Las pruebas por las que han de pasar Lu (Ann Sheridan) y Sam Clayton (Gary Cooper) en Good Sam (1948) de Leo McCarey (y II): la mutua pérdida y el reencuentro

 

Fotograma de Good Sam (1948)
El reencuentro de Sam Clayton (Gary Cooper) con su esposa Lu (Ann Sheridan) gracias al Ejército de Salvación en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 1

 

Resumen:

En esta octava contribución dedicada a Good Sam de Leo McCarey analizamos las sucesivas pruebas que tienen que superar los protagonistas en el final de la película. Subrayamos particularmente en el primer aparato el encuentro de Sam con un vagabundo que le reprocha la vanidad que puede esconderse detrás de su gestos de donación. La profecía de ese personaje nos ha hecho pensar en lo que en su momento denunció Zygmunt Bauman con respecto a lo que nos incomodan los refugiados sobre la fragilidad de nuestro mundo y la necesidad de acabar con la globalización de la indiferencia y de la ingratitud a la que apuntaba. el Papa Francisco, recientemente fallecido.

En el segundo apartado comenzamos con el texto filosófico fílmico y comprobamos el hundimiento de Sam (Gary Cooper) ante sus fallidos intentos de recuperar el dinero que ha prestado. Ello le lleva a emborracharse en un bar y a compartir con el dueño una manera de pensar nueva, con amargura hacia el ser humano donde antes había confianza y compasión.

En el tercer apartado comprobamos cómo la situación interior de Sam está en completa oposición con la euforia con la que está viviendo Lu el estreno de la nueva casa. No es consciente de lo que le ha ocurrido a su marido y que pone en seria amenaza el cumplimiento de sus sueños materiales.

En el cuarto apartado asistimos a como esa dicotomía se va suavizando. Sam sigue el en el bar vertiendo pensamientos negros sobre la condición humana. Muy diferentes de sus planteamientos habituales. Pero en la nueva casa de los Clayton Lu y sus hijos comienzan a inquietarse ante la tardanza del esposo y padre en regresar del trabajo.

En el quinto apartado aparece el personaje del vagabundo que no sólo pide a Sam que le invite a una copa, sino que le reprocha que le ayude sólo por vanidad. Un encuentro muy significativo para darse cuenta el directivo de los almacenes hasta qué punto su voluntad de ayudar a los demás es inconsciente del otro mundo en el que viven las personas arrojadas a la miseria y la pobreza más radical de no tener un hogar.

En el sexto apartado la aparición del banquero Mr. Drew (Harry Hayden) en casa de los Clayton va a suponer la solución al problema material. Ha reconsiderado su postura y está dispuesto en hacer una excepción en sus reglamentos de concesión de préstamos, basado en el buen corazón de Sam. Lu es consciente del problema cuando ya tiene solución, pero eso mismo le hace reprocharse que haya podido poner por delante las cosas materiales a la relación con su marido, cuya ausencia ahora le duele.

En la séptima sección asistimos a la determinación de Sam de comportarse como la peor persona de la ciudad, lo que aflige enormemente al dueños del bar (William Frawley) que creía en él como una gran persona sin un ápice de maldad. Cuando comienza a comportarse de este modo aparecen los voluntarios del Ejército de Salvación, cuyo testimonio conmueve a Sam y le rescata de la seducción del mal.

En el octavo apartado ya podemos ver el reencuentro entre Lu y Sam, propiciado por el Ejército de Salvación que lo devuelve a casa. Ellos ven la providencia actuación de estas buenas personas, que les hace pensar en la acción de la gracia, y se confiesan su mutuo amor cantando la canción de Bing Crosby “Let Me Call You Sweetheart”. Esto pone de relieve que el estrato más profundo de la recomposición de Sam se tenía que vivir con respecto a Lu y la sinceridad en su propio matrimonio, mirado desde una perspectiva menos materialista, más trascendente.

En el apartado final, a modo de conclusión, de nuevo acudimos a la periodista Carola Minguet Civera para extraer una reflexión que aproxima el estudio de la película a la tragedia de la DANA que hemos vivido en Valencia. Destacamos dos reflexiones de la autora que nos sirven para cerrar nuestro análisis de la película de un modo encarnado en nuestro tiempo y lugar.

Hay una advertencia del papa Francisco interesante, lo que él llama la debilidad de las reacciones. Es algo propio de este tiempo, donde hay reacciones exageradas por sensibilidades que están polarizadas o susceptiblemente desarrolladas hacia ciertos temas y otros asuntos ante los cuales hay una inaudita, sorprendente o surrealista debilidad de respuesta…

Toca, entonces, seguir colaborando con generosidad y valentía para arreglar este desastre, estar enfadado y pedir cuentas a todos los responsables, acompañar e intentar sostener a las víctimas. Sirviendo. Consolando. Pero también conviene ponerse cara a cara con nuestra naturaleza humana para que dé luz en esta oscuridad y no se contagie de la misma.

Lo recuerda Tolkien en El Señor de los Anillos cuando Sam, sumido en la aflicción, hace la siguiente confesión a Frodo: ‘Al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo. Ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran. Pero no lo hacen: siguen adelante, porque todos luchan por algo’. ¿Por qué luchas tú ahora, Sam?”, le interpela su amigo. “Para que el bien reine en este mundo, señor Frodo. Se puede luchar por eso’.

Palabras clave:

Papa Francisco, Zygmunt Bauman, globalización de la indiferencia, vagabundo , verticalidad, religiosidad, caridad, obligación, deber, derecho, regla de oro, abuso, dignidad de la persona, propiedad, economía, perdón.

Abstract:

In this seventh contribution devoted to Leo McCarey’s Good Sam (1948) we analyze the successive tests that the protagonists have to overcome at the end of the film. We particularly emphasize in the first device Sam’s encounter with a homeless man who reproaches him for the vanity that may hide behind his gestures of donation. The prophecy of this character has made us think of what Zygmunt Bauman denounced at the time with regard to the discomfort of refugees about the fragility of our world and the need to put an end to the globalization of indifference and ingratitude to which Pope Francis, recently deceased, pointed.

In the second section we begin with the philosophical filmic text, and we see the collapse of Sam (Gary Cooper) in the face of his failed attempts to recover the money he has lent. This leads him to get drunk in a bar and to share with the owner a new way of thinking, with bitterness towards human beings where before there was trust and compassion.

In the third section we see how Sam’s inner situation is in complete opposition to the euphoria with which Lu is living the premiere of the new house. She is not aware of what has happened to her husband, which seriously threatens the fulfillment of her material dreams.

In the fourth section we see how this dichotomy is softening. Sam is still in the bar pouring black thoughts about the human condition. Very different from his usual approaches. But in Clayton’s new home Lu and her children begin to worry about the husband and father’s late return from work.

In the fifth section appears the character of the homeless man who not only asks Sam to buy him a drink but also reproaches him for helping him out of vanity. A very significant attempt to realize the extent to which the store manager’s willingness to help others is unaware of the other world in which people live thrown into misery and the most radical poverty of not having a home.

In the sixth section, the appearance of the banker Mr. Drew (Harry Hyden) at Clayton’s house will be the solution to the material problem. He has reconsidered his position and is willing to make an exception in his lending regulations, based on Sam’s good heart. Lu is aware of the problem when it has already been solved, but this makes her reproach herself for putting material things before her relationship with her husband, whose absence now hurts her.

In the seventh section we witness Sam’s determination to behave like the worst person in town, which greatly distresses the bar owner (William Frawley) who believed in him as a great person without an ounce of evil. When he begins to behave in this way, the Salvation Army volunteers appear, whose testimony moves Sam and rescues him from the seduction of evil.

In the eighth section we can already see the reunion between Lu and Sam, propitiated by the Salvation Army that brings him back home. They see the providence at work in these good people, which makes them think of the action of grace, and they confess their love for each other singing Bing Crosby’s song “Let Me Call You Sweetheart”. This highlights that the deepest layer of Sam’s recompositing had to be lived with respect to Lu and the sincerity in his own marriage, looked at from a less materialistic, more transcendent perspective.

In the final section, by way of conclusion, we once again turn to the journalist Carola Minguet Civera to extract a reflection that brings the study of the film closer to the tragedy of the DANA that we have experienced in Valencia. We highlight two reflections of the author that serve us to close our analysis of the film in a way incarnated in our time and place.

There is an interesting warning from Pope Francis, what he calls the weakness of reactions. It is something typical of this time, where there are overreactions by sensibilities that are polarized or susceptibly developed towards certain themes and other issues before which there is an unprecedented, surprising or surreal weakness of response…

It is up to us, then, to continue collaborating with generosity and courage to fix this disaster, to be angry and hold accountable all those responsible, to accompany and try to support the victims. Serving. Consoling. But it is also appropriate to come face to face with our human nature so that it gives light in this darkness and does not become infected by it. Tolkien reminds us of this in The Lord of the Rings when Sam, in grief, makes the following confession to Frodo:

‘In the end, everything is fleeting. Like this shadow, even the darkness ends, to make way for a new day. And when the sun shines, it shines even brighter. Those are the stories that fill the heart, because they make so much sense, even when you are too small to understand them. But I think, Mr. Frodo, I understand now. I understand now. The characters in those stories would give up if they wanted to. But they don’t: they go on because they’re all fighting for something. What are you fighting for now, Sam?” his friend asks. “For good to reign in this world, Mr. Frodo. You can fight for that.’

Key words:

Pope Francis, Zygmunt Bauman, globalization of indifference, vagabond, verticality, religiosity, charity, obligation, duty, right, golden rule, abuse, dignity of the person, property, economy, forgiveness.

