Las conversaciones del personaje de Bark

en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey

 

Resumen:

En la contribución anterior sobre Make Way for Tomorrow (1937) nos hemos aproximado a la caracterización del personaje de Lucy (Beulah Bondi) como anciana. Corresponde que en la presente centremos nuestra mirada en su esposo Barkley (Victor Moore). No conviene perder de vista, sin embargo, que a diferencia de otros ancianos en la pantalla, este matrimonio constituye una verdadera unidad, y transmiten todo lo contrario a lo que podría anticiparse como “la soledad de los mayores”.

El personaje de Barkley en su relación con el tendero Max Rubens (Maurice Moscovitch) parece mostrar que es consciente de esa necesidad de tener amigos con los que conversar, como si la vejez fuera una realidad que se nos desliza entre los dedos cuando la queremos categorizar exclusivamente sobre nosotros mismos. La obra de Martha Nussbaum Envejecer con sentido nos suministra una serie de pautas de lectura de la ancianidad que permiten profundizar en lo que McCarey nos presenta en la pantalla, y que tienes como punto de arranque la obra de Cicerón, Sobre la vejez.

La conversación es un modo de construir el relato filosófico que consigue integrar lo vivido por propia experiencia, con las vivencias de aquéllos con los que se dialoga, incluyendo, las autoridades de otros pensadores a los que se cita. Con un claro objetivo: llegar a aclarar mejor el tema que se plantea. En este caso, la correcta vivencia de la ancianidad.

Películas con Make Way for Tomorrow de McCarey, o Umberto D. de De Sica permiten reflexionar sobre una etapa de la vida que no dejar de estar presente de manera directa o indirecta en la existencia de todos. La reflexión de Paul Feyerabend en “De cómo la filosofía echa a perder el pensamiento y el cine lo estimula” pone en valor esta virtualidad del cine para dotarnos de un escenario filosófico que se ajuste mejor a la situación de nuestros días.

Make Way for Tomorrow propone al espectador una situación que hace razonable la existencia de un sistema de Seguridad Social para las personas ancianas empobrecidas, aunque no lo haga de manera expresa como la obra de De Sica. Pero sí suministra unas consideraciones que hacen muy razonable la propuesta de Matha Nussbaum que permite justificar la protección social de los mayores desde el enfoque de las capacidades. Además, permite una lectura sobre la pérdida de dominio de la situación por parte de los padres, que la emparente con el rey Lear de Shakespere.

El texto fílmico que se analiza en esta contribución nos permite comprobar cómo esa pérdida de dominio se hace patente en la situación del matrimonio Cooper, cada vez más alejado de su sueño de volver a estar juntos. El amigo de Bark, el tendero Max Rubens asiste como testigo empático y sufriente a esta situación.

Palabras clave:

Ancianidad, conversación, amor primero, personalismo fílmico, Martha Nussbaum, Leo McCarey, Vittorio De Sica, matrimonio, familia, individualismo, corazón. Seguridad Social.

Abstract:

In the previous contribution on Make Way for Tomorrow (1937) we have approached the characterization of Lucy’s (Beulah Bondi) character as an old woman. It is appropriate that in the present one we focus our gaze on her husband Barkley (Victor Moore). It should not be lost sight of, however, that unlike other elderly people on screen, this marriage constitutes a true unity, and they convey the very opposite of what might be anticipated as «the loneliness of the elderly.»

Barkley’s character in his relationship with shopkeeper Max Rubens (Maurice Moscovitch) seems to show that he is aware of this need to have friends to converse with, as if old age is a reality that slips through our fingers when we want to categorize it exclusively about ourselves. Martha Nussbaum’s work Aging with Meaning provides us with a series of guidelines for reading old age that allow us to go deeper into what McCarey presents on the screen, and whose starting point is Cicero’s On Old Age.

The conversation is a way of constructing a philosophical narrative that manages to integrate the lived experience with the experiences of those with whom the dialogue takes place, including the authorities of other thinkers who are quoted. With a clear objective: to better clarify the issue at hand. In this case, the correct experience of old age.

Films such as McCarey’s Make Way for Tomorrow or De Sica’s Umberto D. allow us to reflect on a stage of life that is still present, directly or indirectly, in everyone’s existence. Paul Feyerabend’s reflection in «How philosophy spoils thought and cinema stimulates it» highlights this virtuality of cinema to provide us with a philosophical scenario better suited to the situation of today…

Make Way for Tomorrow proposes to the spectator a situation that makes the existence of a Social Security system for impoverished elderly people reasonable, although it does not do so expressly as De Sica’s work does. But it does provide some considerations that make Matha Nussbaum’s proposal very reasonable, allowing to justify the social protection of the elderly from the capabilities approach. In addition, it allows a reading of the loss of control of the situation by the parents, which relates it to Shakespere’s King Lear.

The filmic text analyzed in this contribution allows us to see how this loss of control is evident in the situation of the Cooper couple, increasingly distant from their dream of getting back together. Bark’s friend, the grocer Max Rubens, is an empathetic and suffering witness to this situation.

Keywords:

Elderliness, conversation, love first, filmic personalism, Martha Nussbaum, Leo McCarey, Vittorio De Sica,marriage, family, individualism, heart, Social Security.

Fotograma de Make Way for Tomorrow
La conversación de amistad con Max Rubens (Maurice Moscovitch) permite a Barkley (Vitor Moore) asumir mejor su situación. Imagen 1

 

1.  LA AMISTAD Y LA CONVERSACIÓN COMO AYUDAS PARA RECONOCERSE COMO PERSONA ANCIANA

La ancianidad entendida como una época de la vida

En la contribución anterior[1] nos hemos aproximado a la caracterización del personaje de Lucy (Beulah Bondi) como anciana. Corresponde que en la presente centremos nuestra mirada en su esposo Barkley (Victor Moore). No conviene perder de vista, sin embargo, que a diferencia de otros ancianos en la pantalla, este matrimonio constituye una verdadera unidad, y transmite todo lo contrario a lo que podría anticiparse como “la soledad de los mayores” -cosa que es patente, lo veremos, en la gran obra del neorrealismo italiano Umberto D. (1951) de Vittorio de Sica y Cesare Zavattini-. Si quisiéramos mantener ese tópico deberíamos señalar, al menos, que la soledad de Bark y Lucy lo es por la separación, pero se trata de una “soledad profundamente acompañada”, por la intimidad que comparten entre ellos. Pero también se supera el aislamiento en las conversaciones con los amigos en caso de Bark. Acertadamente lo señala Martha Nussbaum en la introducción a su obra Envejecer con sentido.

