Universidad: ¿Sin libros y sin cultura?
En defensa de un conocimiento holístico y emprendedor
(En memoria del Profesor José Sanmartín)
Introducción
A partir de la lectura de excelentes artículos, ya clásicos sobre este tema y válidos para nuestra época, como los de Helmut Schiedermair[1] y Norbert Hinske[2], y «robándoles» algunas de sus ideas, nos podemos preguntar:
¿Existe relación entre Ciencia y Cultura? ¿Es la cultura el resultado necesario del avance del conocimiento? ¿Existe la cultura porque se cultiva la ciencia? ¿Además del saber con el que tiene que ver la ciencia, existe un saber de otro tipo?
El concepto “cultura” y el malestar de los filósofos
Se presupone de manera ingenua y como algo normal, que este concepto es un concepto claro, con el que todos los seres humanos piensan los mismo. Se da por sentado que la palabra “cultura” encierra un concepto de “cultura” que es tan sencillo, tan comprensible, tan cercano, como lo contrario, que es un concepto muy complicado. El concepto “cultura,” como los pares compuestos “cultura y naturaleza”, “cultura y civilización”, “cultura e ilustración”, “cultura e incultura”, “cultura y subcultura”, “cultura y barbarie” son todo menos conceptos unívocos. No falta además la tentación de igualar la “cultura” con la “esencia del ser humano.”
Existe, por otra parte, la queja muy generalizada entre académicos y estudiantes sobre la inexactitud y confusión de este concepto polisémico. Por este motivo, se suele remitir al libro de los etnólogos A. Kroeber y C. Kluckhohn[3]: “Culture: A Critical Review of Concepts and Definitions” (1952), que recoge más de 100 definiciones diferentes.
Tipos de definiciones y temas que incluyen
Sin entrar en todas las definiciones de cultura posibles, los temas centrales en la determinación del concepto “cultura” son:
- La esencia de la cultura,
- las partes constitutivas y ámbito de la cultura,
- sus características,
- la determinación de la cultura frente a la Psicología y el lenguaje,
- El significado de la cultura frente a la sociedad, en medioambiente y la técnica.
Se pueden dar, según los expertos, seis tipos de definiciones de “cultura”, a saber: 1) descriptiva, 2) histórica, 3) normativa,4) psicológica 5) estructural-sistemática y 6) genética.
Kroeber y C. Kluckhohn afirman, a modo de síntesis, que la cultura consiste en patrones de comportamiento, explícitos e implícitos; adquiridos y transmitidos mediante símbolos, que constituyen los logros distintivos de los grupos humanos, incluyendo su plasmación en utensilios. El núcleo esencial de la cultura se compone de ideas tradicionales (es decir, históricamente obtenidas y seleccionadas) y, sobre todo, de sus valores asociados.
El concepto “cultura” y el fundamento de la felicidad
Dejemos estos análisis conceptuales y vayamos al uso de la cultura en el lenguaje ordinario. Aquí “cultura” designa una determinada cualidad de las actividades del ser humano, que no se dirigen a una determinada producción inmediata. “Cultura” no significa la mera y simple ejecución de una acción, sino su elevación a la más alta perfección posible. “Cultura” tiene aquél que sabe realizar su acción tal como lo requiere la cosa misma. En este sentido, hablamos de “cultura gastronómica”, “cultura lingüística”, “cultura musical”, “cultura de la vida”, “cultura digital” (hoy muy en auge), etc. “Cultura” posee aquél que no derrocha el tiempo de su vida, sino que obtiene la mayor ganancia posible. Pero no es el consumo y tampoco el mero placer; la “cultura” es el fundamento de la felicidad.
El papel de la Universidad y la cultura
¿Qué papel juega en todo esto la Universidad? ¿Es la Universidad la única responsable de la cultura? ¿No la estaremos sobrevalorando? La Universidad tiene actividades intelectuales especiales, que cultivadas, tienen, al mismo tiempo, un significado importante para la cultura. La Universidad no tiene, sin embargo, el uso exclusivo, pero sí puede desempeñar un papel importante para potenciar la cultura. Cuando nos preguntamos ¿Universidad sin cultura?, podemos mencionar dos “actividades culturales” muy importantes de la Universidad y una tercera que comentaremos más adelante que tiene una larga tradición, a saber:
- La actividad de la lectura
- La actividad de la discusión/debate
- La actividad gastronómica.
