“Amarás a tu prójimo”: la savia del pueblo en  Meet John Doe (1941)

José Alfredo Peris Cancio y José Sanmartín Esplugues

Resumen: El cine clásico de Hollywood de los años 30 y 40 fue testigo de la crisis del 29 y sus repercusiones. Un estudio filosófico del mismo permite encontrar en la filmografía del director Frank Capra sugerentes criterios de interpretación. Siguiendo las orientaciones de Stanley Cavell se descubre que hay una fructífera interrelación entre el matrimonio en igualdad en el que se comprometen el varón y la mujer y la educación en la dignidad personal que permite no sólo superar las crisis económicas, sino incluso, prevenirlas. En esta tercera entrada sobre Meet John Doe (1941) seguimos desarrollando el texto fílmico sobre la película por medio de los siguientes ejes: a) presentar el amor al prójimo que se educa en la familia como savia del pueblo; b) reflexionar sobre las dudas que suscita este mensaje en el personaje de Long Willoughby y cómo se va identificando progresivamente con él mismo; c) analizar el discurso en la radio como el programa fundacional de los clubs Juan Nadie; d) describir los frutos del discurso en la gente sencilla con la aparición de los “clubs Juan Nadie”.

Palabras clave: crisis económica, cine clásico, matrimonio, igualdad entre varón y mujer, mutua educación, reversibilidad de los roles masculino y femenino, vagabundo, relato, pueblo.

Abstract: The classical Hollywood cinema of the 30s and 40s witnessed the crisis of 29 and its aftermath. A philosophical study of it may find in the filmography of director Frank Capra suggestive interpretation criteria. Under the guidance of Stanley Cavell is discovered that there is a fruitful interaction between marriage equality in the male and female education and personal dignity which allows not only overcome the economic crisis, but even prevent undertake. In this second entry about Meet John Doe (1941) we propose: a) present love to the neighbor who is educated in the family as the sap of the people; b) to reflect on the doubts that this message arouses in the character of Long Willoughby and how he progressively identifies himself with it; c) analyze the speech on the radio as the foundational program of the John Doe Club; d) describe the fruits of discourse in simple people with the appearance of the “John Doe Clubs”.

Keywords: economic crisis, classic cinema, marriage, equality between man and woman, mutual education, reversal of the male and female roles, tramp, story, people.

1. LA EDUCACIÓN EN EL AMOR AL PRÓJIMO QUE SE RECIBE EN LA FAMILIA COMO SAVIA DEL PUEBLO

1.1 EL DESPERTAR DEL PUEBLO FRENTE A LA INJUSTICIA

Frank Capra, el genial director de Meet John Doe (Infografía)

La reacción ciudadana ante la imagen de Juan Nadie produce un efecto que podemos calificar de “despertar del pueblo”. En efecto, las personas parecen superar su pasividad y recuperar energías morales. Ejercen su derecho a participar. Satisfacen su deber de controlar los gobiernos democráticos mediante protestas sociales. Con una gran fuerza visual, Capra refleja las reivindicaciones populares con imágenes de movilizaciones y pancartas. Ciudadanos encrespados acosan al alcalde Lovett (recordamos, un expresivo Gene Lockhart) y a su secretario en el despacho (Edward Hearn).

El gobernador, sin embargo, sigue insistiendo que se está ante un fraude. Así lo declara a los periodistas. Apunta que se trata de una treta perversa promovida por un hombre vicioso: D.B. Norton. El Gobernador (al que Vaughan Glaser interpreta con un aura de dignidad) no es como su colega en Mr. Smith. Al denunciar a Norton está poniendo de manifiesto que, en su caso, no hay nada que lo ligue a la corrupción inducida por magnates sin escrúpulos.

Y, frente a Mr. Smith, Capra da en Meet John Doe un paso más. En el primer filme, el magnate corruptor maneja a su antojo a determinados políticos. En el segundo, Norton ya se contenta con estar en un segundo plano. Quiere entrar en acción[1]. ¿Para qué verse intermediado por políticos a sueldo, cuando él puede llegar al poder?

1.2 LA PRIMERA APARICIÓN DE NORTON: OJOS DE CRISTAL, CABALGADURAS MOTORIZADAS

Norton, el nuevo dueño de “The Bulletin” aparece por primera vez en escena. Montado a caballo mira con unos prismáticos. El jardín privado del magnate es una explanada de enormes proporciones. Es fácil reconocer en los binoculares la imagen de unos ojos de cristal. Aumenta la potencia visual al mismo tiempo que distancia el sello humano de la mirada. Observa una exhibición de motocicletas. Son las nuevas cabalgaduras. Sus pilotos tienen un aire paramilitar. En sus chaquetas hay un escudo bordado: D.B. NORTON MOTOR CORPS.

Las motocicletas realizan exhibiciones que recuerdan las que presenciaban Hitler o Mussolini. El que dirige el espectáculo lo hace a toque de silbato. Luego sabremos que es Ted Sheldon (Rod la Roque), sobrino dilecto de Norton.

Ojos de cristal, cabalgaduras motorizadas. Símbolos de lo que se presenta como la nueva fuerza moral. La tecnología como multiplicación de la fuerza para someter a una sociedad de débiles.

Norton recibe el aviso de que están en la casa y va al encuentro de Connell y Ann.

1.3 JUAN NADIE COMO TRAMPOLÍN A LA NOTORIEDAD

Norton, Connell y Ann  entran en el despacho del magnate. Ann lleva la iniciativa: “Opino que sería una estupidez abandonar ahora. Recibe miles de cartas, sus admiradores aumentan”. Norton: “¿De qué tiene miedo, Mr. Connell? Ha duplicado la tirada”. Connell: “Algunos anunciantes han retirado su publicidad. El gobernador nos demandará, todos saben que es un fraude”.

De la prudencia de Connell al descaro de Ann

Ann y Connell intercambian sus roles. Ante el potentado, el director del periódico se muestra más prudente y honesto. No quiere proseguir con la falsedad. Ann en cambio está lanzada y dispuesta a lo que sea. Convence a Norton de que organice una actuación de Juan Nadie en su cadena de radio. Las palabras de Ann son muy significativas. Será la primera en plantear algo que responde a las intenciones hasta ahora inconfesadas de Norton:

—Ann: “Mr. Norton, llévelo a su emisora de radio”.

—Connell: “Cuidado, la señorita puede volverle loco. No podemos permitir que interroguen a nuestro jugador. Quién sabe qué haría ese lunático. Ayer le sorprendí sobre la mesa con una caña de pescar. Sáquele de la ciudad antes de que sea demasiado tarde”.

—Ann, desmedida: “Si lo hace será tan tonto como él, con perdón.”