Si aceptamos que la vejez es una época de la vida, de ahí se deriva que es una realidad que todos tenemos en común. Cada cual envejece a su manera. Cuando la gente envejece, sus intereses, comportamientos y preferencias pueden variar, a veces de una forma que confirma la experiencia compartida. […] Tal vez necesitemos amigos que nos ayuden a reconocer esos cambios y a pensar en su atractivo. (Nussbaum & Levmore, 2018: 12)

Una buena dosis de amistad y de conversación

El personaje de Barkley en su relación con el tendero Max Rubens (Maurice Moscovitch) parece mostrar que es consciente de esa necesidad de tener amigos con los que conversar, como si la vejez fuera una realidad que se nos desliza entre los dedos cuando la queremos categorizar exclusivamente sobre nosotros mismos. Veremos más adelante que formaba parte del modo de ser de Bark Cooper a lo largo de su vida el cultivar la comunicación con sus amigos. Algo que para Martha Nussbaum suministra algo necesario para que se llegue al autoconocimiento.

Cuando un individuo aislado observa y contempla es difícil discernir si uno se ha vuelto más ensimismado, más tolerante a las críticas, si siente más miedo a los demás, o es más inoportuno a la hora de pedir cosas a la familia. Por lo tanto, el autoconocimiento puede exigir una buena dosis de amistad y de conversación, y en este libro esperamos dar ejemplo en este sentido. (Nussbaum & Levmore, 2018: 12)

“Las armas defensivas de la vejez son las artes y la puesta en práctica de las virtudes cultivadas a lo largo de la vida”

Nussbaum desarrolla este argumento tomando como referencia remota la obra de Cicerón, De la vejez (Cicerón, 2013). Allí dialogaba Catón el Viejo con los jóvenes Escipión y Lelio. En el curso de la misma Catón va contrarrestando lo que se suele opinar  para denostar la ancianidad. A saber: que aparta de las actividades, que se disminuye la fuerza física, que hace perder placeres y que está próxima a la muerte. El tenor común de la refutación de todo esto es que también hay vida en la ancianidad, que se alimenta del buen recuerdo de lo vivido.

Las armas defensivas de la vejez, Escipión y Lelio, son las artes y la puesta en práctica de las virtudes cultivadas a lo largo de la vida. Cuando has vivido mucho tiempo producen frutos maravillosos. La conciencia de haber vivido honradamente y el recurso de las muchas acciones buenas realizadas resulta muy satisfactorio en el último momento de la vida. [2]

“Uno de los mayores placeres de la vejez… es la conversación con personas más jóvenes”

Es, por tanto, la conversación con los jóvenes interesados en una ancianidad vivida con dignidad la que permite a Catón extraer esas conclusiones. Es consciente de que “uno de los mayores placeres de la vejez… es la conversación con personas más jóvenes” (Nussbaum & Levmore, 2018: 14). Observa de modo penetrante Nussbaum que “a través de su Catón, Cicerón tiene su  mirada puesta en un público más amplio: una conversación sobre muchos temas con lectores de diferentes edades y, como así ha ocurrido, en diversas épocas y lugares” (Nussbaum & Levmore, 2018: 14).

La conversación es un modo de construir el relato filosófico que consigue integrar lo vivido por propia experiencia, con las vivencias de aquéllos con los que se dialoga, incluyendo, las autoridades de otros pnesadores a los que se cita. Con un claro objetivo: llegar a aclarar mejor el tema que se plantea. En este caso, la correcta vivencia de la ancianidad.

“Una nueva mitología” con capacidad de continuar “la obra de los viejos filósofos”

Podemos observar que la película de McCarey sabe representar este gusto por la conversación por medio de los diálogos de Barkley con su amigo el tendero Max Rubens. La pantalla permite que esa conversación se dilate hacia un con un público más amplio. Nada menos  que él como director llenará las salas de cine con presencia de espectadores de todas las edades, condiciones y circunstancias. Una potencialidad que Paul Feyerabend consideraba que iba a constituir “una nueva mitología”  con capacidad de continuar “la obra de los viejos filósofos” (Feyerabend, 2009: 29).

En efecto, el filósofo estadounidense de la ciencia, con sus tesis provocativas, sostenía que para que el conocimiento científico progrese no ayuda creer que funciona al margen de un universo mítico. Al contrario, lo que verdaderamente es eficaz reconocer que ese universo existe, no se puede prescindir de él. Pero al menos se le puede exigir que esté a la altura de que nos proponemos con la ciencia. Es decir, que no oculte los verdaderos intereses que pueden mover el avance científico y que de ese modo se nos permita evaluarlos, como desde otras coordenadas señalaba José Sanmartín (Sanmartin Esplugues, 1987).

Para avanzar se necesita una forma de vida, que integre elementos antagónicos, tal y como la propone el cine

Paul Feyerabend, el cine como estímulo para el pensamiento. Imagen 2

Lo que vemos en la pantalla responde a esa nueva mitología, es decir, a ese modo de vivir que se refleja en las propias creaciones de la cultura, incluida la ciencia entre ellas. De lo que se trata es de no trasladar la pureza del lenguaje científico una vez está formalizado a la entera configuración social de la ciencia, y, por ende, de la filosofía. Quienes escriben ciencia o filosofía son personas que viven en un mundo de relaciones personales. Ese mundo es el que permite el ejercicio de la ciencia o del pensamiento, y que debe proyectar sobre él todos sus interrogantes. Feyerabend lo expresaba con toda claridad.

Por encima de todo lo que se necesita para avanzar no es el repliegue en la armonía y la estabilidad, tal y como parecen superponerlas muchos críticos de las relaciones establecidas -incluidos los marxistas-, sino una forma de vida tal y como la establecen los componentes fundamentales de los mitos antiguos -teorías, libros, sentimientos, gente, instituciones- en cuanto elementos que se influyen mutuamente siendo, sin embargo, antagónicos. El teatro de Brecht representaba un intento de crear una forma de existencia semejante. No lo consiguió totalmente. Yo propongo intentarlo con el cine. (Feyerabend, 2009: 28)

 

 

La conversación sobre la ancianidad en el cine: “la vejez es, de forma natural, una etapa restrospectiva”

Películas con Make Way for Tomorrow de McCarey, o Umberto D. de De Sica permiten reflexionar sobre una etapa de la vida que no dejar de estar presente de manera directa o indirecta en la existencia de todos. Y hacerlo con la memoria de nuestras madres, padres, abuelas, abuelos, personas mayores que en toda su pluralidad de manifestaciones han tejido nuestra propia vida, cuya mirada retrospectiva tantas veces ha iluminado nuestra vida en forma de anticipación y de consejo.