 

 

1. EL VAGABUNDO DE GOOD SAM DE LEO McCAREY Y LOS EXTRAÑOS LLAMANDO A LA PUERTA DE ZYGMUNT BAUMAN: UN HOMENAJE AL PAPA FRANCISCO CON OCASIÓN DE SU FALLECIMIENTO

McCarey va a dar una nueva vuelta de tuerca al personaje de Sam, para que sea consciente de la vanidad con la que habitualmente ha desarrollado su caridad

En el texto filosófico fílmico comprobaremos que en el hundimiento de Sam Clayton (Gary Cooper) hay un momento que todavía marca una mayor inflexión. Con respecto a las pruebas que hemos narrado en la contribución anterior (pedir perdón, sufrir un asalto, que se le niegue el préstamo, que pueda perder la propia casa)[1] y que van distanciando a los Clayton, McCarey va a dar una nueva vuelta de tuerca al personaje de Sam, para que sea consciente de la vanidad con la que habitualmente ha desarrollado su caridad. En el fondo, con su modo de ser aparentemente solidario, no ha sabido ayudar con pleno desprendimiento, pues esperaba que en algún momento se lo devolvieran o lo reconocieran. Ahora con la aparición de un vagabundo mientras él se emborracha en un bar se va a enfrentar a alguien cuya miseria e ingratitud hacen imposible lo uno y lo otro. Pero incluso puede representar el futuro que le espera a Sam. Esto le va a hacer a tocar fondo.

El vagabundo con Sam Clayton, como nosotros con los migrantes y refugiados, le hace experimentar un despertar hacia realidades que preferiríamos omitir. Pero que mirarlas de frente nos hace crecer como personas. La metáfora fílmica que McCarey en estos momentos tiene una enorme actualidad. Podemos acudir a una obra en la que el sociólogo Zygmunt Bauman advertía ya en 2016 la raíz más profunda de una xenofobia que aún perdura. Permítasenos citar unos pasajes que mantienen plena vigencia.

Son, por citar las lacerantes palabras de Jonathan Rutherford, quienes «transportan las malas nuevas desde un rincón lejano del mundo hasta nuestra puerta»

El vagabundo en la película de Good Sam cumple un papel análogo al que hoy desempeñan los refugiados, los migrantes que acuden golpeados por la miseria o la convulsión a buscar una suerte mejor.

No es de extrañar, pues, que las sucesivas oleadas de nuevos inmigrantes sean vistas con malos ojos,    como si fueran (por citar a Bertolt Brecht) «heraldos de malas noticias». Personifican el derrumbe del orden (comoquiera que definamos el concepto de orden: una situación en la que las relaciones entre causas y efectos son estables y, por consiguiente, comprensibles y predecibles, lo que permite a quienes se hallan en ella saber cómo proceder), de un orden que ha perdido su fuerza aglutinadora. Los inmigrantes son una reedición actualizada—«nueva y mejorada», además de más seriamente tratada— de aquellos «hombres anuncio» de los frívola e irreflexivamente locos años veinte del siglo pasado que llevaban por las calles de las ciudades, repletas de crédulos juerguistas, carteles en los que se anunciaba que «el fin del mundo está cerca». Son, por citar las lacerantes palabras de Jonathan Rutherford[2], quienes transportan las malas nuevas desde un rincón lejano del mundo hasta nuestra puerta». (Bauman, 2016: 11)[3].

Esos nómadas nos recuerdan de manera irritante, exasperante y hasta horripilante la vulnerabilidad de nuestra propia posición y la fragilidad endémica de ese bienestar nuestro que tanto nos costó alcanzar

Se trata de un encuentro humano que puede sacar lo mejor de nosotros mismos, o lo contrario. En Good Sam el vagabundo hace despertar a Sam Clayton de su excesiva buena opinión de sí mismo. En nuestros días, los migrantes y refugiados nos espabilan de la modorra en la que nos hayamos sumidos en nuestro modelo materialista de progreso. En él lamentablemente coinciden ideologías en apariencia opuestas, todas ellas actuando de manera oculta, de espaldas a la s exigencias del bien común. Así lo señala Bauman a continuación.

Hacen que cobremos conciencia de algo que con gusto olvidaríamos o, mejor aún, desearíamos que desapareciera y que no dejan de recordarnos: me refiero a unas fuerzas globales, distantes, de las que se oye algo de vez en cuando, pero que permanecen generalmente ocultas a nuestra vista, intangibles, crípticas, misteriosas y difíciles de imaginar, y que, de todos modos, son suficientemente potentes como para interferir también en nuestras vidas sin que nuestras preferencias importen lo más mínimo en ese sentido. Las «víctimas colaterales» de esas fuerzas tienden a ser percibidas (conforme a cierta lógica viciada) como tropas de vanguardia de las mismas que están ahora acuartelándose en nuestro seno. Esos nómadas (que no lo son por elección propia, sino por el veredicto dictado por un destino cruel) nos recuerdan de manera irritante, exasperante y hasta horripilante la (¿incurable?) vulnerabilidad de nuestra propia posición y la fragilidad endémica de ese bienestar nuestro que tanto nos costó alcanzar. (Bauman 2016, 11-12).

La realidad actual no admitirá soluciones fáciles y rápidas, y si se considera aplicar soluciones así, no será posible hacerlo sin exponer el planeta a amenazas a largo plazo más catastróficas aún

La profundidad de la situación de que muchas personas padezcan situaciones de pobreza y exclusión no admite soluciones fáciles. El vagabundo tiene una historia que le ha llevado allí, cuando antes gozaba de una vida integrada. Del mismo modo pasa con muchos de los refugiados. Bauman lo reflexionaba en el 2016, y casi diez años después seguimos en el mismo punto.

La situación en la que nos encontramos al comenzar 2016 es —de manera irremediable, de momento— ambivalente, y cuando, al teorizar sobre ella, la suponemos simple y desprovista de ambigüedades, estamos acumulando más riesgos (sobre todo, si tratamos de llevar esas teorías a la práctica) de los que tiene en sí el mal que pretendemos curar. La realidad actual no admitirá soluciones fáciles y rápidas, y si se considera aplicar soluciones así, no será posible hacerlo sin exponer el planeta —este domicilio conjunto/compartido nuestro— a amenazas a largo plazo más catastróficas aún que las que plantea nuestro momento de apuro presente conjunto/compartido; sean cuales sean las opciones a las que recurramos, lo que debemos tener en cuenta es que inevitablemente afectarán a nuestro futuro conjunto/compartido (y esperemos que largo) y, por ello mismo, deben estar guiadas por el precepto de reducir tales peligros en vez de magnificarlos. Y es obvio que la indiferencia … no satisfaría ese criterio. (Bauman 2016: 13).

El papa Francisco es una de las poquísimas figuras públicas que nos ha alertado de los peligros de emular el gesto de Poncio Pilato de lavarnos las manos ante las consecuencias de las vicisitudes actuales, de las que todos somos, simultáneamente y en mayor o menor grado, víctimas y culpables

Un homenaje al Papa Francisco, recientemente fallecido, y su denuncia de la globalización de la indiferencia, ya advertida en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 2

Es en esos momentos cuando Bauman encomia la figura pública del papa Francisco y su advertencia del pecado de la indiferencia. En estos momentos en los que lloramos su pérdida entre nosotros la alusión tiene un sentido singularmente profundo. Recuerda, y es una línea maestra de nuestra investigación, que la potencialidad del cine como educador de la mirada hay que reivindicarla en tiempos en los que se buscan soluciones exclusivamente técnicas para problemas que son humanos. Una educación de la mirada (Peris-Cancio & Marco, 2022) que tiene que llevarnos a tener la debida atención y responsabilidad con respecto a las personas que sufren, dejándonos interpelar con radicalidad por ellos.

Permítanme, por el momento, que les recuerde aquí otro mensaje, del papa Francisco en concreto, quien, a mi juicio, es una de las poquísimas figuras públicas que nos ha alertado de los peligros de emular el gesto de Poncio Pilato de lavarnos las manos ante las consecuencias de las vicisitudes actuales, de las que todos somos, simultáneamente y en mayor o menor grado, víctimas y culpables. Sobre el vicio o el pecado de la indiferencia, el papa Francisco dijo lo siguiente el 8 de junio de 2013 durante su visita a Lampedusa, momento y lugar en que empezó el actual «pánico moral» y su subsiguiente debacle moral. (Bauman 2016: 13-14).

En este mundo globalizado, hemos caído en la indiferencia globalizada. Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de otras personas: «No me afecta, no me concierne, ¡no es asunto mío!»

Reproducimos las palabras del Papa que Bauman literalmente recoge para interpelar sobre el sentido de responsabilidad hacia nuestros hermanos y hermanas que hemos perdido. Nótese que en esas palabras Francisco comienza acusándose primero a él mismo, como era característico de la humildad con la que buscaba dirigirse a los demás como Papa.

¿Cuántos de nosotros, yo incluido, hemos perdido el rumbo, ya no estamos atentos al mundo en que vivimos, no nos importa, no protegemos lo que Dios creó para todos y terminamos siendo incapaces hasta de cuidar unos de otros? Y cuando la humanidad en su conjunto pierde el rumbo, se producen tragedias como esta que hemos presenciado […]. Hay que hacerse una pregunta: ¿quién es el responsable de la sangre de estas hermanas y hermanos nuestros? ¡Nadie! Esa es nuestra respuesta: «No he sido yo, yo no tengo nada que ver con ello, deben de haber sido otros, pero no yo, desde luego […]». Hoy nadie en nuestro mundo se siente responsable; hemos perdido el sentido de la responsabilidad hacia nuestros hermanos y hermanas […].

