SER Y NADA

Consideraciones metafísicas en torno a la noción tomista de

‘positio extra nihilum’

 

 

Resumen: Creación es una noción metafísica que designa el acto divino por el cual el ser finito, ex nihilo, tiene su inicio radical en Dios. Entender la realidad como creada significa conocerla como positio extra nihilum; lo que en sentido positivo supone afirmar que toda la realidad del ser finito es creada, es decir, es referida a Dios como Origen, no referida a la nada, que no es sino oposición lógica del ser.

Palabras clave: creación, ser, nada, Origen, positio extra nihilum, metafísica.

Summary: Creation is a metaphysical notion that designates the divine act by which finite being, ex nihilo, has its radical beginning in God. To understand reality as created means to know it as positio extra nihilum; which in a positive sense supposes to affirm that all the reality of the finite being is created, that is to say, it is referred to God as Origin, not referring to nothingness, which is nothing but logical opposition of being.

Key words: creation, being, nothing, Origin, positio extra nihilum, metaphysics.

 

Introducción

El propósito de estas líneas es abordar uno de los elementos clave de la razón de creación, la nada, desde criterios metafísicos, ya que el desarrollo especulativo de la noción de creación, y los elementos conceptuales que la constituyen, ofrece una explicación filosófica sobre el fundamento de la realidad y el origen del mundo capaz de remitir la realidad al Absoluto. Una consideración tal es especialmente necesaria en la actualidad, dada la crisis cultural que atraviesa todo Occidente; la cual obedece, en último término, a una crisis más profunda de carácter metafísico y antropológico, en la que impera el relativismo moral y el nihilismo intelectual. Es en este contexto donde adquiere especial relevancia la pregunta por el origen del Universo y el sentido de la vida, dos de las grandes cuestiones filosóficas de todos los tiempos.

De acuerdo a lo anterior, he considerado la doctrina tomista de la creación como la más idónea para alcanzar dichos fines, pues en ella he encontrado una comprensión del problema del ser finito de inagotables posibilidades especulativas, así como los elementos gnoseológicos y las distinciones metafísicas necesarias para dar respuesta a los interrogantes fundamentales que interpelan al ser humano.

creación y nada
Universo [Imagen 1]

 

Cuestiones preliminares

La realidad como creación

Para Santo Tomás de Aquino, conocer la realidad en toda su profundidad supone conocerla como creación, pues si queremos abordar la cuestión metafísica radical, la pregunta por el ser del mundo, debemos interrogar a la realidad sobre cuál es la razón última de su existencia. Si, imaginemos por un momento que cada cosa pudiera responder, lo haría con su finitud, pues si bien las cosas existen, lo hacen parcial y particularmente, lo que supone que, no siendo su ser, los entes no tienen en sí mismos la razón última de su existencia.

La noción metafísica de creación

Creación es una noción hondamente metafísica que designa el acto divino por el que el ser finito, ex nihilo, es inicio radical respecto a Dios. Si bien se trata de una noción de origen bíblico[1], la temática de la creación no atañe exclusivamente a la teología de la fe, pues los elementos que confluyen en ella y la definen no responden solo a la verdad revelada ni a la metodología específica que exige su estudio[2].

Con diferencia de método y punto de partida, cabe un desarrollo especulativo de la creación, de su realidad y significado, pues, aun cuando en filosofía la verdad no está dada,

la metafísica indaga estableciendo prioridades, y en consecuencia no cabe que se ejerza posponiendo el descubrimiento de la prioridad indagada[3],

siendo esta diferencia de método y objeto, lo que la distingue precisamente de las ciencias particulares.

La superación del nihilismo desde la noción de creación

Lo cierto es que hoy nos topamos con el signo inequívoco de la crisis de racionalidad propia de buena parte de la filosofía contemporánea: el nihilismo. Y es que, tras el escepticismo y el relativismo se sucede el olvido del ser; más aún, la vaciedad de una realidad que es pura y únicamente representación de sí. En este contexto intelectual, el desarrollo especulativo de la noción de creación desde criterios metafísicos permite recuperar la nota esencial del realismo filosófico, ya que cobija en su seno una comprensión del ser finito que, precisamente por ser ex nihilo, excluye de sí la nada.

