EL CINE, LA FILOSOFÍA Y LA CULTURA CONTEMPORÁNEA. CON MOTIVO DEL FALLECIMIENTO DE STANLEY CAVELL
por Antonio Lastra y José A. Peris Cancio
Hemos recibido con pesar la noticia del fallecimiento de Stanley Cavell. El próximo uno de septiembre habría cumplido 92 años. Su avanzada edad y la fragilidad progresiva de los últimos meses no sirven de lenitivo al profundo sentido de pérdida. Se nos ha ido un maestro. O quizás algo más. Uno de los cultivadores de los estudios filosóficos a los que debía reconocerse sobre todo como pensador original. No estamos sobrados de filósofos así.
Filósofo, no solo profesor de filosofía
Profesor emérito de Estética en la Universidad de Harvard, había actuado como invitado en multitud de foros académicos. Lo más característico de su filosofía estriba en su capacidad para unir mundos culturales por medio de la conversación filosófica. Fue un empeño denodado suyo que se reconociera la tradición filosófica americana. Sus lecturas de Emerson o Thoreau le impulsaron, sin embargo, a buscar lazos sólidos con la filosofía europea. Wittgenstein, Austin, Freud, Heidegger, Levinas o Derrida encontraban una nueva elocuencia al dialogar o confrontarse con los trascendentalistas.
Un lector atento del misterio humano
En su The Interpretation of Cultures, Clifford Geertz, el célebre antropólogo -que nació apenas diez días antes que Cavell-, citaba casi de memoria una observación de Cavell: “Que hablar por algún otro parezca un proceso misterioso […] puede deberse a que hablar a alguien no parezca lo suficiente misterioso” (Geertz 2011: 27).
Geertz nos da a entender uno de los núcleos del pensamiento de Cavell: superar la tragedia del escepticismo, pero hacerlo de manera adecuada. Sin rebajar la calidad de los argumentos que han llevado a la filosofía moderna a experimentar este reto, buscando buenas estrategias para superarlo. Como también señalaba Cavell, hay maneras mejores y peores de hablar de las cosas. La conversación filosófica ayuda a dilucidarlas.
Una filosofía que se convierte en literatura
Cavell termina sus Reivindicaciones de la razón, su obra más académica, con una pregunta. “Pero ¿puede la filosofía convertirse en literatura y seguir conociéndose a sí misma?” (Cavell 2003: 635). Venía precedida de toda una serie de lecturas filosóficas de la obra de Shakespeare. Una tarea que seguiría desarrollando.
La publicación de Disowning Knowledge (Conocimiento repudiado) daría buena cuenta de ello. La obra del dramaturgo inglés le permitía analizar la tragedia del escepticismo a partir de las expresiones de los personajes. Palabras sobre los celos de Otelo o de Leontes. Silencios y malentendidos en la evitación del amor del rey Lear y Cordelia. El hundimiento del mundo en Antonio y Cleopatra… Son ejemplos que ponen ante el espectador diversos modos de entender el aislamiento de la conciencia ante el otro. Y una pluralidad de estrategias para salir de ahí.
De Shakespeare a la comedia del Hollywood clásico
Una de las ideas más fecundas de Cavell fue proponer una continuidad para nuestro tiempo del espíritu de la obra de Shakespeare. Pero no en la tragedia, sino en la comedia; tampoco en cualquier expresión de la comedia, sino en la desarrollada en los años dorados de Hollywood. Y no a pesar de ser un cine movido por el entretenimiento y el afán comercial, sino trascendiendo esa industria cultural, rescatando su sentido filosófico. Lo había señalado en su autobiografía. “Si podemos pensar en la filosofía como el mundo de la cultura particular elevado a la conciencia de sí misma, entonces podríamos pensar en un mundo de la crítica […] como el mundo de una obra particular elevado a la conciencia de sí misma” (Cavell 1994: 187).
El cine hecho para la filosofía
Quienes escribimos este homenaje a la memoria de Stanley Cavell nos reconocemos en una particular deuda de gratitud. Especialmente, cuando recogemos sus palabras sobre la relación entre cine y filosofía:
Según mi manera de pensar, es como si el cine hubiera sido creado para la filosofía -para reconducir todo lo que la filosofía ha dicho sobre la realidad y su representación, sobre el arte y la imitación, sobre la grandeza y el convencionalismo, sobre el juicio y el placer, sobre el escepticismo y la trascendencia, sobre el lenguaje y la expresión (Cavell 1996: xii)
Una nueva lectura del cine
Probablemente sea esta contribución, una de las más permanentes de Cavell. El cine rima bien con el modo de hacer filosofía de nuestros días: si la filosofía no quiere ser una mera ancilla scientiae; si quiere seguir brindando a las mujeres y los hombres de nuestro tiempo aquello que sólo ella puede suministrar; si rehúsa ser una práctica meramente académica y recupera su libertad más genuina.
Cavell abrió un camino que ha sido fecundamente seguido por muchos. Pero hay que atribuirle la valentía del pionero. No otra que la integración de la experiencia cinemática en la reflexión filosófica. Que el filósofo cinéfilo no tuviera que abandonar lo que el cine le aporta para justificarse. Que tuviera el arrojo de indagar con profundidad en lo que el arte del siglo XX, como ha sido llamado, ha contribuido al razonamiento filosófico.
¿Cómo filosofar hoy sin recoger el legado del cine?
Con su peculiar estilo, Cavell relataba:
Suelen hacerme la siguiente pregunta, mencionando siempre, creo yo, la filosofía en primer lugar: ¿cómo es posible que un profesor de filosofía llegue a reflexionar sobre el cine hollywoodense?, como si llegar a ser profesor de filosofía fuera más fácil de aceptar que reflexionar y escribir sobre el cine. Me volví tan sospechoso que me llevó tiempo reconocer que habría sido más natural, durante la mayor parte de mi vida, invertir la pregunta: ¿cómo es posible que una persona cuya educación ha sido modelada tanto por la frecuentación de los cines como por la lectura llegue a ejercer un oficio que consiste en reflexionar sobre filosofía? (Cavell 2008: 20)
Una filosofía que quiera alejarse de los riesgos del academicismo debe ser porosa a la pluralidad de las expresiones del pensamiento. Y recogerla allí donde se genera.
La conversación igualitaria
La comedia clásica de Hollywood reveló un nuevo tipo de conversación. La derivada del encuentro en libertad e igualdad entre hombres y mujeres que perseveraban en su felicidad. En su matrimonio. Palabras que son la mejor expresión de la aspiración platónica al examen de un alma por otra. Y que permite alumbrar el nacimiento de la nueva mujer. Asistir a una comedia de Capra, McCarey, Cukor, Hawks o Preston Sturges para Cavell era una experiencia artística. Lo explicaba desde la constitución de un nuevo género cinemático, la comedia de rematrimonio (Cavell 1981). Capaz de prolongarse en otro género complementario en el que la mujer manifiesta su identidad asumiendo el dolor de la soledad: el melodrama de la mujer desconocida (Cavell 1996).
La resonancia de las palabras silenciadas de las mujeres
Unos géneros que acaban por dibujar el rostro más silenciado de la mujer piden altura filosófica. Cavell no se ocultaba al vincular el melodrama con el mundo interior que intuyó en su madre. Pero que formó parte de un profundo misterio.
Lo que traigo a colación aquí es, de nuevo, un estado de ánimo típico de mi madre que, de alguna manera, está relacionado con la exigencia de ser tenida en cuenta (quizá con el fracaso explícito de dicha exigencia, quizá con el fracaso implícito que supone tener que exigirlo). Ella lo llamaba migraña: definible, según supuse y sigo suponiendo, con la terapia consistente en tocar el piano en una habitación a oscuras […] ¿Compensaba la música la pérdida o el empobrecimiento de un ego abandonado a sí mismo (a la melancolía, por así decir), o más bien recordaba -recontaba- los orígenes, por tanto, las pérdidas, de su contacto con, y de su glamuroso talento para, el mundo de la música (de desposesión y nostalgia, por decirlo así)? Música, estados de ánimo, mundos, abandono, sometimiento, desposesión: hablamos, por supuesto, de melodrama (Cavell 1996: 222).