La cultura de la comodidad, que hace que pensemos solamente en nosotros mismos, nos vuelve insensibles a los gritos de otras personas, nos hace vivir en pompas de jabón tan lindas como insustanciales; nos brinda una ilusión pasajera y vacía que trae tras de sí la indiferencia hacia otras personas; de hecho, conduce incluso a la globalización de la indiferencia. En este mundo globalizado, hemos caído en la indiferencia globalizada. Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de otras personas: «No me afecta, no me concierne, ¡no es asunto mío!». (Bauman 2016: 14).

Y, tras haber dicho esto, se pregunta: «¿Ha llorado alguien? ¿Ha llorado alguien hoy en nuestro mundo?»

Haciendo suyas las palabras de Francisco, Bauman glosa su sentido como una llamada ineludible a extirpar de nuestros corazones la indiferencia. Para ello, el primer paso es saber llorar por tanta crueldad.

El papa Francisco nos llama a «extirpar de nuestros corazones esa parte de Herodes que en ellos late; roguemos al Señor que nos dé la gracia de llorar por nuestra indiferencia, de llorar por la crueldad de nuestro mundo, de nuestros propios corazones y de todos aquellos que, desde el anonimato, toman decisiones sociales y económicas que abren la puerta a situaciones trágicas como esta». Y, tras haber dicho esto, se pregunta: «¿Ha llorado alguien? ¿Ha llorado alguien hoy en nuestro mundo?». (Ibidem).

Incontables son los ejemplos y testimonios en los que el Papa Francisco ha invocado la palabra “gracias” contribuyendo así a dejar atrás el paradigma de la sospecha

En fecha reciente Ginés Marco ha escrito un artículo reforzando un juicio convergente sobre el Papa Francisco, contraponiendo su modo de hacer y de pensar con la sospecha de la gratitud. Esta última se ha encontrado en filósofos como Jaques Derrida y su obra Dar (el) tiempo. La moneda falsa (Derrida, 1995).

Este modo abrupto de entender el don y la gratitud en Derrida contrasta con la obra desarrollada por el Papa Francisco, que acaba de partir de este mundo. Si identificamos expresiones de singular resonancia en sus años de pontificado, éstas han sido las del don y la gratitud. Pero su verbalización no ha quedado circunscrita a las relaciones diplomáticas, sino que ha promovido su vivencia en las relaciones más próximas. Son paradigmáticas a modo de ejemplo, las palabras que los cónyuges han de tener siempre a mano: permiso, perdón y gracias.  Incontables son los ejemplos y testimonios en los que el Papa Francisco ha invocado la palabra “gracias”, contribuyendo así a dejar atrás el paradigma de la sospecha tan malicioso e instaurado —por otra parte— en el imaginario de quienes sólo ven actos de intercambio narcisista detrás de cada donación y gratitud. Y esto se ha hecho vida hasta el último suspiro, aunque ni siquiera se halla en condiciones psicofísicas de agradecer, o al menos de verbalizar la ayuda recibida. (Marco Perles, 2025: 17).

 

2. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXV): EL HUNDIMIENTO DE SAM (GARY COOPER) EN EL BAR DE TOM MOORE (WILLIAM FRAWLEY)

La falta de confianza en Lu (Ann Sheridan) que lleva a Sam (Gary Cooper) al hundimiento

Abordamos en esta contribución la recta final de la película. Vamos a comenzar concluyendo el texto filosófico fílmico para a continuación extraer una serie de conclusiones. Recordamos que dejamos nuestra narración reflexiva de la película en un punto álgido para el optimismo de Lu. Ha regalado los muebles y se dispone a tomar posesión de la nueva casa, la de sus sueños. No sabe que el pago de esta se ha visto más que comprometido por el asalto que ha sufrido su marido. Se despide con un “nos vemos en el paraíso” que contrasta tan radicalmente con la percepción de Sam de los acontecimientos que este enmudece. No es capaz de decirle nada a Lu. Y experimenta un hundimiento. Lo vimos cerrando el plano con la cabeza agachada y los ojos cerrados.

Ahora la cámara enfoca el ventanal de un bar. Cae la nieve delante del cristal, en el que se ve escrito TOM MOORE’S BAR, con el dibujo de una jarra de cerveza en medio. Se pasa a un plano del interior del establecimiento. La cámara enfoca la barra del bar. Se ve a Sam (Gary Cooper) que está atento a la cerveza que le sirve el dueño, Tom Moore (William Frawley). Este viste con el delantal propio del camarero y se observa con facilidad que lleva un peluquín en la cabeza.

Todos dicen ‘me has llamado en el peor momento’… ‘Te pagaría, Sam, pero hora no… ¡Justo cuando lo necesito! ‘Te pagaría con gusto, Sam, pero tengo que pagar al médico. ¿Te acuerdas cuando me rompí la pierna?’

Pronto venos que están enfrascados en una conversación cuyo hilo es fácil de seguir. Relata la situación de depresión en la que se encuentra Sam. Por primera vez asistimos a que su habitual optimismo que ha quebrado.

Gary Cooper en Good Sam
El hundimiento y la amargura de Sam Clayton en el bar de Tom Moore (William Frawley) en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 3

Tom Moore (En adelante, TM): “¿Y ha llamado a todos los que le deben dinero?”.

Sam: “Sí”.

TM (Hurgando en la herida): “Y no le dieron ni un céntimo”.

Sam: “No”.

TM: “Siempre pasa igual”.

Sam (Siguiendo el todo de queja): “Todos dicen ‘me has llamado en el peor momento.’… ‘Te pagaría, Sam, pero hora no… ’ (Señala con el dedo y se frota los ojos). ¡Justo cuando lo necesito! ‘Te pagaría con gusto, Sam, pero tengo que pagar al médico. ¿Te acuerdas cuando me rompí la pierna?’ (Toma hace el gesto de saber lo que está diciendo mientras se pega en el pecho) ‘Lo siento, Sam, pero con tres chicos en el hospital…’ ¡No! (Dando signos de ebriedad) ¡No! ‘Con tres chicos en el colegio!… Y mi suegra con un tanque, con un tanque de oxígeno…’».

TM (Con el gesto de tamborilear los dedos en su pecho): “¡Oh!”.

Sam (Señalando al barman con el dedo,  remedando así el gesto con el que está diciendo las cosas que otros le espetan): “‘Pero no te preocupes, aunque sea lo último que haga’”.

TM (Completando): “‘Pero no ahora…”.

Sí, maldito abril. Sí, todos son iguales, Sam. Sé cómo se siente. Me gustaría ayudarle, pero hay un corredor que lleva mis apuestas… y el me pasado se largó con todos los ahorros que tenía

La decepción más el alcohol hacen que Sam se vaya deslizando por la pendiente del cinismo y la amargura. Está lejos de ese que en las primeras escenas de la película excusaba a Harry Gilmore, aunque hubiese muerto sin pagarle lo que le debía.[4] Parece que hace suya la crítica que entonces su mujer le reprochaba acerca de que era confiado en exceso.

Sam (Siguiendo al barman): “Pero no ahora. (Se sonríe). ¿En abril te viene bien?”.

TM (Asintiendo): “Sí, maldito abril. Sí, todos son iguales, Sam. Sé cómo se siente. Me gustaría ayudarle, pero hay un corredor que lleva mis apuestas. (Se escucha música de jazz)… y el mes pasado se largó con todos los ahorros que tenía”.

Sam (De nuevo empático con el sufrimiento ajeno): “Habrá sido un duro golpe para su mujer”.

TM: “No. ¡Se fue con él!”.

Sam (Mirando al barman con mayores signos de ebriedad): “Entonces le invito a un trago”.

TM (Mirando hacia la botella): “Eso nunca se rechaza, gracias”.

 

3. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXVI): LA CONTINUACIÓN DEL ESTADO EUFÓRICO DE LU POR LA NUEVA CASA

McCarey va combinando los planos de las escena de Sam con los de Lu. Mientras el alcohol va acompañando el abatimiento de Sam, Lu aparece de nuevo eufórica en su casa, preparando con los niños una ceremonia de bienvenida al nuevo hogar, que aparece como una completa declaración de intenciones.

Plano de Chloe (Louise Beavers), la asistenta, vestida como tal y de Lu, muy elegante, preparada para la cena. Están las dos muy sonrientes en el comedor de la nueva casa. Chloe lleva cofia. Lu el pelo recogido en un moño.

Chloe (Muy sonriente): “¡Mrs. Clayton está guapísima!”.

Lu (Mirándose el vestido, una vez más de alto gusto): “Sí. Espero que Sam no me pregunte lo que costó cuando me vea”.

Chloe (Con ironía, mientras sigue con sus carcajadas): “Lo hará”. (Aparece Lulu -Lora Lee Michel— que está corriendo, seguida de su hermano Butch —Bobby Dolan Jr.— Vienen por un arco que al fondo de la imagen comunica el salón con el comedor. El salón se ve al fondo tras el arco).

Lulu: “¿Mami, cuándo volverá el papá a casa?”.

Lu (Acariciándole para tranquilizarla): “En cualquier momento, cariño”.

Butch (A su madre): “Tenemos hambre, mami”.

Lu (Para distraerle): “Oh. ¿Por qué no me enseñáis lo que haréis a papá?”.

Al escenario todo el mundo. Aseguraos de comenzar todos juntos. ¿Os acordáis del final?

