Harry G. Frankfurt (1929-2023)
In memoriam
Biografía
Criado por padres adoptivos, Harry Frankfurt nació el 29 de mayo de 1929 en Langhorne, Pennsylvania. Estudió en la Universidad Johns Hopkins, en la que se doctoró en 1954 con un trabajo sobre “La objetividad esencial de lo conocido”. Unos meses más tarde fue reclutado por el ejército norteamericano y participó en la guerra de Corea. Dos años después comenzó su carrera como profesor en la Universidad pública de Ohio hasta 1962. Trabajó luego en la Universidad pública de Nueva York en Binghamton y un año después en un novedoso centro de investigación (el Instituto Rockefeller de Nueva York) hasta 1976. Fue contratado entonces por la Universidad de Yale hasta 1990, año en el que pasó a formar parte del Departamento de Filosofía de la Universidad de Princeton, donde se jubiló en 2002.
Estaba retirado desde hacía años en Santa Mónica, California, donde vivía con su esposa. Falleció el pasado 16 de julio, debido entre otras causas a un fallo cardíaco congestivo, según contó una de sus dos hijas. Además de ellas y de su esposa, Harry Frankfurt tenía tres nietos.
Pensamiento y obras de Harry Frankfurt
Su influencia en los filósofos que trabajan hoy en esa área de la filosofía que se conoce como “psicología moral”, una mezcla de antropología filosófica y ética ya presente en los grandes filósofos griegos, resulta tan innegable como estimulante.
El libre albedrío
De la producción filosófica de Harry Frankfurt, buena parte de la cual se halla traducida al castellano en las editoriales Katz y Paidós, hay que destacar en primer lugar, además de su libro sobre Descartes (1970), dos trabajos sobre el libre albedrío: en el primero, publicado en 1969, sostiene a partir de un ingenioso y muy citado ejemplo que, si bien todo lo que sucede en el mundo está gobernado por leyes deterministas y por tanto los seres humanos no tenemos alternativas a la hora de actuar, se nos puede seguir atribuyendo responsabilidad moral.
En “La Libertad de la Voluntad y el Concepto de Persona” (1971), la segunda de las contribuciones, defiende Frankfurt que una persona es libre no cuando un deseo cualquiera lo mueve a actuar (deseo de primer orden), sino cuando el deseo que le mueve a actuar es el que esa persona quiere que le mueva a actuar (deseo de segundo orden). En este último caso, la persona en cuestión respalda o se identifica con un deseo determinado, el cual está directamente ligado a un curso de acción. Semejante manera de explicar la conducta humana recurre pues a niveles: es una concepción jerárquica de la persona, en la que la voluntad y los fenómenos asociados a ella se llevan la parte del león.
Deseos de aquello que nos importa
Frankfurt continuó preguntándose por la idiosincrasia de esos deseos de deseos o deseos de segundo orden, en toda una serie de publicaciones que van desde la década de los años ochenta del siglo XX hasta los primeros años de nuestro siglo (por ejemplo, “Las razones del amor”, 2004). En ellas advirtió que esos poderosos resortes de nuestra conducta están configurados por las cosas que nos preocupan, que nos importan, en última instancia, que amamos. Ahí están los cauces por los que discurren los constituyentes de nuestras abigarradas psicología morales: deseos, creencias, expectativas y proyectos, intenciones y también acciones. Hasta tal punto esto es así, que no podemos actuar independientemente de estas “estructuras motivadoras estables” o “necesidades del amor”. Alguien puede juzgar que esas estructuras o necesidades limitan nuestro libre albedrío. Sin embargo, según este filósofo norteamericano, son ellas quienes suministran el sentido de nuestras existencias.
Producción no académica
La influencia de su pensamiento traspasó las fronteras del mundo académico, cuando la editorial de la Universidad de Princeton le propuso en 2005 reeditar en formato de pequeño libro un artículo que había publicado en 1986 en Raritan– una revista de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey. El texto se titulaba “On Bullshit” (“Sobre la charlatanería”) y analizaba un fenómeno demasiado conocido entre nosotros, gracias en parte a los medios de comunicación de masas: la notable extensión ya no de la falsedad, sino de la indiferencia a la verdad en no pocos de quienes se dedican a transmitirnos información. Más que el contenido de lo que relatan, les preocupa el efecto que con ello consiguen. El impacto en las emociones de quienes recibimos los mensajes en cuestión, trae consigo no pocas veces una auténtica manipulación de los estados de opinión de las personas.
El librito fue durante varias semanas número 1 en la prestigiosa lista de libros del New York Times (apartado no ficción) y llevó a que Harry Frankfurt fuera entrevistado en algunos programas de la televisión estadounidense para el gran público.
Su legado
Harry G. Frankfurt ha intentado en su obra esclarecer la condición humana, tratando los temas que más importan: el libre albedrío y la responsabilidad moral, la igualdad, la persona, la voluntad, el deseo y el amor, también Dios. Sin perder un ápice de rigor académico, ha llevado a cabo su trabajo como filósofo con una prosa profunda, aguda, nada ostentosa y no exenta de buenos ejemplos.
Otras notas necrológicas escritas por diferentes autores y publicadas en esta web:
About the author
Decano de la Facultad de Filosofía, Letras y Humanidades de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir