The Bells of St Mary’s (Las campanas de Santa María,1945)

como secuela de Going my Way (Siguiendo mi camino, 1944)

ambas de Leo McCarey  

Film de McCarey de 1945
The Bells of St. Mary´s (Las campanas de Santa María, 1945) una espléndida secuela de Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944), con Ingrid Bergman como estrella, ambas películas de Leo McCarey. Imagen 1

                                                                                                                                                                         

Resumen:

En esta primera contribución dedicada a The Bells of St. Mary´s (Las campanas de Santa María, 1945) comenzaremos por justificar por qué se trata de una secuela de Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944). Tras constatar que Leo McCarey la ve así, reflexionamos sobre los aspectos que marcan la continuidad y los que marca la diferencia. Los primeros inciden en el cambio de guionista que en esta ocasión es Dudley Nichols, y sobre todo con la presencia de la estrella Ingrid Bergman. La continuidad la marca el perfil del personaje del P. O´Malley (Bing Crosby).

En la segunda parte, a través del personaje de Mrs. Breen (Unna O’Connor) hemos visto cómo McCarey crea un clima en el que la expectativa es la tensión y el enfrentamiento que puede haber entre el párroco y las monjas que dirigen la escuela.

En la tercera parte, comprobamos que, a pesar de la buena disposición del P. O´Malley, la tensión en la relación con las monjas tiene una parte inevitable, por la diferente manera de ver las cosas por parte de las personas masculinas y las personas femeninas. Destacamos los recursos que McCarey pone en juego, y de manera particular el papel simbólico de los gatitos que merodean por la comunidad religiosa.

En la cuarta parte comprobamos cuáles serán los contenidos de esta tensión entre el párroco y las monjas: los criterios educativos y la situación ruinosa del edificio. También es ocasión para mostrar la esperanza con la que las monjas viven el futuro de la escuela, con una visión de fe.

En la quinta parte se nos hace presente el personaje del empresario Mr. Bogardus (Henry Travers) y sus aspiraciones. A pesar de su aspecto bondadoso no esconde todas las maniobras que prepara desde su poder económico y político, dando muestras de un proceder que se acerca a la corrupción.

En la sexta parte vemos cómo la petición de una madre, Mary Gallagher (Martha Sleeper) al P. O´Malley para que su hija estudie en la escuela como interna, revela el aspecto más humano de la misión educativa de St. Mary´s. Al mismo tiempo comprobamos la humanidad del P. O´Malley hacia la situación difícil de esta mujer.

En la breve conclusión señalamos que se han presentado los escenarios principales de la película. Tras justificar la continuidad y la diferencia con respecto a Going My Way, hemos abordado los temas nucleares que van a desarrollar la trama: la tensión entre el P. O’Malley y las monjas, las dificultades de la escuela, las aspiraciones del empresario sobre ella y la misión educativa que desarrolla la escuela.

Palabras clave:

Persona masculina, persona femenina, escuela, educación, corrupción, esperanza, reconstrucción personal.

Abstract:

In this first contribution dedicated to The Bells of St. Mary’s (1945) we will begin by justifying why it is a sequel to Going My Way (1944). After establishing that Leo McCarey sees it as such, we reflect on the aspects that mark the continuity and those that mark the difference. The first ones have to do with the change of screenwriter, this time Dudley Nichols, and above all with the presence of the star Ingrid Bergman. The continuity is marked by the profile of the character of Father O’Malley (Bing Crosby).

In the second part, through the character of Mrs. Breen (Unna O’Connor) we have seen how McCarey creates a climate in which the expectation is the tension and confrontation between the parish priest and the nuns who run the school.

In the third part, we see that, in spite of the good disposition of Fr. O’Malley, the tension in the relationship with the nuns has an inevitable part, because of the different way of seeing things on the part of the male and female persons. We highlight the resources that McCarey brings into play, and in particular the symbolic role of the kittens that prowl around the religious community.

In the fourth part we see what will be the contents of this tension between the parish priest and the nuns: the educational criteria and the ruinous situation of the building. It is also an opportunity to show the hope with which the nuns live the future of the school, with a vision of faith.

In the fifth part we are introduced to the character of the businessman Mr. Bogardus (Henry Travers) and his aspirations. In spite of his good-natured appearance, he does not hide all the maneuvers that he prepares from his economic and political power, showing signs of a behavior that is close to corruption.

In the sixth part we see how the request of a mother, Mary Gallagher (Martha Sleeper) to Father O’Malley for her daughter to study at the school as a boarder, reveals the most human aspect of St. Mary’s educational mission. O’Malley’s humanity towards the plight of this woman.

In the brief conclusion we note that the main scenarios of the film have been presented. O’Malley and the nuns, the difficulties of the school, the entrepreneur’s aspirations for the school, and the educational mission of the school.

Keywords:

Male person, female person, school, education, corruption, hope, personal reconstruction.

 

1. THE BELLS OF ST. MARY´S (LAS CAMPANAS DE SANTA MARÍA, 1945) COMO SECUELA DE GOING MY WAY (SIGUIENDO MI CAMINO, 1944)

Algo testificado por el propio Leo McCarey

Que Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944) tenga su continuación en The Bells of St. Mary’s (Las campanas de Santa María, 1945) es algo que queda al margen de cualquier discusión sensata.

Ya en su entrevista aparecida en 1965 en los Cahiers de Cinema McCarey lo había apuntado.

Hice The Bells of St. Mary’s porque me llegaban cartas de todo el país explicándome que si había hecho que los sacerdotes fueran tan humanos y tan populares, podría hacer lo mismo con las hermanas y las monjas…. Me decían que se la debía, ya que ellas también eran humanas: vivían, respiraban, se reían, etc. Trabajé un poco entonces la cuestión. Pero tengo muy pocas canciones en esta película, muchas menos que en la primera. (Daney & Noames, 1965: 18).

De una manera más explícita lo explica en su coloquio con Peter Bogdanovich.

PB. «¿Concibió expresamente Las campanas de Santa María como una segunda parte de Siguiendo mi camino?».

LM. «Sí. Recibí cartas de todos los rincones del país diciendo que puesto que había conseguido hacer a los curas tan humanos y populares, debía hacer lo mismo con las monjas. Dijeron que se lo debía, que también eran humanas. O sea que en realidad fue un encargo».

PB. «¿Quedó satisfecho de Las campanas de Santa María?».

LM. «Mucho». (Bogdanovich 1998: 423; 2008: 44).

No era una misión sencilla hacer una continuación de una película tan galardonada

Justificar por qué esto es así requiere alguna reflexión más acerca de cómo se consigue. Hay que partir de que no se trataba de una misión sencilla. La película recibió diez nominaciones para los Academy Award, que se tradujeron en siete óscar: mejor película (Paramount), director (McCarey), historia original (McCarey), actor (Crosby), actor secundario (Barry Fitzgerald), guion (Frank Butler y Frank Cavett) y mejor canción (“Swinging on a Star” de James Van Heusen y Johnny Burke). Wes D. Gehring encomia lo que supuso este triunfo.

Leo McCarey fue el primer cineasta que así ganó dos Óscar por la misma película, y su reconocimiento por el escrito se dio… ¡en directa competencia con la historia original de John Steinbeck para Lifeboat (1944) de Alfred Hitchcock! Y si la película se hubiese realizado hoy en día, McCarey podría haber recibido un tercer Academy Award como productor de la mejor película. Pero en aquel tiempo el Óscar fue al estudio promotor de la película.

¿Cómo puede un artista cinematográfico dar continuidad a un triunfo sin precedentes? (Gehring 2005: 189).

Una estrategia basada en mantener al personaje de Bing Crosby, el P. O´Malley y variar otros aspectos estructurales de Going My Way

Leo McCarey parecía tener claro cómo responder a la pregunta anterior. Se trataba de mantener el protagonismo de Bing Crosby y variar los otros aspectos. Especialmente significativo fue introducir la contraposición entre el sacerdote y las monjas, propiamente con la superiora, la Hna. Mary Benedict (Ingrid Bergman). Vamos a comenzar reflexionando sobre estos aspectos de cambio para luego abordar lo que daba continuidad a ambas películas. Sólo dejamos ya apuntado algo del aspecto común, con estas acertadas expresiones de McKeever.

Las actuaciones de Crosby, tanto en Going My Way como en The Bells of St. Mary’s son importantes porque representan las cualidades básicas de la cultura estadounidense del momento, cualidades que se presentaban al público con un retrato de un hombre común universal. El Padre O’Malley de Crosby encarnaba el ideal del varón americano como una masculinidad que no es ni dominante, ni agresiva, ni especialmente viril. Su aspecto es normal, sus orejas son grandes, y su cuerpo es pequeño, pero es inteligente y sensible, que son cualidades más importantes que ser físicamente fornido. Es seguro de sí mismo, pero sincero, poco afectado y nada sensiblero. Gracias a McCarey, Crosby llegó a ser identificado como el Father Chuck, afable, desenvuelto y encantador. (McKeever 2000: 357).

Los ganadores del Oscar al mejor guion por Going My Way (1944), Frank Butler y Frank Cavett no fueron elegidos para The Bells of St. Mary´s (1945): McCarey se inclinó por Dudley Nichols

Que se trataba de una creación de McCarey se hacía manifiesto cuando tras la muerte del cantante, señala Jerome Michael McKeever, uno de sus hijos, Gary, publicó una obra autobiográfica (Crosby & Firestone, 1983). En ella denunciaba la manera tiránica del cantante a la hora de educar a sus hijos.

Vayamos a las diferencias entre ambas películas. Podemos comenzar señalando que los ganadores del Oscar al mejor guion por Going My Way (1944), Frank Butler (1890-1967) y Frank Cavett (1905-1973) no fueron elegidos para The Bells of St. Mary´s (1945), sino que McCarey se inclinó por Dudley Nichols (1895-1960). Frank Cavett fue primero asistente de director, y a partir de 1939 pasó a ser sobre todo guionista, aunque ya había tenido alguna experiencia no acreditada en películas como Comet Over Broadway (Busby Berkeley, John Farrow, 1938) o Rulers of the Sea (Frank Lloyd, 1939).

Frank Butler entendió la marca de la comedia de McCarey, con su énfasis en el humor slapstick, la comedia del avergonzamiento, y las yuxtaposiciones irónicas

Frank Butler conocía a Leo McCarey desde que colaboraron en los Hal Roach Studios, con las películas mudas de los años veinte. Fue acreditado como director de Flying Elephants (En la edad de piedra, 1927-1928)[1], uno de los primeros cortos de McCarey con Laurel y Hardy, en el que no aparecen como el dúo típico que los haría famosos. Como recoge McKeever (2000: 347), antes de su trabajo con Going My Way escribió dos guiones para Laurel y Hardy a mediados de los años treinta. Se trataba de Babes in Toyland (Había una vez dos héroes, 1934) y Bonnie Scotland (Dos fusileros sin bala, 1935). Y también escribió tres guiones para las Road Movies de Bing Crosby y Bob Hope: Road to Sincapore (Ruta de Singapur, 1940); Road to Zanzibar (1941); Road to Morocco (Ruta de Marruecos, 1942). Y también formó parte del equipo de guionistas de la colaboración entre Leo McCarey y la que había sido estrella de Hal Roach, el artista cómico Harold Lloyd, en The Milky Way (La vía láctea, 1936)[2].

Señala con acierto Jerome McKeever que “Frank Butler entendió la marca de la comedia de McCarey tan bien como cualquier otro, con su énfasis en el humor slapstick, la comedia del avergonzamiento (“embarrasment”), y las yuxtaposiciones irónicas”. (McKeever 2000: 347).

Dudley Nichols y McCarey compartían algunas similitudes en su aproximación a la comedia y al personaje

En Dudley Nichols McCarey pudo ver, por el contrario, ese guionista ampliamente admirado por su inteligencia y su don para el diálogo. Señala McKeever que fue la adaptación de Nichols de For Whom the Bell Tolls  (Por quién doblan las campanas, Sam Wood, 1943), basada en la novela de Ernest Hemingway, la que cautivó la admiración de McCarey (McKeever, 2000: 387). Contratarle era señal de que “nada sino lo mejor era suficientemente bueno para el Padre O’Malley y para la recientemente formada empresa de producción de McCarey, Rainbow” (Ibidem). Además contar con este guionista ayudaba para atraer la estrella de Ingrid Bergman hacia esta película.

