha institutos asociados a la ILE, como la Junta de Ampliación de Estudios (1907) organizado por el jurista José Castillejo (1877-1945) que promovía el estudio en el extranjero de alumnos y profesores universitarios, con un proyecto muy claro de transformación de la sociedad española mediante la educación y la cultura. La Junta a su vez, impulsaba y diseñaba experiencias para luego generalizarlas desde 1912 mediante los “Cursos de verano para extranjeros” bajo la dirección de Américo Castro y Ramón Menéndez Pidal, así como el Centro de Estudios Históricos dirigido por Ramón Menéndez Pidal y la Residencia de Estudiantes.
Renovación pedagógica e innovación arquitectónica
La Residencia era un proyecto de modernización de España respecto a la práctica de la tolerancia, el rigor del trabajo, el buen gusto, la salud e higiene del cuerpo, la belleza asociada a la virtud y la necesidad de espíritu crítico y el diálogo. Del mismo modo, se habían creado otros organismos como el Museo Pedagógico Nacional (1882) del que fue su primer director Manuel Bartolomé Cossío.
Juan Marichal llega a decir respecto a la Residencia de Estudiantes que era “uno de los lugares más enteramente europeos de toda Europa”. Alfonso Reyes (1889-1959) el escritor y diplomático mexicano, dice de la Residencia:
Morada de estudiantes en paz, aseada casa con comodidad de baños abundantes, confort de calefacción y chimeneas, salones de conferencias y bibliotecas. ¡Oxford y Cambridge en Madrid![2].
En el mismo verano de 1910 se alquiló el hotel de al lado y otros dos en 1912, de este modo se habilitaron pabellones con dormitorios y un comedor, dos laboratorios, la biblioteca, y nuevas salas de estudio y reuniones. Las salas de conferencias, la biblioteca y la editorial eran innovadoras, así como los laboratorios y centros de investigación como el de Química Fisiológica dirigido por Antonio Madinaveitia y José Mª Sacristán, el de Fisiología General dirigido por Juan Negrín, en el que se formaban Severo Ochoa y Grande Covián, entre otros.
Más organismos con el mismo plan de formación integral
Toda esta renovación pedagógica alentada por la ILE (1907-1936) también llevó anejo la creación de otros organismos como el Instituto Escuela, las colonias escolares de verano, la Universidad Internacional de verano de Santander, las Misiones Pedagógicas y la Residencia de Señoritas con un claro sentido de formación integral de la persona, la formación moral del carácter de donde la relación con el maestro es importante, la pedagogía de la intuición que impulsa el enseñar a hacer las cosas y no sólo enseñar cosas, la evaluación continua entre otras innovaciones. La doctrina pedagógica de Giner se enfoca en la educación física, artística y moral, siempre enfatizando el cuidado personal y creador mediante el procedimiento socrático a la luz también de pedagogos modernos como Pestalozzi y Froebel.
La formación de la mujer y la Residencia de Señoritas
Tampoco podemos olvidar la defensa de la educación de la mujer y la integración, en igualdad de acceso al varón, tanto en la cultura como en la labor profesional, pues ya Emilia Pardo Bazán había criticado que no basta solo con la formación de la mujer, sino que era preciso dejarle ejercer dicha formación de forma pública. En 1870, el krausista y pedagogo Fernando de Castro (1814-1874) crea la Asociación para la Enseñanza de la Mujer cuya junta directiva estaba constituida por Manuel Ruiz y Quevedo, Gumersindo de Azcárate, José Manuel Pedregal entre otros y representó un paso adelante en la enseñanza de la Mujer con sus conferencias dominicales entre otras actividades.
La Residencia de Señoritas situada en el palacete de la calle Fortuny y fundada en 1915 fue el primer centro oficial de formación de mujeres en la educación Superior. Fue dirigida por María de Maeztu desde su fundación hasta el verano de 1936. También de inspiración institucionista tuvo como conferenciantes a mujeres de la talla de Marie Curie, María Montessori, Victoria Ocampo y Gabriela Mistral, entre otras.