Fotograma de Good Sam, de Leo McCarey
La fiesta de recepción de Sam en la nueva casa de los Clayton, con la completa inconsciencia de Lu de todo el sufrimiento por el que estaba pasando su marido en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 4

La madre realiza una hábil maniobra para distraer a sus hijos, lo que va a hacer posible que veamos el ensayo de la pequeña función que nunca llegarán a interpretar para Sam, si bien tenía toda una carga de mensaje que se hace patente. Al escuchar la indicación de su madre, Lulu se gira y corre hacia el salón. Su hermano la imita y anima a la sirviente.

Butch: “¡Vamos, Chloe!”.

Chloe (Muy animada): “Sí, vamos rápido”.

Lu (Creando ambiente festivo: “Al escenario todo el mundo. (Corre un visillo, mientras Chloe y los niños se sitúan por delante del respaldo del sofá, como si se tratase de un escenario. La madre actúa como si fuera la directora del espectáculo). Aseguraos de comenzar todos juntos. ¿Os acordáis del final?”.

Butch y Lulu (Al unísono): “Sí”.

Lu (Abriendo las cortinas, simulando que ya hubiese llegado el padre): “Muy bien, aquí viene papá”.

¡Te alegrará conocer la novedad que tenemos para ti! ¡Ahora que tenemos una casa mejor, estaremos mucho mejor!

Comienza la representación. Se ve a Chloe que le da la mano a Butch y éste se la da a Lulu. Cantan los tres mientras y Lu les dirige.

“Buenas noches, querido papá. (Van hacia un lado). ¡Nos alegra oírte y darte la bienvenida! (Van hacia el otro lado). ¡Queremos demostrarte lo contentos que estamos de volver a verte! (Van hacia el otro lado, moviendo las manos). ¡Te alegrará conocer la novedad que tenemos para ti! ¡Ahora que tenemos una casa mejor, estaremos mucho mejor!”. (Dan un paso hacia la izquierda, terminan y saludan).

Lu (Sonriendo): “¡Mucho, mucho mejor!”. (La expresión sencilla de los niños en breves momentos se tornará un mensaje inquietante. Lo que dan por seguro, no lo es tanto. Se van a inquietar por la tardanza del padre. Y Lu comenzará a pensar que la convicción acerca de que ahora que tienen una casa mejor de verdad vayan a estar mejor).

 

4. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXVII): EL CONTRAPUNTO ENTRE EL HUNDIMIENTO DE SAM Y LA CENA DE LU EN LA QUE EMPIEZA A ANIDAR LA INQUIETUD

¿Sabe lo que dijo Confucio sobre ayudar al prójimo?…Confucio hace que me sienta… ¡confuso!

A partir de este momento McCarey narra sobre todo una contraposición entre el estado de ánimo de los dos esposos, una distancia que sólo milagrosamente al final se borrará y se producirá un reencuentro, en el que ambos superen los motivos de su separación. Pero de momento, Sam da un paso más en su amargura y comienza a reunir expresiones sapienciales que justifiquen su nueva opción por la desconfianza. Es como el anti-discurso del que le escuchó al reverendo al comienzo de la película[5].

La cámara vuelve a Sam en la barra del bar con Tom. Sam, cada vez más ebrio, hace un gesto de pedirle a Tom que repita lo que acaba de decir.

TM (Mirándole): “No he dicho nada, perdón”.

Sam: “Vale. ¿Sabe lo que dijo Confucio sobre ayudar al prójimo?”.

TM (También un poco bajo los efectos del alcohol, aunque mucho menos que Sam): “Sí, ha dicho tantas cosas que estoy confundido…”.

Sam: “Pues dice…”.

TM (Interrumpiéndole para hacer un juego de palabras): “Confucio hace que me sienta… ¡confuso!”. (Y se ríe agachando la cabeza mientras bebe otro trago).

Quien desprecia la vida de un borracho da la espalda a la vida… El que bebe da la espalda a su fuente

Sam sigue mostrando su discurso de la desconfianza hacia el ser humano. No es capaz de citar un solo pensamiento de Confucio, pero lo atribuye a que cae en la misma presunción que todo el mundo. Se usa su pensamiento sólo para lucimiento personal.

Gary Cooper es Sam en Good Sam (1948)
El cambio del discurso de la solidaridad de Sam Clayton por el discurso de la sospecha en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 5

Sam: “Todo el mundo dice (Dando unos palmetazos con énfasis en la barra): «Tengo un libro suyo en mi casa. Un viejo proverbio escocés dice … (Se para para recordar bien las palabras). Nunca olvidarás cuando tendiste la mano. (Explicándolo con poco acierto). Así en Escocés se dice olvidar».

TM (Asintiendo): “Lo sé. Yo vi a Harry Lauder en Palace en 1917[6]“.

Sam (En el plano, ahora desde la espaldas de Tom Moore): “Ahí va otra cita”.

TM (Siguiéndole el juego): “Vamos, adelante”.

Sam (Con dificultad, elogiando en cierto modo el alcoholismo): “‘Quien desprecia la vida de un borracho da la espalda a la vida’”.

TM (Reforzando a Sam, con un tono también de ebriedad): “Me gusta, me gusta. Usted sabe lo que dice”.

Sam (Gesticulando con el mismo tono de borrachera, cambiando el sentido): “No, no es así. El que bebe da la espalda a su fuente».

TM (Decepcionado con el giro de Sam, se le ve en el plano sujetándose con la mano la cara, y en uno de sus dedos llevando una sortija de sello muy llamativa): “¡Oh! (Sacude la cabeza con disgusto). Eso es menos exacto, ¿no cree?”. (Mira a Sam que da un respingo).

¿Crees que le habrá pasado algo, mami?… ¡Oh, no! Papi estará bien… Puede que no lo esté

De la conversación delirante pasamos de nuevo a un plano del nuevo hogar de los Clayton. La cámara capta la mesa del comedor. A un lado está situados Shirley Mae (Joan Lorring) y Claude (Dick Ross), que ya están comiendo los alimentos. En el lado de enfrente Butch y Lulu. Lu se levanta preocupada. Va hacia el salón. Delante del sofás que se encuentra de espaldas a la cámara se ve fuego en la chimenea. Ya el ambiente del contrapunto es de preocupación. Han tenido que comenzar la cena sin Sam y eso es motivo de inquietud.

Claude (A su hermana): “Ha debido trabajar hasta más allá de la hora en los almacenes”.

Butch (Con el sentido común propio de su edad): “¿Por qué no llama, mami?”. (Claude y Shirley siguen comiendo, mientras los niños miran a su madre. El niño sigue preguntando con inocencia). ¿Sabe papa que hay helado de frambuesa?“.

Lu (Acercándose a él): “No, cariño. Iba a ser una sorpresa. (Da unas palmaditas a Butch. Se sitúa en el plano entre sus hijos, ambos sentados en la mesa).

Lulu (Preocupada): “¿Crees que le habrá pasado algo, mami?». (Y hace gesto de llorar).

Lu (Fingiendo serenidad): “¡Oh, no! Papi estará bien”. (Y le da también unas palmaditas afectuosas).

Lulu (No mostrándose convencida por la respuesta): “Puede que no lo esté”. (Lu nerviosa, da media vuelta hacia el ventanal).

Sam, no hagas el bien y no sufrirás la ingratitud… Observe sus trajes. Sin bolsillos. Pídele dinero a un árabe y te empacará de inmediato y te expulsará del campamento

La cámara vuelve al bar de Tom Moore, donde Sam sigue con sus sentencias, ambiguas o escépticas. En todo caso muestran su estado de ánimo que ha quebrado su confianza habitual en su forma de comportarse. Se le ve en el plano con el dueño del bar.

Sam: “Ya me lo aconsejaron los árabes”.

TM (Atento): “Ahá”.

Sam: “Me dijeron: ‘Sam, no hagas el bien y no sufrirás la ingratitud.’ (La cámara enfoca a Sam desde detrás de Tom Moore). Observe sus trajes. Sin bolsillos. (Lo dice negando con los dedos. Plano de los dos, tomado desde un lado de ambos). Pídele dinero a un árabe y te empacará de inmediato y te expulsará del campamento”.

TM (Riéndose): “Sí”.

 

5. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXVIII): LA APARICICIÓN DEL VAGABUNDO (IRVING BACON) QUIEN DENUNCIA LA VANIDAD CON LA QUE SAM HA VENIDO AYUDANDO

Necesito un trago para olvidar mi pasado. Créame he vivido tiempos mejores… Entonces, coge tus recuerdos y… ¡Lárgate de aquí! ¡Venga!

Como ya hemos anticipado en el primera apartado de esta contribución, la aparición de un vagabundo en el bar va a permitir a McCarey emplazar a una mayor profundidad en el desarrollo del personaje de Sam Clayton. La buena impresión que tenía de sí mismo como alguien que solucionaba la vida de los demás, va a ser profundamente cuestionada. Incluso, a partir de aquí, va a dudar sobre lo que desea en el corazón. Sólo la cercanía de aquellos que practican una caridad que no les anuncia a sí mismos, sino a la iniciativa de Dios —el Ejército de Salvación—, permitirá que sea de nuevo rescatado.

La aparición del vagabundo (Irving Bacon) como un momento de completa ruptura de convicciones para Sam en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 6

Se oye la puerta que se abre de un golpe y entra un vagabundo (Irving Bacon) con un abrigo raído. Se lo cierra y se sopla las manos. Hace mucho frío en el exterior. Se acerca a Sam.

Vagabundo (Mirando a Sam): “¿Me invita a un trago, amigo?”.

TM (Que al parecer lo conoce o actúa de un modo semejante con todos los de su situación, le empuja y le dice): “¡Oh”. ¡Lárgate de aquí, borracho! ¡Vete a caerte a otro lado!”.

Vagabundo (A Tom, suplicante): “Necesito un trago para olvidar mi pasado”. (Mira a Sam). Créame he vivido tiempos mejores”.

TM (Muy seco): “Entonces, coge tus recuerdos y…¡Lárgate de aquí! ¡Venga!”. (El vagabundo da media vuelta y se va).

Tom, hay algo de bueno en todo el mundo…  Lo único buen que hay dentro de él es mi wiski… La gente no es tan afortunada como nosotros. Necesitan una mano amiga

La reacción abrupta de Tomo desagrada a Sam, que, al menos en estos momentos, todavía conserva un buen corazón. Esto desconcierta al dueño del bar, quien pensaba que tantos desengaños habían cambiado radicalmente la forma de pensar de Sam.

Sam (Al verle marchar, levanta un dedo para llamarle): “¡Eh, amigo! Le invito a una copa”. (La cámara se sitúa detrás de Sam que señala a Tom en la barra).

TM (Protestando): “No le comprendo, Sam. Ya vuelve a caer”. (Pone a disposición del vagabundo la botella y un vaso y él sin techo las coge ansiosamente, y se sirve una copa. La cámara se sitúa detrás de Tom, para tomarle a él de perfil y al sin hogar, quien se sirve una segunda copa, al lado de Sam que le mira).

Sam (Volviendo a un discurso más humanista): “Tom, hay algo de bueno en todo el mundo”.

TM (Mientras la cámara se sitúa tras Sam, tomando de perfil a él y al vagabundo de un lado, y a Tom del otro, quien señala al vagabundo, con una expresión muy inmisericorde): “Lo único buen que hay dentro de él es mi wiski”.

Sam (Señalando con el dedo, con comprensión): “La gente no es tan afortunada como nosotros. Necesitan una mano amiga”. (Tom le mira incrédulo, el vagabundo hace ruido con la botella y Sam cierra los ojos).

Una mano amiga. No recuerdo haber oído una reflexión tan estúpida… Todo lo que hace es satisfacer su propia vanidad. ¡Me paga un par de copas y ya se siente bien! Con la conciencia tranquila. Apuesto a que se siente mejor que yo”.

Pero McCarey busca con el vagabundo un encuentro de ruptura. La interpelación que su situación supone no se soluciona pagándole una copa. La protesta del sin techo es descarada, pero está justificada. Le presenta con sinceridad la brecha que realmente existe entre sus dos mundos.  Por emplear la expresión de Steinbock, le hace salir de su mundo familiar y aceptar abruptamente el mundo ajeno, aquel que está al otro lado de sus esquemas. (Steinbock, 2022).

Vagabundo (A Sam, con agresividad): “Una mano amiga. No recuerdo haber oído una reflexión tan estúpida… (Tom se ríe ante una reacción que considera depravada). Todo lo que hace es satisfacer su propia vanidad. ¡Me paga un par de copas y ya se siente bien! (Lo dice mirando a Tom y a continuación a Sam)… Con la conciencia tranquila. Apuesto a que se siente mejor que yo”.

TM (Al vagabundo, con indignación): “¿Por qué no te largas de aquí, borracho desagradecido? (Por Sam). Él tiene sus propios problemas”.

Vagabundo (En el plano, abriendo los ojos): “¿Él tiene problemas?”.

TM (Encarándose): “Sí”.

Vagabundo (Insolente): “¿Qué él tiene problemas?”.

TM (Insistiendo): “¡Sí!”.

Vagabundo (Señalándose con el pulgar, mientras mira al barman): “¡Él es un pez gordo! ¡Lo tiene todo! (La cámara enfoca desde detrás de Sam para recoger a los tres). Puede permitirse ser condescendiente. Vestidito como un pincel. Mire su ropa. (El vagabundo abre el abrigo de Sam).  Y mire la mía”. (Se abre su chaqueta).

Va a ver lo que voy a hacer, amigo…  ¡Eh! ¿Qué vas a hacer?… Llamar a la policía para que encierren a este tipo

Tom tiene el mejor concepto de Sam, aunque a lo largo de la escena, como veremos, se le irá resquebrajando. Cuando le ha espetado al vagabundo que Sam tenía sus problemas, lo ha hecho sinceramente. Y ahora cuando el vagabundo reta a la generosidad del directivo de los grandes almacenes, tiene pocas dudas acerca de que se dejará conmover.

TM (Al vagabundo): “Como sigas hablando, él te dará su ropa”.

Vagabundo (Envalentonado): “Eso me gustaría verlo, amigo!”.

TM (Sin perderle la cara): “¿Sí?”.

Vagabundo (En el mismo tono): “Os pasáis el día hablando, pero sin actuar”.

TM (Picado por su insolencia): “¿Sin actuar?”.

Vagabundo (Contundente): “Sin actuar”.

TM (Resolutivo): “Va a ver lo que voy a hacer, amigo”. (La cámara nos muestra cómo se vuelve a la parte de detrás de la barra).

Vagabundo: “Eso es lo que quiero y nada más”. (Vemos que Tom va hacia el teléfono que hay detrás de la barra).

Sam (Sólo su voz): “¡Eh! ¿Qué vas a hacer?”.

TM (Determinado): “Llamar a la policía para que encierren a este tipo”.

Vagabundo (En el plano con Sam): “Oh, oh…”.

Ya está otra vez. Sentado con su sedoso traje y riéndose por dentro. Sabe bien que no tengo ni cama, ni casa donde descansar mis huesos

De nuevo Sam va a actuar en defensa del vagabundo, eso sí, sin encontrar por parte del sin techo la menor gratitud. Tampoco él parece hacerse suficientemente cargo de la situación del sin hogar.

Sam (A Tom): “No, no lo hagas. (Al sintecho que ya corría hacia la puerta del bar). ¡Vuelve! Venga. (Le señala con el dedo). ¿Adónde va a ir a dormir la borrachera?».

Vagabundo (De nuevo subido): “Ya está otra vez. (Se apoya en la barra). Sentado con su sedoso traje y riéndose por dentro. (Sam hace el gesto de sacarse la corbata. Tom se ríe al comprobar hasta qué punto el vagabundo es ingrato. El vagabundo también). Sabe bien que no tengo ni cama, ni casa donde descansar mis huesos”.

Sam (Extrañado): “¿No?”.

Vagabundo: “No”.

Sam (Inocente): “No lo sabía”.

Vagabundo: “Es cierto”.

Sam: “Pues yo le daré una”.

Vagabundo (Sin reaccionar): “Muy bien. (Va a servirse otra copa y Sam le para con la mano, cogiéndole la botella). Usted quiere que duerma, ¿no?». (Le vuelve a servir. Sam saca un billete y le paga a Tom).

TM (Irónico): “No olvide quitarse la camisa para dársela”.

Sam (Señalando con él): “Yo volveré”. (El vagabundo coge una rosquilla para comer, pero a continuación parece que va a hacer y Sam lo sostiene).

Tom (Al vagabundo): “No te caigas dentro. (El sintecho se apoya en una barandilla de adorno que hay bajo la ventana). ¡Y no manches la pared con las manos! Largo de aquí». (El vagabundo sale acompañado de Sam).

 

6. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXIX): LA APARICIÓN DEL BANQUERO Y LA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA DEL PRÉSTAMO FRENTE LA CRECIENTE DESESPERACIÓN DE SAM

La aparición del banquero Mr. Drew de modo inesperado en casa de los Clayton: “Quería ver a Mr. Clayton… Es muy importante”

De nuevo McCarey nos lleva a un contrapunto con la nueva casa de los Clayton. Va a ser visitada por personas preocupadas por Sam, mientras la inquietud por su paradero desconocido aumenta. La dinámica guarda cierto paralelismo con el final de It´s a Wonderful Life (¡Qué bello es vivir!, 1946) de Frank Capra. Pero mientras aquí la reunión es de menos personas y sin más propósito que interesarse por Sam, en la película de George Bailey se encontrará con que su mujer (Donna Reed) ha llamado a todos los amigos para que ayuden a George: son numerosos y responden.

Plano de la puerta de los Clayton. La sirviente, Chloe, abre la puerta y aparece el banquero, Mr. Drew (Harry Hayden).

Mr. Drew (Saludan cortés): “¿Qué tal?”.

Chloe: “Buenas noches”.

Mr. Drew (Presentándose): “Soy Mr. Drew, del banco”.

Chloe. “Sí, señor”.

Mr. Drew: “Quería ver a Mr. Clayton”.

Chloe: “Lo siento, pero todavía no ha llegado”.

Mr. Drew (Le sonríe y gira la cabeza). “Bueno, y Mrs. Clayton”.

Chloe (Dudando si decir que está o que no): “Bueno…”.

Mr. Drew (Insistiendo): “Es muy importante”.

Chloe: “Oh, sí señor. (Va a cerrar la puerta) Podría… (Se da cuenta de lo inapropiado de no invitarle a pasar). Oh, bueno. Será mejor que entre”.

Me siento directamente responsable de lo que ha ocurrido. Le he denegado un préstamo porque no tenía aval y luego he pensado: ‘¿Qué clase de mundo este éste? Algo está mal si un hombre como su marido no puede obtener un préstamo´

La aparición del banquero Mr. Drew (Harry Haines) que tranquiliza a Lu sobre la concesión del préstamos para adquirir la casa en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 7

Regresamos brevemente en la siguiente escena para estar al lado de Sam Clayton. No pronuncia palabras. El gusto de McCarey por lo visual, su célebre lema: “Do it visually” (Martin,1946: 70; Gehring 1980: 17), “Hazlo visualmente”. Vemos el bar desde dentro con un plano de la puerta. Entra Sam con los ropajes del vagabundo. Camina vacilante. Mira hacia un piano que hay a su izquierda. Suena música de jazz. Él hace amago de tocar sus teclas, y por fin aporrea unas cuantas. Se detiene para no estropearlo. Su situación de estar completamente perdido va a contrastar con lo que está pasando cerca de su esposa.

De nuevo en la nueva casa de los Clayton, vemos a Mr. Drew sentado en un sillón con el reverendo Daniels (Ray Collins) y Lu que se encuentran a su vez sentados en un sofá frente a él. Vemos, por tanto, que se van congregando en el nuevo domicilio familiar los amigos preocupados por Sam. Vamos a asistir a que por fin Lu sea consciente de la situación, pero lo va a ser de un modo que Sam todavía no conoce. Sí va a obtener el préstamo y la casa va a ser suya. Como el banquero de Going My Way (1944) o el empresario de The Bells of St. Mary´s (1945) el hombre de las finanzas no carece de un sentido moral que le hace entender la lógica del don.

Mr. Drew (Afligido en su tono): “Me siento directamente responsable de lo que ha ocurrido. Le he denegado un préstamo porque no tenía aval y luego he pensado: ‘¿Qué clase de mundo este éste?´. Algo está mal si un hombre como su marido no puede obtener un préstamo. (En el plano). No voy a cambiar los reglamentos del banco, pero por una vez haré una excepción y aceptaré un buen corazón como aval. (El reverendo Drew en el plano mira complacido). Estén tranquilos, la casa es suya”.

No voy a cambiar los reglamentos del banco, pero por una vez haré una excepción y aceptaré un buen corazón como aval… Oh! ¡Qué maravillosa noticia! ¡Si él estuviera aquí! Le hice ver que la deseaba más que ninguna otra cosa mundo. Más que le quería a él

Pero no sólo eso. Si la actuación de Mr. Drew solucionaba “objetivamente” el problema —hay préstamo y la casa es suya— la reacción de Lu resuelve la parte “subjetiva” de su relación con Lu: en estas horas de incertidumbre ha aprendido a valorar a su esposo por encima de las cosas. Ha superado la prueba y todavía le ha permitido un aprendizaje más profundo que el derivado de pedirle perdón a Shirley Mae.[7]

Lu (Profundamente conmovida): “¡Oh! ¡Qué maravillosa noticia! (Mr. Drew en el plano). ¡Si él estuviera aquí!. (De nuevo Lu en el plano). Le hice ver que la deseaba más que ninguna otra cosa mundo. Más que le quería a él”.

Sam, es usted un buen tipo… ¿Quién es un buen tipo?… Usted… No hay un ápice de maldad en usted…No la tengo, ¿eh?… Parece que algo sí. Devuélvamela

Sin embargo, como todo esto no le llega todavía a Sam, McCarey nos lo muestra con creciente e irremediable hundimiento de sus convicciones y creencias. Pasamos a la barra del local de Tom Moore. Se ve sentado a un extremo a otro cliente de edad madura, con sombrero. Aparece Sam y se apoya en la barra.

Sam (Con evidente ebriedad al barman): “Tommy, muchacho. Venga aquí. Póngame otra copa”.

TM (Que aparece en el plano): “Ya ha bebido suficiente, Sam. ¡Vuelva a casa! (Al otro cliente). ¿Qué voy a hacer con un tipo como éste?”. (Mientras Sam alarga el brazo —recordemos la alta talla del actor Gary Cooper, 1,91 cm.— y coge una botella).

Cliente (Viendo su reacción): “Aquí lo tiene”.

TM (A Sam): “¡Devuélvamela!”.

Sam (Tozudo): “No, quiero estar solo”.

TM (Que comienza a ver el lado oscuro de Sam): “Oooh. (Salta la barra para ir a su encuentro. Sam está bebiendo a un lado del plano). No quiero tener problemas con usted”.

Sam (En la misma actitud díscola): “No, si me deja tranquilo”. (La cámara se acerca a los dos en plano americano)

TM (Sincero): “Sam, es usted un buen tipo”.

Sam (Escéptico): “¿Quién es un buen tipo?”.

TM (Con seguridad): “Usted. No hay un ápice de maldad en usted”.

Sam (Mostrando que está equivocado): “No la tengo, ¿eh?”. (Y le quita la peluca a Tom).

TM (Rectifica compungido): “Parece que algo sí. Devuélvamela, devuélvamela, Sam. (Suplicando). Démela”. (Sam le aparta para que no la alcance y la mete al interior del piano).

SM: “Oh, no”. (Al fondo se oye una canción característica del Ejército de la Salvación, “Aleluya ya soy libre, todas mis penas han desaparecido»).

El primero que se acerque para que le ayude… Ya verá lo que hago…. Es un buen tipo, pero ha bebido… Señorita, esto debería compensar los desperfectos

La reacción de rebeldía de Sam puede tener varias fuentes de origen. Puede ser una rabieta infantil provocada por el alcohol. O puede ser una más profunda rebelión existencial, estando tentado de hacer el mal. O también puede ser una reacción de las personas buenas ante un cansancio de hacer el bien, o, a veces, a que las expectativas de los demás acerca de su bondad le resulten en exceso pesadas. Como se recoge en la primera parte del proverbio judío: “No seas dulce, o te comerán. No seas amargo, o te escupirán[8].

Sam (Declarando sus intenciones): “A partir de ahora… ¡Seré el peor de la ciudad! ¡Espere y verá!”.

TM (Preocupado): “Empiezo a creerlo”.

Sam (Muy determinado): “La primera persona que se acerque para que le ayude… ¡Oh!”. (Y se da un golpe en la mano como un puñetazo. Vuelve a decirle a Tom). El primero que se acerque para que le ayude… (Se abre la puerta detrás de él). Ya verá lo que hago. (Aparece una dama del Ejército de la Salvación —Anne Kimbell— pidiendo con una pandereta para su colecta. Sam al verlo, pega una patada a la pandereta).

TM (Muy afligido): “Oh, Sam… (A la dama). Lo siento mucho señorita. (Se agacha a recoger el dinero que se ha desparramado por el suelo. Excusando a Sam). Es un buen tipo, pero ha bebido”.

Sam (Arrepentido por lo que acaba de hacer, mostrando lo poco que le ha durado su deseo de hacer el mal): “Señorita, esto debería compensar los desperfectos”. (Y cuando ella se levanta también de recoger las monedas. Deja un billete en la pandereta).

 

7. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXX): LA RESTAURACIÓN DE SAM POR MEDIO DE LA INTERVENCIÓN DEL EJÉRCITO DE SALVACIÓN

Aquí tiene, señorita. ¿Querría sacarle de aquí y llevarle a su casa?… Gracias. Muy bien, Sam. Ya ha pasado

El arrepentimiento de Sam de haber arrojado por los aires la colecta del Ejército de Salvación en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 8

La situación límite que está viviendo Sam se verá sorprendentemente rescatada por el Ejército de Salvación. Ya vimos en la contribución anterior que cuando su mujer le contaba que había donado todos los muebles a esa organización caritativa, su reacción era de inquietud. Era consciente de que lo habían perdido todo. Parecía un gesto suicida. Y sin embargo, McCarey va a mostrar cómo ese gesto aparentemente de una prodigalidad irresponsable se iba a trasformar en una confianza en la acción de la Providencia. La entrega al prójimo de los voluntarios iba a poderle sacar del abismo donde se encontraba sumido.

TM (Levantándose a su vez de recoger monedas del suelo, a la dama): “Aquí tiene, señorita. (Por Sam). ¿Querría sacarle de aquí y llevarle a su casa?”.

Sam (Mostrando de nuevo su arrepentimiento): “Lo siento, señorita”.

TM (Sujetándolo por la espalda): “Gracias. Muy bien, Sam. (Cruzan el dintela de la puerta). Ya ha pasado». (Se oye cada vez más fuerte la música. Cuando salen a la calle, la cámara enfoca a los músicos del Ejército de la Salvación y al resto de la comitiva, que forman un círculo: seis músicos de la banda, otras dos damas y un abanderado con la enseña de Estados Unidos. Plano de Tom que acompaña a Sam con la señorita que había entrado con la pandereta. Sam se choca con la farola y se queda allí apoyado en ella. La dama se da media vuelta y Tom le susurra algo que no se escucha).

Hogar, dulce hogar… ¡nada como el hogar! ¡Si hay un sitio donde estar donde podríamos estar…

Lo que le ha dicho en secreto es que canten para él una canción que remueva en Sam el deseo de volver a casa. Esta suena así, cantada por el propio Tom.

TM: “Para mí los placeres, los palacios… donde podríamos estar…//

¡Si hay un sitio donde estar nada como el hogar!//

¡Hogar, dulce hogar… nada como el hogar! (Sam le escucha pensativo) Para ser humilde (Sam se tapa la boca) … Entonces por qué no volver a casa… (Tom mira a los músicos y sacude a Sam) Hogar, dulce hogar… nada como el hogar!.

Dama (A Tom): “Encontraremos una cama para él”.

TM (Agradecido): “¿Lo haría, señorita?”.

Dama: “Sí”.

TM (En el mismo tono de gratitud): “¡Oh! Es perfecto. ¡Qué bueno es! Tenga. (Deja un billete en la bandeja). Espero que le ayude”.

Dama: “Gracias”.

TM (Complacido): “De nada”.

Dama (A la comitiva): “¡Vamos!”.

TM (A la dama): “Espere un momento. Lo desataré. (Y libera a Sam de una cinta con la que le había sujeto a la farola). ¡Lléveselo!”.