Son oportunidades para recuperar ese diálogo interior que tanto nos beneficia en el cultivo de nuestra propia humanidad. Acertamente lo observa Martha Nussbaum:

La vejez es, de forma natural, una etapa restrospectiva, una época en la que examinamos  y reevaluamos la vida pasada para nuestros propios propósitos y porque los más jóvenes creen que tenemos alguna sabiduría que ofrecer. (Nussbaum & Levmore, 2018: 16)

 

2. LA COMPARACIÓN DE MAKE WAY FOR TOMORROW CON UMBERTO D.(1951) DE VITTORIO DE SICA

La predisposición para la conversación

Sin embargo, podemos considerar que la predisposición para la conversación diferencia claramente a Bark Cooper de ese otro de los grandes ancianos que a mediados del siglo pasado ocupó la gran pantalla. Nos referimos, como venimos anticipando, al personaje de Umberto D. (Carlo Battisti), en la película del mismo nombre, de Vittorio de Sica con guion de Cesare Zavattini. Conviene subrayar que la película de McCarey y la de Sica coinciden en un aspecto fundamental. Cada una representa un homenaje hacia la memoria de los padres de los directores, Uncle Tom McCarey y Umberto de Sica. En ambas se puede percibir la vivencia de unos hijos que reflexiona retrospectivamente y que al hacerlo,  constatan que por mucho que hubiesen deseado estar a la altura y actuar en consecuencia, nunca habrían podido corresponder a tanto don recibido en la persona de sus padres.

Nunca está la vista de los hijos lo suficientemente clara para percibirlo, y el cine parece que puede suministrar esa luz complementaria. McCarey dibuja la oportunidad que a los hijos se les presenta con la pérdida de la mansión familiar. Lo hemos analizado ya. Pero los hijos ni la captan ni, lógicamente, la aprovechan.

“La tragedia de ciertos hombres que están como al margen de la vida y que hemos ignorado, a los que no hemos ayudado y de los que nunca nos hemos ocupado”

De Sica y Zavattini emplean otra estrategia, que podemos calificar de convergente al crear el personaje de Umberto. Henri Agel recoge unos textos del director y del guionista que lo explican con claridad. Merece la pena hacerse eco de ellos. Nos ayudan a comprobar hasta qué punto McCarey coincide con estos cineastas en su deseo de hacer a las personas el centro de su cine. Un rasgo que aproxima el neorrealismo italiano con el personalismo fílmico, sobre el que seguiremos reflexionando.

Una cosa es cierta, y es que debemos caer más en la cuenta…(de) que la atención hacia el prójimo necesita ser sacudida con brusquedad… Debemos temer… la imaginación que continúa corrompiendo nuestro deber frente a la realidad, nuestros lazos con los otros hombres”. De Sica se hace eco de esas afirmaciones cuando declara que el guion de Zavattini le ha traído el recuerdo de la tragedia de ciertos hombres que están como al margen de la vida y que hemos ignorado, a los que no hemos ayudado y de los que nunca nos hemos ocupado. (Agel, 1957: 139-140)

“Tal vez hubiera hecho falta una verdad un poco disfrazada y, por así decirlo, un Umberto más ‘simpático’”

Umberto D., una mirada sobre la ancianidad desde el neorrealismo italiano. Imagen 3

Podemos señalarlo con claridad: para McCarey, como para De Sica y Zavattini, las relaciones paterno filiales, la propia vida familiar, no es una vida privada opuesta la vida pública y por lo tanto ajena al juicio moral porque cada uno ejercita en las mismas una libertad omnímoda que nadie tiene derecho a evaluar. Al contrario. Dice mucho de cada uno de nosotros mismos, en un terreno en el que nos encontramos con el tribunal de la propia conciencia, pero que la pantalla nos devuelve sin escapatoria para que podamos revisar nuestra propia experiencia. Por ello quizás constituyeron dos películas sin excesivo éxito en taquilla. Agel lo explica con radical penetración.

Esta doble afirmación parece ser más verdadera todavía a la luz dispensada por la acogida que el público ha dispensado a Umberto D. La mayoría de los espectadores se mantienen en posición de ataque y se han empeñado en ignorar al desgraciado Umberto sobre la pantalla. Tal vez haya exigido demasiado al público al presentarse la verdad desnuda (al igual que, en otro plan, Rossellini con las Onze fioretti[3]). Tal vez hubiera hecho falta una verdad un poco disfrazada y, por así decirlo, un Umberto más “simpatico”. (Agel, 1957: 140)

 

 

“Hay que esforzarse por acoger al viejo Umberto y quizá no sea un exceso pronunciar al hacerlo la palabra caridad, dándole su plena significación cristiana”

Agel encuentra aquí una fortaleza en la dirección del director italiano, que no sólo emparenta con uno de los bastiones del cine de todos los tiempos (el personaje de Charlot de Charlie Chaplin), sino que también expresa la caridad cristiana… necesaria también en la mirada hacia los propios padres.

Ahí está el punto en el que De Sica se muestra imprudente (¡oh, santa imprudencia que se le tendrá en cuenta el día del Juicio Final!): nos ha pedido que simpaticemos con un personaje un tanto egoísta, algo endeble y a quien la vejez ha hecho mezquino y agrio. La miseria de Charlot y su misma soledad que nos conmueven porque el héroe de La quimera del oro y El circo es un alma pura y generosa. No va a hacernos ningún mal amarle. Pero por el contrario, hay que esforzarse por acoger al viejo Umberto y quizá no sea un exceso pronunciar al hacerlo la palabra caridad, dándole su plena significación cristiana. (Agel, 1957: 140)

Umberto D. : un diálogo de soledades que hace de contrapunto a Make Way for Tomorrow

La propia condición del personaje de Umberto se hace expresa en el perfil de su comunicación con los demás, especialmente con el personaje de la criadita Maria (Maria Pia Cassilio). Acertadamente lo explica Henri Agel.

Es cosa sabida lo mucho que gusta a Zavattini la insistencia en ese diálogo de sordos, por cuyo medio, según él, se define la condición humana. Son dos seres menos malos que los otros, sin duda alguna, y más purificados en su sufrimiento, que se apoyan totalmente uno con el otro y que se cierran ciegamente en su soledad. ¡Se deberá a impotencia o a falta de valor? El sentido del prójimo, cualquiera que sea la interpretación que se le dé, permite a estos dos seres abrirse y darse mutuamente, liberándose de esta forma, al menos por un tiempo, de su infortunio […]: todos podemos reconocernos en esos dos personajes encerrados en sí mismos, más miserables todavía por no poder salir de su situación. Pero, sobre todo, reconocemos que están a nuestro alrededor después de haber visto la película.  (Agel, 1957: 140)

El arte de la vinculación de McCarey está presente en Make Way for Tomorrow

Frente a estos personajes encerrados en sí mismos, el cine de McCarey tiene como uno de sus señas que mejor lo identifican en el cultivo de la complicidad, de la empatía entre los personajes[4]. Lo seguimos viendo en Make Way for Tomorrow. McCarey sabe dibujar como pocos en la pantalla cómo funciona la empatía entre las personas más que con las palabras con los gestos, o uniendo ambas cosas, con los diálogos silentes que se producen por medio de señas o de indicaciones.

La escena que va a centrar el texto fílmico de esta contribución puede ser presentada así, como una magna representación de la empatía. El personaje de Max Rubens no sólo escucha las palabras de su amigo Bark, o no sólo lee lo que Lucy le escribe en su carta. Realmente las revive. Y por eso pide a su esposa simplemente verla, cuando comprueba lo duro que es para un matrimonio anciano tener que afrontar la separación.[5]

El punto de arranque de Humberto D.: la reclamación ante la Seguridad Social

Otra diferencia muy notoria entre Make Way for Tomorrow y Umberto D. aparece en la pantalla desde el arranque del film italiano. Vemos al personaje de Umberto manifestándose junto a otros jubilados. Protestan para que el gobierno suba las pensiones que perciben. No encuentran respuesta y al final son dispersados por la policía.

Una escena de este tipo de realismo social no la encontramos en Make Way for Tomorrow. La Social Security Act (Ley de Seguridad Social) había sido aprobada por el Congreso de los Estados Unidos el 14 de agosto de 1937. Formaba parte del contexto del New Deal impulsado por el presidente Franklin D. Roosevelt, y sirvió para otorgar un carácter definitivo a las medidas locales que se habían establecido en ayuda a las personas ancianas que hasta entonces tenían un carácter local.[6] Nada se nos dice a este respecto de manera expresa sobre la situación de Barkley Cooper. Pero su actuación en búsqueda de un empleo da entender que no forma parte del colectivo de pensionistas.

Un argumento de concienciación ciudadana

A pesar de esta falta de explicitud, creemos que Make Way for Tomorrow propone al espectador una situación que hace razonable la existencia de un sistema de Seguridad Social para las personas ancianas empobrecidas. Ya comentamos en la segunda contribución[7] dedicada a analizar la película una significativa escena en la que Rhoda (Barbara Read) , la nieta, invita a su abuela Lucy  (Beulah Bondi) a ser realista, ya que los sueños de su abuelo de encontrar empleo parecen completamente improbables.

La expresión que emplea la abuela para expresar en qué se sustenta su esperanza (“Todavía confío en su capacidad”) nos hace pensar en la propuesta que Martha Nussbaum realiza de poner en relación la vejez con las capacidades humanas como estrategia para enfrentar el problema de la desigualdad y el envejecimiento de la población. Ya en otra contribución sobre la película de McCarey Ruggles of Red Gap (Nobleza Obliga, 1935) nos hemos referido al planteamiento político normativo que Nussbaum presenta como enfoque de capacidades (EC)[8].

¿Qué implica el reconocimiento de la plena e igual dignidad de las personas mayores?

El desarrollo de esta visión permite a la profesora de la Universidad de Chicago formular la pregunta fundamental que explica la necesidad de que exista un sistema de seguridad social. Sin dudad se trata de una argumentación que ayuda a comprender que el establecimiento de la seguridad social haya tenido su reconocimiento en el artículo 22 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.[9]

Así pues, ¿qué implica el reconocimiento de la plena e igual dignidad de las personas mayores cuando nos centramos en derechos fundamentales aplicados a un umbral de capacidad (oportunidad)? ¿Y cómo podrán los principios políticos básicos reconocer y abordar adecuadamente las diversas necesidades y problemas de las vidas ancianas? (Nussbaum & Levmore, 2018: 263)

Reconocer la variedad y la heterogeneidad, combatir los estereotipos nocivos y fomentar la iniciativa

La respuesta a estos dos interrogantes permite comprender cómo se van a delinear las líneas de fuerza, cómo se a customizar el enfoque de las capacidades en relación con las vidas de los mayores.

En primer lugar, un buen conjunto de políticas debe reconocer la variedad y heterogeneidad en la vida de las personas mayores. […] En segundo lugar, … debe combatir los estereotipos nocivos y no caer en la trampa de subestimar las capacidades de los ancianos adultos[10] en relación con la toma de decisiones y la realización de actividades de muchos tipos, a la vez que ha de estar preparados para pensar en formas variadas y flexibles de tutela y delegación cuando estas sean necesarias. […] Por último, … debe fomentar y proteger la iniciativa, considerando a los ancianos como seres libres que toman decisiones y dan forma a su vida (a veces en una red comunitaria), no como receptores pasivos de prestaciones. (Nussbaum & Levmore, 2018: 264-265)

No como receptores pasivos de prestaciones

Este último inciso acerca de no presentar a los ancianos como receptores pasivos de prestaciones permite considerar por qué Make Way for Tomorrow haya preferido no hacer alusión expresa al tema de las pensiones. Es cierto que en 1937, cuando se estrena la película en Estados Unidos, algunos círculos conservadores se opusieron a la Social Security Act sospechando que podría dar lugar a abusos. Más precisamente, a que personas que hubiesen trabajado pocos años se acogiesen al beneficio de las pensiones, lo que podría favorecer la pasividad.

El ejemplo del matrimonio Cooper permanece ajeno a una crítica de este tipo. Ha sabido sacar adelante a su familia y sólo en los últimos años, cuando las fuerzas de ambos han decaído, y el padre ha acumulado cuatro años sin trabajar, no han sido lo suficientemente solventes como para hacer frente a la hipoteca sobre su casa. Pero en ningún caso ha decaído su deseo de salir de la situación por sus propias fuerzas y han recurrido a sus hijos sólo cuando realmente ya se han visto completamente impotentes de revertir la situación[11].

Vejez y control en El rey Lear

Esta última razón, el temor a perder el dominio sobre su situación, y que este pase a sus hijos permite que nos preguntemos hasta qué punto una obra como El rey Lear de Shakespeare supone una referencia para entender la ancianidad como etapa de la vida. La propia Martha Nussbaum considera que, sin caer en el error de la generalización, lo que se plantea en esta tragedia resulta una circunstancia desde la que interpretar el momento vital de muchos ancianos.

