La dignidad, concepto vacante para el pensamiento
Ficha técnica del libro
- ISBN: 9788417971090
- Editorial: Galaxia Gutenberg
- Fecha de la edición: 2019
- Lugar de la edición: Barcelona. España
- Encuadernación: Cartoné
- Medidas: 22 cm
- Nº Pág.: 216
Sobre el libro
Javier Gomá (Bilbao, 1965), autor entre otros libros de la Tetralogía de la ejemplaridad (2014), publica ahora Dignidad. En este ensayo retoma un concepto, como él mismo dirá, «vacante para el pensamiento», pero presente en la historia y en la cultura de los siglos XX y XXI. Hasta ahora se trataba de una noción usada, mas no definida, y Gomá la convierte en tema filosófico.
El libro se estructura en tres partes, con dos capítulos cada una: 1) la historia y la esencia de la dignidad; 2) su relación con la cultura y su posible dignificación; 3) la presencia en la esfera pública.
En palabras del autor
Recogemos a continuación algunas palabras del autor, extraídas de entrevistas publicadas en periódicos digitales, a raíz de la publicación del libro.
Javier Gomá, la dignidad y el descontento, El Mundo (17 septiembre 2019)
el nuevo optimismo pone el acento enfáticamente en el progreso material de la humanidad cuando lo maravilloso, lo virguero, lo estupefaciente de este logro colectivo ha sido el progreso moral que se resume en la palabra «dignidad».
Occidente ha crecido en dignidad, esa cualidad incanjeable que posee el individuo y que se resiste a todo intento de colectivización, incluso -he aquí lo nuevo- en nombre del interés general y el bien común. La dignidad estorba a la comisión de iniquidades, por supuesto, pero más interesante aún es que a veces estorba también el desarrollo de justas causas, como el progreso material y técnico, la rentabilidad económica y social, o la utilidad pública. Y este efecto molesto, entorpecedor y paralizante que muchas veces acompaña a la dignidad, que obliga a detenerse y pararse a pensar en ella, nos abre los ojos a la que resplandece en aquellos que son estorbos porque no sirven, los inútiles, los sobrantes, que se hallan siempre amenazados por la lógica de una Historia que avanzaría más rápido sin ellos.
En el ámbito de la dignidad, el progreso viene a menudo a partir del escándalo, El País (18 septiembre 2019)
La filosofía ha dado la espalda por completo al concepto de dignidad y ha sido la sociedad, como proyecto colectivo, la que —sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX— ha cogido la bandera de la dignidad y producido unas transformaciones extraordinarias, sin el respaldo de la filosofía. Es una inversión de lo que normalmente ocurre y ha tenido como consecuencia una filosofía que no ha meditado sobre la dignidad, pero también unos movimientos sociales realizados históricamente en nombre de un concepto que no ha definido.
Es aquello que no puede ser sustituido por algo equivalente, que es lo que es el precio. Incluso invocando causas justas: el progreso, el bienestar, la felicidad de la mayoría… Es esa cualidad diamantina, resistente a todo, que incluso puede detener la marcha del progreso, porque convierte al resto de la humanidad en deudora. Quien la posee, y todo el mundo la posee, se convierte en acreedor, porque la humanidad le debe el derecho a la dignidad. Hemos progresado en nombre de la dignidad porque todo el mundo la sentía, aunque no fuera capaz de definirla.
Hasta el peor de los delincuentes merece un respeto a su dignidad, El Español (21 septiembre 2019)
El hombre y la mujer tienen una cualidad que es la dignidad: los convierte a unos y a otros en acreedores frente a la humanidad entera. La humanidad les debe algo: un respeto. Si tuviera que definir qué es una vida digna, me voy al segundo capítulo del libro. “Vive de tal manera que tu muerte sea escandalosamente injusta”. Esa es una manera de percibir, de intuir cuál es el valor inexpropiable de la dignidad de origen. Cuando nos toca la indignidad, es decir, la muerte como destino, tenemos que conseguir que los supervivientes sientan que con nuestra muerte el mundo se ha empobrecido, porque esa muerte nadie se la merece. Es una muerte inmerecida. Escandalosamente injusta.
Consideramos que uno de los objetivos de la educación es formar profesionales, buenos periodistas, por ejemplo, que sepan ganarse la vida produciendo algo, una mercancía, una prestación sujeta a precio. Y eso es mucho: pero hay un reto todavía mayor, que es la creación, la formación de ciudadanos conscientes de su dignidad.
About the author
María Díaz del Rey es Licenciada en Filología Clásica (Univ. de Murcia) y Licenciada y Doctora en Teología (Pont. Università della Santa Croce, Roma). Profesora del Grado en Filosofía online de la UCV San Vicente Mártir. Editora ejecutiva y secretaria de la Red de Investigaciones Filosóficas José Sanmartín Esplugues