José Alfredo Peris Cancio y José Sanmartín Esplugues
La ratificación pública del matrimonio como garante de la calidad democrática en State of the Union (1948).
Resumen: El cine clásico de Hollywood de los años 30 y 40 fue testigo de la crisis del 29 y sus repercusiones. Un estudio filosófico del mismo permite descubrir en la filmografía del director Frank Capra esclarecedores criterios de interpretación. Siguiendo las orientaciones de Stanley Cavell se descubre que hay una fructífera interrelación entre el matrimonio en igualdad en el que se comprometen el varón y la mujer y la educación en la dignidad personal que permite no sólo superar las crisis económicas, sino incluso, prevenirlas. En esta cuadragésima sexta entrada analizaremos: i) las vacilaciones de Grant entre actuar según la propia conciencia o según el cálculo de intereses; ii) los argumentos idealistas de Grant en comunión con Mary.
Palabras clave: matrimonio, conversación, comunidad política, democracia, ratificación del matrimonio, pragmatismo, mujeres, trascendentalismo, familia humana.
Abstract: The classic Hollywood cinema of the 30s and 40s witnessed the crisis of 29 and its repercussions. A philosophical study of the same allows discovering in the filmography of the director Frank Capra enlightening criteria of interpretation. Following the guidelines of Stanley Cavell, we discover a fruitful interrelation between marriage in equality in which men and women are committed and education in personal dignity that allows to not only overcome economic crises, but also even, to prevent them. In this forty-sixth post we will analyze: i) Grant’s hesitation between acting according to one’s conscience or according to the calculation of interests; ii) Grant’s idealistic arguments in communion with Mary.
Keywords: marriage, conversation, political community, democracy, marriage ratification, pragmatism, women, transcendentalism, human family.
1. LA DIMENSIÓN PÚBLICA DEL MATRIMONIO
La doble ratificación del matrimonio ratifica la sociedad
Nuestras reflexiones acerca de la ratificación del matrimonio, tal y como propone Cavell[1], han cubierto ya una etapa. En State of the Union hemos visto a Grant y a Mary reeligiendo el matrimonio por sí mismo. Pero lo han hecho en una hermosa intimidad. Han cumplido con lo que también Cavell señala de la unión matrimonial y su intimidad. Es decir, que han comenzado a cultivar de nuevo “todo lo que el matrimonio es invisible a los espectadores, que esencialmente es todo, o, al menos, todo lo esencial” (Cavell, 1981: 195).
Pero esa intimidad ha de armonizarse con la segunda ratificación del matrimonio. Es decir, que los cónyuges se reconozcan obligados “por su consentimiento para permitir que se convierta [el matrimonio] en noticia, conocida más allá de la intimidad del privilegio, ratificada por la sociedad” (Cavell, 2005: 75).
Esta segunda dimensión de la ratificación explica el resto de la película. Por un lado, más Grant que Mary necesita llevar hasta las últimas consecuencias la renuncia a la traición. Eso es lo que supone ratificar el matrimonio por sí mismo. Por otro lado, ambos deberán descubrir que su matrimonio es una relación que no acaba en ellos mismos, ni siquiera en sus hijos. Propiamente, que su alianza “ratifica la sociedad como un lugar en que la felicidad y la libertad pueden buscarse y, en la medida de lo posible, preservarse” (Cavell, 2005: 75).
Una ratificación más costosa
Esa ratificación parece muy costosa en el caso de State of The Union. Al pragmatismo político de Jim Conover no le hace ninguna falta. Basta con guardar las apariencias para un público político que quiere nutrirse de “buena imagen familiar”. Para las aspiraciones de Kay, el matrimonio no debe ser ese lugar de felicidad, pues perdería su oportunidad. Y el propio Spike, que estará más cerca de comprender la dimensión interior del mismo, no dejará de someterse a las directrices de Jim o Kay.
Los propios Grant y Mary no son ajenos a ese coste. Parece que pueden alegrarse con haberlo ratificado íntimamente. Pero, Capra cambia al respecto el ritmo interior de la pareja que los dramaturgos Lindsay y Crouse habían planteado en la obra sobre la que se basa State of the Union.
En la pieza teatral la escena del dormitorio compartido con la “cama” de Grant en el suelo no ofrece un espacio de esperanza, tal y como Mary lo percibe en la película.[2] La presencia de las gafas de Kay más bien distancia al matrimonio, incrementando el mutuo recelo.
En cambio, la película muestra que Kay ha dejado a propósito sus gafas en la habitación de Grant. Y que Grant casi se alegra de ello por la oportunidad de sincerarse que está experimentando con su esposa. La película introduce como novedad, por tanto, un movimiento de reconciliación ya en ese momento. Pero lo presenta como algo insuficiente. Ha generado una aproximación colaborativa entre ellos. Pero ni ha restaurado plenamente su comunión, ni mucho menos ha adquirido la soberanía necesaria para manifestarse públicamente.
La recuperación de la sintonía y la predisposición para el juego
La siguiente escena en el avión[3] expresa bien en qué momento de su relación se encuentran Grant y Mary. Como ya hemos señalado, ambos muestran sintonía matrimonial. Grant se dedica a jugar haciendo cabriolas y tirándose con el paracaídas. Mary mantiene la serenidad mientras hace punto. Comparten palabras que expresan un sentido. Cuando Spike critica a Grant que se pueda ir por las ramas, Mary hace la observación de que en las ramas más altas se suelen encontrar las mejores frutas. Grant sonríe admirado ante sus comentarios. Ellos forman una unidad de criterio frente a Spike.
Grant juega con el avión y Mary lo sigue interiormente. Capra está mostrando cómo han ratificado el matrimonio, con sus luces y sus sombras. En los momentos finales de la escena, cuando Grant se lanza al vacío, Mary expresa angustia creciente hasta que Spike le asegura que se ha abierto el paracaídas. Mary comprueba que hay componentes de la libertad de su esposo que siguen estando fuera de su comunión íntima.
Pero en su conjunto estamos ante una secuencia luminosa. Lo sucedido en el avión connota sintonía, amistad de Grant con sus trabajadores, incluso camaradería, juegos, el riesgo al servicio del disfrute de la vida. Parece que Grant ha compartido con Mary el avión como lugar desde el que ha vislumbrado lo eterno. Hasta entonces siempre había sido volando solo.
