Repensar al hombre desde la antropología personalista
Raquel Vera, coordinadora científica del Máster en Antropología Personalista de la UCV San Vicente Mártir y de la AEP.
El conocimiento y valoración adecuada de la persona es una de las condiciones fundamentales del orden y progreso social. Sin embargo, hoy en día, apenas resulta posible: los medios de comunicación generan imágenes confusas o deformadas acerca del hombre; hay un exceso de información paralelo a la falta de criterios para integrarla e incluso en las carreras de corte humanista (Filosofía, Psicología, Educación) falta una visión integral de la persona.
El origen de esta carencia tiene su raíz en que parte importante de la cultura dominante no solo no tiene una idea adecuada de persona sino que niega incluso su misma posibilidad. De acuerdo con el pensamiento posmoderno, la sociedad debería conformarse con fragmentos de saber inconexos. Sin embargo, las personas siguen buscando una respuesta a la pregunta sobre el hombre, es decir, sobre su identidad.
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Surgimiento y contenidos del personalismo
El pensamiento contemporáneo, de todos modos, no solo ha generado una crisis antropológica. También ha elaborado una respuesta a través de la filosofía personalista.
Desde un punto de vista histórico y socio-cultural, los principales factores que potenciaron el surgimiento del personalismo pueden ser enumerados como sigue. En primer lugar, el individualismo capitalista de corte burgués olvidaba el aspecto interpersonal de la persona para reivindicar su libertad. Asimismo los colectivismos fascista y marxista olvidaban la libertad de la persona puesta al servicio y en función de la sociedad. Por otro lado, la importancia del concepto de praxis en el marxismo como elemento de construcción del ser humano contribuyó positivamente al desarrollo del pensamiento de Mounier. Posteriormente surge la necesidad de un concepto de hombre que pudiese generar una acción política verdaderamente humana tras los idealismos que habían desembocado en la Segunda Guerra Mundial. Todo ello acuciaba la necesidad de diálogo con la filosofía moderna por parte del mundo cristiano cerrado hasta entonces en un escolasticismo que objetivaba en demasía el concepto de persona. El personalismo, por tanto, no es atribuible a filosofías marxistas, idealistas o, en general, filosofías cosificadoras del hombre, pero surge en respuesta a ellas. Propone una concepción integradora del ser humano en sus dimensiones somática, psíquica y espiritual, y, como corriente, se ubica claramente en la Europa del siglo XX.
El personalismo en sus distintas versiones se puede clasificar según áreas lingüísticas europeas, abordando por separado los personalistas dialógicos de lengua francófona y los procedentes de la fenomenología realista de lengua germánica. Teniendo en cuenta la variedad de autores y enfoques, resulta difícil una caracterización estricta del personalismo. A este respecto, el libro Introducción al personalismo de Juan Manuel Burgos (fundador de la Asociación Española de Personalismo) presenta una clasificación coherente y consistente de los distintos personalismos, proporcionando las claves para considerar a la persona como punto de partida de una filosofía no sólo antropológica y ética, sino también del ser y del conocimiento; aunque centrando el interés del personalismo en las áreas antropológica y ética. En efecto, el personalismo como corriente elevada a filosofía se puede y ha de ser aplicada a los ámbitos que afectan directamente al ser del hombre en otras ciencias, como la bioética, la psicología, la pedagogía, etc. en aras a una humanización de la sociedad que responda al ser personal adecuadamente, como fin en sí mismo.
Los contenidos de esta corriente se podrían centrar en la siguiente definición: “Entendemos por personalismo o filosofía personalista la corriente o corrientes filosóficas nacidas en el siglo XX que poseen las siguientes características: 1) están construidas estructuralmente en torno a un concepto moderno de persona; 2) por concepto moderno de persona se entiende la perspectiva antropológica que tematiza o subraya todos o parte de estos elementos: la persona como yo y quién, la afectividad y la subjetividad, la interpersonalidad y el carácter comunitario, la corporalidad, la tripartición de la persona en nivel somático, psíquico y espiritual, la persona como varón y mujer, la primacía del amor, la libertad como autodeterminación, el carácter narrativo de la existencia humana, la trascendencia como relación con un Tú, etc.; 3) algunos de los principales filósofos de referencia son los siguientes: Mounier, Maritain, Nédoncelle, Scheler, Von Hildebrand, Stein, Buber, Wojtyla, Guardini, Marcel, Marías, Zubiri.” (Introducción al personalismo, Juan Manuel Burgos, pp. 239-240). Así, los rasgos estructurales de una filosofía personalista giran en torno a: la centralidad de la persona como eje de la antropología y de la ética; la construcción del pensamiento en torno al concepto moderno de persona, incorporando sus aportaciones positivas como los términos subjetividad, conciencia o yo, y superando el objetivismo griego; el proceder a partir de un análisis experiencial como método personalista; la consideración de la necesidad de reivindicar la primacía del ser personal como referente primario de la metafísica; la importancia de la actitud transformadora de la sociedad por parte del pensador personalista como rasgo esencial; y las raíces cristianas de esta corriente. Basándose en esta caracterización, el personalismo queda delimitado respecto de conceptos asociados tales como el humanismo, una escuela filosófica, una filosofía de la persona sin más aspiración que la antropológica, o una limitada reflexión sobre la dignidad de la persona.
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Diferentes corrientes personalistas
No obstante, los diferentes autores personalistas han presentado también ciertas carencias, tales como: las distintas interpretaciones de temas como la substanciación de la relación, especialmente en el caso de los personalistas dialógicos; o la debilidad conceptual del personalismo como filosofía en el caso del personalismo mouneriano como inspiración. A estas carencias y otras parece haber querido responder el libro Persona y acción de Karol Wojtyla con un personalismo de corte ontológico moderno (POM), que, sin embargo, quedó también en gran medida eclipsado en su preocupación quasi estrictamente ética y antropológica, pero cuyos contenidos autores como el citado Juan Manuel Burgos pretenden llevar a un desarrollo más amplio.
Podemos considerar como principales las siguientes corrientes personalistas: personalismo comunitario con Emmanuel Mounier como máximo representante (uno de los mayores difusores de su pensamiento en España es Carlos Díaz), personalismo dialógico con mención especial para Martin Buber, personalismo ontológico clásico asignado especialmente a Maritain, y personalismo ontológico moderno o neopersonalismo liderado por Wojtyla. Dentro de los nuevos contenidos y enfoques que aporta el personalismo, cabe resaltar la reivindicación de la estructura tridimensional de la persona como constatación de la experiencia que tiene el hombre en su unidad a nivel somático, psíquico y espiritual; así como la reivindicación de la afectividad en autores como von Hildebrand y la reivindicación del amor como elemento orientador de la actividad humana y principio de la actividad ética en autores más actuales como R. T. Allen, en tanto que el amor da sentido a las relaciones interpersonales. Otros elementos igualmente novedosos serían el enfoque de la subjetividad como fruto de la vivencia de sí mismo distinguiéndola del subjetivismo; o el lugar de la interpersonalidad como estructura de la que el hombre nace; y su corporeidad sexuada.
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Actualidad del personalismo
El personalismo aporta una serie de tesis ya mencionadas sobre las que erigir una filosofía desde la que dar respuesta al ‘quién’ posmoderno que parece haber perdido la orientación para entenderse y dirigir su vida de manera unificada, con sentido, desde todas sus dimensiones. De este modo, ofrece claves principales para interpretar el papel de la persona en la sociedad, en su realidad concreta, y en el panorama europeo actual. Por ello es de máximo interés el desarrollo de los conceptos inherentes al personalismo, estudiando el alcance filosófico y social de los mismos a través de su aplicación a otras ciencias. Es de felicitar, en este sentido, que la Universidad Católica de Valencia ‘San Vicente Mártir’ haya acogido la iniciativa de ampliar su oferta académica con un Máster en Antropología personalista cuyo director puede ser considerado el mayor representante del POM en España a nivel académico.
¿Es la antropología personalista una ciencia? ¿De qué forma existe referencia empírica para sustentarse (en dado caso) como ciencia?
No se trata de antropología social ni cultural. Se trata de una antropología filosófica personalista. Si bien, parte del conocimiento científico, va más allá, realiza una reflexión filosófica para guiar tanto a la ciencia, la política, la educación como también la acción humana en general. Por tanto, no es una disciplina científica, es filosófica, por lo que no se basa necesariamente en referencia empírica. La filosofía es otro tipo de saber, no es ciencia empírica, sino reflexiva, saber de segundo grado, dirían los filósofos escolásticos. Saludos.
Hola , quisiera saber si la antropologia personalista y la antropologia Teológica son iguales o se contraponen?