Comenzó con 35 residentes y llegó a 297 en 1935. Al principio predominaban alumnas de la Escuela de Estudios Superiores de Magisterio e Inspectoras de Enseñanza, después eran universitarias de diferentes carreras y estudiantes extranjeras. Entre las profesoras estaban, además de María de Maeztu, Maria Goyri, Dolores Franco, Victoria Durán y participaban de las actividades Zenobia Camprubí, María Lejárraga, Clara Campoamor o Concha Méndez, entre otras muchas.
Encuentros con personalidades del mundo de la cultura y la ciencia
Inmerso en este espíritu de renovación y proyección de los valores de la cultura se desarrolla la Residencia de Estudiantes que impulsa, a través de la cultura y de la ciencia, un humanismo basado tanto en la educación moral como cívica. Esta misión la ejercía a través de cursos, clases y laboratorios y, especialmente, el encuentro de profesores y alumnos en sana y alentadora convivencia.
Subrayaremos algunas circunstancias sobre la Residencia de Estudiantes que pueden encontrarse en la obra de su primer director, Alberto Jiménez Fraud. Entre los numerosos conferenciantes que visitaron y se hospedaron en la Residencia se encuentran: Paul Valéry, Paul Claudel, Henri Bergson, Wolley, Howard Carter, Madame Curie, Keyserling, Manuel de Falla, Maurice Ravel, Le Corbusier, Jean Baruzzi, G.K. Chesterton y tantos otros, puesto que la Residencia tenía como estrecho colaborador al duque de Alba, éste animó las relaciones hispano-inglesas. Así se puso en contacto con el embajador de Inglaterra Sir Esme Howard, además de los marqueses de Silvela y Palomares del Duero y se creó un Comité Hispano-inglés
llevando a la Cátedra de la Residencia a personalidades inglesas de renombre universal como el astrónomo Eddington; el economista Keynes; el general Bruce, explorador del Himalaya…[3].
Algunos de los citados como colaboradores eran filósofos o grandes literatos y, cercanos, por ello, a la filosofía como son: Henri Bergson, Paul Valéry, Jean Baruzzi o G.K. Chesterton. Nos referimos ahora a los filósofos españoles que fueron colaboradores, conferenciantes y asiduos de la Residencia constituyendo el proyecto filosófico de la Residencia de Estudiantes.
2. El proyecto filosófico de la Residencia de Estudiantes
Jiménez Fraud señala que desde 1910 figura Ortega como miembro del Comité directivo o Patronato. En efecto, como director, se apoyó en el maestro que ocupó en esa misma fecha la Catedra de Metafísica de la universidad Central de Madrid. Recordemos que, en 1908, recién llegado de Alemania, Ortega ejerce su docencia en la cátedra de la Escuela Normal Superior de Madrid. Su amistad con los profesores de Pedagogía y, especialmente con Lorenzo Luzuriaga data de estos tiempos y ambos se embarcan en proyectos complementarios como es la Revista de Pedagogía (1922) y la Revista de Occidente (1923).
Además de Ortega a la Residencia acuden otros conocidos filósofos y colaboradores como son Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Ortega y Gasset, Manuel García Morente, María de Maeztu y María Zambrano. Sobre ellos trataremos a continuación.
Hemos de tener en cuenta que la generación del 98 y la del 14 vivieron en la órbita del krausismo y del institucionismo sintiendo una patente admiración hacia Giner de los Ríos. Citamos una carta de Giner a Unamuno del 17 de diciembre de 1899 en las que se palpa la renovación cultural y pedagógica que se proponen junto a una conducta moral que lleva a Ortega a denominarle “santo laico”.
No sé si lo he podido dar a conocer bastante; pero siempre he deseado que mi enseñanza y mi acción y vida entera fuera obra de neutralidad, de tolerancia, es decir, no en el sentido negativo de estas palabras, usualmente, semi-escéptico, semi-forzado y a regañadientes: sino positivo, enteramente positivo, de cooperación, de simpatía profunda para los que contrarios se estiman[4].
