§73.- Unión mística en la prehistoria y técnicas arcaicas del éxtasis

Mircea Elíade, autor de El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Imagen 1

Cuando Mircea Eliade publica El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis en 1951, propone el chamanismo como la primera forma y el punto de partida universal de las religiones. En su estudio tiene en cuenta la amplia documentación entonces disponible sobre las prácticas chamánicas, y lleva a cabo un extenso trabajo de campo sobre ellas en numerosos lugares del mundo, especialmente en Siberia[1].

Entiende el éxtasis y la mística según su experiencia personal y sus análisis del yoga, y según las perspectivas de Jung, Bataille, Corbin y otros estudiosos de las religiones con los que entabla diálogo[2].

Al comienzo de esta Filosofía de la religión (CORP § 29) se reproduce “el fresco del hombre herido” (Le panneau de l’homme blessé) de las cuevas de Lascaux, de hace 17.000 años. Se trata de una composición en la que aparece la figura masculina de un chamán en trance, junto a un pájaro, un bisonte y una lanza quebrada. Desdibujada en el fondo aparecen unas marcas que la arqueo-astronomía identifica como la constelación de Orión y Las Pléyades.

Las interpretaciones vigentes admiten que se trata de la representación de un viaje astral en el que el chamán recoge un alma en pena (el alma es representada en el paleolítico y en el neolítico con frecuencia bajo la forma de un pájaro). Esas prácticas se mantienen en épocas posteriores y se imitan en el juego de la rayuela, que dura hasta la actualidad y se extiende por todo el mundo, como se ha indica también en ese pasaje.

Elíade estudió el trance del chaman de esta pintura como un posible éxtasis
Pintura de la cueva de Lascaux. Imagen 2

El chamán de Lascaux se encuentra en un trance, como Eliade señala, y parece alcanzar un éxtasis quizá análogo al de los chamanes actuales, y quizá análogo al de los yoguis y los místicos. Para llegar a esa situación, se prepara mediante ejercicios, pasando por enfermedades, ingesta de líquidos, inspiración de humos, generalmente alucinógenos, y repetición de movimientos, cantos y percusiones monótonas, singularmente el tambor. Utiliza las técnicas que Eliade analiza y describe.

Cada uno de esos procedimientos, o un conjunto de ellos, cancelan la capacidad subjetiva para los actos cognoscitivos articulados en procesos psíquicos perceptivos e intelectivos, cancelan la articulación de lo que en términos ontológicos se designan como actos segundos cognoscitivos o actos del yo.

El yo, que en el paleolítico apenas está diferenciado del sí mismo, queda absorbido en la sustancialidad subjetiva en tanto que acto primero. Entonces se encuentra en el mismo orden de la sustancialidad que tienen los animales, los vegetales y los astros, se comunica con ellos, y con las “almas” de los difuntos, que han perdido toda su capacidad para los actos segundos. Todas esas entidades se encuentran inmersas en la sustancialidad de sus actos primeros, o bien, si se adopta el punto de vista de la ontología neoplatónica, en la matriz embrionaria de la unidad viva del universo, en el alma del mundo.

El tipo de vivencia o de experiencia que puede referirse tras el éxtasis chamánico, cuando se vuelve al orden de los “actos segundos”, al nivel espacial y temporal del mundo empírico, es efectivamente el de la superposición, simultaneidad e interacción entre todos los vivientes, tal como aparece en las pinturas de Lascaux, tal como lo refiere Lèvy-Bruhl en sus descripciones del alma primitiva (FC §§ 39-39a), o tal como lo cuenta Pablo en el relato de sus viajes astrales, que Eliade interpreta como chamánicos.

Conozco a un discípulo de Cristo que hace catorce años –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue arrebatado al tercer cielo.

Y sé que este hombre –no sé si con el cuerpo o fuera de él, ¡Dios lo sabe!– fue arrebatado al paraíso, y oyó palabras inefables que el hombre es incapaz de repetir. (2 Corintios, 12:2-4)

Parece que la experiencia chamánica no es una experiencia mística de culto interior, de unión amorosa con la divinidad en la propia intimidad, sino más bien una experiencia de la unidad de los vivientes, o, si se recurre a la ontología neoplatónica, una experiencia o una vivencia del alma del mundo.

Parece como si se tratara de la experiencia mística de que es capaz una subjetividad humana cuando su desarrollo corresponde al de la existencia estética solamente, o al de la primera forma de la religión como culto.

 

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NOTAS

[1] Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Traducción Ernestina de Champourcín. México: Fondo de Cultura Económica, 2009.

[2] Cfr. https://en.wikipedia.org/wiki/Shamanism:_Archaic_Techniques_of_Ecstasy.

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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