2.- Formación de la cristiandad en el orden político y social

 

§ 46.- La religión antigua en el espacio y en el tiempo. Templos y calendarios

Emile Durkheim. Imagen 1

Probablemente entre los clásicos, el autor que más ha estudiado la esencia y formas de la comunidad, y ha dedicado toda su obra a ella es Durkheim, que ya ha sido tenido bastante en cuenta en los volúmenes anteriores, y que es inevitable tomarlo en cuenta una vez más, en el análisis de los espacios y tiempos sagrados cuando la religión adquiere la forma de culto interior.

Como Durkheim señala, el alma y el centro de la comunidad es la religión, más aún, ese centro es la divinidad. Pero cuando se trata del culto interior, el espacio y el tiempo sagrados son la subjetualidad social y la intimidad personal. Este es un punto de vista muy propio de un judío, pero también muy propio de un ateo contemporáneo y de un cristiano inclusivista.

Ya se ha visto, siguiendo a Durkheim, en qué medida el sistema sacramental determina el ordenamiento sociocultural, o sea, el sistema social y la identidad personal, en el paleolítico, el neolítico, el calcolítico y la época histórica.

La estructura y la dinámica de la religión como culto interior, tiene igualmente tres ejes fundamentales, que también se han visto en los periodos anteriores, el templo en el orden espacial, el calendario en el orden temporal y la jerarquía sacerdotal en el orden estructural funcional. Esos tres ejes empiezan a ser operativos a partir de la era axial, en las sociedades estatales urbanas.

En la época histórica estos tres ejes revisten mayor complejidad, como se va a ver en los siguientes apartados.

 

 §46.1.- Templos, ciudades y conmemoraciones

Desde el punto de vista físico, espacial y temporal, el templo inscribe a la comunidad en el universo y lo orienta en él. Desde el punto de vista espiritual, intersubjetivo, inscribe a la comunidad en la creación y la coloca en un dialogo de cooperación con el creador.

Punto de vista exterior, físico y espacial. Templos y ciudades

Los seminómadas habitantes de las cavernas, identifican las posiciones de sus residencias por referencia a las constelaciones, como ya se ha visto siguiendo las aportaciones de la arqueoastronomía (CORP § 15).

Los poblados de los cazadores recolectores se construyen disponiendo las chozas según figuras de la primitiva geometría sagrada, y según el paralelismo entre la configuración anatómica humana y la del cosmos, como muestra Levi-Strauss, entre otros (HCH, cap. 4).

Antes de hacerse estables los asentamientos urbanos, se construyen centros ceremoniales como los mencionados de Gobekli Tepe y Caral (MORN § 3), en los que la vida que empieza a basarse en una incipiente agricultura y una incipiente ganadería, en simultaneidad con la caza, está orientada y conducida por las constelaciones de un incipiente Zodiaco, es decir, por los dioses del cielo, como se ha dicho (MORN § 5).

Templos
Gobekli Tepe, considerado uno de los primeros templos de la historia.  Imagen 2

Antes de hacerse estables los asentamientos urbanos, se construyen centros ceremoniales como los mencionados de Gobekli Tepe y Caral (MORN § 3), en los que la vida que empieza a basarse en una incipiente agricultura y una incipiente ganadería, en simultaneidad con la caza, está orientada y conducida por las constelaciones de un incipiente Zodiaco, es decir, por los dioses del cielo, como se ha dicho (MORN § 5).

Esos centros ceremoniales son los precedentes de los templos-fortaleza como los zigurats, y de los primeros templos urbanos propiamente dichos como el de Ur, como el Ayllu incaico o como el Etenemanki babilonio (MORN § 30, ROREM § 47.1).

El templo está construido reproduciendo el conjunto del universo, y orientado en relación con el sol, la luna y las constelaciones, y la ciudad misma se construye según esas pautas, en los Andes, en China y en el Mediterráneo.

El romano que caminaba a lo largo de la calle principal [cardo maximo, trazado siempre de norte a sur] sabía perfectamente que aquella vía era el eje en torno al cual giraba el sol, y si seguía la calle que cruzaba a la principal [el decumanus, trazado de este a oeste], tenía conciencia de seguir el curso del sol. En sus instituciones cívicas podía deletrear la totalidad del universo y su significado, de forma que se encontraba perfectamente situado en él[1].

La cruz formada por estas dos calles cumple varias funciones:

  1. orienta la ciudad en relación con el sol y con la Vía láctea,
  2. permite la distribución del espacio urbano según el tipo de actividades que se van a realizar en cada una de ellas,
  3. facilita la distribución de bienes y servicios a los diversos establecimientos de la calles, que tienen en sus puertas indicaciones de los servicios que ofrecen (los escaparates de la ciudad contemporánea),
  4. orienta y convoca a los ciudadanos a los lugares donde se celebran las actividades comunes, religiosas, políticas, comerciales, laborales y de otros tipos (HCH, 4, 1-4).