He sido redimido, he sido redimido y soy feliz.  Aleluya ya soy libre. Todas mis penas han desaparecido. Puedo cantar: aleluya ya soy libre. Ya nunca volveré a caer. Aleluya ya soy libre y prometo beber sólo agua a partir de hoy

Sam, apoyado en la dama, se suma a la comitiva. Se lee en el bombo de la banda THE SALVATION ARMY. Comienzan a caminar. Pasan por delante de una tienda de préstamos. McCarey subraya visualmente la contraposición entre la economía del intercambio y la del don.

Coro (La comitiva canta): “He sido redimido, he sido redimido y soy feliz.  (Tom los despide mientras mira hacia el cielo aliviado. La comitiva sale del plano. La cámara los recoge de nuevo con el abanderado de frente, detrás el bobo, los trombones y después una trompeta, luego Sam apoyándose en la dama y detrás una pandereta, un acordeón. Siguen cantando). Aleluya ya soy libre. Todas mis penas han desaparecido. (Sam sigue caminando con gestos de ebriedad). He sido redimido y soy feliz porque ahora soy libre. (Sam se suma al coro). Puedo cantar: aleluya ya soy libre. Ya nunca volveré a caer. (Mr. Clayton se anima más y baila mientras avanzan). Aleluya, ya soy libre. Todas mis penas han desaparecido. (El directivo de los almacenes da vuelta. Luego retrocede con la dama cogida del hombro. El coro sigue cantando). Aleluya ya soy libre y prometo beber sólo agua a partir de hoy”. (La comitiva sigue avanzando con Sam haciendo suya la comitiva y salen del campo).

Sam Clayton ha desaparecido. Algo le ha pasado. Estamos terriblemente preocupados

Cambio de escena. Un nuevo personaje se suma al nuevo hogar de los Clayton. Se ve en el plano la casa y aparece Joe Adams ( Todd Karns) que entra por la puerta y le deja el sombrero a Chloe que le ha abierto.

Joe Adams (Como siempre muy jovial): “¡Hola, Chloe!. ¿Está Sam?”.

Chloe (Seria): “Sam no está aquí”.

Joe Adams (Extrañado): “¿No está aquí? (Mira hacia el salón. Ve a la esposa de Sam y la saluda). ¡Hola, Lu! (A Claude que está de pie detrás del sofá. En el que junto a un árbol están sentados Lu y el reverendo Daniels). ¡Hola, Claude! ¿Quieres un cigarro?. (Luego se dirige al reverendo Daniels). ¿Quiere un cigarro, padre? (Mira a continuación hacia Mr. Drew). ¿Y usted no quiere un cigarro? (Se acerca hacia el asiento donde está el banquero y se lo da. Luego se dirige a la esposa de Sam muy contento). Lu, ¡está aquí!. Es un niño de cuatro kilos. ¡Un pequeño Sam! ¿No es maravilloso? (Pero ve que todos ponen gesto compungido. Lu llora con un pañuelo). ¿Qué ocurre? ¿Nadie se alegra por el bebé?».

Reverendo Daniels (Asumiendo el rol de comunicarle el motivo de la preocupación): “Sam Clayton ha desaparecido”.

Joe Adams (No dando crédito a lo que acaba de escuchar): “¡No!”.

Reverendo Daniels (Con tono grave). “Algo le ha pasado. Estamos terriblemente preocupados”.

¿Qué podría pasarle a Sam? Todo el mundo le quiere, no tiene enemigos. Es demasiado bueno para desaparecer Seguro que volverá. No le pasará nada. Él ha ayudado a todo el mundo. ¡Y todos le tendrán que ayudar! ¡El mundo necesita a Sam Clayton!

Frente al ambiente de tanta preocupación, Joe Adams se expresa de un modo completamente confiado. Quizás el más que ningún otro de los que están en casa de los Clayton tiene sentimientos de gratitud hacia él por encima de todo. Eso le permite realizar una lectura distintas de la situación, corroborada porque acaba de tener su primer hijo gracias a él y por eso le han puesto su mismo nombres.

Joe Adams (Expresándose con libertad): “¿Qué podría pasarle a Sam? (Abre los brazos). Todo el mundo le quiere, no tiene enemigos. (En primer plano). Es demasiado bueno para desaparecer. (Se agacha junto a Lu que continúa llorando). Seguro que volverá. No le pasará nada. Él ha ayudado a todo el mundo. ¡Y todos le tendrán que ayudar! ¡El mundo necesita a Sam Clayton!». (Se escucha una música sentimental).

Lu (Reivindicándose): “Yo también”.

 

8. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXXI): EL REENCUENTRO DE SAM Y LU

Le encontramos esta dirección. ¿Es su marido?… ¡Ajá… Son una gente maravillosa, Lu… Sí, cariño

Por fin se va a producir el encuentro entre Sam y Lu. Conviene tener presente que Sam no está en absoluto al corriente de que el problema de la nueva casa se ha solucionado. Acude al encuentro de su esposa asumiendo la dura verdad que antes no había sido capaz de confesarle.

Se oye la música del Ejército de la Salvación, cantando “He sido redimido, he sido redimido y soy feliz”. Se escucha desde la calle, por que todos salen a la puerta de la calle. Plano de la entrada desde el exterior. Sale Lu, acompañada de Joe, con el reverendo Daniels y Shirley Mae detrás. Plano de la calle frente a la casa, en la que al fondo se ve a los abanderados. Avanzan cantando la canción que ya se había escuchado antes. Plano del reverendo Daniels, Lu y Joe en primer término, y Claude, Shirley Mae y Mr. Drew detrás. Lu encoge los brazos. No entiende nada. Se ven las dos filas de la comitiva del Ejercito de Salvación que van bailando.

Lu (En el plano, con Shirley Mae, Claude y Mr. Drew detrás): “¡Es Sam! ¡Oh, no! (Y comienza a reírse con un ataque de histeria, mezclado con alegría). ¡No! ¡Oh, Sam!”. (Se ve a Sam avanzando a duras penas entre el hielo de la calzada, entre las filas de la comitiva del Ejército d Salvación, con los abetos nevados al fondo. Sam casi se cae y la dama le sostiene. Lu se ríe y los otros también). ¡No!”. (Sam y la dama van chapoteando. Plano de todos riendo de alivio desde la puerta de la casa y de Lu que sale corriendo para ir al encuentro de Sam. La comitiva se para, y Sam mira fijamente a Lu).

Dama (Explicándose): “Le encontramos esta dirección. ¿Es su marido?”.

Lu: “¡Ajá!”.

Sam (Por el Ejército de la Salvación, a Lu): “Son una gente maravillosa, Lu”.

Lu: “Sí, cariño”. (Y lo coge del hombro. Sam queda sujeto por ambas mujeres).

He fracasado, Lu. ¡Me uniré a ellos! Estarías mejor sin mí. No soy bueno para ti, Lu. Todavía eres joven y atractiva. ¿A que sí?… Y tú también, grandote

En su reencuentro con su esposa, Lu, Sam se ve obligado a afrontar la difícil situación que se ha creado tras el robo que ha sufrido. Adelantó el dinero de los pavos de la cena benéfica con sus ahorros destinados a pagar la nueva casa. Y en el banco se niegan a concederle un préstamo. No le queda más remedio que confesarle la dramática situación.

Sam (A Lu): “He fracasado, Lu. ¡Me uniré a ellos! (Y señala a la dama del Ejercito de Salvación). Estarías mejor sin mí. No soy bueno para ti, Lu. Todavía eres joven y atractiva. (Se lo pregunta a la dama para que lo confirme). ¿A que sí?”.

Lu (Cariñosa): “Y tú también, grandote”.

Sam (Compungido): “No. He arruinado nuestras vidas y solo voy dando tumbos y…”.

Lu: “Pues has dado tumbos hasta la vicepresidencia de los almacenes. Sí. Nos lo ha dicho el director del banco. Nos van a prestar el dinero para la nueva casa». (Plano de Mr. Drew asintiendo, a su derecha el reverendo Daniels, Shirley Mae y Claude, y a su izquierda, sonriendo, Joe Adams).

Mr. Drew (Confirmando lo que Lu acaba de decir): “Así es”.

Lu (En el plano con Sam y la dama): “Y él no ha bebido”.

Sam (A la dama): “¿Ha oído eso? No he fracasado. ¿Siempre salvan a la gente?”.

No. He arruinado nuestras vidas y solo voy dando tumbos y… Pues has dado tumbos hasta la vicepresidencia de los almacenes. Sí. Nos lo ha dicho el director del banco. Nos van a prestar el dinero para la nueva casa… ¿Ha oído eso? No he fracasado. ¿Siempre salvan a la gente?

La reacción de Sam es muy significativa. No atribuye su salvación a que haya sido elevado a Vicepresidente de los grandes almacenes y a que en consecuencia el banco le haya concedido el préstamo. Lo ve una acción de la gracia divina, que “trabaja” a través de la donación de los voluntarios de la organización caritativa. Él, con sus propias fuerzas, había decaído en su deseo de hacer el bien. Amargado por la falta de correspondencia de aquellos a los que había ayudado se había determinado a vivir como un canalla. Pero justo en ese momento la aparición del Ejército de Salvación le había rescatado del mal paso. Su mujer sintoniza rápidamente con su expresión.

Lu (A todos los de la comitiva del Ejército de Salvación, sumándose a la gratitud de su marido): “¡Son una gente maravillosa! ¡Estoy muy contenta de haberles dados mis muebles! (Y choca la mano con la dama). Porque me lo han devuelto salvo. Los muebles son prescindibles como siempre digo. ¿Por qué no entran en casa y se toman una gran taza de…”.

Dama (Interrumpiéndola): “¿Chocolate caliente?”.

Lu (Asintiendo): “Chocolate caliente”.

