Autora de obras sobre María Zambrano
Juana Sánchez-Gey, Profesora de la Universidad Autónoma de Madrid

 

Actualidad de María Zambrano:

sus grandes preocupaciones

 

 

 

 

 

Introducción

Probablemente, María Zambrano es una de las filósofas españolas más reconocidas actualmente, después de décadas en las que vivió en un absoluto desconocimiento. Es estudiada en España, pero también en muchos lugares de Europa; tal vez Italia y Francia sean los lugares que acumulan el mayor número de investigaciones, y América. Se suceden, asimismo, Jornadas, Congresos, reconocimientos académicos y sociales; abundan grupos de investigadores que proponen análisis desde diferentes perspectivas y enfoques. En nuestro caso, observamos a María Zambrano desde una visión que no deja de ser propia. Por ello, ahora quiero resaltar especialmente su vigencia y las grandes preocupaciones de su filosofía, pues su actualidad reside en su defensa por una reforma del pensamiento que sea acorde con la vida, en su complejidad. Así obra y vida se encuentran entrelazadas en María Zambrano. Más que temas, propone a la filosofía sus preocupaciones vitales que van cargadas de reflexión teórica.

Haremos un breve recorrido por su biografía intelectual para exponer, a continuación, el eje de su reflexión.

Biografía intelectual de María Zambrano

María Zambrano
María Zambrano [Imagen 1]

María Zambrano (1904-1991) nace en Vélez-Málaga y a los 4 años vivirá en Madrid, por causa del destino de sus padres, ambos maestros. Estudiará el bachillerato en Segovia donde, debido a un nuevo traslado laboral, su padre ejerce de director en la Escuela Normal y su madre en un colegio. Sus estudios de licenciatura los cursa en la Universidad Central de Madrid donde Ortega es un maestro indiscutible junto a magníficos profesores como Manuel García Morente, José Gaos, Xavier Zubiri, Julián Besteiro, entre otros. El discipulado con Ortega lo manifestará siempre, aunque las relaciones entre ambos sufran algunas convulsiones, sea debido a la política o incluso a la misma filosofía. Además, recibe influencias de Miguel de Unamuno, al que conoce, junto a Antonio Machado, gracias a la Universidad Popular de Segovia pues su padre es el alma de muchas de sus actividades.

También se siente muy cercana al Institucionismo, puesto que desde 1928 es profesora del Instituto Escuela y desde 1930 forma parte del gran proyecto renovador de la Educación que será las Misiones Pedagógicas. Tampoco podemos dejar de recordar que es la filósofa de la generación del 27 y junto a estos poetas comparte ideales como el de las Misiones Pedagógicas que recorren los pueblos de los alrededores de Madrid llevando la cultura a sus gentes ya sea la música, la pintura, el cine o los libros.

Aportaciones de la filósofa española

Estas varias y plurales influencias, que tejen la obra de María Zambrano, forman un tapiz creativo y singularísimo, tanto en la forma de su escritura como en la riqueza de sus diferentes preocupaciones, que van del pensamiento a la vida y de la vida al pensamiento. Señalaremos algunas aportaciones de la filósofa que actualizan la vigencia de su pensamiento:

a) Filosofía cercana a la literatura

Como toda la filosofía española, su obra está muy cercana a la literatura. Su reflexión es un diálogo permanente, profundo y personal con los grandes filósofos y literatos de la historia. Así, a través de María Zambrano podremos conocer mejor a poetas, ensayistas y filósofos tanto del pensamiento universal como del español, desde los autores clásicos de Grecia a los de su tiempo.

b) Reforma del entendimiento humano

Podría decirse que la clave en su filosofía está en uno de los primeros artículos “La reforma del entendimiento” (1937) :

Acercar, en suma, el entendimiento a la vida, pero a la vida humana en su total integridad, para lo cual es menester una nueva y decisiva reforma del entendimiento humano o de la razón, que ponga a la razón a la altura histórica de los tiempos y al hombre en situación de entenderse a sí mismo. [1]

Este acercamiento lo hace mediante la propuesta de una nueva forma de la razón, una razón creadora o poética. Que ha de ser dinámica y cercana a la vida, intuitiva para poder compenetrarse con ella. La razón poética constituye el núcleo de su pensamiento y en ella se asienta su quehacer intelectual, que se ramifica en cada una de sus preocupaciones filosóficas.

