La alegría de ser en The Bells of St Mary’s

(Las campanas de Santa María, 1945) de Leo McCarey

 

Cartel de la película de Leo McCarey de 1945
El P. O´Malley (Bing Crosby) como educador en The Bells of St. Mary´s (Las campanas de Santa María, 1945) de Leo McCarey. Imagen 1

 

Resumen:

En esta segunda contribución dedicada a The Bells of St. Mary´s (Las campanas de Santa María, 1945) comenzamos por situar la relación varón mujer que vemos en la película, desde la antropología del filósofo español Julián Marías y desde la comparación con la última película de Leo McCarey, Satan Never Sleeps (1962).

A continuación seguimos narrando el texto filosófico fílmico. En el segundo apartado damos cuenta de la distinta relación que la joven Patsy Gallagher (Joan Carroll) entabla con el P. O’Malley (Bing Crosby) y con la hermana Mary Benedict (Ingrid Bergman).

En tercer lugar, proseguimos con el texto filosófico fílmico y damos cuenta de la contraposición de los estilos pedagógicos del P. O’Malley y de la hermana Mary Benedict.

En cuarto lugar, comenzamos a considerar la atención educativa personalizada que practican los protagonistas. En primer lugar lo hacemos viendo la dedicación de la hermana Mary Benedict hacia el muchacho Eddie Breen (Richard Tyler), para que aprenda a defenderse.

En quinto lugar, vemos de manera paralela la atención educativa personalizada del P. O’Malley hacia Patsy Gallagher, por medio de la imaginación y la música, para robustecer su autoestima.

En sexto lugar, consideramos el fruto de la atención educativa personalizada de la hermana Mary Benedict en forma de combate que lleva a la amistad, un modo más adecuado de interpretar el precepto de poner la otra mejilla.

Finalmente extraemos una breve conclusión: Los tiempos oscuros tras la Segunda Guerra Mundial exigían, según el proceder de McCarey una inversión en alegría basada en la confianza en todo lo bueno que hay en la vida. Desde una perspectiva teológica, McCarey era un católico fervoroso, se podía justificar desde una esperanza sobrenatural. Pero el director de cine no se situaba en ningún púlpito, sino que convocaba a que cada espectador pudiese bucear en su propia experiencia y encontrar a través de lo suscitado por la pantalla sus propios motivos de esperanza. La modulación de esta en la complementariedad varón/mujer, expresada en la común tarea educativa de un párroco y una monja añade otro dato esencial. La alegría sólo puede surgir en un clima de humildad en el que se espera algo del otro. La diferencia sexual marca que nunca tenemos la experiencia completa del mundo y de la vida. Necesitamos de los que no son como nosotros para ampliarla, para contemplarla en toso sus matices.

Palabras clave:

Persona masculina, persona femenina, escuela, educación, atención personalizada.

Abstract:

In this second contribution dedicated to The Bells of St. Mary’s (1945) we begin by situating the male-female relationship we see in the film, from the anthropology of the Spanish philosopher Julián Marías and from the comparison with Leo McCarey’s last film, Satan Never Sleeps (1962).

Then we continue narrating the filmic philosophical text. In the second section we give an account of the different relationship that the young Patsy Gallagher (Joan Carroll) enters into with Father O’Malley (Bing Crosby) and Sister Mary Benedict (Ingrid Bergman).

Thirdly, we continue with the philosophical filmic text to account for the contrasting pedagogical styles of Fr. O’Malley and Sister Mary Benedict.

Fourth, we begin to consider the personalized educational attention practiced by the protagonists. First, we do so by looking at Sister Mary Benedict’s dedication to the boy Eddie Breen (Richard Tyler), so that he learns to defend himself.

Fifth, we see in parallel Fr. O’Malley’s personalized educational attention to Patsy Gallagher, through imagination and music, to strengthen her self-esteem.

Sixth. We consider the fruit of Sister Mary Benedict’s personalized educational attention in the form of combat leading to friendship, a more appropriate way of interpreting the precept of turning the other cheek.

Finally, we draw a brief conclusion: The dark times after World War II demanded, according to McCarey’s approach, an investment in joy based on trust in all that is good in life. From a theological perspective, McCarey was a fervent Catholic, one could justify it from a supernatural hope. But the filmmaker did not place himself in any pulpit, but invited each viewer to dive into his or her own experience and find his or her own reasons for hope through the screen. The modulation of this in the male/female complementarity, expressed in the common educational task of a parish priest and a nun, adds another essential fact. Joy can only arise in a climate of humility in which something is expected of the other. Sexual difference means that we never have the full experience of the world and of life. We need those who are not like us to broaden it, to contemplate it in all its nuances.

Keywords:

Male person, female person, school, education, personalized assistance.

 

1. LA ALEGRÍA DE SER EN THE BELLS OF ST. MARY´S: LA PERSPECTIVA DEL VARÓN Y LA PERSPECTIVA DE LA MUJER

La modulación enriquecedora que la película establece con la relación mujer (hermana Mary Benedict) / varón (P. O´Malley)

Antes de continuar con el texto filosófico fílmico es necesario realizar dos matizaciones importantes. La primera consiste en insistir en algo que ya hemos apuntado en la contribución anterior[1]. Se trata de la modulación enriquecedora que la película establece con la relación mujer (hermana Mary Benedict) / varón (P. O´Malley). Frente a los escenarios de conflicto, la perspectiva personalista muestra su eficaz complementariedad (Burgos 2011).

La genialidad de McCarey consiste en emplear recursos de sus comedias y sus películas románticas y proyectarlas en dos personas que han renunciado al matrimonio, —pero no a la amistad, ni a la entrega ni a la fecundidad espiritual—. Esclarece muy bien el panorama. La educación en un mundo mixto que aspire a la alegría de ser necesita de ambos códigos (masculino y femenino) porque son los modos valiosos de suscitar el ser persona.

En ciento modo, como ya hemos anticipado, la película se ilumina muy bien si se la lee desde los textos de Julián Marías sobre la mujer, comenzando por su Antropología Metafísica (1970) y siguiendo por La mujer en el siglo XX (1982) y La mujer y su sombra (1998) que tan espléndidamente han sido analizados por la Dra. Nieves Gómez Álvarez (2023). Los hemos tenido en cuenta y los seguiremos aludiendo.

Nieves Gómez Álvarez, autora del documentadísimo estudio sobre la mujer en Julián Marías, una lectura iluminadora para profundizar en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 2

La referencia a Satan Never Sleeps (Satán nunca duerme, 1962)

Pero junto a esta indicación, conviene despejar la duda propia de los tiempos hipersexualizados que han venido acompañando el siglo XX y XXI, en los que la virtud de castidad se ha puesto continuamente en sospecha (Vaiden 2023), si no asistimos a una historia de amor encubierta, hecha imposible por los votos de un presbítero y de una religiosa, que actúan como frenos a lo que les demanda el corazón.

Y aquí no tenemos más remedio que anticipar algo de lo que será la película de Leo McCarey que, Dios mediante, analizaremos en último término, precisamente por ser la última que rodó, Satan Never Sleeps, (Satán nunca duerme, 1962). El relato de esta presenta a dos misioneros en China, uno joven, el P. O’Banion (William Holden) y otro anciano, el P. Bovard (Clifton Webb) —en eso se parece a Going My Way—, que deben resistir la amenaza comunista que busca acabar con la misión. El P. O’ Banion ha salvado la vida en unas inundaciones a una joven china, que según la tradición, queda en completa deuda con respecto a él. La muchacha Siu Lan, que McCarey presenta con una actriz muy linda (France Nuyen), se enamora de él, y quiere casarse, como ha visto que pasa con los Pastores Protestantes.

A pesar de las múltiples situaciones de tentación que el joven presbítero pudiera experimentar se mantiene no sólo fiel a sus votos, sino justo y delicado con ella. La canción que forma el tema de la película de Timi Yuro (Rosemary Victoria Yuro, 1941-2004) habla de las luchas[2] que tuvo que enfrentar el P. O’Banion para que algo bueno —haber salvado una joven y haberle tomado cariño y protegido— se trastoque en algo malo —no respetar adecuadamente ni a sí mismo y sus votos, ni a ella y su proyecto como mujer— al dejarse llevar por el propio egoísmo en la gestión de sus deseos.

No es este el tenor de la relación que McCarey presenta entre el P. O´Malley y la hermana Mary Benedict. Como iremos viendo, son dos personas que comparten muchos puntos de vista, pero que difieren en otros no pocos. Y que aprenden a valorar lo que cada uno de ellos aporta y que es distinto. Tienen momentos de complicidad y momentos de diferencia. Y en el clímax de la película no aspiran a ser uno el amor de la otra, ni viceversa. Aspiran a que la amistad y el reconocimiento mutuo no se subordine a ninguna maniobra de poder o de dominio que la haría mentirosa.

Cierto que Satan Never Sleeps, presenta otros aspectos de no menos enjundia, como es el de la libertad de conciencia frente al totalitarismo, que dejamos para el análisis que esperamos poder realizar en su momento. Aquí sólo nos interesa apuntar lo que puede ayudar a leer adecuadamente The Bells of St. Marys´s. y, de paso, reivindicar el valor de la última película de McCarey, tantas veces leída sin la debida atención respecto a los valores personalistas que contiene[3].

 

2. EL TEXTO FILOSÓFICO FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (VI)[4]: EL ENCUENTRO DE PATSY GALLGHER CON EL P. O´MALLEY Y CON LA HERMANA MARY BENEDIC

Te hemos preparado un cuarto en la casa de enfrente con Mrs. Breen

Se ve sentado, de espaldas a la cámara, al P. O’Malley (Bing Crosby). Delante tiene la mesa de su despacho, en la que destacan un crucifijo y el teléfono. Al fondo del plano hay una puerta acristalada, y a la derecha unos sillones y una chimenea. Entra Mrs. Breen (Una O´Connor) el ama de llaves, vestida de negro, con un delantal encima.

Mrs. Breen (Al párroco): “Padre, hay una jovencita que quiere verle».

O´Malley (En adelante abreviamos POM): “Hágale pasar. (Mrs. Breen se dirige hacia la puerta, cuando aparece una joven con aires de querer parecer más adulta. Lleva sombrero y abrigo. Avanza unos pasos, el ama de llaves se hace a un lado, y la joven queda delante de la mesa). ¿Miss Gallagher?”.

Patsy Gallagher (En adelante PG, Joan Carroll): “Sí, Padre. (Mrs. Breen se queda a su lado, mirándola de reojo. Aparece un muchacho. Pronto sabremos que se trata de Eddie Breen). (Richard Tyler, en los títulos de crédito Dickie Tyler), el hijo del ama de llaves”.

POM (A Patsy): “Te hemos preparado un cuarto en la casa de enfrente con Mrs. Breen”. (Mira hacia el ama de llaves, que asiente).

PG (Muy cálida): “¡Qué maravilla!”.

Mrs. Breen (Mirando hacia el chaval): “Mi hijo te llevará las maletas. (Se gira hacia él). Eddie, coge esas maletas y ponlas en el cuarto del fondo”.

Eddie Breen (en adelante EB): “De acuerdo, mamá”. (Las coge y sale).

Creo que las hermanas esperaban a alguien más joven

Mrs. Breen vuelve a mirar hacia Patsy. Se retira haciendo una indicación al P. O’Malley acerca de que la chica lleva los labios pintados. Patsy mira hacia ella, el ama de llaves un tanto avergonzada al haber sido sorprendida con el gesto delator, agacha la cabeza y sale del despacho. El sacerdote se levanta y camina hacia el otro lado de la mesa para acercarse a la muchacha.

POM: “Bien, Patricia. (Completa sus pasos hasta ponerse a su lado, quedando ambos recogidos por la cámara en un plano americano). Creo que las hermanas esperaban a alguien más joven. (La mira fijamente) Y yo también”.

PG (Inclinando la cabeza como excusándose): “Es que intento parecer mayor, Padre. (Se gira hacia la cámara ante la mirada atenta del párroco). He estado buscando trabajo. He intentado irme del colegio y ponerme a trabajar. (Vuelve a mirar directamente al P. O’Malley). He contestado ya a varios anuncios. (Mirándole a la cara). Soy perfectamente capaz de cuidar de mí misma”.

POM (Resolutivo, saca un pañuelo y la mira): “Hmm. Patsy, en St. Mary’s te sentirás muy feliz. (Plano en el que se ve cómo con el P. O’Malley le quita el maquillaje y la pintura de labios con el lienzo. La cámara se centra en el paño con la mano del P. O’Malley sobre la cara de Patsy). Vas a disfrutar aquí con nosotros. (Le sigue frotando, sin que ella proteste). Ya verás como la vida puede ser muy bella, muy alegre. (Se le ve ahora quitando el pintalabios, lo que deja ver la mirada de Patsy. Termina de hacerlo). Y ahora sin el maquillaje (Ella se queda mirando el pañuelo)… déjame que te vea”.

Eso es, Patsy, confía en nosotros, y todo irá bien

La joven acepta de buen grado esa operación de retirarle el disfraz. Se ve en el plano a Patsy que mira hacia derecha de la cámara. Da unos pasos hacia atrás. Hay un ventanal detrás de ella.

POM (Sobre el nuevo aspecto de Patsy): “Oh, eso estás estupendo. (Se acerca a ella para seguir limpiando su cara). Eso es, Patsy, confía en nosotros, y todo irá bien. (Se fija en el sombrero). Ahora veamos tu peinado. (Le quita el sombrero y además algo postizo que aparece en su cabello). ¿Qué llevas aquí? (Saca el postizo y se ríe. Ella también lo hace. Ya hay buena empatía entre ambos). ¿Qué es esto?“.

PG (Sincera): “Es un postizo. Padre”.

POM (Con un buen humor): “Pues al principio he pensado que llevabas un pequeño ratón. (Ella se ríe muy divertida). Ya empiezan a cambiar las cosas, ¿no es cierto? (Ella asiente. El P. O’Malley frota el postizo y exclama). “¡Lo que hay que ver!”.

Percibir el mundo adulto como el lugar que obliga a renunciar a la inocencia y a aceptar el mal como lo que debe imperar

El P. O’Malley ha detectado bien, sin duda acertadamente dispuesto tras la conversación con la madre de Patsy[5], que la joven quiere quemar etapas, parecer mayor de lo que realmente es. Y lo hace ante la inseguridad que le crea el mundo en el que vive su madre. Una reacción de algunas chicas adolescentes de la sociedad americana tras la Segunda Guerra Mundial que en otras ocasiones también se reflejará en la pantalla.[6] Con frecuencia va unida a percibir el mundo adulto como el lugar que obliga a renunciar a la inocencia y a aceptar el mal como lo que debe imperar.

Frente a ello la actitud del buen educador es permitir que las jóvenes descubran por ellas mismas el valor de la inocencia y de lo que les corresponde vivir en su momento. Sólo podrá favorecerlo en la medida que el propio educador viva desde una alegría lúcida que de sentido a la inocencia y a los distintos momentos de la vida.

La apuesta del P. O’Malley por Patsy no siempre va a ser del todo entendida por la hermana Mary Benedict. En parte porque el P. O’Malley no le ha dado toda la información sobre la situación familiar de la joven. Pero de modo más decisivo porque McCarey ilustra continuamente cómo sus diferencias a la hora de percibir los asuntos resultan continuas: lo que Julián Marías señala como razón vital femenina, que es distinta de la razón vital masculina (Marías J., 1970: 200-210), como venimos señalando.

Plano de un pasillo del colegio. Se escuchan voces de niñas y niños. Al fondo hay una puerta. Delante de esta, y de espaldas a la cámara una monja barre. Se ve a Patsy ya vestida como una niña más en la escuela,  suéter con un collar encima y una falda.

No, hermana. No se trata de eso. Es que soy algo atolondrada

Cruza el pasillo y camina hacia unas escaleras donde hay una hermana que friega los peldaños. Patsy sigue avanzando y en el plano desde la barandilla se ve que esta religiosa es la hermana Mary Benedict (Ingrid Bergman). La chica se queda de espaldas mirándola.

PG: “¿Me mandó llamar, hermana?”.

Hermana Mary Benedict (En adelante HMB, irguiéndose y dejando la limpieza por un momento): “”Sí, Patricia, quiero hablar contigo. (La cámara se acerca y se ve a Patsy de espaldas y a la hermana Mary Benedict de cara)… Empiezas a retrasarte en tus estudios… (Plano de Patsy en silencio). Si el estudio es demasiado duro para ti… me gustaría poder ayudarte”.

PG (Ahora de medio lado): “No, hermana. No se trata de eso. Es que soy algo atolondrada”.

Tenemos que darle buenas noticias a tu madre. Querrás que ella está orgullosa de ti, ¿verdad?

La hermana Mary Benedict le preguntará sobre si le gusta la escuela y acudirá a un recurso común para motivar a la estudiante, como es el de dar buenas noticias a su madre. La reacción poco intensa de la chica hace ver a la religiosa que algo paso en su familia.

Fotograma de la película de Leo McCarey The bells of St. Mary's
La dificultad de la hermana Mary Benedict (Ingrid Bergman) de acceder al mundo personal de Patsy Gallagher (Joan Carroll) en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 3

HMB (Hace un gesto de preocupación con la cabeza y se sienta en el escalón): “¿No te gusta la escuela?”. (Patsy es captada en el plano en picado, desde arriba de la escalera, reproduciendo el punto de vista de la hermana. Hace un gesto con los hombros y la boca como señalando que no le gusta mucho. La cámara enfoca de nuevo a la hermana superiora). ¿Estás ocultando algo, Patsy? ¿Qué es lo que te preocupa?”.

PG (En el plano, negando con la cabeza): “Nada, hermana”.

HMB (En el plano con un gesto muy dulce y sereno): “Con sólo un pequeño esfuerzo sacarías mejores notas. Tenemos que darle buenas noticias a tu madre. (Plano de Patsy). Querrás que ella está orgullosa de ti, ¿verdad? (Patsy retira la cabeza como pensando, y al final asiente. La hermana Mary Benedict muestra un gesto de expectación, mientras Patsy en silencio, no articula palabra). Eso es Patsy. Puedes irte”.

PG (En el plano con la hermana Mary Benedict en las escaleras): “Gracias, hermana”. (Da media vuelta, se va y la religiosa se queda mirándola muy pensativa).

La preocupación por Patsy: “¿Cómo va?… No muy bien”

McCarey ha mostrado dos modos de encuentro con Patsy muy distintos. Con el P. O’Malley la empatía ha fluido con prontitud. Con la hermana Mary Benedict, en cambio, la comunicación ha sido forzada. Todo podría presagiar lo contrario, el esperarse que una niña se confiara más a una mujer. ¿Dónde está la diferencia? Sale ya a relucir una contraposición que volverá a parecer a lo largo de la trama. El P. O’Malley sobre todo busca fundar la educación en la confianza. La hermana Mary Benedict se preocupará principalmente por la exigencia. Algo que trastoca los códigos que habitualmente se esperan para lo masculino y lo femenino. Ambos tienen capacidad para estar por encima de roles fijos y buscan adaptarse a la situación.

La cámara muestra al P. O’Malley. Muy vital se quita el sombrero tras cruzar una puerta lateral que da al pasillo. Ve a Patsy que camina de espaldas a la cámara.

POM: “Hola, Pat”.

PG: “Hola, Padre. (Sale por la puerta que da al patio del colegio cabizbaja. El P. O’Malley da unos pasos por el pasillo pensativo con el sombrero en las manos. Se detiene y mira hacia atrás. Aparece de espaldas la hermana Mary Benedict con el delantal por encima del hábito. Cuando ve a la religiosa le pregunta por la chica).

POM: “¿Cómo va?”.

HMB (Se detiene a su lado, los dos de cuerpo entero): “No muy bien”.

POM (En plano americano): “¿No? (Da media vuelta hacia la hermana con el sombrero en las manos). Siento oír eso”.

Si aceptamos esa niña fue por recomendación suya. Sabemos muy poco de sus padres. ¿Qué clase de vida ha llevado con ellos?

La hermana Mary Benedict va a provechas la ocasión para intentar poner algo de luz sobre la situación de Patsy. Pero se va a dar cuenta de que el P. O’Malley es reacio a dar toda la información. Busca preservar su intimidad y la de su madre. Es como manifestación del carácter reservado que tienen las conversaciones con él. El clima espiritual que hace posible mantener el grave deber deontológico del secreto de confesión.

HMB (Seria): “Si aceptamos esa niña fue por recomendación suya. Sabemos muy poco de sus padres. ¿Qué clase de vida ha llevado con ellos?”.

POM (Girándose hacia ella, pero hablando con reservas): “Pues lo normal, ya sabe…”.

HMB (Interrumpiéndole): “¿No habló usted con su madre?”.

POM (midiendo sus palabras, mirando hacia el frente): “Sí, hablé con ella”.

HMB: “¿Conoce bien a Mrs. Gallagher?”.

POM (Dando la vuelta hacia ella, con un tono un poco evasivo): “Sí, la conozco bastante bien”.

HMB: “¿Y conoce también a su padre?”.

POM: “No, sólo de oídas”.

HMB: ¿A qué se dedica?”.

POM (Hace un gesto con la mano, moviendo los dedos, como si tocara el piano): “Es músico. (En primer plano). Me han dicho, además, que es una persona encantadora. Me gusta la gente a la que le gusta la música. ¿A usted no?”.

Le han dicho alguna vez que tiene cara deshonesta… para ser cura, quiero decir

Los intentos del P. O´Malley de generar en la hermana Mary Benedict una comunicación empática con respecto a Patsy no funcionan. La religiosa quiere saber de primera mano la verdadera situación de la niña, pues la encuentra bloqueada y la quiere ayudar. Por eso prosigue con su interrogatorio.

HMB (En el plano, sin responder a la pregunta del P. O´Malley sobre si le gustan los músicos): “¿Están separados?”.

POM (Cediendo a confirmar lo que es notorio para que Patsy se encuentre interna): “Sí”.

HMB: “¿Hay algo más que me convenga saber, Padre, que pueda ayudar?”.

POM (Con gesto contenido): “Pues no, es eso todo lo que…”.

HMB (En primer plano, cortándole); “… desea contarme”.

POM (Manteniendo el gesto de reserva): “Pues sí…”.

HMB (En el plano, con una sonrisa dulce que alivia lo atrevido de lo que está diciendo): “Le han dicho alguna vez que tiene cara deshonesta… (El P. O´Malley en el plano arquea las cejas encajando el golpe. La hermana Mary Benedict de nuevo en el plano con el gesto dulce)… para ser cura, quiero decir”. (El P. O´Malley acepta la puya con simpatía, mueve los ojos, sonríe, levanta las cejas).

 

3. EL TEXTO FILOSÓFICO FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (VII): LA CONTRAPOSICIÓN DE LOS ESTILOS PEDAGÓGICOS DE LA HERMANA MARY BENEDICT Y DEL P. O´MALLEY

Lo que se nos presenta en la pantalla es un pugilato intelectual de dos personas que mutuamente se reconocen su valor y su ingenio

Sin duda McCarey consigue mostrar que a pesar de las cosas que les diferencian, entre la hermana Mary Benedict y el P. O´Malley existe una comunicación muy rica y dinámica. Se leen más allá de las palabras. En cierto modo el director de origen irlandés utiliza recursos que había ensayado con las parejas de The Awful Truth (1937), Love Affair (1939) o My Favorite Wife (1940): un mutuo entendimiento y una amistad que suministraban un sustento firme al siguiente paso, a la profundización en su relación amorosa. La diferencia es clara: aquí no hay ese siguiente paso. Saben cuáles son los compromisos propios de la consagración de cada uno.

Como ya hemos señalado, McCarey no tuvo inconveniente de mostrar con claridad esa posible tentación para los votos de celibato de un sacerdote en su última película Satan Never Sleeps (Satán nunca duerme, 1962). La victoria del sacerdote sobre su debilidad resulta tan manifiesta como labrada en el sufrimiento y la fragilidad. Nada de esto hay aquí. Lo que se nos presenta en la pantalla es un pugilato intelectual de dos personas que mutuamente se reconocen su valor y su ingenio, lo que los lleva a cultivar un cierto tipo de amistad respetuosa.

¡El ganador! Eres muy hábil, ¿no? Veamos a ver qué tal lo haces

Vemos en el plano como el P. O´Malley y la hermana Mary Benedict se sonríen mutuamente. La transición hacia otra escena muy distinta la marca que se escucha un griterío de voces infantiles que procede del patio del colegio. Van hacia la puerta que da acceso a este. Plano del patio. A continuación se ve que un grupo de muchachos forman corro en torno a dos de sus compañeros que se están peleando. El P. O´Malley corre hacia ellos.

POM: (Poniéndose entre los dos contendientes): “Dejad esto, ¡ya!; si no, os choco las cabezas. (Levanta la mano de uno que parece más fuerte). ¡El ganador! Eres muy hábil, ¿no? Veamos a ver qué tal lo haces. (Se intercambian el chico y el sacerdote unos cuantos amagos)… ¡No hay quien te meta el guante! (A continuación señalándolo). ¡Mira el zapato! (El niño se inclina para mirarlo y el P. O´Malley le da un cachete suave con la mano abierta, a un lado de la cabeza. Se ríe y le advierte). No se puede bajar la guardia”. (El P. O´Malley ha pretendido darle una pequeña lección, pero tan sutil, que más bien le ha fortalecido. La hermana Mary Benedict lo percibirá así).

¿Por qué no te has defendido, Eddie?

Vemos a la hermana Mary Benedict en el plano. Estás junto a ella tres niñas que le dedican una mirada crítica al chico que se ha llevado la peor parte. Es Eddie Breen, el hijo del ama de llaves del párroco, al que ya conocemos. La de la izquierda se lleva la mano a la barbilla en un gesto de perplejidad.

HMB (Elevando la voz): “¡Eddie, acércate! (Se acerca a la hermana Mary Benedict que le toma de los hombros). Será mejor que entres y te laves la cara”.

Una de las niñas (recriminándole): “¿Por qué no te has defendido, Eddie?”. (La religiosa mira a la chica y le hace un gesto con el dedo de decirle que no está bien lo que ha dicho, mientras esa niña habla con la que está a su lado en voz baja. Aparece el P. O´Malley de espaldas con el niño al que ha declarado vencedor de la pelea, que viste un suéter a rombos).

POM: “Te defiendes bien. ¿Cómo te llamas?”.

Tommy Smith (Interpretado por Bobby Frasco): “Tommy Smith, Padre”.

POM (Animándole): “¡Mantente firme!”.

Tommy Smith: “Sí, Padre”. (Plano de la hermana Mary Benedict que escucha atentamente la conversación).

POM (Por Timmy, que sale del plano). “Es bueno”.

Ambos quieren el mejor desarrollo para las personas de sus alumnos

La escena va a dar lugar a un vivo contraste de pareceres entre el P. O´Malley y la hermana Mary Benedict. Claramente el párroco tiene la sospecha de que un centro regido por religiosas puede dificultar que los muchachos desarrollen su virilidad, entendida como el valor de defenderse. La hermana Mary Benedict que había inducido a Eddie Breen a seguir la máxima evangélica de poner la otra mejilla ahora, al ver el rostro magullado del muchacho, comienza a albergar dudas. Pero ninguno de los dos educadores está en una postura cerrada que impida entender al otro.

Ambos quieren el mejor desarrollo para las personas de sus alumnos. Y ello conlleva saber gestionar bien cómo repeler la agresión en un mundo que acaba de vivir el más grande conflicto mundial hasta la fecha y que debe educar en otra dirección a las futuras generaciones.

Comunidad internacional y convergencia de destino; democracia como el derecho de cada uno de los hombres a realizarse plenamente y a participar en la construcción de su propio porvenir

Permítasenos en este punto una cita que puede contextualizar la importancia de lo que estamos viendo en la pantalla. Buscamos dar una referencia que ilumine también de modo sintético. En 1972[7], diecisiete años después del estreno de esta película, una Comisión recibió el encargo de la UNESCO de establecer las coordenadas para el futuro de la educación, desde la perspectiva de la cooperación internacional. Edgar Fauré, el director de ese grupo de trabajo estableció las claves de este, partiendo de un principio de no neutralidad.

Con plena autonomía y libertad para la formulación de nuestras ideas, hemos creído que no debíamos ser neutrales.

Cuatro postulados pueden resumir el partido que tomamos desde el primer momento: el primero es el de la existencia de una comunidad internacional que, a pesar de la diversidad de naciones y de culturas, de opciones políticas y de grados de desarrollo, se expresa por la comunidad de aspiraciones, de problemas y de tendencias y por la convergencia hacia un mismo destino. […].

El segundo es la creencia en la democracia, concebida como el derecho de cada uno de los hombres a realizarse plenamente y a participar en la construcción de su propio porvenir. La clave de una democracia así concebida es la educación, no sólo ampliamente impartida, sino repensada tanto en su objeto como en su gestión. (Faure, 1973: 16-17).

Aprender ser como individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano y productor, inventor de técnicas y creador de sueños

Con respecto a los otros dos postulados, Faure destaca todo lo que conlleva el desarrollo del hombre y el carácter global y permanente de la educación como “aprender a ser”.

El tercer postulado es que el desarrollo tiene por objeto el despliegue completo del hombre en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus compromisos: individuo, miembro de una familia y de una colectividad, ciudadano y productor, inventor de técnicas y creador de sueños.

Nuestro último postulado es que la educación […] sólo puede ser global y permanente. Ya no se trata de adquirir, aisladamente, conocimientos definitivos, sino de prepararse para elaborar, a todo lo largo de la vida, un saber en constante evolución y de “aprender a ser”. (Faure, 1973: 16-17).

Esa falta de sentido global de la dignidad humana y sus derechos la que está empequeñeciendo la tarea educativa en nuestros días

Es desde esta perspectiva amplia del “aprender a ser” desde el que hay que comprender el debate pedagógico entre el P. O´Malley y hermana Mary Benedict, cuto tono es refrendado por el importante documento encargado por la UNESCO, y que contrasta con el enfoque con tanta frecuencia utilitarista —cuando no directamente funcionalista con categorías de emprendimiento o empleabilidad— con el que se plantea con excesiva frecuencia la educación en nuestros días. Si nos resulta lo que vemos en la pantalla excesivamente alejado, la exhortación del informe sobre “La educación del futuro” nos puede hacer pensar si no es esa falta de sentido global de la dignidad humana y sus derechos la que está empequeñeciendo la tarea educativa en nuestros días, y que películas como esta de Leo McCarey vienen a rescatarnos de este extravío, desde su candor y su humildad.

Volviendo al relato filosófico, vemos a la hermana Mary Benedict en el plano con el P. O´Malley.

HMB (Advirtiendo al párroco tras la actuación que acaba de mostrar ante los colegiales): “Creo que debería hablar con Tommy. Es nuevo aquí y me temo que sea algo alborotador”.

POM (Justificándose): “Sin embargo, pelea muy bien”.

HMB: “No toleramos peleas aquí en el colegio. Será mejor que le hable, porque si sigue peleándose tendremos que mandarle a otra escuela”.

Hermana, ¿se olvida de que somos educadores? Quiero decir, en lugar de expulsarle intentemos corregirle

El planteamiento de la hermana Mary Benedict le resulta al P. O´Malley muy reductivo. Tanto en este punto, como antes al aceptar a Patsy en la escuela, el párroco muestra que su sentido de la educación no es la de seleccionar a los mejores, sino la de educar para que todos puedan desarrollar su aprendizaje de ser.

POM (Agachando la cabeza para no acompañar sus palabras del más leve asomo de altivez, cruzando los brazos para mostrar firmeza): “Hermana, ¿se olvida de que somos educadores. Quiero decir, en lugar de expulsarle intentemos corregirle”.

HMB (En el plano, bajando los ojos, porque va a enmendar al párroco porque estas palabras suyas no acompasan con lo que acaba de mostrar): “He observado poca corrección en su actitud hacia él, Padre. De hecho me ha parecido notar algo de orgullo”. (A la religiosa no le parece suficiente la “bajada de humos” que el P. O´Malley ha intentado con el chico con sus amago de combate, por el exceso de elogio posterior).

POM (Encajando de nuevo la crítica, resoplando, ahora con el sombrero puesto): “Naturalmente me gusta ver a un chico capaz de defenderse solo. Fuera de aquí es un mundo de hombres”.

HMB (Con dulce ironía): “¿Y cómo lo están haciendo?”.

POM (Sonriendo y agachando la cabeza): “Sí, no están haciendo muy bien…”.

¿Y no cree que sería preferible que el hombre se lo abriera pensando? Claro que dicho desde aquí dentro puede parecer una presunción

Leo McCarey ha planteado con toda sencillez un debate muy de nuestros días acerca de la necesidad de que los valores vividos mayoritariamente por las mujeres, los que tienen que ver con el cuidado y no con la violencia, se hagan presentes en la esfera pública, no sólo de la doméstica.

POM (Tras haber reconocido la gran parte de razón que asiste a la hermana Mary Benedict): “Usted ya me comprende. (Levanta la cabeza). A veces un hombre tiene que luchar para abrirse paso”.

HMB (Contraponiendo sus planteamientos, pero de nuevo de modo humilde, bajando la vista): “¿Y no cree que sería preferible que el hombre se lo abriera pensando? Claro que dicho desde aquí dentro puede parecer una presunción[8]”.

POM (En el plano con la hermana, de nuevo acogiendo la parte de razón que asiste a la religiosa, pero desconfiando de que pueda adoptarse como criterio general): “Todo lo contrario, hermana. ¿Pero no cree que, a veces, al educar a los chicos… la influencia de una mujer puede ir demasiado lejos”.

HMB (Sonriendo, percibiendo el prejuicio del P. O´Malley): “¿Quiere decir que pueden salir afeminados?».

POM (Sincero): “Sí, eso mismo”.

HMB (Zanjando la cuestión de una manera práctica, no con discursos teóricos): “Bien, pues ocúpese de Tommy y yo me ocuparé de Eddie… que perdió la pelea por hacerme caso a mí”. (Se da la vuelta y sale en dirección al interior de la casa, caminando con pasos rápidos).

 

4. EL TEXTO FILOSÓFICO FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (VIII): LA ATENCIÓN EDUCATIVA PERSONALIZADA DE LA HERMANA MARY BENEDICT HACIA EL JOVEN EDDIE A TRAVÉS DEL APRENDIZAJE DEL BOXEO

La atención educativa personalizada de la hermana Mary Benedict y del P. O´Malley.

Como acabamos de comprobar la manera que han tenido de zanjar la discusión sobre cómo educar entre la hermana Mary Benedict y el P. O´Malley ha sido remitirse a cómo iban a trabajar con cada uno de los muchachos. Comprobaremos que mucho se nos dice acerca de cómo se dedica la hermana a Eddie Breen, y nada nos aparece con respecto a si el P. O´Malley dedica algo de su tiempo a Tommy. En cambio sí se nos muestra la atención que el sacerdote dedica a Patsy Gallagher.

Hablamos entonces de una “atención educativa personalizada” como el contexto de encuentro interpersonal en el que florecen los valores personales, tanto en el educando como en el educador. Y como educar es un acto integral de la persona ambos se rigen no por estereotipos de conducta, sino por su darse desde su propio modo de ser. De ahí que la modulación masculino/femenino no busque la reproducción en el otro de valores rígidamente atribuidos a la condición sexual. Al contrario, en un diálogo desde la diferencia aspira al mutuo auténtico enriquecimiento. Algo con frecuencia olvidado por la ideología de género cuando presenta la diferencia sexual como una injusticia que debe ser vencida desde el conflicto. (Burgos J. M., 2011).

Yo pasaba por su lado, sin meterme con nadie y él me puso la zancadilla. Aunque me enfadé mucho… procuré dominarme, hermana, como usted dice

El plano nos muestra ahora el interior de la escuela. Se ve a Eddie con las manos en los bolsillos y la cabeza hundida. Detrás suyo hay una ventana por la que se sigue viendo el patio de la escuela. En un gesto de frustración pega una patada a una caja. Pronto comprobaremos que se encuentra en el despacho de la hermana Mary Benedict.

HMB (Se escucha sólo su voz): “¡Eddie!”.

Eddie (Camina hacia la hermana, que está en un cuartito anexo, una especie de botiquín): “¿Sí, hermana?”.

HMB (Saliendo de esa dependencia): “¡Vamos, ven aquí!. Yo te curaré… Deja que te vea… (Se muestra que Eddie tiene un ojo amoratado, sangre en la nariz y en el labio). ¿Por qué os habéis peleado?”.

Eddie (Con todo dolorido): “Yo pasaba por su lado, sin meterme con nadie y él me puso la zancadilla. Aunque me enfadé mucho… (Hace gesto de dolor mientras la religiosa con una barrita con algodón le cura la oreja)… procuré dominarme, hermana, como usted dice. Y entonces le pregunté: ‘¿Por qué me has hecho eso?´”.

HMB (En el plano, con Eddie cabizbajo delante de ella): “¿Qué dijo él?”.

Eddie (En el mismo tono de lamento): “Nada. Él me dio un puñetazo aquí”. (Le muestra los diente).

HMB (Disgustada): “¡Vaya ocurrencia! . ¿Y qué hiciste tú, entonces?”.