La tesis doctoral de McKeever apunta que a pesar de que Nichols no había trabajado antes con McCarey, “ellos compartían algunas similitudes en su aproximación a la comedia y al personaje” (Ibidem). Y aporta los siguientes datos. Nichols escribió Bringing Up Baby (La fiera de mi niña, Howard Hawks, 1939), que en algunos aspectos era deudora de la obra de Leo McCarey The Awful Truth (La pícara puritana, 1937)[3]. Además Nichols admiraba sin complejos Going My Way y editó su guion para que fuese publicado. Llegó a Hollywood en 1929, el mismo año que McCarey dejó de trabajar para Hal Roach, y se ganó su crédito como escritor sobre todo con sus trabajos con el gran John Ford—por ejemplo en The Informer (El delator, 1935), The Plough ante the Stars (La osa mayor y la estrellas, 1937); The Long Voyage Home (Hombres intrépidos, 1940) o con el no menos aclamado Howard Hawks— en la mencionada Bringing Up Babby (1938) o Aire Force (1943)—. (McKeever 2000: 388).

La huella más clara de Nichols en The Bells of St. Mary´s se encuentra en los diálogos, por lo general superiores a los de Going My Way

Propio de Nichols era situar a una serie de personajes diversos en un contenedor rígido, como la diligencia de John Ford o el bombardero B-17 de Howard Hawks. Y,  en consecuencia, el guionista, al igual que McCarey, buscaba crear personajes únicos y complejos, muy alejados de los estereotipos de Hollywood.

La huella más clara de Nichols en The Bells of St. Mary´s se encuentra en los diálogos, por lo general superiores a los de Going My Way, “caracterizados por capas de ironía que van incluso más allá del alto nivel que distingue la mayoría de las películas de McCarey“ (Ibidem). Tendremos ocasión de comprobarlo a lo largo del texto filosófico fílmico.

En definitiva, McCarey, sin perder sus notas características, encontraba en la aportación de Dudley Nichols una ocasión de profundizar la calidad de The Bells of St. Mary´s.

De Barry Fitzgerald a Ingrid Bergman

El segundo aspecto que marca la diferencia entre Going My Way y The Bells of St. Mary’s es todavía más notorio y se refiere al cambio del personaje con el que contraponer el Padre O’Malley. Si en la primera película este cometido recaía en el P. Fitzgibbon (Barry Fitzgerald), ahora sería la estrella Ingrid Bergman la que encarnaría a la superiora de la comunidad, la hermana Mary Benedict.

Barry Fitzgerald como el Padre Fitzgibbon fue una completa creación de Leo McCarey. Aunque se trataba de un espléndido actor irlandés, en realidad era de Protestante y sólo tenía 56 años. Pero el director consiguió que fuese completamente convincente en su representación de un anciano clérigo católico romano. McCarey enseñó a Fitzgerald a hacer la genuflexión y la señal de la cruz como hacen los católicos, y a seguir las pautas de comportamiento de un septuagenario Monsignor Conneally[4] (McKeever 2000: 359).

Fitzgerald fue considerado por muchos un descubrimiento de McCarey a raíz de esta película. Pero tras más de veinte años el compañía Abby Theatre de Dublin, fue John Ford quien le convenció para que actuara en The Plough and the Stars (1937). Antes de trabajar con McCarey lo hizo en dieciséis películas, algunas tan destacadas como Bringing Up Baby (1938), Marie Antoinette (María Antonieta, W.S. Van Dyke, 1938) o How Green Was My Valley (¡Qué verde era mi valle!, John Ford, 1941).

… los motivos y las finalidades de la mujer, en función de sus proyectos, son distintos de los del varón, aun cuando sus actividades materialmente coincidan

Lo más relevante de este cambio presenta una doble dirección. Por un lado, la tensión que marcaba la diferencia de edad en Going My Way —juventud frente a ancianidad—, ahora la va a protagonizar la diferencia sexual, persona masculina (P. O’Malley, Bing Crosby), persona femenina (Hermana Mary Benedict, Ingrid Bergman). Volveremos sobre ella a lo largo del texto filosófico fílmico. Valga tan sólo apuntar ahora al tipo de tensión que nos parece que emerge de la película y que han sido muy adecuadamente explicados por Julián Marías.

… los motivos y las finalidades de la mujer, en función de sus proyectos, son distintos de los del varón, aun cuando sus actividades materialmente coincidan, y de ahí viene la impresión de «irracionalidad» o «ilogicidad» que la mujer produce en el varón. Este no entiende lo que hace la mujer, porque no suele ver por qué y para qué lo hace, ya que si él hiciera «lo mismo» lo haría por otros motivos y con otros fines. (Marías, 1970: 2007).

Tras el éxito de Casablanca y de For Whom the Bell Tolls se entiende el interés de Leo McCarey por dar el papel de monja a una actriz con tanta carga romántica

La otra dirección que supone la incorporación al proyecto de The Bells of St. Mary’s de Ingrid Bergman tenía que ver, como en el caso de Dudley Nichols, con reforzar el prestigio del proyecto. En el primer momento Leo McCarey se planteó que el papel de la hermana Mary Benedict pudiera haberlo realizado Irene Dunne. Pero tras el éxito de Casablanca (Michael Curtiz, 1942) y de la ya mencionada For Whom the Bell Tolls (1943) se entiende el interés de Leo McCarey por dar el papel de monja a una actriz con tanta carga romántica. (Gehring 2005: 196).

Tanto la autobiografía de Ingrid Bergman (Bergman & Burguess, 2020: 141-142), como otras biografías acreditadas que hemos consultado (Chandler, 2008: 111-112; Spoto, 2015: 172-173) relatan la puja que tuvo que hacer Leo McCarey ante David O. Selznick. Este, cmomo productor independiente, tenía bajo contrato en exclusiva a la estrella sueca, y tenía muy malas vibraciones ante las posibilidades de éxito de una secuela sobre una obra tan galardonada. Tampoco veía favorable que el protagonista masculino fuese un cantante con sus números musicales. Pero Ingrid Bergman quería hacer la película y McCarey aceptó cuantas condiciones Selznick le fue planteando. Por duras que estas fueran, sabía que acabaría recuperando gran parte de lo invertido si The Bells of St. Mary’s cosechaba el éxito. Y así fue y además de manera desbordante. Aunque no superó en beneficios a Going My Way, dado el alto coste de contratar a Ingrid Bergman, sí superó en más de medio millón de dólares sus ingresos en la taquilla.

La aparición del P. O’Malley es disruptiva. Aunque sus modos son suaves y nada presagia afán revolucionario o de cambio, su presencia hace intuir que ha venido para hacer que las cosas cambien

Si lo que marca la diferencia de una manera palpable entre ambas películas son estos cambios en el guion y en la actriz protagonista, lo que da continuidad es el personaje del P. O’Malley. Sin pretender ser completamente exhaustivos, y dejando para el texto filosófico fílmico que precisemos o maticemos algunas de estas afirmaciones, podemos precisar algunos de estos rasgos característicos del personaje. Los agrupamos en ocho.

a) La aparición del P. O’Malley es disruptiva. Aunque sus modos son suaves y nada presagia afán revolucionario o de cambio, su presencia hace intuir que ha venido para hacer que las cosas cambien.

b) Alejado de cualquier rasgo heroico, el P. O’Malley se presenta de modo humilde y acepta las humillaciones que su falta de apelación al poder o la autoridad le suministran.

c) Su misión es revitalizar una presencia de la Iglesia, de una parroquia, de una escuela, que parece vencida por el curso de los acontecimientos y ha quedado palpablemente envejecida.

Busca promover las energías que tienen que ver con la empatía, con hacer el bien a los demás, y que huyen de la rigidez y del juicio descalificante del prójimo

d) Para traer nueva vida a esas comunidades su receta no es técnica sino humana, por lo que busca promover las energías que tienen que ver con la empatía, con hacer el bien a los demás, y que huyen de la rigidez y del juicio descalificante del prójimo.

e) Su preocupación por los asuntos económicos nunca deja la última palabra a la lógica crematística (Ballesteros 2021: 406-422), sino que por el contrario pone su confianza en saber dar sentido a la riqueza desde un principal uso caritativo de los bienes.

f) La revitalización, la empatía, la flexibilidad y la caridad están pidiendo una nueva sensibilidad estética, que sepa leer a través de la belleza musical lo que verdaderamente anhela el corazón humano.

g) La humildad lo acompaña en todo momento, por lo que desde el principio al final de ambas películas ejercen la máxima de mirar el bien del otro antes que el suyo propio.

 

2. EL TEXTO FILOSÓFICO-FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (I): LOS TÍTULOS DE CRÉDITO Y EL ENCUENTRO DEL P. O’MALLEY CON EL AMA DE LLAVES (UNA O’CONNOR) Y SUS CHISMES CONTRA LAS MONJAS

Miss Bergman aparece por acuerdo con David O. Selznick

Tras el título de la película, The Bells of St. Mary´s,  aparece el nombre de la productora creada por Leo McCarey, Rainbow Productions. En el siguiente fotograma se ven los nombres de BING CROSBY y de INGRID BERGMAN, los dos al mismo nivel. Y se lee bajo una cláusula pactada por McCarey y el productor independiente:

Miss Bergman appears by arrangement with David O. Selznick (Miss Bergman aparece por acuerdo con David O. Selznick).

A continuación el fotograma principal señala: in Leo McCarey´s “The Bells of St. Mary´s”, 1945. Conviene indicar que los títulos sobre impresionados se van deslizando mientras aparece el dibujo de una iglesia con su torre. Aparecen los nombres de los demás actores.

HENRY TRAVERS ( en el papel de Horace P. Bogardus)

WILLIAM GARGAN (como Joe Gallagher)

RUTH DONNELLY (como la Hermana Michael)

JOAN CARROLL (como Patsy Gallagher)

MARTHA SLEEPER (como Mary Gallagher)

RHYS WILLIAMS (como Dr. McKay)

RICHARD TYLER (DICKIE TYLER, como Eddie Breen)

UNA O’CONNOR (COMO Mrs. Breen)

El guion es de Dudley Nichols sobre una historia de Leo McCarey

El fotograma siguiente muestra que el guion es de DUDLEY NICHOLS, y la historia de LEO McCAREY. A continuación se apunta que la banda musical es de ROBERT EMMET DOLAN, que la canción “Aren´t you’ glad you´re you?” es de Johnny Burke y de James Van Heusen, y que la composición musical de “The Bells of St. Mary´s” ha sido realizada por Douglas Furber y A. Emmett Adams.

A continuación se da cuenta de que el director de fotografía es GEORGE BARNES, mientras los efectos especiales han estado a cargo de VERNON L. WALKER; el director artístico es WILLIAM FLANERY; el decorador es DARREL SILVER y la diseñadora de vestuario nada menos que EDITH HEAD. Siguen desplazándose los letras y vemos que el montaje ha corrido a cargo de HARRY MARKER, que el ayudante de dirección es HARRY SCOTT y que el sonido ha estado a cargo de RICHARD VAN HESSEN y de JAMES G. STEWART. Finalmente se cierra con el sello de que ha sido producida y dirigida por LEO McCAREY.

Sí, es bastante pesado pasar todo el día en un vagón

Fotograma del film de McCarey
Mrs. Breen (Unna O’Connor) una experta en chismes que crean inquietud sobre la presencia de las monjas en la escuela, en The Bells of St. Mary´s de Leo McCarey. Imagen 2

Comienza la película y se ve a una serie de peatones que caminan por delante de una iglesia de estilo neogótico. Con su canotier (sombrero de paja) se distingue al P. O’Malley (Bing Crosby). Se sujeta el sombrero, camina por la acera y se dirige a la casa abadía. Sube unos escalones de espaldas a la cámara que lo está tomado en un plano medio. Llama a la puerta de la casa abadía de la iglesia. Le abre el ama de llaves, Mrs. Breen (Una O’Connor).

 

Mrs. Breen (Al verle tras abrir la puerta): “¿Padre O’Malley?”.

Padre O’Malley (En adelante POM): ”Sí”.

Mrs. Breen: “Bienvenido a St. Mary, Padre”.

POM (Tocándose el sombrero): “Gracias”. (Pasa y se descubre. Mrs. Breen sujeta la puerta, mientras le hace una leve inclinación de cabeza. A continuación cierra. La cámara muestra el interior de la casa abadía. Mrs. Breen figura de espaldas y delante de ella se ella se ven las escaleras interiores de la vivienda).

Mrs. Breen: “Supongo que estará cansado del viaje”. (El comentario refuerza el carácter disruptivo de la figura del P. O´Malley: no se sabe de dónde viene).

POM (Que aparece detrás de ella): “Sí, es bastante pesado pasar todo el día en un vagón”. (Se los ve subiendo las escaleras).