Mi obra, no tengo más remedio que llamarla así, tiene un sentido circular, sería como los gajos de una naranja, no hay que mirarla, pues, con criterios de primero, segundo y tercer. Es como un árbol cuyo germen o raíz no se pierde, aunque se ramifique. [2]

Obras donde mejor se refleja

La razón poética le permite dejar de ser la discípula de Ortega e iniciar su propio camino como filósofa. Ella misma dirá que en su artículo de “ ‘La guerra’ de Antonio Machado” (1938) comienza a exponer la razón poética. No obstante, pensamos que será en Hacia un saber sobre el alma (1934) donde se vislumbra una razón unitiva, que es síntesis del pensar y del sentir, de la razón y la emoción. En su posterior obra Filosofía y poesía (1939) defiende la apertura de esta razón, porque la realidad no es fija, sino que se relaciona como vasos comunicantes, siempre activos. 

La poesía es encuentro, don, hallazgo por gracia. [3]

Algo que sea razón, pero más ancho, algo que se deslice por los interiores, como una gota de aceite que apacigua y suaviza, una gota de felicidad. [4]

c) La razón poética

La razón poética es una y diversa. Pero, a la manera del ser aristotélico, se puede decir de muchas maneras. Se llamará razón ética cuando hable de política, o razón misericordiosa desde la religión, y en educación aparece como razón mediadora. Esta razón abierta se aleja de los racionalismos, que Zambrano rechaza en la búsqueda de una razón integradora de pensar y sentir. Sigue una línea órfico-pitagórica, platónica y agustiniana, que se adentre en la unidad de todo lo que se nos aparece diverso. Si el logos se ha escindido de la poesía, es importante integrarlos, porque la filosofía a solas puede convertirse en razón violenta.

El filósofo busca… El poeta …encuentra. [5]

El logos se ha escindido de la poesía, es necesario integrarlas. El poeta posee la gracia, por ello la poesía añade a la razón la aceptación del dolor porque mantiene “la memoria de nuestras desgracias” y mantiene la necesidad de purificación para orientar el sentir humano.

 

Política

Defensora de una política no ideologizada

José Ortega y Gasset, maestro de María Zambrano
José Ortega y Gasset [Imagen 2]

En más de una ocasión, María Zambrano afirma que tuvo que elegir entre filosofía y política. Eligió aquélla. Así siendo joven milita a favor de la República, lo que le lleva a algunos enfrentamientos con Ortega y otros intelectuales. Su reflexión política consta de muchos artículos y de seis grandes obras en las que defiende la democracia, un gobierno participativo y la vivencia de valores que posibiliten un nuevo humanismo. En su primer libro Horizonte del liberalismo (1930) expone de forma clara y directa una razón ética, que se aleje de los totalitarismos, sean de derechas o de izquierdas, y se aboga por “una cuidadosa delimitación de poderes”. En esta obra hace una defensa valiente de una política no ideologizada.

La política […] es la actividad más estrictamente humana y su análisis nos descubre los mayores dramas, conflictos y glorias del hombre. [6]

La política como forma de convivencia

Pide la humanización de la política como de la historia, desde sus primeros artículos anteriores a esta obra propone, siguiendo el lema orteguiano “vivir es convivir”, la política como forma de convivencia, pues la ciudad donde se practican valores ciudadanos, son para crear comunidad o convivencia. En 1940 escribe Isla de Puerto Rico. Nostalgia y esperanza de un mundo mejor. Esta fue un encargo que le hace el gobierno de esta isla para que proponga la mejor forma política de estado, a la manera que le solicitara el gobierno de Siracusa a Platón. Reflexiona sobre la democracia y la defiende desde su concepción humanista, que trata de ensalzar a la persona. El nuevo liberalismo que propone es un nuevo humanismo, que exalte la dignidad humana. Y esto es lo que realmente le preocupa, la persona y su compromiso, la comunicación con los demás.

