2.- La revelación como palabra sagrada y como escritura sagrada

 

§33.1.- La oración como rito y como relato. Las escrituras sagradas

 

En el paleolítico la religión se vive en clave de matar para vivir, como parricidio y reconciliación, como veneración de la fuente de la vida, o sea, como sacrificio, y la divinidad se percibe y se concibe como vida y fuente de vida.

En el neolítico la religión se vive como acercamiento a la divinidad, como descubrimiento de ella en tanto que humanizada y humanizable. Entonces la religión se transforma en una relación que empieza a ser familiar y humano-divina, en una relación paterno-filial, materno-filial, de veneración y afirmación de la vida como veneración y afirmación del padre y de la madre.

Oración inca
Ofrenda inca a la Pachamama, diosa de la tierra y de la fertilidad. Imagen 1

El sacrificio se humaniza también. Los hombres ofrecen frutos de la tierra y del trabajo y reciben, de las dimensiones paternales de la divinidad, fuerza, valentía, inspiración creadora, grandeza de ánimo, discernimiento de juicio, y muchas otras capacidades masculinas. De las dimensiones femeninas de la divinidad, reciben cobijo hogareño, alimento, placer, plenitud de la dicha, amor.

Entre el 10.000 y el 5.000 AC se perfilan todas esas dimensiones de la divinidad, que en el calcolítico empiezan a aparecer en las religiones politeístas del mediterráneo oriental. Un buen número de las divinidades del politeísmo griego aparecen como fuerzas cósmicas y atributos y cualidades divinas hacia el 5000 AC, y casi todos los cauces conocidos de relación con la divinidad están ya abiertos, porque ya se han puesto en marcha las actividades correspondientes a las diferentes esferas de la cultura.

No se sabe cuántos y cuales aspectos del lenguaje están desarrollados, pero como en el 5.000 empiezan las primeras formas de escritura, la maduración lingüística requerida para la escritura tenía que estar ya presente a finales del neolítico, aunque no se sepa muy bien en qué consistía esa maduración.

También ese desarrollo del lenguaje afecta a la percepción, a la imaginación y a la concepción de lo divino. Lo divino y sus dimensiones paternales y maternales empiezan a expresarse con actitudes y rasgos humanos al final de neolítico, porque a partir del 5000 aparecen por todas partes y con mucha profusión divinidades antropomórficas. Desarrollo del lenguaje, humanización de la divinidad y divinización de la humanidad parecen correlativos.

El tercer gran periodo en el desarrollo de las religiones es el de la edad los metales, entre 5000 y el 1000 AC. Ahora se añade al culto sacrificial paleolítico y a la humanización de la moral religiosa neolítica, la promesa de salvación y la fe en ella. Lo característico de las religiones mistéricas es la salvación. En este periodo el lenguaje ordinario o natural ya está plenamente desarrollado, pero no la escritura.

El último gran periodo en el desarrollo de las religiones es la primera fase de la época historia o historia antigua, desde el 1.000 AC hasta el 2000 DC. La novedad que trae consigo la historia es el culto interior y el nacimiento de las grandes religiones en la era axial. 

Hacia mediados del primer milenio AdC coinciden la predicación de Lao Tse, Confucio, Buda, Zaratustra, la de los profetas hebreos durante la cautividad de Babilonia y el descubrimiento del intelecto y el logos en Grecia con Pitágoras, los cultos mistéricos y los milesios. Siglos más tarde aparecen el cristianismo y el islam, con lo que se completa la génesis y el despliegue de las religiones humanas.

Persona en oración
Orante. Imagen 2

Si la religión paleolítica tiene como rasgo más propio la liturgia del sacrificio, la del neolítico la humanización mediante la ley moral y la de los metales la promesa de salvación y la confianza en ella (fe), el rasgo más propio de la religión de los comienzos históricos es el culto interior, es decir, la plegaria.

Las cuatro dimensiones de la religión que se han enunciado en su enfoque sistemático: culto, moral, dogma y plegaria[1], aparecen según la secuencia cronológica de paleolítico, neolítico, edad de los metales y época histórica.

En cada una de esas etapas, las nuevas dimensiones de la religión, asumen y configuran de nuevo las anteriores. En el neolítico el sacrificio paleolítico de animales salvajes y de seres humanos se cambia por el de animales y vegetales domésticos y empieza a humanizarse la divinidad. En la edad de los metales el sacrificio se hace más simbólico, la cruenta moral neolítica se humaniza y las divinidades se espiritualizan. En los inicios de la época histórica, en la antigüedad, el sacrificio, la moral y el dogma pasan a tener su realización plena y real, y no simbólica, en la plegaria y el culto interior.

En las diferentes religiones históricas, al igual que en los individuos, unas dimensiones de la religión tienen más peso que otras, hasta poder desaparecer algunas de ellas, pero casi siempre es posible reconstruir las cuatro fases históricas de las religiones o sus cuatro dimensiones esenciales.

El enfoque y la concepción paleolítica de la divinidad, está en correlación con las condiciones culturales de entonces, y lo mismo por lo que se refiere al enfoque neolítico. Tanto en una época como en otra, el horizonte ético y el horizonte estético del hombre son insuperables. Es decir, no es posible formarse una representación de Dios menos poderoso, y menos valioso, de lo que en cada periodo es conocido como máximo poder y máximo valor.

En el paleolítico no hay nada más poderoso que el rayo, el sol, la lluvia y en general las fuerzas cósmicas, y nada más valioso que la vida, y no puede representarse ni admitirse una divinidad por debajo de ese nivel. En el neolítico no hay nada más poderoso que la semilla y la palabra, que constituyen las comunidades políticas y determinan los acontecimientos, y nada más valioso que el conjunto de vínculos que mantienen unidos a los individuos en la comunidad doméstica, en la familia, en la comunidad política, o sea, el amor, o como decía Platón en el Protágoras, el pudor y la justicia, y no puede concebirse ni admitirse una divinidad por debajo de ese nivel.

A partir del calcolítico la representación, la concepción de Dios, es la representación y la concepción de la palabra, del lenguaje. Es el lenguaje. A partir de ese momento, como ya se ha indicado, la totalidad de lo real se concibe como resultado de la actividad creadora de Dios, y la actividad creadora se realiza mediante la palabra.

Pero no solamente el mundo resulta de la palabra. Es que, como se ve a lo largo del periodo histórico, y de las versiones históricas de la religión, Dios también es palabra, o es lenguaje, o ambas cosas.

Es posible que el lenguaje sea una de las más adecuadas imágenes de lo divino[2]. Y es probable que las concepciones calcolítica y antigua de Dios, se correspondan con la concepción calcolítica y antigua del lenguaje.  

En el lenguaje siempre hay, por lo menos, dualidad: el hablante y el habla, o trinidad: el hablante, el decir y lo dicho, o bien la trinidad del que habla, del que escucha y del habla misma, o bien la trinidad de los hablantes: primera persona, segunda persona y tercera persona.

Musulmán en oración.
Hombre musulmán en oración. Imagen 3

¿Sale el lenguaje del silencio? ¿Es el silencio anterior al lenguaje y fundamento de él? ¿Puede ser Dios, a la vez, silencio y lenguaje, nada y creación? ¿Se puede pensar que el verbo es Dios o que sale de Dios, y entonces, se puede pensar que Dios es verbo? ¿Qué relación puede haber entre Dios y verbo?    

Los hombres del calcolítico quizá no podían hacerse estas preguntas, o quizá sí, aunque las formulasen de otra manera, pero los de la antigüedad lo hacen resuelta y decididamente.

La escritura es el modo en que la palabra es a la vez temporal (histórica), intemporal (objetiva, como los entes ideales), y eterna (con el tipo de duración de la vida divina).

 

Para consultar la entrada anterior, pincha aquí.

 

NOTAS DE LA ORACIÓN COMO MITO Y RELATO

[1] Choza, J., El culto originario: la religión paleolítica. Sevilla: Thémata, 2016, § 1.

[2] Ese no es solamente el punto de vista de los antiguos judíos, los antiguos griegos, los antiguos cristianos y los antiguos musulmanes. Es también el punto de vista de diversos modernos y contemporáneos, y entre otros, el de Heidegger en la Carta sobre el humanismo, Madrid: Alianza, 2000 y en Fenomenología y teología, en Hitos, Madrid: Alianza, 2007.

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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