Mrs. Breen (A la que se le notan maneras de buscar mandar sobre los sacerdotes): “Bueno, le acompañaré a su habitación. No hay nada que hacer, salvo irse a dormir”.

¿Está el Padre Fogarty todavía aquí?… No, vinieron esta mañana a recogerle. ¡Pobre hombre!

Pronto la confrontación del P. O´Malley con su predecesor va a comenzar a poner en liza uno de los ejes fundamentales de la película: la tensión del P. O´Malley con las monjas. Mrs. Breen hace de introductora de un legado de poco entendimiento.

POM (al llegar al recodo de la escalera). “¿Está el Padre Fogarty todavía aquí?”

Mrs. Breen (que iba por delante, se gira hacia él): “No, vinieron esta mañana a recogerle. ¡Pobre hombre!” (Ya hace ademán de seguir subiendo).

POM (extrañado por el comentario): “Pobre hombre, ¿por qué’”

Mrs. Breen (segura de lo que dice): “Ya lo verá”. (Y continúa subiendo)

No comprendo eso que dijo del Padre Fogarty … ya lo verá… ¿Qué es lo que veré?

La cámara muestra que han llegado a la amplia aunque austera habitación del sacerdote. Mrs. Breen enciende la lámpara. Se ve una cama bastante amplia, como de cuerpo y medio. También hay una mesa redonda pequeña en el centro y dos sillones. Mientras el P. O´Malley deja su sombreo en la mesa.

Mrs. Breen: “Espero que encuentre aquí todo lo que necesite, padre. (Se le acerca de un modo más confidente). ¿No le apetece una taza de té?. (Mientras el P. O´Malley deja su maleta en un sillón).

POM (Que lleva todavía la maleta, en el plano con Mrs. Breen que se le aproxima por detrás): “No, gracias. (Mrs. Breen comienza a retirarse, cuando el P. O´Malley le pregunta). No comprendo eso que dijo del Padre Fogarty … ‘ya lo verá…’ ¿Qué es lo que veré?“.

Mrs. Breen (En el plano, junta las manos con el semblante serio): “Lo mismo que vio el P. Fogarty… ¡Pobre hombre!”.

POM (Comenzando a inquietarse): “¿Otra vez, ‘pobre hombre’? ¿Qué le pasó?”.

Mrs. Breen (Otra vez girándose hacia él): “Fue humillante cuando se lo llevaron en una silla de ruedas”.

Mrs. Breen es obviamente una veterana en el juego de los cotilleos y quiere explotar la ingenuidad del Padre O’Malley por todo lo que vale

El gesto de alarma del P. O´Malley resulta ya notorio. No tenía ni la más remota noticia de lo que el ama de llaves le está relatando. Leland Poague, en su certero análisis de la película, muestra que el ama de llaves está creando un clima para predisponer negativamente al P. O´Malley con respecto a las monjas.

Mrs. Breen, el ama de llaves de la casa abadía, da la bienvenida al P. O´Malley a St. Mary; y al tiempo que es llevado a su habitación el Padre O´Malley pregunta sobre su predecesor, el Padre Fogarty. Mrs. Breen le informa más bien crípticamente de que al Padre Fogarty se lo llevaron el día anterior y ella expresa su compasión por la situación difícil del pobre hombre —evitando cuidadosamente una explicación de esa difícil situación para que el Padre O´Malley no se viera aliviado de preguntar más: ella es obviamente una veterana en el juego de los cotilleos y quiere explotar la ingenuidad del Padre O’Malley por todo lo que vale. (Poague, 1980: 268).

POM (En el plano): “Que se lo llevaron… ¿Adónde?” (Frunce el ceño).

Rezaba por usted para que su estancia aquí le resultara… agradable y satisfactoria. Aunque dudaba mucho de que así fuera

La respuesta del ama de llaves consigue ir elevando el tono de misterio y sospecha que estaba creando.

Mrs. Breen: “A una casa de reposo. (Plano del gesto de perplejidad del P. O´Malley). Rezaba por usted para que su estancia aquí le resultara… agradable y satisfactoria. Aunque dudaba mucho de que así fuera. (De nuevo en el plano). Verá, él tenía sus propias ideas de cómo llevar la escuela y cómo educar a los niños… (Con el P. O´Malley en el plano), pero ellas tenías también las suyas”.

POM (Con la misma perplejidad): “¿Ellas? (Voz de Mrs. Breen). ¡Las hermanas!”.

Mrs. Breen (Ya en el plano): “El Padre Fogarty decía que ellas querían imponer siempre su voluntad y al quedar inmovilizado en su silla de ruedas… lo consiguieron”.

POM (En el plano, agachando la cabeza): “Tal vez empezaran a pesarle los años”. (Y mira hacia Mrs. Breen).

Mrs. Breen (Moviendo la cabeza con gesto de escepticismo): “Se encontraba perfectamente cuando vino aquí”. (Y refuerza su actitud mirando hacia abajo significativamente).

El P. Fogarty tenía sus ideas de cómo llevar la escuela y cómo educar a los niños, pero las hermanas tenían las suyas

Las expresiones de Mrs. Breen están planteando de manera sencilla y coloquial una realidad que Julián Marías plantea en toda su dimensión antropológica. Una reflexión necesaria en tiempos en los que la llamada ideología de género considera que la solución es borrar por completo las diferencias entre varón y mujer, como si fueran expresivas de una injusticia radical. La filosofía de Julián Marías y el personalismo integral tienen una propuesta sin duda más matizada, que ve en la diferencia varón/mujer una posibilidad continua de mutuo enriquecimiento. (Burgos 2011).

Ahora bien, hombre y mujer, aunque participan de la misma sociedad, tienen parcialmente repertorios de interpretaciones restringidas a uno u otro sexo; imagínese lo que significa, como ingrediente de una realidad, el ser «propia» o «ajena», «lícita» o «vedada»; ¿cómo va a ser igual la realidad del mundo cuando difiere la accesibilidad de sus elementos? Durante muchos siglos, a lo largo de toda su historia, el mundo ha estado compuesto de «cosas de hombres», «cosas de mujeres» y cosas comunes. Y todas ellas han afectado de manera distinta a los dos sexos, en la medida en que asumían distintos papeles en sus vidas. Todo esto se ha atenuado en los últimos tiempos, pero en su torso general sigue siendo verdad. ¿Cómo van a haber significado lo mismo para el hombre y la mujer la guerra, la caza, la política, la costura, la lactancia, la vida sexual? Los mismos objetos tienen diferente realidad —o la han tenido—: las armas, la rueca, las agujas, los perfumes, los cigarrillos. Un ratón ¿es lo mismo para el hombre y para la mujer? (Marías, 1970: 206).

Rigurosamente hablando, la circunstancia femenina es distinta de la masculina, de la de un hombre que esté en el mismo «mundo» abstracto

La actitud del P. O´Malley busca ser otra. Precisamente porque no niega esas diferenciar, o mejor, porque no va a querer dar completa hegemonía a su manera de interpretar las cosas, estará en condiciones de poder valorar el mundo de las mujeres. A veces la rápida igualación de todo no deja de representar desprecio hacia lo diferencialmente vivido por las personas femeninas.

Las conexiones de la realidad son diferentes; las relaciones de pertenencia, accesibilidad, posibilidad, resistencia, exclusión; las valoraciones —lo que conviene o está bien, lo que decet, es decir, lo decente o indecente—; el carácter de promesa o amenaza; la condición de perseguidor o perseguido, de cazador o cazado; todo ello se articula según la dualidad sexuada. Rigurosamente hablando, la circunstancia femenina es distinta de la masculina, de la de un hombre que esté en el mismo «mundo» abstracto. Si la razón ha de ser efectiva razón, si ha de ser el instrumento para manejar, comprender y dominar la realidad, tiene que ser diferente, ya que de hecho se enfrenta con diversas realidades. (Ibidem).

La actitud que promueve el cine personalista de no dar la última palabra a la confrontación y, en lugar de eso, buscar creativamente nuevas vías de entendimiento

Planteada la situación como de conflicto necesario por parte de Mrs. Breen, el P. O’Malley busca salirse de esas coordenadas. Un emblema elocuente de la actitud que promueve el cine personalista de no dar la última palabra a la confrontación y, en lugar de eso, buscar creativamente nuevas vías de entendimiento.

POM (Frunciendo todavía más el ceño, espera unos minutos y al final dice): “Pues es curioso, no creo que vaya a tener ningún problema”. (Mira hacia Mrs. Breen).

Mrs. Breen (Incrédula, mueve la cabeza): “¿No?”.

La creación de nuestra propia vida requiere una condición más primordial: la capacidad de recuperar la inocencia, de abandonarse al asombro, la sorpresa, la ingenuidad, el descubrimiento, el entusiasmo

La actitud del P. O’Malley procede de la humildad. No es que crea que sabe más o menos que el P. Fogarty a la hora de tratar a las religiosas. Más bien anticipa que va a tener que hacer un ejercicio de escuchar otros criterios distintos a los suyos. Y sabe el camino que lleva al encuentro: no perder la sencillez de un niño que se enfrenta a la realidad con inocencia. Lo señala Julián Marías para valorar al director de cine, pero proponiendo que es algo que tiene una aplicación más amplia

Ahí está el núcleo de la cuestión. La creación intelectual, artística, y la más difícil e importante de todas, la creación personal, la de nuestra propia vida requiere muy complejos saberes y experiencias pero todavía una condición más, la primordial: la capacidad de recuperar la inocencia, de abandonarse al asombro, la sorpresa, la ingenuidad, el descubrimiento, el entusiasmo. ¿Hay algo más «inocente» que el gesto del Creador —del único creador verdadero— contemplando lo que ha ido saliendo de su mano y viendo que «era muy bueno»?. ¿Qué «creador» de tejas abajo se permitiría hoy tamaña ingenuidad?. ¿No parecería un gesto infantil, descalificado para siempre ante los entendidos? (Marías 1994: 25).

Si no ha estado nunca en una escuela, no sabe lo que es estar de monjas hasta la coronilla

Algo particularmente propicio en una escuela. Pero Mrs. Breen se encuentra más bien alejada de esa actitud. Lo suyo es aceptar un inevitable choque entre mentalidades que se tiene que resolver por el principio de autoridad masculina. Así ha aprendido a hacerlo como ama de llaves. Y sigue a pie juntillas ese criterio frente a la mayor libertad de las monjas.

Mrs. Breen (Mira al P. O’Malley y él niega con la cabeza sin pronunciar palabra): “¿Nunca ha estado de cura en una escuela parroquial?”.

POM: “No, esta es mi primera experiencia”.

Mrs. Breen (Mirándole de reojo y bajando la mirada): “Bueno…(Vuelve a mirar de lado)… en ese caso no sabe lo que es estar de monjas hasta la coronilla”.

POIM (Dándole en esto la razón): “No”.

Mrs. Breen (Baja la mirada y camina hacia un lado… Pasa por delante de la cama y se despide…): “Buenas noches, Padre”.

POM (En el plano): “Buenas noches”.

Mrs. Breen (En el plano, va hasta la puerta): “Duerma bien esta noche”. (Mueve con intención la cabeza y por fin abandona la habitación. Plano del Padre O’Malley que sonriendo se queda como asimilando toda la información recibida en el encuentro con el ama de llaves).

 

3. EL TEXTO FILOSÓFICO-FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (II): EL PRIMER ENCUENTRO DEL P. O’MALLEY CON LAS MONJAS Y LOS SUCESIVOS DESAJUSTES EN EL ENCUENTRO, PROPIOS DE LA COMEDIA DEL AVERGOZAMIENTO

Se ve el plano un poco más amplio de la escuela, que ya da apariencia de ser un edificio avejentado

El gatito como rival del discurso del P. O’Malley (Bing Crosby) y como símbolo de la sensibilidad femenina de las monjas de St. Mary´s y de su Hermana Superiora, Mary Benedict (Ingrid Bergman) en The Bells of St. Mary`s (1945) de Leo McCarey. Imagen 3

A continuación, McCarey pone en la pantalla lo que Mrs. Breen estaba anticipando. La relación con la comunidad de religiosas tiene sus peculiaridades, pero también el P. O’Malley va a necesitar educarse y realizar un aprendizaje a raíz de la interpelación que recibe. Con música de fondo, el tema de la película, vemos al P. O’Malley que baja por las escaleras de la casa abadía que conducen a un jardín interior. Lo cruza en dirección hacia otros pabellones. Vemos una fuente parecida a la de la iglesia de St. Dominic de Going My Way, si bien más reducida. Camina hacia lo que parecen las dependencias de la escuela parroquial.

Pasa por una puerta que hay en una verja de hierro. La cierra. Se ve ya el patio de la escuela. Al fondo unos edificios, en medio una cancha de baloncesto y a la derecha, en primer plano, una imagen de la Virgen Milagrosa. Pasa ante la imagen y hace un saludo reverencial con el sombrero. Al fondo del plano se ve un jardinero faenando en sus tareas. Se apoya con la mano en un árbol. Se ve el plano un poco más amplio de la escuela, que ya da apariencia de ser un edificio avejentado.

McCarey nos ofrece una de esas secuencias mudas, en las que tanto disfrutaba con su decir sin palabras, herencia de sus orígenes en las silent movies

Se ve al P. O’Malley de nuevo en el plano. Escudriña lo que se le presenta ante sus ojos. La música sigue presentando el tema de la película. Se separa del árbol y camina hacia una puerta de la escuela, la que parece que debe dar acceso a la comunidad de religiosas. Se intensifica la sensación de que el ambiente que reflejan las construcciones es oscuro, avejentado. Mira alrededor. No se ve a nadie. Tampoco a través de los cristales de la puerta. Da media vuelta y se apoya en la jamba de la puerta. Comienza a sonar con fuerza un timbre.

Al escucharlo, se ve como aparecen monjas vestidas con su hábito —una creación original de Edith Head, que no responde a ninguna congregación religiosa efectivamente existente—. Unas salen por otra puerta, otras miran desde los ventanales de lo que parece ser un pasillo. Plano del P. O’Malley que aguarda expectante. Mira hacia arriba, hincha los carrillos de la cara y resopla.

Irrumpe una monja que abre la puerta. McKeever señala que se trata de la Hna. Angela (McKeever: 2002: 392). Por su aspecto joven la actriz pudiera ser Gwen Crawford (1922-2012), pero no lo podemos afirmar con completa certeza. El P. O’Malley se dispone a saludarla quitándose el sombrero, para lo cual deja de apoyarse en la jamba y el timbre deja de sonar. El sacerdote mira hacia donde estaba apoyado y se lleva la mano a la boca: al ver el timbre comprende lo que ha sucedido. McCarey nos ha ofrecido una de esas secuencias mudas, en las que tanto disfrutaba con su decir sin palabras, herencia de sus orígenes en las silent movies.

McCarey pone en marcha los recursos propios de la comedia del avergonzamiento, propios de sus primeras experiencias en la dirección de cortos con Charley Chase, Max Davidson, Laurel y Hardy, Anita Garvin y Marion Byron…

Se produce ya de una manera disruptiva el primer encuentro entre el P. O’Malley y la comunidad religiosa. No ha habido una llamada a la puerta y una respuesta convencional. El sacerdote ha hecho notar su presencia con un sonido que nadie ha dejado indiferente. Será el primero de otros sucesivos desajustes. McCarey pone en marcha los recursos propios de la comedia del avergonzamiento —comedy-of-embarrassment (McKeever 2000: 392)—, propios de sus primeras experiencias en la dirección de cortos con Charley Chase, Max Davidson, Laurel y Hardy, Anita Garvin y Marion Byron… (Peris-Cancio, Marco, & Sanmartín Esplugues, 2022: 87-235)

POM (A la Hna. Angela, mientras se toca el sombrero a modo de saludo): ”Buenos días, hermana. Soy el Padre O’Malley”.

Hna. Angela: “Buenos días, Padre. (Da media vuelta por delante de él y señala). Ese es el timbre de la escuela que nosotras solemos tocar cuando los niños están aquí”. (Se ve claramente que la religiosa no ha evitado subrayar lo que para el P. O´Malley era motivo de avergonzamiento. ¿Un primer signo de rigidez? Al menos la hermana Angela está realizando un ejercicio de contención, un “slow-burns” que rivaliza con los interpretados por Oliver Hardy o por Edgar Kennedy según señala McKeever —2000: 392—).

POM (Encajándolo sonriente): “Comprendo. ¿Podré ver a la Madre Superiora? (Con poca delicadeza en la pregunta). ¿Está ya levantada?”

Hna. Angela (Encajando ese lenguaje directo, ligeramente descortés): “Estoy segura de que sí, Padre. (El P. O’Malley en el plano sonríe. Ella con la mano indica caminar hacia delante). ¿Quiere acompañarme?”

POM: “Sí”. (Se sujeta el sombrero y avanza hacia un lado).

Lo siento, Padre. Nuestra gata tuvo gatitos y andan por todas partes… El padre pertenecerá a la parroquia, supongo”

Plano de una zona lateral del patio de la escuela. Venos que la Hna. Angela camina abriendo el paso y que el P. O’Malley la sigue. La cámara los sigue haciendo un trávelin por ese pasillo lateral. Se cruzan con el jardinero.

Hna. Angela: “Buenos días, Sam”.

Sam (En el plano, se quita el sombrero para saludar a la hermana): “Buenos días”.

POM (Le hace un gesto al jardinero): “¡Sam!” (Pasan por una zona ajardinada con enredaderas y una pérgola, que transmiten una sensación de cierto abandono. Entran en uno de los pabellones. Plano interior. La monja delante y el sacerdote detrás, quitándose el sombrero. Es una especie de salón, con una mesa de reuniones y sillas alrededor).

Hna. Angela (al P. O’Malley): “La hermana Benedicta y las hermanas están deseando conocerle, Padre. Siéntese, le diré que está aquí. (Hace un gesto para indicarle que lo haga en una mecedora que está a un lado, y cuando va a aposentarse maúlla un gato que estaba allí acurrucado. El P. O’Malley se endereza como movido por un resorte y el gato sale corriendo. La monja, que ha escuchado el maullido, se detiene en el dintel de la puerta). Lo siento, Padre. Nuestra gata tuvo gatitos y andan por todas partes”.

POM (Con humor, que la religiosa no sigue, en relación con el progenitor de los gatitos): “El padre pertenecerá a la parroquia, supongo”.

Hna. Angela: “Con su permiso, Padre. Le diré a la hermana que está usted aquí”.

Celosas con la escuela, reservadas en la comunicación. Sobre ello tendrá que ir trabajando el sacerdote

Un nuevo episodio de desajuste. El gesto de acogida de la hermana Angela hacia él se ha transmutado en una nueva situación ridícula por la presencia del gato. No es difícil considerar que el animal doméstico multiplicado por el número de crías puede representar la actitud en principio expectante e incluso esquiva de la comunidad de religiosas. Celosas con la escuela, reservadas en la comunicación. Sobre ello tendrá que ir trabajando el sacerdote.

El P. O’Malley camina hacia dentro del salón. Busca sentarse en otra mecedora que hay más adelante, pero hace un gesto de levantarse rápido por si hubiera otro ejemplar de felino. Por fin se sienta, pero rápidamente se levanta para saludar a otra monja que entra en el salón.

La reiteración del saludo de buenos días por parte de la comunidad religiosa, una nueva expresión de rigidez

La secuencia va a estar dominada por la aparición de nuevas religiosas y los saludos del párroco, todo ello con un ritmo un tanto rígido y maquinal. Iremos numerando las monjas que aparecen, y que no tenemos posibilidad de precisar ni su nombre ni la actriz que las interpreta, dejando el uno para la hermana Angela que fue la primera en aparecer.

Monja segunda: “Buenos días, Padre”.

POM (Mientras ella se aproxima): “¿Quiere sentarse?” (El sacerdote se sienta y la religiosa también. Aparece una nueva monja).

Monja tercera: “Buenos días, Padre”.

POM (De espaldas a la cámara, se levanta y le indica): “Siéntese, por favor». (Se ve en el fondo del plano que entran a la estancia una cuarta monja más, y en primer término, la izquierda del sacerdote, de espaldas una quinta. Esta pronto sabremos que es la hermana Michael (Ruth Donnelly).

Hna. Michael: “Buenos días, Padre”.

POM (Que se ha vuelto a levantar, saluda con la cabeza. Al fondo otras dos consagradas, serían la sexta y la séptima. Una octava y una novena también comparecen: una al fondo del plano, la otra de espaldas en primer término. Todas ellas saludan).

Monjas varias: “Buenos días, Padre… Buenos días, Padre… Buenos días, Padre… (Aparece otra religiosa más). Buenos días, Padre”. (Todas ellas se van sentando en torno a la mesa de reuniones. Sigue llegando alguna más que igualmente saluda). Buenos días, Padre”.

El primer encuentro entre el P. O’Malley y la hermana Mary Benedict, Superiora de la comunidad

Por fin se sienta el P. O’Malley con el sombrero en las manos. La cámara lo toma de frente cuando aparece la hermana Mary Benedict, acompañada de la hermana Angela, quien ha ido a buscarla. Al hacer acto de presencia la Superiora, todas se levantan. El P. O’Malley también y se produce una nueva situación de desajuste, de desencuentro. No se ha percibido que las monjas se han levantado al ver a la Hna. Mary Benedict, no para escucharle a él.

POM (Hace gesto de intención de comenzar a hablar): “Es para mí un…”.

Hna. Angela (Le interrumpe desde un lado del P. O’Malley y señala hacia el otro): “Padre, ella es la Hermana Superiora. (Se ve al otro lado a la hermana Mary Benedict, Ingrid Bergman. Hace las presentaciones) El P. O’Malley, la hermana Mary Benedict”.

POM (Girándose hacia ella): “¿Cómo está, hermana?”

Hermana Mary Benedict (En adelante HMB, con el P. O’Malley en un plano americano, ambos sonrientes): “¿Cómo está, Padre? (Se dirige a la comunidad, manteniendo la sonrisa franca. Presenta al sacerdote). Hermanas, el Padre O’Malley”.

POM (Inclinando la cabeza, siguiendo en plano americano con la hermana Superiora): “Mucho gusto”.

Nos gustaría mucho conocer sus puntos de vista como educador. Estoy segura de que el P. O’Malley querrá decirnos algunas cosas

La hermana Mary Benedict va a continuar oficiando un pequeño rito de presentaciones, introduciendo al P. O’Malley como nuevo párroco y a continuación dándole la oportunidad de dirigirse a la comunidad.

HMB (A su comunidad): “El P. O’Malley ha venido en sustitución del Padre Fogarty, quien, como saben, nos ha dejado para tomarse un merecido descanso. (El relato discrepa del que Mrs. Breen le expresó al sacerdote la noche anterior. La superiora se dirige al P. O’Malley). Esperamos que su estancia aquí sea muy agradable”.

POM (Agachando la frente con una cierta timidez): “Gracias, hermana”.

HMB (Hablando en nombre de la comunidad): “Nos gustaría mucho conocer sus puntos de vista como educador. Estoy segura de que el P. O’Malley querrá decirnos algunas cosas”. (Mira al párroco sonriendo).

POM (Con el sombrero en las manos). “Sí desde luego”. (Va hacia el centro de la habitación donde hay una chimenea y deja el sombrero en la repisa que hay encima de ella. La hermana Mary Benedict se sienta y el P. O’Malley le hace una pequeña reverencia. Queda en primer plano).

St. Mary’s ha estado aquí hace muchos años. Y se ha beneficiado del trabajo de un gran número de hermanas de esta orden cuyo trabajo no ha sido fácil

La intervención del P. O’Malley va a ser conciliadora. Como ya anticipaba en su conversación con Mrs. Breen, no cree que deba llevarse mal con las monjas. Y para ello nada mejor que comenzar reconociendo sus méritos.

POM (Continuando): “St. Mary’s ha estado aquí hace muchos años. Y se ha beneficiado del trabajo de un gran número de hermanas de esta orden… (Plano de las monjas, con una apariencia de no ser de un número menor de doce)… cuyo trabajo no ha sido fácil. A los ojos del mundo muy pocos pueden apreciarlo. (La cámara se desplaza mostrando a la comunidad de religiosas reunidas) …, pero aquí no se buscan honores ni recompensas materiales. (Plano de la hermana Mary Benedict con gesto de complacencia por lo que está escuchando). De aquí han salido generaciones de alumnos que son un vivo testimonio de la enseñanza que se les ha inculcado. St. Mary´s ha envejecido haciendo el bien.» (La cámara recoge el gesto de grado de la hermana Mary Benedict. En el plano siguiente las demás hermanas intercambian gestos que parecen expresar ese mismo sentimiento).

