¿Filosofía novelada? 

Reflexiones personales en torno a la novela filosófica

                                       

¿Novelar desde la filosofía?

La intención de esta reflexión consiste en analizar la posibilidad de conjugar el pensamiento y la novela. Mas esto, desde la perspectiva de lo que entraña tal aspiración, cuando se responde a la misma con un cierto sentido ético. A este fin, se parte de una experiencia personal, sobre la que se proyectan determinadas consideraciones, un tanto a semejanza del procedimiento fenomenológico. Debido a ello, esta reflexión incluirá la referencia a algunos trabajos concretos, fruto de la propia actividad conjunta del autor como filósofo y escritor literario.

Para adentrarnos en el asunto, cabe el que nos formulemos a su respecto diversas preguntas. Entre ellas, se proponen las que siguen:

 A modo de hipótesis inicial, se adelanta que, de acuerdo con la propia experiencia personal, meditación y narración creativa no tienen por qué excluirse mutuamente, al menos desde la óptica de la peculiar vocación o llamada del autor. Pero, ¿es esto así también para otros, o siempre, y con qué alcance se presenta este dato? Además, ¿qué sentido ético puede revestir este hecho?

 

Algunas reticencias legítimas

Una anécdota ilustrativa

Novela filosófica
Javier Barraca(2020). Perdón.

Una anécdota puede servirnos de punto de arranque concreto en el camino de la reflexión. Se trata de lo sucedido, en 2021, durante el debate que siguió a la alocución “Escribir para perdonar”, que pronuncié en la sección de filosofía del Ateneo escurialense. En aquel momento, un asistente al acto, novelista y literato, expresó su desconfianza en torno a que mi obra Perdón fuera realmente una novela. Lo hizo refutando su carácter novelístico, aludiendo a la descripción de los rasgos de este texto que yo, en cuanto autor, había comentado.

Tiempo después, recibí un mensaje en parte semejante, pero desde el lado opuesto, el filosófico. Partió de un reputado profesor de filosofía universitario, quien me trasladó su criterio respecto a que, hoy, dada la obligada especialización de la labor filosófica, no deben mezclarse entre sí en el mismo texto el pensamiento y la novela. Enunció que él siempre se había negado a apoyar este mestizaje, y esto incluso en pensadores notables, como el propio Ferrater Mora. Ello, dado que, a su juicio, la escritura de la filosofía debe distinguirse de lo literario de una forma clara.

Cuando invoqué para rebatir su argumento a Unamuno, se limitó a responder que este constituía una excepción. Añadió que los novelistas verdaderos y más grandes, en español, los mejores, eran novelistas puros, como Galdós y Pío Baroja. De inmediato, pensé para mis adentros que Baroja escribió textos novelísticos sin duda preñados de lo filosófico, como El árbol de la ciencia. Asimismo, me referí a Camus y Dostoievsky; sin embargo, mi interlocutor no quiso aludir a ellos.

 

 

El nexo existente desde siempre entre literatura y filosofía

Ahora bien, a las figuras aparecidas a lo largo de aquel breve diálogo, podemos agregar, en este lugar, muchos otros nombres. Estos, acaso ayuden a replantear aquí la cuestión. Entre ellos, cabe, en fin, recordar los de filósofos de la talla de María Zambrano u otros tan renombrados como el propio Nietzsche con su Así habló Zaratustra.

Desde luego, ya desde muy atrás, los pre-socráticos, el platonismo, los estoicos e innumerables pensadores de distintas escuelas han recurrido a este nexo entre lo filosófico y lo literario. Lo han hecho de muy variadas maneras, como la de los relatos sapienciales, el aforismo, el apólogo, etc. En cuanto a la otra ribera de este cauce, literatos egregios hibridan sus textos íntimamente con lo filosófico. Así, por poner solo un ejemplo, cabe preguntarse legítimamente si alguien como Kafka, con sus novelas –La metamorfosis, El proceso, El castillo, o sus colecciones de relatos, como La muralla china– no representa un verdadero filósofo, al tiempo que un narrador y novelador.