Cuando a partir del siglo XI se desarrolla el proceso de urbanización en Europa y la Cristiandad se expresa urbanísticamente, el centro de la ciudad es la catedral, en torno a la cual se sitúan los edificios institucionales del poder político y militar, los conventos, las dependencias civiles privadas, los comercios, los centros de actividades gremiales y las viviendas periféricas de los ciudadanos menos relevantes. La ciudad misma tiene la organización y la estructura de una suma teológica (HCH, 4, 5). Esa estructura del templo y de la ciudad se mantiene hasta la explosión de las ciudades con la segunda revolución industrial[2].

Desde el punto de vista físico, espacial y temporal, el templo y la ciudad cumplen, pues, las funciones de inscribir a la comunidad en el universo y de orientarlo al creador.

Punto de vista interior, espiritual. La comunidad y el alma como templos

Desde la existencia de las primeras ciudades, y en medida creciente desde el inicio de la época histórica, la relación de la comunidad con el templo y del templo con la ciudad, expresa realmente la relación del grupo humano con la divinidad en la historia, y expresa la relación de la comunidad con Dios en la eternidad.

Esta relación tiene un carácter dramático, interactivo, desde la primera fundación, que se renueva y se refuerza en las sucesivas re-fundaciones. Esas re-fundaciones, pertenecen a la historia de las promesas hechas al pueblo, y son, por eso, reveladas, como se ha dicho. Son de índole profético y mesiánico.

Así es para el pueblo y los reyes persas, y así es para el pueblo y los reyes hebreos. Ciro, rey de Persia, recibe el mandato de Yahweh de reponer al pueblo de Israel en su territorio y de ayudarle a reconstruir “la Casa del Señor”, es decir, el templo de Jerusalén, y así lo hace (Libro de Esdras 1,1-6).

La reconstrucción del templo es la reconstrucción de la ciudad, de la comunidad religiosa, de la comunidad civil, y el cumplimiento escatológico de las promesas mesiánicas, y eso es lo que se expresa en los himnos litúrgicos.

Templo de Jerusalén en época de Ciro. Imagen 3

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la Casa del Señor!»

Nuestros pies ya están pisando

tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén, que fuiste construida

como ciudad bien compacta y armoniosa.

Allí suben las tribus,

las tribus del Señor

-según es norma en Israel-

para celebrar el nombre del Señor.

Porque allí está el trono de la justicia,

el trono de la casa de David. (Salmo 122(121),1-2.3-4a.4b-5).

Ciro ordena la reconstrucción del templo de Jerusalén en el siglo VI AdC. Un siglo después Darío (424-404 AdC), basado en las doctrinas del mazdeísmo, concibe la unidad del imperio persa como una misión religiosa, como lo hace un siglo después Alejandro, y varios siglos más tarde lo hacen Muhamma y Carlomagno. El templo y la ciudad se amplían hasta integrar a la especie humana en su totalidad.

En el siglo XVI, Lansperge el Cartujano (1489- 1539), explica que la fiesta de la Dedicación de la Iglesia se refiere a tres casas, la primera, el edificio material, la segunda, la comunidad, y la tercera la propia alma

La tercera casa de Dios, es toda alma santa dedicada a Dios, consagrada a Él por el bautismo, que ha llegado a ser templo del Espíritu Santo y morada de Dios… Cuando celebras la dedicación de esta tercera casa, acuérdate simplemente del favor que has recibido de Dios cuando se te ha elegido para venir habitar en ti por su gracia.[3]

 

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NOTAS DE LA RELIGIÓN ANTIGUA EN EL ESPACIO Y EN EL TIEMPO. TEMPLOS Y CALENDARIOS

[1] Joseph Rikwert, La idea de ciudad. Antropología de la forma urbana en el mundo antiguo, Ed. Blume, Madrid, 1985, p. 257.

[2] Cfr. Choza, J., Historia cultural del humanismo (HCH), Sevilla-Madrid; Thémata-Plaza y Valdés, 2009; Choza, Jacinto, y Wolny, Witold, Infierno y paraíso. El más allá en las tres culturas. Madrid: Biblioteca Nueva, 2004; Ratzinger, Josef, El espíritu de la liturgia. Una introducción, Madrid: Cristiandad, 2007; Guardini, R., El espíritu de la liturgia, Barcelona: Centre de Pastoral Litúrgica, 1999.

[3] jueves 9 Noviembre 2017 : Commentary  Lansperge el Cartujano, https://evangelio.diocesisdecelaya.org/2017/11/jueves-9-noviembre-2017-commentary.html

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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