El principal problema de un Lear enfermo de alzhéimer en el acto I, escena I, es que esta actuación nos impide comprender uno de los temas más poderosos de la obra: el efecto de la impotencia repentina en una persona completamente atrapada en su propio poder e invulnerabilidad ilusoria. (Nussbaum & Levmore, 2018: 25)

Las quejas de Bark y de Max Rubens sobre los hijos tienen un claro eco en esta sensación de impotencia, de reconocimiento de la pérdida de poder y de la propia vulnerabilidad. La diferencia entre ambos es que el tendero no necesita contar con la ayuda de sus hijos. Puede vivir bien sin necesidad de su gratitud. Bark, a diferencia de Lear, ya percibía anticipadamente que esto podía pasarle también a él[12].

Lear se siente indigno de amor cuando le sobreviene la realidad de la pérdida de poder

De una manera más radical, Stanley Cavell considera que Lear experimenta que cuando le sobreviene la pérdida del poder  ya no se considera digno de amor. ¿No hay algo de ese mismo amor herido en el personaje de Bark? Stanley Cavell lo enuncia con una poesía y al mismo tiempo con precisión.

Lear se siente indigno de amor cuando le sobreviene la realidad de la pérdida de poder. Esto es lo que su plan tenía que haber evitado, cambiando su fortuna por un amor como un solo intercambio. No puede soportar el amor cuando no tiene ninguna razón para ser amado, quizá, por el abandono, la pasividad que eso implica, lo que algunos toman por impotencia. Y Lear se proteger por la misma razón que la gente se proteger de ser amada, porque el amor se les presenta como una demanda. (Cavell 2002: 289; 2017: 369)

 

3. EL TEXTO FILOSÓFICO-FÍLMICO DE MAKE WAY FOR TOMORROW (1937) (IX[13]): LA CONVERSACIÓN DE BARK CON SU AMIGO EL TENDERO, MAX RUBENS

¿Cómo está Mr. Cooper? Enseguida estoy con usted

La escena siguiente nos sitúa en la tienda de Max Rubens, un quiosco amplio, en el que se vende prensa, revistas, chucherías y algunos productos más. Vemos al tendero que tras el mostrador atiende a una cliente.

Max Rubens: “Lo siento mucho, Mrs. Carr.” (Se oye la campanilla de la puerta de entrada de la tienda por que ha entrado Bark) ¿Cómo está Mr. Cooper? Enseguida estoy con usted. (Vuelve a dirigirse a la cliente) Si me encarga el periódico semanalmente, se lo guardaré, por mucha gente que me lo pida y así no habrá más decepciones.”

Mrs. Carr (Ehel Clayton. La cámara la enfoca a ella y a Max Rubens): “De acuerdo. ¿pago al mes o a la semana?”

Max Rubens (con astucia, ante la cándida manera de plantear la dama la propuesta): “Si puede pagar cada semana, también podrá pagar cada mes (Con una sonrisa que atempera la rapidez con la que ha defendido sus intereses) Que sea cada semana.”

Mrs. Carr (con una sonrisa con la que percibe que se ha dado cuenta de la inteligencia mercantil del tendero): “De acuerdo.”

“Y usted decía que es bonito vivir con los hijos…”

Fotograma de Make Way for Tomorrow
El tendero Max Rubens, un testigo del sufrimiento del matrimonio Cooper. Imagen 4

La cámara muestra cómo Bark se quita el abrigo y toma asiento en un silloncito. Se oye de nuevo la campanilla. Es Mrs. Carr que sale. Vemos ahora a Max Rubens que habla desde el mostrador.

Max Rubens: “Le he guardado el periódico, Mr. Cooper.”

Bark (lamentándose): “No lo podré leer. Se me han vuelto a romper las gafas.”

Max Rubens (como quien basa un comentario actual en otras conversaciones anteriores): “¿Y que ha dicho Cora, esta vez?”

Bark (con complicidad): “Debería haberla oído. O quizás lo ha hecho. Gritaba mucho»

Max Rubens (sentencioso, mientras la cámara muestra cómo se acerca una silla junto a la chimenea donde se encuentra Barkley Cooper): “Y usted decía que es bonito vivir con los hijos…”

“Supongo que tenerme debe ser bastante molesto”

La respuesta de Barkley busca la moderación. No se quiere dejar llevar por pequeñas decepciones cotidianas.

Bark (conciliador): “Lo es, Mr. Rubens. En cierta manera. Espero no haberle dado una mala impresión de Cora. (La cámara muestra a Max Rubens de perfil y a Barkley Cooper delante de él) Es una buena chica. Supongo que tenerme debe ser bastante molesto.”

Max Rubens (hace un gesto de duda y levanta la mano. Se oye de nuevo la campanilla de la puerta de entrada): “Y tú, ¿qué quieres?” (Aparece un niño de unos ocho años, que se limpia los mocos de la nariz”.

Niños: “Un chicle.”

Max Rubens (un tanto hosco): “Cógelo de la caja.”

“En realidad estoy orgulloso de mis hijos”

Max Rubens parece expresar esa actitud de la ancianidad que se refugia en sí misma, y mira con sospecha a los más jóvenes, incluso a los niños. Barkley parece asimilar su situación con mayor deseo de sabiduría, tal y como con acierto expresó Romano Guardini.

… dado que, pese a las diferencias existentes entre las distintas personalidades y trayectorias vitales, todos, viejos y jóvenes, son al fin y al cabo seres humanos, la mirada que el anciano dirija al conjunto de su propia vida le permitirá comprender más de una cosa de las que en la vida de las personas más jóvenes que él se hallan todavía en curso de realización, y podrá darles consejos que les sean de ayuda, suponiendo que esas otras personas estén dispuestas a aprender. Con todo, lo más propio de uno mismo nunca podrá expresarse con palabras. (Guardini , 1997: 150)

 

Bark (en el plano junto a Max Rubens): “En realidad estoy orgulloso de mis hijos.”

La actitud de Max Rubens, por el contrario, refleja la dificultad del diálogo entre generaciones a la que aludíamos en la primera contribución dedicada a Make Way for Tomorrow[14].

Max Rubens (con un inevitable tono cínico): “Yo también estoy orgulloso. Me dejan en paz. No me necesitan y yo no los necesito a ellos. (Mirando a su alrededor) La tienda me da suficiente para vivir y tengo a mi Sarah, y toco un poco el violín. (La cámara se centra en Bark, que se atusa el bigote) Es todo lo que quiero de la vida, y lo tengo.”

Bark (con fina ironía sobre sí mismo): “Mi vida es igual, excepto que no tengo una tienda, mi esposa está a quinientos kilómetros y no sé tocar el violín.” (El tendero sonríe con el modo con que Bark ha sido capaz de expresarlo, particularmente eficaz por el tono característico de Victor Moore en la versión original).

“A veces pienso que los niños no deberían pasar de la edad en que tienes que arroparlos cada noche”

De nuevo McCarey marca diferencias entre los dos ancianos. Max Rubens es ciertamente poco amigo de los niños. Aparece el pequeño con el chicle y le da la moneda. El tendero le hace volver para registrar que no lleve más golosinas ocultas. El niño se ríe porque el cacheo le hace cosquillas. Pero no ha escondido nada.

Max Rubens (sin disculparse): “Anda, vete.”

Bark (con ternura al contemplar al pequeño, expresando algo que no es infrecuente escuchar a los padres): “A veces pienso que los niños no deberían pasar de la edad en que tienes que arroparlos cada noche.”

Max Rubens (empatizando, pero dándole un desarrollo más amargo): “Es verdad. Cuando crecen y no puedes darles tanto como les dan a los otros niños, se avergüenzan de ti. Y si les das de todo y los envías a la universidad, también se avergüenzan de ti.”

Bark (con un plano que abarca a los dos, empleando una expresión empática, que muestra que este tema de conversación no es precisamente nuevo): “Sí. El mundo está lleno de… ¿Cómo dice usted, de ranas?”

Max Rubens (corrigiéndole con una sonrisa, como ejerciendo también la ironía consigo mismo): “… de renacuajos, renacuajos. Renacuajos. (Y empuja a Bark de modo cariñoso para reírse más a gusto). Y alguien tiene que criarlos.”

“¿Serás bueno con tu madre cuando seas mayor?” 

El gesto de Rubens muestra que, a pesar de su tono gruñón, no deja de tener sentimientos de ternura hacia los pequeños. Lo suyo que vende como distancia y mutua indiferencia, no deja de vivirlo como una herida. El siguiente diálogo lo corrobora.  Se oye la campanilla y aparece una madre con un hijo

Max Rubens (en el plano, sin particular servicialidad en su tono): “¿Qué desea?”

Cliente (preguntando por una revista mensual): “¿Tiene las Sinceras Confesiones de noviembre?”

Max Rubens (más amable, se levanta para dárselo): “Sí, señora. (Se lo entrega y recibe el dinero) Gracias. (Al pasar junto al niño le pregunta). ¿Serás bueno con tu madre cuando seas mayor? (El niño, como tantas veces ocurre cuando no conocen al adultos que les pregunta, se queda parado masticando el chicle)”

Cliente (apurada): “Jimmy, contesta al señor.”

Jimmy: “¿Qué tengo que decir?”

Cliente (con un gesto de decepción): “Se dice, sí señor.» (Max se ríe y la mujer se va)

El cuarto mandamiento ha hecho que se desarrolle un ethos de veneración que se ha mantenido en vigor durante mucho tiempo

Max Rubens ha podido confirmar que se está asistiendo en las sociedades mercantiles del siglo XX a un cambio en la percepción de los padres. El pequeño ha sido sincero. No le ha salido rápida una afirmación que implique que tiene inculcada la veneración por los propios padres. Guardini lo explica con claridad.

En los pueblos civilizados, especialmente en aquellos que se encuentran bajo los criterios de valor de la revelación bíblica, la vejez posee una dignidad que procede de fuentes religiosas. El cuarto mandamiento[15] ha hecho que se desarrolle un ethos de veneración que se ha mantenido en vigor durante mucho tiempo. Pero en la experiencia moderna este carácter se difumina. Y para el sentir dominante del siglo XX  la vida valiosa acaba siendo idéntica con la vida joven. (Guardini , 1997: 120)

“Echaré de menos nuestras charlas cuando se vaya”

Uno de los aciertos de la dirección de McCarey es sin duda la capacidad que tiene de recrear los contextos comunicativos entre las personas. Como hemos ido apuntando, asistimos a una conversación entre Bark y Max Rubens, que sin duda alguna funciona como el eco de otras muchas.

Max Rubens (se escucha sólo su voz, mientras en el plano se encuentra Barkley): “Echaré de menos nuestras charlas cuando se vaya, Mr. Cooper, pero me alegraré de que vuelva a estar con su mujer. (Esto último lo dice apareciendo ya en el plano junto a Barkley)

Bark (como en una confesión de fe): “Gracias, pronto estaré con ella.”

Max Rubens (contento de poder dar una solución para la situación de su amigo): “Tal vez podría estarlo antes, y en este mismo pueblo. Hay un abogado, Mr. Hunter, que acaba de comprar la granja Harrison y necesitará guardas. Un matrimonio. Un hombre y una mujer.”

La reacción negativa de Bark que sorprende a Max Rubens

La reacción de Bark a la propuesta de Max Rubens va a ser negativa. Ya en la escena inicial había mostrado un cierto alivio al desprenderse de la casa por un único motivo: ajustar el trabajo a la edad de su esposa[16]. Quizás sea un modo de reconocer que ya son ancianos, aunque lo centre sobre todo en Lucy. Como señala Romano Guardini: “sólo envejece de manera correcta quien haya aceptado interiormente su envejecimiento.” (Guardini , 1997: 144). De ahí emerge su dificultad para aceptar como buena la propuesta que le hace su amigo.

Bark (la cámara lo enfoca y se le ve un gesto de interés): “¿Guardas?”

Max Rubens (en el plano, orgulloso de poder ayudar): “Yo me entero de cosas.”

Bark (se escucha su voz aunque el plano sigue con Max Rubens): “No le pediría eso a mi mujer. (Al tendero le cambia la cara, con esa expresividad tan característica de cara de plastilina Maurice Moscovitch) Aunque sería un alivio para mis hijos.”

Max Rubens (en el plano, con voz firme): “Pues que lo tengan. Volverían a estar juntos, y se ganarían la vida otra vez.”

Bark (sintiendo decepcionar a su amigo): “Es muy amable, pero lo comprende, ¿verdad?”

“Todo el mundo debe hacer lo que crea que es mejor”

Max en realidad no lo comprende. Cree que en la jerarquía de valores que comparte con Bark en el primer lugar se encuentra la restauración de la convivencia con su esposa. Por eso se permite insistir.

Max Rubens (persuasivo): “Tal vez sería un hogar para el resto de su vida. (Plano de ambos ancianos. El tendero pronuncia las palabras que siguen con un tono de decepción) Pero todo el mundo debe hacer lo que crea que es mejor.»

Bark (sacando un sobre del bolsillo, sin insistir sobre el tema): “Mr. Rubens, ¿me puede hacer un favor?”

Max Rubens (dejando ya atrás el asunto del empleo como guardas). “Claro, ¿por qué no?”

Bark (explicando de quién es la carta): “Es de mi mujer. ¿Me la puede leer?”

Max Rubens (cordial): “¿Es ese el favor, Mr. Cooper? (Se ríe y se pone las gafas) ¿Está listo?”

La revelación de la intimidad del matrimonio Cooper

Como ya señalamos en la segunda entrada dedicada a esta película, “El reconocimiento de los mayores en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey”, la lectura de la carta será otro momento de revelación de la intimidad del matrimonio Cooper. Si en la llamada de teléfono eran los jugadores de bridge los que funcionaban como testigos, ahora lo será Max Rubens. Su expresividad facial y su tono de lectura conseguirán una escena que se nos antoja verdaderamente única.

Max Rubens (leyendo la carta, mientras la cámara le enfoca): “Jueves por la noche. Querido Bark. Llevo todo el día pensando en ti y deseando hablar contigo. Dicen que al cabo de un tiempo ya no echas tanto de menos a la gente pero yo te echo más de menos que al principio. (Plano de Bark, escuchando con toda el alma). Cuando recibas esta carta pronto George cumplirá cuarenta y seis años. Parece que fue ayer cuando nació. Éramos tan felices que casi me sabe mal recordarlo. (La cámara muestra ahora a Max Rubens que lee y a Bark a su lado) Siento parecer tan débil, pero tú me entiendes, y no te lo tomarás a mal, y además queda entre tu yo.”

El asilo para ancianos es tan terrible y triste.

La última expresión hace que Max Rubens tenga una sensación embarazosa de que pueda estar traicionando la intimidad y la confidencialidad esperadas por Lucy. Por eso se detiene. Un recurso que implica al propio espectador.

Bark (comprendiendo la situación y renovando la confianza en su amigo): “Continúe.”

Max Rubens: “Harvey y Nellie conocen una mujer que vive en el asilo. (Al pronunciar esta palabra, se percibe como el tendero lee con más intensidad) Dijeron que me iría bien tener a alguien de mi edad con quien charlar, así que Nellie me llevó a  conocerla.” (Bark en el plano, lamentando lo que está escuchando) El asilo para ancianos es tan terrible y triste. Estuve a punto de preguntarle a Mrs. Timmons cómo era capaz de soportarlo. (Ahora la cámara enfoca al tendero) Nellie dijo que era un sitio encantador. Creí que lo decía por Mrs. Timmons, pero continuó diciéndolo después de irnos, así que supongo que le gustó de verdad. (Max Rubens se detiene y mira a Barkley, al que la cámara muestra con gesto pensativo)

Bark (atusándose el bigote para mantener la calma): “Esos sitios deben ser horribles. Continúe.”

“Será mejor que espere a que le arreglen las gafas»

Unos momentos antes, Bark ha rechazado la posible oferta de trabajar como guarda. Lo que va a escuchar a continuación le forzará a replanteárselo.

Max Rubens (prosiguiendo con la lectura de la carta de Lucy): “Pobre Nellie, últimamente no es la misma. El médico le ha aconsejado un cambio de aires. Nellie dijo de ir a Europa. Le preocupa pensar que entonces no podría acogernos como había prometido. (Plano de Bark con gesto de resignación). Pero le he dicho que su salud es lo primero. Ojalá surgiera algo para que volviéramos a estar juntos… (se quiebra la voz de Max Rubens) Te quiero tanto que…” (El tendero se para. Vuelve a poner las cuartillas en el sobre y le dice a Bark sin atreverse a mirarle con los ojos con lágrimas) Será mejor que espere a que le arreglen las gafas.” (Bark ya no insiste. Se levanta lentamente de la mecedora. La cámara enfoca sus manos con el periódico. Plano de Max Rubens muy serio. Plano de nuevo de las manos de Bark ahora tomando su bufanda y su abrigo. Se oye la campanilla de la puerta. El tendero se pone de nuevo las gafas. Mueve la cabeza, sorbe las lágrimas. De repente sonríe.)

“Sólo quería mirarte, mamá”

Ya en la segunda contribución anticipamos esta escena. Ahora volvemos a ella, sin duda en todavía mejores condiciones para apreciarla. Vemos a Max Rubens que, girándose en la silla donde conversaba con Barkley Cooper llama a Mrs. Sarah Rubens, su esposa (Ferike Boros).

Max Rubens (después que Bark ha abandonado la tienda): “¡Mamá! (como su mujer parece no oírle, insiste alarmado, y camina hacia la trastienda donde tienen su hogar) ¡Sarah!”

Sarah (sale del fondo, aprovechando la profundidad del plano secándose las manos): “¿Qué quieres?”

Max Rubens (sonriendo muy satisfecho): “Sólo quería mirarte, mamá.”

Sarah (con expresión de sorpresa ante la ausencia de motivos): “¡Mirarme! ¡Con todo el trabajo que hay y tú quieres mirarme!

Max Rubens: “Sí, mamá. Quería asegurarme de que estabas ahí.”

Vemos a Barkley Cooper que ha salido de la tienda de su amigo y que camina por la acera. Hay nieve. Pasa por una agencia de empleo y pregunta a un hombre, probablemente un parado, que está apoyado a la puerta.

Bark (justificándose): “Esta mañana se me han roto las gafas. ¿Podría decirme si se requiere algún puesto de contable?”

Parado (asombrado por la edad de Bark): “No. ¿Por qué? ¿Usted era contable?”

Bark (con energía): “¡Soy contable!”

 

4. BREVE CONCLUSIÓN

Esta cuarta contribución sobre Make Way for Tomorrow nos ha permitido profundizar en el personaje de Bark. Su carácter comunicativo nos ha permitido poner de relieve la importancia de la conversación para compartir la experiencia humana de la ancianidad. El cine de McCarey hace particularmente propicia una expresividad en la que los personajes nos hacen presentes a personas de carne hueso, con toda su grandeza y su pequeñez, con la completa complejidad de sus circunstancias. Algo que ha subrayado magistralmente Miguel Marías (Marías 1998; 2018).