1. La Universidad y la “cultura de la lectura”
Ante la primera actividad universitaria, cabe preguntarnos: ¿Existe hoy en la Universidad la “cultura de la lectura”? A esta pregunta responderemos con algunas citas de autores clásicos:
Friedrich Chr. Baumeister
Friedrich Chr. Baumeister (1709-1785), filósofo y propagador de la Metafísica de Christian Wolff en su ensayo “De modo libros legendi et diiudicandi” escribe lapidariamente:
La tarea de la lógica consiste en transmitir las reglas y las prescripciones según las cuales se ha de juzgar los escritos de los otros.[4]
Christian Wolff
Christian Wolff (1679-1754), filósofo alemán que tuvo una destacada influencia en los presupuestos racionalistas de Kant, en su monumental obra “Philosophia Rationalis sive Logica”[5], afirma desde el inicio, que, tanto en la composición como en el juicio de una obra, se ha de atender a los “objetivos principales”. En las investigaciones empíricas
se ha de cuidar uno muy mucho de que sus juicios sobre lo que observa, no se mezclen con sus observaciones.
Mucho menos debe el historiador mezclar sus juicios sobre un hecho con el hecho mismo.
En el juicio de una obra se ha de tener siempre presente el “tiempo” en el que el autor lo concibió.
Los juicios apresurados están lo más alejados de la equidad.
Immanuel Kant
I. Kant (1724-1804), fundador del idealismo trascendental, en su gran obra filosófica[6] plasma interesantes observaciones sobre la lectura, las cuales están formuladas en conexión a Wolff.
Un libro se ha de leer al menos dos veces, una vez rápidamente y donde se ha marcado el lugar que necesita una aclaración.
Kant equipara esta capacidad o facultad del saber juzgar con la sabiduría, porque piensa que el juicio requiere de tres condiciones esenciales que son también estimuladas por la sociabilidad y presuponen la madurez —la ilustración—:
a) pensar por uno mismo (tener una capacidad crítica frente a los otros y a lo que ocurre);
b) pensarse —en la comunicación con otros seres humanos— en lugar del otro (porque sólo así es posible evitar instrumentalizar a los demás);
c) pensar acorde consigo mismo o ser coherente con uno mismo.
G.I. Wenzel
Gottfried Immanuel Wenzel (1754-1809), Profesor de Filosofía Teorética y Práctica en el Liceo de Linz (Austria), en su libro “Vollständiger Lehrbegriff der gesammten Philosophie, dem Bedürfnisse der Zeit gemäss eingerichtet” (1803) nos dice que:
El historiador es muy sospechoso si es muy divertido, habla de manera figurada, se expresa de manera muy buscada y declama mucho.
Es sospechoso cuando razona mucho adelantándose al juicio del lector para hacer valer su opinión.
Conclusión
¿Qué conclusión se puede deducir de lo expuesto sobre la lectura? ¿Existe hoy en nuestra Universidades una “cultura de la lectura”? Estudiantes sin libros, ¿pero es posible?
Del placer de la lectura pasamos a la fotocopia (“efecto fotocopia”, como ya tengo la fotocopia ya es suficiente), y ahora hemos pasado a la Tablet, a la WWW (la nueva biblioteca de Alejandría), al “efecto Google”. Hoy el consumo cultural no depende de los ejemplares físicos (átomos), pues ha pasado a plataformas y redes digitales (bits), como “GAFA”: Google, Amazon, Facebook, Apple y sus correspondientes asiáticas “BAXT”: Baidu, Alibaba, Tencent y Xiaomi). Lo digital ha conquistado el mundo. Virtualmente podemos acceder a cualquier producto que alguien haya situado en la WWW al alcance de un clic.
Desplazados al ciberespacio, ése es precisamente el terreno de la cibercultura, caracterizada por la hipertextualidad (que trasciende la linealidad), la multilinealidad (integración en el hipertexto de distintos medios), transmedialidad y la interactividad. De aquí están surgiendo nuevas disciplinas como la “Humanidades Digitales” o la ciencia de análisis de datos (Big Data).
Pero, ¿se lee hoy más? ¿Se sabe realmente leer la Web con cierto criterio? La lectura requiere ejercicio, mucha atención, reflexión, reposo e intimidad. Desarrollar un espíritu crítico es más sencillo para quien lee un libro. Se puede ser un muy productivo científico y tener una relación incómoda con los libros. El reverso de la medalla es: sin un trabajo científico serio toda cultura de la lectura en el círculo universitario no tiene valor. La cultura de la lectura no es un sustituto del trabajo científico. Podemos afirmar que la ciencia y la cultura se complementan y se fructifican mutuamente.
2. La actividad de la discusión/debate
Ante la segunda actividad, la actividad de la discusión/debate, cabe también preguntarnos ¿Existe hoy en la Universidad la “cultura de la discusión” (“Quaestio disputata”)?
Además de los libros, la Universidad cuenta con otra actividad fundamental, a saber, el intercambio de ideas y pensamientos, o sea, la discusión/debate. En el pasado existía las “Quaestiones disputatae” con sus argumentos y contraargumentos. Se enseñaba el “De Methodo disputandi.”
Los/as estudiantes han de aprender a solucionar conflictos mediante la discusión de temas controvertidos. Existe diferencia de opiniones entre personas o grupos que motivan/obligan a buscar una solución. Ambas personas o grupos aceptan nuevas ideas y aprenden de ellas. La solución de conflictos permite a las personas desarrollarse. El alumnado debe aprender a ponerse en el lugar del otro.
La forma genuina de la discusión ha de estar en concordancia con los principios fundamentales de la lógica y esto obliga a conocer y respetar las reglas lógicas. Esta lógica puede ser la lógica silogística aristotélica, pues esta lógica tiene la virtud de controlar, corregir y disciplinar directamente el discurso. En la lógica se trata de operaciones que son realizadas no solo con números, sino con pensamientos, más concretamente con enunciados lingüísticos.
Goethe
En la última escena del Fausto de Goethe (1749-1832) dice Mefistófeles:
Caro amigo, por ello os aconsejo ante todo un Collegium Logicum. Así el espíritu será adiestrado y bien ceñido en botas españolas[8], a fin de que en lo sucesivo más circunspecto por las vías del pensamiento se deslice.
Lichtenberg
Georg Christoph Lichtenberg (1742-1799), científico y escritor alemán escribe:
“Wenn man die Menschen lehrt, wie sie denken sollen, und nicht ewighin, was sie denken sollen, so wird auch dem Missverständnis vorgebeugt” (Cuando se enseña a los seres humanos cómo deben pensar y no qué pensar se evitan también los malos entendidos)[9].
Esta cita viene recogida del libro de Paul Lorenzen, Pensamiento metódico; sin duda resulta una cita importante, desde un punto de vista metodológico, pues la obligación es enseñar cómo deben pensar y no qué pensar donde existe libertad).
Feder
Johann Georg Heinrich Feder (1740-1821), gran oponente a la filosofía de I. Kant, nos ofrece en su “Institutiones logicae et metaphysicae” de 1777, p. 133 y s., una serie de reglas para el intercambio de ideas y pensamientos:
- Cada uno se ha de esforzar para que su lengua no vaya antes que su pensamiento y aporte poco.
- En la medida que el otro aporte pensamientos, se ha de prestar atención y tener un espíritu abierto.
- En cuanto surja pelea, determinar cuidadosamente de dónde proviene y en qué consiste.
- Contradecir de manera prudente y amigablemente y al que contradice tratarlo como amigo.
- Evitar con todos los medios amargar el ánimo.
- Distanciarse de la discusión si alguien tiene la costumbre de alejarse de estas reglas o ayudarse de su error por otros medios.
3. La actividad gastronómica
Ante la tercera actividad, la actividad gastronómica definida como “cultura gastronómica”, hay que señalar que es algo más que comida. Aquí deseamos mencionar la unión de la Universidad y la “cultura gastronómica”, pero hay que decir que la cultura gastronómica, no consiste aquí en poner la mesa o saber asar el cordero, sino que empieza cuando las partes dialogantes son más importantes que la comida.
Cultura gastronómica quiere decir, en este sentido, lo siguiente: entender toda la comida como la forma más informal y abierta en la que las personas saben cómo relacionarse y dialogar entre sí. La comida en común es el lugar de conversación/diálogo.
Ejemplos ilustres
El Simposio (Banquete) de la obra de Platón es el punto álgido de una literatura del simposio de la Antigüedad que perdura hasta el Renacimiento. Este género literario no se hubiera podido pensar si no hubieran considerado los Clásicos la comida en común como el lugar del intercambio de ideas, como la plaza donde el escuchar y el oír se realiza de la mejor forma posible. Muchas palabras de Jesús, por ejemplo, las dijo alrededor de una mesa; incluso los Evangelios, según algunos, pertenecen en buena parte a la literatura del simposio.
El cuadro de Emil Dörstling: “Kant y sus convidados” (1892) refleja como Kant, además del rechazo al idealismo en su “Crítica de la Razón Pura,” rechazó también el “solipsismus convictorii” que podemos leer en su “Anthropologie in pragmatischer Hinsicht” (Königsberg, 1798). Kant tenía el convencimiento de que una persona no podía comer sola, pues la comida en común, como lo formuló en un concepto paradójico, era el bien más alto moral y psíquicamente, ya que era el lugar donde el “mundus intelligibilis” se captaba sensorialmente. “Comer solo (“solipsismus convictorii”) es para un erudito insano”.
En la mesa no solo se come, es un medio de unión y de conversación donde el espíritu se distrae y se alimenta de los pensamientos e ideas de los demás comensales. Una comida de este tipo requería reglas, pero no de cómo manejar el cuchillo y tenedor, o cómo preparar un buen plato, sino cómo se ha de tratar un problema e intercambiar ideas de la mejor forma posible. Estas reglas regulan también el número de invitados (no menos de tres (las tres Gracias) y no más de nueve (las nueve Musas), el tema que se ha de tratar, etc.
Reglas de un buen banquete que promueva el diálogo
Las reglas de un banquete servido con gusto y que anime a los reunidos son:
- La elección de una materia de conversación que interese a todos/as y de siempre a alguien la ocasión de añadir algo adecuado;
- No hacer surgir un silencio mortal, sino solo pausas momentáneas en la conversación;
- No cambiar sin necesidad el tema, ni saltar de una materia a otra;
- No dejar que surja ni que dure un espíritu de contradicción ni en sí ni en los miembros de la reunión;
- A pesar de que se trata más de un juego que de una ocupación, es inevitable que surjan las discusiones serias, por lo cual es necesario mantener las emociones disciplinadas, de manera que siempre resalte una recíproca consideración y benevolencia entre todos los presentes.
- Sentarse a compartir una comida conlleva entre los participantes una especie de contrato tácito de confianza mutua, de discreción y fidelidad (Verschwiegenheit); no debe comentarse fuera de la reunión ningún asunto que pueda poner en situación incómoda a alguno que fue compañero de mesa, ya que eso aniquilaría la confianza, con lo cual se pierde también el deleite de gozar en sociedad [7].
La Universidad generadora conocimiento e innovación
La Universidad desempeña hoy una actividad especial en la creación e innovación del conocimiento científico-tecnológico. No toda información es conocimiento (existe mucho ruido informativo). La información se transforma en conocimiento cuando ha sido asimilada, comprendida y situada en su contexto y el conocimiento, que contiene significado conferido por los seres humanos a partir de lo que han aprendido e internalizado, puede tener, según los clásicos, tres formas diferentes:
1) conocimiento científico basado en la justificación,
2) conocimiento profesional-práctico, basado en la acción, y
3) conocimiento ético-político, basado en la sabiduría práctica y ética, o puede abarcar holísticamente multiplicidad de conocimientos/saberes de todo tipo, de cualquier cantidad y cualidad, de cualquier combinación y de cualquier representación, pero siempre con criterios.
La sociedad innovadora necesita, a su vez, la investigación y el emprendimiento. El doble carácter de la Universidad se refleja en:
1) El investigador/a que las distingue como creadoras de conocimiento.
2) El emprendedor/a que las sitúa como elementos indispensables para trasladarlo en aplicaciones generadoras de crecimiento.
Por eso, la Universidad emprendedora debe incluir la educación en competencias emprendedoras y la motivación al emprendimiento en su proceso formativo de los/as universitarios/as, con independencia de su actividad, sean estudiantes, doctorandos o investigadores.
NOTAS
[1] Helmut Schiedermair. Universität ohne Kultur? Das Bildungssystem und die Industriegesellschaft von morgen, en “Mitteilungen des Hoschulverbandes.” 34, (1986)
[2] Norbert Hinske. Universität ohne Kultur? Plädoyer für eine neue Lese-, Gesprächs- und Esskultur, en “Universitas. Zeitschrift für Wissenschaft, Kunst und Literatur”. 3, (1988).
[3] A. Kroeber y C. Kluckhohn (1952). Culture: A Critical Review of Concepts and Definitions. Cambridge, Massachusetts: The Museum.
[4] Ver también “Institutiones philosophiae rationalis”, Wittenberg, 1780
[5] Christian Wolff (1728). Philosophia Rationalis sive Logica. Frankfurt/Leipzig, 1728, Sección III: De Usu Logicae in Libris conscribendis, dijudicandis et Legendis, cap. I. De librorum differentia, p. 537 ss
[6] Kant´s gesammelte Schriften, Akademie-Ausgabe, Berlín
[7] J. E. Beltrán Miranda (2004): “Kant y sus convidados”, en Revista Digital Universitaria. Vol. 5, Nº 11 (http://www.revista.unam.mx/vol.5/num11/art86/dic_art86.pdf, 17.10.2021)
[8] Las «botas españolas» hacen alusión a los instrumentos de tortura.
[9] Paul Lorenzen (1973). Pensamiento metódico. Buenos Aires: ed. Sur, p. 23.
About the author
Nicanor Ursua
Nicanor Ursua es Licenciado y Doctor en Filosofía por la Universidad de Munich. Actualmente es Profesor del Máster de la Universidad del País Vasco en Filosofía en un mundo global. Sus áreas de docencia e investigación son la epistemología; ciencia, tecnología y sociedad técnica, y filosofía y globalización