Personalismo y metafísica

¿Es el personalismo una filosofía primera?

 

 

Ficha técnica del libro

 
  • Editorial: Universidad San Dámaso
  • Encuadernación: Tapa blanda
  • ISBN: 9788417561192
  • Año de edición: 2021
  • Lugar de edición: Madrid
  • Fecha de lanzamiento: 17/03/2021
  • Nº de páginas: 143

 

Sobre Personalismo y metafísica

Finalidad del libro

El profesor Burgos se plantea con este trabajo una tarea importante. A pesar de ser una corriente filosófica relativamente reciente, nacida en la primera mitad del siglo XX, el personalismo goza ya de un prestigio cada vez más patente en el imaginario académico internacional, con representantes ilustres de reconocida reputación. Efectivamente, no pocos autores con «vocación de comprensión de la persona en su integralidad» (p. 9), han dirigido sus esfuerzos por esta vía, motivo por el que, a pesar de sus matices y de sus diversos enfoques, cabe englobarlos de modo amplio bajo la denominación ‘personalistas’.

Es razonable afirmar ―por tanto― que el personalismo ha alcanzado ya cierta madurez, lo que permite tratarlo con perspectiva, reflexionando sobre su posición y sobre su estatuto en el marco más amplio de la filosofía en general, de la antropología en particular y, por qué no, también de la metafísica. Ésta es la tarea que afronta el autor en este libro, en el que se combinan con equilibrio un rigor filosófico de carácter académico con un lenguaje asequible al gran público; una tarea que emprende poco a poco, según pasos contados.

En un principio ofrece una aproximación más general, explicando qué es la metafísica y qué papel juega en el seno de la filosofía, así como la relación que posee con otras disciplinas filosóficas; acto seguido, ya acomete su objetivo principal del libro: la relación entre metafísica y personalismo en un mundo, por cierto, en el que parece que la metafísica poco puede aportar.

¿Qué es la metafísica para Aristóteles?

No se trata de una aproximación precipitada. Desde una reflexión lúcida, el autor pone críticamente sobre la mesa la tensión entre lo realmente existente y lo conceptual, consciente de que es fácil que no siempre vayan de la mano. Ciertamente, ambas dimensiones deberían coordinarse lo más armónicamente posible, pero no siempre es así, «no por afirmarlo los problemas desaparecen» (p. 100). Como muy bien dice Burgos, la metafísica no deja de ser una interpretación de la realidad, y ‘no la realidad misma’ (p. 32), consideración que no se ha de perder de vista. Creo que no debo dejar de llamar la atención sobre la honestidad del autor en este sentido.

Como decía, el primer paso consiste en la descripción de qué sea la metafísica, si bien es cierto que sin una excesiva exhaustividad, dado que no es éste el objetivo del libro, tal y como él mismo explica. Partiendo de la postura aristotélica, para la cual la metafísica es el conocimiento del ente en cuanto ente, en cuanto que es, se explica cómo la metafísica trata de erigirse en un saber primario, y que sirva de apoyo a cualquier otro tipo de conocimiento, a cualquier otra disciplina particular, con ninguna de las cuales se identifica. Sin entrar en mayores detalles, se habla de categorías, de nociones trans-categoriales o trascendentales, destacando su carácter formal, no según meras elucubraciones teóricas, sino en tanto que rasgos que se pueden apreciar en la estructura de lo real.

Problemas de la metafísica del ser

Acto seguido se explica la incorporación tomista, dando lugar a la metafísica del ser, y que a la postre se va a convertir en su principal interlocutora, y sobre la cual va a hacer recaer una importante crítica, a saber: que sus categorías, las de la metafísica aristotélico-tomista, «presentan graves carencias para construir una antropología adecuada» (p. 61), porque

partir de la generalidad, de lo que ‘todas las cosas son’, es decir, de las categorías, conlleva el grave peligro de no llegar nunca a saber de verdad y con profundidad ‘lo que sólo el hombre es’.

¿Por qué? Pues porque «el camino que va desde ‘lo general’ hasta el hombre es demasiado largo y tortuoso», con el grave riesgo de no poder alcanzar lo específicamente humano, aquello que hace que el hombre sea hombre, siquiera desde una perspectiva metafísica. Comienza ya a perfilarse hacia dónde apunta Burgos.

El gran problema de la metafísica del ser ― la ausencia de la dimensión subjetiva― ya fue puesto de manifiesto por el pensamiento moderno, tal y como Wojtyla explicó: las categorías aristotélico-tomistas no consideran la subjetividad, dimensión fundamental de la persona. No es que no se pensara sobre el ser humano, ni sobre su interioridad, sino que se hizo desde las categorías propias de la physis de carácter fundamentalmente objetivo; por este motivo, el mundo griego no podía tener sino una comprensión cosmológica del ser humano, y no desde su intimidad (p. 73).

El personalismo como solución 

Por este motivo, al pensador griego no le resultaba problemático aplicar al ser humano las mismas categorías universales que aplicaban a la realidad. El asunto pasa por plantearse ―con Burgos― si presuponer que desde las categorías clásicas se da explicación plena a la especificidad de lo humano no supone un reduccionismo en su comprensión, como, por ejemplo, en elementos tan importantes como la afectividad o la acción, o su libertad estructural. ¿No poseerá este enfoque un carácter impersonal?

Para nuestro autor, el problema sólo puede ser salvado si se considera al ser humano no desde categorías cosmológicas, sino desde categorías personalistas. Lo que enseguida nos aboca a otro grave problema, como es el de ubicar estas categorías personalistas en el marco de la metafísica en general, en tanto que, al ser categorías de la persona, son aplicables específicamente a ella, describiendo o expresando su modo de ser, y de difícil aplicación a otros ámbitos de la realidad. ¿Qué alternativas caben ante este dilema? Antes de proponer su solución, el autor aborda tres posibles salidas:

a) la más drástica: prescindir de la metafísica categorial;

b) limitar el alcance de las categorías universales;

c) intentar encajar en la metafísica del ser la especificidad de lo humano.

En su opinión, en ninguna de estas tres soluciones se acaba de asumir la riqueza de lo humano, cayendo en cierto reduccionismo y poniendo en evidencia la pretensión universalista de la metafísica. Cabría una cuarta opción, que es la esgrimida por el autor: la de una sectorialización categorial, en la que haya distintas filosofías primeras en cuyo complemento estribe una posibilidad de enriquecimiento mutuo. Para conocerla, no veo mejor opción que la de leer este pequeño pero sugerente libro.

 

Más información

Para saber más del autor

Reseña de La vía de la experiencia o la salida del laberinto, también de Juan Manuel Burgos.

 

About the author

Alfredo Esteve
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Doctor en Filosofía (Universidad de Valencia, tesis sobre la influencia de la afectividad en el comportamiento humano a la luz del pensamiento ético y estético de Xavier Zubiri) y Máster en Ética y Democracia (Departamento de Filosofía Moral y Política de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la UV).

Un comentario

  1. Perspectiva interesante, pero me parece que habría que completarla desde la biología filosófica de Aristóteles (y Santo Tomás) donde la «vida» es una noción clave, donde comparece (¿de manera insuficiente?) la idea de subjetividad y desde luego de acto de ser. Dios es plenitud de ser, plenitud de vida, plenitud de intimidad. A investigar, cómo esas relaciones se encuentran presentes en la antropología tomista.

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