El ser real de la creación excluye la nada

Para entender el sentido metafísico de la nada, la reflexión filosófica debe superar el plano ideal y adentrarse en las profundidades de la realidad. Y la mejor forma para llevar a cabo esta superación es centrar la atención en el ser real y su dinámica propia, evitando con todo cuidado confundirlo con el ser ideal, pues solo el ser real es objeto de creación.

Una metafísica de la creación, por tanto, puede y debe dar razón de los recovecos últimos de la realidad finita, porque, en último término, la creación desvela al ser finito en toda su radicalidad y hondura ontológica, como actividad de ser. Y lo hace al mostrar que el horizonte de lo finito no es la nada, su porvenir no es la aniquilación, sino no dejar de ser, pues no ser plenamente es su condición de ser en acto. ‘No dejar de ser no siendo plenamente’[4]: en esto consiste el ser dependiente de la criatura.

 

1. Ser de la nada. La doble dimensión de la ‘ratio creationis’

Crear es, por definición, “hacer algo ex nihilo[5] con la peculiaridad radical de que ese ‘algo’ es el ser real que es enfrentado con la nada. Visto así, podría parecer que entender la realidad como creación implica que la nada la rodea amenazándola.

La realidad como no ser: ex nihilo

Tomás de Aquino, en el segundo libro de su Comentario a las Sentencias, preguntándose acerca de la posibilidad de que el mundo sea eterno, explica en qué sentido se puede decir que en la criatura, por ser ex nihilo, se dan simultáneamente el ente y el no ente:

En toda realidad es antes por naturaleza aquello que se tiene por sí que aquello que se tiene por otro. Todo excepto Dios, tiene el ser de otro; luego es necesario que cualquier criatura sea, según su naturaleza, ‘no ente’ si no tuviese el ser de parte de Dios –como dice San Gregorio: que todo caería a la nada si no lo tuviese la mano del Omnipotente-; y así el ‘no ser’ que tiene de suyo naturalmente, es antes que el ser que tiene ‘de otro’, aunque no en orden a la duración.[6]

La creación
Tomás de Aquino. Comentario a las sentencias de Pedro Lombardo II/1: La creación [Imagen 2]

Según estas palabras, da la impresión de que la oposición contradictoria subsiste en el ente por ser criatura, es decir, que con la creación, ente y no-ente son puestos en el ser por Dios. Como si la nada circundara al ser finito, lo rodeara y definiera como lo propio y connatural a él, pues, al intentar conocer lo que es la creación por sí misma, el entendimiento se asoma al abismo del no ser, ya que, el mundo en su conjunto no es de suyo. Ahora bien, la realidad –explica Santo Tomás– es antes no ser que ser, porque es después de la nada. Pero aquí las palabras ‘antes’ (prius) y ‘después’ (post) no denotan un orden temporal, sino más bien un orden natural.

El ser creado como acto post nihilum 

Una reflexión parecida la encontramos en otro texto del mismo libro del Comentario a las Sentencias, en el que se dice que ser positio extra nihilum describe al ser finito como actividad no contradictoria, en la medida en que, en él, en cierto sentido, el no ser y el ser concurren en la existencia donada. En esta obra de juventud leemos como, para el Aquinate, la consideración metafísica de la expresión ‘ex nihilo’, además de las significaciones apuntadas anteriormente, describe al ser creado como acto post nihilum, es decir, como un ser que, por no ser de suyo es ‘realidad no consumada’, pues no es plenamente. De forma que, dejado a sí mismo, dejaría de ser, caería en la nada, pues por sí mismo es nada.

Dicho de otra manera, acceder a la naturaleza del ser del mundo, a la peculiaridad de su actividad última como ser, deja al descubierto que, lo cambiante y a la vez permanente de la realidad habla al entendimiento humano de una situación ontológica, la del ente, que, por no ser de suyo, existe: es fuera de sí, no en sí ni por sí, pues carece de antecedencia, pero también de identidad consigo mismo, esto es, carece de la plenitud que otorga a una realidad ser su propio ser.