 

Ética y novela

Novelas que critican la moral de personajes o de sociedades

Hay novelas dotadas de un hondo sentido ético. Lo contienen, sin duda, aquellas que critican ciertas morales vividas por sus personajes –recordemos El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde-. También sucede algo semejante respecto a la crítica de la moral de las sociedades, de un momento histórico determinado, que aparece en numerosas novelas –como las de Charles Dickens, Víctor Hugo, o en La regenta de Clarín, etc.-. Más recientemente, esto se da, por medio de la ciencia-ficción, en las novelas llamadas “distópicas”. Este es el caso de Un mundo feliz de A. Huxley, o de 1984 y Rebelión en la granja de G. Orwell, o de Farenheit 451 de R. Bradbury.

Novelas de ideas o propiamente filosóficas

Novela filosófica
F. Dostoyesvski(2021). Los hermanos Karamázov

No hace falta rememorar episodios y reflexiones concretos de algunas “novelas de ideas”, o propiamente filosóficas, que exhiben una intensa connotación ética. Por ejemplo, en Los hermanos Karamazov dos de sus personajes dialogan en torno al fundamento mismo de la moral, llegando a afirmar uno de estos que “si Dios no existe, todo está permitido” y derivándose de ello un hecho -un asesinato-  decisivo para el relato.

Todo el hilo argumental de Crimen y castigo se desenvuelve a partir de un interrogante moral del protagonista, Raskolnikov, quien se pregunta obsesivo acerca de la bondad o maldad de un acto tal como matar a una anciana para robarle, en determinadas circunstancias personales y a causa de ciertos motivos. En Los demonios, del mismo autor, se habla del maltrato y la corrupción de los niños, se medita acerca de la génesis de la crueldad y se plantea críticamente la legitimidad o no de la revolución por medio del terror.

Asimismo, La peste, de Camus, también nos ofrece una muestra de esta fuerte carga moral de la novela que se adentra en el pensamiento; así como su genial El extranjero. El existencialismo, en general, incluido el del propio Sartre, conjuga con un profundo interés los diferentes géneros de escritura. Esto, por no mencionar la sátira moral contenida en otras novelas clásicas, como las de la literatura picaresca, las de Cervantes (su Don Quijote o sus Novelas ejemplares), las de Tolstoi, Gogol, Thomas Mann, Lampedusa, Mark Twain, Herman Hesse, etc.

Obras inclasificables

Junto a esta inacabable ristra de autores y de obras, que practican un fértil mestizaje entre la novela y el pensamiento, conviene atender a otro argumento. Es el que consiste en advertir que merece la pena cuestionarse la necesidad de “encasillar”, forzosamente, los textos, o lo que se escribe, en géneros puros o cajones perfectamente estancos y aislados. ¿Acaso no supone cada escrito humano ya una realidad distinta, dotada de su singular personalidad, de su originalidad, al igual que su autor?

Hay numerosos ejemplos de una escritura fecundísima desde luego inclasificables en categorías rígidas. Por ejemplo, ¿a qué categoría precisa pertenecen obras como El hombre en busca de sentido de Frankl o Sin destino de Kertesz? ¿Son estos escritos novelas auto-biográficas o más bien relatos morales? O ¿qué es el propio Borges?, ¿un narrador o un filósofo?, o ¿ambas cosas y ninguna a la vez? ¿A qué género cabe asignar sus libros Ficciones y El Aleph, o sus poemas filosóficos? ¿Dónde ubicar, exactamente, El Principito de Saint-Exupèry?

 

La ética y el novelar desde la propia experiencia personal

La dimensión ética de la novela filosófica es paralela a la dimensión ética de la vida humana

Para todo aquel que practica la literatura de auto-ficción, en su hibridación con lo filosófico, resulta muy complicado excluir el componente, la dimensión ética de sus textos. Ello implicaría, de hecho, un esfuerzo muy arduo por extirpar los interrogantes y las derivaciones morales que esta clase de escritura comporta. Al cabo, tal pretensión equivaldría a un artificial querer erradicar, arrancar la componente ética de la misma vida humana, que en estas obras se expone.

Ahora bien, precisamente, esta imposibilidad de escisión entre la existencia humana y la ética es lo que muestran ya los títulos de dos de mis composiciones –La ciencia del vacío y Perdón-, cuyos enunciados revelan a las claras una referencia a determinados valores de fondo. Lo mismo sucede en mis obras más recientes. Así, Dietario de un ex aborda una crisis existencial de un hombre maduro con su consiguiente aspecto ético. Y Persona se adentra en la crítica al individualismo, al materialismo y al utilitarismo actuales.

