1.- Anatomía e historia del espíritu místico

§74.- La unión del sacerdote profeta con el creador y redentor

Cuando la subjetividad humana empieza a ser capaz de palabra, de ley y de voluntad imaginativa, y tiene experiencia de la vida social y familiar diferenciadas, entonces el sacerdote, que aparece en los asentamientos urbanos junto al chamán tribal nómada, puede tener una experiencia mística en correspondencia con la existencia ética. El sacerdote puede tener un tipo de experiencia mística como la de Abraham cuando sacrifica a Isaac a petición de Yahweh y establece con él su alianza, o como la de Moisés cuando habla con Yahweh en la zarza ardiendo (MORN §§ 32, 43, 51-53). La experiencia mística puede ser el anuncio de la misión profética, y puede contener en sí la diferenciación de la forma profética y la forma mística de religión.

Posteriormente, en el calcolítico, cuando la subjetividad humana dispone plenamente de la palabra, se contiene a sí misma en ella y se expresa en ella, cuando el yo se ha diferenciado completamente del sí mismo, cuando ha descubierto plenamente la belleza y la fealdad, la verdad y la mentira, el pecado y la culpa (ROREM §§ 14, 15, 29, 31), entonces puede tener una experiencia mística en la vivencia de cómo él mismo se evade del orden empírico.

J. Choza, La unión del sacerdote profeta con el creador y redentor
Domenichino, El rey David baila ante el Arca de la Alianza mientras la lleva a Jerusalén. Imagen 1

Puede tener una experiencia en la que el yo se evade de los cotidiano y se abisma en el sí mismo mediante la danza, como le ocurre a David. Una vivencia en la que se evade mediante el orgasmo sexual, como lo experimentan los sumerios en los cultos del amor, como lo experimentan y lo cantan los hebreos en los himnos nupciales, por ejemplo, en el Cantar de los cantares[1], o como lo experimenta cualquier cultura calcolítica o antigua en sus correspondientes epitalamios (ROREM §§ 72-73). Eros es siempre una divinidad.

El yo puede tener una vivencia de evasión, de abismarse en la sustancialidad del sí mismo y en la unidad de todos los vivientes, mediante la embriaguez generada por el fumar o por el tomar bebidas alcohólicas, como se expresa en los poemas báquicos de la cultura islámica[2] .

Esta es la experiencia mística correspondiente a una existencia religiosa espiritual intelectual, profética, y a la religión en la forma de revelación, de comunicación entre la divinidad y lo humano mediante la palabra.

Esta forma de la mística parece consistir en una relación de la subjetividad humana con la divinidad creadora y redentora, porque en esa comunicación a menudo está presente el universo creado y los seres humanos, en forma individual, en forma de especie como humanidad, o en forma de un conjunto de individuos como la sociedad.

Imagen esponsal del Cantar de los Cantares. Imagen 2

A este modo de mística pertenece, junto con los poemas báquicos, las formas de la mística sufí islámica y la mística española del amor, bastante relacionada con el sufismo, especialmente la de Teresa de Jesús y la de Juan de la Cruz, que toman como referencia para sus descripciones el Cantar de los cantares, o sea, las relaciones de la esposa (el alma) con el esposo (Dios).

Este tipo de experiencia mística es una experiencia de unión con el creador y el redentor, porque la creación y la redención están aludidas en este tipo de experiencia mística, lo que no ocurre en la experiencia mística de la cuarta forma de la religión como unión amorosa en la intimidad, que no hay ni profecía, ni fe, ni esperanza, sino sólo amor, como dice Pablo (I Cor 13), sólo los amantes.

Se trata de un tipo de unión con la divinidad a través de lo empírico concreto, como aparece en la poesía sufí, desde su nacimiento en el siglo X hasta Juan Ramón Jiménez en el siglo XX, y que expresa paradigmáticamente Juan de la Cruz[3]:

Y todos cuantos vagan

De ti me van mil cosas refiriendo

Y todos más me llagan

Y déjame muriendo

Un no sé qué que quedan balbuciendo.

 

Para leer la entrada anterior

 

NOTAS

[1] Obviamente, es irrelevante que el Cantar de los cantares pertenezca o no a Salomón, de cualquier modo.

[2] Cfr. Gutiérrez Ontiveros, M., El poema báquico de Ibn Ajiba, tesis doctoral, Universidad de Sevilla, 2007, cfr., Ibn Hazm de Córdoba, El collar de la paloma, Madrid: Alianza, 1967; cfr., https://es.wikipedia.org/wiki/Poesia_homoerotica_hispanoarabe.

[3] Juan de la Cruz, Cántico espiritual, en Vida y obras de San Juan de la Cruz, Madrid: BAC, 1955.

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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