Positio extra nihilum

Tal situación, que hemos descrito como positio extra nihilum, según explica Santo Tomás[7], está expresada en la preposición ‘de’ de la fórmula ‘ex nihilo’, la cual designa el orden de principialidad natural que el ente tiene con la nada –ambos componen un genitivo posesivo–, que se manifiesta principalmente, no en que el ente no procede de algo, sino en que es carencia de sí: es decir, no es su propio ser porque no es de suyo.

Así, ser positio extra nihilum es ser ex nihilo y post nihilum en el orden natural –no temporal–, pues ser creado no es un punto de partida, sino la realidad ontológica del ente. En la criatura, la referencia a la nada permanece afirmada constitutivamente en el ser creado. De forma que ser creado no significa distinguirse de la nada para ser, sino ser distinguiéndose de la nada, pues, como acto no contradictorio, la existencia creada, por así decirlo, siendo sin ser plenamente, vence la contradicción.

Sin embargo, de lo dicho hasta ahora, surgen una serie de dificultades que se deben abordar, pues de lo contrario se corre el riesgo de perder el carácter real de la positio extra nihilum. La más grave de ellas es que, en una filosofía realista como es la de Tomás de Aquino, entre el ser y la pura nada no hay distinción real, porque la nada absoluta no tiene existencia real, sino meramente pensada. Además, si la noción de creación excluye cualquier planteamiento que idealice al ser, englobándolo en una significación unívoca, con la noción de ‘nada’, la ratio creationis tampoco puede estar aludiendo al opuesto de la totalidad del ser, como el no-ser general o absoluto.

La nada no es el opuesto del ser 

A esto hay que añadir que, en la metafísica tomista, el ser puro se identifica con Dios que, como es obvio, no tiene opuesto ni contrario. Nada pugna con la realidad divina –tampoco la criatura puede ser entendida como lo ‘no-Dios’– pues toda oposición, también la oposición contradictoria, supone que los opuestos contradictorios son recíprocos, y por consiguiente, mutuamente relativos, no absolutos. Si al Ser puro se opusiera positivamente a la nada absoluta, sería la negación la que mediaría entre ambos, y quedarían como diferentes relativos; lo que supone  una suerte de maniqueísmo, ajeno completamente al realismo de Santo Tomás. Y lo mismo ocurre con la realidad finita, pues decir que la nada, de la que el mundo es creado, y el ser real coexisten en la creación simultáneamente es una contradicción, fruto, entre otros errores, de hipostasiar la nada.

El no ser y el ser solo se enfrentan en la mente; de manera que ni uno ni otro, como contrarios, son reales. Como afirma Cornelio Fabro, la nada de la concepción creacionista

no es el puro no-ser, como generalización de la fórmula negativa del par, tampoco es el no-ser según lo que se afirma en la experiencia siempre cambiante de sus presentaciones y en la alternancia de los procesos de generación y corrupción a través del curso siempre variado del mundo[8].

Solo el ser real es objeto de creación

Por eso, para entender el sentido metafísico de la nada, la reflexión filosófica debe superar el plano ideal y adentrarse en las profundidades de la realidad. Y la mejor forma para llevar a cabo esta superación es centrar la atención en el ser real y su dinámica propia, evitando con todo cuidado confundirlo con el ser ideal, pues solo el ser real es objeto de creación. Un acto tal que, si bien su principialidad nace del hecho de ser principio de toda perfección, no es originario, pues es carencia de sí. En efecto, el carácter de carencia de sí que acompaña al ente finito se manifiesta en que en él se distingue realmente el ser y la esencia; pero tal limitación no tiene su causa única ni principalmente en la composición constitutiva de los entes, sino en el ser del ente por ser ex nihilo.

La doble dimensión de la ratio creationis 

De lo dicho hasta ahora se puede concluir que la manifestación de la ratio creationis en la criatura supone que la referencia que el ser creado mantiene con la nada tiene una doble dimensión, cuyo factor común es el carácter carencial de la realidad extramental. Pues, en efecto, ser ex nihilo, para la criatura es ser positio extra nihilum: es decir, su realidad consiste en ser carencia de anterioridad, lo que pone de manifiesto su principialidad como novitate essendi.