Pues, mientras estuve en España apenas tuve tiempo para hacer otra cosa que eso: convivir. A veces, hasta me removía la conciencia, dejarse así “devorar”, según me decían, Pero, después he visto qué hermoso y fecundo fue todo eso, qué necesario. [7]

Llega a decir de sí misma, “yo me doy al completo, sin esperar” [8]. Esta reflexión adquiere vuelos ontológicos en una obra más madura La agonía de Europa (1945), en la que, de nuevo, reflexiona sobre el horror y la violencia ilimitada de las guerras mundiales. Trataremos esta obra más adelante pues su contenido está lleno de sentido religioso y sagrado.

La compasión: el compromiso con el otro

Y también en Persona y democracia (1958), pues queda sistematizada su defensa de la convivencia como construcción de la ciudadanía, la polis, y la defensa de la persona mediante una metodología, que no puede ser otra que la compasión, el compromiso con el otro. Esta obra está llena de actualidad. Es el régimen de gobierno que cuenta con la persona. Pues “la democracia requiere y exige el hecho de ser persona”. Persona es más que individuo, pues es “el individuo dotado de conciencia”. Sólo las personas pueden vivir en democracia, sólo se vive en democracia desde la propia consciencia. Las tergiversaciones de la consciencia son la demagogia y la ideología, pues son falsificaciones aduladoras, defienden excesos al querer tomar la parte por el todo.

Solamente se es de verdad libre cuando no se pesa sobre nadie, cuando no se humilla a nadie. En cada hombre están todos los hombres. [9]

Concordia basada en una razón ética

En el prólogo afirma que busca una religión sin sacrificios ni ídolos. Ir al corazón de la persona, nunca del individuo como masa, como dijera Ortega, sino a lo más humano, que es compromiso y acercamiento al otro. Pide que se abandone toda razón violenta, sacrificial, pues es una razón que siempre genera vencedores y vencidos. Y, por tanto, se proponga una razón ética, que es la que promueve la concordia, la democracia ha de ser el lugar donde todos viven como personas, lo cual es el valor más alto “y el fin de la historia”. La solución pasa por una humanización de la historia que confíe en la persona. Teniendo en cuenta que toda confianza tiene como fundamento la fe [10].

El compromiso político

En 1953 presenta a un concurso público una obra, que venía escribiendo desde 1951; la titula Delirio y destino. Gabriel Marcel, que presidía el jurado de este Premio dijo que en esta obra se resumía la historia de Europa, dejó esta sentencia escrita como constancia de su aprecio por la obra, ya que no le otorgaron el premio.

Ramón Pérez de Ayala
Ramón Pérez de Ayala [Imagen 3]

Concretamente, se narra la historia de España, de la república al exilio, aludiendo también a la guerra civil. Con emoción y contención relata la alegría de la república, tras la lucha de los jóvenes, como ella, mientras que la generación anterior “está sentada en la barrera” y, por tanto, no alcanzan la “altura moral” que, como maestros, sería deseable. De este modo pasa revista a la generación de los maestros y a la propia, a esta última la denomina “generación del toro”, porque han bajado al ruedo político. Y esto es lo más propio del ser humano. Lo contrario es el individualismo, cuando en realidad “hay que compartir el pan y la esperanza”. Esta falta de compromiso que observa en los mayores, es la causa de su distanciamiento con Ortega, también con Marañón y Pérez de Ayala.

 

Filosofía

Rechazo al racionalismo filosófico

La filosofía, como hemos mencionado, fue la opción que tomó en su vida. La sustancia de este compromiso ha sido la reforma del entendimiento, de donde surge la razón poética. Esta viene de la mano de su rechazo a todo racionalismo filosófico, lo cual proviene del magisterio de Ortega, también en Unamuno y Machado. La razón poética es, como le decía a Dieste, una razón abierta y trascendente, en apertura a la revelación, experiencial y amplia. Por ello, entra la filosofía de Zambrano dialoga con otros saberes como la estética, la educación y la religión o la mística. Filosofia y poesía (1939), se considera, en ocasiones, como sello de su pensamiento, pues describe de manera sutil y distinta estas relaciones: “la filosofía busca, la poesía halla”, “la filosofía fuerza la realidad para encontrar respuestas, mientras la poesía es un don, un hallazgo”.

Amor a la poesía

La forma de escritura es también una palabra experiencial y reveladora, de aquí sus bellos y elocuentes artículos: Por qué se escribe (1934) en el que defiende una palabra abierta y comunicable, en el deseo siempre de vivir en libertad. Pues se requiere hacerse libre de la circunstancia, siempre instantánea. Y La confesión (1943) donde escribe exponiéndose, desde su yo más íntimo para conocer no sólo lo externo, sino conocer y hablar desde su propia voz a fin de recuperar la libertad. “Todo el que hace una confesión es en espera de recobrar algún paraíso perdido”. Esta ensoñación o este amor a la poesía lo es porque se acerca al amor y al dolor, de ahí su centralidad en la palabra poética, creadora, palabra que contiene fe y esperanza.

María Zambrano se sitúa en la admiración, junto a esta fuerza creadora que es insaciable. Ante este deseo de conocer respuestas últimas acerca de la vida, de la muerte, del amor vislumbra la unidad que aúne e integre su pasión y su razón, de forma vital sin abstracciones. Esa unidad está en el origen, por eso habla de “sentir originario”.

Metafísica experimental

Necesita no sólo la razón, propone la intuición, que está abierta a una “metafísica experiencial”. Esta razón poética baja a las entrañas del sujeto, y ahonda en la persona que conoce y siente. La razón poética es camino, podríamos llamarlo método, pero nunca artificio que se construye externo a sí mismo, sino que nace de las entrañas y busca este saber originario, logos que nace de la tradición de la sabiduría y de la tradición religiosa. Logos que es razón e intuición, porque se encuentra cerca de la inspiración, saber entrañado y que penetra la comprensión de uno mismo.

La persona está abierta al absoluto, “el ser humano es el ser que padece su propia trascendencia” [11]. Sólo una metafísica experiencial podría intuir el ser personal. María Zambrano se ayuda también de los sueños, porque piensa que en la apertura del ser humano al absoluto supone una existencia que en este mundo no lo es del todo, nacemos con la necesidad de realización plena. Los sueños son una guía, un ansia de completitud. Zambrano encuentra a la metafísica deshumanizada. Y de este modo, profiere:

Una nueva metafísica experimental que sin pretensiones de totalidad haga posible la experiencia humana, ha de estar por nacer. [12]

Filosofía y religión

En definitiva, este “pensar desde las entrañas” supone conocer al ser humano en su esencia personal, saberse abierto a lo divino y a lo sagrado, vivir comprendiendo la piedad y el amor. Ello nos lleva a conocer el pensamiento religioso de Zambrano, no obstante, podemos subrayar que esta razón poética es, principalmente, razón intuitiva, que se alía con la poesía para buscar la unidad y negar tanto una visión estática de la realidad como la nada. Y que busca la verdad como don, como revelación. De este modo, la filosofía halla su plenitud en la poesía y en la religión.

Sus obras de madurez: filosóficas y místicas

Sus obras más maduras, filosóficas y también místicas, son De la Aurora (1986), Notas de un método (1989) y Los bienaventurados (1990). Todas ellas están en la órbita de El sueño creador (1965), Los sueños y el tiempo (1992) y Claros del bosque (1977). Nos vamos a referir a las últimas. Son obras claramente metafísicas pues tratan los temas clásicos: el alma, el universo y Dios.

De la Aurora

La primera propone una antropología, de raíz agustiniana como venimos observando, pues en el conocerse del sujeto acontece la revelación. En lo más íntimo se descubre la verdad, “conocerse es trascenderse”.

María Zambrano, Obras Completas
M. Zambrano, Obras Completas IV, tomo 2 [Imagen 4]
Notas de un método

La segunda mira hacia el universo, desde el prisma de una mirada humana, y así revela los diferentes estados de consciencia, que son verdad, esperanza y amor como estructuras constitutivas del ser humano. Y propone el asombro y lo sagrado como la realidad plena sólo desvelada al hombre. El asombro sitúa al ser humano, y sólo a él, ante una realidad que no es sólo cuantificable sino inabarcable, esto es el misterio o lo sagrado. Como las ciencias distinguen entre conocimiento y sabiduría, en Notas de un método se señala la línea divisoria, pues la filosofía se sitúa en la mirada hacia lo originario. Zambrano apunta a algo más, que es lo divino. Lo sagrado cae dentro del conocimiento, “lo divino… es el núcleo de lo que se llama Dios” [13], es el “logos sumergido” que sólo se conoce por revelación.