Trabajar en una parroquia que mantiene una escuela constituye para mí una experiencia nueva

Vamos a asistir a un nuevo desencuentro. Hasta ahora el discurso ha fluido y ha creado un principio de comunión entre el nuevo párroco y la comunidad religiosa. Pero de nuevo la aparición de un gatito va a alterar completamente el clima. No podemos dejar de excluir el carácter simbólico de estos felinos con respecto a expresar la sensibilidad femenina. Y esa intervención del gatito se va a producir cuando el párroco entraba en una fase más personal de su parlamento.

POM (Sigue): “En cuanto a mí se refiere, les diré que estoy muy contento… (Se ve a un gatito que avanza por la repisa de encima de la chimenea)… de haber sido nombrado párroco de St. Mary’s. (El gatito ha prosperado y se ha metido en la copa del sombrero. Plano de las monjas que se han dado cuenta y en consecuencia comienzan a reírse contenidamente, sin que el P. O’Malley llegue a saber a qué se debe la hilaridad. Plano de la hermana Mary Benedict que mira de lado hacia su comunidad de religiosas, sin entender a qué viene las risas. Plano del P. O’Malley que junta las manos y se ríe por empatía, mientras el gatito da la vuelta al sombrero. Plano de las monjas que intensifican sus risas. La cámara muestra a continuación al P. O’Malley que intenta recuperar el hilo de su discurso, y lo hace desde detrás de las monjas; a su espalda se ve al gatito que juega con el sombrero. Sigue el párroco). Trabajar en una parroquia que mantiene una escuela constituye para mí una experiencia nueva”.

En esto, como en todo, asumimos sin una queja las tareas que nos encomiendan, mirando el futuro con esperanza

El pequeño felino va cobrando cada vez más protagonismo. Es el rival inopinado del discurso del P. O’Malley. Sus movimientos gráciles e inesperados llevan todas las de ganar. Ahora está debajo del sombrero.

POM (Intentando continuar, reflexionando sobre la misión de tener que mantener una escuela): “Y estoy seguro de que interesante. (Planos de las monjas. Nos parece reconocer entre ellas a Eva Novak. La cámara de nuevo recoge al P. O’Malley desde detrás de las monjas, con el gatito a su espalda jugando). Sí, ya sé lo que piensan. (La cámara se acerca y se ve al P. O’Malley por un lado, y al sombrero que tapa al gatito por el otro. El sacerdote cree que las monjas están escépticas ante su nula experiencia en escuelas). Sin embargo, en esto, como en todo, asumimos sin una queja… (el felino sale de detrás del sombrero)… las tareas que nos encomiendan, mirando el futuro con esperanza”.

Bien, quisiera que nos pusiéramos serios por un momento

Al escuchar que ya son auténticas carcajadas las que van a más, el P. O’Malley mira hacia la hermana Mary Benedict como interrogándola, y luego hacia la comunidad de las monjas, intentando empatizar con las risas).

POM: “Sí. (Plano del P. O’Malley desde detrás de las monjas, y a sus espaldas el gatito bailando con el sombrero. Intenta ganar fuerza en sus palabras acudiendo a la Escritura). La epístola de san Pedro dice … (Las risas arrecian porque el gatito está a punto de caerse de la repisa. Plano del P. O’Malley y otra vez el gatito bajo el sombrero). ‘Sed sobrios y vigilantes…’ (Las risas aumentan. La hermana Mary Benedict se da cuenta de lo que está pasando con el gato. Se sonríe y mira con complicidad a su comunidad. El P. O’Malley mira en la misma dirección). ¿Qué pasa? ¿Es de san Pablo? (Plano de la hermana Mary Benedict que se ríe con disimulo tapándose la cara. Plano de la comunidad que al ver reír a su superiora, sueltan más libres sus carcajadas). Bien, quisiera que nos pusiéramos serios por un momento”.

Bueno yo, lo siento. Es el primer timbre y las hermanas tienen que atender sus clases. ¿Le gustaría decir unas palabras a los alumnos antes del segundo timbre?

Plano del P. O’Malley desde detrás de las monjas, que mira a la hermana Mary Benedict. Ella tiene la mano delante de la cara.  Le señala con un gesto la repisa donde el P. O’Malley ve su sombrero saltando por impulso del gatito. Coge el sombrero y se gira. La hermana Mary Benedict ya no puede controlar las risas. Plano del P. O’Malley que coge el gatito y el sombrero, cada uno en una mano, y sigue hablando.

POM (Con esa postura): “En resumen, estoy muy contento de haber venido a St. Mary´s». (Suena el timbre y la hermana Mary Benedict sin dejar de reír se levanta. Da permiso a sus hermanas para que abandonen la reunión, mientras queda con el P. O’Malley en un plano americano, el sacerdote con el gatito apoyado en el hombro).

HMB (Controlando la risa): “Bueno yo, lo siento. Es el primer timbre y las hermanas tienen que atender sus clases. ¿Le gustaría decir unas palabras a los alumnos antes del segundo timbre? (El gatito maúlla y la hermana Mary Benedict le acaricia. Después de la difícil situación que ha vivido con su comunidad). Tal ver prefiera hablarles a los niños”.

POM (Sintonizando con la apreciación de la superiora): “Sí, sin duda me será más fácil”.

HMB (Sonriente): “Sí. (Y mira al gatito que el párroco lleva en la mano) Y también he de hablar contigo”. (Sale del plano).

Recapitulando una secuencia magistral

La secuencia que acabamos de relatar, con la interacción del gatito con el discurso de McCarey, se puede calificar de magistral. Además tiene su singularidad técnica porque como ha apuntado con penetración Miguel Marías ha recogido la idea de un público interno a la película que se ríe con algo de lo que les pasa a los protagonistas.

… es una de las pocas escenas de la filmografía de McCarey que se basan en el campo-contracampo, un recurso que desde muy pronto intento rehuir, o al menos de limitar a aquellos casos en los que era de verdad útil, cuando no indispensable o inevitable. (Marías 2023: 202).

El especialista consumado en la obra de McCarey tiene la sospecha de que se trata de una escena con un alto grado de improvisación. Cree “que el gato se coló en el encuadre, y McCarey, en lugar de interrumpir el rodaje, siguió y luego se las apañó como pudo para desarrollar la escena”. (Ibidem).

Se trata de un animal doméstico imprescindible para un edifico tan viejo y la amenaza de roedores, que cuenta con la simpatía y la complicidad de la comunidad religiosa

Dada la altura de la repisa que se encuentra encima de la chimenea quizás sea más atinado pensar que el director situó allí el felino, y a partir de ese momento se las avino a la espontaneidad de sus movimientos, aprovechando toda su gracia. Podemos desarrollar entonces los breves apuntes que dedicamos a esta escena en una contribución que dedicamos al trabajo de McCarey con los animales, como expresión de su relacionalidad con el ser humano (Peris-Cancio J.-A. , 2024: 229).

Hemos visto cómo la Hna. Ángela, la primera religiosa que recibe al P. O’Malley justifica la presencia de un pequeño gatito en la mecedora en la que el sacerdote se iba a sentar: “Lo siento, padre. Nuestra gata tuvo gatitos y andan por todas partes”. Podemos considerar que los gatitos “andan por todas partes”, quizás, principalmente, porque se trata de un animal doméstico imprescindible para un edifico tan viejo y la amenaza de roedores. Pero también porque los mininos cuentan con la simpatía y la complicidad de la comunidad religiosa.

La complementariedad del punto de vista femenino, partiendo del desajuste, el avergonzamiento y la contención

El personalismo de McCarey, como una de las más genuinas expresiones de lo que puede ser considerado como una filosofía cinemática (Peris-Cancio & Marco Perles, 2024), se expresa con facilidad desde las relaciones que aparecen en la pantalla. Los gatitos, por tanto, como ya hemos apuntado, prolongan el modo de ser de la comunidad religiosa.

Y todavía de una manera más decisiva, ese carácter propio y diferencial de la mentalidad femenina de las monjas que McCarey pondrá como el nuevo reto que el P. O’Malley tendrá que afrontar. Esto es, apreciar la distinta manera que ellas tienen de ver temas esenciales, no como expresión de una amenaza, sino de una complementariedad que le enriquece. Aunque los primeros encuentros con esta otra manera de ver la vida tengan la marca indeleble del desajuste, el avergonzamiento y la contención.

El P. O’Malley (Bing Crosby) y el gatito juguetón bajo su sombrero en The Bells of St. Mary’s (1945) de Leo McCarey. Imagen 4

 

4. EL TEXTO FILOSÓFICO-FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (III): EL ENCUENTRO DEL P. O’MALLEY CON LA ESCUELA DE ST. MARY´S, SU VISIÓN DE LA EDUCACIÓN Y LOS PROBLEMAS DEL EDIFICIO

El tema común de disputa será la escuela, tanto como lugar educativo, como en su vertiente de edificio que amenaza ruina

La Hna. Michael (Ruth Donnelly), el P. O’Malley (Bing Crosby) y la Hna. Mary Benedict (Ingrid Bergman) comprobando el penoso estado de la vieja escuela de St. Mary’s en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 5

Tras el encuentro entre las monjas y el párroco va a tener lugar otro, que es como el contenido del anterior. El tema común de disputa será la escuela, tanto como lugar educativo, como en su vertiente de edificio que amenaza ruina. Y con ambos aspectos se va a poner de relieve los distintos modos de ver la realidad del párroco y de las religiosas. Según contaba Mrs. Breen estas desavenencias dieron al traste con la salud del párroco que precedía al P. O’Malley. Ahora la expectativa estará centrada en ver como el nuevo pastor las afronta.

Como acabamos de ver, los primeros pasos han manifestado ya la tensión latente. Esta no va a dejar de existir en las primeras aproximaciones a los destinatarios de la educación de la escuela, a los niños y las niñas que acuden a ella.

El juramento de lealtad a la bandera

Se ve un plano del patio del colegio. Los niños están dispuestos ordenadamente en filas para comenzar su día con una promesa de lealtad a la bandera de los Estados Unidos, que ondea delante de ellos. La armonía entre libertad y comunidad será uno de los grandes temas que esperará a la sociedad americana tras la Segunda Guerra Mundial, y por extensión a toda la civilización occidental.  Se escucha la voz de los escolares.

Niños y niñas (Con la mano en el pecho): “Prometo lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América… (Plano del P. O’Malley y de la hermana Mary Benedict que salen de las dependencias de la comunidad religiosa, mientras se sigue escuchando la voz de los alumnos) … y a la república que representa… (Plano de nuevo de los niños y niñas). Una sola nación indivisible con libertad y justicia para todos”.

HMB (Se escucha su voz y los niños se giran hacia ella, a la que acompaña el P. O’Malley en el plano): “Niños, nuestro nuevo párroco, el P. O’Malley, desea hablaros. Estoy segura de que os gustará darle la bienvenida y también de que él tiene algo muy importante que deciros. (Hace un gesto de invitarle a tomar la palabra).

Un nuevo episodio de disrupción con las palabras del P. O’Malley a los escolares: «mi discurso va a ser muy corto. Hoy tenéis fiesta. Tomaros todo el día libre”

Vamos a asistir a un nuevo episodio de ruptura de la expectativas mutuas. El P. O´Malley va a cambiar completamente lo que la hermana Mary Benedict podía esperar de sus palabras, al igual que lo harían el resto de la comunidad religiosa. Sin duda la incomodidad que el párroco ha sentido en su primer encuentro con las religiosas va a estar presente en su ánimo, lo que sin duda le lleva a exagerar en su deseo de que su presencia compense la excesiva rigidez, fruto de su celo por educar formativamente, que acompaña a las monjas.

POM (Con el sombrero, mirando de reojo hacia un lateral, y luego a todos lados): “Niños, de ahora en adelante me vais a ver muy a menudo. Y como andaré mucho por aquí… mi discurso va a ser muy corto. Hoy tenéis fiesta. (Gesto asombrado de la hermana Mary Benedict). Tomaros todo el día libre”.

Niñas y niños (En el plano): “¡Bien!” (Saltan de alegría y se van. Plano del P. O´Malley que sonríe y de la hermana Mary Benedict que mira con expresión muy contrariada. En otro plano, tres monjas hablan entre ellas igualmente desconcertadas. Se reúnen en corro y miran hacia el párroco y su superiora).

Cuando éramos niños sólo nos importaban los días de fiesta. No debemos alejarnos mucho de nuestra niñez

El P. O´Malley va a explicar su actuación. Tras el infortunado encuentro con las monjas, necesitaba respirar un aire de libertad, que le recordara el sentido mismo de la labor educativa.

POM (Está en el plano ahora muy ufano, con sonrisa amplia, y junto a él la hermana Mary Benedict con gesto de tener ganas de recriminarle lo que acaba de hacer. El párroco se dirige a la religiosa): “Ha tenido efecto mi discurso, ¿verdad? Tenía que recuperar la confianza en mí —una expresión din duda de raigambre en la filosofía de Emerson, que con tanta facilidad puede sumar a una sensibilidad personalista (Emerson, 2010c)—. Cuando éramos niños sólo nos importaban los días de fiesta. (A la hermana Mary Benedict a la que señala con el dedo). No debemos alejarnos mucho de nuestra niñez”.

HMB (Sin disimular su enfado): “¿Se da cuenta de lo que ha hecho? Esos niños pueden hacer alguna diablura. (Lo refuerza con un gesto con las manos). La responsabilidad será suya”.

POM (Mirándola desde un situación más elevada en el plano): “A mí me pareció una buena idea”.

HMB: “Pero no puede dar un día de fiesta (mueve la mano significativamente) así como así. Hay que obtener un permiso del superintendente escolar. ¿Qué le vamos a decir ahora?”.

POM (No dándole la importancia que la superiora da al hecho): “Bueno, le llamaré. Él sí que necesita unas vacaciones. (Señala con el dedo con humor desvergonzado). Le diré que tiene el día libre. (Y se mete de nuevo hacia el interior de las dependencias del edificio. Gesto de la hermana Mary Benedict que, sola en el plano, no sabe qué responder).

Mi escuela no era como esta. Al mirar por la ventana veíamos los prados, los árboles… 

Se ve ahora en el plano las ventanas de la escuela. En la que está a la derecha del espectador se ve la bandera de Estados Unidos. En la de la izquierda se encuentra el párroco con la hermana Michael. Tras las dos escenas de disrupciones y desencuentros, vamos a asistir ahora a una de más paz y de más encuentro interpersonal. Al mismo tiempo en esa conversación confidente siguen apareciendo elementos de filosofía trascendentalista (Emerson R., 2015), (Thoreau, 2005) que tiene como referencia de crecimiento armónico de la persona la relación con la naturaleza.

POM (Mirando las instalaciones). “Mi escuela no era como esta. (Plano de un edificio enfrente que se encuentra en fase de construcción). Al mirar por la ventana veíamos los prados, los árboles… (en el plano con la Hna. Michael)… y el estanque donde nadábamos. Colgábamos en la ropa en una rama. Y el último en salir la encontraba llena de nudos».

Hna. Michael: “¿Dónde era eso, Padre?”.

POM: “En Missouri”.

Hna. Michael: “Yo nací en Irlanda”.

POM: “¿Habla usted en gaélico?”.

Hna. Michael: “Solía hacerlo”.

En el invierno me encantaba. Iba al colegio esquiando y había una colina que…

En su explicación de por qué había declarado día de fiesta para los niños, el P. O´Malley había sentado como criterio que “no debemos alejarnos mucho de nuestra niñez”. Y ahora va cumpliendo con lo que se deriva de ese aserto al compartir él sus recuerdos de infancia e invitar a las monjas, especialmente a la hermana Mary Benedict, a que lo hagan. La cámara capta el interior de la habitación y allí se ve a la hermana superiora.

POM (En el plano sonríe y se dirige a la hermana Mary Benedict): “Y usted, ¿de dónde es, hermana?”.

HMB (Sonriendo): “Yo nací en Suecia, pero siendo muy niña vine a…”.

POM (Ya en el plano con los tres en el plano y el párroco a la derecha del espectador, con la superiora en el centro y la otra hermana a la izquierda): “No me lo diga, a Minnesota”.

HMB (Asintiendo con una sonrisa): “Exactamente, Padre. (Junta las manos y mira hacia el frente). En el invierno me encantaba. Iba al colegio esquiando y había una colina que… (y hace un gesto de subir con placer. Ella y la otra religiosa se ríen. Y el párroco también).

POM (Haciendo el gesto de llevar algo en los hombros): “Y volvía cargada a casa”.

HMB: “Sí”.

Éramos amigos cercanos, y aprendí de ella el encanto de una sonrisa

Pronto la hna. Michael va a presentar a su superiora como una niña traviesa, inquieta y deportista. McCarey, como justifica Wes D. Gehring, se había basado en la hermana de su padre para caracterizar este personaje.

Leo basó el personaje en su amada tía, la hermana de su padre: la Herman Mary Benedict, del Convento del Inmaculado Corazón de Hollywood. Él la describía a ella como que le había “hecho una gran impresión sobre mi vida, [y] y que tenía un maravilloso sentido del humor. Éramos amigos cercanos, y aprendí de ella el encanto de una sonrisa”[5]. Como corresponde a una McCarey, ella era muy atlética también. Sus deportes favoritos eran el boxeo, el béisbol y el tenis, estando esa primera preferencia sin duda relacionada con que su hermano era un famoso promotor de boxeo. (Gehring 2005: 197).

No lo querrá creer, Padre, pero era un diablillo

Ingrid Bergman supo asimilar perfectamente el personaje, como demuestran otros momentos de la película, como cuando compra un libro de boxeo y da clases a uno de sus alumnos favoritos.

Hna. Michael (Al párroco): “No lo querrá creer, Padre, pero era un diablillo”.

POM (Curioso). “¿Sí?”.

HM: “Jugaba al béisbol y al fútbol con los chicos”.

POM (Chasquea la lengua bromeando y hace el gesto de batear): “¿Qué tal se le daba el …?».

HMB (Segura de sí): “Pasaba los 3000”.

POM (Restándole importancia para bromear con ella): “Eso sería porque la dejaban…”. (Todos miran hacia la ventana).

HMB (Sincera): “No”.

Tuvimos una infancia más feliz que estos niños. Ni siquiera tienen donde jugar

La reflexión del P. O´Malley lleva a las diferentes condiciones en las que se encuentran los niños de St. Mary´s con respecto a las que disfrutaron ellos.  Ello lleva a abordar el problema de las instalaciones de la escuela.

POM(En un plano de los tres con la cámara más cerca): “Tuvimos una infancia más feliz que estos niños. Ni siquiera tienen donde jugar”.

HMB (Señalando al frente con la mirada): “Nuestro patio de recreo estaba allí”.

POM (con el plano del edificio en construcción en el plano): “¿Se refiere a dónde está eso?”.

Hna. Michael: “Sí, pero hubo que venderlo”.

HMB: “Necesitábamos dinero para reparar nuestro edificio. Iban a declararlo en ruina”.

POM (mirando hacia el edificio, con escepticismo): “¿Y en qué invirtieron el dinero?”

HMB (segura): “Se sorprenderá. Pusimos una instalación nueva de agua, salida de incendios…”

Hna. Michael: “Y reforzamos los cimientos. Salió carísimo”.

Apenas parece que mereciera la pena

Surge así un nuevo punto de diferencia entre la percepción del P. O´Malley y la de las monjas. Ellas quieren conservar la escuela y su edificio como algo no cuestionable, aunque, como veremos, tienen confianza en que las cosas puedan cambiar milagrosamente. El P. O´Malley se rige, al igual que en Going My Way por criterios más realistas y considera que el estado del inmueble hace muy difícil su funcionalidad. Pero no se quedará cerrado a la esperanza de las monjas.

POM (Con relación a las inversiones en reparaciones). “Apenas parece que mereciera la pena”.

Hna. Michael (Muy seria con las manos juntas): “Nosotras creemos que sí, Padre”.

POM (Rectificando para no herirlas): “”Sí, sí, desde luego. (Pausa). ¿Cómo son las demás aulas? (La hermana Mary Benedict hace un gesto dando media vuelta para seguir visitando la escuela con el párroco).

Al parecer St. Mary’s está en malas condiciones… Total, nada

Vamos a seguir comprobando el estado del edificio. El estilo de McCarey siempre prefiere lo visual a la explicación verbal. Eso es lo propio de los recursos cinematográficos, a los que, como sabemos, el director irlandés siempre se mantuvo fiel. Vemos de nuevo a los tres personajes de la escena anterior que suben por una escalera. Pasan al lado de un albañil que está subiendo un cubo con una polea.

POM (Por el obrero): “Vaya. ¿Qué es lo que está haciendo?”

Hna. Michael (Con superiora a su derecha y al otro lado el párroco, con el sombrero): “Arreglando el tejado. Hay goteras”.

HMB (Irónica por lo que expresaba el P. O´Malley): “Total, nada”.

POM (Que sigue rondando la idea de la obsolescencia de las instalaciones): “Aquí estarán muy apretados, ¿verdad?”.

Hna. Michael: “Sí”.

HMB (En el mismo tono que antes): “Total, nada”. (El P. O´Malley sacude la cabeza. Camina hacia un lado, por detrás de una fogata y de un tanque de agua. Se apoya en un muro).

POM (Como extrayendo una conclusión prácticamente obvia, en un plano en el que a sus espaldas tiene el viejo edificio): “Al parecer St. Mary’s está en malas condiciones… Total, nada”.

La esperanza es un saber que excluye toda presunción, un saber que sería una gracia

En ese momento, se va a producir una nueva disrupción, pero que esta vez va a poner sobre la mesa la dimensión de esperanza como sabiduría. Resulta oportuno volver a traer las palabras de Marcel: “la esperanza es un saber más allá del no-saber —pero un saber que excluye toda presunción, un saber concedido, otorgado, un saber que sería una gracia, pero, de ninguna manera una conquista—“ (Marcel 2022: 20). La hermana superiora va a expresar de modo un tanto inesperado en donde pone su esperanza.

HMB (Mientras la cámara toma al P. O´Malley de espaldas y a ella y a su hermana de religión de frente, quedando en frente el edificio nuevo): “Confiamos en su ayuda, Padre”.

POM (Mirando la construcción nueva): “Lástima que no tengan un edificio como ese. Eso lo solucionaría todo”.

HMB (En primer plano, con la Hna. Michael): “Ahí pensábamos construir la nueva St. Mary’s. (Se dan media vuelta las dos monjas, quedando casi de espaldas). Un edificio muy parecido a ése. (Giran de nuevo y la superiora señala al edificio con la mano). Y ahí está, sólo que no es nuestro. (A media voz). Le confesaré una cosa, a eso van dirigidas nuestras oraciones”.

Mujer, qué grande es tu fe

Si en Going My Way los sacerdotes trabajan sin duda por la gloria de Dios, pero poniendo medios humanos —por ejemplo, vender lotería, o los derechos de canciones, o renegociar la deuda— dando por hecho que hay que saber moverse en el mundo económico, la relación con las monjas abre al P. O´Malley un paso más en la actitud de fe. Algo así como aceptar eso que señala Marcel como un “saber que es una gracia, no una conquista”.

POM (En el plano con gesto de extrañeza): “¿Van dirigidas a qué?”.

HMB (Con la otra monja en el plano): “A que un buen día el dueño se despierte y nos lo regale”.

POM (En el plano, con los brazos en jarras, mostrando la dificultad que tiene para seguir la lógica de las monjas): “¿Quién se tiene que despertar y regalarlas qué?” (Se adelanta hacia ellas. Planos de él de cara y ellas de espaldas).

Hna. Michael (Mostrando que es algo compartido por la superiora y su comunidad): “Mr. Bogardus, el dueño”. (Un tanto pudorosas ambas religiosas se dan la vuelta).

HMB (Recalcando): “Para eso son nuestras oraciones”.

POM (Con el sombrero, con admiración cita los evangelios): “Mujer, qué grande es tu fe”. (Mt. 15,28).

HMB: “Bueno… Si la fe puede mover montañas…”.

POM (Señalando): “También puede empujar la escuela hacia allí…”.

Hay que ser realistas. Vamos a ver… ¿sabe el dueño algo? ¿Alguien se lo ha pedido?… No. Nos limitamos a rezar

La actitud de fe de las hermanas le resulta interpelante, pero no apea su mentalidad práctica. Como vemos en la escena eso hace patente en la pantalla porque las hermanas, al mismo tiempo que han revelado este sentimiento interior de esperanza y confianza, están como deseando retirarse pudorosas de haber expuesto demasiado. Ambas dan media vuelta para no seguir frente al edificio, mientras sonríen esperanzadas, mientras el párroco les sigue preguntando.

POM: “Hay que ser realistas. Vamos a ver… ¿sabe el dueño algo? ¿Alguien se lo ha pedido?”.

Hna. Michael: “No. Nos limitamos a rezar”.

HMD (Al sacerdote, insistiendo en su idea): “Allí es donde usted podría ayudarnos”.

POM (Con las manos detrás): “¿Y qué haré cuando me diga que no?”.

 

5. EL TEXTO FILOSÓFICO-FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (IV): EL ENCUENTRO DEL P. O’MALLEY CON MR. BOGARDUS

La verdad es que no deberían hacer eso… Es su día de fiesta, después de todo

Mr. Bogardus (Henry Travers) intenta convencer al P. O’Malley (Bing Crosby) para que le venda St. Mary´s en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey). Imagen 6

Como si fuese la respuesta a su difícil pregunta, se oye una bocina de un automóvil. El plano muestra que los niños están jugando en el edificio en construcción como si fueres un parque de atracciones. Pronto sabremos que el coche es de Mr. Bogardus. Se ve como el vehículo entra por detrás de la valla que separa su edificio en construcción, del patio de recreo de la escuela. Plano del P. O´Malley y las monjas que se quedan expectante ante la aparición del dueño del edificio. A continuación se ve a Mr. Bogardus (Henry Travers) que ha bajado de su automóvil e increpa a los niños que juguetean por su propiedad. Es un anciano que va elegantemente vestido con chaleco y sombrero.

Mr. Bogardus: “¡Eh, chicos! ¡Vamos, bajad! ¡Fuera de aquí! ¿Por qué no estás en la escuela? ¿No me oís? (En el plano los chicos se mueven, y por fin parecen escuchar sus indicaciones. El plano vuelve al párroco y las dos religiosas).

POM (Responsable): “La verdad es que no deberían hacer eso”.

HMB (Irónica): “Es su día de fiesta, después de todo”. (El P. O´Malley junta los labios, reconociendo que es cierto).

POM (Por Mr. Bogardus que se acerca): “¿Quién ese ese que viene?» (Plano del dueño del edificio que avanza enérgico y su pie se engancha con las cuerdas del columpio del patio de los niños que se ve al fondo).

HMB: “Es Mr. Bogardus. (Vuelve a dar media vuelta con la Hna. Michael que la sigue): Será mejor que nosotras nos marchemos. (El P. O´Malley se queda mirándolas. La superiora avanza unos metros y se gira, para expresarle con ironía al párroco). Explíquele por qué los niños no están en la escuela”. (Avanza unos pasos, mientras la Hna. Michael ya va por delante).

Le digo algo sobre el edificio? … Mejor en otro momento

La actitud de fe de las hermanas no les priva de un sentido de la prudencia, antes bien se lo incrementa. Por eso saben que ahora no es un buen momento para solicitar a Mr. Bogardus favor alguno, con el enfado que lleva con los niños.

POM (A la hermana Mary Benedict, que vuelve su rostro sobre él): “Le digo algo sobre el edificio?”.

HMB (Se para y mueve la cabeza para indicar que no): “Mejor en otro momento”. (Sale del plano y el P. O´Malley mira hacia el edificio, por donde viene Mr. Bogardus). A este se le ve en el plano, llamando al párroco).

Mr. Bogardus (Levantando la mano): “¡Eh, usted! ¡Venga aquí!”.

POM (Acudiendo, en el plano): “¿Qué es lo que pasa aquí?”.

Mr. Bogardus (Con el P. O´Malley en el plano y la valla de separación del edificio detrás): “¿Ve aquella valla?”.

POM: “Sí”.

Mr. Bogardus: “¿Ve lo que esos niños están…? (Se para y pregunta al P. O´Malley). ¿Quién es usted?”.

POM: “Soy el nuevo párroco”.

Mis superiores me han enviado con instrucciones, si se refiere a eso. He dado una vuelta por la escuela

Se produce de este modo el encuentro entre el P. O´Malley y Mr. Bogardus. A diferencia del encuentro del P. O´Malley con el banquero de Going My Way, Ted Haines Sr. (Gene Lockhart) en el que domina la situación, aquí está más bien hecho una mar de dudas. Por un lado, la idea de las hermanas puede resultar completamente descabellada. Por otro lado, como le ha indicado la hermana Mary Benedict, él es el responsable de que los niños no estén en las escuela. Por eso su actitud es más cautelosa, menos impulsiva.

Mr. Bogardus (En un plano próximo de los dos): “¿De verdad? Pues encárguese de castigar como es debido a estos niños”.

POM (Para tranquilizarlo, aunque sabe que no tienen la culpa): “Me encargaré de ello, Mr. Bogardus. Y lo haré con severidad”.

Mr. Bogardus (Un tanto halagado, echando la cabeza hacia atrás): “Ooooh… Ya sabe usted quién soy yo”.

POM: “Sí, en efecto”.

Mr. Bogardus: “¿Y usted es el tipo con quien tengo que tratar?”.

POM (Serio, revelando de nuevo que viene con una hoja de ruta que no necesariamente coincide ni con la de las hermanas ni con la de Mr. Bogardus, pero que debe dialogar con ambos): “Mis superiores me han enviado con instrucciones, si se refiere a eso. He dado una vuelta por la escuela”.

Es una decisión muy comprometida. Tengo que pensarlo

Como hombre práctico y de negocios, Mr. Bogardus entra rápidamente en lo que le interesa. Si el P. O´Malley es el responsable patrimonial de las condiciones de la escuela parroquial se dará cuenta de su frágil situación y estará obligado a negociar.

Mr. Bogardus: “¿Sí?. (Levanta alusivamente las manos). Pues habrá visto. ¿Qué le ha parecido?”.

POM (Mirando hacia los edificios de la escuela): “Es bastante vieja”.

Mr. Bogardus (Se ríe irónico, mientras baja la cabeza): “Con que vieja, ¿eh? Vieja es decir poco. Y si no quieren aceptar mi oferta de compra…”.

POM (Señalándose el interior de la americana): “La llevo en el bolsillo”.

Mr. Bogardus: “¿Y qué me dice?”.

POM (Prudente): “Es una decisión muy comprometida. Tengo que pensarlo”. (La cámara cambia y enfoca a Mr. Bogardus en primer plano, con el párroco de espaldas).

La consciencia del P. O´Malley de la frágil situación patrimonial de St. Mary´s

De lo expuesto en la conversación tenemos un dato muy relevante y pronto tendremos otro. El primero, es que de modo paralelo a Going My Way, el P. O´Malley viene a una obra parroquial con una situación financiera muy frágil que debe intentar remediar. Y de modo también paralelo, las monjas, como el Padre Fitzgibbon (Barry Fitzgerald) de la película anterior, no son plenamente conscientes del riesgo para la viabilidad de la obra que esto supone.

El segundo dato, que vamos a ver a continuación, tiene que ver con la actitud de Mr. Bogardus. En su penetrante discusión sobre la obra de McCarey, al tratar de The Bells of St. Marys´s, Leland Poague hace alusión a la obra de Richard Corliss Talking Pictures: Screenwriters in the American Cinema (Corliss, 1975) y a la de Jeffrey Richards Visions of Yesterday (Richards, 1973). En ellas se afea la actitud del P. O’Malley de las monjas hacia este empresario, a la que se llega a calificar de “desagradable manipulación”. Poague contesta adecuadamente a estas objeciones (Poague 1980: 270-271).

Pues le advierto que si no me la venden, será expropiada…

Creemos, además, que esta escena deja de modo evidente que Mr. Bogardus, a pesar del aspecto benévolo que le confiere Henry Travers, es más bien un empresario corrupto, que no duda en utilizar su cargo político para beneficiar su negocio, aún a costa de perjudicar a la parroquia. Desde esta perspectiva se capta a la perfección que por lo que están rezando las monjas es por la conversión de alguien absorbido por su afán de lucro.

Mr. Bogardus (En tono intimidatorio): “Pues le advierto que si no me la venden, será expropiada…”.

POM: “¿Por quién?”.

Mr. Bogardus (Sonriendo con cierto cinismo): “Por el Ayuntamiento”.

POM: “¿Cómo lo sabe?”.

Mr. Bogardus: “Soy concejal”.

POM (Con risa irónica): “Ah, ¿lo es usted?”.

Mr. Bogardus (Muy ufano): “Puede apostar que sí. (Y se ríe satisfecho). Y cuando se ordene la demolición tendrán que costeársela ustedes. (La cámara vuelve a mostrar a Mr. Bogardus de perfil y al párroco de frente). Padre, tiene usted aspecto de ser una persona realista”.

POM (Con gesto contenido): “¿De verdad?”.

No hay un solo padre o una sola madre en esta parroquia que no prefiera ver a sus hijos educándose en St. Victor’s

Mr. Bogardus comienza a desarrollar un argumentación que intenta persuadir al párroco de que le mueve un afán filantrópico. Como si en educación el factor esencial fuese sin ninguna duda el de los factores materiales, y no las personas que llevan a cabo el proyecto educativo. La prueba de la falsedad de esta postura la refutará McCarey en la pantalla cuando en la siguiente escena una madre preocupada por la educación de su hija busque el tipo de educación que imparten las monjas.

Mr. Bogardus: “Tiene que creerme. No hay un solo padre o una sola madre en esta parroquia que no prefiera ver a sus hijos educándose en St. Victor’s. Es un edificio moderno, con todas las comodidades. Sol todo el día, una buena calefacción en invierno. Yo desde luego (se señala con el dedo) no enviaría a mis hijos a este montón de ruinas”.

POM (Serio, haciéndole ver la pantomima de su argumentación): “¿Tiene usted hijos?”.

Mr. Bogardus (Dispuesto a contar sus interioridades para sostener su punto de vista): “No… Es una larga historia…”.

POM (Levantando la cabeza con los ojos cerrados, para no entrar en ese juego de confidencias forzadas en una conversación de negocios): “Omítala”.

Mr. Bogardus (En el plano): “Está bien”.

Siendo realistas, Mr. Bogardus, ¿cuánto tienen que andar los niños hasta St. Victor´s?… Aproximadamente lo mismo que andaba yo de pequeño

El P. O´Malley reconduce la conversación hacia lo que verdaderamente importa y es el bien de los niños. Nótese además, que el argumento de Mr. Bogardus es falaz. Nadie obliga a los padres a enviar a sus hijos a St. Mary´s. Son los padres los que prefieren esta escuela a la otra. Sin entrar en este aspecto, el P. O´Malley se interesa por lo que les supondría de trastorno a los niños.

POM: “Siendo realistas, Mr. Bogardus, ¿cuánto tienen que andar los niños hasta St. Victor´s?».

Mr. Bogardus (Agachando la cabeza, y acudiendo a un argumento que niega la importancia del progreso de las condiciones de la educación, que ha esgrimido al comienzo de su discurso): “Aproximadamente lo mismo que andaba yo de pequeño”.

POM (Levantando la mano): “¿Por qué no lo probamos?».

Mr. Bogardus: “Bien, vayamos en mi coche. (Justificándose para disimular su nueva contradicción). No me conviene caminar mucho. (Señalándose al pecho). Padezco del corazón”.

POM (Estando los dos en el plano casi de cuerpo entero): “Vayamos a St. Victor´s y peguemos una mirada”.

Mr. Bogardus (Levantando las manos): “Así se habla”. (Dan media vuelta. Fundido).

 

6. EL TEXTO FILOSÓFICO-FÍLMICO DE THE BELLS OF ST. MARY´S (V): EL ENCUENTRO DEL P. O’MALLEY CON UNA MADRE, MARY GALLAGHER (MARTHA SLEEPER), QUE BUSCA ST. MARY´S POR SU VALOR EDUCATIVO

El discurso inicial del P. O´Malley sobre el valor educativo de la misión de las monjas no es algo retórico. Responde a una profunda necesidad humana de acogida y misericordia

Mary Gallagher (Martha Sleeper) una mujer avergonzada de sí misma que busca que su hija sea educada en St. Mary´s, y que será reforzada en su autoestima por el P. O’Malley (Bing Crosby) en The Bells of St. Mary´s (1945) de Leo McCarey. Imagen 7

Como ya hemos anticipado, McCarey no presenta en sus películas controversias intelectuales verbalizadas. Su cine muestra la vida y con ella, respuestas vitales. Tras la visión economicista de Mr. Bogardus de la realidad educativa de St. Mary´s, el encuentro con una madre necesitada de ayuda para la educación de su hija adolescente hace ver que el discurso inicial del P. O´Malley sobre el valor educativo de la misión de las monjas no es algo retórico. Responde a una profunda necesidad humana de acogida y misericordia.

Sólo tiene que cerrar esta escuela y mandar a los niños a St. Victor’s… Y venderle a usted la propiedad

Vemos en la pantalla cómo pasa el coche de Mr. Bogardus por la fachada principal del nuevo edificio y se detiene. En el siguiente plano se ve al P. O´Malley que habla con el empresario, que saca la cabeza por la ventanilla del copiloto.

Mr. Bogardus: “Sólo tiene que cerrar esta escuela y mandar a los niños a St. Victor’s”.

POM (Con intención, alargando la mano hacia el coche): “Y venderle a usted la propiedad”.

Mr. Bogardus (Complacido): “Exacto. Así de sencillo. Bueno, ya sabe dónde encontrarme. Me paso la vida aquí”. (Por el nuevo edificio).

POM (Confidente, en una fórmula que también acoge el deseo de las monjas): “Le prometo que no haré nada sin hablar con usted. Pero deme tiempo. Soy lento para pensar”.

Mr. Bogardus: “Pues a mí, no me lo parece. No señor”.

POM (Saluda con la manos, mientras el coche arranca; la cámara lo toma a más distancia, en un plano general en el que se ve la calle): “Adiós”.

Me gustaría mucho traer a mi hija aquí a esta escuela

El sacerdote camina uno poco, y pasa por el lado de una fuente. Vemos que el fondo del plano se detiene un coche donde había estado el de Mr. Bogardus. El P. O´Malley sale del plano y una mujer, pronto sabremos que se trata de Mary Gallagher (Martha Sleeper), baja del coche y le sigue. Después de unos pasos le llama.

Mary Gallagher: “¡Padre!” (Plano del P. O´Malley que estaba cruzando ya la verja de acceso a la parroquia, se detiene).

POM (Mientras se toca el sombrero): “¿Cómo está usted?”.

Mary Gallagher (Que avanza hacia su lado): “Bien. ¿Está usted al cargo de esta escuela?”.

POM (Mientras la cámara se acerca, contesta con moderación): “Es una buena pregunta. Tengo cierta autoridad”.

Mary Gallagher (Traga saliva y continúa): “Por su aspecto. Creo que entenderá mi lenguaje”.

POM (En primer plano, haciendo un gesto de contención): “Bueno, comprobémoslo. La escucho”.

Mary Gallagher (En otro primer plano): “Me gustaría mucho traer a mi hija aquí a esta escuela”.

Verá usted yo… Creo que sería mejor apartarla de mí cierto tiempo… ¿Podría quedarse interna?

El personaje de Mary Gallagher da el argumento que McCarey necesita que se exponga para que el espectador pueda situar adecuadamente los manejos de Mr. Bogardus. El factor humano de la educación emerge con claridad.

Mary Gallagher (Continuando, con el P. O´Malley asintiendo en el plano. Su sinceridad contrasta con la del empresario): “Verá usted yo… Creo que sería mejor apartarla de mí cierto tiempo. (Lo dice agachando la cabeza. De nuevo la levanta). ¿Podría quedarse interna?”.

POM (En el plano): “Es posible que sí. Pero usted… ¿por qué?”

Mary Gallagher (Haciéndose cargo): “¿Necesitaría referencias? Quiero decir, si necesitan saber mucho sobre ella”.

POM (En el plano): “Sí. Es lo acostumbrado”.

Mary Gallagher (Plano americano de los dos, apoyados en la verja de la casa): “Bien, se lo voy a explicar. Me fui de casa siendo muy joven para casarme. (Se para y mira al sacerdote). Interrúmpame si ya sabe la historia. Él me abandonó en Siracusa hace ya mucho tiempo. (Pone la mano en la verja). Trece años para ser exactos”.

POM (Atento): “¿Llegaron a casarse?”.

Mary Gallagher: “Oh, sí. Después de varias discusiones. Yo creo que él tenía un poco de miedo a perder su independencia. Era pianista profesional…”.

POM (Al que le agrada la música, en plano americano con ella): “Ah…”.

Mary Gallagher (Ahora en primer plano): “Tenía una sonrisa maravillosa, Padre”.

POM (Siendo a su vez): “Estoy convencido de ello”.

Mary Gallagher (Sólo su voz, con el párroco en el plano). “Como la de usted”. (El sacerdote levanta las cejas para quitar importancia a lo que acaba de escuchar).

¿La ha mantenido usted todo este tiempo? Y se estará preguntando ahora cómo. Ella también…  Empieza a pensar que no soy buena. Quiero que se haga cargo de ella… antes de que descubra que está en lo cierto

La confesión de su propia historia camina hacia que probablemente ella viva una situación moralmente contradictoria, siendo mantenida por otros hombres. McCarey lo maneja con delicadeza y el P. O´Malley como su trasunto en la pantalla también. No hay ni sombra de crítica moralista fácil hacia ella.

Mary Gallagher (De nuevo en plano americano con el párroco): «Dirigía una pequeña banda, una especie de orquesta de baile. ¿Ha oído hablar de ‘Gallagher’s Gamboleers’?».

POM: “No. ¿Son conocidos?”.

Mary Gallagher (Tras pensarlo): “Tengo dudas. Bueno, el caso es que con esa orquesta consiguió un contrato en Cincinnati. Me prometió que cuando reuniera unos dólares vendría a buscarme”.

POM (En el plano): “¿Y usted se quedó plantada en Siracusa?”.

Mary Gallagher: “Hasta cuando mi hija nació”.

POM (Perplejo): “¿La ha mantenido usted todo este tiempo?”.

Mary Gallagher (En el plano). “Ahá. (Pausa). Y se estará preguntando ahora cómo. Ella también. (Agacha la mirada). Ella ya es una chica crecidita, padre. Empieza a pensar que no soy buena. Quiero que se haga cargo de ella… antes de que descubra que está en lo cierto”.

Bueno, una madre que se preocupa tanto por su hija no merece que se la considere mala. Si fuera usted tan mala como cree, la habría abandonado

El P. O´Malley rápidamente responde desde una expresión de comprensión y misericordia. Sin duda libera de la opresión desde la que la mujer está hablando. Ello le hace recuperar la autoestima y, con ella, la posibilidad de alguna solución.

POM (En el plano con el sombreo puesto, desdramatizando): “Bueno, una madre que se preocupa tanto por su hija no merece que se la considere mala. Si fuera usted tan mala como cree, la habría abandonado”.

Mary Gallagher (Sincerándose, recuperando su autoestima): “Joe es el único hombre que de verdad he amado en mi vida. Pero…”.

POM (En el plano): “Pero queriéndole tanto como dice… ¿por qué no ha intentado buscarle?”.

Mary Gallagher (De nuevo en plano americano): “No sabría por dónde empezar… Además fue él quien me dejó, Padre”. (Toca nerviosa la puerta de la verja).

POM (Localizando que hay algo de orgullo en esa determinación): “Con que es eso. (Pausa). Bien, haré cuanto pueda por usted. Diga a su hija que venga a verme. ¿Cómo se llama?”.

Mire, vamos a hacer un trato. Yo cuidaré de su hija si usted cuida mejor de sí misma

La actitud del sacerdote lleva la paz a la mujer, que se le ilumina el rostro cuando pronuncia el nombre de la hija. El P. O´Malley no sólo le expresa comprensión y tolerancia, sino que le hace ver que confía en ella y en sus posibilidades de rectificar su propia vida.

Mary Gallagher: “Patricia”.

POM (Repitiendo el nombre): “Patricia…».

Mary Gallagher (En el plano americano): «Gracias, Padre… ¿Padre…?».

POM: “O´Malley”.

Mary Gallagher: “O´Malley”.

POM: “Adiós, Mrs. Gallagher”.

Mary Gallagher: “Adiós”. (Sale el P. O´Malley tocándose el sombrero. Fundido).

 

7. BREVE CONCLUSIÓN DE ESTA PRIMERA CONTRIBUCIÓN DEDICADA A THE BELLS OF ST. MARY’S

Esta primera contribución de The Bells of St. Mary´s (Las campanas de Santa María) se han presentado los escenarios principales de la película. Tras justificar la continuidad y la diferencia con respecto a Going My Way, hemos abordado los temas nucleares que van a desarrollar la trama: la tensión entre el P. O’Malley y las monjas, las dificultades de la escuela, las aspiraciones del empresario sobre ella y la misión educativa que desarrolla la escuela.

“Mujer, qué grande es tu fe”, en The Bells of St. Mary´s (1945) es de Leo McCarey. Imagen 8

 

 

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NOTAS

[1] Fue producida por Pathé en 1927, pero al venderse sus derechos a MGM no se distribuyó hasta 1928. La hemos estudiado en (Peris-Cancio, Marco, & Sanmartín Esplugues, 2022: 161).

[2] La hemos estudiado en el Tomo III de los Cuadernos de Filosofía y Cine sobre el personalismo fílmico de Leo McCarey (Peris-Cancio, Marco, & Sanmartín Esplugues, 2023: 249-487).

[3] Cfr. las contribuciones en las que hemos estudiado este película, “El reconocimiento de la otredad de los demás según Stanley Cavell o la resistencia del matrimonio en The Awful Truth (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/el-reconocimiento-de-la-otredad-de-los-demas-segun-s-cavell-o-la-resistencia-del-matrimonio-en-the-awful-truth-1937-de-mccarey/; “Las posibilidades de la nueva mujer de crear una verdadera alianza de amor en el matrimonio en The Awful Truth (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/las-posibilidades-de-la-nueva-mujer-de-crear-una-verdadera-alianza-de-amor-en-el-matrimonio-en-the-awful-truth-1937-de-leo-mccarey/; “Las aportaciones propias de Leo McCarey que se hacen presentes en The Awful Truth (1937)”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/aportaciones-propias-de-mccarey-presentes-en-the-awful-truth-1937/; “La contribución esencial de Irene Dunne y de Cary Grant a The Awful Truth (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/la-contribucion-esencial-de-irene-dunne-y-de-cary-grant-a-the-awful-truth-1937-de-mccarey/; “Los Warriner, Irene Dunne y Cary Grant, entre la rigidez y el pugilato en el primer acto de The Awful Truth (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/los-warriner-irene-dunne-y-cary-grant-entre-la-rigidez-y-el-pugilato-en-el-primer-acto-de-the-awful-truth-1937-de-leo-mccarey/; “El reconocimiento de Lucy de estar enamorada del loco lunático de Jerry en el segundo acto de The Awful Truth (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/el-reconocimiento-de-lucy-de-estar-enamorada-del-loco-lunatico-de-jerry-en-el-2o-acto-de-the-awful-truth-1937-de-l-mccarey/; “Lo que es necesario cambiar para que todo vuelva a ser lo que era en el tercer acto de The Awful Truth (1937) de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/lo-que-es-necesario-cambiar-para-que-todo-vuelva-a-ser-lo-que-era-en-el-3er-acto-de-the-awful-truth-1937-de-mccarey/.

[4] Nos hemos ocupado de este paralelismo en la primera contribución dedicada a Going My Way, “La milagrosa riqueza moral de Going My Way (Siguiendo mi camino, 1944) como compendio del personalismo fílmico de Leo McCarey”, https://proyectoscio.ucv.es/filosofia-y-cine/la-milagrosa-riqueza-moral-de-going-my-way-siguiendo-mi-camino-1944-como-compendio-del-personalismo-filmico-de-leo-mccarey/, en la nota 7, en la que recogemos los recuerdos de Leo McCarey sobre este sacerdote tan peculiar.

[5] Wes D. Gehring está citando un artículo de Leo McCarey, “Comedy and a Touch of Cuckoo”, Extension, , November 1944, 34.

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Licenciado en Derecho y en Filosofía y Ciencias de la Educación. Doctor en Derecho con una tesis sobre el paradigma del iusnaturalismo tomista en su génesis histórica y en la actualidad. Autor de diversos artículos y publicaciones sobre derechos humanos y de la familia, así como sobre temas de biojurídica. En los últimos años ha intensificado su investigación sobre los directores del Hollywood clásico, teniendo como referencia la obra de Stanley Cavell. Ha publicado estudios sobre Georges Stevens, Henry Koster, Mitchell Leisen, Leo McCarey y Frank Capra.

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Profesor de la Facultad de Filosofía y director del Máster Universitario en Marketing Político y y Comunicación Institucional de la UCV, premiado como Programa de Educación Política del Año en el certamen Napolitan Victory Awards de Washington Estados Unidos.

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Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la UCV "San Vicente Mártir".
Autor, entre otras obras, de "Los Nuevos Redentores" (Anthropos, 1987), "Tecnología y futuro humano" (Anthropos, 1990), "La violencia y sus claves" (Ariel Quintaesencia, 2013), Bancarrota moral (Sello, 2015) y "Técnica y Ser humano" (Centro Lombardo, México, 2017).

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