3.-Formas de vida y de lenguaje religioso. Orden empírico-histórico y orden trascendental

§ 67.2.- Segunda esfera. Religión de la ley y existencia ética

El yo empieza a diferenciarse del sí mismo, y se ubica en la imaginación creadora y la voluntad imperativa y dominadora. Esta configuración psíquica y antropológica corresponde al hombre neolítico, a los primeros agricultores y ganaderos, a los humanos que están generando un lenguaje ordinario, y quizá a los jóvenes desde el comienzo de la adolescencia hasta la mayoría de edad.

En ese caso, la religión, la afirmación de la vida, se lleva a cabo en el orden imperativo moral como conjunto de normas y deberes, se declara y se ejecuta mediante normas o leyes orales, y se vive como una forma de vida propia del ámbito social público, en un sentido, y como otra forma de vida propia del ámbito familiar privado. Se mantienen y se van debilitando las prescripciones y los tabúes de la etapa anterior, y se van transformando los imperativos orales.  La religión se entiende, se expone y se interpreta, según el segundo sentido de la escritura de Orígenes.

El ciclo biológico de nacer, crecer, reproducirse y morir, se continúa viviendo religiosamente, pero empieza a ser vivido mediante símbolos artificiales y convencionales, como es, justamente, la palabra y la norma (MORN §§ 6-7 y 36-39).

La experiencia de unión con lo sagrado la viven el chamán y la chamana, los sacerdotes de diferentes jerarquías y los aedos, adivinos y pitonisas, como participación en la vida, en la voluntad y en los propósitos futuros del vegetal, del animal, del planeta o de los astros, como la madre participa en la vida futura del hijo que está en sus entrañas.

En esta segunda esfera el mencionado pasaje del Nuevo Testamento, en que consiste la religión, se vive como cumplimiento del precepto en el medio social, más bien que en el familiar.

34. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; 36. estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme (Mateo, 25)

ley religiosa
Dar de beber al sediento pasa a ser concebido como una norma religiosa. Imagen

Dar de comer y de beber, acoger al forastero y visitar al enfermo, es algo que puede continuar haciéndose como en el estadio de la existencia estética. Pero el hombre neolítico, además, tiene la posibilidad de dar de comer y de beber al otro, y de acogerlo, también cumpliendo la ley, dando limosna al huérfano y socorriendo a la viuda, acogiendo al extranjero y dándole sepultura, según las formas de la moralidad, según las formas de la ley.

Así también, en etapas posteriores, la religión se sigue celebrando según los sacrificios cultos y de existencia estética, y según los preceptos morales de la religión de la ley y la existencia ética.

Así es como lo hacen Moisés y Confucio cuando enseñan las normas y las cumplen. Y así es también como lo hacen Pedro y Jesús cuando pagan el tributo al templo y al César, cuando alaban a la viuda que echa en el templo una limosna de unas monedas de pequeño valor.

La forma ritual paleolítica y la forma moral neolítica, no se extinguen ni desaparecen en las formas posteriores de la religión. A esas primeras formas corresponden también los episodios de la vida de Pablo del tipo de los referidos en la epístola a Filemón, y los episodios de todos los humanos que viven las dimensiones de la religión ateniéndose a la realidad empírica histórica.

En las formas primeras, el sentido ontológico de la religión es el mismo que en las formas posteriores, pero su sentido psicológico y gnoseológico es diferente.

En la esfera segunda, neolítica, el yo se pone en la imaginación intelectual y en la voluntad responsable, y habla según el segundo sentido de la escritura de Orígenes, es decir, según el sentido moral, como una indicación, un cauce o un imperativo para las actividades vitales.

Este es el modo que corresponde a lo que se ha llamado la “forma de vida normal”  (OORA § 16.2), y es la que Jesús y Pedro, como Pablo y los demás cristianos, adoptan la mayor parte del tiempo de su vida, como la mayoría de los seres humanos normales.

 

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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