—Connell: “Usted come gracias a él, por eso insiste”.

—Ann realiza la gran puja para ganarse a Norton: “Sí, pero a Mr. Norton le permite acceder a la política nacional. Compró el periódico para llegar a mucha gente, ¿verdad? Si él habla por la radio, le escucharán 130 millones. Creerán todo lo que diga. Olvídese del alcalde y del gobernador. Son poca cosa. Interesará a todo el país. Causará sensación como lo ha hecho aquí. Y usted llevará las riendas, Mr. Norton”.

Norton reacciona con determinación, plenamente convencido. Ordena a Connell: “Vaya a la oficina y reserve un espacio en radio.

1.4 LA ALIANZA DE AMBICIONES ENTRE ANN Y NORTON

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Capra hace que las palabras, la actitud, la postura y los gestos de Stanwyck ante Norton destilen persuasión a raudales. La actriz hace una genial demostración de su buen oficio. Tras su actuación, Juan Nadie pasa de ser un potencial suicida —en protesta por los males que aquejan a la sociedad— a ser algo muy distinto. De reclamo comercial para vender periódicos se convierte nada menos que en el cebo que atraerá apoyo popular para la causa política —empapada de totalitarismo— de Norton.

Ann consigue anular a Connell. Norton le indica que se vaya, que desea hablar a solas con Ann. Lo hace, interpretando perfectamente lo que ha ocurrido. Norton invita a que Ann se siente. Él guarda silencio mientras se limpia los quevedos. De nuevo el millonario se vale, como mucha gente, de un artilugio –unas gafas— para ocultar sus ojos. La mirada es captada inconscientemente por el otro. El resultado es que, de manera automática, te sientes ligado empáticamente a quien te mira, o sientes un rechazo instintivo hacia él[2].

Ann seduce a Norton

Ann está incómoda pero halagada. Sabe que se lo ha metido en el bolsillo:

—Norton: “Así que la idea de Juan Nadie es suya”.

—Ann: “Sí, señor.”

—Norton: “¿Cuánto gana?”.

—Ann: “30 dólares”.

—Norton: “¿30 dólares?” –se acerca a ella, sentándose con superioridad en el bode de la mesa- ¿Por qué quiere hacer carrera como periodista?”.

—Ann: “Dinero”.

—Norton, encantado por la respuesta: “Dinero. Me alegra oír que alguien lo admite. ¿Podría escribir un discurso que popularizara a ese tipo?”:

—Ann, asertiva: “Seguro”.

—Norton: “Ganará 100 dólares semanales”.

—Ann: “¿100 dólares?”.

—Norton: “Sólo es el principio. Juegue bien sus cartas y no tendrá problemas de dinero”.

Para subrayar que se trata de una alianza puramente de intereses, Capra introduce en la escena a Ted Sheldon. El sobrino de Norton ejerce de “Casanova”. Su tío señala que lo esperaba, porque siempre intuye la cercanía de una mujer hermosa. A continuación, le pide que lleve a Ann a su casa. Él aprovecha para flirtear. Cada uno ejerce su papel de influencia sobre la chica: dinero y galanteo. Norton rubrica lo sellado entre ellos dos, que margina a Connell: “Desde ahora despachará directamente conmigo”.

1.5 LA FAMILIA, EL LUGAR DONDE EL PUEBLO SE NUTRE Y RESISTE

La red de corrupción que está tejiéndose en torno a Ann tiene sus puntos débiles. Capra lo insinúa pronto. Ann tiene familia. Esta comunidad básica es el contexto desde el que te abres al mundo de los valores. Es en ella donde la inmensa mayoría de las personas encuentran su mejor versión. Es el refugio ante los problemas externos, en el que sus miembros resisten desde la unidad cimentada en el amor[3].

En la siguiente escena se ve a Ann en su casa escribiendo a máquina. Un perro peludo y pequeño —un nuevo símbolo de ternura— la contempla. Pero la joven se desespera porque no le gusta lo que brota de las teclas. Sus hermanas pequeñas (Carlotta Helm y Tina Thayer) salen en camisón de su cuarto. Juegan con ella a tirarla de la silla y hacer piruetas desde el suelo. El perro brinca con ellas. La madre, Mrs. Mitchell (Spring Byngton[4]) llama la atención a las niñas para que regresen a la cama. La familia ha comenzado a rescatar a Ann, aunque ella puede que no lo perciba. La madre culminará la acción.

Los valores de los padres de Ann

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Ann se queja de que no está inspirada. Su madre le da confianza y orientación. Mrs. Mitchell es el testimonio de que los valores que compartió con el padre de Ann siguen vigentes. Se desvive por ayudar a sus vecinos necesitados. Ann parece que se lo reprocha, pero pronto le hace ver que no. Ciertamente Ann ha confesado a Norton que se mueve por dinero. Pero admira profundamente a su madre, que actúa guiada por la caridad. Le pide perdón y se justifica:

—Ann: “Lo siento, mamá. No me hagas caso, este asunto me desquicia. Pero es mi oportunidad de hacer algo grande para asegurar vuestro futuro para siempre. Si me sale bien, tu amiga podrá tener seis hijos”.

1.6 LA SABIDURÍA FAMILIAR Y EL CONTENIDO DE LA PROPUESTA DE JUAN NADIE: «COSAS SENCILLAS Y REALES, LLENAS DE ESPERANZA»

La madre intuye que lo que está turbando a Ann es el discurso que ha de escribirle a Juan Nadie. Le aconseja con sabiduría. Desde este modo de ver la vida en la familia, el relato de Juan Nadie adquirirá su verdadera fisonomía.

—Mrs. Mitchell: “¿Te refieres a ese discurso?”

—Ann: “Sí, no consigo darle forma. He creado a un hombre que dará su vida por un ideal. Le escucharán miles de personas por la radio. Pero si no dice algo sensacional, no servirá de nada”.

—Mrs. Mitchell: “Cariño, no sé qué tipo de discurso quieres escribir, pero por lo poco que he leído, nadie lo escuchará”.

—Ann, casi ofendida: “¿Cómo?”.

El nacimiento del genuino Juan Nadie

Esta respuesta será crucial para el nacimiento del genuino Juan Nadie:

—Mrs. Mitchell: “Hay demasiados discursos políticos de protesta. La gente está harta de oír malas noticias por la radio. Podrías hacerle decir cosas sencillas y reales, llenas de esperanza. Si tu padre viviera, sabría qué decir.”

—Ann: “Sí, seguro que papá lo sabría bien”.

—Mrs. Mitchell” “Espera un momento – va hacia un viejo buró y recoge un cuaderno- Este es el diario de tu padre”.

—Ann: “No sabía que llevaba un diario”.

—Mrs. Mitchell: “Aquí hay material para cien discursos… Sigue siendo válido hoy… Lo cuidarás, ¿verdad? Me ayuda a mantener vivo el recuerdo de tu padre”.

—Ann, conmovida: “No lo dudes, mamá”.

El valor de la familia

Capra era un hombre de profundas convicciones familiares. No hay que olvidar que era siciliano (Lourdeaux, 1990). Por eso, es capaz de recoger un hecho que muchas personas pueden avalar con su experiencia. Nos referimos a las palabras escuchadas en el propio hogar, de labios de nuestros padres o abuelos.

En determinados contextos, lamentablemente hoy se da mayor valor a un discurso ajeno que a las palabras que nacen del afecto de familiares cercanos, por sabios que éstos puedan ser[5]. La cultura de nuestro tiempo —vertebrada por los medios de comunicación de masas— nos ha acostumbrado a menospreciar lo propio y familiar, llevándonos por el camino de una deshumanización creciente.

Quizás sea el mejor cometido de la filosofía, y las palabras pronunciadas en una pantalla ayudan decisivamente a ello. Aunque sea porque tenga razón Stanley Cavell cuando señala.

Solo paso a paso he llegado a ver que cada una de mis aventuras en y desde la filosofía tiene que ver con formas de entender hasta qué punto mi relación conmigo mismo se representa en mi relación con mis palabras. (Cavell, 2017: 19)

Las palabras que se aprenden en la familia son la savia del pueblo. Con ellas se adquiere la capacidad de reconocer al otro, de amar al prójimo. Los padres son el signo de la vida como don. Si además saben expresarlo con palabras, dejan en sus hijos el más alto de los dones. Apoyada en el testimonio y en las palabras de su padre, Ann comienza resistirse inconscientemente a Norton.

2. JOHN WILLOUGHBY COMO PORTAVOZ DE LA INVITACIÓN AL AMOR AL PRÓJIMO: DEL ESCEPTICISMO, LA DUDA Y LA HUIDA A LA PROGRESIVA CONVERSIÓN

2.1 LA REPRESENTACIÓN DEL PERSONAJE DE JOHN DOE COMO EXPRESIÓN ENAMORADA HACIA ANN

La casa de Norton como lugar donde reina el pragmatismo y la ambición ha dejado paso al de hogar las Mitchell. El espectador ha pasado de un “cine negro” a lo que hemos llamado en alguna ocasión “cine blanco”[6]. Este último es un cine que da cuenta de los buenos sentimientos. No teme afrontar el frágil terreno de la afectividad tierna[7]. El contraste, sin embargo, muestra el primer emplazamiento de la moral: seguir el bien y evitar el mal. La moral es siempre antes una respuesta que una elección. Así se vio en la antigüedad clásica y cristiana[8] y, desgraciadamente, se diluyó en la modernidad. La vida no se para, no está acabada. Es un quehacer continuo que exige de quien vive ejercitar su capacidad de elección —incluso de no hacer nada—. Lo que no significa, desde luego, que controlemos a todos sus aspectos[9].

Pantomimas y farsas

Capra nos sitúa a Long John haciendo la pantomima de que está jugando a baseball en la habitación del hotel. A la gente que se agolpa a su puerta para conocerle Lug (Gene Lockmann) les impide el paso. Y alimenta la ficción: “Está escribiendo sus memorias”.

Pero Juan Nadie, en realidad, está jugando con Colonel. Los dos saben bien porqué. El amigo se lo espeta sin contemplaciones:

—Colonel: “¿Cómo podrás soportar esto hasta después de Navidad? Llevas dos semanas sin oír un silbato de tren… Sé por qué sigues aquí. Te has encariñado con la chica. Lo que te faltaba, que te pesque una mujer… Con una mujer entre manos, la vida se complica con muchas más cosas, como muebles”.

En efecto, Fue Ann la que comenzó con la simulación del baseball. Fue su ardid para que Long John pusiera cara de enfadado. Pero ahora él sigue con esa fantasía, si bien con cara de embobado. La propia de enamorado, sin descartar la simpleza que le atribuía Connell. Pero lo definitivo es que Ann va modelando a Long John. El bien que ahora percibe para sí mismo ya no es el que describe su amigo. Ella no es una carga como el dinero. Le abre a un bien mayor.

2.2 LA PROPUESTA DE SOBORNO POR LA COMPETENCIA

En un momento les dejan solos con el guardaespaldas Mike (Plat Flaherty) . Beany y Angelface salen porque Lug les avisa de que hay tipos del “The Chronicle” husmeando. Pero uno de esos tipos es Mike, que tienta a Long John. Primero, intenta convencerle de que ha elegido mal el camino para volver a jugar. Puede que un médico le cure el brazo, pero el mundo del béisbol es implacable contra el fraude. Si se llegara a saber que lo de Juan Nadie es falso, lo expulsarían. Y, para ser más persuasivo, alude a la decepción que su impostura supondría para los niños del país. Capra vuelve a incidir en la reacción infantil como termómetro de moralidad. Lo hizo, dándole gran importancia, en Mr. Smith: sus inmorales adversarios no dudan en amenazar y atacar a los niños (los Boy Rangers, creados por el propio Smith) para hacer que deponga su actitud.

Las palabras de Mike hacen mella en Juan Nadie. Colonel apunta a que “el ascensor funciona”[10]. Para rematar la faena Mike le ofrece de parte de “The Chronicle” cinco mil dólares. Tan sólo debe aprovechar su aparición en el programa de radio para decir que todo ha sido un montaje por parte de de “The Bulletin”. Eso lo convertirá en un héroe. Y le entrega el discurso que debe leer.

2.3 JUAN NADIE COMO ESPECTÁCULO: LA NUEVA CONVICCIÓN DE ANN Y LAS DUDAS DE LONG JOHN

Capra presenta el programa de radio con la aparición de Long John como un espectáculo colosal. Hay grandes carteles, anuncios de no quedan entradas, masas enfervorecidas por verlo en persona… Juan Nadie se abre paso entre ellas, escoltado por Beany y acompañado por Colonel. En un despacho del estudio de la radio les espera Ann. Ella despide pronto a los fotógrafos. Procura tranquilizar a Juan Nadie.

Ann parece enamorada de su obra

La cámara nos muestra a una Ann hasta cierto punto cautivada por el personaje que, como Pigmalión, ella misma ha creado. La lectura del diario de su padre ha hecho que en Ann vaya produciéndose un cambio en sus ideas del que todavía no es plenamente consciente. Un cambio de ideas infiltrado de la afectividad tierna que crece en su interior hacia Juan Nadie.

—Ann: “El texto está en mayúsculas, para facilitar la lectura. ¿Está nervioso?”.

—Long John: “No”.

—Ann: “Claro, él no lo estaría”.

—Long John: “¿Quién?”.

—Ann: “El Juan Nadie del discurso”…

—Ann lo toma con sus brazos, mirándole a los ojos: “No se ponga nervioso, sólo tiene que ser sincero.”

A Long John le extraña la actitud con la que Ann le habla. La joven, al igual que la Miranda de La tempestad, empieza a comprender algo nuevo: la realidad de las personas. Y con ella la del mundo (Cavell, 2010: 21). Pero Long John no puede decirle, como Próspero, “nuevo para ti” porque él todavía carece de esa experiencia.

Ann recibe una llamada telefónica  de su madre. Mrs. Brewster y unas amigas entran para conocer “a ese pobre hombre”. Mrs. Brewster: “Buena suerte, Sr. Nadie. Nosotras le apoyamos.Hemos tomado una decisión. No debe suicidarse bajo ningún concepto. Se lo impediremos.” Ann las hace salir, momento que aprovecha Mike para asegurarse de que lleve su discurso. Juan Nadie asiente. Mike le indica que le dará el dinero a Colonel cuando empiece su discurso. Long John vacila.

2.4 LA INSOPORTABLE CONTRADICCIÓN ENTRE LA SINCERIDAD Y EL ESPECTÁCULO

Capra parece querer que el paroxismo se adueñe de la situación, en los momentos previos al discurso de Juan Nadie.

Ann defiende calurosamente la causa

Por un lado, Ann incrementa el ardor con que defiende la causa: “Mamá también le desea suerte[11]. Cuando lea el discurso, créaselo todo. Es una persona maravillosa, John.” John, perplejo: “¿Quién?”. Ann: “EI Juan Nadie del discurso. ¿Sabe una cosa? Me he enamorado de él”. Al igual que Pigmalión, como ya señalamos en la anterior entrada, se enamoró de la estatua que él mismo había tallado, Ann se ha enamorado de su propia creación.

El espectáculo toma aires circenses

Por otro lado, aumenta el carácter circense del espectáculo. Connell hace entrar en escena a una joven vestida como una miss: es Jane Doe[12] (Dorothy Andree). Hace que saquen fotos besándole. Luego es el turno de una pareja de personas con acondroplasia. Beany los presenta como los símbos de la gente menuda. Ella (Johnny Fern) mira a Long John con embeleso. Él (Billy Curtis) está un poco molesto por ello. Ann se queja de esa publicidad barata. Connell esgrime el argumento comercial de que hay que sacar tajada. Ella por fin consigue, de nuevo,  despejar el despacho.

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Ann peina de nuevo con cuidado maternal a Long John. Luego le habla en un plano muy próximo, acariciándole las solapas, confortándolo:

—Ann: “ Por favor, John, no me defraude”. Él no contesta. Ella toma con sus manos su cabeza, mirándole la cara insistentemente: “¿Lo hará? Seguro que no. Sólo tiene que pensar que es Juan Nadie. Este discurso se basa en lo que creía cierta persona. Mi padre. Cuando él hablaba, la gente le escuchaba.  A usted también le escucharán. Tiene gracia. ¿Sabe lo que dijo mi madre la otra noche? Que si miraba en sus ojos, vería en ellos a mi padre”…  John, usted es jugador. Salga a jugar. —y lo besa cerca de los labios—. Buena suerte”.

John encuentra mucho en ese beso. Más, quizás, de lo que la joven ha tenido intención de poner. Ann no sabe que a John están intentando sobornarlo. Sólo busca sacar lo mejor de él. Están funcionando como si fueran una pareja, un futuro matrimonio. El Juan Nadie ficticio del que se ha enamorado ha tomado cuerpo en Long John. Pero quizá ella todavía no lo vea con claridad. Ni John tampoco… dudará si está siendo manipulado tan sólo para vender más periódicos.

3. EL DISCURSO FUNDACIONAL DE LOS JUAN NADIE

3.1 LAS ÚLTIMAS VACILACIONES Y LA PRESENTACIÓN DEL DISCURSO

¿Qué discurso va a leer John? ¿El de Ann o el redactado por “The Chronicle? Capra, por unos instantes, se mueve en las coordenadas del suspense. Filma el estudio de radio como si fuera un patíbulo o algo análogo. Lo hace desde una habitación contigua.

John  camina entre la gente. Las ventanas interiores y sus persianas muestran al público que aplaude a John.  Pero no hay brillo. Una vez delante del micrófono, Long John pone un gesto asustadizo. Colonel le indica dónde va a estar, por si quieren huir. Cuando el presentador le pregunta lo que hace ahí, su respuesta vale también para el alma de su amigo. Dice: “Eso me gustaría saber a mi también”. Ann se retira a un lado: “Estaré allí, animándole”. John intenta seguirla. Pero lo toman del brazo y lo devuelven al lugar ante el micrófono. Long John vacila entre Colonel y Ann: huída o compromiso. No sólo ahora.

Los preludios del discurso
John Doe en un espectáculo con aires de circo (Infografía)

Se corren las cortinas del escenario. No es necesario recordar que en esos años el público asistía a los estudios de radio como si se tratara de un teatro. Se indica Silencio. John mira el papel que le ha dado Mike. Éste junto a Colonel hace gestos de que todo va bien a Spencer (Andrew Tombes), el director de “The Chronicle”.  Éste manda a su ayudante que encargue la impresión de una edición especial. Pero John mira a Ann, que le hace un gesto de confianza y victoria. John no queda inmune.

Se enciende la luz de estar en el aire. Suenan unas notas de la orquesta. El locutor realiza la presentación. Con ella, Capra resume una especie de “estado de la cuestión” hasta ese momento del personaje Juan Nadie:

–Presentador (Edward Earle): “Damas y caballeros, les hablo en nombre de The New Bulletin. Esta noche presentamos algo nuevo y diferente. A mi lado está el joven que declaró públicamente que se suicidará en Nochebuena. Él mismo ha escrito: Protesto por el estado de nuestra civilización. Damas y caballeros, nos complace presentarles al hombre más famoso de todo el país: Juan Nadie.

Aplausos. El director anima a seguir con ellos las notas de “For He’s a Jolly Good Fellow”. Ann aplaude con ganas y anima a hacerlo a un escéptico Connell. Le dan la entrada a John. Él vacila, parece que va a sacar el papel del bolsillo. Ann cree que tan solo está nervioso. Se aproxima y le da lo que ella ha redactado, que está sobre el atril.

3.2 EL COMIENZO DEL DISCURSO DE JUAN NADIE: LAS MUCHAS MANERA DE SER DEL AVERAGE MAN, DE LA GENTE CORRIENTE

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Por fin John comienza a leer lo que Ann ha preparado:

“Damas y caballeros.

Soy el hombre conocido como Juan Nadie. Adopté ese seudónimo porque describe…Porque describe al hombre corriente[13]. Ese soy yo. Ese soy yo. Es decir…”

El intento de soborno no ha tenido éxito

En ese momento Colonel devuelve el dinero a Mike.

—John: “… lo era antes de decir que me tiraría desde la azotea del Ayuntamiento en Nochebuena. Supongo que ya no soy corriente. Ahora me hacen caso hasta los peces gordos”.

Mike va donde Spencer y le susurra: “Nos ha traicionado”.

—John: “Al alcalde y al gobernador, por ejemplo, les molestan mis artículos.”

En ese momento Spencer intenta sabotear el discurso acusando a John de impostor y es expulsado de la sala. John vuelve a vacilar. Colonel le enseña que pueden escapar por las escaleras. En su casa Norton está siguiendo el discurso, acompañado por Ted Shelton. El locutor explica lo ocurrido y el discurso continúa ya sin interrupciones, salvo para recibir aplausos:

—John: “Las personas como el gobernador… y el tipo que se han llevado pueden dejar de preocuparse, no voy a hablar de ellos” -Ann y sobre todo Connell ponen gestos de satisfacción-. “Hablaré de nosotros, la gente corriente, los Juan Nadie”.

El discurso de Long John muestra la diversidad de los Juan Nadie

El discurso da un sentido más preciso y encarnado de los Juan Nadie:

—John: “Si alguien pregunta cómo es el Juan Nadie corriente, nadie responderá porque es de muchas maneras. Es alto y bajo, tonto y listo, básicamente honrado, pero con tendencia el latrocinio. Cuando telefonea desde una cabina, siempre mira si alguien olvidó una moneda.” -risas empáticas del público-.

Colonel sigue tentándole para huir, pues percibe su inseguridad. John, sin embargo, prosigue. Sus palabras hacen ver la importancia de la gente corriente. Representa, diríamos hoy, el consumidor, con todo lo que estratégicamente supone:

Los anuncios se hacen para él. Los vendedores existen gracias a él. El es Don Nadie, el tonto de turno y la mayor fuerza del planeta.

Sigue nervioso. Hace caer el micrófono y lo vuelven a sujetar. Un primer plano del director Connell muestra su desagrado, su escepticismo.

3.3 LOS JUAN NADIE, LOS MANSOS QUE HEREDARÁN LA TIERRA, EL PUEBLO QUE SOSTIENE LA DEMOCRACIA

John se rehace. Sigue leyendo. Da un paso decisivo en la caracterización de los Juan Nadie.

—John: “Sí, señor. Los Juan Nadie formamos una gran familia. Somos los mansos que deberíamos heredar la Tierra. Estamos en todas partes. Trabajamos en el campo, las minas y las fábricas. Somos contables, mecánicos o conductores de autobús. Cuando un policía dice «atrás, usted», se refiere a nosotros, los Juan Nadie”.

El giro de sus palabras comienza a sorprender. Al oírlo por la radio, Ted Shelton muestra su disgusto, pero su tío lo manda callar. El primer plano de Connell se irá transformando positivamente y Ann repite mentalmente palabra por palabra el discurso de Long John:

—John: “Existimos desde el principio del tiempo. Levantamos las pirámides, vimos a Cristo crucificado, servimos a los emperadores romanos, tripulamos las naves de Colón, nos retiramos de Moscú con Napoleón y sufrimos penurias con Washington. Sí, aprendimos a esquivar reveses cuando la Historia aún gateaba. Luchando por la libertad hemos mordido el polvo, pero siempre nos levantamos, porque somos el pueblo y somos fuertes.”

Juan Nadie se cree sus propias palabras

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John lee cada vez más animado, se identifica con esas palabras. El público aplaude entusiasmado. Acaba de plantear las claves del sistema democrático. El gobierno del pueblo se apoya en personas de carne y hueso. Sin embargo, deja tan sólo apuntada una idea fundamental que retomará al final: el pueblo que vio morir a Cristo, como víctima, está llamado a aprender de él. Pero esto no resta en modo alguno la confianza en el valor de las personas. Es el mejor argumento contra el totalitarismo.

—John: “Dicen que un pueblo libre se debilita, que no estamos preparados, pero mienten. Un pueblo libre vencerá siempre al mundo, si todos empujamos en la misma dirección”

John ya lee con entusiasmo. Ha hecho suyas las palabras que le han sido escritas. Las siente como propias. La cámara lo contrapone a un Colonel que no se cree nada.

3.4 EL POTENCIAL POLÍTICO DE LA ACCIÓN CONJUNTADA DEL PUEBLO: “SÓLO GANAREMOS SI TRABAJAMOS EN EQUIPO”

Mientras, Norton muestra desagrado por lo que está escuchando. Hasta que oye a su servidumbre aplaudir a rabiar en la radio de sus dependencias. Eso le da una idea. El primer plano mudo del magnate es muy explícito. Aunque no comulgue en absoluto con el discurso de Juan Nadie, puede sacarle provecho.

—John (cuyas palabras se escuchan en los receptores de la casa de Norton): “Muchos pensarán ¿qué puedo hacer yo? Sólo soy una basurita, no cuento para nada. Se equivocan, las basuritas siempre han contado. A la larga, el carácter de una nación es la suma del carácter de todas sus basuritas. Pero tenemos que jugar todos.”

La unión hace la fuerza

El discurso apela al carácter decisivo de la unión. Capra, en este punto, desarrolla las posibilidades vertebradoras del cine como agente de movilización social (Capra, 1997).

—John: “Sólo ganaremos si trabajamos en equipo. Y aquí es donde interviene cada Juan Nadie. Depende de él entenderse con sus compañeros de equipo. Y tu compañero, amigo mío, es tu vecino[14]. EI vecino es un personaje terriblemente importante. Os necesitáis mutuamente, cuídale. Si enferma, ve a verle. Si tiene hambre, dale de comer. Si está en el paro, búscale empleo. Casi nadie conoce a su vecino. Es el del perro que ladra y la valla divisoria. Pero tu compañero de equipo no es un desconocido. Derribad la valla que os separa. Derribadla y os libraréis de muchos odios y prejuicios. Derribad todas las vallas del país y formaréis un gran equipo”[15].

Los aplausos arrecian. Colonel, indiferente, se cose un botón. Pero el discurso avanza y profundiza en el descubrimiento del otro, del prójimo, del vecino. El discurso incide en un aspecto de calado. Las personas, con frecuencia, relacionamos los milagros con aquello que es difícil de creer que pueda ocurrir. Pero debemos acostumbrarnos a reconocer que lo difícil de creer verdaderamente ocurre. La savia que alimenta la familia y el pueblo es una fuerza de salvación milagrosa que ha penetrado la historia.

—John” “Sé que muchos pensaréis: Está pidiendo un milagro. Las personas no cambian de repente. Os equivocáis, no es un milagro. Yo lo he visto, ocurre cada año. Y vosotros también. En Navidad. El espíritu navideño tiene algo magnífico que influye sobre todo tipo de personas. ¿No podría este espíritu de la Navidad durar todo el año? ¡Dios! Si ocurriera, si todos los Juan Nadie conservaran ese espíritu 365 días al año, tendríamos tanta fuerza con nuestra buena voluntad que ninguna fuerza humana podría resistirse”.

3.5 LA CONCLUSIÓN DEL DISCURSO: “DESPIERTA, JUAN NADIE, ERES LA ESPERANZA DEL MUNDO”. LAS REACCIONES ANTE ELLA

En un primer plano Connell muy satisfecho mira a Ann. Ella paladea las palabras que está pronunciando John. Unos instantes antes, Norton ha mandado a su sobrino que se calle y no se queje por las palabras de Juan Nadie. Sabe el rédito que les va a sacar.

—John: “Sí, amigos, los mansos sólo heredarán la Tierra cuando los Juan Nadie amen a sus vecinos. Empezad ahora mismo. No esperéis a que suspendan el partido por falta de luz. Despierta, Juan Nadie, eres la esperanza del mundo”.

Se produce un gran silencio. Un primer plano de Ann expresa su emoción contenida. Se acerca a John y le dice: “Ha sido maravilloso”.

Pero él se siente falso, utilizado, por haber hecho un uso bastardo de los sentimientos más nobles de las personas.. Huye entre la gente que le aclama.  Colonel le alaba la decisión.

El lugar donde reconocerse en la autenticidad del propio ser

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En la siguiente escena, Capra muestra una imagen nocturna, bajo un puente, en plena naturaleza. Una vez más es el lugar donde reconocerse en la autenticidad del propio ser (Emerson, 2010a). John reconoce que sólo ha leído el discurso porque se dejó embaucar por Ann. John: “Me dijo: Usted es jugador, salga a jugar. Soy un imbécil”.

No sólo se siente utilizado. Interpreta la felicitación de Ann como si ella se hubiera enamorado de alguien distinto de él. De su personaje, no de su persona. Y eso le duele. Ahora considera que hubiese sido más inteligente coger el dinero del “The Chronicle”. Colonel le confirma lo absurdo del discurso: “¿Quieres derribar las vallas? Si derribas una sola, tu vecino te denuncia”. El mensaje de Juan Nadie no parece haber calado en ninguno de los dos.

Negocios sin escrúpulos

Enterado de su desaparición, Norton ordena que encuentren a Juan Nadie. Considera que Long John es fabuloso…  pero para sus propios intereses.

Esa noche Long John vuelve a su vida anterior. Viaja en un tren y toca la armónica con Colonel. Este se levanta y baila con el trasfondo de un cielo nimbado mientras el tren avanza. El plano es muy bello. Es un canto hermoso a la libertad de los pobres, en medio de su fragilidad.

Y la semilla del discurso de Juan Nadie empieza a germinar. Las ideas, aunque tengan un autor, toman vida propia. Se vuelven autónomas y van enriqueciéndose con aportaciones a menudo anónimas. Entonces, dejan de ser el pensamiento de uno y se convierten, como diría Ortega y Gasset, en creencias. Eso va a suceder también en este caso.

4. LOS FRUTOS DEL DISCURSO DE JOHN: LA APARICIÓN DE LOS CLUBS JOHN DOE

4.1 “ÚNETE AL CLUB JUAN NADIE

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Que la idea ha cuajado se comprueba unos días después del discurso de Juan Nadie. Long John y Colonel están tomando unas rosquillas en un bar cuando pasa por enfrente una camioneta con el eslogan “Únete al Club Juan Nadie”. Dan, el joven camarero (Sterling Holloway) reconoce en John a Juan Nadie. Da la voz de alarma: “Diga a todo el pueblo que Juan Nadie ha estado aquí”.

Los intentos de John y Colonel de pasar desapercibidos fracasan. El alcalde Hawkins (Harry Holman) los retiene en el ayuntamiento. La gente se agolpa para verlo. No caben en los locales municipales. Capra presenta a Hawkins de forma caricaturesca. Impide la entrada a un ciudadano al que espeta sin rubor: “Usted no puede verle, no voto por mí. Debería avergonzarse. Fuera de aquí”. Son chispazos de humor que reducen la negritud del filme.

El potentado quiere sacar tajada

Norton acude con Ann. Ella le pide que le deje hablar con John. El magnate le insiste en que le transmita que su causa es la de la gente corriente. Ann parece ya una gran dama. El alcalde los recibe emocionado, dejándose llevar por su verborrea. Capra sigue introduciendo con él tonos de comedia disparatada. Alcalde Hawkins: “Es un honor tenerles aquí, a Juan Nadie y a usted. Es más emocionante que el incendio del viejo Ayuntamiento”.

Hawkins les hace pasar al despacho. Allí están John y Colonel rodeados de personas. El encuentro entre Ann y John se compone de un saludo… y un largo intercambio de miradas. Los ojos de los dos personajes traslucen alegría. No se puede describir más sutilmente la fuerza que los une, o la disposición a unirse con esa fuerza. Mientras, Norton pide que les dejen solos.

4.2 DEL ESCEPTICISMO A UNA NUEVA CONVICCIÓN: EL TESTIMONIO DE LOS MIEMBROS DE LOS CLUB

El diálogo comienza con tensión. Norton aclara a Juan Nadie que ni él ni Colonel están retenidos. John precisa que se llama Willoughby y no “Doe”[16], y que quieren marcharse. Ann trata de convencerle:

—Ann: “John, ha sucedido algo muy importante. Se han fundado ocho clubs Juan Nadie… Para aplicar los principios que explicó por la radio… es algo extraordinario. Hemos recibido miles de telegramas… Esto empezó como un reclamo para vender periódicos… Es cierto, pero las cosas han cambiado. Mr. Norton financiará clubs Juan Nadie en todo el país… Gracias a su influencia sobre la gente, será un movimiento glorioso”.

John recibe con completa frialdad las palabras de Ann. Parece haberse hecho el propósito de no dejarse engatusar por ella. Rechaza la oferta de ser conferenciante. Lo suyo es el béisbol. Hace un gesto de marcharse con Colonel. Ann insiste en vano.

El Club Juan Nadie entra en acción

En ese momento hay un movimiento en la puerta. El club Juan Nadie de la localidad quiere hablar con John. Norton ve una posibilidad de convencer a Willoughby y pide al alcalde que les deje pasar. Capra no puede evitar un nuevo gesto de humor. Alcalde Hawkins, al numeroso grupo: “Bien, pero compórtense, nada de estampidas. Despacio, como cuando vienen a pagar impuestos”.

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Un hombre ataviado como empleado de un drugstore es empujado a hacer de portavoz. Es Bert Hansen (Regis Toomey):

—Hansen: “Ya voy, no me acoséis… Soy Bert Hansen, Sr. Nadie. Despacho las gaseosas en la cafetería.

Mi esposa y yo oímos su discurso. Nos impresionó mucho, sobre todo a ella.  No me dejó dormir diciendo: «Ese hombre tiene razón. El problema del mundo es que a nadie le importa su vecino. Así está todo el pueblo. Resentidos unos con otros.»

Capra reparte bien los roles: Hansen pone las palabras, Mrs. Hansen (Ann Doran[17]), con unos ojos grandes y una mirada limpia, confirma la sinceridad de su marido.

4.3 LA DINÁMICA DE LOS CLUBS JUAN NADIE: LA VALENTÍA DE DAR EL PRIMER PASO

La esposa juega un papel decisivo. Y lo volverá a desempeñar, como veremos, en el momento final de la trama. Un mensaje como el escuchado en la radio se interioriza mejor desde la sensibilidad femenina. El varón que se deja llevar por ella, sabe que no camina a oscuras. Los Juan Nadie parecen comenzar a ser algo cuando una mujer confía en ellos. Los saca de la atonía espiritual. Les da voz, su voz (Cavell, 1996)

El verdadero complemento femenino de los Juan Nadie

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No, el complemento de los Juan Doe (Nadie) no es aquella Jane Doe (Nadie) que se inventó Connell para la foto y la tajada comercial: un florero. El complemento de Juan Nadie es una persona completa, Mrs. Hansen o Ann.  No algo, sino alguien: una mujer real, una persona con dignidad dignificante.

Mientras habla Bert, su esposa asiente y le acaricia el brazo. El amor está más en los hechos que en las palabras.

Bert Hansen muestra el milagro. Los rostros de los Juan Nadie se han multiplicado. Sólo hacía falta dar el primer paso:

—Hansen: “Yo decía: ¿Cómo se puede amar a unos vecinos como los nuestros? EI viejo Cara Agria[18], por ejemplo. Cara Agria Smithers es un vecino que vive solo. Ese gruñón tiene una tienda de muebles de segunda mano. No nos hablamos desde hace años. Parecía un cascarrabias que odiase a todo el mundo, porque cerraba el garaje dando portazos y ponía la radio tan alta que despertaba a los vecinos. AI día siguiente, mientras regaba el césped, vi a Cara Agria al otro lado de la valla asegurando una estaca.

Obras son amores que no buenas razones

Insistimos, es la mujer la que da el impulso. Pone el amor por obra. No se queda en palabras o en buenos propósitos:

—Hansen: “Mi mujer me gritó desde la ventana: Habla con él. Pensé que no tenía nada que perder y grité: Buenos días, Mr. Smithers. Él siguió trabajando en su valla. Molesto, me volví y miré a mi mujer. Ella dijo: Grita más, que no te ha oído”.

4.4  EVITAR EL JUICIO TEMERARIO PARA ABRIRSE AL OTRO: ¡LA SORDERA DE SMITHERS EXPLICA TANTAS COSAS!

No es sólo perseverancia por parte de Mrs. Hansen. Es una lectura correcta de la situación. No es lo mismo atribuir no querer oír —juicio de intenciones— que constatar que a lo mejor no oye. No juzguéis y no seréis juzgados (Lc 6, 37). El juicio temerario es la antítesis de la apertura al otro.

—Hansen: “Grité tanto que me oirían hasta en el extranjero: ¡Buenos días, Mr. Smithers!Colonel lo escucha con franca aversión– Me quedé de una pieza. Cara Agria se volvió, sorprendido, sonrió y vino hacia mí. Estrechó mi mano como si fuéramos viejos amigos y me dijo: Buenos días, Hansen. Hace años que quiero hablarle, pero creía que me odiabaLong John atiende con verdadero agrado– Y se puso a hablar como un niño feliz. Le brillaban los ojos por la emoción. Sr. Nadie, al final descubrí que Smithers es un buen tipo, pero un poco sordo. Eso explica los ruidos. Se lamentó de lo poco que nos conocemos los vecinos.»

El bien es difusivo

El bien es difusivo. Long John sigue escuchando muy atento, impresionado. Ann y Norton, al fondo del plano, comparten miradas de complicidad. Les conviene lo que está ocurriendo. Una experiencia de verdadero encuentro personal abre el camino a nuevas relaciones. Verdaderamente humanas y humanizadoras.

—Hansen: “Tuvo una idea y dijo: Invitemos a todo el pueblo a una reunión para conocernos mejor. Yo me sentía tan bien que estaba dispuesto a todo. Smithers invitó a todo el vecindario a reunirse en la escuela  y yo se lo dije a todos mis clientes y también a mi jefe[19]… Por lo menos vinieron cuarenta personas. Nadie sabía qué hacer, pero nos sorprendió lo alegre que estábamos todos.”

—Mrs. Hansen: “Dile que Cara Agria es el presidente”.

—Hansen: “Si, le elegimos presidente y decidimos llamarnos Club Juan Nadie.”

Tras esta introducción, Bert Hansen ya se siente más seguro. Presenta a su esposa y a Cara Agria , Mr. Smithers (J. Farrell McDonald), quien acepta con humor que se le llame de este modo.

4.5 LA PRUEBA DE LA VERDADERA ACOGIDA: PREOCUPARSE POR LOS MÁS POBRES, ROMPER SU MALA FAMA

La realidad asociativa de los John Doe que se presenta tiene rasgos de autenticidad. Entraña una preocupación real por los más desfavorecidos:

—Hansen: “Bueno, vino todo el vecindario, excepto los Delaney. Viven en una casa grande con una verja de hierro y tienen las persianas siempre cerradas. Suponíamos que él era un viejo avaro, y no nos molestamos en invitarle. Pero Grimes, el lechero, les defendió diciendo: Estáis equivocados con los Delaney.  Habían anulado su pedido habitual de leche. Le dejaron una nota y a él le picó la curiosidad. Espió por la ventana y encontró la casa vacía. Dijo: Si me preguntáis a mí, creo que pasan hambre

—Mr. Smithers: “El viejo viene a mi tienda por las noches a venderme sus muebles uno por uno”.

