Cuatro principios para la ética animalista
PRINCIPIOS PARA LA ÉTICA ANIMALISTA Primer principio para la ética animalista: Totalidad Todos los seres son moralmente importantes, todos ellos poseen valor por el mero hecho de ser, y esto incluye, por supuesto, a los animales. Este principio supera las limitaciones propias de las éticas antropocéntricas, que concederían valor inherente solo a los seres humanos. Del mismo modo, supera las limitaciones de las éticas sensocentristas, que otorgan relevancia moral solo a los seres sintientes. Dichas éticas plantean un problema de muy difícil solución: ¿dónde hemos de trazar la línea de la relevancia moral?, ¿debemos reconocer tal condición a los primates, a los mamíferos en general, a las aves, a todos los vertebrados, a los cefalópodos…? ¿Y las plantas?, ¿es que no poseen cierta sensibilidad?[1] Desde una perspectiva aristotélica, por ejemplo, la capacidad de sentir dolor no es condición necesaria de relevancia moral, con lo cual se evita este problema. Por