José Alfredo Peris Cancio y José Sanmartín Esplugues
Las conversaciones del matrimonio y las conver-saciones de la comunidad política en State of the Union (1948).
Resumen: El cine clásico de Hollywood de los años 30 y 40 fue testigo de la crisis del 29 y sus repercusiones. Un estudio filosófico del mismo permite descubrir en la filmografía del director Frank Capra esclarecedores criterios de interpretación. Siguiendo las orientaciones de Stanley Cavell se descubre que hay una fructífera interrelación entre el matrimonio en igualdad en el que se comprometen el varón y la mujer y la educación en la dignidad personal que permite no sólo superar las crisis económicas, sino incluso, prevenirlas. En esta cuadragésima quinta entrada analizaremos: Primero, la relación entre las conversaciones en el matrimonio y las conversaciones en la comunidad política. Segundo, la conversación sobre el matrimonio como parte de la estrategia política y como superación de esa misma estrategia. Tercero, la doble ratificación que exige la conversación sobre el matrimonio y la felicidad. Cuarto, la ratificación del matrimonio por él mismo.
Palabras clave: matrimonio, conversación, comunidad política, democracia, ratificación del matrimonio, mujeres, trascendentalismo.
Abstract: The classic Hollywood cinema of the 30s and 40s witnessed the crisis of 29 and its repercussions. A philosophical study of the same allows discovering in the filmography of the director Frank Capra enlightening criteria of interpretation. Following the guidelines of Stanley Cavell, we discover a fruitful interrelation between marriage in equality in which men and women are committed and education in personal dignity that allows to not only overcome economic crises, but also even, to prevent them. In this forty-fifth post we will analyze: First, the relationship between conversations in marriage and conversations in the political community. Second, the conversation about marriage as part of the political strategy and how to overcome that same strategy. Third, the double ratification required by the conversation about marriage and happiness. Fourth, the ratification of marriage by itself.
Keywords: marriage, conversation, political community, democracy, marriage ratification, women, transcendentalism.
1. LAS CONVERSACIONES DEL MATRIMONIO Y LAS CONVERSACIONES DE LA COMUNIDAD POLÍTICA
La comparación con el estudio de Stanley Cavell de Adam´s Rib[1] (1949) de George Cukor.
La presencia de la pareja Spencer Tracy y Katharine Hepburn invita a realizar una lectura comparada de State of the Union con otras películas suyas. En efecto, ambos protagonistas realizaron nueve películas compartiendo la cabecera de los títulos de crédito[2]. Stanley Cavell dedica dos extensos estudios a una de ellas, Adam´s Rib, dirigida por George Cukor y realizada un año después de State of the Union. Por un lado, el capítulo 6 de Pursuits of Happiness, titulado The Courting of Marriage. Adam´s Rib[3] (Cavell, 1981: 189-228). Por otro, el capítulo sexto de Cities of Words: Pedagogical Letters on a Register of the Moral Life, titulado Adam´s Rib (Cavell, 2005: 70-81)[4]
Leyendo los escritos de Cavell se percibe un tema común a Adam´s Rib y State of the Union: la mutua dependencia entre la relación matrimonial y la relación política. O mejor, entre las conversaciones en el matrimonio y las conversaciones políticas. Con un tono más bien melodramático en la película de Capra. Con un claro ejercicio de comedia en la de Cukor. Pero en ambas se evidenciala necesidad de que lo vivido en el matrimonio dinamice la comunidad política. Y al mismo tiempo, parece estar pidiéndose que la política no sea un desmentido de las posibilidades concretas de felicidad de las personas. Ese espacio de felicidad es para muchas personas -y al mismo tiempo lo simboliza- el matrimonio. Y la comunidad política sólo se verificará como buena si hace posible y favorece la libertad y la felicidad de las personas.
Comunidades de conversación y de diálogo
El lenguaje de Cavell al respecto es en ocasiones oscuro, por lo que resulta ineludible intentar verter claridad sobre el texto que reproducimos.
… me ha vuelto a asaltar la duda recurrente de si reconocemos lo notable que es la problemática de estas comedias. No es destacable que sea dicho de modo público que la integridad de la sociedad dependa de la integridad de la familia. Pero algo más es dicho cuando se afirma que la integridad de la sociedad es una función de la integridad del matrimonio y viceversa, que el matrimonio no es validado ni por una familia ni por la ley. (Cavell, 1981:193-194)[5]
Es decir, Cavell quiere ir más allá de un esquema funcionalista en la relación familia/sociedad. No basta con subrayar que la familia pueda ser soberana y anterior a la sociedad[6]. Es decir, concebir la sociedad como un mosaico de familias, tal como se viene explicando desde Aristóteles. Hay que plantear que en el origen de la familia está el matrimonio. Y que en el matrimonio en igualdad y libertad el primer factor de educación mutua es la conversación entre los esposos. Si esa conversación es posible, la propia sociedad estará a la altura de las demandas de felicidad de sus miembros.
Comunidades de intimidad
¿Significa esta interrelación entre matrimonio y sociedad una exteriorización excesiva de aquél? ¿O, por mejor decir, le amenaza con un vaciamiento de la intimidad conyugal? Nada parece más propicio que el medio del cine para que forzar a que todo en el matrimonio tuviera que ser visual, trasparente.