Los bienaventurados

La tercera obra, Los bienaventurados, trata del Absoluto. Ya en la introducción Zambrano se refiere al Maestro, que bajó a la tierra “dándonos al par el absoluto y la relatividad pertinente” [14]. El sujeto de esta obra es el exiliado, teniendo en cuenta que el exilio aflora el misterio de lo humano. Así dice: “el hombre en quien el ser verdadero es más que el ser” [15]. Se ve claramente que Zambrano defiende que el sentido de la vida humana es la trascendencia y anhela infinitamente.

 

Religión

En carta al catedrático de filosofía y estudioso de su pensamiento, Juan Fernando Ortega Muñoz, María Zambrano llega a decir que “El hombre y lo divino” podría ser el título que mejor conviene a todo su pensamiento. Esto mismo lo subraya en el prólogo a la segunda edición de esta obra [16]. En efecto, encontramos muchas referencias a Dios, a la trascendencia, a lo sagrado en la filosofía de Zambrano. Podríamos señalar algunos elementos que caracterizan esta reflexión: la crítica al racionalismo, la experiencia de la verdad y la trascendencia.

a) De nuevo, su rechazo al racionalismo

En 1934, Pablo de Andrés Cobos publicó en la revista pedagógica Escuelas de España una entrevista a autores conocidos y entre las tres preguntas se encontraba ésta: “¿De veras hemos perdido los hombres a Dios?” María Zambrano responde así:

Considero unidas las tres preguntas, que para mí diría, todo depende de la primera. Tan en lo hondo me sobrecoge el tema, que mi contestación sólo puedo enviarla cortada; cortada, por su carácter fragmentario y por lo sobrecogida.

Si Dios se hubiese ido del mundo y de los hombres ¿podría subsistir éste en fijación ordenada?… Y de faltarnos “de veras” a los hombres Dios, faltaría el peso, la gravedad de las almas, de las vidas, la gravedad que nos convierte de puros “sucesos” en “seres”. No, no nos elevamos hacia Dios, sino que caemos en él. Dios está “en el fondo del alma”. En el fondo del alma, sí, siempre en el fondo, en el “dentro” que nos hace ser hombres y en el fuera que nos sostiene, si es que hay un fuera para nosotros, hombres del cristianismo. [17]

Queda explícita su concepción del universo y del ser humano y Dios como principio y fundamento. También su experiencia de lo sagrado, constitutivo de lo real, y también matriz. Lo sagrado constituye el fondo último de la realidad y lo divino es su manifestación. El racionalismo, cerrado sobre sí mismo, no conoce la realidad en su totalidad ni lo sagrado.

Obras a destacar en este aspecto
M. Zambrano, Obras Completas
M. Zambrano, Obras Completas II [Imagen 5]

Todo este pensamiento queda recogido en algunas de sus obras, entre las que destacamos La confesión (1943) y La agonía de Europa (1945). En la primera, defiende otros saberes no desdeñables como la religión y la filosofía que atañen a la experiencia concreta y apelan a la transformación. Este deseo de unidad ente vida y verdad, el camino se logra por medio de la filosofía. Una filosofía que busca un paraíso que evoca el sentir originario, necesario en el pensamiento religioso y ontológico. Late siempre un pensamiento intuitivo y relacional, entre el ser humano y el Absoluto.

De 1940 a 1942 publica una serie de artículos en la revista Sur de Buenos Aires que se editarán con el nombre de La agonía de Europa en 1945, “un tanto a gritos y clamando” ante el horror de la guerra, comienza con una protesta “Europa está en decadencia” y lo atribuye al subjetivismo, al vaciamiento de valores y al relativismo moral.