El mundo visto
La reflexión de Cavell sobre el cine no se limitó a la discusión sobre películas. Vino precedida por un estudio dedicado a la “ontología del cine”, The World Wiewed (Cavell 1979b, recién traducido al español). Es todo un logro que nuestro mundo de lectores pueda descubrir ahora con más facilidad los fundamentos conceptuales de sus lecturas cinemáticas.
La filosofía como educación de adultos
El legado de Cavell nos permite ejercitar la filosofía, en otra expresión suya, como “educación de adultos”. En su visión, la dimensión más letal de la Teoría de la justicia de Rawls había sido orillar el perfeccionismo, plantear una sociedad equitativa al margen de las preguntas más radicales que la propia sociedad nos debe suministrar. Especialmente aquellas que se derivan de las situaciones de exclusión o de pobreza. Para Cavell, lo peor de una sociedad políticamente correcta es lo que da por justificado. La inexcusable aceptación racional de situaciones que la inteligencia y la sensibilidad perciben como intolerables. “Decir algo similar a estoy por encima de todo reproche es poner fin a mi relación con el otro y, en este sentido, dañar la textura de mi sociedad” (Cavell 2005: 180).
Y por eso, las screwball comedies (las comedias alocadas, chifladas) pueden llegar a ser más lúcidas que la cultura política oficial (Cavell 2005: 189). Y el cine puede hacernos mejores (Cavell 2008).
Nunca tendremos palabras suficientes para rendir homenaje a quien con su personalidad y sus escritos pudo inspirarnos tanta libertad. Tanto sentido inconformista de bien. Sean sólo estas líneas un rápido pero inexcusable homenaje. Descanse en paz el maestro Stanley Cavell.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Cavell, S. (1979). The Claim of Reason. Oxford: Oxford University Press. [(2003). Reivindicaciones de la razón, trad. de D. Ribes Nicolás,. Madrid: Síntesis.]
— (1979b). The World Viewed, Enlarged Edition. Cambridge, Mass. & London: Harvard University Press. [(2017). El mundo visto. Reflexiones sobre la ontología del cine, trad. de A. Fernández Díez, Córdoba: UCO Press].
— (1981). Pursuits of Happiness. The Hollywood Comedy of Remarriage. Cambridge, Mass.: Harvard University Press. [(1999). La búsqueda de la felicidad. La comedia de enredo matrimonial en Hollywood, trad. de E. Iriarte, Barcelona: Paidós-Ibérica.]
— (1992). The Senses of Walden. An Expanded Edition. Chicago & London: The University of Chicago Press. [(2011). Los sentidos de Walden, trad. de A. Lastra, Valencia: Pre-Textos.]
— (1994). A Pitch of Philosophy: Autobiographical Exercises. Cambridge Mass.: Harvard University Press.[ (2002). Un tono de filosofia. Ejercicios autobiograficos, trad. de A. Lastra, Madrid: Antonio Machado Libros]
— (1996). Contesting Tears. The Hollywood Melodrama of the Unknown Woman. Chicago: The University of Chicago Press. [(2009). Más allá de las lágrimas, trad. de D. Pérez Chico, Madrid: Antonio Machado Libros.]
— (2003). Disowning Knowledge. In Seven Plays of Shakespeare. Updated edition. Cambridge: Cambridge University Press.[(2016). Conocimiento repudiado en siete obras de Shakespeare, trad. de A. Lastra y A. Llopis Ibáñez, Madrid: Ediciones Ápeiron.]
— (2003). Emerson´s Transcendental Etudes. Standford: Stanford University Press.
— (2005). Cities of Words: Pedagogical Letters on a Register of the Moral Life. Cambridge, Mass. & London: Harvard University Press.[ (2007). Ciudades de palabras. Cartas pedagógicas sobre un registro de la vida moral, trad. de J. Alcoriza y A. Lastra, Valencia: Pre-Textos.]
— (2008). “El pensamiento del cine”. En S. Cavell, El cine, ¿puede hacernos mejores? (págs. 19-20), trad. de A. Falcón, Madrid y Buenos Aires: Katz.
Geertz, C. (2011). La interpretación de las culturas, trad. de A. L. Bixio, Barcelona: Gedisa.