Los juegos siniestros de Kay y Jim
Se trata de un tono vital que contrasta con lo que a continuación -en otras escenas añadidas por Capra- vemos. El plano de la leyenda[4] con el emblema del periódico de los Thorndyke da paso a la presencia de Jim en el mismo. El viejo político es saludado por los empleados con ironía: “Hola, Jim: ¿has rellenado una urna de votos últimamente?”.
La conversación con Kay en su despacho confirma el sentido del aserto. Jim Conover está compartiendo con Kay la estrategia de conseguir, del modo que sea, apoyos para Grant en la convención. Así se nos presentan verbalmente ya dos de esos personajes pintorescos, especializados en vender influencia política, traducida en apoyos para la convención. Son el senador Lauternack (lo veremos más adelante, interpretado por Peter Watkin) y el sindicalista Bill Nolard Hardy (lo interpretará Charles Dingle).
Se trata de algo parecido a una guerra comercial, orquestada desde el periódico. Nada tiene que ver con el lema citado. No se trata de imprimir las noticias como suceden, sino de crearlas según el propio interés. No se trata, en suma, de mostrar la realidad, sino de manipularla. Capra, como ya hemos comprobado a lo largo de su filmografía, es muy sensible al rol de la prensa[5], y sus posibilidades de bien y de mal.
Aquí, como en la aludida Meet John Doe, muestra el contraste entre la ética de los periodistas y el afán manipulador de los empresarios de la comunicación. Kay presenta a Jim Conover como el nuevo consejero para temas de política. Y a continuación busca forzar a sus periodistas de opinión a que hagan fracasar la convención republicana Así facilitarán una nominación extraordinaria de un candidato nuevo, Grant Matthews. El candidato del periódico.
Los periodistas están dispuestos a apoyar a Grant. Pero no a crear falsas polémicas entre los otros posibles candidatos para reventar la convención. No les parece moral ni responsable. Kay les amenaza con el despido. Ellos no claudican y prefieren abandonar un periódico así dirigido. La empresaria les espeta con desprecio lo fácil que va a ser encontrarles sustitutos.
El candidato de Kay frente a la fuerza del carácter
Todavía más que el candidato del periódico, Grant es el candidato de Kay. En la escena final en casa de los Matthews, Kay advierte sin rubor a los allí presentes: “soy el único candidato que tiene que tener en cuenta”. A sus ojos, Grant es un hombre de paja, alguien que ella cree que puede mover a su antojo. Su afecto hacia él es una clara manifestación de dominio. Una relación antagónica a la establecida entre Mary y Grant.
La siguiente secuencia lo pone de relieve. Un tal Brander y Spike MacManus llaman desde Wichita. Ambos alertan a Jim y a Kay que el discurso de Grant ha sido muy inconveniente. Su sinceridad hacia los trabajadores “de base” ha incomodado sin duda a los “líderes sindicales”. Para Spike, la razón de este cambio de actitud es clara; Mary ha influido sobre él. ¿En qué sentido? Le ha suministrado las energías morales oportunas para hablar por sí mismo. Jim y Kay, por contra, quieren imponerle las palabras que debe hacer suyas y expresar así, atacando su conciencia. Mary actúa en rescate de la fuerza de su carácter. Como señaló Emerson:
Tu acción más tuya se explicará a sí misma, y explicará el resto de las acciones siempre que sean tuyas. Tu conformismo no explica nada. Actúa con criterio propio, y lo que hayas hecho de este modo será tu justificación siempre. La grandeza apela al futuro. Si soy capaz de mantenerme firme hoy para hacer lo que debo y despreciar toda mirada ajena, es porque he hecho lo que debía hasta este momento, y he ahí lo que me legitima. Sea como sea, haz en todo momento lo que debes. Desprecia siempre la apariencia para conseguirlo. La fuerza del carácter es acumulativa. (Emerson, 2009d: 187)
Jim y Kay acudirán a Detroit, el siguiente lugar del discurso con una sola intención: anular el carácter de Grant. Conseguir avivar su ambición, y que así acceda a posponer los contenidos de sinceridad de sus discursos.
2. LO COTIDIANO Y LO POLÍTICO. LOS DISCURSOS CRUZADOS EN LA HABITACIÓN DEL HOTEL DE DETROIT
Lo cotidiano y lo político
La escena en las habitaciones de Grant y Mary en el hotel de Detroit responden al segundo acto de la comedia (Lindsay & Crouse, 1946: 79-147). Es el acto más extenso, el único que no esta dividido en dos escenas.
Capra sigue aquí recreando el clima de la pieza teatral, con la ventaja de que el cine tiene más recursos para llevarlo a cabo. Hay una multiplicidad de situaciones y de personajes que ocupa la pantalla en escenas que suceden con rapidez. La función de ese ritmo trepidante es mostrar que lo político, particularmente en los momentos electorales, aparece como una irrupción que rompe lo cotidiano. Grant apenas dispone de tiempo para sí, para comer o asearse. Pero lo que es más grave, tampoco para completar una conversación con Mary. La aproximación entre ellos, lo que hemos señalado como una incipiente ratificación del matrimonio… no acaba de ser públicamente completada (Poague, 1994: 242-243).
En efecto, Grant tiene palabras enamoradas hacia Mary. Habla de la belleza que transmite. Entendemos que no se está refiriendo sólo a un dato físico. Tiene que ver con el clima espiritual que se esta recuperando entre ellos, y que ha liberado la voz de Grant. Pero Mary escucha con atención las palabras que van dirigidas a ella. Grant comienza “Cuando estabas esperando en el aeropuerto de Denver tuve la sensación más extraña…”.
Pero no acaba la frase. Les interrumpe un personaje representante de la Liga para la Abolición de los Impuestos. Grita que el Gobierno debe ganar su propio dinero como todo el mundo. Grant bromea con que le recuerda a su hermano… El clima de intimidad se rompe.
La presencia de la mujer en política
En estos momentos tiene lugar, entre otras, la conversación con el barbero. Ya hemos señalado la vertiente que tiene la misma de valorar la voz de las personas humildes, una constante en la obra Capra[6]. Ahora podemos hacer énfasis en algo más. La presencia de las mujeres en la política supone una apuesta por aproximar el mundo de lo político a lo cotidiano. Una preocupación no narcisista que libera al ejercicio del poder de todo aquello que no contribuya al bien común. La metáfora poco elevada de la contraposición entre hombres como gallos (narcisos) y las mujeres como gallinas (ponedoras de huevos), es diáfana. Suministrar huevos es contribuir al bien común cotidiano.
Sin embargo, Mary no seguirá ese discurso. Al contrario, ante la exigencia del candidato de tener que ser mayor de 35 años ironiza. Considera que ninguna mujer querría hacer públicamente un reconocimiento de este tipo. En realidad, lo que no quiere es que ese discurso genérico sobre la contribución de la mujer no complique su relación con Grant. Él es el postulado para conseguir la nominación de candidato. Ella no es su rival, sino su apoyo. El rostro feliz de Grant mientras duerme tras el afeitado es el reflejo más elocuente de que se siente respaldado.
Grant sólo reacciona y se despierta cuando Mary se dirige a él como Mr. President. Su esposa lo interpreta así: “Le ha llegado al alma”. Grant reconoce que ha tenido “ese sueño”. Spike, con su seguridad a veces un tanto fatua, le asegura que todos los presidentes lo han tenido”. Probablemente su intención sea la de reducir el espacio de creatividad interior en las palabras de Grant.
“¿Grant, de qué va a hablar esta noche aquí?”
El despertar de Grant tiene un sentido más profundo. Saluda a Jim Conover que ha llegado desde New York. E inequívocamente manifiesta sus intenciones: “¿Grant, de qué va a hablar esta noche aquí?”.
Grant contesta sin percibir malicia en la pregunta. Señala que tiene unas notas. Jim echa por tierra los telegramas de felicitación que Grant ha recibido: “simplemente son de la gente”.
Capra rueda en ese momento dos acciones paralelas. Por un lado, Spike y Conover, por otro Mary y Grant. Spike le advierte a que Conover que no debió enviar a Mary, que su influencia es la que explica la libertad con la que se está expresando Grant. Jim Conover aporta los datos negativos: ese discurso de Wichita ha podido hacerles perder el apoyo de los líderes sindicales.
Por su lado, Grant muestra su inocencia, lo alejado que está de comprender lo que ocurre a su alrededor. Le confiesa a Mary que cree que es una buena señal que Jim se haya desplazado hasta allí. Pero ella intenta abrirle los ojos y le aconseja que no le revele de lo que piensa hablar. Capra había caracterizado a la perfección lo que debían expresar ambos personajes.
Tracy, el actor,… era un industrial norteamericano muy rico que deseaba poner sus conocimientos y sus ideales sobre la democracia al servicio de un gobierno mejor. Y Hepburn, la actriz, era la esposa muy enamorada que veía como eran retorcidos los ideales de su fuerte, decente y patriótico esposo y sus esperanzas eran comprometidas por trucos baratos para conseguir votos, por parte de una pandilla de políticos hambrientos, demasiado tiempo alejados de las prebendas. (Capra, 1997: 389-390)
Hay algo más en sus ojos
La cámara vuelve a Spike y Jim. El primero le reconoce que “las personas no van simplemente a estrecharle la mano, sino que hay algo más en sus ojos… Es un niño que sueña despierto”. Acierta Ramón Girona cuando observa: “… la mirada de Grant se parece, al menos en algunos momentos, a la que reclamaba Emerson: la del niño en edad adulta” (Girona, 2008: 331).
El personaje de Spike, el jefe de campaña, que en realidad es un esbirro de Kay, con frecuencia se muestra desconcertado. Reconoce en Grant y en Mary una mayor humanidad. Pero no se cambia de bando. Hasta el final se inclinará por servir a quien le paga.No es capaz de sentir plenamente con el pueblo. Capra sitúa como contraste el personaje del camarero Emil Breakesby (Toma Fadden)[7]. Trabajador sencillo, padre de cuatro hijos, está entusiasmado con el discurso de Grant. No habla como los demás políticos.
¿Cómo va el estado de la Unión?
La suite del hotel ha sido programada por Spike para que Grant atienda a diversas delegaciones. Como consecuencia, Grant apenas puede probar bocado de la cena, y Mary tiene ocasión de sincerarse con Conover.
La relación entre ambos personajes es más fría en la película que en la obra de teatro. Quizás el antagonismo ideológico entre los actores, Adolphe Menjou y Katharine Hepburn invitaba a poco más que a la corrección entre ellos (Capra, 1997: 394-395) (McBride, 2000: 548).
Con todo, tanto su primer encuentro como la escena que sucede a continuación tienen algo de apertura interior entre los personajes. Mary comienza preguntándole por “cómo va el estado de la unión”. En este caso se refiere a que datos hay sobre la repercusión de la acción de Grant. Ramón Girona ha advertido que se trata de una expresión ambigua. A veces se refiere a la unión política, otras a la unión familiar (Girona, Frank Capra, 2008: 338). Nosotros nos inclinamos a pensar que en boca de Mary alude al ideal trascendentalista. Es lo profundo que une a las personas[8], cultivado de manera central en el matrimonio, pero con fuerza expansiva para toda la sociedad (Cavell, 1981: 195).
Conover contesta con cortesía, y eso permite que Mary se expansione un poco más:
Jim: “Permítame darle mis informes sobre usted. Usted ha hecho un gran trabajo. Quisiera felicitarla”.
Mary: “He de admitir algo. He disfrutado cada momento. Jim, Grant tiene algo muy especial. No intente arrebatárselo. Es sincero, se entusiasma, y la gente se siente atraída por él.”
El estado de nuestra unión es estrictamente político
En ese momento Capra certifica que la ratificación del matrimonio es incompleta. Incluso podríamos dudar de que se hubiese ceñido al matrimonio por sí mismo. Pero no sería correcto. Mary, ante la insinuación de Jim, aclara que el estado de nuestra unión es estrictamente político. Es decir, hay más sintonía que compartir un proyecto, pero se queda todavía en el nivel intelectual. No hay expresiones de afecto.
Jim cree haber visto gestos de Grant hacia ella no completamente políticos. Esto da pie a que Mary le hable con más confianza.
Mary: “Usted es soltero, Jim, ¿no?”
Jim: “Teóricamente[9]. ¿Por qué?”
Mary: “Bien, si usted estuviera casado, sabría que hay pequeñas cosas que… Bien, por ejemplo, cuando Grant averiguó que las otras chicas me llamaban Maizie, supo que me fastidiaba. Así, a veces él me llamaba Maizie sólo para hacerme rabiar… Bien, Maizie ya no vive aquí… Otra cosa, siempre le molestaba escucharme decir palabrotas… Siempre que lo hacía me daba una palmada atrás… He dicho muchas palabrotas en este viaje…”
Jim: “¿Y ninguna palmada[10]?”
Mary: “Es una aspiración pequeña, pero daría cualquier cosa por un buen cachete”
Jim, con humor: “Siento no poder colaborar.”
La comparación con la obra de teatro muestra que efectivamente Capra concibe que Mary y Grant han dado un paso de mutuo respeto, pero aún tienen que superar más pruebas, implicarse más abiertamente, resistir la oposición y la amenaza.
Un presidente bueno es el que se elige.
Spike al mismo tiempo va reuniendo a Grant con los distintos grupos que le han de apoyar. Básicamente, representantes de sectores económicos, trabajadores o empresarios. La táctica del director de campaña se centra en dividir los distintos grupos en habitaciones distintas. Además, le aconseja a Grant prometa a cada uno de ellos lo que esperan.
Pero Grant no procede así. Procura reunir a todos los afectados, emplear un solo lenguaje y sobre todo remitirles a una consideración más amplia de sus propios intereses, al bien común. Lo expresa con claridad. “Si puedo hacerles ver algo más grande que sus propios trabajos…”
La reacción de Jim es de oposición. La apelación a un interés moral básico no responde a las expectativas de sus dirigentes. Ridiculiza las palabras de Grant: “Todos estamos por los obreros. Es como decir que estás contra el pecado”. Mary protesta, no entiende por qué pudo Grant ofender a los obreros. La respuesta de Jim es puramente táctica: convenció al obrero de base, no al representante que es el que aporta los votos necesarios para la nominación.
La protesta de Mary se hace más incisiva:
Mary: “¿No quiere que Grant sea un buen presidente?”
Jim: “Un presidente bueno es el que se elige”.
Mientras, los hechos parecen dar la razón a Grant y sus intentos de conciliación.
Spike lo reconoce: “Ya sabes, Grant es capaz de unir las Naciones Unidas.
La política de los hombres de negocios
Hasta ahora, los personajes que la comedia y la obra de teatro habían mostrado como agentes de la política coincidían. Eran profesionales de esta. Con el personaje de Sam Parrish (Howard Smith) aparece un nuevo perfil. El hombre de negocios que espera del gobierno un apoyo para sus intereses económicos.
Cordial, expansivo, coincide con los políticos por interés, pero no actúa como ellos. Su incursión es estridente, Habla a voces, piropea a Mary, saluda cariñosamente a Jim llamándole «sinvergüenza», y pregunta a grandes voces por Grant. No entenderá se encuentre de incógnito. Tampoco, cuando fuera de pantalla se encuentre con ella, entenderá que lo haga Kay. Su franqueza es ajena a esos tejemanejes. Su papel es recaudar dinero para la campaña… Una verdadera inversión.
Cuando regresa, Grant lo saluda con un humor muy al caso: “Cuando las paredes empezaron a sacudirse supe que estabas aquí”. Es el encargado de organizar el banquete, concentrando a los hombres de dinero como él. Se le ve eufórico, a pesar de que sus ideas y las de Grant son diferentes.
Sam: “La última vez que estuve en Nueva York, Grant y yo tuvimos una dura pelea sobre reducción de impuestos e inflación. Grant habla como un radical. Pero cualquier hombre que haya hecho dinero como él es un americano legítimo”.
Aquí también difiere de Kay o de Jim. No ve en Grant sólo un cartel atractivo. Lo ve no sólo legitimado por el éxito, sino también con unos hechos realistas que hablan de él mejor que sus palabras. Su modo de vida de empresario ejemplar le da más garantías que temores le suministra su lenguaje radical.
La propuesta de una libertad económica con sentido social
Alarmado por lo que acaba de escuchar, Jim exige a Grant que anticipe de lo que va a ir su discurso. Grant, sin seguir el consejo de Mary accede.
Grant: “Voy a decirles que se pasan el tiempo ladrando sobre el comunismo, pero en la medida que sólo piensan en altos beneficios en lugar de en alta producción, están haciendo el juego a los comunistas. La producción alta es el modo de barrer los precios altos. Ellos quieren precios altos. Precios altos significan inflación. La inflación de hoy es la depresión de mañana. Y una depresión en los Estados Unidos es exactamente al as que Moscú se guarda en la manga”
Jim no discute los contenidos. Simplemente anticipa que no es lo que van a querer oír los representantes del capital.
Jim: “Ellos no quieren oír esas cosas”
Grant: “Van a oírlas. Van a escuchar que es el propio capitalismo el que está desafiándose. Y si no sobrevive es porque los hombres como ellos no tienen agallas o imaginación para hacerlo sobrevivir”.
Jim aumenta su oposición porque no ve sensato ponérselos en contra. Pero Grant actúa con otra honestidad: quiere recordar tanto a obreros como a empresarios sus responsabilidades.
He gritado sobre el trabajo obrero y sus responsabilidades, ahora voy a poner en línea también a la industria
El discurso de Grant es personalista. No diluye las responsabilidades de las personas en lo colectivo. Enfrenta a cada uno con lo que verdaderamente puede hacer. Subraya la necesidad de defender la economía productiva frente a los riesgos de la especulación financiera. En nuestros días Jesús Ballesteros muestra la vigencia de un planteamiento así, si bien poniendo la mirada en el deterioro de los derechos sociales. El catedrático de Filosofía del Derecho advierte también sobre la necesidad de diferenciar las exigencias de la economía de mercado -basadas en la primacía del derecho- de las exigencia del capitalismo -primacía del capital, del «dinero autorreproductivo»-, lo que lleva también a denunciar la situación que se va generando en Europa (Ballesteros, 2018).
Grant: “Grité[11] sobre el trabajo obrero y sus responsabilidades. Ahora voy a poner en línea también a la industria. Ahora, mire aquí, Jim, usted sabe tan bien como yo que hay hombres en ese banquete[12] que estarán trabajando para que se produzca una depresión tan sólo para deshacerse de trabajadores.”
Jim, enervado: “Y supongo que tiene algunas palabras que decir sobre la reducción de impuestos”.
Grant, crecido ante la fuerza de lo que está planteando: “Mejor que no se preocupe por la reducción de impuestos hasta que no logremos algunas de las cosas que tenemos que lograr”.
Grant quiere desmarcarse de una política de matices, que diferencia en poco a las opciones políticas, en la medida en que se comparte una misma noción de los fines económicos. Siguen siendo las posturas de nuestros días (Sanmartín Esplugues, 2015). Capra lleva mucho más allá el discurso de Grant que lo hace la propia comedia original.
Voy a decirles que la nación mas rica del mundo es un fraude, a menos que sea también la más saludable. El Sueño Americano … es el bienestar y la libertad de los individuos a lo largo del mundo
En efecto, Grant va a esbozar una línea de discurso económico-político que buscará proyectar la Unión -los Estados Unidos- con la misma pretensión de futuro que se podía escuchar en los discursos de Lincoln (Lastra, 2007); (Lincoln, 2005).
Grant: “Voy a decirles que la nación más rica del mundo es un fraude, a menos que sea también la más saludable. Esto significa el más alto cuidado médico para los grupos de ingresos más bajos. Y esto también para la vivienda, también. Una cosa que esta nación no es lo suficientemente rica como para costear es no tener un techo sobre nuestras cabezas[13]. Y voy a decirles que el Sueño Americano no consiste en hacer dinero. Es el bienestar y la libertad de los individuos a lo largo del mundo, desde la Patagonia hasta Detroit, No podemos ser una isla de abundancia en un mundo de hambruna. Tenemos que enviar alimentos, vestido, maquinaria y dinero a las personas más empobrecidas del mundo. Intentar recrear su autoestima. Darles de nuevo el deseo de la libertad individual”.
Es importante subrayar que ese proyecto es para Grant -y para Capra- un ejercicio real de liderazgo. Y ello conlleva seguir denunciando a los enemigos de la libertad, a las dictaduras, como nuestro cineasta para situar a Estados Unidos en el lado correcto durante la Segunda Guerra Mundial (Girona, 2006). El horizonte es el de un Gobierno Mundial.
Capra está apuntando a una solución que, sin explicitarlo, toma nota de la gran contradicción de la apuesta de la libertad de Estados Unidos en el final de la Segunda Guerra Mundial. Nos referimos a las bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshma y Nagassaky, como ya hemos aludido con anterioridad. Es cierto que una acción bélica total y destructiva puede tener su precedente en la guerra civil americana[14]. Pero el impacto abrasivo de una bomba nuclear arrojada sobre población civil puede ser visto como un incremento insoportable de la malicia de la acción.
Hacia los Estados Unidos del Mundo
Es fácil encontrar el paralelismo. El discurso de Gettysburg ponía la memoria de los caídos en la batalla como acicate para renovar el compromiso con la democracia y la libertad[15]. Ahora Grant pone su mirada en que la experiencia de la Segunda Guerra Mundial marque una transición desde los Estados Unidos de América hacia los Estados Unidos del Mundo.
Grant: “Y voy a decirles que mientras permanezcan dictaduras en el mundo, nosotros permaneceremos bien-armados. Porque la próxima vez no vamos a tener dos años para prepararnos. Ellos nos van a asaltar de noche. Y voy a decirles que sólo hay un gobierno que es capaz de manejar el control del armamento nuclear, el desarme mundial, el empleo mundial y la paz mundial, y ese es un gobierno mundial. La gente de trece estados comenzó los Estados Unidos de América. Pienso que la gente de muchas naciones está preparad ahora para comenzar los Estados Unidos del Mundo. Con o sin Rusia. Y quiero decir unos Estados “Unidos”[16] del Mundo. Con una Declaración de Derechos. Un derecho internacional. Una moneda internacional. Una ciudadanía internacional. Y voy a decirles que la hermandad de los hombres no es tan sólo un sueño idealista, sino una necesidad práctica para supervivencia del hombre. Y voy…”
Jim no aguanta más. Se levanta. Grant le pregunta que a dónde va. Le indica que le abandona, regresa a Washington y contraataca con el pragmatismo electoral. Con esos discursos, hasta el momento, no ha conseguido ni de lejos los 550 delegado que necesita para ser elegido.
El planteamiento del Estado mundial
El discurso de Grant no era extraño en esos momentos. Antes del final de la II Guerra Mundial en 1944 -como indica Jacques Maritain (Maritain, 1983: 209)- el filósofo Mortimer Adler (1902-2001) publicó una obra con ese tema. En su How to think about war and peace (Adler, 1996) presentaba argumentos a favor de la unificación política del mundo.
Su colega y rector de la Universidad de Chicago, Robert Maynard Hutchins (1899-1977) pronunció una conferencia titulada Saint Thomas and the World State (Hutchins, 1949). En la misma planteaba que un concepto de sociedad pluralista a escala mundial es perfectamente armónico con los principios de la filosofía política del Aquinate. En síntesis, la argumentación tiene su núcleo fuerte en que ya en esos momentos los Estados particulares no son “sociedades perfectas” que puedan cumplir todos sus fines. Ninguno individualmente puede garantizar la paz en la era de la guerra nuclear. Resulta necesario constituir una sociedad más amplia que sea capaz de alcanzar la autosuficiencia y la paz.
Sin aspirar a tratar este tema en toda su extensión no podemos dejar de señalar algunos aspectos. El propio Maritain pronunció en la Universidad de Chicago seis conferencias sobre la relación entre la persona y el Estado. La última de las mismas trató el problema de la unificación política del mundo (Maritain, 1951). Fue publicada en la obra Mand and The State, primero en inglés, luego en francés, y pronto hubo una edición al español, con sucesivas reediciones (Maritain, 1983). Sin contradecir las expectativas -esperanzas, sería mejor señalar- de Adler y Hutchins, Maritain analizaba los riesgos de que una unidad de ese tipo reprodujera e incrementara los riesgos del Estado moderno. Es decir, el dominio de una estructura sobre la dignidad de las personas concretas. Al mismo tiempo recordaba que se trataba de un horizonte de crecimiento moral para los ciudadanos, una mayor aspiración a vivir con más desprendimiento las virtudes políticas. De lo contrario, acceder a un Estado mundial tan sólo por argumentos de necesidad, cálculo o estrategia produciría sin dudad, efectos insuficientes o contrarios.
El modelo de la Unión como fortaleza del proyecto
El discurso de Grant satisface bien algunas de esas objeciones. Su apoyo en la propia historia de las trece primeras colonias fundadoras de los Estados Unidos satisface los tests de libertad y de responsabilidad moral. El proyecto de la unión es la suma de estados convencidos del valor moral del proyecto compartido. Como señala el discurso de Gettysburg: “Hace ochenta y siete años nuestros padres crearon en este continente una nueva nación, concebida bajo el signo de la libertad y consagrada a la premisa de que todos los hombres nacen iguales”.
Libertad y convicción de que todos los hombres nacen iguales son las premisas que maneja Grant, cuando está dispuesto a hablar de que la nación más rica del mundo no sea un fraude. Localiza la necesidad de un proyecto interior -favorecer a los más débiles- que se traduce en una práctica exterior por el compromiso con el desarrollo de los pueblos. Y pone a la población más rica de Estados Unidos como sujeto activo de ese proyecto.
Se trata de unas premisas vigorosas que al mismo tiempo que muestran la solución, anticipan las fragilidades del proyecto. En efecto, Grant anima a profundizar en el sentido del sueño americano. No hacerlo coincidir con el bienestar, sino mostrar el sentido moral que da significado a una sociedad de la iniciativa económica que no se reduce a una mera ampliación del capitalismo. Sin embargo, setenta años después las palabras de Grant tienen en su contra dos hechos irrefutables: a) el crecimiento económico no se identifica con el aumento de la libertad de las personas a nivel mundial[17]; y b) los propios estados han dejado de ser factores que favorecen la cohesión interna, para pasar a ser generadores de bolsas de desigualdad y de pobreza, o al menos impotentes espectadores del crecimiento de estas[18].
El pragmatismo de Jim hace mella
Regresemos a la narración de la película. La amenaza de Jim de abandonarlo es puro teatro. Como buen político profesional juega con las sensaciones. Estará dispuesto a permitirle que diga un discurso así en Oklahoma o en Nebraska, pero no en Detroit. En ese momento recibe una llamada. Más adelante sabremos que es Kay, que también se ha desplazado al hotel para persuadir a Grant, sin que Mary lo sepa. Jim abandona la escena para ir a su encuentro.
Mientras fuera de cámara la política de los intereses hace su camino, en pantalla se asiste a personas que alientan a Grant a seguir con sus ideas. Pero, como diría Jim, no son nadie. No tienen poder. Emil el camarero le avisa de que todos en la cocina van a estar escuchando su discurso. “Ellos dicen que usted no es uno de esos políticos”. El personal de servicio entusiasmado en torno a una radio es una imagen que Capra ya empleo en Meet John Doe[19]. En aquel caso sirvió para que el magnate D.B. Norton comenzara a rumiar sus estrategias populistas. Ahora son un testimonio de la sana esperanza del pueblo en los discursos que nacen del corazón. Grant acabará dejándose impactar por esta realidad, pero en este momento su receptividad es menor.
Grant y Mary comparten un diálogo que pone en evidencia las vacilaciones interiores de él. Mary lo acompaña de manera sutil y respetuosa. En nada semejante a los modos de Conover.
La riqueza del mundo está en los principios, la integridad, la honestidad
Cuando el camarero termina de animar a Grant, Mary se acerca a Grant habiendo presenciado esta escena y la controversia con Jim.
Mary: “Siento que Jim cuestionara lo que vas a decir esta noche”;
Grant: “Yo también. Estaba completamente animado con el discurso de esta noche”.
Mary: “No lo vas a cambiar, ¿o sí?”
Grant: “No lo sé. El argumento de Jim es que éste no es lugar adecuado para pronunciarlo. Yo… ¿Crees que tiene razón?”
Mary: “No se trata de si Jim está en lo cierto o no. Lo que pasa es no hay tal cosa como un poco de ajo[20].”
Grant: “No has contestado a mi pregunta”;
Mary: “Grant, ¿recuerdas lo que causó la mayor impresión en el público de Wichita? Fue cuando dijiste que la riqueza real del mundo no está en el carbón o en el acero, o en las cuentas bancarias. Que está en los principios, la integridad, la honestidad. Honestidad simple, ordinaria, común. ¿Recuerdas eso?”
Grant: “¿Debo cambiarlo o no?”
Mary: “No, el mundo necesita hombres honestos hoy en día, más que precedentes”.
Grant, animado: “De acuerdo, vamos”.
Mary: “Venga, vamos”.
Sin embargo, el impulso dura poco. Jim aparece con un discurso al gusto de los adinerados, elaborado por “algunos de los muchachos más inteligentes de Washington”. En efecto, un discurso de halago al poder económico: menos control burocrático, mayor valoración social de la industria, liberalización económica…”. El viejo político se explica,
Las personas son perezosas para votar en las primarias
El argumentario de Conover representa lo que habitualmente se ha venido escuchando en la segunda mitad del siglo XX. Que la democracia en su funcionamiento, frente a los procesos revolucionarios o constituyentes, resulta aburrida. Que por eso son necesarios los políticos profesionales que la gestionan con tecnicismo y sin expresar convicciones[21].
Grant, tras haber dado una ojeada al texto del discurso que Jim le ha dado: “Esto es un doble discurso”.
Jim: “Lo que planteaba era un problema. Hombre, ¿no quiere ser presidente?”
Grant, sin vacilaciones: “Sí, quiero ser presidente”.
Jim: “Déjeme conseguir su nominación”.
Mary: ¿Y qué le parece dejar que sean las personas las que le nominen?”
Jim, firme: “Las personas tienen poco que decir sobre las nominaciones. Ustedes han vivido en este país todas sus vidas. Es hora de que se quiten eso de la cabeza. Usted no será nominado por las personas, usted será nominado por los políticos. ¿Por qué? Porque las personas son demasiado perezosas para votar en las primarias. Pues bien, los políticos no somos perezosos. Pondré a Grant en la Casa Blanca si usted y Mary me dan una oportunidad. Use su cabeza, Grant. Tenemos que llevarle a la Convención sin enemigos. Esta es la estrategia.”
Grant, todavía con arrestos: “Con nominación o sin ella, ellos[22] deben saber dónde me sitúo, antes de que voten por mí.”
Mary le abraza emocionada. Jim se sienta muy contrariado. En ese momento Spike anuncia que Grant debe atender a otra delegación. Más adelante sabremos que no hay tal, que se trata de una reunión secreta con Kay.
Lo siento, pero es mejor como esposa que como consejera
Mary y Jim se quedan solos en la escena. Será la ocasión para evidenciar la disparidad de posturas. Lo que Mary no puede intuir es que en otra habitación se esté labrando la derrota de su apoyo a las tesis de Grant.
Jim, en un último intento de convencer a Mary: “Mary, quiero decirle claramente que, si Grant provoca a ese grupo esta noche, estará destruyendo su propia oportunidad de llegar a la Casa Blanca. El debe aceptar el consejo profesional.”
Mary: “Jim, déjele en paz. Él está intentado decir la verdad tal y como él la ve. No importa si llega a ser presidente o no “.
Jim, atónito: “¿No importa?”
Mary, segura: “No, no tanto. Conozco a ese hombre y quiero a ese hombre. Y le digo que, si le obliga a traicionarse, lo destruirá. La traición le comerá por dentro como un gusano. Ya no será más Grant Matthews”.
Jim: “Lamento ser tan franco, pero como consejera política usted es sólo una maravillosa esposa y madre”.
Mary, respondiendo airada: “Pues como esposa y madre, me gustaría decirle que Grant no tiene necesidad de políticos como usted. Usted está intentando convencerle de eso para así llevarlo en sus faldones. Se lo que usted representa, Jim. Usted y Kay Thorndyke, pero también Emil, el camarero de aquí. Él hombre que elige a los presidentes. Él sabe lo que usted representa, también. Él puede oler la traición a una milla de distancia, Déjelo en paz. Déjele decir la verdad. Tiene un hombre honesto. No sabe la suerte que tiene”.
La confrontación resulta clara. Mary sitúa por encima el valor de Grant como persona. Jim no entra en esas valoraciones. Sólo ofrece sus servicios para conseguir el éxito electoral. Alguien como Mary o como Emil podría objetarle que detrás de esa prioridad de lo técnico las personas se quedan sin oportunidad de manifestarse como tales. Pero el consejero político levantaría los hombros: ése ya no es su problema.
Son totalmente diferentes: ellos están dentro y nosotros fuera.
El botones trae la radio y con ello se termina la conversación entre Jim y Mary. También Grant regresa a la habitación con gesto compungido. Pronto sabremos el porqué. El encuentro con Kay ha inclinado la balanza de sus opiniones definitivamente hacia su deseo de ser presidente.
Mary y Grant se encaminan al banquete. Ella va feliz. Cree que está a punto de escuchar otro testimonio de autenticidad de su marido que conmoverá al auditorio. Nada más lejos.
Una vez es seguro que los Grant han partido, Kay hace su aparición en la pantalla. Se une a Jim para escuchar el discurso de Grant por la radio. El consejero duda de lo que va a escuchar:
Jim: “¿Está segura[23]? Usted estuvo con él tan sólo unos pocos minutos.”
Kay: “Y Mary lleva semanas, lo sé. No fue difícil. Tan sólo le dije las cosas que quería escuchar. Pero hay una pregunta en su mente a la que usted tendrá mejor respuesta:”
Jim: ¿Cuál es esa pregunta?
Kay: “Se está empezando a preguntar si hay alguna diferencia entre el partido Demócrata y el partido Republicano?
Jim: “Es una buena pregunta que un candidato a la presidencia ha de hacerse. Existe toda la diferencia del mundo. Ellos están dentro y nosotros estamos fuera”.
No se puede sintetizar mejor el lugar al que Kay ha llevado a Grant: una política como técnica o juego por el poder. No es baladí que Grant vuelva a suscribir la misma ocultando a Mary su encuentro con Kay. La sinceridad que fluía en el matrimonio era un termómetro fiable de la veracidad de sus palabras. El regreso a la influencia de Kay supone una apuesta por el cálculo y la estrategia. Una claudicación de sus ideales. Nuestra reflexión filosófica sobre State of the Union culminará en la entrada siguiente. Allí nos plantearemos dos objetivos claros: a) una revisión del cambio hacia los argumentos pragmáticos que Gran realiza presionado por Conover y Kay; b) la reacción final de Grant a favor de una nueva política para la familia humana.
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NOTAS
[1] Recordemos la cita: «La importancia está, de acuerdo con nuestros intereses en estos filmes, no en que se alcance un matrimonio feliz, sino en que su felicidad, al mostrar que el matrimonio exija una doble ratificación (por él mismo, por ser elegido por experiencia y no sólo por inocencia, y por su consentimiento para permitir que se convierta en noticia, conocida más allá de la intimidad del privilegio, ratificada por la sociedad), en efecto, ratifica la sociedad como un lugar en que la felicidad y la libertad pueden buscarse y, en la medida de lo posible, preservarse. Puede entenderse, por tanto, como una expresión favorecida (puede ser una razón por las que las comedias de enredo matrimonial no se hallan por lo que conozco en otras culturas), al mostrar que, en el presente caso, ciento sesenta y cuatro años después de la Declaración de Independencia, nuestra sociedad política sigue hallando una garantía de que existe» (Cavell, 2005: 75).
[2] Recuérdese la escena que retratamos en la entrada anterior, cuando Mary señalaba: “no has entrado en la tercera fase”.
[3] El avión lleva el nombre de Maizie en un ala. Más adelante Mary explicará que era como la llamaban sus amigas para fastidiarla un poco y que, cuando Grant lo supo, actuó del mismo modo.
[4] Recodamos: “Imprimir las noticias como suceden, cuando suceden, buenas o malas, sin temor ni favor”
[5] Desde la temprana “The Power of the Press” (1928), cfr. la entrada cuarta dedicada a Capra, La modernidad, la técnica y la centralidad de la persona: claves para analizar la crisis, https://proyectoscio.ucv.es/actualidad/12318/, también en el Cuaderno 22. La modernidad, la técnica y la centralidad de la persona (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2017: 54-58), hasta su decisivo papel en Mr. Smith Goes to Town (1939), cfr. la entrada trigésima, La entrega personal hasta el extremo o la fuerza de las causas perdidas en Mr. Smith Goes to Washington (1939), también en el Cuaderno 48. La entrega personal hasta el extremo o la fuerza de las causas perdidas en Mr. Smith Goes to Washington (1939) (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2019: 277-308) o Meet John Doe (1941), cfr. la entrada trigésimo primera El vagabundo como héroe. Sobre hechos, imágenes y palabras en Meet John Doe (1941), https://www.proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/john-doe-personalismo-filmico-capra/, también en el Cuaderno 49. El vagabundo como héroe. Sobre hechos, imágenes y palabras en Meet John Doe (1941) (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2019: 9-36)., sin dejar de hacerse presente en la escena de posible detención de Georges en It´s a Wondeful Life, cfr. la entrada 42, Nadie es un fracasado si tiene amigos: la sanación de la mirada en It´s a Wonderful Life (1946), https://proyectoscio.ucv.es/actualidad/personalismo-filmico-capra/, también en el Cuaderno. 60. Nadie es un fracasado si tiene amigos: la sanación de la mirada en It´s a Wonderful Life (1946) (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2019: 323-358)
[6] Cfr. la entrada 44, Una verdadera razón humanitaria como reto de la nueva política en State of the Union (1948). https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/personalismo-filmico-capra-2/
[7] En It´s a Wondeful Life había actuado como el guarda del puente, aquél que se asombra ante lo que dice el ángel tras ser rescatado por George.
[8] “… creer en tus propias ideas, creer que lo que es verdad para ti en tu fuero interno lo es para el resto de los hombres, eso es el genio. Saca afuera lo que late dentro de tu corazón, y estarás verbalizando el sentido del universo” (Emerson, 2009d: p. 175)
[9] La respuesta reproduce literalmente la obra de teatro. Parece dar a entender que Conover mantiene una relación no declarada, lo cual es consonante con su mentalidad pragmática, refractaria hacia cualquier compromiso.
[10] En Adam’s Rib se plantea una situación que ayuda a matizar este comentario. Adam (Spencer Tracy) aprovecha el masaje para dar un manotazo a su esposa, a Amanda (Katharine Hepburn). Ella protesta porque sabe diferenciar una palmada cariñosa de un manotazo agresivo (Cavell, 1981: 211-212).
[11] Refiriéndose a su discurso en Wichita.
[12] Se refiere al que ha preparado Sam Parrish, al que tiene que acudir para pronunciar un discurso en breves momentos.
[13] Grant alude al enorme coste social que conlleva que haya personas sin hogar, que proliferen los sintecho. La situación de Estados Unidos al comienzo del siglo XXI, con ciudades como Los Ángeles, que albergan en su zona central barrios de miseria como Skid Row, confirma este diagnóstico. Cfr. (Ximénez de Sandoval, 2017) https://elpais.com/internacional/2017/12/30/actualidad/1514632186_267085.html. Captura 09/02/2019
[14] Una reflexión sobre los datos suministrados sobre ella, así lo hace pensar. Cfr. https://www.battlefields.org/learn/articles/datos-sobre-la-guerra-civil, captura 09/02/2019.
[15] Recordemos las palabras finales del Discurso de Gettysburg: «Nos corresponde ocuparnos de la gran tarea que nos aguarda: inspirarnos en estos venerados muertos para aumentar nuestra devoción por la causa a la cual ellos ofrendaron todo su fervor; declarar aquí solemnemente que quienes han perecido no lo han hecho en vano; que esta nación, bajo la guía de Dios, vea renacer la libertad, y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparezca de la faz de la tierra». https://amhistory.si.edu/docs/GettysburgAddress_spanish.pdf, captura 09/02/2019. Cfr. (Lincoln, 2005)
[16] Enfatizando ese “Unidos”.
[17] Esto es lo que ha concedido pleno sentido al enfoque de las capacidades (Nussbaum, 2015) (Sen, 1990) (Sanz, Peris-Cancio, & Escámez, 2017)
[18] Vidas descartables que demandan una repolitización no sólo del mundo (Fassin, 2018), sino de nuestros propios modos de hacer política. Cfr. también (Aedo, Murray, & Bacchiddu, 2017) (Bauman, 2005, 2014, 2016) (Fassin, 2016).
[19] Lo hemos tratado en la entrada 33, “Amarás a tu prójimo”: la savia del pueblo en Meet John Doe (1941), https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/john-doe-personalismo-filmico/. También en el Cuaderno 51. «Amarás a tu prójimo»: la savia del pueblo en Meet John Doe (1941) (Sanmartín Esplugues & Peris-Cancio, 2019: 65-96)
[20] Parece un dicho popular. Si hay ajo se nota. No es inteligente disimular lo que es esencial que se sepa.
[21] Frente a ello surgieron planteamientos éticos que sí creían en la profundización democrática, en lo que se denominaba “democracia radical”. Así, entre nosotros, señalaba Adela Cortina, la necesidad de que una democracia sólo cumplirá sus fines si es verdaderamente participativa, ya que no es “… el participacionismo tan sólo una cuestión política, viable o no, realizable de uno u otro modo, sino mucho más que eso: es el reconocimiento de un derecho de los hombres concretos a asumir su propia vida, a asumir la responsabilidad por las decisiones en que se juegan los intereses de todos” (Cortina, 1993: 19)
[22] Los hombres de la industria.
[23] Alude a “estar segura de querer escuchar”.
About the author
Profesores de la UCV San Vicente Mártir en el Grado en Filosofía.