Crítica el naturalismo en el que Europa ha caído aferrándose sólo a los hechos y propone una filosofía como mediación. Una respuesta teocéntrica y dialoga con San Agustín como mediador entre la infinitud divina y la finitud humana. Para ello, es necesario construir una nueva “ciudad de Dios” frente a la “ciudad de los hombres. En aquella vive un Dios que es realmente misereor, mientras que ésta la habita la violenta nacida de la soberbia humana. Es necesario una razón de amor. Ahora la razón poética se denomina razón misericordiosa alejada de una razón soberbia, que es siempre violenta. Zambrano piensa que el europeo vive esta soberbia que le impide conocer a Dios.

b) La experiencia de la verdad

Nos referimos, especialmente, a un artículo suyo titulado “Ante la verdad” de 1957 que es coétaneo a su gran obra en la que trata la religión, El hombre y lo divino (1955). En este artículo afirma que la verdad adviene al ser y es una, mientras que la mentira atañe a la multiplicidad. Dice «Es la verdad que viene a nuestro encuentro, fundamento del buscar la verdad…»

La verdad viene de lo uno y se revela a la conciencia humana. Nadie, como Zambrano, ha rechazado tanto a la razón moderna por ser violenta, por ser racionalista y por estar cerrada sobre sí misma. La verdad adviene del fundamento y a él está abierta. Adviene y anticipa lo que anhelamos y se nos ofrece como don, que da respuesta al vivir. Por esto, también Zambrano habla del sueño como forma creadora que anuncia un despertar, que trasciende. El sueño nos hace salir, es raíz extática del ser. El ser humano puede salir de la fatalidad, la ruina, la inercia…El sueño es ya despertar, los sueños son creadores y alumbran algo nuevo en la conciencia.

c) La trascendencia: de lo sagrado a lo divino

Zambrano comienza su obra de El hombre y lo divino con una cita de Porfirio en su Vida de Plotino: Estoy tratando de conducir lo divino que hay en mí a lo divino que hay en el universo [18].

Analiza la vivencia humana como religación;

El hombre no inventa esta presencia de lo divino, sino que la encuentra con su vida.[19]

Lo divino se nos da experiencialmente y así distingue, a modo de una fenomenología del hecho religioso, entre la existencia de los dioses, que es lo sagrado y su manifestación, que es lo divino. Lo sagrado nos adviene y nos acompaña siempre. De este modo, rechaza la paganización, la impiedad y la absolutización, pues esta última elimina la trascendencia. Mientras que la piedad genera convivencia y conocimiento. La piedad, dice Zambrano, es saber vivir con lo otro. En este sentir originario se descubre la condición humana, lo cual Zambrano lo viene diciendo desde Horizonte del liberalismo, su primera obra, pues dice que el ser humano es un ser a medias, “el heteredoxo cóssmico”, porque vive esta realidad cotidiana, pero añora otra realidad más plena.

 

Educación

Filosofía y educación

En pocas ocasiones, Zambrano fue oficialmente profesora, sin embargo, consta que lo fue en el Instituto Escuela (1928), en la Universidad Central de Madrid (1931) al sustituir a Zubiri; formó parte de las Misiones Pedagógicas (1930) y también fue profesora durante el exilio en Morelia, Cuba y Puerto Rico. Vivió, a veces hasta con miseria, de sus artículos. Sin embargo, fue una educadora durante toda su vida. Y reflexionó hondamente sobre la tarea educativa, porque defiende que sin la filosofía la educación no sería más que técnica. En efecto, la filosofía comporta un acto educativo que significa profundizar, ampliar el horizonte cognoscitivo, enseñar a mirar, etc. Se siente pensadora y también educadora con una vocación hondamente sentida.

Me atrevo a decir… que he pasado toda mi vida en esa fidelidad a lo esencial de la actitud filosófica, es decir, de la ética del pensamiento. [20]

Esta exigencia se refiere también a la comunicación. Pues, no busca la verdad para entregarse a ella en un culto silencioso y cerrado, sino con ánimo de transmitirla, de revelarla a otros en el camino que les conduzca al verdadero conocimiento. De este modo, el pensamiento educativo zambraniano se ofrece desde el primer momento como un gesto “mediador” de comunicación y participación.

Lo que se publica es para algo, para que alguien, uno o muchos, al saberlo, vivan sabiéndolo, para que vivan de otro modo después de haberlo sabido; para librar a alguien de la cárcel de la mentira, o de las tinieblas del tedio, que es la mentira vital [21].