Y le presenté la otra mejilla. Y entonces me volvió a pegar

La hermana Mary Benedict se va aquedar conmovida por la noble respuesta del niño. Pero se va a dar cuenta pronto de que el imperativo de poner la otra mejilla no debe contraponerse a la legítima defensa. Lo que busca es que no se reaccione desde el odio o le venganza, pero forma parte del amor al enemigo el corregirle con toda la moderación posible, impidiendo que siga haciendo el mal. Ello le llevará a actuar en consecuencia y a educar a Eddie para que se sepa defender con esa misma nobleza. Nótese de la importancia de este criterio en tiempos que se viene de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó siendo una legítima defensa frente a la invasión del triple Eje, pero que terminó de modo moralmente inasumible con las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki[9].

Eddie: “Me acordé de lo que usted dice, hermana. (Ella le sigue curando, ahora por la otra cara. Plano de los dos de frente). Y le presenté la otra mejilla. Y entonces me volvió a pegar». (Se toca dolorido en un ojo. Mientras ella le escucha muy compungida).

HMB: “Eres un muchacho muy bueno, Eddie”.

Eddie: “Me di la vuelta para ignorarlo. (Lo hace y se queda mirando a la hermana). Y él me dio un puntapié de nuevo”. (Se gira hacia la hermana. Plano de ella de espaldas, mientras Eddie se sujeta la nariz para que no le salga más sangre).

No creo que nadie más esté orgulloso de mí. Fíjese en el P. O´Malley. ¿No cree que para él Tommy ha sido el mejor hombre?

Que la actitud del P. O´Malley haya podido dar pie a una contraposición de criterios ahora se confirma. Eddie se puede sentir confortado por las palabras de la hermana Mary Benedict. Pero la actitud del párroco le confunde y le hace sentirse mal. McCarey no esconde ni edulcora el conflicto.

HMB (Con convicción: “Estoy muy orgullosa de ti”.

Eddie (Contrariado): “Pues yo no tanto». (Vuelve a acercar su cara para que la hermana Mary Benedict se la cure).

HMB (De espaldas, reforzando el tono confirmatorio de sus palabras): “No, Eddie, eres tú el que ha vencido a Tommy”. (Le pone un algodón en la nariz).

Eddie (Algo más animado): “¿De veras, hermana?”.

HMB (Cogiéndole de los hombros): “Sí, demostraste ser el mejor. Tú y yo lo sabemos”.

Eddie (De nuevo más compungido. Separándose y mirando hacia abajo): “Pero nadie más lo sabe.  (Inclina la cabeza, mientras la hermana Mary Benedict le acaricia). La verdad es que yo tampoco lo sé. No creo que nadie más esté orgulloso de mí. (Se ve a Eddie en un lado y a la hermana al fondo). Fíjese en el P. O´Malley. ¿No cree que para él Tommy ha sido el mejor hombre?”.

HMB (Firme): “Está equivocado”.

Estaba pensando, hermana, que después de esta gran paliza… y de lo mal que lo he pasado… sería mejor que hoy no fuera a la escuela. ¿Puede ser?

Una vez se ha quedado bien planteado el conflicto, McCarey huye de lo que podría ser un gesto maniqueo de contraponer muy buenos y muy malos. Por eso a continuación va a mostrar cómo Eddie se deja llevar por una clara pillería infantil, para sacar partido a la situación creada a su favor.

Eddie (Todavía con la cabeza gacha, para dar lástima): “Estaba pensando, hermana, que después de esta gran paliza… y de lo mal que lo he pasado… sería mejor que hoy no fuera a la escuela. ¿Puede ser? (Se queda mirando a la hermana. Cambio de plano y ahora se le ve a él de cara y a la hermana de espaldas)… Pero si usted cree que debo ir, hermana… Iré, por muy mal que me encuentre». (Se ríe y se le cae el algodón de la nariz. Ella se ríe también).

HMB (Con cariño hacia el muchacho): “Es muy posible que hoy decida darte fiesta, sólo a ti». (Lo coge del hombro sonriendo, y caminan juntos hacia la puerta de salida).

Eddie (Contento): “Gracias, hermana”.

¿Tiene algún manual de autodefensa?

Cambio de escena y a continuación vemos una tienda de deportes. El vendedor entrega un paquete a un cliente que lleva un sombrero. El cliente da unos pasos y sale por la puerta. El vendedor que queda en el centro de la tienda se gira y muestra un gesto de claro asombro. Se acerca despacio y ve a la hermana Michael (Ruth Donnelly) y a su lado a la hermana Mary Benedict, que está probando un bate de béisbol haciendo la postura propia del bateador. Hace unos gestos de simulación, cuando se da cuenta de la presencia del tendero. Se detiene. Sonríe. Da la vuelta al bate y lo vuelve a situar en su sitio. La hermana Michael se sonríe divertida.

Vendedor (Matt McHugh): “¿Está usted interesada en el béisbol?”.

HMB (Un poco avergonzada): «Sí, sí… (Planteando el objetivo real de su visita). ¿Tiene algún manual de autodefensa?”.

Vendedor (Todavía más desconcertado): “Perdón… ¿Cómo dice?”.

Hermana Michael: “Se refiere a la pugilística”.

HMB (Aclarando mejor el término): “Boxeo”.

Vendedor (Muy asombrado): “¿Boxeo? Sí, sí. (En el plano, atónito de que unas monjas se interesen por ese deporte). Sí, sí, desde luego. (Señala hacia un lado de la tienda, sin variar su expresión). Pasen por aquí. (Se acerca a un mostrador, abre el cajón que está detrás de este, y se queda de espaldas). Tenemos este libro atribuido a James J. Corbett[10]. (Se da la vuelta y mira a las hermanas). Ganó muchos combates seguidos. (Con las hermanas en el plano). Nadie pudo ponerle el guante hasta que Fitzsimmons[11] le noqueó).

Hermana Michael (Le susurra a la hermana Mary Benedict). “¿Mr. Fitzsimmons escribió algún libro?”.

HMB (En voz alta le traslada la pregunta al vendedor): “¿Escribió algún libro Mr. Fitzsimmons?”.

Vendedor (En el plano). “No. (Plano de las monjas muy atentas. El tendero encuentra otro ejemplar interesante). Oh, aquí hay un libro muy documentado de Mr. Tunney[12]“.

La posibilidad de entender el boxeo como arte de autodefensa, de moderación de la fuerza sin encarnizamiento

La hermana sabe lo que busca y concibe que el boxeo bien practicado es un arte de autodefensa, que sabe moderar la fuerza para neutralizar al rival sin encarnizamiento. Los distintos boxeadores que salen a colación son representativos de ese modo de practicar el arte pugilístico, que ya explican con un método que permite aprender su técnica. El aprecio de McCarey por el boxeo, algo que aprendió de su padre, organizador de combates, vuelve a relucir. El gusto de la hermana Mary Benedict por los deportes, refleja, como sabemos, rasgos biográficos de la vida de la tía de McCarey. Pero al mismo tiempo expresa que una vida equilibrada tiene también sus momentos de juego. La religiosa[13] no se priva de demostrarlo.

HMB (Hace un gesto de consulta con la hermana Michael, y finalmente asiente): “Nos lo quedamos”.

Vendedor: “Su precio es un dólar. (Plano de la hermana consultando y obteniendo la aprobación, mientras el vendedor lo saca y lo mete en un sobre, dándoselo con una mano y cogiendo la moneda con la otra). Gracias”.

HMB (Coge una pelota de beisbol y la pondera con la mano. Da un golpe en el brazo, la eleva y la coge con la otra. Mira al vendedor. Sonríe y la deja en el mismo lugar de donde la ha tomado. Sonríe y se dispone a salir). ”Buenas tardes”[14]. (Las dos monjas caminan unos pasos y salen por la puerta).

La seriedad de la hermana Mary Benedict en su estudio del boxeo

El director va a situar una escena de contrapunto, con unas buenas dosis de humor. La hermana Mary Benedict se ha tomado tan en serio la necesidad de educar a Eddie para que se defienda con nobleza, que no duda en dedicar sus tiempos de meditación al estudio del arte del boxeo.

Se ve el plano de las instalaciones anexas a la escuela, el patio de la parroquia y de la comunidad religiosa. Se oyen las campanas. Se ve a la hermana Mary Benedict que está leyendo un libro mientras avanza hacia la cámara. A la derecha del plano sale el P. O´Malley de la parroquia, leyendo un libro de oraciones, antes de bajar cuatro escalones. Parece estar meditando. La hermana pasa por su lado y le saluda.

HMB: “Buenas tardes, Padre”.

POM (Correspondiendo): “Buenas tardes, hermana”. (Cuando la hermana se acerca más a la cámara, vemos que está leyendo el manual de boxeo que le hemos visto comprar en la tienda. Al fondo, el P. O´Malley, sin bajar los escalones, reza de modo que es posible escucharle. La hermana Mary Benedict sigue caminando hacia la cámara, y se puede leer el título del libro, disipando cualquier duda: EL ARTE DE BOXEAR).

Te diré que anoche me leí entero este libro. Es lo que necesitamos

Tras el fundido vemos a la hermana Mary Benedict y a Eddie en el despacho de ella. Los veos que están desplazando una mesa entre los dos en dirección a la cámara. Lo hacen para ganar espacio en el centro del salón.

HMB: “Así tendremos un poco más de sitio, eso es. Ve un libro sobre la mesa y se lo señala): “Eres muy amable al venir en sábado”.

Eddie (Contento): “Vale la pena, hermana”.

HMB (Apuntando al volumen): “Te diré que anoche me leí entero este libro. Es lo que necesitamos”. (Lo hojea delante de él).

Eddie (Bromeando): “Son sus deberes de casa, hermana”.

HMB (Sonriendo): “Sí. (Pone el libro sobre la mesa). Veamos. (Como recitando de memoria). Los cuatro golpes más eficaces dice aquí que son… Verás, ahora te lo enseño… El directo de izquierda… (Y hace el gesto significativo, acercando su puño izquierdo a la cara de Eddie)… La contra de derecha (Y hace lo propio con el otro puño)… El gancho de izquierda, (Y hace el amago alargando el brazo de arriba abajo a la cara de Eddie). y el golpe definitivo de derecha (De abajo hacia arriba golpea suavemente la barbilla de Eddie. A continuación mira hacia sus pies). Ahora veamos cuál es tu posición. (Se ve al fondo una silla y la ventana que da al patio, que al ser sábado no tiene estudiantes). ¡Vamos! Eddie mira hacia abajo y mueve tímidamente sus pies). ¿Es esa? (Sigue inspeccionando). ¿Y cómo pegas?». (Eddie se pone tieso y sonríe. Vacila, cierra los puños, los acerca, y pega con ellos de arriba abajo, como si fueran dos molinillos).

El aprendizaje de la posición del cuerpo. “Ponte igual y dobla un poco las rodillas. La punta del pie hacia dentro”.

La hermana Mary Benedict va a comenzar su lección de boxeo.[15] Se da cuenta de que el punto de partida de Eddie está muy alejado de cualquier método. Es un niño que pelea espontáneamente, sin ninguna malicia ni pretensión. La religiosa considera que debe enseñarle una técnica que le permitirá defenderse bien y graduar hasta qué punto debe atacar para anular al contrario. No buscará enseñarle a noquear, sino al contrario, e evitarlo.

HMB (Poniendo voz de experta): “No, no es así como se hace. (Mueve el dedo para reforzar su gesto. Se acerca a Eddie y le coloca adecuadamente las manos y los pies). Vamos a comenzar por el principio. (Se agacha). Pon este pie un poco hacia atrás. Mira como lo pongo yo. (Eddie observa. La hermana Mary Benedict dobla las rodillas y las flexiona varias veces. Toca a Eddie en esa misma parte). Ponte igual y dobla un poco las rodillas. (Hace un gesto mirando los pies). La punta del pie hacia dentro. Eso es. (Hace un giro). Y ahora los puños. (Se los sujeta)… hacia arriba… (Se pone ella en esa posición y Eddie la imita)… flexionando las rodillas. (La hermana va al libro abierto para consultar y exclama contenta). Tienes que bajar la cabeza. (Y le levanta los brazos). Exactamente así. (Él se gira con esa postura, con los brazos levantados, y la hermana Mary Benedict le imita). Ahora haz como yo». (Ella se pone así con los puños y piensa).

El aprendizaje del movimiento: “tienes que estar todo el tiempo saltando y esquivando. Una diana móvil es mucho más difícil de acertar, recuérdalo”.

