3.- El culto interior en oriente y occidente.

 

§36.- Unidad de la nada originaria de Lao-Tse (China, + 533 AdC)

Lao-Tse
Lao Tse. Imagen 1

Lao-Tse es probablemente el místico más antiguo, junto con Budha. Son los maestros orientales, contemporáneos quizá de Zoroastro e Isaías en Oriente medio, y de Pitágoras y Platón en occidente.

La experiencia mística en tanto que confrontación radical entre la nada y el ser como los dos fundamentos de lo finito, se produce en Lao Tse según las cinco fases anteriormente dichas, tomando como punto de partida la nada, y con un lenguaje muy imaginativo.

El primer momento es la descripción del principio:

1.-“a. El Tao, que puede ser expresado, no es el Tao perpetuo. El nombre, que puede ser nombrado, no es nombre perpetuo.

     b. Sin nombre es Principio del Cielo y de la Tierra, y con nombre, la Madre de los diez mil seres”[1].

 

4.- “Vacío inagotable.

  1.  Su vacío es para el Tao su eficacia. Nunca se colma.
  2. Su profundidad parece ser el origen de los diez mil seres.
  3. Embota sus agudos filos, deslíe su embrollo, atempera sus resplandores y se junta con el polvo.
  4. Su profundidad parece ser la razón de su persistencia.
  5. Yo no sé de quién es hijo. Parece ser anterior al Soberano” (pp. 99-100).

 

6.- El espíritu abismal, hembra misteriosa y fecunda

  1. El Espíritu abismal no muere,
  2. Es la Hembra misteriosa,
  3. La puerta de la Hembra misteriosa es la raíz del cielo y de la tierra.
  4. Su duración es perenne; su eficiencia, sin esfuerzo” (pag. 101).

 

El segundo momento es la generación de los seres. El Tao en su originariedad, tiene una naturaleza a la cual pertenece generar el orden de la creación

Sinograma del tao. Imagen 2

 

42.- “El Tao, origen de los seres. A la decadencia sigue la prosperidad.

a. El Tao engendra al Uno, el Uno engendra al Dos, el Dos engendra al Tres, y el Tres engendra los diez mil seres. Los diez mil seres llevan a sus espaldas el Yin (oscuridad) y en sus brazos el Yang (luz), y el vapor de la oquedad queda armonizado.

[b., c.]”.

 

 

51.- “Producción de los seres por el Tao y el Te.

  1. El Tao les da vida, el Te (Virtud) los cría, el Wu (cosa) los conforma, el Shih (influencias) los perfecciona. Por eso de los diez mil seres no hay ninguno que no venere al Tao y no estime al Te.
  2. Su veneración al Tao y su estima del Te no les viene por deseo ajeno, sino que lo tienen perpetuamente de sí mismos.
  3. Así el Tao les da vida, el Te los cría, los hace crecer, los nutre, los perfecciona, los madura, los mantiene y los cubre. Les da vida y no se los apropia, los hace y no se apoya en ellos. Les da crecimiento y no los domina. Es la Virtud Arcana”., pag. 130.

 

El tercer momento de la experiencia mística es la diferenciación entre acto primero y acto segundo en el hombre y en mundo. Una vez señalada la realidad suprema, y su paternidad y maternidad respeto de todo el orden creado, se indica la diferencia entre éste y el orden increado. El Taoísmo señala el orden y jerarquía entre lo increado y lo creado, por una parte, y  el orden y jerarquía entre lo creado, por otra.

25.- “Naturaleza del Tao

  1. Existe un ser caótico, vive con anterioridad al Cielo y a la Tierra, Silencioso, vació, solitario e inmutable. Dotado de un movimiento giratorio, no perece. Puede que haya sido la Madre del mundo.
  2. No sé su nombre. Su apelativo es Tao. Si nos empeñamos en darle un nombre le podemos llamar “Grande”. Grande porque se aleja, se hace remoto y vuelve (se extiende a largas distancias).
  3. Grande pues es el Tao, grande el Cielo, grande la Tierra, grande también el monarca. Son cuatro los grandes del cosmos y el monarca es uno de ellos.

      El hombre tiene por norma a la Tierra, la Tierra al Cielo, el Cielo al Tao, y el Tao a su propia conducta” (pp. 112-113)

 

El cuarto momento de la experiencia mística es el de la elección del camino de retorno. Se señala el modo de relacionarse el hombre con el principio para retornar a él,  por el procedimiento de olvidarse del orden de los actos segundos y volverse al acto primero (libro II).

43.– “Eficacia del “no actuar”.

  1. Lo más blando o débil del mundo vence a lo más duro (“es más veloz”). La nada penetra sin resquicio. D aquí deduzco que el no hacer nada es ventajoso.
  2. Pocos en el mundo llegan a comprender la utilidad de enseñar con el silencio y del no hacer nada”. (pp. 126-127).

 

47.- “Cuanto más lejos se va menos se aprende.

  1. Sin salir por tu puerta sabes lo que es el mundo. Sin mirar por la ventana se ven los caminos del Cielo. Cuanto más lejos haya ido, menos habrás aprendido.
  2. Así, el santo se entera sin haber dado un paso; nombra (conoce) sin haberlo visto; ejecuta sin hacer nada” (pag, 128).

 

50.- “El secreto de la inmortalidad.

  1. Salir de la vida y entrar en la muerte.
  2. [b]
  3. He oído que los que saben agarrarse a la vida, si viajan no se encuentran con el rinoceronte, ni con el tigre; entran sin armas y sin escudos en medio de los combatientes. El rinoceronte no tiene en ellos dónde meter su cuerno, ni el tigre su garra, ni el arma su filo. Por esto la muerte no encuentra en ellos lugar” (pag. 129).

 

55.- “Vitalidad del niño.

  1. [a]
  2. [b]
  3. “Conocer la armonía es perpetuarse. Saber perpetuarse es estar iluminado. Procrear mucho es infausto. Es fuerte aquel cuyo corazón (inteligencia) manda en su neuma vital (en su materia). En los seres, a la robustez sigue la vejez, que es falta de Tao. Y sin Tao pronto acaba todo”. (pag. 133).

 

El momento quinto es el de retorno al principio y de identificación con él querida y procurada.

56.- “Virtud Eminente.

  1. Quien le ha conocido se calla. Quien habla no le ha conocido.
  2. [b)]
  3. No se le puede atraer a la intimidad, no se le puede alejar desinteresándose de él. No se le puede beneficiar. No se le puede perjudicar. No se le puede engrandecer. No se le puede vilipendiar. Es el tesoro más precioso del mundo”. (pag 133).

 

revelación
Joseph Pieper. Imagen 3

El camino del santo en el mundo, su comportamiento en el mundo, está guiado por la sabiduría, esto es, la certeza de que el orden del mundo de los actos segundos se cumple en el acto primero. Por eso no hay que afanarse en la acción sino aceptar la realidad, aceptación que puede recibir los nombres de humildad y de modestia.

La humildad y la modestia taoístas se pueden correlacionar con la humildad y la modestia de las bienaventuranzas cristianas, porque en todas las formas de la mística el hombre se sitúa en el punto de vista del acto primero, punto de vista en el que resulta patente que ambas virtudes consisten precisamente con la “justicia”, o sea, con el orden del ser[2].

En las formas místicas de la religión, las virtudes propias del creyente son las de la familia de la templanza y la justicia, mientras que en las formas de la religión profética los son la prudencia y la fortaleza[3].

 

 

Para consultar la entrada anterior, pincha aquí.

 

NOTAS

[1] Lao Tse, Tao Te Ching, Edición de Carmelo Elorduy, Madrid: Editorial Nacional, 1977, y Barcelona: Orbis, 1983. Se cita por la edición de Orbis, pag. 97.

[2] Cfr. Soublette, Gaston, El Cristo preexistente, Santiago: Universidad Católica de Chile, 2017.  Agradezco a Alejandro Serani, de la Universidad Católica de chile, haberme facilitado el acceso a los trabajos de Gatón Soublette.

[3] Esta diferenciación de las virtudes en esas dos grandes familias quizá la formula en primer lugar Maquiavelo, para atribuir la templanza al cristianismo y la fortaleza a la cultura romana. Esa dicotomía la mantiene y glosa en la misma línea Nietzsche. La analiza desde un punto de vista antropológico, ético y religioso Pieper, J., Las virtudes fundamentales, Madrid: Rialp, 1997.

 

 

 

 

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Jacinto Choza ha sido catedrático de Antropología filosófica de la Universidad de Sevilla, en la que actualmente es profesor emérito. Entre otras muchas instituciones, destaca su fundación de de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) en 1996, Entre sus última publicaciones figuran Antropología y ética ante los retos de la biotecnología. Actas del V Congreso Internacional de Antropología filosófica, 2004 (ed.). Locura y realidad. Lectura psico-antropológica del Quijote, 2005. Danza de oriente y danza de occidente, 2006 (ed).

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