Consecuencias epistemológicas, ontológicas y antropológicas

del naturalismo

 

Datos bibliográficos

 

Comentario a este libro sobre el naturalismo

Pérez Marcos nos presenta con este trabajo una detallada exposición de lo que hoy en día se entiende por naturalismo, seguramente una exposición de las más extensas y completas que se puedan encontrar; si a esto unimos su reciente publicación, nos daremos cuenta de su actualidad, presentándonos un amplio panorama, tanto de defensores como de críticos al mismo.

Naturalismo y ciencia

El naturalismo es una corriente de pensamiento muy extendida en nuestra época; como él mismo dice nada más comenzar la Introducción, «es claramente la ortodoxia imperante, tanto en los ámbitos académicos como ‘a pie de calle’». Aunque, como ocurre con otras ramas del pensamiento, no existe una única línea que defina qué sea el naturalismo; más bien, existen distintos autores que se pueden calificar así, naturalistas, cada uno de los cuales, si bien pisa un terreno común junto con los demás, no deja por ello de presentar una idiosincrasia particular que impide alinearlo en un cauce perfectamente establecido. En este sentido, una de las virtudes de este trabajo es la descripción de ese ‘terreno común’, aunque no reduciéndose a él: creo que es difícil pensar en algún tema relacionado con el naturalismo que no esté considerado de alguna manera en sus páginas.

Básica y resumidamente, se puede entender al naturalismo como aquella teoría que defiende que todo lo que existe posee características espacio- temporales, es decir, que podemos es captable empíricamente por nuestros sentidos; todo lo que existe, por tanto, puede ser objeto de conocimiento para las ciencias naturales. O al revés: sólo existe aquello que es susceptible de convertirse en objeto de investigación por parte de las ciencias naturales.

Naturalismo y filosofía

Pero lo cierto ―como muy bien nos hace ver Alfredo Marcos en el Prólogo al libro― es que el naturalismo tiene que ver con las ciencias naturales bastante menos de lo que los propios autores naturalistas proclaman. De alguna manera, la ciencia seguiría su cauce natural sin necesitar para ello de la filosofía naturalista; y, lo que quizá es más interesante desde nuestra perspectiva, está por ver que, efectivamente, la filosofía naturalista necesite de la ciencia para su existencia. De hecho, ya antes del nacimiento de la ciencia moderna había autores naturalistas, expresando su naturalismo sin el apoyo científico del que sí se puede disponer desde hace más bien poco.

El naturalismo, pues, quizá esté más próximo a la práctica filosófica que a la científica; y no sólo a la filosófica, sino también a la teológica, ya que asuntos tales como el problema de Dios, la teleología del universo, la existencia de la conciencia, etc., están muy presentes en sus autores, aunque intentando resolverla desde posturas diametralmente opuestas a las teológicas. Lo cual entraña un riesgo, en el sentido de que, al situarse como interlocutor de asuntos que no pertenecen de modo específico a las ciencias naturales, fácilmente se agrupan en una especie de gran narración etiológica que pretende explicar el fundamento del universo, su origen y desarrollo, así como de todo lo que en él existe incluyendo a la propia especie humana y su sentido, al modo de las antiguas mitologías.

Naturalismo epistemológico y ontológico

Pérez Marcos nos ayuda a distinguir dos aspectos en el naturalismo: el epistemológico y el ontológico, tal y como nos hemos referido más arriba. Esta distinción no es baladí ni mucho menos, pues una cosa es realizar afirmaciones sobre nuestro modo y nuestras posibilidades de conocer, sobre todo en el ámbito de la epistemología científica, y otra muy distinta es realizar afirmaciones sobre la naturaleza, sobre la realidad, sobre aquello que existe o no. No necesariamente deben ir estos dos de la mano: aunque no es ésta la línea que suelen tomar en general estos autores, uno muy bien puede ser naturalista epistemológico, pero no serlo ontológico. Lo más frecuente, por el contrario, es que vayan unidos, y que el autor naturalista reduzca la realidad a aquello de lo que pueda tener posible noticia bajo la metodología científica.

El naturalismo tiene que ver, pues, con la reducción del conocimiento a lo que el ser humano puede conocer mediante la metodología científica, con la consecuencia inevitable de la reducción en los mismos términos de lo que existe. No hay más conocimiento que el científico, no hay más realidad que la que las ciencias naturales pueden conocer.

Qué es el naturalismo y defensores

Estos dos modos de darse el naturalismo le sirven al autor para establecer las dos primeras partes del libro, tras una previa y amplia explicación sobre qué se puede entender por esta corriente de pensamiento. La primera parte está dedicada al naturalismo epistemológico. A una exposición de lo que se entiende por epistemología naturalizada y sus variantes, le sigue una exposición de sus grandes defensores. El primero de ellos es, como no podía ser de otro modo, Quine, a quien se puede considerar el padre del naturalismo en la época contemporánea, para seguir con Goldman y Kornblith. En la segunda parte hace lo propio con el naturalismo ontológico, de la mano de Ladyman,  Stoljar,  Papineau  o  Castrodeza,  también  tras  una  exposición previa del mismo.

