Ernesto Tugendhat (1930-2023). In memoriam
El 13 de marzo ha fallecido en Friburgo, con 93 años, el filósofo Ernesto Tugendhat, alguien difícil de encasillar que deja tras de sí una obra imponente en campos bien diferentes: metafísica, filosofía del lenguaje, ética, política y antropología filosófica.
Primera época filosófica
Hijo de industriales judíos que se exilian en Sudamérica cuando Hitler ocupa los Sudetes, Ernesto –como se habituó a decir en Venezuela-, con 15 años, queda fascinado por la lectura de Ser y tiempo, de Heidegger, a cuyos seminarios de posguerra, precisamente en Friburgo, llegó a asistir cuando el filósofo de la Selva Negra, cómplice del régimen nazi, fue autorizado a impartirlos.
De aquella primera época, de inspiración heideggeriana, han quedado dos trabajos que los especialistas están obligados a conocer, uno sobre la metafísica de Aristóteles (TI KATA TINOS. Die Zwiefältigkeit des Seins bei Aristoteles, 1958) y otro sobre el concepto de verdad en Husserl y Heidegger (Der Wahrheitsbegriff bei Husserl und Heidegger, 1967), al final del cual Tugendhat se distancia expresamente de las últimas obras del maestro, que vinculan el ser y el lenguaje, pero haciendo de este una cuestión de vocativos (nombrar, llamar, señalar) centrada en palabras, olvidando que el vehículo del sentido son las oraciones completas.
Acercamiento a la filosofía analítica
A partir de aquí, y apoyándose también en la orientación lógica del pensamiento aristotélico, Tugendhat se pasa, por así decir, a la filosofía analítica de Strawson, Quine y, sobre todo, Frege (sobre el cual escribe un artículo imprescindible) y el segundo Wittgenstein. Es este un paso, una revolución, que nadie había realizado antes y aún nos sigue asombrando.
Recordemos el lugar que la fenomenología husserliana asignaba a la significación de los actos intencionales, o que la ontología heideggeriana pretendía, antes que nada, formular la pregunta por el sentido del ser. Pues bien, las cuestiones de sentido y/o significación (no podemos adentrarnos ahora en los detalles), lo mismo que las preguntas por el yo o la autoconciencia, deberían abordarse filosóficamente a partir del análisis conceptual del uso del lenguaje, entendiendo este, no como una tarea introductoria o previa, sino sustancial.
Así lo hace Tugendhat en relación con conceptos ontológicos centrales como los de verdad, el ser y la nada (Nichts), que analiza brillantemente. De todo lo cual deja testimonio el autor en sus dos libros más conocidos, Lecciones introductorias a la filosofía analítico-lingüística (1976) y Autoconciencia y autodeterminación (1979). Este último se encuentra, a mi modo de ver, en una zona intermedia entre todos los campos que mencioné al comienzo.
La fundamentación de la ética de Tugendhat
Sin embargo, cuando Tugendhat los redacta y concluye ya había decidido, con la ayuda de Habermas –con quien mantuvo una relación complicada, según reconocieron ambos-, dedicarse en Frankfurt a cuestiones de filosofía práctica, tanto en el plano de la fundamentación de la ética como en la adopción y justificación de compromisos ético-políticos.
A lo primero dedicó el autor una enorme cantidad de artículos escritos en las tres lenguas que dominaba –alemán, inglés, español- y tres libros: Problemas de la ética (1984), Lecciones de ética (1993) y Diálogo en Leticia (1997). A lo segundo, consagró sus mejores energías, a raíz de obtener plaza en la Universidad Libre de Berlín en los años 80, cuando emergía potente, sobre todo en esa ciudad, el movimiento pacifista. Tugendhat se revuelve intelectualmente contra el cortoplacismo y la desidia cognoscitiva que atenaza a las poblaciones occidentales; y presenta el pacifismo nuclear no como una tesis moral, sino como un posicionamiento estrictamente racional, el único posible cuando lo que está en juego no es la supervivencia personal, sino la vida de la especie en su totalidad.
Como indicaba su discípula Ursula Wolf, la filosofía moral contemporánea, con pocas excepciones, centrándose en cuestiones de ética aplicada ha ido dejando en la trastienda la fundamentación de la ética.
Los derechos humanos
Pero, a ese respecto, aún nos queda Tugendhat, con su enfoque normativo, kantiano y no aristotélico, universalista y decididamente igualitario, pugnando –con éxito o no- por situar la cuestión de los derechos humanos en el corazón de una justificación de la moral que tiene, en su opinión, dos partes. La primera es descriptiva. Busca un concepto de moral que pueda aplicarse a distintas épocas y culturas. Lo encuentra en los requerimientos normativos que nos hacemos unos a otros, recíprocamente, en el interior de una comunidad moral que comparte sentimientos de rechazo, que hacemos nuestros en el proceso de socialización, hacia ciertos comportamientos. La segunda parte de la fundamentación es reconstructiva y recurre a experimentos mentales que intentan replantear el tipo de fundamentación cuasi-circular característico de Kant.
A tal fin, nuestro autor recompuso la escena teórica una y otra vez, llegando en los últimos escritos a una especie de justificación antropológica que puede resumirse así: cuando dos personas tienen que cooperar e integrar sus voluntades, al margen de que exista o no un marco normativo común, pueden hacerlo, en último término, de dos maneras: a la fuerza, cuando el poder asimétrico de A se impone a B y violenta su voluntad; o simétricamente, llegando a acuerdos igualmente buenos para todos: es decir, en términos morales. Entre ambos extremos puede haber situaciones intermedias, sí, pero lo decisivo es otra cosa: que esta disyuntiva no se puede resolver apelando a nada más fundamental –la voluntad de Dios, la tradición, la razón o la naturaleza humana-, sino que es “última”, por cuanto cada quién tiene que elegir autónomamente entre una u otra opción.
Esta explicación la encontramos en los últimos escritos de Tugendhat, que él define como antropológicos, recogidos en Antropología en vez de metafísica (2007, con una edición alemana ampliada al año siguiente).
La antropología filosófica como filosofía primera
En la década precedente, nuestro autor había reorientado su pensamiento hacia la antropología filosófica, un enfoque del pensamiento alemán de entreguerras (Scheler, Plessner, Gehlen) que la obra capital de Heidegger no hizo sino desenfocar, pero que Tugendhat retoma, convencido de que en el centro de los estudios filosóficos todavía tiene sentido hablar de una disciplina fundamental, una filosofía primera, que ya no puede ser la metafísica y sí una antropología que aspire a representar lo humano universal y la pregunta, de todas las épocas y pueblos, por la vida buena.
Dicha disciplina filosofa sobre el lenguaje, la moral, la libertad, la autoconciencia o la muerte. Pero vayamos a lo principal de Egocentricidad y mística (2003), el último intento unitario de Tugendhat por incluir de forma más o menos sistemática, pero en clave antropológica, temas de todas sus etapas filosóficas: Los seres humanos necesitan amar, salir de sí mismos, pero también, ante la contingencia y la experiencia de la finitud, el dolor y las pérdidas, “recogerse”, dar menos importancia al yo y a los propios estados emocionales, en la misma línea que apuntan las místicas orientales que Tugendhat, sorprendentemente, recupera, sin renunciar a su vigoroso ateísmo. Su tesis, poco posmoderna en este punto, es que
Confrontada con la muerte, una persona quiere tener una concepción coherente de la vida. Me parece problemático, aunque posible vivir al día, hoy gozando, mañana desesperado, y quedando a merced de mis emociones y sentimientos pasajeros. (Problemas, Gedisa, 2002, p. 222).
Despedida
Nos cumple el honor de haber realizado aquí, en Valencia, bajo la dirección de Manuel Jiménez Redondo, la primera tesis doctoral sobre el pensamiento de Tugendhat, a la que siguieron unas cuantas más, a una y otra orilla del Atlántico. Distintas editoriales españolas (Grijalbo, Anthropos, Planeta, Universidad de Barcelona), sobre todo Gedisa, tradujeron la mayor parte de sus libros. Publicaron artículos suyos algunas revistas del país (Isegoria, Quaderns de filosofia y, sobre todo, Mientras tanto).
Hasta siempre, maestro.
José V. Bonet-Sánchez (*)
(*) Ser, verdad y referencia en la filosofía teórica de Tugendhat (tesis doctoral, Univ. de Valencia, 1992).-Ser, verdad y lenguaje: la continuidad filosófica de la obra de Tugendhat (Revista de filosofía, 1996).- La pregunta más humana de Ernst Tugendhat (Publicaciones de la Univ. de Valencia, 2013).- Guerra y antropología en Tugendhat (Thémata, 2015).- La antropología como filosofía primera, después de Tugendhat (Daimon, 2015).- Las penúltimas razones de la moralidad en Tugendhat (Isegoria, 2017).- Espiritualidad y autoconciencia existencial en Tugendhat (Análisis, ARIF, 2018).
Otros artículos de José Vicente Bonet publicados en esta web:
Babel, la ciudad y las palabras (2022)
Sobre culpa, historia y reparación, en el V centenario (2021)
Educar para tiempos confusos (2019)
La identidad cultural. Notas metafísicas (2018)
Sobre el objeto de la antropología filosófica (2017)
About the author
José Vicente Bonet
Actualmente preside la Sociedad de filósofos cristianos (SOFIC) y trabaja en el Instituto universitario de investigación en filosofía Edith Stein de la Univ. Católica de Valencia San Vicente Mártir