El paralelismo con Umberto D. de Vittorio de Sica y Cesare Zavattini nos ha permitido comprobar que neorrealismo italiano y personalismo fílmico modulan de distinta manera un mismo objetivo: que el cine tenga capacidad de poner a funcionar mejor nuestra humanidad. En este caso, en la persona de los mayores, de los ancianos, de nuestras madres, padres, abuelas, abuelos… Con toda la ternura que sus años frágiles deben situar en nuestra memoria.

 

Fotograma de Make Way for Tomorrow
Sarah (Ferike Boros) cuando escucha de su marido: “sólo quería mirarte mama”. Imagen 5

 

Para consultar la entrada anterior sobre Make Way for Tomorrow, pinchar aquí

 

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NOTAS DE LAS CONVERSACIONES DEL PERSONAJE DE BARK EN MAKE WAY FOR TOMORROW (1937) DE L. McCAREY

[1] Sabiduría y debilidad en el personaje de Lucy en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/sabiduria-y-debilidad-en-el-personaje-de-lucy-en-make-way-for-tomorrow-1937-de-leo-mccarey/

[2] Seguimos la edición bilingüe accesible en internet, https://omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/de-la-vejez-bilingue.pdf, p. 10, captura 25/02/2022.

[3] Se refiere a la película de Roberto Rossellini, Francesco, giullare di Dio (Francisco, juglar de Dios, 1950)

[4] Lo hemos explicado con detalle en el análisis de su filmografía partiendo de sus primeros cortos mudos con el personaje de Charley Chase (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2021)

[5] Al analizar el texto fílmico volveremos sobre este diálogo muy significativo.

[6] Cfr. https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Seguridad_Social_(Estados_Unidos)#:~:text=La%20Ley%20de%20Seguridad%20Social,sostener%20un%20Estado%20de%20bienestar. Captura 34/02/1997

[7] Cfr. “El reconocimiento de los mayores en Make Way for Tomorrow (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/el-reconocimiento-de-los-mayores-en-make-way-for-tomorrow-de-mccarey/.

Recordamos el diálogo:

Lucy: “No me entrometeré mucho más tiempo. Pronto volverás a tener tu habitación para ti sola.”

Rhoda (incrédula): “¿Tienes algún plan, abuela?”

Lucy (iluminándose su rostro): “Tu abuelo lo tiene. En la carta dice que está negociando con un abogado y si sale bien todo se arreglará. (mirando el gesto de escepticismo de Rhoda). ¿Qué pasa?”

Rhoda: “¿Por qué te engañas? Sabes que no puede conseguir un empleo. Es demasiado viejo.”

Lucy (resistiendo): “Todavía confío en su capacidad.”

[8] Cfr. “La verdad de que toda persona es sede de la plena realización humana en Ruggles of Red Gap de Leo McCarey (1935)”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/la-verdad-de-que-toda-persona-es-sede-de-la-plena-realizacion-humana-en-ruggles-of-red-gap-de-mccarey-1935/

[9] “Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obtener, mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.”

 [10] Creemos que esta expresión de la traducción debería entenderse en el sentido de “no incapacitados legalmente”.

[11] Recordamos el diálogo en el que se nos brinda este dato:

Nellie: “Entonces no hay prisa. ¿Cuándo terminan los seis meses?”

Bark y Lucy (en primer plano, muy serios): “El martes.”

Nellie (protestando): “Pero, ¿por qué no nos lo dijisteis antes?”

Lucy (con pena): “Tu padre y yo esperábamos que surgiera algo y… …no tuviéramos que decíroslo.”

George (tomando la iniciativa): “¡El martes! No nos queda demasiado tiempo”.

[12] Ahora podemos recuperar el diálogo con el que termina la escena inicial en la todavía casa de los Cooper y comprobar que hay en ella un eco de esta percepción anticipada de las consecuencias nada deseable de su pérdida de dominio sobre su propia situación.

Lucy: “Bien, Bark, quizá funcione.”

George: “Claro que sí.”

Lucy: “Será muy agradable volver a vivir con los niños…”

Bark: “Si, pero…”

George: “¿Pero, qué?”

Bark: “Que a nadie le ha funcionado antes.”

George (intentando quitar hierro a la situación): “Vamos, no hay que preocuparse.”

[13] Seguimos la numeración de la contribución anterior para favorecer la lectura continuada del texto filosófico fílmico.

[14] “Las dificultades del diálogo entre generaciones en Make Way for Tomorrow, de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/dificultades-del-dialogo-entre-generaciones-en-make-way-for-tomorrow-de-mccarey/. Allí recogíamos las expresiones del Papa Francisco: “…hay una opción posible: el diálogo. El diálogo entre las generaciones. Todo diálogo sincero, aunque no esté exento de una dialéctica justa y positiva, requiere siempre una confianza básica entre los interlocutores. […] Dialogar significa escucharse, confrontarse, ponerse de acuerdo y caminar juntos. Fomentar todo esto entre las generaciones significa labrar la dura y estéril tierra del conflicto y la exclusión para cultivar allí las semillas de una paz duradera y compartida. (Francisco, 2022: n. 2)

[15] Recordemos la alusión en mayúsculas al cuarto mandamiento del rótulo con el que da comienzo la película: “La vida pasa tan rápidamente que pocos de nosotros nos paramos a pensar en aquellos que perdieron el compás. Ni siquiera comprendemos sus risas y sus lágrimas, pues no existe ninguna magia que pueda unir en perfecta comprensión a jóvenes y mayores. Hay un desfiladero entre nosotros, y la penosa brecha sólo puede unirse con las antiguas palabras de un hombre muy sabio. «HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE».

[16] Recordamos su expresión: “De todas formas, esta casa era demasiado grande para que vuestra madre la cuidara.”

 

 

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Licenciado en Derecho y en Filosofía y Ciencias de la Educación. Doctor en Derecho con una tesis sobre el paradigma del iusnaturalismo tomista en su génesis histórica y en la actualidad. Autor de diversos artículos y publicaciones sobre derechos humanos y de la familia, así como sobre temas de biojurídica. En los últimos años ha intensificado su investigación sobre los directores del Hollywood clásico, teniendo como referencia la obra de Stanley Cavell. Ha publicado estudios sobre Georges Stevens, Henry Koster, Mitchell Leisen, Leo McCarey y Frank Capra.

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Profesor de la Facultad de Filosofía y director del Máster Universitario en Marketing Político y y Comunicación Institucional de la UCV, premiado como Programa de Educación Política del Año en el certamen Napolitan Victory Awards de Washington Estados Unidos.

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Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir".
Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990), "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013), Bancarrota moral (Sello, 2015) y "Técnica y Ser humano" (Centro Lombardo, México, 2017).

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