Sin embargo, aún se debe dar un paso más en el análisis de la noción de positio extra nihilum y comprender que, tal carencia implica también ser post nihilum. Se trata, este último, de uno de los sentidos fundamentales que tiene la fórmula ex nihilo de la noción de creación, pues su significado enfrenta a la reflexión filosófica con el sentido metafísico de la noción de ‘nada’. Por ello, en el siguiente apartado se analizará con detenimiento el orden de posterioridad que el ser creado tiene con el no-ser, con el fin de comprender cuál es el valor real y completo de la expresión “ex nihilo”. La relación de la nada con el ser finito ha de entenderse, en definitiva, en términos de carencia, pero en este caso de carencia de sí.

ser no es opuesto a nada
[Imagen 3] Realidad finita

 

2. La ‘positio extra nihilum’ como carencia de identidad

Comienzo que ni cesa ni es seguido, según Polo

En la tercera cuestión del De Potentia, Tomás de Aquino afirma que la actividad del ser creado en cuanto acto, no consiste en un cierto acceder al ser, ni en un pasar o fluir del no ser al ser, sino en un puro comenzar a ser[9]. Por ello, a mi modo de ver, Polo acierta cuando afirma que, conocer al ser real, es decir, al ser como primero y como acto, es conocerlo como “comienzo que ni cesa ni es seguido”[10].

Nótese que en esta descripción –que no definición– del actus essendi, no se dice qué es lo que comienza –que es lo que de manera inmediata se pregunta el entendimiento objetivo–, pues hacerlo llevaría de nuevo el conocimiento del acto de ser al terreno de lo ideal. Por eso, lo que comienza no es la criatura, sino que la criatura es el ‘comenzar a ser’. El valor existencial del ser, que no es otro que el de su pura actividad, más allá del despliegue de dicho acto en muchos, es éste: por carecer de algo anterior a sí, es comenzar que, por ser carencia de sí, no cesa ni es seguido.

Continuo comenzar o después la nada, según Fabro

En suma, decir que la creación es ‘comenzar a ser’, es describir la creación como actividad que, por ser creada, no puede cesar de comenzar, para pasar a ser consumada o acabada, pues entonces dejaría de ser creación, y por tanto, dejaría de ser. Y, a su vez, tampoco puede ser seguida, pues de seguirle algo tendría que ser lo contrario de ser; lo cual traería consigo de nuevo dejar de ser, ya que lo que viene después del acto que consiste en ‘comenzar a ser’ es la nada, no el acto idéntico o consumado.

La nada, según Cornelio Fabro
Cornelio Fabro [Imagen 4]

Y esto es propiamente la contradicción, o el no-ser, en cierto sentido presente en la creación, el que el acto de ser creado, por ser puro comenzar, es en la medida en que su después es la nada. Y así, con palabras de Fabro,

la nada de la cual Dios, por su acto creador, hace surgir la criatura es, precisamente, la que la criatura es, el lo-que-no-es, antes y fuera del acto creador de Dios, es decir, lo que la criatura sería fuera –o después-de ese acto y sin él, desde el instante en que llegara a faltar[11].

 

 

3. De la carencia de identidad al reclamo del Origen

La cuestión del fundamento de la realidad

No es casual que la pregunta por el ser que fundamenta la realidad pase indeclinablemente por la cuestión sobre el Origen: actualidad pura de carácter originario[12]. Como afirmó Husserl en un escrito póstumo:

Una filosofía autónoma, como era la aristotélica, y como sigue siendo una exigencia perpetua, conduce necesariamente a una teleología, y una teología filosófica, como camino no confesional hacia Dios[13].

Se trata, en suma, de la cuestión metafísica radical, la pregunta por el ser del mundo, que supone interrogar a la realidad en qué actividad consiste la profundidad que la sustenta y que, en último extremo, remite al Absoluto como Origen. Como se dijo líneas más arriba, si bien las cosas son, lo hacen parcial y particularmente; lo que implica que, no son su ser; su realidad no consiste en una existencia consumada y acabada. De tal forma que esta carencia de sí se torna en reclamo del Origen: Creador en el orden creado. La metafísica no puede, por tanto, renunciar a la teología natural, pues hacerlo supone truncar la posibilidad de indagar radicalmente su propio objeto: el ser del mundo como acto de ser ex nihilo.

Radical dependencia del Creador

Alejandro Llano [Imagen 5]

Como afirma Alejandro Llano, la creación es la condición metafísica estable de la realidad: su radical dependencia del Creador, pues en esta dependencia se juega no caer en el abismo del no ser.[14]

Solo desde el análisis ontológico, no óntico, de la creación, es posible encontrar el significado metafísico de la nada, que no es otro que el de carencia de plenitud y ausencia de antecedencia del ser creado; lo cual se cifra en que, como ser, es decir, como primer principio, no puede ser principiado, no hay algo en la realidad anterior y más radical que dé cuenta y razón de él; y sin embargo, como creado, nunca es ni puede ser poseído plenamente por el ente que lo participa. Su ordenación natural es entonces a la nada, porque no hay nada que lo preceda y de lo que proceda. Esto es ser ex nihilo; no contraponer el ser a la nada, sino percatarse de que el carácter creatural del ser finito reclama un Creador.

 

El comienzo radical requiere un antes

Por ser ex nihilum, la criatura se encuentra amenazada por la indefinición de la nada que la precede. Pero, como afirma García Valdecasas, es posible entender tal condición ontológica en sentido positivo, y caer en la cuenta de que ser post nihilum define al ser creado como ‘comienzo radical’, lo cual requiere de un antes: la plenitud propia del Origen, de la que el ser creado es carencia. Anterioridad, que lejos de trazarse con rasgos temporales, expresa la atemporalidad como creado del comenzar, a la vez que su eterna novedad. Esto significa fundamentalmente que la creación no es un hecho, o un acontecimiento; sino que es tan actual hoy como el primer instante en que echó a andar nuestro universo y el resto de universos que pudieron existir o existirán. Por eso, la creación es tan cognoscible ayer como hoy; por eso

es la claridad en la que se arrulla el comienzo[15].

Con la creación, en definitiva, la filosofía del ser entiende la realidad como una comunicación fundante ex nihilo que, a diferencia de otras explicaciones, rompe el marco cerrado del monismo ontológico –al que responde la predicación unívoca– y nos sitúa ante la predicación abierta o analógica[16] fundada en la exclusión de una idea de totalidad real, que resulta completamente ajena a la ontología que nace de la reflexión filosófica de la creatio. Desde aquí, la especulación filosófica puede dar razón de la coexistencia de dos órdenes reales absolutamente diversos y trascendentalmente relacionados: el orden increado y el orden creado.

Carencia de ser

En la doctrina de la creación tomista, la criatura es ex nihilo y post nihilum porque es ex Deo. Es decir, la criatura, por ser referencia a Dios, guarda un orden natural respecto a la nada, pues –como explica Tomás de Aquino– cuando el acto de ser depende de otro, de suyo le pertenece no ser, ya que todo su ser depende de otro[17].

Pero si lo que se tiene naturalmente no es real, porque no es, entonces tal orden, la realidad de dicho orden es la dependencia, y el ser que no es de suyo consiste en carencia. Y a su vez, la criatura depende de Dios en cuanto es ex nihilo. Es decir, si no se mantiene el ex nihilo, tampoco se sostiene la dependencia; tal es en el ser creado, insisto, la estrecha relación que hay entre el carácter de positio extra nihilum y el carácter de dependencia.

Y de esto podemos deducir que, como señala Polo, si bien la criatura carece de antecedencia, esto no debe ser entendido negativamente o como falta, de modo que se pueda prescindir de dicha carencia y seguir considerando a la criatura[18]. La criatura es esa carencia, no tiene una carencia de algo. A esto se refiere Santo Tomás cuando dice que en la criatura permanece afirmado el orden a la nada, porque en dicho orden consiste ser criatura.[19]

Ser y tiempo no coinciden

Entiéndase bien: el cese del comenzar a ser no es el cese del tiempo; ni la consideración del ser como fluir del ser y no ser coincide con la actividad no contradictoria. Concebir el tiempo como la simultaneidad de ser y no ser en el mundo –según la naturaleza del mundo, que es de por sí nada–, y al principio de no contradicción como el ser que huye de la nada huyendo de sí mismo, por ser por sí mismo nada, supone en última instancia hacer coincidir al ser con el tiempo.

Esto conduciría irremediablemente a una suerte de nihilismo, en la medida en que, por momentos se vacía al ser creado de su actividad; o peor aún, se confunde el cambio y la generación categorial con el carácter de positio extra nihilum, pues, para el ser, no caer en la contradicción no se cifra en dejar de ser continuamente lo que ya es, para ser lo que no es. Entender así al ser creado es perder de nuevo su actividad, llevándolo al ámbito de lo ideal, pues este planteamiento entiende la actividad del ser como paso de lo que no es a lo que es y que, a su vez, no es todavía lo que será cuando deje de ser lo que es; suponiendo de esta manera todos los estados o modo de ser –que no el ser mismo– en el paso anterior.

El ser no surje de la nada

El problema que late en el fondo de este planteamiento es comprender erróneamente el orden de posterioridad que, naturaliter, la criatura tiene con la nada. Que el ser sea ex nihilo no puede significar que éste emerja o surja de la nada; como si ser para el ente consistiera en desembarazarse de la nada, porque de ella procede, siendo en referencia a ella. Muy al contrario, desde el punto de vista del esse real, no ideal, lo creado solo se distingue de Dios y a Dios se refiere.

La clave para interpretar correctamente el orden de posterioridad natural que la criatura tiene con la nada lo encontramos precisamente en que este orden no es otro que el orden de dependencia que la criatura mantiene respecto a Dios. De forma que, si bien el orden de posterioridad respecto a la nada que define la creación es solo real considerado naturaliter, no temporaliter, dicho orden natural no se ha de entender de modo literal, como si la criatura fuera, naturaliter, antes no ente que ente;  esto último solo tiene sentido en un planteamiento esencialista, en el que la esencia es el elemento constituyente principal del ente, al cual preexiste en cierto sentido como posibilidad de ser. Lo cual es ajeno al pensamiento de Tomás de Aquino.

La prioridad natural del no ser sobre el ser en la criatura no puede significar realmente otra cosa que la relación de dependencia de la criatura respecto del Creador, entre otras razones porque nada en la criatura puede ser considerado anterior a su ser, ni siquiera su propia naturaleza, aunque no se identifique con ella.

La nada no es frontera del ser

En suma: el ser real no tiene por frontera la nada al agotarse su energía constitutiva, y mucho menos por ser creado. No es esta una descripción adecuada de su naturaleza, ni el carácter de contingencia que lo acompaña –según lo entendió Tomás de Aquino– consiste en eso.

Así pues, también desde la consideración de la noción de positio extra nihilum  no solo se salvaguarda la perfección del ser finito, sino que tal noción la procura, pues, conocer el carácter creado de la realidad es conocer y reconocer al ser existencial, distinguiéndolo así del ser ideal, de la nada que se le opone, y del Origen que lo funda y del que depende. Por eso, que la criatura sea antes no ser que ser, no significa que sea realmente nihil, ni que el ser creado no es verdadero acto de ser. La relación con el no-ser presente en la creación no aniquila ni suprime la realidad de lo creado; al contrario, afirma la realidad creada pues trascendiéndola, se distingue de Dios.

El ser es referencia a Dios

Miguel Angel, Capilla Sixtina: Las creación de astros y estrellas [Imagen 6]

Entender la realidad como creada, significa conocerla como positio extra nihilum. Lo que, en sentido negativo supone mantener un orden natural con la nada –en la medida en que de suyo no es–, en sentido positivo, ser ex nihilo significa que la realidad es creada. Es decir, que el ser es referencia a Dios: Origen, del cual se distingue netamente, al cual se refiere radicalmente y del cual depende absolutamente. El horizonte del ser finito, lo que lo circunda, es entonces el ser divino, no la nada. Y no es que el ser creado tienda al ser increado; no es ésta su actividad como creado. Nunca el ser creado deja de ser creado, nunca deja de ser ‘novedad de ser’, ni por aniquilación ni porque alcance la plenitud de su ser. Ser creado es depender: es decir, ser dependiendo; pender ex Deo, no el mero tender a Dios.

 

Conclusiones

De lo dicho cabe concluir lo siguiente:

Valor metafísico de la nada

1º. Fiel a su metafísica realista y creacionista, en el pensamiento de Tomás de Aquino, el valor metafísico de la nada se determina desde la consideración del ser real como acto, pero como acto no idéntico o carente de sí, esto es, como actividad de ‘comenzar’ y como principio del conocimiento, pero sobre todo, de la realidad. No es, pues, un problema de que el ser carezca de algo distinto a sí, que otro tiene de modo perfecto; esto es, no es que el ser creado carezca de algo que tiene Dios –como sugieren algunas explicaciones de la participación del ser–, sino que el ser creado es acto carencial porque no se refiere a sí mismo.

2º. Solo el ser ideal puede ser entendido como opuesto a la nada, ya que si bien podemos situar a la nada más allá de una finitud óntica, que no agota las posibilidades del pensamiento, esto no tiene valor real.  Es necesario, por tanto, superar el significado lógico de la noción ‘nada’, ya que solo si es posible esta superación, la nada puede ser abordada metafísicamente, y con ella la propia noción de creación, sin peligro de caer en planteamientos nihilistas, en esquemas de tipo meramente causal, o de encerrar la misma reflexión en torno a la ratio creationis en el plano lógico, no real, donde el ser se opone, dentro de un mismo plano reflexivo, a la nada.

Creación como carencia de sí mismo

3º. En la doctrina de la creación, creatio y no contradicción están tan íntimamente relacionados que casi se confunden; como si el ser creado fuera el ser cuya actividad consigue librarse de la nada, al negar con ella la contradicción. Esto nos lleva de nuevo a comprender el acto de ser creado como positio extra nihilum, pues ser actividad no contradictoria es simplemente ser carencia de sí, no ser plenamente su ser. Es decir, el no ser no entra en la consideración activa del ser; y esto es lo que significa que el ser real es el actus essendi como no contradicción, porque, no contradicción tiene que ser la exclusión completa del no ser, ya que de quien se distingue el principio de no contradicción no es del no ser, sino de los otros primeros principios, y el no ser, como es obvio, no es ningún principio. 

La identidad originaria

4º. La carencia de sí mismo equivale a la carencia de anticipación y de acabamiento. Tal carencia nos permite advertir también la identidad originaria. La identidad originaria se distingue de ella y es superior a ella, pues la no contradicción, desenmascara toda pseudo-identidad, ya que no muestra el menor rastro de identidad real en el ente. El análisis de la realidad a nivel trascendental, lleva a advertir, en primer lugar que –como explica Polo–, la criatura no es estable con una estabilidad prestada, ni con una estabilidad detentada; tampoco es inestable, sino que carece de identidad.[20]

Por eso, aunque la criatura no es estable –no está construida ya de antemano de un modo positivo– tampoco contiene en sí la negación de la identidad (como no-Dios); no se afirma como una pequeña porción de realidad dentro del todo real, pero tampoco adolece de defecto alguno. La carencia de identidad que el ser creado es se cifra, entonces, en ser puro comenzar. Porque la carencia de identidad no se determina al modo de la idea de nada, es decir, separándola de la noción de ser. La existencia creada no muestra lo que podría llamarse agotamiento terminal: no vemos la carencia después de la existencia, precisamente porque la consideración metafísica del ser creado es la advertencia de la carencia. Es decir, el ser no es sujeto de la carencia, sino la carencia misma como no consumado, como no idéntico, esto es, como ser que no es plenamente su ser. 

Dependencia total y exclusiva de Dios

5º. Lo nuclear de la creación, la realidad metafísica que su ratio significa, no se entiende si se piensa como una eterna lucha por librarse de la nada, sino que tras poner la mirada en el aparecer del ser que se destaca y distingue de la nada, es necesario caer en la cuenta de que lo más profundo de la realidad, lo que la sustenta y le hace ser, no se refiere a la mirada humana. El ser creado no es el ser veritativo, ni es la esencia; luego para el ser finito, ser es diferenciarse verdaderamente de la nada porque se distingue realmente de Dios.

Ser positio extra nihilum significa “dependencia” total y exclusiva de Dios, porque, como explica Leonardo Polo, se puede decir que Dios, al crear, ‘se ocupa’ de la nada exclusivamente en atención a la criatura; es decir, la crea excluyendo la nada de ella y, por tanto, diferenciándola de la nada para establecer una distinción superior[21]Crea lo que se diferencia de la nada porque se distingue de Él.