De esta manera, los contenidos o temas principales de esta sencilla serie de novelas breves en clave filosófica, de la que soy autor, responde a cuestiones e interrogantes éticos. Mas, ¿sucede lo mismo con la forma, con el modo o estrategia seguidos al abordar tales contenidos? ¿Resulta el método de tratar, en ellas, tales asuntos, explícitamente ético o no? Esto es: ¿la propia perspectiva, la óptica, el enfoque fundamental desde el que están escritas integra lo ético, o esto no constituye en su curso nada más que un adorno, un accesorio casi inevitable?

El planteamiento de la novela filosófica tiene una resonancia ética no siempre explícita

A este respecto, y a reserva por supuesto de lo que juzguen mejor sus lectores, pienso que el método o camino personal de aproximación a estas preguntas, en tales textos, posee un cierto carácter ético, una resonancia o eco éticos, aunque no necesariamente explícitos. Esto se opera, en sus páginas, de una forma indirecta o implícita.

Ello, por cuanto sus argumentos interiores o de fondo se mueven, de algún modo, en torno a un eje filosófico: el de la vocación. Ahora bien, no hace falta señalar cómo la noción de “vocación” implica una honda carga ética. Basta recordar a Julián Marías al hablar de ello, o a Marañón y su obra Vocación y ética. Junto a esto, conviene advertir que, al incorporar lo vocacional según una aproximación netamente filosófica del término, el mismo no se restringe a lo religioso o espiritual, sino que tiene un alcance integrador. “Vocación”, de acuerdo con este alcance más amplio, propiamente filosófico, comporta la llamada a la plenitud personal, gracias a la invitación que se nos dirige desde el conjunto de los valores (estéticos, sociales, económico-políticos, culturales, religiosos y, por supuesto, éticos).

Novela filosfófica
J. Barraca (2022). Persona
 
Dietario de un ex

El protagonista de Dietario, así, no se limita a narrar sucesos neutrales ni a especular acerca de asuntos lejanos a él, sino que vive su propia existencia como una búsqueda de sentido, algo que parece echar de menos en ciertos instantes, y su diario se transforma en una exploración propia en torno a la felicidad y los valores. La columna vertebral del texto, de hecho, radica en su replantearse la escala o jerarquía de valores en la que estaba instalado. Esto, que se expresa en un tono cercano por momentos a lo poético, constituye ya un esfuerzo ético, de reflexión sobre lo moral.

Persona

En cuanto a Persona, el hilo de la historia se va desplegando también desde una “transformación ética”, que se opera, paso a paso, en el narrador. Ello, sin que en este caso el propio sujeto sea siempre consciente. Pero, al cabo, su desarrollo moral representa la fuente de la evolución del relato, sus distintas etapas son las que trenzan o hilan el todo. De esta manera, el nervio moral de los sucesos vuelve a articularse a través de la vocación personal.

 

 

Conclusión de estas reflexiones personales en torno a la novela filosófica

De alguna manera, en síntesis, y para concluir ya esta reflexión que integra la propia experiencia, novelar filosóficamente presenta una dimensión ética natural o intrínseca. Esta resulta inseparable del lenguaje y de su conexión inherente con la vida humana. Y acontece, en su sentido profundo, por cuanto es la vocación lo que mueve esta característica escritura, el novelar filosofando.

Se trata, por tanto, de una llamada que nace en el marco del valor o interés que presenta el entrelazamiento de la literatura con el pensamiento. En estas condiciones, cabe preguntar, para terminar, si por parte de todo autor, llamado a operar este singular mestizaje, sería incluso no-ético, anti-ético, el dejar de responder a esta apelación. ¿No faltaría, en algún extremo, a la responsabilidad con su propio desarrollo y realización, aquel que, apelado interiormente a ello, diera la espalda a este aspecto de su vocación?

 

 

Más artículos de Javier Barraca publicados en esta web:

La fecundidad de lo bello: ¿por qué resulta tan fértil humanamente la belleza?

La manipulación del lenguaje en relación con la identidad de la mujer

 

Para ver más artículos de fondo publicados en esta web, pinchar aquí

 

 

 

 

About the author

Javier Barraca Mairal
Profesor titular de Filosofía at Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) | Website | + posts

Javier Barraca Mairal es profesor titular de Filosofía de la Universidad Rey Juan Carlos

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *