4.- Diferenciación de las esferas pública y privada de la vida

§ 12.- La diferenciación occidental de pathos, ethos y logos

La subjetividad humana, de un modo especialmente intenso en occidente y en la época histórica, se dilata y diferencia sus funciones y actividades, en el orden de las esferas primarias de la cultura, y particularmente en el de las secundarias, en el de la técnica, el arte, la ciencia, y la filosofía.

En ambos géneros de esferas se consolida el sentimiento de sí y el modo de ser afectada la comunidad y la persona singular, el pathos, el modo de ser y de comportarse, el ethos, y el modo de discurrir y de afirmarse reflexiva y cognoscitivamente, el logos. El modo en que la subjetividad, colectiva y personal, se diferencia al alcanzar la madurez y plenitud de la esencia se expresa en el modo en que quedan configurados su corazón, su voluntad y su inteligencia.

Esta diferenciación, dilatación y configuración de la subjetividad personal y colectiva, según las esferas de la cultura, da lugar a una diferente configuración de la subjetividad según los estilos operativos de la psique, que no es la misma para las personas dedicadas a actividades profesionales y laborales diferentes, manuales o intelectuales, de gestión con personas, números o datos, creativas o rutinarias, etc.

La vida calcolítica, representada mediante círculos y elipses regulares (ROREM § 2) en el diagrama de Venn 1, recoge un número pequeño de actividades profesionales y grupos sociales que las realizan.

En las sociedades estatales democráticas, representada en el diagrama de Venn 2, la vida cotidiana, la vida en el área AProf, se determina desde la Ortodoxia (AR+AP+AL+AE) y desde la autonomía de los grupos y los individuos. En la Antigüedad, los grupos y las personas tienen un sí mismo y un yo diferenciados, y además tienen autonomía.

En la Antigüedad, en la polis, la esencia humana alcanza la plenitud de su medida con su mayoría de edad, la plenitud de su libertad y de su autonomía operativa. Pero en la medida en que la polis se amplía y ofrece más posibilidades operativas, y a medida que la autonomía personal se ejerce creativamente en direcciones muy diferentes, esa homogeneidad de la mayoría de edad, da lugar a una pluralidad indefinida de estilos grupales y personales de formas de vida.En la sociedad democrática antigua, para cada grupo e incluso para cada persona singular, las áreas de los círculos y las elipses dejan de ser regulares y aparecen todas como secantes en grados enormemente diverso, según que el conjunto de las actividades vitales tenga más proporción de un género de actividades o de otro, o sea, según cuál sea la forma de vida de cada grupo y de cada individuo.

Estas formas de vida se agrupan en la Antigüedad, el Medievo y la Modernidad en unas pocas categorías de las sociedades feudales medievales, y de las estamentales modernas con su sistema laboral de gremios. Pero después de las 5 revoluciones industriales acontecidas entre los siglos XVIII a XXI, la sociedad de clases de los siglos XIX y XX se disuelve en las sociedades postindustriales, de la información y la comunicación. En ellas las pocas docenas de formas de vida anteriores se multiplican en las numerosas, novedosas y a veces imprevisibles formas de vida del mundo globalizado.

A partir de la Edad de los metales están diferenciados el yo y el sí mismo, se pasa del estado de naturaleza al estado civil, como decían los ilustrados, y se alcanza el mínimo grado de libertad que permite cumplir y transgredir leyes, defraudar al fisco, ser hipócrita y ser auténtico.

Devoto de Larsa
Devoto de Larsa. Museo del Louvre. Imagen en Wikimedia.Dominio público. (Infografía)

A partir de la Antigüedad están diferenciados plenamente el corazón, la voluntad, el intelecto racional y el intelecto espiritual, y lo están social, cultural e individualmente a la vez, que es la única manera posible de estar diferenciados. Esta diferencia entre el modo de vivir institucionalmente el contenido de las esferas de la cultura y el modo de vivirlo familiar y personalmente, es la diferencia entre lo público y lo privado, entre la sociedad civil y la familia, que se produce en el neolítico (MORN § 10).

La conciencia del yo y del sí mismo individuales se constituye como tal en virtud de la diferenciación del logos, del Nous, y como una cierta autonomización. Eso permite a la conciencia individual constituirse como soberana, e incluso a creerse absoluta, en el seno de la comunidad que la constituye y la sostiene. Y así nacen las grandes tareas, protagonizadas por pequeñas escuelas, e incluso por una sola persona, de la ciencia, la filosofía, el arte y la mística, en tanto que formas de vida personales, como se verá en el capítulo siguiente.

El yo, que en la Edad de los metales se ha diferenciado del sí mismo (ROREM § 68), en la Antigüedad se puede poner donde el sí mismo siente su ser, en la dimensión de pathos del sí mismo, donde el sí mismo tomas su decisiones y se compromete, en la dimensión del ethos,  y donde el sí mismo sabe de sí y del mundo, en la dimensión del logos, y desde cada una de ellas puede referirse a las esferas de la cultura. El yo puede ponerse en esos lugares del sí mismo y del psiquismo alternativamente o también sucesivamente, pero no simultáneamente. El hombre puede vivir con todo su corazón, con toda su alma y toda su mente la religión, la política, la justicia y la economía, sucesivamente o alternativamente, pero no simultáneamente y permanentemente.

Si el yo se ubica de modo pleno y completo en el centro del sí mismo, busca ahí su fundamento trascendente y lo encuentra, entonces nace la religión del culto interior.

Si el yo se ubica de modo pleno y completo en el centro del sí mismo, y busca su proyección social e histórica, entonces nacen la política, el arte o la ciencia como profesión y vocación, casi como religión. Ahí nace la autonomía de la interioridad individual, ahí el sí mismo y el yo se generan y regeneran cada vez en mayor medida durante la época histórica en occidente.

Lao-Tse, hacia los siglos VI-IV aC
Lao-Tse (Hacia los siglos VI-IV aC (Infografía)

La religión del culto interior, la mística, quizá primero nace en oriente y luego en occidente. Quizá primero la inician Lao Tse y Buda, y luego Zoroastro, Hermes, Orfeo y Pitágoras. Ya se verá. En todo caso la religión del culto interior es una religión de la persona, aunque haya escuelas, y no de las instituciones.

A partir de la Antigüedad y durante el periodo histórico, las instituciones religiosas, especialmente las iglesias de la cristiandad, recogen lo que la humanidad europea ha producido en las formas del culto desde el paleolítico, lo que ha producido en las formas de la moral desde el neolítico, lo que ha producido en formas de revelación desde la edad de los metales, y lo que ha producido en las formas de la oración.

Recoge todas esas tradiciones, las reúne en un conjunto de prácticas y saberes institucionales, y las transmite, según el modo propio de las personas jurídicas, para uso y provecho de las personas físicas.

Solamente una persona jurídica, una institución, puede acumular una tradición tan extensa y variada y transmitirla. Y solamente una persona física puede asumir esas tradiciones en su intimidad y aportar vida desde su intimidad a las instituciones.

Así sucede en la religión institucionalizada de la época histórica, en la historia de la cristiandad. Las sucesivas síntesis objetivas de la institución se establecen como contenido de la vida y la vivencia de las personas físicas, como síntesis subjetivas de las personas singulares durante la modernidad, hasta que ambas síntesis, la objetiva y la subjetiva, saltan al fin de la modernidad como crisis, como conjunción no sostenible de elementos.

Entonces el sí mismo sustancial de la institución (de la Iglesia) y el de las personas singulares, y la conciencia subjetiva de la institución y de las personas singulares, se repliegan sobre el sentimiento de sí, y quedan recogidos en su pathos, desconcertados en cuanto a su actuación presente y futura, sin encontrar claves en su ethos, y buscando y rebuscando con la mente abierta para descubrir lo que ha pasado, en una apelación al logos. Ese es el tema del volumen V, como se ha dicho.

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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