1.- Formas de vida. El individuo en la época histórica

 

§17.- La vida religiosa en la época histórica. Culto, moral y revelación oficiales y oración personal.

En la Antigüedad es cuando se alcanza la madurez social y personal del hombre, cuando aparece la polis, el estado de las sociedades complejas, y cuando aparece la autonomía individual, la autodeterminación personal en las formas de vida. A partir de ese momento, tanto el estado como el individuo, inician el proceso histórico de su maduración, que consiste en la integración de todos los individuos en la comunidad, en el reconocimiento pleno de las libertades individuales, de los derechos subjetivos, en la dinámica de la sociedad y del estado, o sea, en el derecho público. Cuando eso sucede los filósofos hablan de final de la época histórica, desde Hegel a Wittgenstein y Gadamer.

A partir de la Antigüedad la religión, en tanto que actividad pública, integra el culto, la moral y la revelación, que son las formas de la religión de las etapas anteriores, y en tanto que actividad personal, en tanto que oración personal y experiencia mística, nace y se desarrolla como actividad privada, de un modo armónico o conflictivo.

Esta integración del culto, la moral y la revelación de los periodos anteriores en una sola forma de religión, se produce de un modo más o menos reflexivo, es decir, de un modo más o menos institucional, impulsada por las autoridades civiles y eclesiásticas, constituyendo la ortodoxia.

Ese es el modo en que se conoce y se vive la religión en las sociedades complejas, y especialmente en la cultura occidental, desde comienzos de la época histórica hasta el siglo XX.

¿Por qué se configura la religión así, con tres de sus dimensiones en el ámbito público y una en el ámbito privado?, ¿por qué esa articulación de las cuatro dimensiones de la religión manifiesta cierta tensión problemática desde la aparición del cristianismo?

Las tres formas prehistóricas de la religión, se viven ciertamente de modo auténtico y no fingido, de un modo normal, y a veces también como forma de vida comprometida, por los profesionales y funcionarios que tienen la misión de ejercerlas y explicarlas. Entre los individuos que viven la religión de un modo normal, van surgiendo otros que empiezan a vivirla como una forma de vida muy comprometida, pero no en tanto que comportamiento profesional, o comportamiento ético en sentido de Kierkegaard, como hacen los sacerdotes, sino en tanto que unión íntima con la divinidad, es decir, como un comportamiento religioso en el sentido de Kierkegaard.   

Cuando la comunidad humana alcanza la madurez de su esencia en la polis, y el individuo humano alcanza la madurez de su esencia en la autoconciencia y el lenguaje, como dice Aristóteles, al mismo tiempo la religión, como práctica comunitaria y como actividad personal, alcanza la madurez de su esencia en la mística, en lo que Kierkegaard llama existencia religiosa.    

Oracion personal
Maestro espiritual

Cuando alcanza la madurez de su esencia en época histórica, la religión se diferencia en oficial y personal. Generalmente las religiones de la Antigüedad son suscitadas por maestros espirituales, que tienen experiencia mística y una vida religiosa de intimidad con la divinidad.

Desde esa experiencia enseñan y proponen la religión del culto interior, pero generalmente con conciencia de que ese tipo de existencia religiosa no puede ser el camino común de toda la sociedad. Semejante conciencia de la doble dimensión de la religión es clara en Lao Tse, Budha, Zoroastro y Jesús, y, aunque menos perceptiblemente, también en Confucio.

Los creadores de religión de la era axial saben que la religión profética, que viene del calcolítico y se consolida en la antigüedad, puede tener vigencia para toda la comunidad, y que puede integrar bien a las instituciones sociales con los individuos, y saben también que la religión mística no tiene esas características y no puede tenerlas, al menos en la época histórica. Por eso en las religiones de la antigüedad aparece la figura del monje, el sabio, el contemplativo, como lo que más las caracteriza en relación con las formas anteriores de religión y las formas públicas en la época histórica.

En la época histórica se integran institucional y públicamente el culto, la moral y la fe revelada, y se le abre cauce institucional a la oración y a la mística para su desarrollo privado.

Esta división del trabajo en el ámbito religioso tiene lugar porque sin la diferenciación entre lo público y lo privado es casi imposible que se desarrolle una vida religiosa, y cualquier vida humana, que tenga carácter histórico. La acumulación y transmisión de la cultura y de la vida solo puede hacerse socialmente, es decir, institucionalmente. Por eso hay iglesias y escuelas espirituales, como hay academias y liceos de ciencias y artes, y gremios, y grupos de mujeres que se reúnen para llorar a los muertos o para la iniciación de los vivos.

Escuela religiosa

La diferenciación entre estas dos dimensiones de la religión, y el desarrollo autónomo de la oración personal, es indispensable para la formación y madurez de la humanidad, en tanto que comunidad del género humano autoconsciente de sí misma, formada por individuos autónomos plenamente autoconscientes.

Como forma simbiótica, que a veces se entiende como parasitaria despectivamente, porque la mística no tiene un rendimiento social inmediato. Lao Tse es considerado como un anarquista insolidario desde el neoconfucianismo del partido comunista chino, y en algunos momentos del siglo XX, también los místicos europeos. En cierto modo, ese es el sentido de la tesis de Ortega en su Defensa del teólogo frente al místico[1].

Las religiones mistéricas, o sea, las religiones de la oración personal, surgen cuando, al diferenciarse y autonomizarse el Nous, y alcanzar el espíritu la madurez que le es propia, la religión pública oficial ya no es una mediación suficiente entre el hombre y lo sagrado.

Cuando la vida personal, diferenciada de la social y de la familiar, se ha hecho muy relevante para el yo y para el sí mismo, y el hombre pasa mucho tiempo a solas consigo mismo, entonces surge también la filosofía de la vida, la de Eumeo y la de Ulises, y la religión personalizada de Eumeo y Ulises. Esa religión personalizada, que aparece muy claramente en Sófocles, Ezequiel, y otros, se institucionaliza en grupos privados y surge la personalización de la religión, la religión de la oración personal, de la relación íntima con lo divino. Un tipo de relación con Dios para la que las mediaciones anteriores resultaban insuficientes porque se trata de una relación directa e inmediata, es decir, se trata de una relación en las que las mediaciones sobran.  

oración personal
Mujer rezando

La experiencia de la meditación surge en el seno de las religiones mistéricas, porque también la religión personal, la que no requiere mediadores entre el hombre y Dios, tiene su dimensión social. También ella se institucionaliza, porque también se enseña y se transmite, y quienes lo hacen son los maestros de oración. La comunicación siempre es social entre los humanos, y las formas de la religión también, pero a partir de la época histórica hay también siempre una oración personal.

Desde este punto de vista, la religión parece desplegarse, en sus dimensiones y en su historicidad, según el esquema que se expuso en el prólogo del volumen tercero, y que se reproduce ahora al estudiar el periodo en que queda completada.

 

Tipología histórica y existencial de las religiones

Paleolítico

Neolítico

Calcolítico

Antigüedad                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

 

Religión

del Culto

Religión

de la Moral

Religión de la

Revelación

Religión de

la Oración

Mediación con lo sagrado

Chaman

Sacerdote

mago

Pontífice, Escriba, Profeta

Guía espiritual

Maestro

Símbolos presentativos y

Re-presentativos

de lo sagrado

Entes físicos

Astros, Fuerzas cósmicas

Animales

Entes sociales

Padre, madre

Rey, Santuario, Ciudad, Cultivos

Entes espirituales

Palabra, escritura

promesa

Escritura

No representación

Unión mística

Tipo de afirmación y reconocimiento entre el hombre y

lo sagrado

Rito de caza

Sacrificio

Reconocimiento mutuo integral

Promulgación de la ley y Promesa.

Pacto y Obediencia

Revelación.

Conocimiento de los misterios.

Fidelidad a la fe

Unión mística

Amor interpersonal

Tipo de comunidad religiosa y

 

Chamanismo universal

Shintoísmo

Relig.  Tribales

 

Judaísmo,

Relig. inca

Relig. azteca

Confucianismo

Relig. Estatales

Relg. Imperiales

Relig. mistéricas

Cristianismo

Islam

 

Relig. orientales

Budismo

Taoísmo

Sufismo

Rel. Personales

Tipo de referencia existencial a lo sagrado

Existencia estética

Existencia ética normativa

Existencia ética

intelectual

Existencia religiosa

Cuando al final de la época histórica la subjetividad personal alcanza la medida de su esencia y queda satisfecha en su exigencia de reconocimiento, su crecimiento y sus aportaciones espirituales religiosas pueden garantizarse y custodiarse de otros modos.

En la época histórica la religión mística, personal y privada, surge, y se mantiene, en forma simbiótica con la religión profética e institucional. Terminado este periodo, el comportamiento religioso desarrollado dentro de las categorías e instituciones religiosas, queda en cierto modo homologado con los comportamientos de afirmación y asistencia a la vida, desarrollados al margen de ellas desde el esquema religioso trascendental.

Cuando eso ocurre, como se analiza en el volumen V, se produce la crisis de las instituciones religiosas, de su autoconciencia de legítimas gestoras de las categorías religiosas y de la salvación en términos de monopolio (extra ecclesia nulla salus, fuera de la iglesia no hay salvación).

En un primer momento, es decir durante los siglos XIX y XX, las afirmaciones de la vida basadas en los esquemas religiosos trascendentales, como las revoluciones industriales y políticas, los grandes descubrimientos o las campañas pacifistas, y realizadas al margen de las categorías religiosas convencionales, son miradas como sospechosas, satánicas o usurpadoras de la misión salvífica.

Pero desde mediados del siglo XX, los anatemas contra la beneficencia, munificencia y magnificencia de los rivales seculares, y las sospechas sobre ellos, se transforman en interrogaciones y dudas acerca de la propia misión, la propia legitimidad y el propio sentido.

A medida que la autoconciencia de la sociedad civil, llegada a su madurez, asume sus rasgos esenciales de libertad, igualdad y fraternidad, y se los propone a sí misma como fines supremos de la actividad  humana. A medida que se descubre a sí misma fundamentada en los esquemas religiosos trascendentales, saca las consecuencias de la identidad entre el amor a Dios y el amor a los hombres, proclamada por las religiones positivas, y empieza a compartir las mismas dudas y perplejidades de las iglesias sobre la misión, la legitimidad y el sentido de las instituciones religiosas.

La autoconciencia religiosa y la autoconciencia civil, como se verá en el volumen V, registran la crisis del tránsito de su condición de autoconciencias históricas, empíricas y particulares, a su nuevo estatuto de autoconciencias trascendentales de la esencia humana, que ciertamente no deja de ser histórica.

NOTAS

[1] Ortega y Gasset, José,: “Defensa del teólogo frente al místico” (1929), en: Obras completas, Madrid: Revista de Occidente, 1964, t. V, p. 456.

DIRECTORIO DE IMÁGENES

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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