Fotograma de The Bells of St. Mary's, de Leo McCarey
Las lecciones de boxeo de la hermana Mary Benedict (Ingrid Bergman) en The Bells of St. Mary´s (1945) con Leo McCarey. Imagen 4

La hermana Mary Benedict está siguiendo una lógica coherente. Tras enseñar a Eddie la parte estática —las posturas de brazos, manos y pies— comienza a introducirle en el movimiento, en cómo desplazarse adecuadamente.

HMB: “Vamos a ver qué hacemos ahora… sí, empecemos a movernos con un giro. Giramos un poquito. Así, así. (Comienza a desplazarse hacia su izquierda). Pegando con la izquierda. (Lo hacen y dan media vuelta completa). Así, eso es. Vas bien, vas bien. (Dan otra media vuelta. Cambio a un plano en el que sólo se ve de medio cuerpo hacia arriba). Ahora, Eddie, baja la barbilla y sube los hombros. (Se arregla el hábito). Bueno, a mí no me sale muy bien con el cuello. (Se señala el cuello rígido que lleva y hace un movimiento más sencillo). Pero tú ya me entiendes, así proteges la barbilla, ¿lo ves? (Plano de nuevo de cuerpo entero). Y otra cosa, tienes que estar todo el tiempo saltando y esquivando. Una diana móvil es mucho más difícil de acertar, recuérdalo… (Se yergue y mueve su toca). Si yo intento pegarte en esa mejilla… (Hace el gesto)… ladeas la cabeza y me esquivas. (Alarga el puño y le da un poco en la cara). Lo siento, lo siento, no quería darte. ¿Ves lo que quiero decir? Tienes que esquivar. (Plano de la hermana Mary Benedict de espaldas y de Eddie de frente. Ella larga despacio un puñetazo y él lo esquiva). Mira como se hace. Eso es. (Repite el amago en cada lado y el muchacho sonriente los esquiva). Ahora más rápido”.

¡Caramba! Esto es mejor que presentar la otra mejilla. Es más divertido que el otro falle, ¿verdad?

La fuerza de la escena resulta impactante. ¡Una monja interpretada por Ingrid Bergman dando lecciones de boleo![16] Así se consigue plenamente la pretensión de mostrar el boxeo en clave de autodefensa. La gracilidad con la que la religiosa se mueve favorece que pensemos que estamos ante una danza. Eddie comienza a disfrutar de verdad y con sencillez certifica el propósito del aprendizaje.

Eddie (En el plano): “¡Caramba! Esto es mejor que presentar la otra mejilla. (Plano de los dos, en el que la hermana Mary Benedict queda pensativa, pero en el que Eddie explica a las mil maravillas lo que quiere decir). Es más divertido que el otro falle, ¿verdad?”.

HMB (Realista, acariciando a Eddie mientras se lo dice): “Bueno, yo diría que es mucho mejor para tu cara”.

Eddie (En el plano): “Tiene muchas razón, hermana”.

HMB (En el plano con Eddie, delante de medio lado): “Bueno, ¿por dónde íbamos? (Se coge las manos). El libro dice que este es el golpe más eficaz de todos. (Se señala el puño). El gancho de izquierda[17]. (Levanta el puño). Y éste es el definitivo. (Sonríe). Bien, vamos a ver, ahora con las dos manos. Cuando…”.

Mantén la boca cerrada. El autor dedica dos páginas enteras a eso. E insiste en que si no cierras la boca, te arrepentirás

En ese momento advierte que el muchacho tiene la boca abierta y la hermana Mary Benedict le insiste sobre lo peligroso que resulta. Une la experiencia de lo que está viendo con lo que he aprendido en el libro. Su implicación educativa se muestra como plena.

HMB (Continúa con la advertencia): “Eddie mantén la boca cerrada, es muy importante. (Se lo dice cerrando las manos como suplicándole. Se le repite). Mantén la boca cerrada. (Señala hacia el libro). El autor dedica dos páginas enteras a eso. (Levanta enfáticamente el dedo). E insiste en que si no cierras la boca, te arrepentirás. Así. (Y aprieta la boca y los puños. Plano de cuerpo entero de ambos). Ahora en esta posición. (Adelanta los puños). Si yo intento pegarte aquí, tú me paras con esa mano. (Se lo señala con el gesto también). ¿Ves? Eso es. (Vuelve a hacer el gesto). Y ahí me vuelves a parar. (Eddie va parando esos golpes con el antebrazo). Eso es. Eso es. Ten cuidado y no olvides el golpe definitivo. (Y le hace el gancho de derecha. Se ríe porque le hubiera golpeado con facilidad si el combate fuese real. Se lo advierte). Hay que tener en cuenta muchas cosas, Eddie. (Hace los gestos). Los golpes de izquierda, los de derecha, saltar y esquivar. Intentemos todo a la vez. (Se pone tiesa y mueve la toca detrás del hombro. Le indica). Ve girando. (Comienza a desplazarse en círculo). Vamos, adelante. Mírame fijamente a los ojos. A ver si te anticipas a mis golpes. Atención. (Le va a dar un golpe y Eddie lo agacha y lo esquiva). Eso ha estado muy bien. (Hace un ademán para que se confíe, le propina otro golpe, y el chico lo esquiva).

La culpa es mía, no te he hablado del juego de piernas. El libro dice que es un arte casi olvidado. Es muy importante y hemos de aprenderlo. Es divertidísimo y te gustará

La hermana Mary Benedict se ríe a gusto por lo bien que lo está aprendiendo el chico. Le abraza con cariño. Pero ahora quiere poner un ritmo más, para que se adiestre cada vez mejor. La religiosa se revela como una excelente educadora.

HMB (Muy contenta): “Aprendes muy deprisa. Eso está muy bien. Empecemos otra vez. Vamos girando. (Lo hacen). Es que eres lento, tienes que moverte con rapidez. Vamos. Muévete. (Y comienza a hacerlo ella. Cae en la cuenta). La culpa es mía, no te he hablado del juego de piernas. (Están los dos frente a frente de cuerpo entero). El libro dice que es un arte casi olvidado. Es muy importante y hemos de aprenderlo. (Comienza a mover con mucha soltura y gracia los pies hacia delante y hacia atrás, levantándose muy ligeramente la falta del hábito). Es divertidísimo y te gustará. Y a veces queda muy elegante. (Recapacita). Bueno, quizá sea demasiado para un primera lección. (Da unos saltitos de esa guisa). Sí, creo que sí. Esperaremos. Tenemos bastante en lo que pensar. (Vuelva a dar la vuelta). Vamos, inténtalo. Eso es vamos. (Eddie lanza un golpe y ella lo esquiva). No, no puedes pegarme. (Da media vuelta, con juego de piernas, quedando Eddie de espaldas. Vuelve a lanzar un golpe y ella lo esquiva). ¿Lo ves? ¿A que no puedes?».

Pero es que yo no quiero pegarle… No te preocupes. Vamos, Eddie, pega. Yo te esquivaré

No es sólo es que Eddie no pueda. Es que tampoco quiere. No le atrae lo más mínimo la idea de golpear a una religiosa, además su profesora que tanta preocupación muestra por él. El celo educativo de la hermana Mary Benedict buscará que se salte esa barrera y entre en el juego, si bien con consecuencias que ella no calculaba.

HMB (Al ver que Eddie se para): “Adelante, Eddie, adelante”.

Eddie (Hace un gesto con la mano): “Pero es que yo no quiero pegarle”.

HMB (Muy segura): “No te preocupes. (Se agacha y le muestra la barbilla). Vamos, Eddie, pega. Yo te esquivaré. (Eddie de espaldas, la hermana Mary Benedict de frente hace el juego de piernas. Eddie pega hacia la derecha de ella, y la monja lo esquiva). ¿Ves lo que quiero decir?». (Eddie lanza otro golpe y le alcanza en el centro, dándole en el mentón. Ella se queda mareada, y se poya en un buró que hay detrás. Se frota la barbilla. La hermana se duele. Eddie le ayuda y ella se sienta en un sillón. El muchacho se queda a su lado, y ella abre la boca, y con la lengua compruebe el estado de su dentadura. Se acaricia de nuevo la barbilla, cierra los ojos y mira a Eddie de reojo).

Eddie (Sinceramente muy apenado): “Lo siento hermana”.

HMB (Moviendo los dedos de la mano que acaricia su barbilla: “No, está bien. (Se para). Ya es suficiente. Para una primera lección”.

¿Se olvidó del juego de piernas? Se olvidó algunas cosas ¿verdad?… “¿De algunas cosas? Se me olvidó todo: esquivar, saltar… tenía la boca abierta. Me encontré con la recompensa

McCarey parece querer mostrar que el entusiasmo de la hermana Mary Benedict no debe hacer pensar que el boxeo sea algo sencillo, que se aprende rápidamente en una tarde. Por eso el incidente —en lo que se puede considerar que Ingrid Bergman realiza una interpretación magistral— es un modo de poner las cosas en su sitio. El temperamento juvenil de la hermana Mary Benedict y su entusiasmo quedan así expuestos de un modo palpable… no exento de sufrimiento.

Eddie (Preguntando con inocencia, pero al mismo tiempo como un alumno aplicado): “¿Se olvidó del juego de piernas? Se olvidó algunas cosas, ¿verdad?”.

HMB (Riendo a duras penas[18]): “¿De algunas cosas? Se me olvidó todo: esquivar, saltar… (Se gira hacia Eddie). Tenía la boca abierta. (Se ríe tapándose la boca y Eddie también). Me encontré con la recompensa. (Aunque se ría, la hermana Mary Benedict no deja de lamentar el dolor del golpe. Fundido).

 

5. EL TEXTO FILOSÓFICO FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (IX): LA ATENCIÓN EDUCATIVA PERSONALIZADA DEL P. O´MALLEY HACIA PATSY POR MEDIO DE LA IMAGINACIÓN Y LA MÚSICA

No sé qué le ocurre últimamente, hace cosas muy raras. Habrá tomado demasiado el sol

Suena el timbre de su casa y vemos a Mrs. Breen que acude a abrir la puerta. Lo hace y aparece el P. O´Malley. Estamos en la vivienda de la casera y vamos a asistir a cómo el párroco se preocupa por ayudar a Patsy en su educación.

Mrs. Breen (Tras abrir): “Buenas noches, Padre”.

POM: “Hola”.

Mrs. Breen: “Patsy está aquí”.

POM: “Bien”. (Le deja el sombrero y camina hacia el salón donde está la muchacha. En su camino se encuentra a Eddie que está saltando a la comba, lo que provoca su gesto de asombro).

Eddie: “Hola, Padre”.

POM: “Eddie”.

Mrs. Breen (Regañando a su hijo): “¿Quieres parar con eso y marcharte a la cama?” (Eddie para, casi se cae, y sigue dando saltos).

POM (A Eddie): “Obedece o mañana estarás agotado”. (Se va corriendo y su madre le pega al trasero con un paño que lleva en las manos. Se comprueba claramente, en continuidad con la escena anterior que Eddie sigue con su entrenamiento de boxeo, buscando una puesta a punto. El ejercicio que está realizando le facilitará el mencionado “juego de piernas”).

Mrs. Breen (Al P. O´Malley): “No sé qué le ocurre últimamente, hace cosas muy raras. Habrá tomado demasiado el sol”. (Y camina hacia donde se encuentra Patsy en el salón).

POM (Siguiendo el razonamiento de Mrs. Breen): “Mientras no fuera en horas de clase…”.

Padre lo dice por ser amable. No sé, cada vez que creo saber una cosa me preguntan otra distinta. Soy como una hoja en blanco, Creo que no valgo para estudiar

El P. O´Malley avanza unos pasos y se ve a Patsy Gallagher sentada junto a una mesa camilla, en disposición de estudiar. Parece que es una conducta habitual que el párroco acuda a preocuparse por sus estudios. Se acerca a ella.

POM: “Buenas noches, Patsy”.

PG (Levantándose con respeto): “Buenas noches, Padre”.

POM (Correspondiendo a su cortesía): “Siéntate. (Apoya sus manos en el respaldo de la silla que está al lado de la que está sentada la jovencita). ¿Te has quedado hasta tarde, ¿no? ¿Tienes algún problema?”.

PG (Mirando hacia abajo con gesto de desánimo): “Padre, ¿no le parece que debo dejar la escuela y buscar trabajo?”.

POM (En la misma posición): “¿Y qué vas a hacer? (Patsy encoge los hombros). Para hacer algo, hay que saber algo, ¿sabes?. No debes desanimarte, Patsy. He visto tus notas y está bien, van mejorando”.

PG (Sin convencerse de los que estás escuchando): “Padre, lo dice por ser amable. No sé, cada vez que creo saber una cosa me preguntan otra distinta. Soy como una hoja en blanco. (Agacha la cabeza). Creo que no valgo para estudiar”.

POM (Para citar su autoestima): “Vamos, no pensarás que eres tonta“.

PG (Levantando la cabeza, con cierta agudeza en la respuesta): “Está bien, Padre, digamos que no soy muy lista”.

Un tema muy interesante. Dime, ¿qué es lo que te sugiere? Nada. ¿Me comprende ahora lo que le quiero decir?

El P. O´Malley coincide con la hermana Mary Benedict en su talante educativa. Ante las dudas de la muchacha su respuesta no irá por regiones abstractas. Acude a la tarea que ella tiene que realizar en ese momento. Y comienza a prestarle ese tipo de ayuda que hemos caracterizado de atención personalizada.

POM (Sonríe ante la ironía de la niña): “¿Cuál es el problema que te tiene levantada esta noche?”

PG: “Una redacción, Padre. Los cinco sentidos”.

POM (Entrando en materia): “Un tema muy interesante. Dime, ¿qué es lo que te sugiere”. (Comprobamos que el P. O´Malley, con un estilo emersoniano, busca que Patsy comience a reflexionar partiendo de su propia experiencia (Emerson 2010c; 2021), no desde una mera repetición acrítica de contenidos).

PG (Con su actitud negativa): “Nada. ¿Me comprende ahora lo que le quiero decir?”.

POM (Implicándose para que ella piense por sí misma): “¿Cuáles son los cinco sentidos, Patsy”.

PG (Bajando la cabeza y enumerándolos mientras cuenta con los dedos, muestra inequívoca de la inseguridad con la que procede): “Pues… vista, oído, gusto, olfato… (Ve que le falta uno y mira al P. O´Malley que le hace un gesto d frotarse dos dedos)… y tacto”.

POM: “Eso es… ¿Para quién es el ensayo?”.

PG: “Para la hermana Mary Benedict”.

Estar contento de tener vida. Agradecer el bien que nos hacen los demás. Poder contemplar las maravillas de la naturaleza. Los árboles en flor en primavera. Las hojas que se marchitan en otoño

Al escuchar el nombre de la religiosa, el P. O´Malley reacciona como quien descubre que está ante un reto. Es una muestra de la consideración intelectual que le merece la superiora de las monjas, y al mismo tiempo de la oportunidad que se le presenta de reivindicar a Patsy ante ella, tras la conversación que mantuvieron.

POM: “¿La hermana Mary Benedict? (Mueve la silla para sentarse junto a Patsy). Entonces tendremos que afinar mucho. Vamos a por el sobresaliente. (Vemos a Patsy en el plano que por primera vez sonríe. El P. O´Malley prosigue justificando su estilo educativo). No querrás hacer lo que el resto. (Ahora en el plano) Todos redactarán las mismas respuestas convencionales. (Con énfasis). Nosotros haremos algo diferente. Escribiremos a la hermana una redacción sobre otro sentido. (Plano de los dos y el párroco se lleva a la boca el lápiz, como reflexionando. (Lo muerde). Veamos, el hombre está dotado de ciertas potencias a las que llamamos los sentidos. (Pone el lápiz sobre un libro que hay en la mesa). Pero si posee también sentido común, hallará mucha felicidad en la vida utilizándolos dentro de la razón. Tú estás contenta con haber venido a St. Mary’s , ¿no?”.

PG (Sincera): “Sí, Padre”.

POM (En un primer plano mirando a la chica): “Estar contento de tener vida. Agradecer el bien que nos hacen los demás. (Pausa). Poder contemplar las maravillas de la naturaleza. Los árboles en flor en primavera. Las hojas que se marchitan en otoño. (Sigue el itinerario emersoniano —Emerson, 2015—). Poder apreciar la belleza de la música. Ser conscientes de la belleza que nos proporcionan el tacto y la vista, (mueve la cabeza para reafirmarlo) y el oído. Ser conscientes de por qué estamos en el mundo. (Sonríe y suspira). Podría seguir y seguir …”.

Aren’t You Glad You’re You? (¿No te alegras de ser tú?)

El sacerdote parece estar consiguiendo su objetivo. Los ejemplos que ha puesto están llegando a Patsy que lejos de cansarse al escuchar estas palabras, pide más. Ha conectado con su propia experiencia. Un modo de proceder en el que la filosofía de Emerson y el personalismo parecen converger (Burgos 2015, 2018, 2021, 2023).

PG  (Encantada, sonríe y pone su mano en la propia mejilla): “Bueno, y ¿por qué no, Padre?”.

POM (En el plano con los dos, Patsy sonriendo): “¿Y por qué no?». (Se levanta y va hacia un piano que hay en el salón. Se sienta. Patsy se acerca junto a él. Hace una escala. Vemos al P. O´Malley que va a tocar y cantar, y a la muchachita junto a él. Va a interpretar «Aren’t You Glad You’re You?», la canción que compusieron para la película su compositor habitual Jimmy Van Heusen (1913-1990) con su compañero en la letra Johnny Burke (1908-1964)[19]).

Y cuando te levantas cada mañana, ¿no estás contenta de haber nacido? // Piensa en lo que tienes a lo largo del día, ¿no estás contenta de ser tú?

La letra de la canción traslada un inequívoco sentido positivo hacia la vida. Como señala Miguel Marías ante la acusación de que esta película y Going My Way fueran “una muestra de deliberado escapismo”.

… la verdadera contribución de McCarey al esfuerzo de guerra consistía en infundir ánimos, en tratar de devolver a sus semejantes la confianza perdida por mucho de ellos en los demás seres humanos, en recordar que no sólo había en el mundo maldad y destrucción. (Marías 2023: 188).

En efecto, ese es el sentido más genuino de la canción.

Cada vez que estás cerca de una rosa,

¿no estás contenta de tener nariz? (Con el P. O´Malley en el plano).

«Aren’t You Glad You’re You?»., una canción para levantar la inspiración de Patsy Gallagher (Joan Carroll) en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 5

Y si el amanecer estás fresco por el rocío,

¿no estás contenta de ser tú?

Cuando una alondra aparece,

¿no estás contenta de tener oídos?

Y si tu corazón también canta,

¿no estás contenta de ser tú?

Puedes ver un cielo de verano, (plano del P. O´Malley con Patsy que sube y baja los ojos siguiendo el sentido de la letra)

o tocar una mano amiga, (Patsy asiente)

o saborear un pastel de manzana, (Plano del P. O´Malley con Patsy que sonríe)

¿No es la vida grande? (Cantan los dos, con el P. O´Malley de frente y Patsy de espaldas).

Y cuando te levantas cada mañana,

¿no estás contenta de haber nacido?

Piensa en lo que tienes a lo largo del día,

¿no estás contenta de ser tú?

Pues si no sabemos apreciar nuestro cinco sentidos… la vida no vale ni cinco centavos

El P. O´Malley da la nota final. La cámara se retira un poco y vemos cómo el sacerdote se levanta del taburete frente al piano con Patsy de espaldas. Camina hacia la puerta.

POM (Animando a la muchacha): “Bien, Patsy, piensa en todo lo que te he dicho. (Van juntos hacia la puerta y ella le da el sombrero). ¿Qué conclusión sacas?”.

PG (Resuelta): “Pues si no sabemos apreciar nuestro cinco sentidos… la vida no vale ni cinco centavos”.

POM (Sonríe): “Eso está bien, muy bien. (Avanza y Patsy le abre la puerta). Espero que lo hagas bien mañana”.

PG (Mientras el párroco sale): “Gracias, Padre. Me siento mucho mejor”.

POM (Antes de salir): “Tampoco yo me siento nada mal”.

‘Querida clase, hoy es fiesta’. ¿Quién ha hecho esto? Vamos, niños, yo confío en vuestra sinceridad. ¿Quién ha sido?

McCarey va a presentar el “primer fruto” de la acción educativa del P. O´Malley con Patsy de modo inmediato, pues se trataba de la tarea para el día siguiente. Dejará para más adelante el resultado de la educación en el boxeo de la hermana Mary Benedict, que lógicamente, conlleva un proceso más dilatado de preparación. Ahora vemos en el plano de un aula de la escuela, antes de que entre la profesora, que como veremos inmediatamente, es la hermana Mary Benedict. Hay una pelea de papeles entre los alumnos.

HMB (Irrumpe por la puerta y todos los chicos corren a sentarse en su puesto): “Ya está bien, niños. (Se los ve ya sentados y formales). No se os puede dejar solos ni un minuto. (Mira hacia la pizarra donde hay una caricatura de ella que dice algo, como en el bocadillo de un cómic. Ella lo lee: ‘Querida clase, hoy es fiesta’. (Se vuelve e interroga a los estudiantes). ¿Quién ha hecho esto? (Completo silencio). ¿No me habéis oído? ¿Quién ha sido? (Sigue el silencio). Vamos, niños, yo confío en vuestra sinceridad. ¿Quién ha sido? (Se gira hacia la pizarra). Vuestro deber es decímelo. Se les queda mirando cuando en ese momento entra en la clase el P. O´Malley y todos se ponen de pie. Al verlo la hermana Mary Benedict intenta borrar rápidamente el dibujo, lo que consigue sólo a medias, porque con las prisas se le cae el borrador. Lo recoge y sigue con su labor de disimulo. Plano del sacerdote sin sombrero. La religiosa se queda mirándole). Su visita es un honor para nosotros, Padre. (El párroco le agradece la acogida con una inclinación de cabeza).

Ahora leeréis vuestras redacciones para que el Padre O´Malley las oiga

A pesar de que en los coloquios reservados la hermana Mary Benedict se permite algunas licencias con el P. O´Malley —decirle, como hemos visto, que tiene cara deshonesta, o afearle su poco afán de corrección a Tommy por su agresividad—, cara a los alumnos le guarda todas las atenciones que merece su condición de superior eclesiástico.

HMB (A los niños, mientras avanza hacia ellos): “Podéis sentaros chicos. (Al párroco). ¿Quiere ocupar mi asiento? (Mientras el sacerdote saca la silla de detrás de la mesa para sentarse, la hermana Mary Benedict vuelve a mirar hacia el dibujo medio borrado y dice al grupo). Arreglaremos este tema más tarde. Ahora leeréis vuestras redacciones para que el Padre O´Malley las oiga. Se dirige a un niño). “Luther”.

POM (Con la cámara detrás, pregunta a la hermana Mary Benedict, extrañado que alguien con el nombre del reformador protestante curso en una escuela católica): “¿Luther? ¿Cómo ha llegado hasta aquí?”.

HMB (En voz baja): “Nunca se sabe”.

Luther (Jimmy Crane, lee lo escrito en su cuaderno): “Los cinco sentidos. Me gusta ver una buena película de Roy Rogers. (Plano de la hermana Mary Benedict preocupada y del P. O´Malley con gesto relajado; como ha situado la silla en el lateral de la mesa, apoya su brazo izquierdo en ella. A Luther se le ve en primer término, con un grupo de compañeros detrás, sentados en sus respectivos pupitres). Me gusta saborear los helados sobre todo los de fresa. Me gusta oír al Lone Ranger [20], ‘Hiho-Silver’. Me gusta oler los perritos calientes. Me gusta sentirme bien». (Sonríe y los demás niños se ríen).

HMB (Manteniendo la seriedad. Ella de espaldas y el resto de la clase delante, en primer plano, con el P. O´Malley al lado): “Luther se refiere a que le gusta ser un buen chico. (Indica con las manos en dirección al corazón, ante la atenta mirada del P. O´Malley). Le gusta sentirse bien aquí dentro, ¿verdad, Luther?”.

No, hermana. Me refiero a cuando el timbre suena a las tres. O todavía mejor, las vacaciones. Eso es sentirse bien

La última intervención del muchacho le ha parecido a la hermana Mary Benedict que merecía esa matización por lo poco elevado de las aspiraciones que reflejaba. Pero el niño ha contestado con sinceridad, lo que ella y sobre todo el P. O´Malley han valorado. Y en cierto modo introduce el tema del sexto sentido que el párroco le sugirió a Patsy la noche anterior.

Luther (En el plano con su cuaderno): “No, hermana. Me refiero a cuando el timbre suena a las tres. O todavía mejor, las vacaciones. Eso es sentirse bien”. (Plano del P. O´Malley que sonríe ante la respuesta realista, mientras la religiosa se muestra un tanto contrariada).

HMB (Mira hacia el P. O´Malley): “Bueno. Has tenido sinceridad e imaginación. Puedes sentarse. (Mira hacia un lado). Ahora Patricia”.

PG (Se levanta con una hoja con la que comienza a declamar): “Los seis sentidos”.

HMB (En el plano, enmendándole): “El tema era los cinco sentidos”.

PG (Manteniendo su posición): “Bueno, yo lo he hecho sobre los seis sentidos». (La monja mira hacia el P. O´Malley, quien le indica con un gesto que la deje seguir).

HMB: “Continúa, Patricia, continúa”.

El sexto sentido consiste en saber disfrutar de los otros cinco. Ser, eso es lo que realmente importa. Es como un mundo dentro de nosotros que nos da lo que ponemos en él

Ahora la joven va a mostrar que ha desarrollado el tema que le sugirió el sacerdote con creatividad y brillantez. Ha superado la crisis de confianza en ella mismas, basándose en gran parte a las palabras que escuchó en la canción.

PG (Vuelve a leer con ilusión): Los seis sentidos. Ver, oír, oler, gustar, tocar… y ser. (El P. O´Malley pone gesto de extrañeza, como si no lo hubiese oído nunca). Y el más importante es el último. El sexto sentido. (Plano de la monja que mira de reojo al párroco). Consiste en saber disfrutar de los otros cinco. (Ahora Patsy en el plano). Ser, eso es lo que realmente importa. Es como un mundo dentro de nosotros que nos da lo que ponemos en él. (Plano de la hermana que sonríe y mira al párroco). Vemos a los demás, oímos a los demás. (Plano del P. O´Malley que al recibir la mirada de la hermana hace un gesto como diciendo que está muy bien lo que está escuchando). Conocemos a los demás con los cinco sentidos. Pero, ¿cómo nos conocemos a nosotros mismos? A través del sentido común. El sentido común es un sentido interno cuya función consiste en distinguir las diversas informaciones de los otros sentidos. (Plano del P. O´Malley muy atento). O reducir estas informaciones (Plano de la hermana Mary Benedict) a la unidad de una percepción común. (Plano de los dos, con el párroco sonriendo. Plano de Patsy. Es una gran palabra, ser. (Otra vez con el plano de la religiosa y el párroco).

Otras palabras se derivan de ella. Yo soy, tú eres, él, nosotros somos, ellos son. Y en ellas está incluido todo el mundo

Patsy se muestra cada vez más suelta, desarrollando su pequeña filosofía. Si en su compañero Luther el final de su intervención orientaba hacia un posible sensualismo, que la hermana Mary Benedict había tenido que matizar, ahora Patsy desarrolla una visión más integrada de la subjetividad humana, en una línea bastante propia del personalismo. (Burgos, 2017).

PG (Prosigue): “Otras palabras se derivan de ella. Yo soy, tú eres, él, nosotros somos, ellos son. Y en ellas está incluido todo el mundo. Shakespeare dijo: ‘Sé fiel a ti mismo’ (Plano del P. O´Malley mirando de reojo a la hermana Mary Benedict) y acompañado de tu espíritu (Plano de la monja que mira al párroco) no habrá falsedad para con nadie. Y (Patsy en el plano) tenía mucha razón hermana”.

HMB: “Sí”.

PG (Viniéndose arriba y tomando las palabras de Shakespeare como si fueran las suyas): “Se refería al sexto sentido. Y por ponerlo con mis propias palabras: ‘ser o no ser, es la es la cuestión’» (Plano del párroco y la monja perplejos).

HMB: “Muy bien, muy bien, Patricia. Muy bien”. (Mira al sacerdote que asiente).

PG (En el plano en medio de la clase): “Y una cosa más, hermana“. (Suena el timbre y se ponen todos de pie).

POM (Empleando el símil del boxeo): “Salvada por la campana”.

HMB (Reza): “En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”. (Todos hacen la señal de la cruz). «Podéis marcharos, niños». (Salen rápido, pero ordenadamente por filas. Cuando Patsy pasa junto al P. O´Malley le deica una sonrisa. El párroco permanece contenidamente serio, y la sigue con la mirada).

Sí, además una chica como Patsy necesita un buen estímulo. Tiene mucho talento… Yo diría que tiene el talento de un hombre de su edad

La actuación de Patsy en clase va a dar ocasión a un nuevo coloquio entre el P. O´Malley y la hermana Mary Benedict, uno de esos que muestran una comunicación más fluida entre ambos. El punto de partida es la calificación que se merece Patsy. Se ve en plano a la religiosa intentando acabar de borra la caricatura de la pizarra.

POM (Primero sólo la voz, y luego ya en el plano): “He aprendido algo. Esa niña promete, ¿no le parece?”.

HMB (De espaldas al presbítero mientras sigue borrando): “Estoy convencida”. (Se gira).

POM: “¿Qué le va a poner? ¿Notable?”.

HMB (Moviendo el borrador que lleva en las manos): “No. Creo que un sobresaliente”.

POM (Contento): “Bien, estupendo”.

HMB: “Creo que sería más justo darle Matrícula de Honor, ¿no, Padre?”.

POM (Con contención): “Quizás será exagerado. Demasiado”.

HMB (Levantando el borrador): «Pienso que realmente se la merece». (Y vuelve a a limpiar el encerado).

POM (Introduciendo su visión educativa): “Sí, además una chica como Patsy necesita un buen estímulo. Tiene mucho talento». (Deja unos libros sobre la mesa).

HMB (Girándose): «Sí mucho. (Irónica y descubriendo la excesiva implicación que quizás el P. O´Malley ha podido mostrar con el éxito de su tarea). Yo diría que tiene el talento de un hombre de su edad”.

POM (Riéndose un poco avergonzado): “Existe otro sentido, hermana”.

HMB (Haciéndose la inocente): ¿No me diga?”.

POM (Con humor): “Sí, el sentido de marcharse a tiempo”. (Da media vuelta y sale por la puerta).

 

6. EL TEXTO FILOSÓFICO FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (X): EL FRUTO DE LA ATENCIÓN EDUCATIVA PERSONALIZADA DE LA HERMANA MARY BENEDICT EN FORMA DE COMBATE QUE LLEVA A LA AMISTAD

La hermana Mary Benedict desde su despacho asiste la provocación de Tommy contra Eddie

Vamos a asistir al triunfo de la atención educativa de la hermana Mary Benedict con respecto a Eddie Breen. Buscaba resolver el dilema de cómo poner la otra mejilla sin que eso conllevara magulladuras para la cara del chico. Ante lo que en principio parecía insoluble, la religiosa encuentra una solución por medio de la educación: entender el boxeo desde el punto de la autodefensa, de manera que un buen combate sea aquel que lleve a la amistad entre los contendientes. Una cultura alternativa de la resolución de conflictos, tan necesaria tras la Segunda Guerra Mundial.

El plano nos muestra el patio del colegio. Se ve a un niño en un sube y baja. Eddie está apoyado en un madero.

Eddie (Saluda a la hermana que mira desde la ventana de su despacho que da al patio): “Buenos días, hermana”.

HMB (Desde el despacho): “Creo que Bobby quiere jugar contigo”. (Y le añade algo sin palabras. Vemos que Bobby que es un niño pequeño le pasa un balón de fútbol americano con un chut. Eddie juega con él y se lo devuelve. Aparecen otros niños que corren. De nuevo Eddie se apoya donde estaba. La monja sonríe desde la ventana. Deja de sonreír porque ha visto algo. Vemos que en el patio aparece Tommy Smith a la altura del sube y baja. Eddie se mueve hacia él. Plano de la monja expectante. Mira hacia abajo. Pasa Eddie junto a Tommy. Este le pone la zancadilla. La hermana Mary Benedict mira asustada. Eddie desde el suelo abre la boca sonriente para mostrar que no pasa nada. Delante suyo un niño mueve el sube y baja).

El cambio de consejo de la hermana Mary Benedict: mueve a que Eddie se defienda

A partir de este momento, la hermana Mary Benedict que ha podido comprobar por ella misma la veracidad del relato de Eddie con respecto a la agresión modifica su criterio. Plano de la monja que asiente a Eddie y cierra los ojos como encomendando. Eddie se levanta y va donde está Tommy de pie. Le pega un puñetazo y Eddie cae. La monja le hace una señal para que se defienda. Comienza la pelea. Se oyen voces de niños alrededor. Eddie le pega a Tommy directos de izquierda. Da media vuelta y Tommy se defiende ahora con dificultad. Acuden más niños. Tommy lanza un golpe y Eddie lo esquiva. Se ve a la hermana Mary Benedict con gesto de atención y sufrimiento. Hace ademanes para que Eddie lo siga esquivando.

En el fondo del plano del despacho de la hermana aparece el P. O´Malley que la observa en silencio sorprendido. La hermana hace gestos con el puño y el sacerdote alarga el cuello sin decir palabras para observar lo que hace. Ella está indicando cómo dar los golpes. Imagen del patio. Eddie y Tommy están dando vueltas, mientras los otros niños siguen gritando entorno suyo. Eddie mira hacia la hermana y la saluda. Tommy aprovecha lo que le parece que es un descuido para lanzarle un directo y Eddie lo esquiva. A continuación le para otro directo, y alcanza a Tommy con otro suyo. Plano de la hermana con el P. O´Malley al fondo. La monja hace un gesto y cierra los ojos con sufrimiento. Los abre, y da golpes nerviosos en el alféizar.

La hermana hace los gestos de esquivar. El P. O´Malley se tapa los ojos y se sacude la cabeza , no dando crédito a lo que está viendo

La doble victoria de Eddie Breen (Richard Tyler), gana el combate y consigue un amigo en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 6

Plano del patio. Tommy da un nuevo golpe fallido. Eddie se gira. Tommy vuelve a intentar otro y Eddie lo esquiva. Queda de espaldas de Eddie. Tommy se gira y da un golpe que de nuevo no llega a impactar en Eddie. Plano de la hermana que hace los gestos de esquivar. El P. O´Malley se tapa los ojos y se sacude la cabeza, no dando crédito a lo que está viendo. La hermana Mary Benedict se pone de medio lado tensa. El P. O´Malley sale de su despacho. En el patio Eddie le alcanza a Tommy con un directo. Le agarra y le va a dar después de voltear el brazo el golpe definitivo, un gancho de izquierda. Vemos cómo la hermana Mary Benedict interviene para moderarlo. Le dice que no le golpee así. Primero moviendo la cabeza y luego subrayándoselo con el dedo. En el patio Eddie renuncia a ese golpe y se separa de Tommy.

Plano del P. O´Malley que entra en el patio por la puerta. Se pone junto a la pared y sin que la hermana Mary Benedict le vea, puede observar cómo la monja está mirando por la ventana el combate de los niños. El párroco da unos pasos y se detiene para que la hermana siga sin verle su presencia. Se ve a los muchachos peleando. Tommy intenta golpearle y Eddie lo para con sus brazos. Eddie le pregunta a la hermana. Ella en el plano señala un dos, primero con el dedo y luego con el puño: uno y dos. Eddie lo hace. Sale bien. Agarra a Tommy y mira a la hermana.  Plano del P. O´Malley que lo observa todo. Ella se retira un poco, y él, que va con un sombrero oscuro, mira hacia la ventana.

Siento mucho haberte hecho esto, Tommy. Pero si sabes perder, dame la mano y seamos amigos. Te compraré un helado

Plano de los niños. Tommy falla otro golpe y Eddie contesta con un gancho de derecha que lo derriba. Plano del gesto de sufrimiento de la hermana. Plano de Eddie haciendo juego de piernas y los demás niños aclamándole con silbidos. Eddie sigue en esa posición y saluda a los otros niños como si fuesen el público. Plano de la hermana que sonríe al comprobar que ha salido vencedor. Da unos golpes en el alféizar y se aleja de la ventana para salir al patio. Plano de Eddie que levanta a Tommy.

Eddie (Cuando ya lo ha levantado): “Siento mucho haberte hecho esto, Tommy. (Se chocan las manos. Le pone la mano en el hombro mientras los otros niños se acercan). Pero si sabes perder, dame la mano y seamos amigos. (Tommy mira y duda). Eddie se lo hace fácil: Te compraré un helado”.

Tommy (Cediendo): “Con dos bolas”.

Eddie: “Dos bolas”.

Tommy: “De acuerdo”. (Y se estrechan las manos de nuevo).

Voz de otros niños: “Eddie, ¿cómo aprendiste a boxear?”.

Eddie (muy contento): “Es un secreto”.

¿Es que prueba algo que alguien venza a su prójimo? ¿No cree usted que lo importante es lo que somos aquí?