Cavell sale al paso de ese posible reduccionismo. Señala con acierto que en Adam´s Rib hay muchos elementos que emparentan la trama con el teatro de marionetas. Ya desde los títulos de créditos, pero también en los gestos de los personajes (palmetones, cachetes, puntapiés…). Es decir, “presenta las tribulaciones y las contiendas de un matrimonio como una fuente de entretenimiento popular” (Cavell, 1981: 194). Pero no se queda aquí
La repetición atrevida y compleja que hace el filme de esta idea está en dependencia de que percibamos la similitud entre el telón de un teatrillo de marionetas y las cortinas de una cama con dosel, delante de las cuales transcurren los momentos finales y dentro de las cuales desaparece la pareja, cerrándolas tras ellos. (Cavell, 1981: 195)
Se trata de un momento con alta carga de significado. Cavell suscribimos plenamente la interpretación de Cavell.
La insinuación consiste en que la cama del matrimonio es el escenario final del espectáculo de polichinelas, y entiendo que esta metáfora representa todo lo que el matrimonio es invisible a los espectadores, que esencialmente es todo, o, al menos, todo lo esencial. (Cavell, 1981: 195).
Este matiz de Cavell es crucial, y va unido a la lógica de que, en el cine, lo menos es más, que siguen cineastas como Bresson (Bresson, 2006) o Kaurismäki (Nestingen, 2013). Como si lo profundo del ser humano sólo emergiese allí donde se cultiva lo austero, sobrio o sutil.
Esta elaboradísima revelación de la vida de una pareja en su hogar, en la que sentimos el privilegio de poder estar detrás del escenario cada noche, compartiendo aparentemente los residuos de un día y preparando las condiciones para el siguiente, se nos termina con una cortina que se cierra ante nuestra cara. (Cavell, 1981: 195)
Una intimidad que deviene del modo en que las personas nos revelamos
Este modo de hacer cine registra adecuadamente cómo se revela el ser personal, como nos manifestamos las personas. Hay una dimensión interior -lo que se puede expresar de múltiples maneras- que no es universalmente accesible. No todos nuestros encuentros humanos acceden a la misma. Puede quedar, por tanto, privada de “visitas”, sin nadie que la cultive. El matrimonio si tiene la capacidad de ponerla en acción.
En su comentario de Adam´s Rib, Cavell interpreta que entre los esposos hay un “conocimiento implícito… intangible”, es decir, “el conocimiento del otro sin necesidad de palabras que albergan quienes son íntimos” (Cavell, 1981: 196). Forma parte de la virtualidad del cine el poder representar esto en la medida en que
… los objetos sobre una pantalla parecen contenidos en el marco de la naturaleza, lo que presupone el mundo como un todo[7]. La reflexividad sexual de los seres humanos sugeriría por consiguiente que el individuo expresa la humanidad como tal lo que en The Claim of Reason denominaba la relación interna de cada ser humano con todos los otros[8]. (Cavell, 1981: 225)
El gesto intelectual de que la intimidad de uno mismo revela algo común y profundo de la humanidad se emparenta con el pensamiento de Emerson. Recordemos una expresión sintética de éste: “Ten confianza en ti mismo: todos los corazones vibran con ese acorde indestructible” (Emerson, 2009: 177).
Además y al mismo tiempo refleja la parte más original del pensamiento de Cavell: el ser humano para conocerse a sí mismo, necesita una multitud de estrategias intelectuales. No sólo las que proceden de las obras filosóficas recogidas por el canon académico. Sino de lo que otras aportaciones, como el cine y la literatura, proponen, y que le permiten recuperar aspectos de la experiencia humana que de otra manera quedarían vedados.
¿Pero puede la filosofía aceptar dicha recuperación de manos de la poesía? Ciertamente no, mientras la filosofía continúe, como ha hecho desde el principio, exigiendo el destierro de la poesía de su república. Tal vez podría hacerlo si pudiera convertirse en literatura. ¿Pero puede la filosofía convertirse en literatura y seguir conociéndose a sí misma? (Cavell, 2003: 635)
La dimensión relacional de la sexualidad
Creemos que de los planteamientos de Cavell fácilmente se deduce la prioridad del aspecto relacional de la sexualidad. La literatura, la poesía o el cine revelan con facilidad esa vinculación que existe entre las personas. La reflexividad de la sexualidad, en expresión cavelliana, pone de manifiesto su carácter relacional.
En nuestros días el discurso sobre la sexualidad es con frecuencia más objetualista que relacional. Con frecuencia, tanto los medios de comunicación como algunas terapias psicológicas, hablan de la sexualidad como un intercambio -¿de cosas?- que debe guardar reglas de equidad y justicia. Incluso filósofos que siguen la estela de Foucault hablarían del “derecho a la cosificación”[9]. Si se guardan todos esos intercambios -insistimos, ¿de cosas? – se considera, entonces, que se trata de intercambios legítimos. Pero, por más que se difunda una mentalidad así no deja de contener algunos elementos de extrañeza. Hemos puesto entre interrogantes el “de cosas” porque en la sexualidad la persona siempre está presente en esos intercambios. Quienes justifican la prostitución como un derecho a que la mujer venda su cuerpo, pueden verse ante una pregunta insoluble. A saber: ¿dónde esta ausente de sí misma esa mujer -o ese varón- que vende su cuerpo? ¿En qué momento su cuerpo es una cosa tan exterior de sí misma como cuando, pongamos por caso, estuviera vendiendo su abrigo?
El problema de los otros es fundamentalmente metafísico
No queremos sino dejar apuntada la reflexión, que por cierto Cavell desarrolla con toda amplitud. Añadimos algunas sugerencias contenidas en The Claim of Reason.
¿Y consiguen trazar estas preguntas[10] nuestra genuina alternativa: que yo, o bien estoy dentro de mi cuerpo o que por otro caso soy mi cuerpo? Dichas preguntas… sugieren que el problema de los otros puede que no sea fundamentalmente epistemológico sino fundamentalmente metafísico. ¿Cómo podemos saber si sabemos que existen los otros hasta que no sepamos qué es lo que queremos saber, hasta que no sepamos qué es lo que hay que saber?… No deberíamos hacernos la vida fácil en este punto, porque de lo que se trata no es tan sólo de examinar los límites de nuestra identidad sino los límites de nuestra humanidad. Ser humano es la capacidad de otorgarse el don de lo humano. Algo de nuestra carne y sangre consigue de nosotros esta donación, y algo de la carne y sangre puede también rechazarla. (Cavell, 2003: 518-519)
¿Este planteamiento puede hacer que cada película que con seriedad -¿y quién mide esta magnitud con la misma seriedad que se predica?… ¿No conviene exigirse no ser estrictos?- dibuje una realidad matrimonial tenga alguna dimensión de investigación sobre la misma? No se puede descartar. Y sobre estas premisas regresamos al análisis de State of the Union.
2. LA CONVERSACIÓN SOBRE EL MATRIMONIO COMO PARTE DE LA ESTRATEGIA POLÍTICA Y COMO SUPERACIÓN DE ESA MISMA ESTRATEGIA.
La primera conversación de Mary sobre el matrimonio es con un político, con Jim Conover
Si aceptamos la correlación entre conversación matrimonial y conversación política, no nos extrañará este dato. Se trata de algo en lo que coinciden la pieza teatral y el filme. Antes de encontrarse con Grant, Mary tiene una conversación eficazmente reveladora con Jim Conover. El personaje de Adolphe Menjou suscita en ella una confianza poco común. A escasos instantes de conocerse, ella está dispuesta a confesarle intimidades. ¿Por qué? Con bastante probabilidad porque la posibilidad de que su esposo sea candidato a presidente de los Estados Unidos no es algo trivial. Pone en juego la necesidad de que la experiencia compartida en el matrimonio verifique o contradiga la idoneidad de su candidatura.
Al menos es un esquema asumido en la política estadounidense. Jim considera que los electores desean conocer a la mujer del candidato. O mejor, buscan percibir el dinamismo del matrimonio de quien quiere conducir la comunidad. Conover lo ve como una mera costumbre, por lo que para él que Grant y Mary estén pasando por una crisis sólo es meramente un problema cosmético. De hecho, como se expuso en la entrada anterior, es perfectamente consciente de la ambigüedad de la relación entre Grant y Kay Thorndyke.
Lo que para Conover es un problema de gestión de apariencias, para Mary es el sentido de su vida. Si aceptó dejar a sus hijos y viajar hasta Washington fue por un único motivo: intentar recuperar a su esposo. Si atiende a Conover es porque cree que lo que le plantea le concede alguna oportunidad.
Estaba tan entusiasmada con este viaje que no podía esperar
Capra plantea así la irrupción de Mary, como ya se expuso en la entrada anterior. El entusiasmo la ha llevado a adelantar el viaje. Cuando llega, Grant no está en la casa, lo que propicia la conversación con Conover.
El político busca una habitación para Mary. Pero Mary le sorprende manifestando que puede compartir habitación con su esposo. “Estamos realmente casados”.
Conover le ofrece una bebida que ella rechaza. No la necesitará. Mientras, se produce la escena ya comentada en la entrada anterior. Nos referimos a la pretensión de Kay de que Mary, movida por los celos, sospeche de Grant. Ni la bebida ni la manipulación de Kay serán necesarias. Mary lleva su propia agenda de aproximación a Grant.
Capra plantea a continuación una escena muy elocuente. Mientras Conover le declara su admiración por su marido, Mary ha localizado los calcetines agujerados de su esposo. Quienes ven aquí un gesto de ama de casa sumisa, pueden perderse el verdadero sentido de la escena: la expresión adulatoria del político frente al realismo de la esposa que sabe de las pequeñas miserias de su marido.
Se confirma este tenor en la continuación del diálogo.
Jim: “Decía que tengo una gran admiración por su marido”.
Mary: “Llevo más años que usted en esto, Mr. Conover”
Jim: “El país entero sentirá como nosotros cuando escuchen los discursos que él va a hacer en este viaje”.
Mary se muestra horrorizada ante la posibilidad de aburrirse con los discursos de su marido. Sugiere si se vería mal que ella se quedase en el hotel escuchándole por la radio.
A la gente le gusta conocer a su mujer, saber cómo es y, sobre todo, verlos juntos
Eso fuerza a que Conover revele algo más de sus sus planes.
Jim: “Me temo que sí. Arruinaría el objetivo”.
Mary: “¿Qué objetivo?”
Jim: “De un hombre que puede convertirse en una figura política, a la gente le gusta conocer a su mujer, saber cómo es y, sobre todo, verlos juntos”
Mar, con un asomo de decepción: “Ya veo. Eso explica que Grant me haya invitado a hacer este viaje con ´´el”.
Jim, intentando disimular para animarla: “No, no, no. Grant la quiere en toda la campaña. Estas apariciones públicas son mi idea. Eso solo una costumbre de viejo político, la aprovechar la oportunidad”.
En ese momento Mary da un paso más de sinceridad, y, por tanto, de confianza. Le reconoce que Grant y ella no se están llevando bien en los últimos tiempos. Cuando Conover manifiesta que ya lo sabía, Mary completa su fiasco.
