3.-Formas de vida y de lenguaje religioso. Orden empírico-histórico y orden trascendental
§ 67.1.- Primera esfera. Religión del culto y existencia estética
En la descripción de las cuatro esferas de la religión y de la existencia humana, se pasa revista a todas ellas, tal como quedan expuestas en el volumen primero de esta Filosofía de la religión (CORP §§ 8.1-8.5), y en los tres siguientes.
Inicialmente el yo se encuentra indiferenciado del sí mismo, y se ubica en la sensibilidad y la actividad corporal. Esta configuración psíquica y antropológica corresponde al hombre paleolítico, a los cazadores-recolectores, a los humanos que no han generado todavía un lenguaje ordinario, y quizá a los niños en la primera infancia, hasta los 7 años.
En ese caso, la religión, la afirmación de la vida, se lleva a cabo en el orden operativo conductual como conjunto de ritos, se relata y se ejecuta mediante danzas y gestos, y se vive no como una forma de vida, sino como vida completa y total, como supervivencia que se alcanza observando las prescripciones y los tabúes. La religión se entiende, se expone y se interpreta, según el primer sentido de la escritura de Orígenes (OORA § 34.1).
El ciclo biológico de nacer, crecer, reproducirse y morir, es vivido religiosamente mediante símbolos naturales (CORP §§ 11-13 y 22, MORN §§ 6-7), y la experiencia de unión con lo sagrado la vive el chamán o la chamana como participación en la vida del vegetal, del animal, del planeta o de los astros, como la madre participa en la vida del hijo que está en sus entrañas.
En esta primera esfera la religión, que se puede describir mediante el siguiente pasaje del Nuevo Testamento, se vive como práctica ritual.
34. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36. estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme (Mateo, 25)
Dar de comer y de beber, acoger al forastero y visitar al enfermo, es algo que en el estadio de la existencia sensible, estética, el propio del paleolítico y de los cazadores recolectores, de una era anterior al lenguaje ordinario, se hace mediante los ritos de caza y el sacrificio del animal cazado, y mediante las formas ceremoniales de los ritos de paso, que de suyo son eficaces.
Su sentido ontológico es el mismo que en las esferas y estadios posteriores, pero su sentido psicológico y gnoseológico es diferente.
El hombre paleolítico solo tiene esta posibilidad de vivir la religión, pero el de épocas posteriores, según qué casos, puede vivir esta forma primera del rito, y la que es propia de su época, junto con las de las épocas precedentes.
Así, los ritos sacrificiales de religiones posteriores, celebran los sacrificios en clave de religión de culto y de existencia estética. Dan de comer y de beber en sentido literal, y acogen a los comensales en sentido literal, por extenso y profundo que sea el sentido moral, y el sentido simbólico y místico que tenga. Ese es el caso de la cena que celebra Jesús, y de la eucaristía que se celebra en las diferentes liturgias, cristianas y no cristianas.
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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).