Miguel de Unamuno y su colaboración en la residencia de Estudiantes
A Unamuno se le consideraba un residente honorario pues acudía, a menudo, con motivo de la formación de tribunales de oposición o de concurso de plazas universitarias. Su sentido de la disciplina le llevaba a acomodarse fácilmente a los momentos de ocios o de tareas en la Residencia. Y, sobre todo, era un buen conversador, como todos conocemos, que, en su celda, bajo los chopos del jardín de la Residencia o en las horas de las comidas departía con sus colegas y alumnos. Aunque, como bien decía el mismo Unamuno, aquellos diálogos eran realmente monólogos, pues actuaba como el pelotari usa el frontón respecto a sus interlocutores, el frontón servía para rebotar la pelota. No obstante, en ocasiones, se anunciaba una conferencia suya en el salón de la Casa, era el lugar de la Cátedra, y allí acudían los residentes a oír al Rector de Salamanca.
Otra importante contribución de Unamuno en la Residencia fue la edición de los Ensayos publicados en siete volúmenes desde 1916 a 1918.
Juan Ramón Jiménez en la Residencia
Desde los primeros años de la Residencia Juan Ramón Jiménez (1881-1957) es un residente de honor. Llegó en 1912 a Madrid, tras dejar Moguer. En 1913 recibió la invitación de Jiménez Fraud para alojarse en la Residencia, todavía en la calle Fortuny. Conoció el traslado de esta y al conocer el terreno la bautizó con el nombre de “La Colina de los Chopos”, como ya hemos mencionado. Salió de la Residencia en 1916, con destino a Nueva York para su boda con Zenobia Camprubí.
Desempeñó diferentes tareas en la Residencia, como organizar la biblioteca, diseñar los jardines, supervisar la construcción de los nuevos edificios y, especialmente, tuvo a su cargo la editorial. En su comienzo las ediciones fueron dirigidas por el poeta. Primero fue la revista “Residencia” en la que se publicaban las conferencias impartidas en la Cátedra y posteriormente se publicaron libros que citaremos, seguidamente como los siete volúmenes de Ensayos de Unamuno, Meditaciones del Quijote de Ortega, Platero y yo de Juan Ramón Jiménez entre otros.
Citamos a este insigne poeta porque como a otros miembros de la generación del 98 y de la del 14 puede situársele como filosofo poeta. También recibe la influencia del krausismo en sus grandes temas como son Dios y la belleza. En estos temas recuerda, aunque siempre de forma original, los grandes planteamientos de orden y armonía krausista. Pues la belleza de la palabra le lleva siempre a la contemplación de la Belleza y la apertura a la trascendencia y al misterio. La búsqueda incansable de la palabra exacta es también la apertura de su vida y su obra hacia el misterio. En cuanto a la creencia de un Absoluto personal afirma el panenteísmo, que puede afirmarse krausista, como el origen y el vértice de su cosmovisión poética y filosófica.
Ortega y Gasset en la Residencia de Estudiantes
Miembro del Patronato y asiduo contertulio
Jiménez Fraud señala en su obra, ya citada, la estrecha relación de Ortega con la Residencia desde su fundación, como hemos mencionado[5]. Forma parte del Patronato con Manuel Bartolomé Cossío, Francisco de Onís, José Moreno Villa y María de Maeztu, junto a los responsables de la Junta involucrada en la vida de la Residencia que son Ramón Menéndez Pidal y María de Maeztu.
El filósofo redactó con Jiménez Fraud algunos de los textos programáticos de la Residencia[6], acudía cada día a la Residencia y así fue hasta la llegada de la guerra civil. Estas visitas tenían un hondo contenido puesto que dialogaba con los científicos que residían e impartían conferencias en la Residencia; dialogaba con todos en las tertulias dominicales que se celebraban o impartía el propio filósofo alguna conferencia. El director de la Residencia se refiere a Ortega con estas palabras: “es un ilustre y fecundo ejemplo de esa gran tradición de urbanidad, de persuasión, que nos legó Grecia”[7].
Juan Ramón Jiménez dice respecto a la influencia que Ortega ejerce en la Residencia:
Estamos en los años 1913, 1915, en los que yo veía diariamente a Ortega en la Residencia de Estudiantes de la calle Fortuny, donde él tenía tanta y tan justa influencia. Su director, Alberto Jiménez Fraud, era un gran admirador suyo, y en el cuarto de la dirección, Ortega era la antorcha de los reunidos. ¡Cuántas discusiones lúcidas y de cuántas cosas, tuvimos Ortega y yo en aquellos años de ansia![8]
Colaborador con instituciones dependientes de la Residencia
Las agitaciones políticas de 1917, sin la acogida por el reformismo, abocan a la dictadura de Primo de Rivera en 1923. Ortega había abandonado el primer plano de la política y, podría decirse, que en su propuesta hacia la democracia se refugia en las conferencias que imparte en la Residencia de Estudiantes donde puede analizarse su personal evolución intelectual. Sus publicaciones en El Sol y la Revista de Occidente se conjugan con su participación en dos sociedades civiles en la Residencia de Estudiantes: la Sociedad de Cursos y Conferencias (1924-1936) y el Comité Hispano-inglés (1923-1936). Ambas sociedades creadas en el tiempo de la Dictadura de Primo de Rivera, la primera presidida por el duque de Alba y la segunda por la duquesa de Dúrcal con el objetivo de que no pudieran ser abolidas[9]. Ortega colabora también asiduamente en la Residencia de Señoritas.
Las publicaciones de la Residencia
Ortega se ocupaba también junto a Juan Ramón Jiménez, Jiménez Fraud y Federico de Onís de las publicaciones que se editan desde la residencia de Estudiantes. Señala Juan Ramón con estas palabras la publicación de Meditaciones del Quijote desde la editorial de la Residencia:
Cuando se iniciaron las Publicaciones de la Residencia, de las cuales yo me ocupaba como el presidente, el primer libro [en realidad fue el segundo] que dimos fue el de las Meditaciones del Quijote, cuya edición cuidé con el mayor esmero. La prosa de Ortega me ganaba más cada vez. El descorría velo tras velo ideológico, con la destreza que ya nunca habría de abandonarle, y a traer, con su cambiante posición de clarividencia seguida, horizontes y horizontes a su propio centro, “imán de horizontes, le llame’ yo.[10]
Conferencias de Ortega en la Residencia de Estudiantes
Señalaremos algunas de las conferencias significativas de Ortega y Gasset, en la Residencia de Estudiantes. Por ejemplo, la que preparó en la fiesta de primavera de 1925. En ella señala “las cuatro virtudes de la mocedad: la risa, la amistad, el amor y el entusiasmo”.
Y la verdad es que no ha de costarme gran esfuerzo deciros algunas palabras pues cuando de tiempo en tiempo, desde mi rincón madrileño, subo a esta Residencia me salen siempre al encuentro las más enérgicas emociones […] Madrid, España son lo que no debían ser y apenas nada de lo que debían ser. Por eso, porque mi patriotismo no me deja aceptar sino una España a mejor, una España ejemplar de cabezas claras y voluntades nobles, procuro vivir al margen de la actual España inerte y mancillada, sin pactar con ella, intacto de ella, exento de honores y de holguras, pero, en verdad también, libre de contaminaciones. Y esperando que lleguen tiempos más favorables procuro embozar mi ensueño de patria con un manto invisible de soledad y de melancolía.
Las palabras de Ortega en este tiempo de la dictadura de Primo de Rivera expresan algo más que nostalgia. La decepción que siente, sin embargo, se contrarresta con la esperanza que ha puesto en los jóvenes residentes. Por ello termina así este discurso:
Pero al pisar este promontorio de la Residencia una vez más han huido de mi mente las melancólicas meditaciones para dejar lugar a audaces pensamientos […] He mirado a Madrid, os he mirado a vosotros y uno voz dentro de mí, que sonaba con el vago romanticismo de un eco, hacia esta pregunta: ¿esta generación nueva será la generación de militantes? ¿Seréis vosotros, al cabo, los combatientes esperados, los nuevos saeteros de una España mejor?[11].
Las conferencias pronunciadas por Ortega: “El problema de la cultura” de 1912; “Muerte y resurrección” de 1915 o “El sentido de la filosofía” de 1917 tenían siempre un motivo : la vocación[12], el deseo de una España mejor con más sentido social y cultural, empeño o quehacer en el que Ortega se había implicado desde que piso la tierra española tras su formación en Alemania.
Amigos y enemigos
Además, como hemos mencionado más arriba, conviene señalar la publicación de Meditaciones del Quijote en 1914, una obra de madurez, donde el filósofo expone desde su personal sistema de pensamiento “una doctrina de amor”. Sin embargo, recuerda el presidente de la Residencia, que una noche cálida de agosto de ese mismo año mientras paseaban, Ortega y Gasset, Federico de Onís y Jiménez Fraud oyen gritar a un vendedor de periódicos que la guerra se había declarado.
Ante esta brutal noticia piensan que sería una exageración pues en esos momentos se sentían imbuidos del pensamiento de Ortega, el cual propone a los lectores jóvenes “que expulsen de sus ánimos todo hábito de odiosidad y aspiren a que el amor vuelva a administrar el universo”[13].
Ortega vivía hostilidades de fuera y de dentro, puesto que los Institucionistas eran mal vistos por grupos más conservadores o tradicionalistas. Así fue criticado por situarse más cerca de ese grupo que de la universidad:
Por defender a la Residencia, creada precisamente para conseguir la mejora de la Universidad estimulando la fermentación del pensamiento, se nos acusaba de enemigos. Inútil es añadir que hoy los que más duramente nos injuriaban, son precisamente los que más se apresuran a imitar a la Residencia de Estudiantes. Sólo merecen plácemes por ello[14].
Los comienzos de la guerra civil fueron también momentos de amistad y cercanía entre los miembros de la Residencia y Ortega. Jiménez Fraud le ofreció refugio a Ortega y a su familia en la Residencia, como a otros amigos y colaboradores. Allí se instaló la familia en julio de 1936 hasta su salida al extranjero, concretamente rumbo a Marsella y posteriormente a París en agosto del mismo año.
Manuel García Morente en la Residencia de Estudiantes
El reconocido decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Central de Madrid (1932-1936) fue nombrado en 1930 subsecretario de Educación Pública. A este respecto, Jiménez Fraud manifiesta la ayuda que recibió de dicho organismo para que la Residencia de Estudiantes pudiera desarrollarse y tener acceso directo desde el exterior.
Como colaborador y desde su posición de catedrático de Ética desde 1912, García Morente impartió conferencias en la Residencia sobre Kant y sobre Bergson y fue el anfitrión idóneo cuando en 1916 Henri Bergson visitó la Residencia de Estudiantes. Jiménez Fraud recuerda que asistía asiduamente la Residencia, puesto que su espíritu institucionista le venía desde 1906, cuando regresa a España tras su formación en Francia y se integra en la ILE. Fue becado de la Junta de Ampliación de Estudios y viajó a Alemania donde se inició en la filosofía neokantiana de la escuela de Marburgo. Este espíritu le lleva a ser asiduo de la Residencia y asiste tanto a las tertulias dominicales como a las conferencias.
Al comienzo de la guerra civil acudía a la Residencia a ver a sus amigos y, especialmente, a Ortega y Gasset. Poco tiempo después, fue destituido de sus cargos en la Universidad y alertado por sus compañeros se trasladó a París, ya que su vida corría peligro. Tas su estancia en París, donde se convierte al catolicismo, marcha a Tucumán en 1938 y regresa a España en 1939. De su amistad con Jiménez Fraud da cuenta las cartas que le dirige tanto desde Argentina como desde el Monasterio del Poyo, ya en España.
Ortega y Gasset y María Zambrano en la Residencia de Estudiantes
Finalmente, querríamos exponer un episodio muy comentado acerca del Maestro y una de sus más conocidas discípulas, María Zambrano.
En la obra de Rockwell Gray se dice que Ortega se trasladó desde su domicilio a la Residencia de Estudiante el 20 y 21 de julio, saliendo el 30 de agosto toda la familia hacia Alicante y posteriormente a Marsella[15]. Eu su narración no se habla de violencia por parte de los escritores antifascistas, sólo se expone que Ortega nunca fue partidario del “extremismo político”.
Tanto dicho autor como otros escritores relatan que el 30 de julio tras el Alzamiento Nacional un grupo de miembros de la Asociación de escritores antifascistas, algunos con pistola y mono, se presentaron en la Residencia de Estudiantes para que Ortega firmara el Manifiesto de la Alianza de Escritores Antifascistas para la defensa de la Cultura (1936).
El Manifiesto de la Alianza de Escritores Antifascistas, según la hija de Ortega
Sobre este hecho hay testimonios contradictorios[16]. Por una parte, Soledad Ortega manifiesta que ella los recibe en el jardín y le sube a su padre el Manifiesto, quien dice que no lo firma “aunque lo maten” porque contiene afirmaciones en las que Ortega no está de acuerdo porque se ataca a grupos y a gentes. Soledad baja de nuevo al jardín y les expone la negativa, diciendo que Ortega estaría dispuesto a firmar uno más breve con las firmas de intelectuales ilustres como Marañón y Menéndez Pidal y dejar a un lado el firmado por los más jóvenes. En efecto, el 31 de julio aparece tanto en El Liberal como en ABC el Manifiesto firmado por Ortega y Gasset, Ramón Menéndez Pidal, Gregorio Marañón, Antonio Machado, Teófilo Hernando, Gustavo Pittaluga, Juan de la Encina, Pío de Río Ortega, Antonio Marichalar y Pérez de Ayala.
Diferentes versiones
Según la hija, no hubo violencia, no subieron a la habitación y, más aún, Soledad no reconoce ninguna cara amiga. Por tanto, aunque se dice que María Zambrano fue la encargada de hacer llegar el Manifiesto a Ortega e incluso que subió a su habitación, estando enfermo Ortega, de forma violenta, nada de esto afirma su hija Soledad[17]. Por otra parte, su hijo Miguel refiere que “los recibió en la cama” y que los escritores se indignaron mucho. No dice que entre ellos estuviera María Zambrano[18].
Sin embargo, Bergamín afirma, por una parte, que no hubo violencia y por otra, que el Manifiesto le llegó a Ortega por vía de María Zambrano, aunque señala que él no estaba esos días en Madrid. Bergamín formaba parte del grupo de los escritores antifascistas[19].
No nos referiremos a autores contemporáneos como Andrés Trapiello[20] ni a Jordi Gracia[21], que también exponen afirmaciones contradictorias. Sólo atenderemos, finalmente, a lo expuesto por Zambrano y por Ortega.
María Zambrano dirige una carta desde Roma el 23 de diciembre de 1949 a Rosario Rexach (1912-2003), que forma parte del grupo de poetas cubanos Orígenes diciendo que algunos dicen, se está refiriendo a Agustín de Foxá, que andaba aquel verano con pistola al cinto… “¡qué cosas! No hará falta que le diga que no lo comentes a no ser en la intimidad (…) Te lo digo porque en estos días anda muy avivado mi dolor, mucho… ¡Mi pobre España![22].
Es decir, no afirma en ningún momento su participación en esta visita a Ortega en la Residencia de Estudiantes.
Antes del Manifiesto del 36
El Manifiesto de 1936 tenía un antecedente. Tras el advenimiento de la República que Zambrano elogia en Delirio y Destino se sucedieron hechos trágicos con la quema de conventos que llevó a un grupo de jóvenes, inspirados en la filosofía de Ortega, a crear en 1932 el Frente Español. En este manifiesto cuyas firmas vienen encabezadas por la de María Zambrano se crítica el capitalismo y los totalitarismos y se exalta la dignidad humana como ya hiciera en su primero libro Horizonte del Liberalismo (1930). La defensa del suelo español como bien común le lleva a deshacerlo cuando ve que otros grupos, como el de la Falange, se quiere apropiar del contenido y de las siglas.
Este compromiso se mantiene y se activa en 1936 en su lucha contra el fascismo al que precede las cartas que dirige a Ortega desde 1930 a 1932 en las que reprocha a los mayores su silencio.
La versión de Ortega
Ortega se refiere, principalmente, en un artículo que titula “En cuanto al pacifismo” contradiciendo lo afirmado por Zambrano, pues dice que algunos comunistas y afines amenazaban a profesores y a escritores para que firmaran manifiestos y hablaran por la radio. Su posición, añade, siempre ha estado a favor del pacifismo. Y su recuerdo de la firma del Manifiesto parece apuntar que se sintió tratado con violencia. Por ello aboga por un verdadero conocimiento entre los pueblos[23].
3. Conclusión
Según lo último manifestado, la Residencia de Estudiantes pretendió ser un oasis educativo, social y político donde se practicará la tolerancia y la amistad. Todo ello se quebró al inicio de la guerra civil. Y los bandos que ya existían se enfrentaron entre sí. De este modo se comprende el exilio que muchos institucionistas y residentes comenzaron, lo más tarde, en 1939.
También ellas se exiliaron pronto María de Maeztu en 1936 y María Zambrano en enero de 1939. Todos dejaron España entre la nostalgia -predicha por Ortega- de la necesidad de tener un vivo conocimiento de los pueblos y la de Zambrano que abogaba por un hondo conocimiento de ser español.
Otros artículos de Juana Sánchez-Gey publicados en esta web:
Sobre “Lo mejor”. Un inédito de Ortega sobre Leibniz (septiembre 2023)
Actualidad de María Zambrano (21 marzo 2020)
NOTAS
[1] Jiménez Fraud, Alberto. Residentes, Semblanzas y recuerdos, Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 13.
[2] Reyes, Alfonso “La Residenciade Estudiantes”, 2, 1926, p. 187-188.
[3] Olaya Villar, Mª Dolores, “Alberto Jiménez Fraud y la residencia de Estudiantes” Revista de la Facultad de Educación de Albacete, número 5, 1991, p. 101-110.
[4] Correspondencia entre Giner y Unamuno, Revista de Occidente, 1969, número 29.
[5] Revista de Occidente dedicó un número en diciembre de 2010 a Ortega en el centenario de la Residencia de Estudiantes con documentados estudios de José García-Velasco, Javier Zamora Bonilla, José Lasaga Medina, Azucena López Cobo y Juan Pérez de Ayala, número 355, 2010.
[6] García-Velasco, José “Afinidades electivas” en Revista de Occidente, número 355, 2010 p.21; Zamora Bonilla, Javier “La presencia de Ortega en la Residencia de Estudiantes” Ibidem, p. 38.
[7] I Jiménez Fraud, A. Residentes, Semblanzas y recuerdos, Madrid, Alianza Editorial, 1989, p. 59.
[8] Jiménez, Juan Ramón “Recuerdo a José Ortega y Gasset”, Revista de Estudios Orteguianos, 6 mayo 2003, p. 228.
[9] Pérez de Ayala, Juan “Ortega y la Sociedad de Cursos y Conferencias” en Revista de Occidente, número 355, diciembre 2010, p. 89-100.
[10] Jiménez, Juan Ramón “Recuerdo a José Ortega y Gasset”, Revista de Estudios Orteguianos, 6 mayo 2003, p. 228.
[11] Ortega y Gasset, José Obras Completas Madrid, Fundación José Ortega y Gasset/Taurus, (2004-2010), p. 842-843.
[12] Zamora Bonilla, Javier “La presencia de Ortega en la Residencia de Estudiantes” Ibidem, p. 38.
[13] Ibidem, 58.
[14] Idem, p. 59.
[15] Rockwell Gray El imperativo de la modernidad, Madrid, Espasa-Calpe, 1994, p. 277-278.
[16] Lara Fernandez, Bartolomé La mística en María Zambrano. La razón poética es razón mística, Tesis Doctoral, repositorio de la UAM, 2022.
[17] Ortega, Soledad. José Ortega y Gasset: Imágenes de una vida 1883-1955, MEC-Fundación Ortega y Gasset, Madrid, 1983, p. 47-48.
[18] Ortega, Miguel. Ortega y Gasset, mi padre. Planeta, Barcelona, 1983, p. 130.
[19] Bergamín, José. “Contestando a don José Ortega y Gasset. Un caso concreto”, España Peregrina,1, México, 1940, p. 33.
[20] Trapiello, Andrés, Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil (1936-1939), Círculo de Lectores, Barcelona, 2010, p. 89-90.
[21] Gracia, Jordi, José Ortega y Gasset, Taurus, Madrid, 2014, p. 515-516.
[22] Recogido por Ortega Hurtado, Luis Pablo, El periodismo en María Zambrano, Facultad de Ciencias de la Comunicación, 2015, p. 262-263.
[23] Ortega y Gasset, José “En cuanto al pacifismo” El siglo Diecinueve, Londres, julio de 1938.
About the author
Juana Sánchez-Gey Venegas
Profesora titular de Filosofía. Universidad Autónoma de Madrid.