Mary: “Abrámonos sobre esto, Mr. Conover. Estas apariciones públicas que Grant y yo vamos a hacer, ¿fueron diseñadas para destruir cualquier habladuría sobre mi marido y Kay Thorndyke?
Jim, de nuevo disimulando: “Hay ese tipo de habladurías sobre cada hombre importante. Si hay cualquier rumor sobre su marido, sería una buena oportunidad para destruirlos. Ya ve…”
Mary ha recibido un golpe en la herida y no transige. Busca conectar con el aeropuerto para regresar a su hogar. Conover se ve obligado a un último envite:
Jim: “Mrs. Matthews, creo que un hombre que tiene la oportunidad de ser Presidente de los Estados Unidos merece esa oportunidad”.
Mary: “¿Presidente de los Estados Unidos? “
Jim: “Sí. No cree que sería un buen Presidente”.
Mary: “Sí, claro que lo creo. Un Presidente Perfecto.”
Me siento como una mujer que se resiste a ser usada
Jim le invita a superar desde esa perspectiva las consideraciones personales. Pero Mary sigue con la espina clavadade Kay Thorndyke. Jim le invita a superarlo pensando en ser una buena ciudadana. Pero Mary reacciona con toda dignidad.
Mary. “Me siento como una mujer (…) Como una mujer que se resiste a ser usada. Esto ha sido como una patada en los dientes para mí, Mr. Conover. Estaba esperando eso. La llamada de Grant significó para mí el fin de Miss Thorndyke.”
Como Jim comprueba que insistir en el acallamiento de rumores no prospera, cambia radicalmente de táctica. Le invita a pensar en el país y a ver lo arriesgada de la apuesta por Grant para el modo común de hacer política.
Jim: “Francamente, su marido no es la respuesta al sueño de un político”.
Mary, con curiosidad, “Me he estado preguntando por qué un partido político podrá elegir a Grant, sabiendo las cosas por las que lucha”.
Jim, justificando su rol político: “Quiero que el país elija, y sé como elegirá. Le doy mi palabra: su marido es un gran hombre”.
Mary, entrando en el tema de su relación con Grant y de su implicación con él: “No hay discusión sobre eso. Sé que es un gran hombre. Y usted también lo sabe. Mis días malos son aquellos en los que él también lo sabe. ¿Cree usted que hay alguna manera de que Grant sea elegido presidente manteniéndoselo a él en secreto?”.
Jim se ríe y le explica por qué. Es una pregunta paralela a la que le hizo Grant: si podía ser elegido sin que su esposa lo supiera. Pero por motivos diferentes.
A Mary esta confidencia le ha devuelto a ese lugar propio del matrimonio, que Cavell caracteriza como “el conocimiento del otro sin necesidad de palabras que albergan quienes son íntimos” (Cavell, 1981: 196). Ella se siente responsable de la vulnerabilidad de su esposo: su vanidad. Se trata de un terreno próximo al de la confianza en uno mismo. Por eso, sólo alguien con la intimidad y el conocimiento de la esposa puede corregirlo. Moderar el exceso de autoestima desde una implicación mayor con su persona.
Jim le aclara a Mary que Grant todavía no es un candidato, sino alguien que está creando la expectativa para serlo. Mientras, entra en la habitación Norah advirtiendo a Jim de una llamada. El político pide permiso a Mary para atenderle. Y ella escucha la conversación de los políticos en acción: simulaciones, medias palabras, estrategias…
Empiezo a sentirme como una nueva mujer
Acabada la llamada de Jim, Mary le comunica que ha cambiado de opinión. Hará el viaje con Grant. No aduce los motivos, pero no es arriesgado pensar que ha habido cuatro factores posibles. Primero, que la candidatura fuera a presidente de los Estados Unidos. Segundo, que la vanidad de Grant hiciera que su presencia junto a él fuera. Tercero, la mayor elevación de los ideales de Grant frente a las expectativas comunes de los políticos al uso (Esto último lo ha podido comprobar escuchando la conversación de Jim con sus colegas). Y finalmente, un motivo visual, Mary ha visto que en la habitación de Grant no faltan las fotos familiares.
Mary entra en una fase muy positiva. Celebra como un éxito que ella hubiese simulado un flirt con un comandante y que los espías de Jim lo hubieran detectado como rumor. Mary, empleando una expresión clave en el feminismo que se cultiva en este tipo de cine: “Empiezo a sentirme como una nueva mujer.”
Capra juega ahora con el deseo de Jim de celebrarlo con una bebida. Invita a Mary pero ella le rechaza. Y cada vez que intenta llenar el vaso o beber de él, la conversación de Mary se lo impide. Ella le reconoce que cuando bebe se pone imposible. Sólo bajo ese estado fue capaz de expulsar a Kay de su casa. Detectó sus malas artes de aproximación a su marido y reaccionó con contundencia. Una situación violenta que explica que ella y Grant lleven cuatro meses sin encontrarse.
El conflicto con Grant y su profundidad
Asimismo, y de manera metafórica señala la raíz de su conflicto con Grant. Él buscaba subir, vivir una vida de riesgo y ambición. Ella, una vida de familia y sencillez. De este modo quedaba una rendija abierta, que Kay supo aprovechar, apareciendo como la compañera ideal para una vida de aspiraciones de triunfo social.
Mary ahora es capaz de revisarse a sí misma y de este modo entender que ahora se le presenta. Pero tiene una inquietud.
Mary: “Ahora no tengo manera de saber cuán lejos han llegado las cosas.”
Jim: “¿Qué quiere decir?”