Dama: “No, gracias. Es mejor que nos vayamos. (A Sam Clayton). ¡Feliz Navidad!”.

Lu (Sumándose a la felicitación): “¡Feliz Navidad!”.

Déjame llamarte cariño. Estoy enamorado de ti. Déjame oírte susurrar. Que tú también me amas. Mantén la luz del amor brillando. En tus ojos tan verdaderos

Sam, con la sinceridad del que todavía está ebrio, no quiere dejar de expresar lo que anida en su corazón. Quiere centrar su mirada en su esposa. Como ella, más que haber resuelto el problema económico lo que celebra es no haberla perdido como esposa (Prats-Arolas, 2024; 2025).

El abrazo final de reconciliación de Sam con Lu en Good Sam de Leo McCarey. Imagen 9

Sam (Se gira rápido y se dirige a la dama): “¡Eh! Un momento. Una canción más, ¿vale?”.

Dama: “Vale”.

Sam (Haciendo un gesto de dirigir la banda con mucho énfasis… y de repente se para): “¿Cuál era? (Mira a Lu). ¡Ya sé! (Y se refiere a la canción de Bing Crosby de 1935[9], que comienza a cantarla). Déjame llamarte cariño. Estoy enamorado de ti. (Comienza la banda a interpretarla. A Lu). Déjame oírte susurrar. Que tú también me amas”.

Lu (Le responde contenta): “De acuerdo. También te amo”.

Sam: “Mantén la luz del amor brillando”.

Lu (Lo que coincide con su nombre): “La luz”.

Sam: “Mantén la luz del amor brillando. En tus ojos tan verdaderos. Déjame llamarte cariño… Yo…”. (Le abraza. Lu se ríe de un modo cada vez más fuerte, como ha hecho histérica en otros momentos de la película, pero ahora lo hace completamente feliz, mientras se abrazan. Fundido. THE END. Cast of characters, con la música de la película).

 

 

9. A MODO DE CONCLUSIÓN

Voces filosóficas que hablan de la primacía del don

A lo largo del estudio de esta película la hemos asociado con diversas voces filosóficas que hablan de la primacía del don. Los textos, entre otros, de Simone Weil, Emmanuel Mounier, Max Picard o Vladimir Soloviov han nutrido de sentido aquello que Leo McCarey estaba poniendo ante nuestros ojos en Good Sam.

En estas últimas contribuciones hemos presenciado como el director daba una vuelta más de tuerca y presentaba a los personajes pruebas que parecían hacerles perder el norte de lo que hasta entonces habían pretendido, especialmente en lo que concierne a Sam. Eso nos ha llevado a buscar parentescos nuevos que profundicen lo que se nos venía planteando en el horizonte del aparente fracaso. Así hemos localizado las lecturas de Zygmunt Bauman que nos conducen a reconocer el testimonio del papa Francisco en estos días que lo despedimos.

Good Sam, Bauman y el Papa Francisco

Haciendo un ejercicio de traslado a nuestra situación actual, de nuevo una tribuna de opinión de la Dra. Carola Minguet[10] nos pone el tren de aterrizaje y con la circunstancia significativa de que también lo hace sobre la pista del Papa Francisco.

Hay una advertencia del papa Francisco interesante, lo que él llama la debilidad de las reacciones. Es algo propio de este tiempo, donde hay reacciones exageradas por sensibilidades que están polarizadas o susceptiblemente desarrolladas hacia ciertos temas y otros asuntos ante los cuales hay una inaudita, sorprendente o surrealista debilidad de respuesta. (Minguet Civera, 2024c).

Esa debilidad de las reacciones sin duda la experimentó la ciudadanía frente a la escasa reacción de sus representantes públicos en los primeros momentos de la tragedia. Tampoco podemos estar exentos nosotros mismos de no haber dado todo lo que podíamos. Pero lo que es todavía más indudable es que poco a poco se experimenta un cansancio que nos debilita en nuestra capacidad de respuesta. Lo que ocurre con la DANA es representado por el desánimo de Sam Clayton en la película. Hacer el bien no parece cosa fácil. Y es lo que nos recuerdan Bauman y el Papa Francisco ante la globalización de la indiferencia.

Pero también conviene ponerse cara a cara con nuestra naturaleza humana para que dé luz en esta oscuridad y no se contagie de la misma

Por eso resulta muy oportuno concordar con el modo con que la Dra. Minguet termina su Tribuna y hacer nuestra esa misma conclusión para todo el recorrido que hemos realizado de mano de las sugerencias de McCarey en Good Sam.

Toca, entonces, seguir colaborando con generosidad y valentía para arreglar este desastre, estar enfadado y pedir cuentas a todos los responsables, acompañar e intentar sostener a las víctimas. Sirviendo. Consolando. Pero también conviene ponerse cara a cara con nuestra naturaleza humana para que dé luz en esta oscuridad y no se contagie de la misma.

Lo recuerda Tolkien en El Señor de los Anillos cuando Sam, sumido en la aflicción, hace la siguiente confesión a Frodo: “Al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo. Ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran. Pero no lo hacen: siguen adelante, porque todos luchan por algo”. “¿Por qué luchas tú ahora, Sam?”, le interpela su amigo. “Para que el bien reine en este mundo, señor Frodo. Se puede luchar por eso”. (Ibidem).

 

 

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NOTAS

[1] Cfr. la contribución anterior: “Las pruebas por las que han de pasar Lu (Ann Sheridan) y Sam Clayton (Gary Cooper) en Good Sam (1948) de Leo McCarey (i): pedir perdón, sufrir un asalto, que se le niegue el préstamo, que pueda perder la propia casa”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/las-pruebas-por-las-que-han-de-pasar-lu-a-sheridan-y-sam-clayton-g-cooper-en-good-sam-1948-de-mccarey/

[2] Cfr. J. Rutherford After Identity (2007).

[3] Seguimos la numeración del pdf de ebookelo.com.

[4] Cfr. “6. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (IV): EL FUNERAL DEL POBRE HARRY GILMORE Y LAS REFLEXIONES DE LU SOBRE EL COMPORTAMIENTO DE SAM”, en “Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey, leída desde la primacía de la obligación sobre el derecho en Simone Weil”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/personalismo/good-sam-el-buen-sam-1948-de-leo-mccarey-leida-desde-la-primacia-de-la-obligacion-sobre-el-derecho-en-simone-weil/

[5] Cfr. “3. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (I): LOS TÍTULOS DE CRÉDITO Y LA PRESENTACIÓN DE SAM CLAYTON Y SU MANERA DE ENTENDER LA VIDA”, en Good Sam (El buen Sam, 1948) de Leo McCarey… cit.

[6] Se refiere a Sir Henry Lauder (4 de agosto de 1870 – 26 de febrero de 1950) quien fue un cantante, cómico y actor escocés. Popular tanto en la tradición del music-hall como en la del vodevil, alcanzó el éxito internacional. Churchill lo consideraba el mejor embajador de Escocia y del Imperio (https://en.wikipedia.org/wiki/Harry_Lauder). Nótese que se encontraba todavía en vida cuando se hace esta alusión a su persona.

[7] Cfr. “3. EL TEXTO FILOSÓFICO FILMICO DE GOOD SAM (XXI): LA PETICIÓN DE PERDÓN DE LU CLAYTON (ANN SHERIDAN) A SHIRLEY MAE  (JOAN LORRING)”, en la contribución anterior: “Las pruebas por las que han de pasar Lu (Ann Sheridan) y Sam Clayton (Gary Cooper) en Good Sam (1948) de Leo McCarey (i): pedir perdón, sufrir un asalto, que se le niegue el préstamo, que pueda perder la propia casa”, cit.

[8] Cfr. https://unidosxisrael.org/noticias/31-proverbios-judios-realmente-sabios/

[9] La hemos reproducido en su versión castellana e inglesa en el apartado “1. ¿POR QUÉ SON TAN IMPORTANTES LAS PRUEBAS POR LAS QUE HAN DE PASAR LU (ANN SEHRIDAN) Y SAM CLAYTON (GARY COOPER) PARA ENTENDER GOOD SAM (1948) DE LEO McCAREY?”, de la contribución anterior “Las pruebas por las que han de pasar Lu (Ann Sheridan) y Sam Clayton (Gary Cooper) en Good Sam (1948) de Leo McCarey (i)”, cit.

[10] Sobre el sentido de estas tribunas cfr. la obra de Carola Minguet Civera ¿Y si la mirada fuera otra? Tribunas periodísticas para trascender la actualidad (2025a). Sobre la manera adecuada de tratar el periodismo el hecho religioso, cfr. de la misma autora El pontificado de Benedicto XVI a través del relato periodístico (2024a)

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Licenciado en Derecho y en Filosofía y Ciencias de la Educación. Doctor en Derecho con una tesis sobre el paradigma del iusnaturalismo tomista en su génesis histórica y en la actualidad. Autor de diversos artículos y publicaciones sobre derechos humanos y de la familia, así como sobre temas de biojurídica. En los últimos años ha intensificado su investigación sobre los directores del Hollywood clásico, teniendo como referencia la obra de Stanley Cavell. Ha publicado estudios sobre Georges Stevens, Henry Koster, Mitchell Leisen, Leo McCarey y Frank Capra.

Profesor de la Facultad de Filosofía y director del Máster Universitario en Marketing Político y y Comunicación Institucional de la UCV, premiado como Programa de Educación Política del Año en el certamen Napolitan Victory Awards de Washington Estados Unidos.

Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir".
Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990), "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013), Bancarrota moral (Sello, 2015) y "Técnica y Ser humano" (Centro Lombardo, México, 2017).

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