A destacar

Antes de continuar, no quisiera dejar de destacar dos aspectos de este libro que me parecen especialmente relevantes. El primero de ellos es el esfuerzo del autor por exponer a los distintos autores naturalistas, algo harto difícil, sobre todo cuando uno no acaba de simpatizar con sus posturas ―como es el caso―. Creo que en este sentido hay un esfuerzo evidente del autor, lo cual es muy de agradecer, así como su honestidad para no llevarnos a engaño. No es sencillo intentar comprender una postura ajena a la propia por toda la carga intelectual que inevitablemente llevamos, y es algo en lo que se ha esforzado considerablemente, tal y como él mismo confiesa:

A pesar de partir claramente de una actitud crítica hacia el naturalismo, creemos no haber falseado sus ideas al exponerlas, para lo cual nos hemos apoyado en sus propios textos y, por así decir, los hemos dejado hablar a ellos.

El segundo aspecto tiene que ver con el diálogo crítico que el autor establece con ellos, poniendo en evidencia presupuestos de los naturalistas más que discutibles y que, en ocasiones, van en contra del propio naturalismo que profesan. Como muy acertadamente afirma Pérez Marcos, los presupuestos naturalistas parece que son aceptados de un modo un tanto acrítico, hasta el punto que para los autores no es que sea difícil argumentar estos presupuestos, sino, antes que ello, hacer inteligible su propia postura, extralimitándose incluso del propio marco naturalista.

Críticas al naturalismo

En la tercera parte el autor atiende a posturas críticas con el naturalismo, en concreto a Midgley, Nagel y Tallis. Ello le dará pie para exponer su argumentario personal, apoyándose en la línea fenomenológico- hermenéutica establecida por Husserl, Heidegger y Gadamer. Esta sería la cuarta parte, que complementa, ya para acabar el libro, con la exposición de una serie de autores más próximos a nosotros, que tratan precisamente de argumentar y fundamentar una racionalidad más amplia, que no excluya a la científica, pero que no se reduzca a ella. Autores tales como Javier de Lorenzo, Alfredo Marcos, Juan Arana o Francisco Soler Gil, nos abren un horizonte más allá de los barrotes de la metodología científica sin negar ni un ápice su relevancia, ayudándonos a esponjar la razón, de manera crítica, elaborando alternativas al naturalismo. Quizá su denominador común se pueda sintetizar en esta idea:

Es desde el fenómeno humano desde donde debe ser interpretada la ciencia, y no desde la ciencia desde donde debe ser interpretado el fenómeno humano,

lo cual permite atender a un fenómeno humano que parece razonable considerar más amplio que el científico, y atender así al científico estrictamente hablando, como uno de los fenómenos humanos.

Valoración final

Creo que se trata de un libro de lectura imprescindible para aquellos que estén interesados en los problemas planteados por la filosofía naturalista, o posean inquietudes afines. Es un libro extenso, muy bien documentado, en el que los distintos temas y los distintos autores son explicados ampliamente, ofreciendo una panorámica general de una cuestión de total relevancia hoy en día. A pesar de su rigor, es de fácil lectura gracias a la buena pluma de Moisés Marcos Pérez. Un libro con el que, sin duda, uno va a aprender, y a disfrutar.

 

Te aconsejamos leer el artículo del mismo autor, Ciencia e ideología: el mito de la evolución biológica, publicado en esta web

Para saber más de Moisés Pérez Marcos

About the author

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Doctor en Filosofía (Universidad de Valencia, tesis sobre la influencia de la afectividad en el comportamiento humano a la luz del pensamiento ético y estético de Xavier Zubiri) y Máster en Ética y Democracia (Departamento de Filosofía Moral y Política de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la UV).

Un comentario

  1. Siempre se agradece los que logran, más que un resumen o una síntesis, una integración de saberes en un campo, en este caso sobre el naturalismo.
    Leí con interés esta interesante presentación del libro de referencia.
    Apreciaría grandemente si tuviera la oportunidad de recibir de Pérez Marcos su parecer sobre la evolución de la cosmovisión representativa de la naturaleza en cada época histórica de la humanidad. Claro, naturaleza no es naturalismo, pero quizá, en sus interesantes estudios personales Pérez Marcos haya incursionado, lo ideal es que tuviera algún artículo publicado sobre el tema y que quisiera, amablemente, compartir conmigo o que pudiera recomendarme de algún autor conocido por él.
    Mi interés viene dado ya que quiero profundizar en el conocimiento existente sobre la relación de los problemas ambientales y la cultura y me es muy importante conocer la historia de la evolución del predominante en espacio-temporal de esta relación, desde el miedo a lo sobrenatural hasta el grado superlativo de dominación y desde América Latina, Asia hasta Europa.

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