Mary: “Hay tres fases en un hombre o lo que sea que tenga con Kay Thorndyke. Primero, él la sigue con los ojos, luego con sus pies, luego en sus rodillas. Mi problema es que no sé si Grant está en fase dos o si el barco ha navegado”.
La paradoja de la política
Cavell explica muy bien esa dinámica paradójica de la política que Mary ha captado. La duda hacia el triunfo de Kay sobre Grant se convierte en la duda acerca del acompañamiento que un político necesita. Aparentemente la oferta de Kay puede llevar las de ganar. Pero de alguien atípico como Grant se puede esperar todo.
Los seres humanos no desean de modo natural el aislamiento y la incomprensión, sino la unión o reunión, llámese comunidad. Por fidelidad a ese deseo es por lo que alguien se declara desconocido (Y desde luego, dicha fidelidad, deseo y declaración podrán basarse todos en una ilusión. La conexión conceptual, empero, seguiría siendo tan real como siempre). El deseo de ser extraordinario, excepcional, único revela así el deseo de ser ordinario, cotidiano. (Después de todo, nadie desea convertirse en un monstruo, aun cuando la realización del deseo de ser único haría de uno un monstruo). (Cavell, 2003: 595)
Mary y – probablemente también Grant- saben que un matrimonio sí posibilita trabajar en ambas orillas de la paradoja. En lo que un político ha de tener de único y en lo que ha de tener de ordinario. Recordemos la imagen de la adulación de Jim, mientras Mary mete los dedos en el agujero del calcetín. Jim y Kay juegan a manipular a Grant desde lo extraordinario, excepcional, único, y comienzan a trabajar para el monstruo. Mary, conoce lo ordinario de la vida de Grant. Es, por tanto, la que tiene aptitud que debe trabajar esa dimensión que aparece como más reluciente y que puede resultar engañosa. Sólo así se dará satisfacción a los verdaderos deseos humanos de Grant. Sin manipulaciones interesadas.
3. LA DOBLE RATIFICACIÓN QUE EXIGE LA CONVERSACIÓN SOBRE EL MATRIMONIO Y LA FELICIDAD
La doble ratificación del matrimonio: elección por experiencia y consentimiento en que se convierta en noticia
Cuando Mary está planteando sus dudas sobre el estado interior de Grant, éste aparece en la casa de Conover. Ha realizado su periplo por la casa blanca y ello le ha inducido un cambio interior. La representación de los grandes hombres vinculados a ella, como vimos en la entrada anterior, ha despertado su humildad.
La dinámica de Mary y la de Grant parecen responder a lo que Cavell acredita como “la doble ratificación del matrimonio”. Ambos tienen que madurar. La inocencia con la que se miran el uno al otro, debe ganar en experiencia. El secreto y la reserva con la que viven su intimidad deben dejar de ser tales y han de adoptar una dimensión pública. Es decir, contribuir con lo que son a la confianza en las bases de la convivencia política. Reflejemos el pensamiento de Cavell al respecto.
La importancia está, de acuerdo con nuestros intereses en estos filmes, no en que se alcance un matrimonio feliz, sino en que su felicidad, al mostrar que el matrimonio exija una doble ratificación (por él mismo, por ser elegido por experiencia y no sólo por inocencia, y por su consentimiento para permitir que se convierta en noticia, conocida más allá de la intimidad del privilegio, ratificada por la sociedad), en efecto, ratifica la sociedad como un lugar en que la felicidad y la libertad pueden buscarse y, en la medida de lo posible, preservarse. Puede entenderse, por tanto, como una expresión favorecida (puede ser una razón por las que las comedias de enredo matrimonial no se hallan por lo que conozco en otras culturas), al mostrar que, en el presente caso, ciento sesenta y cuatro años[11] después de la Declaración de Independencia, nuestra sociedad política sigue hallando una garantía de que existe. (Cavell, 2005: 75)
La sociedad como un lugar en que la felicidad y la libertad pueden buscarse y, en la medida de lo posible, preservarse
Obsérvese que “la sociedad como un lugar en que la felicidad y la libertad pueden buscarse y, en la medida de lo posible, preservarse” es algo que puede atribuirse al matrimonio en igualdad. Pero no a los políticos profesionales. La garantía que permite existir a la Declaración de Independencia está relacionada con el uso igualitario de la comunicación, de la palabra. No con las prácticas políticas que presuntamente sostienen las instituciones.
En el encuentro inesperado -se ha adelantado un día- entre Mary y Grant la comunicación es sincera desde el primer instante.
Grant: “No te esperaba hasta mañana”.
Mary: “No podía esperar. Estaba impaciente. ¿Cómo estás?
Grant. “Bien. Qué guapa estás. Me alegra que hayas venido. Tengo muchas cosas que contarte.” Y dirigiéndose a Jim, con respecto hacia su esposas: “¿Tienes un cuarto para ella?”.
Mary, decidida, e impactando a Grant: “Me quedo aquí contigo”
Grant: “¿Aquí?”
Mary, abiertamente, manifiesta su intención de trabajar por darse una nueva oportunidad. Jim acelera el proceso.
Jim (aludiendo a que ya le ha contado a Mary lo de su posible candidatura a Presidente de los EE.UU.): “Grant, no he podido esperarte. Le dije a Mrs. Matthews sobre eso”.
Grant, que está leyendo agradecido el gesto de Mary: “Me alegra que hayas venido. Ya te lo he dicho, ¿no? ¿Cómo están los niños?
Mary: “Bien. Ansiosos por verte”.
Grant: “Lo mismo que yo”.
“No es una ciudad más. Resuenan sus voces en ella. Vive con los gigantes”
La actitud de Mary permite a Grant entrar por la senda de una confidencia que sólo tendría sentido compartir con ella. Jim o Kay, de haberla recibido, hubiesen reaccionado con cinismo. El mismo con el que los compañeros de Jefferson Smith reaccionaron ante su entusiasmo por su primera visita a Washington.[12]
Grant: “Estoy esperando que te rías de mí.”
Mary: “¿Por qué Grant?”
Grant: “He ido a dar un paseo. Sabes, Mary, es gracioso. He estado en Washington mil veces en los últimos años, pero nunca realmente lo vi hasta hoy. No es una ciudad más. Resuenan sus voces en ella. Vive con los gigantes. Washington; Jefferson, Lincoln, Adams. Los gigantes, Mary. No estoy en su liga”.
Mary, conmovida por haber encontrado humildad en su marido: “No estoy de acuerdo, Grant. Creo que serás un presidente maravilloso”.
Grant: “¿Lo dices en serio?”
Mary: “Sí, completamente en serio”.
Grant: “Es muy alentador oírtelo decir”.
Una comunicación sincera: “siempre has intentado ser honrado”
Capra no acelera el proceso de mutua sinceridad. Deja que el diálogo fluya con naturalidad. No hay adulación, sino reconocimiento realista de la coeducación ejercida entre ellos. Obviamente, nosotros -como Cavell-, al hablar de educación en el matrimonio, no estamos entendiendo que el varón ha de ‘formar’ en sus hábitos, deseos y, en general, conducta a la mujer, dejando a ésta en un segundo plano. En absoluto. Todo lo contrario. Lo que queremos decir es que un matrimonio basado en la igualdad -tal y como nosotros lo defendemos- debe enraizarse en un conjunto de interacciones libres entre los miembros de la pareja que les lleven a comprender y respetar al otro como persona, aprendiendo uno del otro y contribuyendo de este modo a una convivencia alejada de estereotipos.
Mary, continúa explicando sus razones para verlo como un presidente maravilloso: “No sólo eres listo. Lo más importante para mí, Grant, es que siempre has intentado ser honrado”.
Grant: “¿Intentado ser?”
Mary, explicándose: “Para llegar donde querías había que luchar sin delicadezas, pero confesando noblemente que te dolía la postura, Nappy”.
Grant, reconociéndolo: “Sí, con un poco de tu ayuda.” Añade, por primera vez un poco molesto desde que se han encontrado: “Y no me llames Nappy”.
Mary, sin hacerle el menor caso, pues con su actitud imperativa Grant se ha hecho una vez más acreedor del mote, del diminutivo de Napoleón: “Sí, Nappy”.
Quizás ese leve apunte ha bastado para que Grant recupere el tono humilde con el que ha regresado del paseo.
Grant: “Quiero que sepas, Mary, que me desprecio por haberte pedido que me acompañes en este viaje. Le reconocí a Conover que dependía enteramente de ti…”.
Mary, superándose como había hecho en la conversación con Jim: “Está bien, Grant. Tomé la decisión por mí misma”.
Grant, muy humilde y agradecido: “Mary, creo que te mereces alguien mejor que yo”.
Los pasos de la aproximación
En la siguiente escena, Mary se retira al vestidor para cambiarse el vestido del viaje. Capra creará una escena sutilmente erótica, como las de George y Mary en It´s a Wonderful Life[13]. Grant reacciona con atracción ante la situación. Pero es consciente de que esa llamada a la intimidad necesita que se aclaren otras cosas antes. Intenta irse a otra habitación, o a otro hotel.
Mary le hace ver que no es posible. Y que no lo desea. Cuando oye el sonido de la puerta sale apresuradamente del vestidor y lo llama. Para su alivio Grant sigue allí. Hablan de llamar a los niños, de los lugares del viaje. Mientras, la sombra de la silueta de Mary se proyecta en una de las hojas de la puerta. Es verdaderamente muy hermosa. El clima de creciente intimidad se enfría cuando Mary percibe que Grant no es libre para elegir dónde pronunciará sus discursos y dónde no. Le reprocha a Grant que no se mantenga firme en sus decisiones. Y no le tomará muy en serio sus explicaciones.
Una irrupción de Norah para arreglar la cama marcará de nuevo un cambio de rumbo. Pero ahora para introducir la sospecha. Mientras estira las sábanas le cuenta las cuitas que conlleva dar alojamiento a tantas personas en la casa. Y para mayor discordia, le hace ver que Miss Thorndyke ha olvidado sus gafas en la habitación de Grant. Norah pregunta a Mary si sabe su dirección postal, y Mrs. Matthews, con apariencia flemática, señala que su marido sí lo sabe. Grant da la dirección a Norah y la sirviente sale.
Mary, ácida: “¿Por qué se fue ella? Podríamos haber pasado un fin de semana encantador juntos”.
El sentido de la humillación
Aprovechando que Grant está cambiándose en el vestidor, Mary improvisa un lecho con los cojines del alféizar de la ventana y la colcha de la cama.
Grant, cuando sale del vestidor: “Mary, ¿qué crees que estás haciendo? Mary, deja las tonterías y haz la cama de nuevo. Ahora, cuélgalo todo. Mira, no voy a consentir que hagas esto. No podrías dormir en el suelo, y yo tampoco preocupándome por ti.
Mary, sube a la cama, y deja el colchón el suelo para Grant, ante su asombro: “Buenas noches, Sr. Predidente”.
Grant, encajando el golpe con humor: “Quieres decir Sr. Vicepresidente”.
A propósito de Adam´s Rib, Cavell nos permite profundizar en e esta escena de humillación del marido. Señala que es un tópico común de las comedias de rematrimonio.
El desenmascaramiento del marido requerirá, como está mandado en el género de la comedia de rematrimonio, que éste se vea sometido a una cierta humillación, a un cierto traspiés en su dignidad (el aire que escapa del neumático de Gable[14]; Grant vestido con un salto de cama o cubierto de plumas[15]; Fonda que cae una y otra vez[16]; Tracy confuso y balbuciente ante el tribunal[17]). Su capacidad para permitirse caer en ridículo, sin perder por ello su sentido de la dignidad, es lo que le hace que merezca la pena escucharle, lo que le da autoridad para sermonear a la mujer, para que ella lo escoja con objeto de que la instruya. Llamémoslo capacidad para el aprendizaje, para el cambio. Al demostrar que permite, y supera, el abandono de su amor propio, esa capacidad constituye una prueba de su potencia. (Cavell, 1981:197)
Aquí el sermoneo de Grant es sutil. Más bien es su propio cambio el que conmueve a Mary. Las gafas de Kay, como ya se advirtió en la entrada anterior, no serán sino un acicate hacia una mayor sinceridad entre Grant y Mary.
4. LA RATIFICACIÓN DEL MATRIMONIO POR EL MISMO
La política como juego y el matrimonio como invitación a la sinceridad: “Grant, todavía estás en la fase dos o has pasado a la fase tres ahora?”
Capra saca la cámara de la habitación en la que están los Matthews con tan singular disposición. Nos lleva a una reunión en un sótano. Un plano picado y un ambiente de humo de tabaco presentan a Jim Conover en su salsa. Rodeado de sus colaboradores representa el hacer del político como un mero pensamiento técnico para conseguir y mantener el poder.
Por eso, cuando la cámara regresa a la improvisada alcoba se produce un profundo contraste. Vemos un primer plano de Grant riendo.
Mary: “¿Qué es tan cómico?”.
Grant, insistiendo en su humildad: “Me preguntaba cómo serán los suelos de la Casa Blanca. Yo dormiré ahí. Es mi lugar”.
Mary aprovecha su disposición para plantear la duda que le expuso a Jim: “Grant, ¿todavía estás en la fase dos o has pasado a la fase tres ahora?”
Grant: “¿Qué quieres decir?”
Mary, arrepintiéndose de haber comenzado por indagar directamente sus sentimientos: “No importa.” Y opta por un lenguaje más aséptico: ¿”Tú quieres el divorcio?”.
Grant: “¿Y tú?”.
Mary, evitando descubrirse: “Esto no es justo. Yo pregunté primero”.
Sabes que he fracaso en lo más importante
La actitud nueva de Grant no es, como ahora decimos, un postureo. No tiene nada de impostada.Realmente plantearse el mayor servicio posible a su país lo ha conmovido. Y es capaz de enfrentarse a su realidad. Mary no ha tenido que esforzarse mucho en su desenmascaramiento.
Grant: “Todo el mundo piensa que soy un hombre con mucho éxito. Rico, influyente, feliz. Tú me conoces bien, Mary. Sabes que he fracasado en lo más importante: como hombre, marido y padre. ¿Quieres saber algo más? Me alegro de estar en el suelo. Es donde pertenezco. Me di cuenta esta noche cuando empezamos a hablar de regresar a Victoria[18]. Mary, no creerás esto, pero no sé cómo esas gafas entraron aquí, pero me alegra que las hayas encontrado. Empecé a decirte que fue Kay la que me trajo aquí, pero me puse nervioso. Supongo que tuve miedo, que ello te enviara a casa de regreso.”
Ya hemos analizado la parte final de la escena en entrada anterior[19]. De igual manera ya nos referimos entonces al momento trascendentalista. Un sentido de la elevación moral que lleva aparejada la felicidad y que permite comprender a los grandes hombres y por qué lo fueron. Tenían causas trascendentes -más allá de su círculo más próximo.- por las que luchar.
Ellos eran hombres felices, Mary. ¿Sabes por qué? Ellos tenían una causa.
Conviene volver a recordar este momento trascendentalista para ponerlo en relación directa con los planes que Grant se está trazando.
Grant: “Hay momentos en la vida de cada hombre cuando él vislumbra el eterno ¿Me lo leíste, recuerdas? He tenido momentos como ese, Mary. Un par de ellos. Cuando viajaba solo en avión. Momentos en los que la tierra, el cielo, el avión y yo parecían fundirse en algo que viviría para siempre. Y tuve un momento así hoy, Mary, cuando estaba solo con todos esos grandes hombres. Ellos eran hombres felices, Mary. ¿Sabes por qué? Ellos tenían una causa. Tenían una causa por la cual morir. Algunos de ellos lo hicieron. Yo no tengo ninguna causa, Mary. Pegarles a los competidores. No es una causa para dar la vida. Realmente no es demasiado por lo cual vivir. Siempre yo primero y todos los demás atrás. Pero, buscando profundamente en mi interior, yo…”[20]
En ese momento, Grant piensa en lo que ha planificado, e introduce la novedad de hacer algo ya compartido con Mary:
Grant: “Quizá este viaje, quizá esta idea absurda de Conover… Bien, de todas maneras, voy a quedarme en el piso durante todo el viaje. Y quizá cuando haya terminado, bien, de una u otra manera, todo debe ser limpio y honrado entre nosotros, ¿no?
