1.- Ontología de la creación, de la redención y del lenguaje religioso

 

§ 60.2.- El mal y la redención

Hay numerosas versiones de los momentos de la creación, la caída y la redención, tanto narrativas literarias como filosóficas conceptuales. Las versiones narrativas se extienden en una gama que va, desde una diferenciación mínima entre creador y criatura en los emanacionismos orientales, hasta una diferenciación máxima entre ambos en los creacionismos occidentales.

En las versiones orientales se da un mínimo de diferenciación, es decir, la creación efectiva y el conflicto son máximamente naturales y espontáneos, y mínimamente voluntarios. En las versiones occidentales, se da un máximo de diferenciación, es decir, la creación efectiva y el conflicto son máximamente voluntarios y mínimamente naturales.

Pecado y tentación. Imagen 1

Las versiones filosóficas conceptuales también abarcan una gama que va, desde una diferenciación mínima entre el creador y las criaturas, con un máximo de espontaneidad en el proceso, en las versiones derivadas de Pitágoras y Platón, hasta una diferenciación máxima, en las versiones judeo-cristianas e islámicas derivadas de los presocráticos y Aristóteles. 

En concreto, en el planteamiento de Pitágoras, a partir del número uno, se puede generar el universo matemático en una cierta correspondencia con el universo real, con una cantidad de matices y con una precisión hasta entonces desconocida.

Por otra parte, a partir de la experiencia de la metalurgia y de las transformaciones logradas mediante el fuego, se puede generar la unidad del universo físico, articulando y fusionando todos los opuestos[1], como hace Heráclito en el orden teórico, y como hace la alquimia y la teúrgia en general en el orden práctico.

Dicho de otra manera, la diferenciación entre el creador y la criatura se expone en oriente más bien desde el punto de vista del intelecto, o desde un punto de vista prevalentemente matemático, y en occidente más bien desde el punto de vista de la voluntad, o desde un punto de vista prevalentemente físico. En ambos casos se toma como clave el logos, la palabra, porque la palabra puede ser considerada tanto desde el punto de vista del intelecto como desde el de la voluntad. 

La caída, pecado original, pecado en general o desorganización del universo creado, consiste, desde el punto de vista narrativo, en una debilidad, declaración de independencia o rebeldía y enfrentamiento abierto de la criatura con el creador. Desde el punto de vista ontológico, consiste en la autonomización de la sustancia que pasa a situación de poder afirmar su sustancialidad por sí misma (pecado original general) y a actividades de afirmación efectiva de sí misma (pecados particulares).

El enfrentamiento aparece con mayor o menor viveza y generalidad, según el mayor o menor grado de autonomía y espontaneidad de los diferentes seres creados respecto del creador, y según el mayor o menor número de conexiones y sintonías entre los diversos grupos y niveles de seres creados. La intensidad y universalidad del enfrentamiento es probablemente menor en las versiones narrativas religiosas orientales que en las occidentales, y, dentro de las versiones conceptuales, probablemente mayor en las versiones aristotélico-tomistas que en las de las ontologías neoplatónicas.

En el caso del ser humano, la ontología del pecado original se puede describir, según los elementos de la tabla anterior, como el momento en que el yo se diferencia de la sustancialidad del acto primero y se establece como acto segundo autónomo y hegemónico. Este acontecimiento también se puede describir, desde el punto de vista biográfico narratico y desde el punto de vista fenomenológico existencial, como pérdida de la inocencia, como paso de una unidad atemporal, a una secuencialidad temporal, a la completa dependencia del acto segundo de sí mismo, y al despliegue de los actos segundos constitutivos de la biografía y de la historia.

Esta autoposición de la propia sustancialidad, en la que consiste el pecado original, es, a la vez, el momento de la máxima semejanza e identificación con el creador, que es el absoluto en sí y por sí.

La criatura, compuesta de diversos sentidos de la nada y de diversos sentidos del ser, puede afirmarse a sí misma en tanto que nada, y también en tanto que ser, y en ambos casos hay identificación con el creador. En el primer caso, en el del pecado, se identifica con el creador en tanto que ente creado, cuando se afirma en lo que es de suyo en tanto que nada, cuando se afirma como nada, en uno o varios de sus sentidos, que es lo que la criatura es de suyo. En eso consiste el pecado y el mal, o sea, la soberbia, avaricia, ira, etc., en la afirmación de sí mismo en tanto que pura vacuidad 

En el segundo caso, en el de la reconciliación, el ente creado en tanto que ente relativo se identifica con el creador cuando se afirma no como absoluto de modo directo e inmediato, sino como relativo a su fundamento, como referido a su fundamento, cuando se afirma como acto de ser y del creador que lo ha puesto. En la reconciliación el ente creado se identifica con el creador, en tanto que ser relativo al ser creado, y en tanto que ser relativo en su estructura triádica interna.

En las versiones narrativas de la caída, el episodio aparece con muy diferentes intensidades dramáticas. En la biblia judeocristiana y en el Corán, aparece con la forma de simple desobediencia. En las mitologías hindú y griegas, se da como lucha contra el padre en diversas modalidades, desde las formas de asesinato hasta las de guerra abierta entre linajes y familias.

En las versiones ontológicas conceptuales, la caída aparece siempre como una actividad que se da en el orden de las actividades denominadas actos segundos, y no en el orden del acto primero, que es el orden constitutivo de la sustancialidad.

La pretensión de autonomización, de constituirse ontológicamente como absoluto mediante la actividad propia, mediante los actos segundos, produce una escisión ontológica que, en un ser dotado de sensibilidad, se registra como las formas negativas de la afectividad, como dolor, pena, rabia, angustia, desesperación, etc., o sea, como la serie completa de los actos y sentimientos negativos (pecaminosos), cualquiera que sea la sistemática en que se presenten.

Los pecados se registran afectivamente según todos los efectos negativos mencionados, porque la pretensión de constituirse en acto primero mediante un acto segundo, que se apoya en su propia dimensión de nada, es ontológicamente inviable.

 

Las formas de la reconciliación se registran afectivamente según las formas de los sentimientos positivos de gozo, satisfacción, poder, piedad, etc., porque la pretensión de identificarse con el acto primero, y de constituirse como acto segundo en acto primero, apelando al fundamento, es viable en general, y más aún si el fundamento aporta su colaboración, que es lo que significa la redención en término ontológicos. 

Desde el punto de vista narrativo e intersubjetivo, la escisión entre el yo que se pone en la nada de sus actos segundos y en la nada de sí mismo, y pretende prevalecer sobre su sí mismo como acto primero, da lugar a todas las formas de mal, de maldad y de perversión, porque la pretendida autonomización es de todo punto inviable. En este sentido el mal no es estrictamente la nada, sino la pre-tensión y la tensión del ser creado (viviente, espiritual) de constituirse como un absoluto en sí, o sea, como nada. El mal es la conversión del ser en pretensión aniquiladora, en la máxima potencia destructiva de que es capaz.

Con una metáfora tomada de la física, podría describirse como una escisión no del núcleo del átomo de hidrógeno, con la liberación de energía propia de la bomba atómica, sino como una escisión del núcleo del acto de ser del viviente respecto del fundamento de su sustancialidad, que liberaría una energía destructiva, aniquiladora en muchos más sentidos que la bomba atómica.

Esto significa que el mal tiene toda la potencia del ser del acto primero, asumida en el acto segundo con la pretensión de una aniquilación que no puede consumarse.

 

redención del pecado
Redención. Imagen 2

La redención, desde el punto de vista ontológico, es la afirmación del acto segundo como absoluto, mediante la afirmación como absoluto del acto primero desde su fundamento. La redención es una reconciliación, una reparación de los desperfectos ocasionados en el acto primero por el acto segundo, practicable mediante la colaboración del fundamento, que es el único poder eficaz sobre el acto primero.

Otorgar al acto segundo eficacia sobre el acto primero, significaría algo así como una divinización de la criatura sustancial, en cuanto que es dotar al sistema de actos segundos de un poder reconstituyente o constituyente del acto primero, que pertenece solo al fundamento[2]. Esto es lo que en términos narrativos se denomina salvación eterna, vida inmortal en comunicación íntima con el Dios inmortal, recapitulación, redención, realización de la plenitud del reino, banquete celestial, etc. La salvación, obviamente, solo puede cumplirla el creador, porque él es el único que tiene recursos para recomponer la creación deteriorada.

La descripción de todo el proceso de creación, caída y redención, se encuentra en las versiones rituales, morales y narrativas del culto, de la religión, que se comprenden cuando se celebra el culto y cuando se leen e interpretan las escrituras. La percepción y compresión de un solo golpe de todo el proceso, es aquello en lo que consiste la oración contemplativa y la experiencia mística, como se ha dicho (§§ 36, 38 y 39), y como a continuación se examina.

 

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NOTAS

[1] Eliade, M., Herreros y alquimistas, Madrid: Alianza, 1983.

[2] La ontología personalista del siglo XX, desde Blondel, Sartre y Marcel, hasta Enmanuel Mounier y Karol Wojtyla, explora al máximo ese horizonte.

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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