Por lo tanto, la creación hunde sus raíces en el misterio del amor divino. Y así, más allá de otros sentidos, la consideración metafísica de la nada en la creación se reduce a esto: la nada es la exclusión completa de que la criatura se distinga más de cualquier otra instancia que de Dios, pues por ser positio extra nihilum, la criatura es carencia de anterioridad y carencia de sí.

Creación [Imagen 7]

NOTAS

[1] Cfr. 2 Mac., VII, 28.

[2] Cfr. González, A.L., Teología natural, Eunsa, Pamplona, 7a ed., 2016. Forment, E., El problema de Dios en la metafísica, Biblioteca Universitaria de Filosofía, PPU, Barcelona, 1986, pp. 114-125. Gilson, E., Las constantes filosóficas del ser, traducción de Roberto Courreges, Eunsa, Pamplona, 2005, 1a reimpr. 2009, pp. 142 ss.

[3] Haya, F., El ser personal. De Tomás de Aquino a la metafísica del don, Eunsa, Pamplona, 1997, p. 15.

[4] Zubiri, X., Sobre el problema de la filosofía, Fundación Xavier Zubiri, Madrid, 1996, p. 47.

[5] Tomás de Aquino, S. Th., I, q. 45, a. 1, sol.

[6] Tomás de Aquino In Sent., II, d. 1, q. 1, a. 5, ad s. c. 2.

[7] Cfr. Tomás de Aquino In Sent., II, d. 1, q. 1, a. 5, sol.

[8] Fabro, C., Participación y causalidad según Tomás de Aquino, traducción de M. L. Múgica Rivas, Eunsa, Pamplona, 2009, p. 33.

[9] Cfr. Tomás de Aquino De Pot., q. 3, a. 3, sol.

[10] Polo, L., El ser I: la realidad extramental, en Obras Completas, Serie A, vol. III, Eunsa, Pamplona, 2015, p. 148.

[11] Fabro, C., Participación y causalidad según Tomás de Aquino, ed. cit., p. 33.

[12] Cfr. Inciarte, F. y Llano, A., Metafísica tras el final de la Metafísica, Cristiandad, Madrid, 2007, pp. 24 y 349.

[13] Cita obtenida de Inciarte, F. y Llano, A., Metafísica tras el final de la Metafísica, ed. cit., p. 349; que traduce una expresión inédita del manuscrito del padre de la fenomenología, Cfr. Husserl, E., Vorgegeben Welt, Historizität Trieb, Instinkt (Ms. 1934, Sign. E III 10, p. 18), y citado por Strasser, S., “Das Gottesproblem in der Späthilosophie Edmund Husserls”, Philosophisches Jahrbuch, 67 (1958), p. 142.

[14] Cfr. Llano, A., Caminos de la filosofía. Conversaciones con Lourdes Flamarique, Marcela García y José María Torralba, Eunsa, Pamplona, 2011, p. 79.

[15] García-Valdecasas, M., Límite e identidad. La culminación de la filosofía en Hegel y Polo, Cuadernos de Anuario Filosófico, Serie Universitaria, n. 6, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona, 1998, pp. 93-94.

[16] Cfr. Llano, A., Metafísica y lenguaje, Eunsa, Pamplona, 1984, p. 236.

[17] Cfr. Tomás de Aquino, In Sent., II, d. 1, q. 1, a. 5, ad s. c. 2.

[18] Cfr. Polo, L., El Ser I: la realidad extramental, ed. cit., p. 163.

[19] Cfr. Tomás de Aquino, In Sent., II, d. 1, q. 1, a. 5, ad s. c. 2.

[20] Cfr. Polo, L., El Ser I: la realidad extramental, ed. cit., pp. 162-163.

[21] Cfr. Polo, L., Antropología trascendental, en Obras Completas, Serie A, vol. IV, Eunsa, Pamplona, 2015, p. 156, n. 57.

 

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Juliana Peiró Pérez
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Profesora colaboradora en la Universidad Internacional de La Rioja

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