Eddie sigue poniendo la otra mejilla. Ha ganado noblemente, ha renunciado al encarnizamiento, ha ofrecido su amistad… y comprar dos helados. La tarea educativa de hermana Mary Benedict no ha podido ser más exitosa. Venos en el patio al P. O´Malley y aparece junto a él la hermana Mary Benedict. Se para y el párroco advierte su presencia.

POM (Tocándose el sombrero): “Hermana. (La cámara se acerca a los dos). Se ha perdido algo digno de verse”.

HMB (Con gesto de inocencia): «¿Sí?”.

POM (Señalando con el dedo, pero viendo como ella sonríe, añade un poco más seco): “Sí, de veras… (Mirando al frete). Una buena pelea. (Disimulando). Ese Eddie es un… Porque es Eddie, ¿no?”.

HMB (Contenida): “Oh, sí, es Eddie”.

POM (Con la misma intención, para ver si le saca algo): “¿El mismo al que pegaron hace unas semanas?”.

HMB (Sobria): “Sí”.

POM (En el plano, mirando de reojo a la hermana): “¡Vaya cambio! ¡Es increíble! (En el plano con la hermana Mary Benedict). ¡Lo que ha mejorado! (La monja en el plano, serena). Y me pregunto por qué”.

HMB (Haciéndole contrapunto): “¿Es que significa algo, Padre? ¿Es que prueba algo que alguien venza a su prójimo? ¿No cree usted que lo importante es lo que somos aquí? (Le devuelve lo que enseñó a Patsy). Quiero decir, ser“. (Y le mira con ironía).

POM (En el plano, sonriendo): “Tiene usted razón. (Con la monja en el plano, que sonríe contenta). Pero cómo explica un cambio tan radical en tan poco tiempo?».

HMB (Con ironía y dulzura al mismo tiempo): “Es que desde nuestro limitado conocimiento del mundo exterior procuramos educar hombrecitos viriles”. (Plano del P. O´Malley y de los dos que se miran y siguen sonriendo).

 

7. BREVE CONCLUSIÓN

Los tiempos oscuros tras la segunda Guerra Mundial exigían, según el proceder de McCarey una inversión en alegría basada en la confianza en todo lo bueno que hay en la vida. Desde una perspectiva teológica, McCarey era un católico fervoroso, se podía justificar desde una esperanza sobrenatural. Pero el director de cine no se situaba en ningún púlpito, sino que convocaba a que cada espectador pudiese bucear en su propia experiencia y encontrar a través de lo suscitado por la pantalla sus propios motivos de esperanza.

La modulación de esta en la complementariedad varón/mujer, expresada en la común tarea educativa de un párroco y una monja añade otro dato esencial. La alegría sólo puede surgir en un clima de humildad en el que se espera algo del otro. La diferencia sexual marca que nunca tenemos la experiencia completa del mundo y de la vida. Necesitamos de los que no son como nosotros para ampliarla, para contemplarla en todos sus matices.

La comprensión de la hermana Mary Benedict (Ingrid Bergman) del sufrimiento físico y moral de Eddie Breen (Richard Tyler) en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 7

 

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NOTAS

[1]The Bells of St. Mary’s (Las campanas de Santa María,1945) como secuela de Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944) ambas de Leo McCarey “, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/the-bells-of-st-marys-las-campanas-de-santa-maria-1945-como-secuela-de-going-my-way-siguiendo-mi-camino-1944-ambas-de-leo-mccarey/.

[2]

Satan never sleeps

He walks behinds you

Through the night and throught the day

Silently he creeps

He’s always there

To put temptation in your way

So if you are burning with desire

You’ll find away to pacify

Then the embers of the flame

You have your foolish heart to blame

Ohoh Satan has a plan

He is out to capture in any way he can

Ever since the world began

He’s try to came between a woman and a man

It doesn’t matter if you are great or small

That is why satan never sleeps

 

Satanás nunca duerme

Camina detrás de ti

De noche y de día

Silenciosamente se arrastra

Siempre está ahí

Para poner la tentación en tu camino

Así que si estás ardiendo de deseo

Encontrarás algo que apaciguar

Entonces las brasas de la llama

La culpa es de tu tonto corazón

Ohoh Satanás tiene un plan

Él está fuera de capturar de cualquier manera que pueda

Desde que el mundo comenzó

Él ha tratado de venir entre una mujer y un hombre

No importa si eres grande o pequeño

Es por eso por lo que Satanás nunca duerme

 

 

 

[3] Agradecemos a nuestro compañero Juan Mª Díez Sanz las pistas que nos ha dado para la valoración adecuada de esta película.

[4] Seguimos la numeración de la contribución anterior.

[5] Cfr. la contribución anterior, “The Bells of St Mary’s (Las campanas de Santa María,1945) como secuela de Going my Way (Siguiendo mi camino, 1944), ambas de Leo McCarey“, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/the-bells-of-st-marys-las-campanas-de-santa-maria-1945-como-secuela-de-going-my-way-siguiendo-mi-camino-1944-ambas-de-leo-mccarey/ .

[6] Por ejemplo, en la película unos años posterior de Mitchell Leisen, Darling, How Could You/ (Cariño, por qué lo hiciste, 1951). La hemos tratado recientemente en la web del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, “«Darling, How Could You!», las mujeres y el derecho de la familia de existir y progresar como tal”, https://www.observatoriobioetica.org/2024/08/darling-how-could-you-las-mujeres-y-el-derechos-de-la-familia-a-existir-y-progresar-como-tal/10002191.

[7] La versión española se publicó en 1973.

[8] Hemos visto en otra edición de la película esta traducción en los subtítulos en castellano: “conjeturas de alguien que desconoce el mundo exterior”. La recogemos porque nos parece también una espléndida expresión de lo que irónicamente la hermana Mary Benedict quiere señalar dialécticamente.

[9] Como es sabido ese es uno de los puntos débiles de los juicios de Nuremberg: que se pudo juzgar como crímenes contra la humanidad sólo los cometidos por el bando alemán, pero no los perpetrados por el bando aliado como el haber empelado armamento nuclear, algo que pudo ser denunciado incluso por el propio Hans Kelsen (Kelsen, 2023).

[10] James John «Gentleman Jim» Corbett (San Francisco, California, 1 de septiembre de 1866 – Bayside, Queens, Nueva York, 18 de febrero de 1933) fue un boxeador estadounidense campeón mundial de peso pesado, tomado de Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/James_J._Corbett. Pasa por haber introducido un boxeo más científico en este deporte.

[11] Robert James «Bob» Fitzsimmons (26 de mayo de 1863-22 de octubre de 1917) fue un boxeador nacido en Gran Bretaña, que habiendo emigrado a corta edad a Nueva Zelanda, y en su representación, obtuvo el récord boxístico de ser el primer campeón mundial de tres divisiones de boxeo, entre otros logros, tomado de Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Bob_Fitzsimmons.

[12] James Joseph Tunney (Nueva York, 25 de mayo de 1897-Greenwich, Connecticut, 7 de noviembre de 1978), conocido como Gene Tunney en el mundo del boxeo, fue un boxeador estadounidense. Sus padres procedían de Kiltimagh en Irlanda y pertenecían a la clase obrera. Tunney se crio en las calles de Nueva York, donde se sintió atraído por el boxeo, que empezó a practicar en el gimnasio local, tomado de Wikipedia, https://es.wikipedia.org/wiki/Gene_Tunney. Probablemente McCarey, buen conocedor del mundo del boxeo por la condición de promotor de su padre quiso rendir un homenaje a este boxeador de origen irlandés, como él, a quien en este mundo se le tenía como modelo del boxeador disciplinado, que sacaba al máximo sus posibilidades a base de sacrificio y disciplina. Un modelo que se aproxima mucho a lo que la hermana Mary Benedict buscaba para Eddie.

[13] Cfr. la obra de John Finnis (Finnis J., 1996; 2000) y de Martha Nussbaum (Nussbaum M., 2013; 2015).

[14] En su autobiografía, Ingrid Bergman recuerda como había concebido McCarey a su personaje, basado en la realidad de su tía:

una monja, deportiva y risueña, aficionada al boxeo y el tenis, que adoraba a los niños y los cuidaba, y había forjado para sí una existencia llena de amor y fe. Leo no podía olvidar su imagen, mientras corría y saltaba con su hábito en una pista de tenis descargando raquetazos a la pelta. Prescindimos de la cancha en el film; preferimos el boxeo. (Bergman, Burguess,  2020: 140-141).

[15] Wes D. Gehring nos advierte que se trata de una escena completamente improvisada, sin que fuera previamente ensayada. Aporta una cita de Ingrid Bergman. Tomad de la obra de John Kobal, People Will Talk (New York: Random House, 1986, p. 469) en la que la actriz indica que Leo McCarey sólo le dio los diálogos y le mostró como hacerlo, y lo fueron filmando en sucesivos momentos, lo que le permitió añadir nuevos gestos con respecto a los pies, o a la preocupación por el hábito. (Gehring 2005: 198). La admiración que Ingrid Bergman tuvo hacia Leo McCarey y su manera de trabajar permitió que esta escena funcionara de manera ejemplar. Charlotte Chandler en su biografía sobre la actriz recoge esta cita textual:

Conocí a ese hombre maravilloso [Leo McCarey], y no me podía creer la cantidad de ideas que tenía en la cabeza. Era imposible que no te gustara. Si no te gustaba es que te pasaba algo. (Chandler 2008: 111).

Donald Spoto en su biografía de la estrella sueca avala la tesis de Gehring sobre la aportación de la propia Ingrid Bergman en esta escena:

De hecho, ella misma escribió varias líneas, y sugirió unas cuantas escenas que mejoraban y suavizaban la película. Suya fue la idea de fintar y parar con un poco más de energía durante su lección de boxeo con el tímido escolar que necesita aprender autodefensa. Su juego de piernas era vivo, casi como si bailara, evocando humor pero sin caer en lo burlesco. (Spoto 2015: 177-178).

[16] Señala McKeever que durante el rodaje McCarey tenía una serie de monjas que asistían al set, ejerciendo como censoras oficiosas. McCarey les enseñaba las pruebas de las tomas y ellas las aprobaban o no, siguiendo el criterio de que las escenas pudieran funcionar en la vida real de las religiosas. Los actores y el equipo le dijeron a McCarey que las monjas nunca aprobarían la escena en la que la hermana Mary Benedict enseña a Eddie cómo boxear. McCarey no estuvo de acuerdo enfáticamente y McKeever aporta una cita del artículo de Edward Fischer, “The Story Behind Going My Way”, The Ave Maria, 26, November 1955: 26, en la que McCarey afirma que ellas seguro que lo aceptarían:

Eso es real. Es de la hermana de mi padre. Mi padre era un promotor de boxeo. Cuando su hermana se hizo monja ella solía enseñar a los niños como mantener altas sus guardia, cómo hacer girar la muñeca para conseguir más potencia en el golpe. (McKeever 2000: 397).

[17] Left jab, en inglés original.

[18] Dado el carácter improvisado de la escena podemos preguntarnos si hay alguna base real en el gesto de dolor de Ingrid Bergman.

[19] Su letra original en inglés:

Every time you’re near a rose

Aren’t you glad you’ve got a nose

And if the dawn is fresh with dew

Aren’t you glad you’re you

 

When a meadowlark appears

Aren’t you glad you’ve got two ears

And if your heart is singin’ too

Aren’t you glad you’re you

 

 

 

You can see a summer sky

Or touch a friendly hand

Or taste an apple pie

Pardon the grammar, but ain’t life grand

 

And when you wake up each morn

Aren’t you glad that you were born

Think what you’ve got the whole day through

Aren’t you glad you’re you

[20] El llanero solitario, en español.

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Licenciado en Derecho y en Filosofía y Ciencias de la Educación. Doctor en Derecho con una tesis sobre el paradigma del iusnaturalismo tomista en su génesis histórica y en la actualidad. Autor de diversos artículos y publicaciones sobre derechos humanos y de la familia, así como sobre temas de biojurídica. En los últimos años ha intensificado su investigación sobre los directores del Hollywood clásico, teniendo como referencia la obra de Stanley Cavell. Ha publicado estudios sobre Georges Stevens, Henry Koster, Mitchell Leisen, Leo McCarey y Frank Capra.

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Profesor de la Facultad de Filosofía y director del Máster Universitario en Marketing Político y y Comunicación Institucional de la UCV, premiado como Programa de Educación Política del Año en el certamen Napolitan Victory Awards de Washington Estados Unidos.

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Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir".
Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990), "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013), Bancarrota moral (Sello, 2015) y "Técnica y Ser humano" (Centro Lombardo, México, 2017).

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