Admiración por sus maestros

Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno [Imagen 6]

Además, profesa una admiración especial por sus maestros, entre los que destacan sus propios padres, los místicos, Cervantes, Galdós, Machado, Unamuno y Ortega, por referirnos a la cultura española y destacar los más significativos. Y siente esta reverencia porque ella es también maestra: “Solo tiene maestros quien antes se ha reconocido discípulo”. Su reflexión sobre la educación es amplia, pero tal vez debamos destacar las páginas que dedica a la tarea del maestro:

Podría medirse quizás la autenticidad de un maestro por ese instante de silencio que precede a su palabra, por ese tenerse presente, por esa presentación de su persona antes de comenzar a darla en modo activo. Y aún por el imperceptible temblor que la sacude. Sin ello, el maestro no llega a serlo por grande que sea su ciencia. Pues que ello anuncia el sacrificio, la entrega. [22]

La razón mediadora

La razón poética se denominará ahora razón mediadora, pues el maestro es mediador y guía para acompañar al discípulo en esta tarea humanizadora de la educación, la cual tiene un fin claro ayudar a comprender lo real para que la persona pueda “realizar y realizarse”. Persona es aquel que trasciende sus propios límites, de aquí que la educación sea siempre formación personal. Zambrano es consciente de la crisis de su tiempo, por eso aúna filosofía y educación en esa labor salvadora que pide una trasparencia a fin de que el adolescente y el joven encuentren su destino. Es lo que el maestro no puede olvidad, ahí radica su responsabilidad.

No tener maestro es no tener a quien preguntar. Y más hondamente todavía, no tener ante quien preguntarse. [23]

Y añade:

El maestro libera… lleva al alumno a las preguntas relevantes. [24]

De este modo, la mediación es relación entre lo más universal y lo concreto, la unidad que ha de ayudar al joven a situarse en la realidad y entenderse. Por ello reflexiona sobre el silencio, la escucha, la atención, el aula; pues todas ellas son actitudes que se requieren para alcanzar un pensamiento que cambie y transforme la mente y el corazón. La razón mediadora, como la razón poética, une pensar y sentir.

 

NOTAS

1.  Zambrano, M. Los intelectuales en el drama de España, Hispamerca, 1977, p. 93.

2. ——————. ”Para entender la obra de María Zambrano”, M-317, (1987).

3.  ——————. Pensamiento y poesía en la vida española, Madrid, Endymion, p.13.

4. ——————. Carta a Rafael Dieste, La Habana, 07.XI.1944.

5. ——————.  Filosofía y Poesía, Madrid, F:C.E, 1987, p.61.

6. ——————–. Horizonte del liberalismo, Madrid, Morata, p.15.

7. ——————. Carta a Sr. J. Fernández Figueroa, 1957.

8. —————–. Notas de un método, Madrid, Mondadori, 1988, p. 69 y ss.

9. —————–. Persona y democracia, Barcelona, Anthropos, 1988, p. 76.

10. Ibidem, p. 126.

11. —————-. El sueño creador, Madrid, Turner, 1986, p. 53.

12. —————-. Notas de un método, Madrid, Mondadori, 1988, p. 75.

13. —————-. Ibidem, p. 103

14. —————-. Los bienaventurados, Madrid, Siruela, p. 14

15. Ibidem, p. 35

16. —————-. El hombre y lo divino, Madrid, F.C.E., 1973

17. —————-. “Tres preguntas a la juventud”, Escuelas de España, 1 (1934) p. 11.

18 —————–. El hombre y lo divino, op. cit., p. 7.

19 Ibidem, p. 32

20. Zambrano, M. Hacia un saber sobre el alma, Madrid, Alianza Ed., 1989, p. 12

21. Idem.

22. Zambrano, M. Filosofía y educación (ed., Casado, A y Sánchez-Gey, J). Málaga, Ágora, p. 101

23. Ibidem, p. 117

24. Zambrano, M. El pensamiento vivo de Séneca, Buenos Aires, Losada, p. 8

 

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Juana Sánchez-Gey Venegas
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Profesora titular de Filosofía. Universidad Autónoma de Madrid.

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