La economía y la generosidad ante la vida en Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey
Resumen:
En esta tercera contribución dedicada a Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey abordamos la relación entre economía y generosidad.
En el primer apartado comprobamos cómo el desprendimiento de Sam Clayton (Gary Cooper) con respecto a su posición económica y social se explica muy bien desde las coordenadas de la obra que McCarey conocía a la perfección, You Can Change the World! de James Keller, cuyo propósito es promover en las sociedades del siglo XX un amor personal positivo hacia todos, incluso hacia los que odian ya que quejarse o criticar no sirve de nada… Es mejor encender una vela que maldecir de las tinieblas.
En segundo lugar las ideas de McCarey en Good Sam con respecto a la rectitud de la vida económica pueden ser iluminadas de nuevo por el recurso al pensamiento de Vladímir Soloviov, quien al poner en el centro la dignidad y la responsabilidad de las personas, muestra que los errores comunes de la plutocracia y el socialismo se sitúan en desplazar este protagonismo de la persona.
En los apartados tercero y cuarto comprobamos que el propósito de Good Sam de Leo McCarey fue compartido por otros cineastas personalistas de la época, como Frank Capra y John Ford. Con respecto a Capra seguimos los trabajos de la profesora Gracia Prats-Arolas que nos hacen ver como hay una profunda interrelación entre It´s a Wonderful Life (1946) de Capra y Good Sam. En ambas es la relación entre los esposos la que está llamada a superar desde la comunidad familiar el dominio de la economía sobre la vida de las personas.
En el cuarto apartado nos servimos de la investigación del profesor Julen Carreño para explicitar los nexos entre el personalismo de Leo McCarey y el de John Ford. Concretamos esa relación con el paralelismo entre Good Sam y The Fugitive y Three Godfathers de John Ford, ambas de 1948, año de la aprobación por las Naciones Unidas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aquí nos beneficiamos también de las investigaciones de Enrique Fuster Cancio sobre la presencia en el cine de la obra de Graham Greene y de Eduardo Torres-Dulce, especialista consumado en John Ford.
En el quinto apartado retomamos el texto filosófico fílmico para ver cómo Good Sam aborda con fidelidad un estilo de economía basado en las personas o basado en la productividad. Y lo hace contraponiendo la visión de la gestión del tiempo por parte de Sam Clayton (Gary Cooper) y del presidente de los grandes almacenes H.C. Potter (Edmund Lowe). La presencia de diversas mujeres, especialmente de una ancianita, permiten a McCarey proponer del lado de quién está la razón.
En la conclusión insistimos en lo que nos propone Good Sam desde la visión de Soloviov sobre la persona y su dignidad como centro de la actividad económica. Y cerramos con un apunte sobre la ejemplaridad de Good Sam en palabras de la Dra. Carola Minguet que no señala que “todo el mundo necesita —lo reconozca o no— modelos a los que emular. Sobre todo, los jóvenes, quienes llevan dentro las preguntas quién quiero ser y como quién quiero ser. No se puede sobrevivir sin un patrón”.
Palabras clave:
Caridad, obligación, deber, derecho, regla de oro, abuso, dignidad de la persona, propiedad, economía, generosidad.
Abstract:
In this third contribution devoted to Leo McCarey’s Good Sam (1948) we first address the relationship between economy and generosity.
In the first section we see how the detachment of Sam Clayton (Gary Cooper) with respect to his economic and social position is very well explained from the coordinates of the work that McCarey knew perfectly well, You Can Change the World! by James Keller, whose purpose is to promote in the societies of the 20th century a positive personal love towards everyone, even towards those who hate, since complaining or criticizing is useless… It is better to light a candle than to curse from the darkness.
Secondly, McCarey’s ideas in Good Sam regarding the rightness of economic life can be illuminated again by recourse to the thought of Vladimir Solovyov, who, by placing at the center the dignity and responsibility of individuals, shows that the common errors of plutocracy and socialism lie in displacing this protagonism of the individual.
In the third and fourth sections we see that the purpose of Leo McCarey’s Good Sam was shared by other personalist filmmakers of the time, such as Frank Capra and John Ford. With respect to Capra, we follow the work of Professor Gracia Prats-Arolas, who shows us how there is a profound interrelationship between Capra’s It’s a Wonderful Life (1946) and Good Sam. In both, it is the relationship between spouses that is called upon to overcome the dominance of the economy over people’s lives through the family community.
In the fourth section we use the research of Professor Julen Carreño to explain the links between the personalism of Leo McCarey and that of John Ford. We concretize this relationship with the parallelism between Good Sam and Jon Ford’s The Fugitive and Three Godfathers, both from 1948, the years of the approval by the United Nations of the Universal Declaration of Human Rights. Here we also benefit from the research of Enrique Fuster Cancio about the presence of Graham Greene’s work in the cinema and of Eduardo Torres-Dulce, a consummate John Ford specialist.
In the fifth section we return to the philosophical filmic text to see how Good Sam faithfully addresses a people-based or productivity-based style of economics. And it does so by contrasting the vision of time management by Sam Clayton (Gary Cooper) and department store president H.C. Potter (Edmund Lowe). The presence of several women, especially a little old lady, allows McCarey to propose whose side is right.
In the conclusion we insist on what Good Sam proposes to us from Soloviov’s vision of the person and his dignity as the center of economic activity. And we close with a note on the exemplarity of Good Sam in the words of Dr. Carola Minguet, who points out that «everyone needs -whether they recognize it or not- models to emulate. Especially young people, who carry within them the questions of who I want to be and what I want to be like. You can’t survive without a pattern”.
Keywords:
Charity, obligation, duty, right, golden rule, abuse, dignity of the person, property, economy, generosity.
1. GOOD SAM (EL BUEN SAM, 1948) COMO DESARROLLO DE LA VISIÓN DE LA ECONOMÍA DE LEO McCAREY
La esposa de Sam, Lu, reaccionaba con una expresión no exente de orgullo: “A él le da igual”
En la contribución anterior sobre Good Sam de Leo McCarey cerrábamos el texto filosófico fílmico[1] con Sam Clayton (Gary Cooper) montado en un motocarro. Había aceptado el ofrecimiento de Nelson (Clinton Sundberg), el mecánico, para llevarle a él y a sus hijos, al trabajo y a la escuela, respectivamente. Ello provocó el comentario irónico de su sirviente Chloe (Louise Beavers).
Chloe (Riendo con ganas): “Ahí va el Director General de nuestros grandes almacenes”.
La esposa de Sam, Lu (Ann Sheridan), reaccionaba con una expresión no exenta de orgullo: “A él le da igual”. Que un persona de relieve en la vida económica de la comunidad pudiera comportarse con tanta sencillez y buen corazón tenía un inmediato precedente en la obra de McCarey. Nos referimos al personaje de Mr. Bogardus (Henry Travers), en The Bells of St. Mary´s[2], el empresario que por la decidida voluntad de hacer el bien se había deprendido de un magnífico edificio, destinándolo a la Escuela parroquial regentada por las monjas de St. Mary´s.
Los fenómenos de orden económico son pensables sólo como actividad del hombre, un ser moral y capaz de someter todas sus acciones a los motivos del bien puro
En efecto, lo que había descubierto de golpe el empresario, como a modo de conversión, era el deseo de hacer el bien. Algo que no contrariaba su vocación al mundo de los negocios porque, como señalábamos entonces con base en la obra de Vladímir Soloviov, “los fenómenos de orden económico son pensables sólo como actividad del hombre, un ser moral y capaz de someter todas sus acciones a los motivos del bien puro”. (Soloviov 2012: 396). Continuaremos más adelante con el desarrollo de Soloviov. Ahora nos detendremos en una obra que inspiró gran parte del pensamiento de McCarey al tiempo que rodaba Good Sam. Nos referimos a You Can Change the World! (Keller, 1948)[3], a la que ya hemos aludido en una contribución anterior[4] que nos va a poner con igual claridad sobre la pista que une el deseo de hacer el bien con la actuación en el mundo económico.
Se trata de un escrito propio de la espiritualidad católica, pero que se presenta abierto a otras sensibilidades religiosas que pudieran compartir su propósito[5]. Este no es otro que “un amor personal positivo hacia todos, incluso hacia los que odian… Quejarse o criticar no sirve de nada… “es mejor encender una vela que maldecir de las tinieblas” (Keller, 1948: IX-X).
Los más de las buenas personas sólo tienen cuidado de ellos mismos, mientras que los más de las malas personas se preocupan de todos, para influir en su propio beneficio, hay que entender
Estamos ante un lema en el que fácilmente podemos ubicar a Sam Clayton y su impulso a ayudar. No sólo como miembro de una organización —aparece en la primera escena en una congregación religiosa—, sino también como por una decisión suya. El acento y énfasis de su modo de actuar, tal y como se desarrolla en la película, está en “la responsabilidad individual y en la iniciativa individual hacia el bien común de todos, sin importar si está trabajando sobre unas bases individuales o si en algunas de las muchas y esenciales organizaciones” (Keller, 1948: X).
Eso supone ser consciente de la necesidad de no quedarse circunscrito a lo que hoy llamaríamos nuestra “zona de confort”. Keller consideraba que en sus día: “los más de las buenas personas sólo tienen cuidado de ellos mismos, mientras que los más de las malas personas se preocupan de todos” —para influir en su propio beneficio, hay que entender—. Se trata de un matiz muy significativo que ayuda a entender que no se trata de una postura individualista, sino solidaria. Sam Clayton aspira a ser coherente con lo aquello a lo que apunta esta sentencia, es decir, a ser un agente trasformado de su entorno, a considerar que la propia acción se puede sumar a otras muchas y cambiar el mundo. Es decir, resistirse a tomar como la actitud más razonable el dejarse llevar por la tendencia dominante en un determinado momento.
… sin tener en cuenta el tiempo dedicado, los inconvenientes implicados, incluso el propio sufrimiento real soportado a veces
James Keller recordaba la invitación evangélica a actuar de este modo, un tema reiterado a lo largo de You Can Change The World! “.Amar al prójimo como a ti mismo significa hacer por los otros como haríamos por nosotros mismos, sin tener en cuenta el tiempo dedicado, los inconvenientes implicados, incluso el propio sufrimiento real soportado a veces” (Keller. 1948: 41).
Chloe la sirviente piensa que la posición de su jefe como directivo de unos grandes almacenes debería verse acompañada de toda una serie de privilegios. Sam —y también Lu— no lo vine así. Como veremos el personaje interpretado por Gary Cooper concibe plenamente su trabajo y su responsabilidad como una ocasión de hacer el bien, que conecta con sus opciones vitales cotidianas. Muestra de modo inequívoco la continuidad entre ambas esferas, representando la expresión de Soloviov acerca de que “los fenómenos de orden económico son pensables sólo como actividad del hombre”. (Soloviov 2012: 396).
Las personas se resienten cuando no son tratadas como individuales. Hay dignidad en cada ser humano y a cada ser humano le gusta ser tratado como único…
La obra de James Keller presenta distintos ámbitos en los que la capacidad de trasformar el mundo a partir del bien que puede hacer cada persona resulta más urgente en la entonces sociedad de mediados del siglo XX. No parecen haber cambiado demasiado. Entre ellos se encuentran de manera privilegiada las “relaciones laborales” (labor-management). En el capítulo dedicado a ellas Keller relata la anécdota de un amigo suyo, vicepresidente de un grupo empresarial. Éste se quejaba de la actitud de sus trabajadores que siempre estaban exigiendo más, llegando incluso a ejercer su derecho de huelga porque consideraban que sus condiciones de trabajo eran injustas. En ese momento el sacerdote le interpeló como no se lo esperaba.
Le pregunté si realmente quería saber la causa de su muchos de los problemas de su empresa. Su única respuesta fue un brusco parón en su ir de aquí para allá y un incrédulo «¡No me digas que lo sabes!»-
Así que, con este dudoso aliento, me lancé:
“Suponiendo que hayas hecho todo lo que señalas”, le dije, “has pasado por alto un punto muy importante: no te has dado a tus empleados a ti mismo… […] No te engañes: las personas se resienten cuando no son tratadas como individuales. Hay dignidad en cada ser humano y a cada ser humano le gusta ser tratado como único…” (Keller, 1948: 120).
Derecho a la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad
Estas pinceladas breves nos permiten captar como McCarey sintonizaba con los planteamiento de Keller a la hora de configurar al personaje de Sam Clayton. Ciertamente You Can Change the World! reflejaba de modo expreso el contenido de la Doctrina Social de la Iglesia. Y al mismo tiempo, conviene recordar, que el 10 de diciembre de 1948, el mismo del estreno de Good Sam, se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la que ese modo de concebir al trabajador era concebido como un principio y una práctica que debía ser universalmente aceptada para una civilización en paz y digna del hombre.
En el artículo 22, en efecto, señala: “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a… la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad”. (O.N.U., 1948).
Derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana
En el 23 se concretan alguno de esos derechos económicos y sociales en torno al trabajo, que expresan la dignidad humana: trabajo, libre elección, condiciones equitativas y satisfactorias, remuneración con relación a una existencia conforme a la dignidad humana.
- Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
- Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual.
- Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social.
- Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses. (Ibidem).
Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas
Y en el 24 se hace alusión a la necesidad de medios que impidan la auto explotación del trabajador por necesidades de subsistencia. “Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas”. (Ibidem)
Resulta importante establecer esta correlación porque lo que para algunos puede resultar excesivamente idealista en la visión del trabajo de Good Sam o de You Can Change the World!, en realidad está mostrando, por el contrario, cuanto se distanciaron las visiones de la economía de finales del siglo XX y principios del XXI de una visión moral de la misma, pretendiendo una autonomía científica que en realidad no es más que inhumanidad. La lectura de La justificación del bien. Ensayo de una filosofía moral de Vladímir Soloviov es un buen medio para justificar este criterio.
2. GOOD SAM DE LEO McCAREY LA CUESTIÓN ECONÓMICA DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL EN LA JUSTIFICACIÓN DEL BIEN DE VLADÍMIR SOLOVIOV
Las aparente leyes económicas… en cualquier momento pueden ser violadas y anuladas por la voluntad moral del hombre
Señala con agudeza Soloviov que las leyes económicas a diferencia de las leyes de la naturaleza, o incluso de las leyes positivas o estatales, carecen de su misma inexorabilidad. En efecto, “las aparente leyes económicas… en cualquier momento pueden ser violadas y anuladas por la voluntad moral del hombre”. (Soloviov 2012: 393). Y concreta lo que quiere decir con un ejemplo elocuente.
… nadie le impide a cualquier propietario virtuoso de San Petersburgo, a pesar de la «ley» de la oferta y la demanda, incluso bajar de hecho el precio de los pisos de modo puramente filantrópico, y on muy pocos lo que lo hacen, esto en modo alguno demuestra la fuerza de la economía, sino sólo la debilidad de la virtud de las personas; porque en cuanto esta carencia de humanitarismo personal se completa con las exigencias de la ley estatal, los precios bajan inmediatamente y la «férrea» necesidad de las leyes económicas inmediatamente se muestra tan frágil como el cristal. (Soloviov 2012: 394).
No existe una pretendida necesidad económica que le impida someter las consideraciones materiales a las morales en cualquier asunto
Soloviov no está defendiendo que no existen estas leyes, sino que su pretendida inexorabilidad queda contradicha por la libertad moral de las personas en ejercicio de su responsabilidad. Algo que concuerda perfectamente con You Can Change the World!
… lo que yo defiendo únicamente es la verdad evidente de que, si las motivaciones morales tienen la fuerza suficiente en la persa en cuestión —ya se trate de una persona privada o tanto más si es una persona jurídica gubernativa—, no existe una pretendida necesidad económica que le impida someter las consideraciones materiales a las morales en cualquier asunto; y de aquí se sigue lógicamente que en este campo no hay ningún género de leyes naturales que actúen independientemente de la cualidad de la voluntad de las personas en cuestión. (Soloviov 2012: 395).
Para que la sociedad, también en su vida económica, sea la realización organizada del bien
La consecuencia de esta verdad es poder establecer un principio de rectitud, una exigencia general de la razón en la vida económica, que va a poder mostrar el error común tanto de la plutocracia, como del socialismo. Comenzando con el principio de rectitud en la vida económica, Soloviov lo enraíza una adecuada consideración metafísica.
Puesto que la subordinación de los intereses y las relaciones materiales en la sociedad humana a ciertas leyes económicas especiales que actúan por sí mismas es sólo la ficción de una mala metafísica sin sombre de fundamento en la realidad, queda en pie la exigencia general de la razón y la conciencia moral de que este ámbito se subordine al principio moral superior, para que la sociedad, también en su vida económica, sea la realización organizada del bien. (Soloviov 2012: 395-396).
La inmoralidad social… consiste en la plutocracia, una perversión del orden debido a la sociedad, que eleva el ámbito que por su naturaleza es inferior y subsidiario —el económico— al nivel del ámbito superior y dominante
Por ello, tanto la plutocracia como el socialismo alteran ese principio superior cada uno de distintas manera.
La inmoralidad social… consiste en la plutocracia, una perversión del orden debido a la sociedad, que eleva el ámbito que por su naturaleza es inferior y subsidiario —el económico— al nivel del ámbito superior y dominante, y rebaja todo el resto a medio e instrumentos del beneficio material. Pero también el socialismo conduce a este perversión, sólo que desde otra perspectiva. Si para el representante de la plutocracia el hombre normal es sobre todo un capitalista y después, per accidens, un ciudadanos, miembro de una familia, un hombre culto, miembro de alguna comunidad religiosa, resulta que también desde el punto de vista del socialismo todos los demás intereses pierden valor, pasan a segundo plano ante el interés económico, si es que no desaparecen del todo, y también aquí el ámbito inferior (por su propia naturaleza) y material de la vida, la actividad industrial, se convierte decididamente en el predominante, el que encierra en sí todo lo demás. (Soloviov 2012: 397-398).
La idea de bien común en sentido auténtico y moral es el bien de todos y cada uno, y no sólo de la mayoría
La insistencia de Soloviov de que las relaciones económicas están sometidas a la norma moral como un ámbito especia de su aplicación tiene su necesario reflejo en la consideración del trabajo. Esto sólo adquiere su auténtica dimensión cuando quien trabaja es consciente de lo que influye su acción en el bien común y así lo quiere . No basta justificar que puede haber una armonía entre la búsqueda del interés de cada uno y el resultado final de satisfacción para todos. Esto puede ocurrir o, como con frecuencia acaece, frustrarse, y conllevar sólo el beneficio de una parte o de unos pocos, frente a la otra parte o la pobreza de muchos.
En contra de la aparente armonía económica, las evidencias nos obligan a reconocer que, partiendo del interés privado material como fin del trabajo, no llegamos al bien común, sino sólo a la discordia y la ruina generales. Por el contrario, la idea de bien común en sentido auténtico y moral, es decir, el bien de todos y cada uno, y o sólo de la mayoría, es la idea de un bien que, puesto como principio y fin del trabajo, incluye en sí la satisfacción de cada interés particular en sus debidos límites. (Soloviov 2012: 404).
El valor absoluto del hombre se funda, como sabemos, en la posibilidad de un perfeccionamiento infinito
La crítica del principio utilitarista —que desde Jeremy Bentham se ha instalado en una mentalidad frecuente en nuestros días, la que confunde el bien de la mayoría con el bien común— lleva Soloviov a insistir en la dignidad humana del trabajador, incompatible con cualquier escenario de explotación (Cfr. 2021: pp. 405-406).
Desde estas coordenadas cobran pleno sentido los artículos de la Declaración Universal de los derechos Humanos que hemos consignado, especialmente el artículo 24.
El valor absoluto del hombre se funda, como sabemos, en la posibilidad de un perfeccionamiento infinito, que reside en su razón y en su voluntad, o por decirlo con una expresión de los padres de la Iglesia, en la posibilidad de su divinización (θέωσις). Tal posibilidad no pasa a la realidad en nosotros de manera inmediata, de una vez, porque entonces el hombre sería ya igual a Dios, lo cual es contrario a la verdad; esta potencia interior se va convirtiendo en más y más efectiva, pero para ello se precisan ciertas condiciones reales. El hombre normal, abandonado durante muchos años en una isla desierta […] manifiesta, como se sabe, un rápido proceso de animalización. Igualmente, en lo esencial, también el hombre que está sumergido en el trabajo material, si no ca en una total desesperación, en todo caso no puede ya pensar en la realización activa de su significado superior como hombre. (Soloviov 2012: 407).
El valor absoluto del hombre se funda, como sabemos, en la posibilidad de un perfeccionamiento infinito
La consecuencia inmediata que extrae de ese perfeccionamiento progresivo del hombre, como algo deseable para el trabajador, se relaciona directamente con los derechos recogidos en la Declaración Universal de 1948, y que vemos reflejados en el modo de actuar de Sam Clayton en Good Sam.
Así , pues, desde el punto de vista moral es preciso que a cada hombre se le garanticen no sólo los medios para la existencia (es decir, alimento, vestido y vivienda con calor y aire) y descanso suficiente, sino que disponga también de asueto para su perfeccionamiento espiritual. Esto, y sólo esto, es exigible incondicionalmente para todo campesino y trabajador, y lo que pasa de aquí procede del maligno. (Ibidem).
La contraposición es mucho más profunda: ya en la actitud hacia los mismos ricos. El socialismo los envidia, mientras que el evangelio los compadece
En una nota a pie de página, Soloviov muestra como en esta nota del perfeccionamiento espiritual del hombre se encuentra el carácter más claramente distintivo entre cristianismo y socialismo. Ambos son críticos con la plutocracia. Pero por argumentos distintos. Otro aspecto en el que la proximidad entre You Can Change the World! y La justificación del bien resulta manifiesta.
La contraposición diametral entre el socialismo y el cristianismo ha sido señalada muchas veces, pero su esencia se entiende en gran parte de manera equivocada. Más ingeniosa que profunda es la advertencia corriente de que el socialismo exige que los pobres desposean a los ricos, mientras que el evangelio quiere que los ricos den a los pobres. La contraposición es mucho más profunda: ya en la actitud hacia los mismos ricos. El socialismo los envidia, mientras que el evangelio los compadece; los compadece teniendo en cuenta los obstáculos que la relación con Mammón supone para el perfeccionamiento moral: es difícil que los ricos entren en el Reino de Dios. (Lc 18,24). Además el socialismo piensa que este reino, es decir, el bien supremo y la bienaventuranza, no consiste en otra cosa que en la riqueza precisamente, sólo que distribuida de otro modo. Lo que para uno es un obstáculo, para el otro es la meta: si esto no es una antítesis, no sé qué se puede designar con esta palabra. (Soloviov 2012: 408-409, n. 19).
3. LA RELACIÓN DE GOOD SAM DE LEO McCAREY CON IT´S A WONDERFUL LIFE (¡QUÉ BELLO ES VIVIR!) DE FRANK CAPRA
La contribución de Gracia Prats-Arolas sobre Capra y McCarey: “La misión de la mujer —esposa— con respecto al varón —esposo— desde una antropología personalista. Un análisis de It´s a Wonderful Life (Capra, 1946) y Good Sam (McCarey, 1948)”.
Esta visión de la economía que se encuentra presente en el cine de McCarey, y más concretamente en Good Sam, puede formar con facilidad una constelación temática convergente con respecto al cine de Frank Capra y de John Ford. Se trata de dos gigantes del cine clásico de Hollywood que paralelamente a McCarey estamos estudiando en la línea de investigación sobre personalismo fílmico de la Universidad Católica de Valencia. Nos centraremos tan sólo en algunas de sus películas.
Comenzando con Frank Capra, lo que en su momento investigamos con el profesor Sanmartín (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2017c; 2019 a; 2019 b; 2020a), se ha visto desarrollado, actualizado y enriquecido por las aportaciones de la profesora de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir, Gracia Prats Arolas, tanto en una tesis doctoral en curso, como en dos publicaciones que anticipan los resultados de la misma. Tras la contribución dedicada al papel de la mujer en It´s a Wonderful Life (Prats-Arolas, 2024), está apunto de aparecer otra que expresamente analiza la relación que se puede establecer entre It´s a Wonderful Life y Good Sam, con el explícito título, “La misión de la mujer —esposa— con respecto al varón —esposo— desde una antropología personalista. Un análisis de It´s a Wonderful Life (Capra, 1946) y Good Sam (McCarey, 1948)”. (Prats-Arolas, 2025).
George Bailey es proclamado el hombre más rico del mundo, precisamente después de atravesar una catarsis. Lo mismo parece ocurrirle al bueno de Sam y a su familia
Esta segunda contribución da cuenta por extenso de la relación entre ambas películas. Lo hace focalizando el interés en la relación matrimonial de las parejas protagonistas de ambas películas. Un dato que ya aproxima a ambos directores, pues consideran que el núcleo de la vida social, incluida la económica, se sitúa en la familia, su primera célula. Pero no de una manera idealizada, ajena al conflicto o al mutuo enriquecimiento entre lo esposo. Acertadamente lo apunta Gracia Prats-Arolas:
La cuestión es que el retrato de la dinámica familiar es, en el cine de Leo McCarey, realista, como la vida misma, sin edulcorantes innecesarios. […] el matrimonio no es una institución inamovible, la promesa hecha no está asegurada de por vida . […] Y este desvelamiento de la verdad, aunque pueda resultar doloroso, se lleva a cabo eminentemente en el ámbito del hogar, que es el ámbito de la verdad. Y nuestro cineasta fue lo suficientemente valiente y honesto como para plasmarlo en sus historias. Es más, esas crisis familiares se convierten en oportunidades. En este sentido, al igual que en el cine de Capra, el fracaso es un catalizador del aprendizaje y la ocasión de que se dé un crecimiento interior, un cambio, un “enriquecimiento”. Recordemos que George Bailey es proclamado el hombre más rico del mundo, precisamente después de atravesar una catarsis. Lo mismo parece ocurrirle al bueno de Sam y a su familia. (Prats-Arolas, 2025: 150-151).
El conflicto planteado en It’s a Wonderful Life en términos de contradicción entre la fuerza creativa interior de la persona y la significación convencional, también puede identificarse en la historia de Sam. En dos palabras: alma o dinero
El desarrollo que realiza la profesora Prats-Arolas dibuja perfectamente que el conflicto que se vive en la familia refleja igualmente las tensiones que se están viviendo en el sistema social.
Asimismo, creo que el conflicto planteado en It’s a Wonderful Life en términos de contradicción entre la fuerza creativa interior de la persona y la significación convencional que está abocado a encarnar en el sistema social en el que se desenvuelve, también puede identificarse en la historia de Sam. El espíritu creativo de Sam choca frontalmente, como señala Gehring (2005, p. 262), con la actitud social convencional hacia el dinero: de un hombre de su posición se espera que sea propietario. De nuevo, el mismo conflicto: individualidad frente a poder coercitivo del sistema. En dos palabras: alma o dinero. Sin embargo, esta historia, como la de Capra es un canto a la “primacía de la persona sobre los medios económicos”. (Prats-Arolas, 2025: 155).
En ninguna de las dos historias es la resolución del conflicto monetario lo que reestablece la relación, sino el saberse amado como uno es por el otro
Sin agotar todas las similitudes entre ambos filmes que nos presenta la investigadora sobre los fundamentos antropológico de la obra de Capra, hay un tercer pasaje que es necesario destacar. Destaca con acierto el sentido más profundo de ambos filmes, que pone en su debido lugar las cuestiones económicas, como apuntaban tanto Soloviov como Keller.
El éxito de ambas historias estriba en que ambos matrimonios han aprendido a luchar por permanecer unidos en lo esencial que, curiosamente, en ambas historias se contrapone directamente con la cuestión pecuniaria. Son problemas relativos al dinero los que, efectivamente, amenazan la estabilidad matrimonial en ambos relatos. Sin embargo, en ninguna de las dos historias es la resolución del conflicto monetario lo que reestablece la relación, sino el saberse amado como uno es por el otro. En Good Sam, llegan a afirmar: “Nos habrán quitado la casa, pero nos han dado una vida feliz”. Y George Bailey, sin ni siquiera saber que su problema se va a solucionar, profiere ese grito del alma: “¡Quiero volver a vivir! ¡Quiero volver a vivir!”. En ambas películas, ellos acaban reconociendo sus flaquezas, sus equivocaciones. Ambos vienen a decir, “¿cómo me puedes querer si soy un fracasado, si por mi culpa hemos acabado así?” (Prats-Arolas, 2025: 174).
Ambos relatos vienen a transmitir el mensaje de que el amor nos salva: mientras Sam vuelve al hogar al son de “he sido redimido y soy feliz”, George Bailey cierra su peripecia con la sentencia del ángel: “Nadie es un fracasado si tiene amigos”
Y como una coda final, antes de las conclusiones, Prats-Arolas precisa el mensaje más definitorio de ambos filmes.
Ambos relatos vienen a transmitir el mensaje de que el amor nos salva: mientras Sam vuelve al hogar al son de “he sido redimido y soy feliz”, George Bailey cierra su peripecia con la sentencia del ángel: “no man is a failure who has friends”[6]. El amor de los demás en nuestras miserias, es lo que reestablece nuestra existencia una y mil veces. Necesitamos saberlo y vivirlo cada día, por eso la última canción de Good Sam es simbólica: “Déjame llamarte cariño. Déjame oír que tú también me quieres”. En estos dos casos, son las dos figuras femeninas las que, aun con disposiciones diversas, muestran ese amor incondicional —ese permanecer a la espera, al lado— que hace volver a la vida al esposo, ya sea de manera más dulce y acogedora, ya sea de modo más combativo y sufriente. (Ibidem).
4. LA RELACIÓN DE GOOD SAM DE LEO McCAREY CON EL CINE DE JOHN FORD: THE FUGITIVE, (EL FUGITIVO, 1947) Y THREE GODFATHERS (TRES PADRINOS, 1948)
La aportación del profesor Julen Carreño sobre el personalismo fordiano, especialmente con “La relacionalidad en el cine de John Ford: una mirada a El hombre tranquilo (The Quiet Man, 1952), con referencias a Tú y yo (Love Affair, 1939), de Leo McCarey”.
La segunda tesis doctoral del profesor Julen Carreño, miembro también de la línea de investigación sobre personalismo fílmico, está dedicada a la figura de John Ford, para esclarecer su personalismo. Previamente ya ha publicado cuatro contribuciones sobre el cine de John Ford. Estas son: Centauros del desierto: apuntes para una lectura desde el Personalismo Integral (2022); Fundamentos personalistas en el cine ‘mudo’ de John Ford: reflexiones desde Straight Shooting (1917), Just Pals (1920), The Iron Horse (1924), 3 Bad Men (1926), Hangman’s House (1928) y Four Sons (1928) (2023b); Una ‘caja de personas’: La Diligencia (1939) como Carta del Personalismo Fordiano (2024) y La relacionalidad en el cine de John Ford: una mirada a El hombre tranquilo (The Quiet Man, 1952), con referencias a Tú y yo (Love Affair, 1939), de Leo McCarey (2025). Una quinta trata del posible personalismo fílmico del otro director de nuestros días, El personalismo onto-dialógico de Martin Buber: Notas para una reflexión filosófico-fílmica en torno a Mandarinas (2013), de Zaza Urushadze (2023a).
Los criterios que el profesor Carreño trabaja permitirán avalar la proximidad de los planteamientos de John Ford, con respecto a Leo McCarey, especialmente aquel que trata de la relación entre dos de las películas más icónicas de ambos directores, Love Affair (Tú y yo, 1939) de Leo McCarey, y The Quite Man (El hombre tranquilo, 1952).
Nos fijamos en The Fugitive (El fugitivo 1947) aparece en la marquesina de un cine y Three Godfathers (Tres padrinos, 1948) cuyo estreno es del mismo año que Good Sam
Nuestra lectura de Good Sam, sin embargo, apuntará a dos películas de Ford que se pueden relacionar más directamente con ella. Por un lado, The Fugitive (El fugitivo, 1947), basada en la novela de Graham Greene (1904-1991) The Power and The Glory (1940)[7] que aparece en la marquesina de un cine, mientras Sam Clayton detiene el autobús para que suba una pasajera que viene corriendo.
Por otro, Three Godfathers (Tres padrinos, 1948), cuyo guion se basa en la novela de Peter B. Kyne (1880-1957)[8], cuyo estreno es del mismo año que Good Sam.
En su deambular de un lado a otro, realiza varios actos de caridad heroica y atraviesa su particular «noche oscura del alma» que, sin él darse cuenta, acaba purificándolo
Comenzando por la primera, la monografía que nos sirve de referencia es la del profesor de la Pontificia Università de la Santa Croce, Enrique Fuster, El cine de Graham Greene (Fuster Cancio, 2008), específicamente en el Capítulo III: The Power and The Glory (pp. 79-122). Allí se nos describe la trama de la novela que inspira el guion de The Fugitive.
México, hacia la segunda mitad de los años treinta. En un estado del sudeste del país, en el que la persecución anticlerical revista especial virulencia, un teniente busca al último de los sacerdotes para acabar con él. El sacerdote, padre ilegítimo de una niña y conocido como el «whisky priest» por la afición a la bebida, desea escapar, pero su conciencia lo lleva a atender sus obligaciones ministeriales. En su deambular de un lado a otro, realiza varios actos de caridad heroica y atraviesa su particular «noche oscura del alma» que, sin él darse cuenta, acaba purificándolo. Cuando lo atrapen, a pesar de no poder confesarse ni ser capaz de pronunciar un acto de contrición, morirá santamente, como un mártir. (Fuster Cancio, 2008: 79).
El sacerdote de la película no es borracho ni lujurioso; es simplemente un pobre hombre timorato y cobarde, falto de fortaleza
La película, nos explica Enrique Fuster Cancio, rebajó el grado de los pecados del sacerdote, pues no hubiese pasado la censura de la época (Fuster Cancio: 82-84). Eso redujo dramatismo al filme con respecto a la novela.
… el sacerdote de la película no es borracho ni lujurioso (quien tiene un hijo ilegitimo no es él, sino el Teniente); es simplemente un pobre hombre timorato y cobarde, falto de fortaleza. En esto sí se parece al del libro: es incapaz de hacer el mal a nadie, pero también es incapaz de decir no, de rebelarse, de entregarse —identificándose como sacerdote— para salvar la vida de un rehén. (Fuster Cancio: 112).
El cura responde a la llamada haciendo tres actos de caridad perfecta
Y este cura es, al mismo tiempo, capaz de olvido de sí mismo hasta el extremo, sintonizando son las actitudes de Sam Clayton en Good Sam, o de los tres padrinos en la película que analizaremos a continuación. Un aspecto de la novela que es perfectamente recogido por la película. Enrique Fuster alude a un texto de Charles Moeller que hemos podido leer directamente en su obra Literatura del Siglo XX y cristianismo. Vol. I: El silencio de Dios, Tercera Parte, Los hijos de la Tierra y del Cielo, Capítulo I. Graham Greene o el mártir de la esperanza.
El cura responde a la llamada haciendo tres actos de caridad perfecta: el primero, cuando renuncia a tomar el barco que le salvaría, para seguir a un niño que le suplica que vaya a administrar a su madre; el segundo, cuando cede al mestizo la muía que debía hacer posible su propia huida, dando así ocasión al que le va a traicionar de hacerse curar en la ciudad; el tercero, el más hermoso de todos, le hace repasar la frontera con el mestizo, quien le hace creer que un gánster[9] moribundo pide los sacramentos. (Moeller, 1955: 406).
La capacidad de poner a los demás por delante de uno mismo como clave de la verdadera humanidad
Enrique Fuster señala que The Power and the Glory fue la “única novela que Green escribió para demostrar una tesis” (Fuster Cancio, 2008: 8. Aporta unas declaraciones del novelista que lo confirman.
La tesis —dirá— era más bien teológica: que la vida moral de un sacerdote no afectaba de ningún modo a su función; que si él era un borracho, tenía un hijo ilegitimo, etc.., todavía continuaba mediando entre el hombre y Dios. (Ibidem).
Sin embargo, privada de esa aspereza de las desviaciones morales del presbítero, la película se acerca a lo que domina en Good Sam: la capacidad de poner a los demás por delante de uno mismo como clave de la verdadera humanidad. En esta misma tesis se sitúa la siguiente película de John Ford que traemos a colación.
El personalismo fílmico es no sólo una estética, sino también una praxis de la antropología personalista, así como un desarrollo epistemológico y metodológico del personalismo integral en su aplicación al ámbito cinemático
Antes de entra en el análisis de esta queremos traer a colación el paralelismo que Julen Carreño ha establecido entre el personalismo de John Ford y el personalismo de McCarey.
En suma, y a falta del tiempo y el espacio que merecería un diálogo con los trabajos referenciados, lo que a efectos de este escrito queremos destacar es que los profesores Sanmartín, Peris-Cancio y Marco conciben su personalismo fílmico, hasta donde llegamos en nuestra lectura, como una estética del personalismo integral; de hecho, a nuestro ver, seguramente la estética de más amplio espectro, habida cuenta de las características inherentes al medio fílmico, pero también la más idónea por la contemporaneidad del surgimiento del personalismo y del trabajo de los directores del llamado Hollywood clásico. Y es que, el periodo de entreguerras en el que Mounier y la revista Esprit inauguran la andadura del primer personalismo coincide con décadas –las de los años 1920 y 1930– cruciales en el desarrollo del medio cinematográfico, así como en la confirmación de realizadores como, en lo que aquí nos interesa, Leo McCarey o John Ford. Pero, además, a nuestro ver es importante no perder de vista que el personalismo fílmico es no sólo una estética, sino también una praxis de la antropología personalista, así como un desarrollo epistemológico y metodológico del personalismo integral en su aplicación al ámbito cinemático. (Carreño Aguado, 2025: 133-134).
… buscando en cada plano, en los silencios, en cada estar-dos-en-recíproca-presencia y en las notas personalistas que informan la acción… la posibilidad de un –sólo– juntos podemos ser libres
Este planteamiento convergente entre ambos directores con el gozne del personalismo filosófico es lo que el profesor Julen Carreño justifica cómo se desarrolla si se pone en paralelo Love Affair (Tú y yo, 1939) de McCarey con The Quiet Man (El hombre tranquilo, 1952).
… en The Quiet Man (1952), es el hecho de comprender su amor como donación, en este caso hacia Mary Kate –e incluso aunque no termine de hacer suyo el significado que para su mujer posee la dote–, el que permite a Sean autorrealizarse en su acción «junto con otros»; igual que ocurre a Terry y Michel en Love Affair (1939) […] Steinbock resume la cuestión que nos ocupa al final de No se trata del don (2003), en una expresión de gran belleza y hondura: “Participo con el otro de modo tal que juntos podemos «dejar Egipto»” (p. 178). Pues bien, son estos los términos en los que proponemos al lector volver sobre The Quiet Man, y también sobre Love Affair; buscando en cada plano, en los silencios, en cada estar-dos-en-recíproca-presencia y en las notas personalistas que informan la acción de coparticipación de Sean y Mary Kate, así como de Michel y Terry, la posibilidad de un –sólo– juntos podemos ser libres. Ser persona. Fundar la relacionalidad en el encuentro. Amar. Y es que, tanto Ford en The Quiet Man como McCarey en Love Affair, nos hacen inequívocamente partícipes de la norma personalista que acoge el mandamiento del amor: “La persona es un bien respecto del cual solo el amor constituye la acción apropiada y válida”. (Wojtyla, 2021, p. 52).
Un hermoso y emocional cuento de Navidad con el perfume del relato evangélico de los Tres Reyes Magos y del Buen Ladrón como subtexto de referencia
En su magistral Introducción a la novela de Peter Bernard Kyne, Los Tres Padrinos (Kyne, 2024b: pp. 5-59), Eduardo Torres Dulce realiza una semblanza sintética de la narración que presenta.
Si Peter Kyne tenía alguna duda sobre su futuro como escritos le desapareció cuando publicó en la revista semanal Staurday Evening Post y en el número correspondiente al 25 de noviembre de 1912, The Three Godfathers, su primera novela, una novela corta, un wéstern sobre tres bandidos que tras atacar fallidamente un banco en Wickenburg, un pueblo de Arizona, emprenden una huida a través de desolados paisajes y desiertos en la que se encuentran con una madre a punto de dar a la luz a un hijo al que adoptan los bandidos y por el que sacrifican su vida. Un hermoso y emocional cuento de Navidad con el perfume del relato evangélico de los Tres Reyes Magos y del Buen Ladrón como subtexto de referencia. El éxito fue total y aseguró su futuro como escritos profesional. (Kyne, 2024b: p. 9).
En esa veta religiosa, el relato de Kyne se adentra en el misterio de la redención, con la figura de Jesús, sacrificando su vida por todos los hombres, Él, que fue tenido, condenado y ejecutado en la Cruz, por delincuente, por un bandido
Con esta presentación es fácil encontrar notas de convergencia con el relato de Good Sam: ambas presentan la supremacía de la obligación sobre el derecho.[10] Torres-Dulce continúa dibujando la interpretación del cuento que permite sostener esta afirmación con datos sobreabundantes.
… lo esencial es que Kyne captura a la perfección que el clima romántico, desesperado de la épica del Oeste junto con su mística de esfuerzo, sacrificio que no reniega de la lírica intimista del ser humano puesto a prueba de una Naturaleza que el desafía sin tregua.
Pero también, y no menos indiscutiblemente, es un hermoso y sentimental cuento cristiano de Navidad. Kyne sitúa su relato los días previos a Navidad y lo culmina con el saloon de New Jerusalem, el día de Nochebuena. […] En esa veta religiosa, el relato de Kyne se adentra en el misterio de la redención, con la figura de Jesús, sacrificando su vida por todos los hombres, Él, que fue tenido, condenado y ejecutado en la Cruz, por delincuente, por un bandido, tanto por las autoridades religiosas judías como por la autoridad romana de Poncio Pilatos. (Kyne, 2024b: pp. 19-20).
Cree firmemente que en cualquier ser humano, haya sido como haya sido su vida y sus circunstancias, sigue latiendo la intimidad de la infancia
Detrás de ese relato, Kyne manifiesta su visión del ser humano, claramente caracterizada por la comprensión y la esperanza.
Kyne no cae nunca en un lacrimoso sentimentalismo… El humor, entre tierno e irónico, nunca anda lejos… cree firmemente que en cualquier ser humano, haya sido como haya sido su vida y sus circunstancias, sigue latiendo la intimidad de la infancia con su aura de un tiempo que ha dejado sus huellas para siempre. (Kyne, 2024b: p. 29).
Torres-Dulce sentencia sin vacilaciones: “A Ford le fascinaba la historia que contaba Peter B. Kyne en los tres padrinos”. (Kyne, 2024b: p. 39). Y suministra lo que podemos considerar una prueba fehaciente de su filmografía.
Que la idea del sacrificio de tres bandidos por una causa que no les concierne directamente estaba en la mente y en el corazón de Ford lo evidencia. Que ese fuera el argumento de Three Bad Men (Tres hombres malos, 1926), otra de sus películas favoritas, un wéstern que es de lo mejor que Ford rodara durante el período mudo de su carrera. (Kyne, 2024b: p. 9).
Un tahúr, un ladrón y un borracho que dan su vida para proteger a una joven familia (3 Bad Men)
Esto mismo lo sostiene Julen Carreño, ampliando incluso el precedente a otras realizaciones silentes del cine de Ford (el subrayado en cursiva sobre 3 Bad Men es nuestro).
Así, volviendo sobre las películas aquí objeto de análisis: un pistolero a sueldo que decide cambiar de vida para proteger a sus débiles víctimas (Straight Shooting); un holgazán que encuentra su vocación en el acompañamiento a un huérfano vagabundo (Just Pals); unos grupos de inmigrantes de diferentes minorías que se encuentran en la construcción simbólica de la unidad nacional y un huérfano que lucha por cumplir el sueño de su padre (The Iron Horse); un tahúr, un ladrón y un borracho que dan su vida para proteger a una joven familia (3 Bad Men); una madre que pierde a tres de sus hijos en la guerra y salva a otro (Four Sons); un mercenario que regresa de la guerra para ajusticiar al responsable de la muerte de su hermana y un joven obrero que renuncia a la mujer amada a favor de un hombre en mejor posición social (Hangman’s House). (Carreño Aguado, 2023b: p. 93).
Ford no renunció, eso sí, a introducir un prólogo y un epílogo que completaba, un tanto festivamente, un tono caro al cineasta, de pequeña comedia familiar, la narración original de Kyne
En cuanto a los cambios que Ford introdujo con respecto al relato original de Peter B. Kyne, Torres-Dulce señala con acierto que el director no estaba introduciendo un moralismo, ni mucho menos una ejemplaridad trágica.
Ford no renunció, eso sí, a introducir un prólogo y un epílogo que completaba, un tanto festivamente, un tono caro al cineasta, de pequeña comedia familiar, la narración original de Kyne. El prólogo narra la llegada de los bandidos al pueblo antes de atracar el banco y su casual encuentro con el sheriff, un impagable Ward Bond con un nombre y apellido imposibles Perley B. Sweet, y su mujer; un tono festivo que preludia el giro el giro de la tragedia posterior. Tras el atraco el sheriff reúne a una posse e inicia una implacable persecución de los tres bandidos. El final de la película que amplía el dramático y abrupto, pero muy hermoso final de la novela, vuelve a construir episodios de comedia ligera, ciertamente discutibles respecto del equilibrio frente al viaje odisea de los tres padrinos. (Kyne, 2024b: pp. 55-56).
La comedia es realización, superación. Es una victoria sobre el destino, un triunfo del bien sobre el mal. La tragedia es frustración, fracaso, desesperación. El mal en el hombre permanece; hay lamentos. La comedia son buenas noticias
En ese margen de discusión sobre lo acertado de los episodios de comedia ligera del final no dudamos en ponernos del lado del acierto. Si el encuentro con el niño provocó una auténtica redención en los tres forajidos, la supervivencia del último marca también el triunfo de los otros dos. En la comedia frente a la tragedia, como señalaba Frank Capra, hay algo de resurrección, de confianza en la capacidad del ser humano a abrirse al amor como clave su salvación. Recordemos la expresión de Capra en su autobiografía.
La comedia es realización, superación. Es una victoria sobre el destino, un triunfo del bien sobre el mal. La tragedia es frustración, fracaso, desesperación. El mal en el hombre permanece; hay lamentos. La comedia son buenas noticias. «Qué hermosos (…) son los pies de quien trae buenas noticias»[11] . Los evangelios son comedias: un triunfo del espíritu sobre la materia. La Resurrección es el más feliz de todos los finales: el triunfo del hombre sobre la muerte. La Misa es una «celebración» de este acontecimiento. Sacerdotes y fieles «celebran» la misa. Es una divina comedia (Capra, 1997: 453; 2007: 466-467).
La película de Ford transmite una idea de felicidad, de gozo… rodó Tres padrinos, con ese mismo espíritu y con el recuerdo de los viejos buenos tiempos en que descubriera el cine y fuera feliz rodando películas, wésterns sin pretensiones
Creemos que a continuación Torres-Dulce no se sitúa lejos de nuestro planteamiento. Tres Padrinos se inscribe en la mejor tradición del director que transmite alegría, amplitud de corazón, gozo.
La película de Ford transmite una idea de felicidad, de gozo. Ford, productor de la misma, se ha tomado todas las libertades y ha rodado la película con el pensamiento de las frescura de los rodajes de la época muda del cine, con su ingenuidad y su pureza, con la complicidad respecto de unos espectadores que aceptarían esas ideas, las compartirían y las disfrutarían. Ford es muy consciente de que Peter B. Kyne escribió un emocionante y emocional, moral cuento de Navidad, como un niño, una madre y tres bandidos que se transformaron en Reyes Magos y padrinos sacrificando sus vidas. John Ford rodó Tres padrinos, con ese mismo espíritu y con el recuerdo de los viejos buenos tiempos en que descubriera el cine y fuera feliz rodando películas, wésterns sin pretensiones. Por todo ello es una de sus películas más personales y queridas. (Kyne, 2024b: p. 56).
Ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades
1948, el año de Good Sam y de Three Godfathers era ya un años muy sintomático para la sociedad americana y con ella para la entera sociedad occidental. Tras la convulsión de las dos guerras mundiales, del genocidio nazi, de las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, el 10 de diciembre de ese mismo año surgía la Declaración Universal de los Derechos Humanos como código de conducta de la humanidad que quisiera comprometerse firmemente por superar tanto dolor e incuria. Literalmente como, tal y como señala su Preámbulo, el “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos”. (O.N.U., 1948).
Estas películas iban a poner delante de los ojos del espectador lo que que establecía el artículo primero, que como “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos” y que “dotados como están de razón y conciencia”, la consecuencia que ineludiblemente se extrae para mantener su humanidad es que “deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Se trata de hacer bueno aquello que se había advertido en el Preámbulo, “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”. El cine de McCarey y de Ford con estas películas colaboraba creativamente en esta dirección.
5. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (VI)[12]: LA ATENCIÓN AL MUNDO DE LAS MUJERES POR PARTE DE SAM CLAYTON COMO DIRECTOR DE LOS GRANDES ALMACENES
Tanto Sam Clayton (Gary Cooper) como el Presidente H.C: Borden (Edmund Lowe) se encuentran cercanos a la gente que compra… si bien por razones muy divergentes
Cambio de imagen. Vemos a Sam en los grandes almacenes. Un contexto ciertamente paralelo al presentado por Garson Kanin en Bachelor Mother (Mamá a la fuerza, 1939)[13], que hemos estudiado en nuestra investigación. Pero pronto vamos a ver las diferencias. Kanin en 1939 presentaba un modelo muy piramidal, en el que los dueños están en los despachos elevados, hablan a través altavoces internos, y cuando bajan a la tienda con los trabajadores es un acontecimiento extraordinario, que suscita expectación y nerviosismo. En cambio ahora, tanto Sam Clayton (Gary Cooper) como el Presidente H.C: Borden (Edmund Lowe) se encuentran cercanos a la gente que compra… si bien por razones muy divergentes.
Pronto nos daremos cuenta de la atención tan personalizada que tiene hacia las mujeres, cuyos detalles cotidianos recuerda
Se ve a una multitud que entra en los almacenes y a Sam Clayton que los saluda afectuosamente. Pronto nos daremos cuenta de la atención tan personalizada que tiene hacia las mujeres, cuyos detalles cotidianos recuerda.
Sam: “Buenos días”.
Cliente: “Buenos días, Mr. Clayton”.
Otro cliente: “Buenos días”.
Sam (Muy cordial): “Buenos días, ¿Cómo está?”. (El plano se va aclarando y se ve mejor a Sam Clayton entre la multitud. A continuación le vemos saludando a una mujer muy arreglada). “Oh, Mrs. Kelly, ¡hola!”.
Mrs. Kelly (Ruth Brennan): “¡Hola!”.
Sam (Encantador, con los brazos cruzados): “¿Cómo está su pequeño?”.
Mrs. Kelly: “Oh, está estupendo. (Se gira hacia una mujer más madura que le acompaña). Oh, ¿La recuerda?”.
Sam (Señalándola con un dedo): “Finnerty”.
Mrs. Finnerty (Anne O’Neal, muy contenta, sonriendo): “Sí”.
Sam (Estrechándole la mano): “Nos conocimos en el bautizo del hijo de ella”.
Y su hijo se graduará en la Escuela Militar en… ¿junio… Es maravilloso, Mr. Clayton. Usted tiene una memoria excelente
Por el fondo ha aparecido un caballero muy serio. En breve sabremos que es el Presidente de los almacenes, H.C. Borden (Edmund Lowe). Hará de contrapunto al modo de comportarse de Sam cuya visión de la economía se enmarca, como se ha expuesto anteriormente, en el marco del cuidado hacia las personas, y de una economía centrada en la familia y sus necesidades.
Sam (A Mrs. Kelly, por su hijo): “¿Y cuantos dientes tiene ahora?”.
Mrs. Kelly: “Tiene cinco. Tres arriba y dos abajo”.
Sam (Señalando contento): “Cinco en total, ¿tres arriba y dos abajo?”.
Mrs. Kelly (Sonriendo): “Sí, sí”.
Sam (Se ríe): “Oh, qué bien. Esperaba que … (Ve a Mr. Borden, y se detiene). Oh, discúlpeme. (Hace las presentaciones). Mr. Borden, nuestro Presidente. Mrs. Kelly y Mrs. Finnerty”.
H.C. Borden (Hace una inclinación de cabeza): “Es un placer. Encantado”.
Mrs. Kelly: “¿Cómo está?”.
Mrs. Finnerty: “¿Cómo está?”.
Sam (Señalando a Mrs. Kelly): “Su bebe ya tiene cinco dientes , y no tiene más que… ¿Qué edad tiene?”.
Mrs. Kelly: “Ocho meses”.
Sam (Reteniendo el dato): “¡Ocho meses!. (Señala a continuación a Mrs. Finnerty). Y su hijo se graduará en la Escuela Militar en… ¿junio?”. (lo dice apuntando con el dedo mientras H.C. Borden sonríe).
Mrs. Finnerty: “Es maravilloso, Mr. Clayton. Usted tiene una memoria excelente”. (H.C. Borden sonríe claramente forzado).
Sam (Dirigiéndose a su presidente): “Es un muchachote. Es mucho más alto que usted es”. (Ella se ríen).
H.C. Borden (Un poco impaciente): “Bien, bien”.
Bueno… me gustaría un aparato para enderezar los dientes… Un aparato para enderezar los dientes… Ah, sí ¿Para su pequeño amigo?
Estos preámbulos antes de iniciar la relación propiamente comercial muestran el sentido que la economía tiene para Sam Clayton: prestar un servicio que haga posible la vida de las personas, más concretamente de las familias. Su atención individualizada y sus preguntas tienen ese preciso objetivo, que como veremos, no es compartido por su Presidente.
Sam (A las dos mujeres): “¿En qué puedo servirles?”.
Mrs. Kelly: “Bueno… me gustaría un aparato para enderezar los dientes”.
Sam (Recogiendo el dato): “Un aparato para enderezar los dientes… Ah, sí. (Hace un gesto apuntando hacia su boca). ¿Para su pequeño amigo?”.
Mrs. Kelly (Sonriendo): “Sí”.
Sam (Acompañándolas con un gesto muy amistoso): “Claro. Arriba en el tercer piso. (Ellas caminan hacia un lado, quedando fuera del plano del plano, mientras Sam de espaldas las sigue acompañando). El primer pasillo saliendo del ascensor. (H.C. Borden queda sonriendo en el primer plano. Hace el gesto de ponerse el corrector).
HC (Llamándolo): “¡Sam!”.
Sam (Todavía a las mujeres): “Pregunten por Mrs. Harrington”.
¿Por qué no las ha acompañado? No todos los días se conoce gente así, no. Mire, Sam, es temporada alta. No pierda el tiempo en el nombre de la gente o en cuántos dientes tienen los bebés. ¡Al fin ha llegado la Navidad…! Ya lo hará el resto de los meses. Deme su genialidad
La singularidad de lo que buscan las mujeres no ha dejado de llamar la atención a H.C. Borden. No comparte el gusto de Sam por atender tan personalizadamente a sus clientes. Su lenguaje es meramente estratégico, como el de un cazadora que busca sus víctimas. No es capaz de valorar el peso femenino en la economía doméstica y se guía por los padres y los maridos como objetivos principales de la acción comercial.
HC (Sólo su voz): “¡Sam!”. (Aparece y quedan los dos ante la cámara en plano americano. El Presidente se expresa con ironía). ¿Por qué no las ha acompañado? No todos los días se conoce gente así, no. (Sam se agacha, apoyándose en un mostrador. H.C. Borden saca a relucir sus ideas económicas, que no coinciden con las de su subordinado). Mire, Sam, es temporada alta. No pierda el tiempo en el nombre de la gente o en cuántos dientes tienen los bebés. (En primer plano). ¡Al fin ha llegado la Navidad…! Ya lo hará el resto de los meses. Deme su genialidad”. (Sonríe ampliamente. Plano de Sam que lo mira escéptico. Sigue la voz de H.C. Borden). Cuando advierta una posible presa, no dude en abatirla. (De nuevo en el plano). Ocúpese de los padres y los maridos que no saben lo que buscan. (Otra vez en el plano americano con Sam apoyado en un mostrador. H.C. Borden se expresa de modo muy resolutivo). Comprarán lo que sea. (Le golpea amistoso un hombro, mientras aparece una ancianita muy delgada por detrás de ellos). En nuestros almacene los encontrarán”.
¿Puedo ayudarle yo?… Sí, se ve que su madre le enseñó buenos modales… Es que soy huérfano
La irrupción de la mujer de edad supondrá una manera de refutar las tesis de H.C. Borden de manera radical, si bien al estilo McCarey, de manera indirecta, de modo sorprendente. De entrada ella resulta todo lo contrario de lo que el Presidente ha observado que tiene que ser el tipo de modelo preferente para Sam.
Anciana (Ida Moore): “Perdón. (H.C. Borden y Sam se giran hacia ella). ¿Cómo puede ir a la calle Humboldt? 822 bis, calle Humboldt, cerca de Claremont».
H.C. Borden (Seco): “Tiene un plano de la ciudad al lado del teléfono, Señora. (Se vuelve hacia Sam). ¡Sabe, Sam!. No podemos vender mucho por Pascua. El día del padre está bien. Pero la Navidad, ja já…”.
Anciana (Enfadada le de un golpecito a la espalda de H.C. Borden): “Tengo las gafas rotas. No puedo leer el plano y su sugerencia es completamente inútil”.
Sam (Amable): “¿Puedo ayudarle yo?”.
Anciana (Mirando a H.C. Borden de reojo): “Sí, se ve que su madre le enseñó buenos modales”.
H.C. Borden (Mientras pasa por su lado): “Es que soy huérfano”. (Se gira por su espalda y se va).
¿Conoce nuestra ciudad?… No, venía en el tren y se me rompieron las gafas. En el vagón restaurante, un giro brusco, y allá fueron, hechas añicos
McCarey ya da un primer mensaje claro. El modo de concebir la economía de H.C. Borden se aleja de la cortesía y la buena educación. Todo lo contrario que Sam Clayton. El tema de la atención a las ancianos como test de contraste de esa buena manera de entender las relaciones humanas fue ampliamente expuesto por McCarey once año en Make Way for Tomorrow (Dejad paso al mañana, 1937).[14]
Sam (De espaldas a la cámara, situado delante de la mujer mayor): “¿Conoce nuestra ciudad?”.
Anciana (Girándose): “No, venía en el tren y se me rompieron las gafas. (En un plano más cercano). En el vagón restaurante, un giro brusco. (Hace un gesto para mostrar cómo se había movido)… y allá fueron, hechas añicos”. (Abre las manos en actitud de resignación).
Sam (Con empatía): “Es una lástima. (Levanta la cabeza para indicarle). Eso está a once manzanas de aquí. (Le va señalando con el dedo mientras la anciana lo mira). Baje cinco manzanas hasta Elm. Gire a la derecha hasta la calle Sycamore. (La anciana baja la mirada)… y luego…”.
Anciana (Con expresión de impotencia): “Oh, cielos, son demasiadas calles”.
Sam (Se gira y saca un lápiz del bolsillo). Puede que esto le ayude. (Se acerca un papel). Estaos aquí. Desde aquí cinco manzanas hasta Elm…”.
Anciana (Mirando muy atenta): “Sí”.
Cuidado, que ese cruce es peligroso… ¡Oh! Ha sido muy amable. No sé qué habría hecho si no lo hubiese encontrado
La implicación de Sam con la mujer de edad no se queda en describirle cómo llegar allí. También se preocupa por su seguridad, por hacer que llegue a su destino sin sobresaltos. Esto irritará de sobremanera a H.C. Borden.
Sam: “Cuidado, que ese cruce es peligroso”.
Anciana: “Muy bien, lo tendré”. (Plano de H.C. Borden que mira nervioso. Se fija en Sam y hace un gesto de disgusto con la cabeza ante lo que considera una completa pérdida de tiempo y de energías).
Sam (De nuevo en el plano escribiendo para la anciana): “Cinco manzanas hasta Humboldt”.
Anciana: “Lo recordaré”.
Sam (Escribiendo): “Y, más o menos, aquí está el 822”.
Anciana (Con buen humor): “¿Y allí encontraré el bis?”.
Sam (En el mismo tono): “Oh, eso espero”.
Anciana: “¡Oh! Ha sido muy amable. No sé qué habría hecho si no lo hubiese encontrado”. (Toma el papel y sonríe).
Sam, vemos las cosas de modo distinto. Dijo a los Jefes de Sección que fueran al entierro de Harry Gilmore. Bastaba con que fuera yo solo. Dirigió su publicidad durante treinta años. Le pagué durante treinta años
Plano de Sam que avanza por el pasillo y se encuentra con el Presidente, de no muy buen humor. Va a continuar con el aleccionamiento que había sido interrumpido por la aparición de la anciana. Y deja expuesta de manera expresa las dos maneras de concebir la empresa que tienen. Sam centrada en las personas. El Presidente en la optimización de recursos.
H.C. Borden (Molesto): “Sam, quiero hablar con usted. Hasta ahora ha vendido un enderezador de dientes y un plano para llegar a Humboldt. Tiene que hacer que compren más cosas”.
Sam (Con confianza en lo que hace): “Seguro que vuelve otro día y hace sonar la caja”.
H.C. Borden (Girándose hacia él y golpeándole el pecho): “Sam, vemos las cosas de modo distinto. Dijo a los Jefes de Sección que fueran al entierro de Harry Gilmore[15]. Bastaba con que fuera yo solo”.
Sam (Haciendo memoria de la contribución de su compañero con el trabajo que desempeñó a favor de la empresa): “Dirigió su publicidad durante treinta años”.
H.C. Borden (Con una perspectiva meramente contable). “Le pagué durante treinta años. No pasaría nada porque se enterrasen por la noche. Así mis empleados podrán ir en el tiempo libre. Eh (Se para y se dice como a sí mismo como si fuera un nuevo eslogan comercial). ¿Qué le parece? (Muy contento de su ocurrencia). La gente nace de noche, muere de noche. Pero incluso se juega al béisbol de noche, ¿no?”.
Sam (Muy serio ante su insensibilidad): “No se entierra a la gente por la noche”.
H.C. Borden (Girándose y juntando las manos, un gesto que hace con frecuencia): “Me están robando mi tiempo”.
¿Podría llevarme una muestra de la crema de belleza que anuncian? Éste es su hombre. Él le indicará
La contraposición de pareceres es ahora interrumpida por la irrupción de una nueva mujer. Se les acerca por detrás, al lado de una vitrina con cristales.
Mujer: “Discúlpenme. (H.C. Borden y Sam se giran para atenderla). ¿Podría llevarme una muestra de la crema de belleza que anuncian?».
HC (Por Sam): “Éste es su hombre. (Con una sonrisa falsa). Él le indicará”.
Sam (Cogiéndola del brazo) “¡Acompáñeme!”.
Mujer: “Gracias”. (Salen del plano por la derecha del espectador. Vemos a la ancianita de antes que regresa, y de nuevo da un golpecito a la espalda de H.C. Borden).
Anciana: “Aquí estoy otra vez”.
H.C. Borden (Seco): “¿Qué ocurre?. ¿Perdió el plano?”.
Anciana (Apoyándose en una columna). “No, pero al irme comencé a pensar… (Aparece Sam detrás de ellos. La ancianita se gira y saluda a Sam). Hola, le decía s su empleado que estaba pensando…”.
Sam (Señalándolo): “Él es Mr. H.C. Borden, nuestro presidente”.
HC (Haciendo una reverencia): “Encantado”.
¡Qué más da! Fue tan dulce mostrándome el camino que recordaba algo que necesitaba y pensé: se lo preguntaré a aquel hombre… Seguro que sea lo que sea lo tenemos. ¿Qué es lo que necesita?
La reacción de la anciana a continuación puede hacer que no se trata de una mera confusión, sino que ella deba por supuesto que el más educado debía ser el superior jerárquico de la organización. O que simplemente le está correspondiendo irónicamente a su comportamiento grosero anterior.
Anciana: “¿Presidente?. ¿Él?. (Le señala a Sam). ¿No? (Como preguntando para confirmar que no es Sam). Oh, creía que era usted. (Se gira y se ríe de su error… o de su ironía, varias veces. Sam mira a H.C. Borden y se ríe, y su jefe también. La ancianita de nuevo en el plano). ¡Qué más da!. Fue tan dulce mostrándome el camino que recordaba algo que necesitaba y pensé: se lo preguntaré a aquel hombre”.
H.C. Borden (En el plano con Sam, que le mira con agrado; aprovecha para presumir del abastecimiento de sus grandes almacenes): «Seguro que sea lo que sea lo tenemos. ¿Qué es lo que necesita?”.
Anciana (En el plano): “¿Tiene agujas de hacer calceta?”. (Plano de H.C. Borden, al que le cambia el rostro y mira hacia Sam).
Sam (Muy tranquilo de saber de lo que habla): “¿En cuero o en hueso?. ¿Y para qué tipo de tejido?”.
Anciana: “Oh, no lo sé”. (En el plano, con Sam de lado y H.C. Borden de espaldas).
¿Y qué va a calcetar? ¿Calcetines o un abrigo de lana?… Había pensado en un suéter de cuello alto para una jirafa
Que el personaje de la anciana no sea ya alguien anónimo es algo que McCarey va construyendo muy bien. En cada una de sus apariciones se va completando la pequeña subrama de su historia. Ahora va a aparecer sus lazos familiares.
Anciana (Sobre la calceta): “Aún estoy empezando. Tengo una nieta…”.
Sam (Cariñoso): “No me diga que usted es abuela…”.
Anciana (Halagada, a Sam): “Adulador. Está a punto de casarse. Se va a casar con un hombre encantador. (En primer plano). Y como me quedaré sola, he pensado que podía pasar el tiempo haciendo calceta”.
H.C. Borden (En el plano con Sam, con ese tono irónico): “¿Y qué va a calcetar?. ¿Calcetines o un abrigo de lana?”.
Anciana (En primer plano, seria, sacude la cabeza): “Había pensado en un suéter de cuello alto para una jirafa”. (Mira hacia Sam, quien también en el plano comienza a reírse. Mira a H.C. Borden que se ríe también. Plano de los tres disfrutado de la broma. Sam da a la mujercita una palmada en la espalda).
Sam: “Bien, ahora en serio, ¿qué va a calcetar?”.
Anciana (Ya sin bromas). “He pensado en esos calcetines de lana que todo el mundo calceta”.
Sam: “Bueno, eso es un poco difícil para empezar. (En el plano con H.C. Borden, que le mira asombrado por sus conocimientos). Antes que nada, tendrá que aprender los puntos. Es lo básico por donde empezar. Pero aquí enseñamos”.
¡Qué bonito es hacerles regalos a los jóvenes! Les amueblaré la casa, por completo. Con todo. Horno, frigorífico, lavadora, platería, absolutamente todo. Y necesitaré su ayuda. Si me olvido de algo, recuérdemelo. Costará miles de dólares, ¡pero son tan jóvenes!
H.C. Borden está intentando ser más amable que al principio de la relación y no duda en aportar a la anciana aquello que sabe y que deja bien a sus institución mercantil.
H.C. Borden (Añadiendo rápido): “Y gratis. (La Anciana queda en el plano con algo de perplejidad en su gesto. El presidente se dirige a Sam). Puede sugerirle nuestras agujas antes de que decida calcetar. (Plano de los tres con H.C. Borden de espaldas y Sam de lado junto a ella).
Anciana: ¡Oh!. Las compraré. (Mira a Sam). Hablando de comprera pensaba comprarles a Monta y a Johnny un regalo de boda y enviárselo. Si lo compro aquí, ¿me ahorraría los gastos de envío?”.
Sam: “Sí, por supuesto»
Anciana: “¡Qué bonito es hacerles regalos a los jóvenes!. ¿No creé?. (En primer plano). Les amueblaré la casa, por completo. Con todo. Horno, frigorífico, lavadora, platería, absolutamente todo. (Plano de Sam y H.C. Borden que ponen una mirada significativa. Y se refiere a continuación a Sam). Y necesitaré su ayuda. Si me olvido de algo, recuérdemelo. (Con Sam que agacha un poco la cabeza conmovido, H.C. Borden le mira asombrado). Costará miles de dólares, ¡pero son tan jóvenes!”.
Johnny se apellida Camello. Va a ser muy divertido. Cuando Monta se case será ‘Monta Camello’. ¿Lo entiende? Él no lo entiende
La reacción de Sam seguirá siendo impecable. No se quedará atónito por la expectativa de negocio que se le ha abierto de repente. Al contrario, sabe contenerse y continúa acompañando a la mujer entrada en años en la lógica de su alegría.
Sam (Siguiendo su relato): “Seguro que hará a Monta y a Johnny muy felices. (Plano de los tres con H.C. Borden de espaldas, Sam de lado y la ancianita de frente).
Anciana (Con el buen humor que ya ha exhibido antes): “Johnny se apellida Camello. Va a ser muy divertido. Cuando Monta se case será ‘Monta Camello[16]. ¡Camello!. (Moviendo la mano). ¿Lo entiende?”. (Se ríe de manera muy aguda y Sam le sigue. Se para mira al presidente). Él no lo entiende. (Ve a H.C. Borden que da vueltas a una especie de medalla que lleva en las manos). ¿Qué es eso?. ¿Una medalla de niños?. ¡Y le parece divertido!. ¡Eso sí me preocupa!. (H.C. Borden sonríe forzado. La anciana mira a Sam). ¿Dónde está la sección de muebles?”. (Lo coge del brazo).
Sam (Mira hacia delante): “¿Muebles?” (Y sale caminando con ella. H.C. Borden se los queda mirando sin poder salir de su estupefacción).
El personaje de Sam refleja la capacidad de McCarey para entender bien a la gente
La pugna dialéctica entre Sam y H.C. Borden sobre el mejor modo de llevar adelante el negocio ha quedado concluida de un modo muy elocuente. La frase de Leo McCarey citada por Jean Renoir: “McCarey understands people – better perhaps than anyone else in Hollywood[17]” (Bogdanovich, 1997, p. 379; 2008, p. 9) se cumple también en Sam, a diferencia de lo que la anciana observa que ocurre con H.C. Borden. El sentido del humor resulta un elemento de discernimiento eficaz para entender el interior de las personas.
La economía, como hemos visto que señalaba Soloviov (2012: 393) se encuentra en continuidad directa con la actividad humana. Cuanta mayor humanidad se posea, mejor se sabrá orientar una economía hacia el bien común y por tanto, hacia su auténtica humanidad.
7. BREVE CONCLUSIÓN
Todas las cuestiones candentes de la vida económica están íntimamente relacionadas con el concepto de propiedad, el cual, sin embargo, por sí mismo pertenece más al ámbito del derecho, la moral y la psicología que al de las relaciones económicas
La contribución que vamos a cerrar nos ha servido para precisar mejor las ideas económicas de McCarey. Lo que habitualmente se conoce como “sociedad de consumo”, y que se desarrollará exponencialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial, al menos en las sociedades occidentales, tiene como reto una buena administración de los aspectos económicos, que haga posible vivir con dignidad a todas las personas.
Sobre ello, Soloviov afirma con claridad cuál es la esencia de este juego.
Todas las cuestiones candentes de la vida económica están íntimamente relacionadas con el concepto de propiedad, el cual, sin embargo, por sí mismo pertenece más al ámbito del derecho, la moral y la psicología que al de las relaciones económicas. Esta misma circunstancia explica ya con claridad hasta qué punto es errónea la tendencia a aislar el fenómeno económico en una esfera perfectamente autónoma y autosuficiente.
El fundamento inalienable de la propiedad, como reconocen con justicia todos los filósofos serios de los tiempos modernos, estriba en la naturaleza misma de la persona humana. Ya en el contenido de la experiencia interior, psicológica, distinguimos con necesidad el sí mismo de lo que nos es propio; distinguimos todos los pensamientos, sentimientos y deseos que aparecen en nosotros, de aquel a quien pertenecen, es decir, nosotros mismos, en cuanto seres pensantes, sentientes y sujetos de deseos. (Soloviov 2012: 414).
Todo hombre, en virtud de su valor absoluto como persona, tiene derecho a los medios para una existencia digna
Eso da lugar a en la vida psicológica a una propiedad psicológica relativa y desigual, pues no todo nos identifica del mismo modo. El filósofo ruso apelaba a la máxima evangélica, en la que se alude que donde el hombre tiene su tesoro, tiene su corazón (Mt 6,21; 12,34). Y se prolonga por medio del cuerpo y de las cosas exteriores. Esto tiene una clara implicación jurídica y moral, de la que la economía no puede hacer caso omiso.
Todo hombre, en virtud de su valor absoluto como persona, tiene derecho a los medios para una existencia digna; dado que en el individuo por sí mismo este derecho sólo existe en potencia, y dado que la realización efectiva o la garantía de tal derecho depende de la sociedad, de aquí se sigue una obligación correspondiente de la persona para con la sociedad: la de serle útil o de trabajar por el bien común. (Soloviov 2012: 419).
… todo el mundo necesita —lo reconozca o no— modelos a los que emular. Sobre todo, los jóvenes, quienes llevan dentro las preguntas quién quiero ser y como quién quiero ser. No se puede sobrevivir sin un patrón
La descripción que se nos hace en Good Sam de la vida económica de las personas desde la voluntad deliberada y generosa de hacer el bien supone un contrapunto que nos permite reflexionar con mayor penetración sobre la vida económica. Lo seguiremos comprobando. Pero podemos dar un testimonio de su actualidad con un escrito recientemente publicado por la Doctora Carola Minguet con el que concluimos.
… todo el mundo necesita —lo reconozca o no— modelos a los que emular. Sobre todo, los jóvenes, quienes llevan dentro las preguntas quién quiero ser y como quién quiero ser. No se puede sobrevivir sin un patrón. «Se encontrará que casi todos los hombres tienen algún héroe u otro hombre admirable, vivo o muerto, cuyo carácter intentan asumir y cuyas actuaciones trabajan por igualar. Cuando el original es bien elegido y copiado juiciosamente, el imitador llega a excelencias que nunca podría haber alcanzado sin esta dirección», escribió Samuel Johnson. (Minguet Civera, 2025).
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NOTAS
[1] Cfr. el apartado 6. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (V): LA INVITACIÓN DE SAM (GARY COOPER) A LU (ANN SHERIDAN) PARA HACERSE CARGO DEL ASMA DE LA ESPOSA DEL MECÁNICO, UNA EXPRESIÓN DE AYUDA QUE COMPORTARÁ RECIPROCIDAD, de “El paralelismo de Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey, con El idiota de Fiodor Dostoievski”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/el-paralelismo-de-good-sam-el-buen-sam-1948-de-l-mccarey-con-el-idiota-de-f-dostoievski/.
[2] Cfr. el apartado 5. LA CUESTIÓN ECONÓMICA DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL SEGÚN SOLOVIOV Y SU REFLEJO EN THE BELLS OF ST. MARY´S, en la quinta contribución dedicada a The Bells of St. Mary´s, “Los dones recibidos y las renuncias aceptadas en The Bells of St. Mary’s (Las campanas de Santa María, 1945) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/los-dones-recibidos-y-las-renuncias-aceptadas-en-the-bells-of-st-marys-las-campanas-de-santa-maria-1945-de-leo-mccarey/.
[3] Hemos consultado también una nueva edición abreviada por Gerald M. Costello, con una introducción suya, de 2006 (Keller, 2006). Citaremos la versión de 1946, que fue la que conoció Leo McCarey.
[4] Cfr. 1. ¿UNA CONTINUACIÓN DEL DÍPTICO GOING MY WAY / THE BELLS OF ST.MARY´S?, en “Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey, leída desde la primacía de la obligación sobre el derecho en Simone Weil”, proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/personalismo/good-sam-el-buen-sam-1948-de-leo-mccarey-leida-desde-la-primacia-de-la-obligacion-sobre-el-derecho-en-simone-weil/.
[5] Algo que ya se hacía expreso en Good Sam cuando en la primera escena un pastor de una iglesia reformada —no católica, por tanto— establecía un amplio espectro de convergencia entre las grandes sabidurías y espiritualidades del mundo. Decía: “Buda, Mahoma, Confucio, Moisés y Jesús de Nazaret estarían de acuerdo en que la regla de oro es hacer a los otros lo que quisiéramos que nos hicieran a nosotros mismos… Y que es la condición fundamental para traer la felicidad a cada individuo y a nuestra sociedad. Todas las personas buenas han encontrado oro en esta regla de oro. Amén”.
[6] “Nadie es un fracasado si tiene amigos”.
[7] Hay múltiples ediciones de la traducción en castellano como El poder y la gloria. Nosotros tenemos como referencia la traducida por Guillermo Villalonga.
[8] Hemos seguido una versión original accesible en la red (Kyne, 1922), y una reedición de septiembre de 2024 (Kyne, 2024).
[9] En la versión consultada escribe “gángster”.
[10] Cfr. nuestra primera contribución dedicada a Good Sam, “Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey, leída desde la primacía de la obligación sobre el derecho en Simone Weil”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/personalismo/good-sam-el-buen-sam-1948-de-leo-mccarey-leida-desde-la-primacia-de-la-obligacion-sobre-el-derecho-en-simone-weil/.
[11] Está citando libremente al profeta Isaías (Is. 52:7).
[12] Continuamos la numeración donde la dejamos en la contribución anterior.
[13] Cfr. las contribuciones que hemos dedicado en esta misma web a analizar esta película, “El imaginario de la mujer trabajadora y su responsabilidad ante un niño abandonado en Bachelor Mother (1939) de Garson Kanin con Ginger Rogers, en relación con Leo McCarey, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/el-imaginario-de-mujer-trabajadora-ante-un-nino-abandonado-bachelor-mother-1939-kanin-relacion-con-mccarey/; “La redención a través de los vínculos en Bachelor Mother (1939) de Garson Kanin con Ginger Rogers, un tema muy cercano a Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/la-redencion-a-traves-de-los-vinculos-en-bachelor-mother-1939-de-garson-kanin-con-ginger-roger/; “El sentido del don en la relación interpersonal según Anthony J. Steinbock y su expresión en Bachelor Mother de Garson Kanin, camino hacia My Favorite Wife”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/el-sentido-del-don-en-la-relacion-interpersonal-segun-anthony-j-steinbock-y-su-expresion-en-bachelor-mother-de-garson-kanin-camino-hacia-my-favorite-wife/; “Los caminos de la humildad que llevan hacia el amor y la afectividad tierna en Bachelor Mother de Garson Kanin, antecedente de My Favorite Wife”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/los-caminos-de-la-humildad-que-llevan-hacia-el-amor-y-la-afectividad-tierna-en-bachelor-mother-de-garson-kanin-antecedente-de-my-favorite-wife/; “El triunfo de la vinculación en Bachelor Mother de Garson Kanin, camino hacia My Favorite Wife”.
[14] La hemos analizado con detenimiento en el Tomo IV de los Cuadernos de Filosofía y Cine sobre el Personalismo de Leo McCarey. Dos cumbres del personalismo fílmico de Leo McCarey en 1937: Make Way for Tomorrow y The Awful Truth: Capítulo IV. “Las dificultades del diálogo entre generaciones en Make Way for Tomorrow, de Leo McCarey”; Capitulo V. “El reconocimiento de los mayores en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey”; Capítulo VI. Sabiduría y debilidad en el personaje de Lucy en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey; Capítulo VII. “ Las conversaciones del personaje de Bark en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey”; Capítulo VIII. “Los episodios de la cultura del descarte en Make Way for Tomorrow (1937), de Leo McCarey” Capítulo IX. “Revisión, renovación y ratificación del matrimonio en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey” (Peris-Cancio, Marco, & Sanmartín Esplugues, 2024: 97-292).
[15] Cfr. 6. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (IV): EL FUNERAL DEL POBRE HENRY GILMORE Y LAS REFLEXIONES DE LU SOBRE EL COMPORTAMIENTO DE SAM, en la primera contribución dedicada a Good Sam, “Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey, leída desde la primacía de la obligación…”, cit.
[16] Se trata de un juego de palabras del guion. En los subtítulos aparece como “Rhoda Camell”.
[17] “McCarey entiende a la gente, quizás mejor que nadie en Hollywood”.