Mary, lo percibe así y concluye: “Creo que acabas de contestar a mi pregunta”
Grant: “¿Qué?”
Mary: “No has llegado a la fase tres”.
La ratificación del matrimonio por el mismo
La actitud de Grant y la respuesta de Mary son una clara expresión de lo que Cavell designa como “ratificar el matrimonio por él mismo”. La conversación en el matrimonio está llamada a ser un momento trascendentalista.
Mary ha aprendido que no puede imponer a su marido un modo de vida que contraviene sus aspiraciones legítimas. Ha de dar un paso más de inteligencia y creatividad para acompañarle en el altísimo reto que se traza. Kay no ha abierto ningún boquete en la sensibilidad de su esposo. Ha entrado por un flanco que Mary, con su rigidez, estaba dejando abierto. Reconocerlo y ponerse manos a la obra es su modo de ratificar el matrimonio.
Grant por su parte asume el fracaso que conllevan las huidas hacia delante. Seguir pensando sólo en sí mismo… Olvidar a Mary y a sus hijos, son los peores pronunciamientos posible para liderar la comunidad de Estados Unidos. Sin esa sabiduría emocional, no habrá diferencia entre él y los políticos a los que desprecia.
Pero a ambos les queda el otro paso. La ratificación de su matrimonio queda como algo secreto. Jim, Spike o Kay advertirán a partir de este momento que Mary influye cada vez más en Grant. Pero no lo verán como un proyecto compartido. Creerán que ella ejerce sobre él una influencia manipuladora, análoga a la de Kay. No son los más idóneos para descubrir una lógica que vaya más allá de los intereses pragmáticos. Nuestra última entrada sobre State of the Union abordará esa necesaria dimensión pública del matrimonio.
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NOTAS
[1] En versión española, La costilla de Adán.
[2] Sus 9 películas:
1942 Woman of the Year (La Mujer del Año)
1942 Keeper of The Flame (La Llama Sagrada)
1945 Without Love (Sin Amor)
1947 The Sea of Grass (Mar de Hierba)
1948 State of the Union (El Estado de la Unión)
1949 Adam´s Rib (La Costilla de Adán)
1952 Pat and Mike (La Impetuosa)
1957 Desk Set (Su Otra Esposa)
1967 Guess Who’s Coming to Dinner (Adivina quién viene a cenar esta noche)
[3] En la edición castellana, La búsqueda de la felicidad. La comedia de enredo matrimonial en Hollywood, el capítulo 6 se traduce por “El matrimonio a juicio. La costilla de Adán” (Cavell, 1999: 195-234)
[4] En la edición castellana, Ciudades de palabras. Cartas pedagógicas sobre un registro de la vida moral. Valencia, el capítulo 4 se traduce por el nombre de la película en castellano, La costilla de Adán (Cavell, 2007: 91-101)
[5] Traducimos del original.
[6] Como desarrollan Francesco D’Agostino (D’Agostino, 1991) o Juan Cruz Cruz (Cruz Cruz, 2010)
[7] Una idea desarrollada por Cavell de manera profusa en su primera obra sobre filosofía del cine, The World Viewed (Cavell, 1979).Traducción al castellano, (Cavell, 2017)
[8] Cavell no realiza una cita de la que puede ser considerada su obra mayor, la edición de su tesis doctoral. Hay muchos pasajes que podrían tener relación con esta afirmación. No sería de los peores el siguiente: “…nuestra concepción de lo externo (del cuerpo y de sus grados de libertad) va unida a nuestra concepción de lo interno (del alma cuyo aliento es la expresión), y …la concepción que tenemos de nosotros mismos va unida a la concepción que tengamos de nuestros otros” (Cavell, 2003: 588)
[9] Así Slavoj Žižek. Cfr. Žižek «Las mujeres tienen derecho, no a ser cosificadas por los hombres, sino a cosificarse a sí mismas» (Žižek, 2018).
[10] Cavell ha realizado otras distintas de las que hemos presentado en el texto. Pero creemos que la interrogación es pertinente en ambos casos.
[11] Contando hasta la edición de la obra en el 2005.
[12] Cfr. la entrada El lenguaje del corazón y las voces silenciadas en Mr. Smith Goes to Washington (1939), https://proyectoscio.ucv.es/actualidad/mr-smith-personalismo-filmico-capra-2/
[13] Cfr, apartados 4.5 y 4.6 de la entrada 37ª, El Compendio del Personalismo Fílmico de Capra en It´s a Wonderful Life (1946), https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/its-a-wonderful-life-personalismo-filmico-capra/. Cfr. también los apartados 2 y 4 de la entrada 41ª, Lo necesario y lo contingente en las relaciones humanas como mensaje central de It´s a Wonderful Life (1946), https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/its-a-wonderful-life-personalismo/
[14] It Happened One Night (Sucedió una noche), dir. Frank Capra, 1934.
[15] Bringing Up Baby (La fiera de mi niña), dir. Howard Hawks, 1938
[16] The Lady Eve (Las tres noches de Eva), dir. Preston Sturges, 1941.
[17] Adam´s Rib (La costilla de Adán), dir. George Cukor, 1949.
[18] El lugar de su luna de miel.
[19] Apartado 6 de la entrada 44ª, Una verdadera razón humanitaria como reto de la nueva política en State of the Union (1948), https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/personalismo-filmico-capra-2/
[20] Hasta aquí lo reflejado en la entrada anterior, en el apartado 3.
About the author
Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir".
Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990), "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013), Bancarrota moral (Sello, 2015) y "Técnica y Ser humano" (Centro Lombardo, México, 2017).