—Hansen: “Media docena de nosotros fuimos a buscarles y les llevamos a la reunión. ¡Qué recepción! Todos les daban la mano y demostraban su alegría.  Al final, Mrs. Delaney se sentó y empezó a llorar”.

La emoción de percibir que el bien se difunde

Nuevamente el bien evidencia su propiedad de difundirse. John aprieta los labios, conteniendo la emoción. Haber sido capaces de detectar una situación de grave pobreza y remediarla, les dio fuerzas. Así descubrieron nuevos casos:

—Hansen: “Y descubrimos a otras personas. Sí, a Mr. Grubbel (Frank Austin) -del que sale un primer plano-. por ejemplo. Está aquí…  Usted no le conoce, pero este hombre tenía la peor fama del vecindario porque es un ermitaño. Nadie quería tratos con él hasta que Murphy, el cartero, nos contó la verdad: Grubbbel escarba en los cubos de la basura porque si aceptara caridad perdería su autoestima.

—Mrs. Hansen: “Lo que dijo por la radio, Sr. Nadie”.

La fuerza de la solidaridad

Se ha creado una verdadera fuerza solidaria:

—Smithers: “Varias familias se pusieron de acuerdo y lo contrataron como jardinero. Y encontramos trabajo para seis personas más que estaban en el paro. Mi jefe Mr. Schwabacher creó un empleo en su almacén para Mr. Delaney”. Mrs. Hansen: “Y te subió el sueldo cinco dólares.”

—Smithers: “Si, es fantástico”

Colonel continúa haciendo gestos de escepticismo incrédulo.

4.6 LOS CLUBS JOHN DOE, UNA REALIDAD QUE SUPERA LA FICCIÓN. LA NECESIDAD DE TOMAR POSTURA.

Capra sigue empleando al Alcalde para reducir la tensión del momento; pero, también, para apuntar un sentido crítico hacia la política “profesionalizada”. Alcalde: “Bert, me siento aliviado. Quería unirme al club, pero no fui invitado”. Smithers: “Lo siento, alcalde. Votamos no admitir políticos”. Mrs. Hansen: “Sólo los Juan Nadie del barrio. Ya sabe cómo son los políticos”. Alcalde, resignado: “Si, lo sé.”

Bert Hansen concluye su exposición expresándole a John la intención que les ha movido:

—Hansen: “Bueno, si queríamos contarle esto Sr. Nadie, es para que comprenda lo que ha empezado. Tal como yo lo veo no tiene sentido que usted se tire desde una azotea –se escuchan voces que asienten– Bueno, gracias por escucharnos. Adiós, Sr. Nadie. Es usted maravilloso -le estrecha la mano-. Seria muy provechoso que siguiera entre los vivos. Adiós, Sr. Nadie.”

Mientras el grupo se despide, una pareja de ancianos se aproxima, Mr. Delaney (Lafe McKee) y su esposa (Emma Tansey):

—Mrs. Delaney: “Soy Mrs. Delaney, Sr. Nadie -le besa la mano-, Dios le bendiga, hijo mío.”

El poder de una mirada desde el corazón

Capra filma un primer plano de la anciana verdaderamente conmovedor. El director de fotografía de esta ocasión, Georges Barnes, consigue una iluminación de la mirada que penetra en el alma de John y del espectador[20]. Cuando los Delaney se marchan, el exjugador de béisbol manifiesta que no ha sido indiferente a lo que ha presenciado. Norton y Ann lo miran con atención

—John: “Vaya, estoy confuso. No lo entiendo. Esta buena gente cree que voy a saltar desde un tejado. Nunca tuve semejante idea. ¡Dios! Habría que ser perfecto para aconsejar a los demás. Mi éxito se debe al discurso de Miss Mitchell. Ella lo escribió.”

—Ann, muy dulce: “¿No comprende que puede ser maravilloso? Le necesitamos, John”.

Colonel lee lo que va a pasar y salta con energía.

—Colonel: “Te han cazado. Ahora lo veo claro. No aguanto más. Hace tres años que intento llevarte al río Columbia. Primero fue tu brazo, después la radio y ahora esos clubs. Ya no espero más”.  Sale entre la gente del vestíbulo: “Abrid paso, pisatalones.”

John lo llama. Intenta retenerlo sin éxito. Una vez más es la presencia de Ann la que se interpone entre la amistad de los vagabundos. O mejor, es esa relación —como justificamos en la entrada anterior— la que interfiere. John ve en Ann algo nuevo y alentador, con una dosis de misterio. No sabe bien lo que hay detrás de la atracción que siente por ella y por sus palabras. Pero le perturban profundamente. Sí, lo han cazado. Y Colonel, pese a haberlo dicho, no sabe hasta qué punto es cierto.

5. BALANCE DE LA TERCERA ENTRADA SOBRE MEET JOHN DOE

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Lo que hemos abordado en esta entrada muestra elementos novedosos dentro de la filmografía de Capra. Podemos sintetizarlos en los siguientes considerandos.

1º) UN MENSAJE SOCIAL CON NUEVA EXPLICITUD

Capra es más explícito que nunca a la hora de vertebrar su mensaje social. Describe un sujeto: el pueblo. Un contenido: el amor al prójimo. También apunta hacia un agente último, hasta cierto punto indescifrable: las palabras no son propiedad de nadie. Pero a todos conmueven. Ann las toma de su padre. John de Ann. Los espectadores y los oyentes de John. Pero luego John las recibe de Bert y de cuantos han formado los Clubs John Doe. Son palabras misteriosas: al mismo tiempo sabidas e ignoradas. Sencillas y solemnes. Dirigidas al corazón y a la acción inmediata. Consoladoras y exigentes. Reveladoras de uno mismo y de los demás. Hechas de voces y de silencios. Acompañadas por rostros, por gestos. ¿De dónde vienen esas palabras? ¿Cómo le llega al ser humano la salvación?[21]

2º) UNA POTENCIACIÓN DEL SUJETO COMUNITARIO

Nunca como en este filme el sujeto comunitario cobra tal importancia. En Mr. Deeds la comunidad de Mandrake Falls quedaba como algo del pasado. Y los agricultores en paro formaban un grupo más bien pasivo. En Mr. Smith tan sólo los niños del Estado del Senador Smith adoptan un rol verdaderamente activo.

En Mr. Doe los diversos  Juan Nadie, de carne y hueso, con sus historias particulares, pasan a cobrar todo el protagonismo. John verá en ellos no sólo el espejo de lo mejor que quiere ser y expresar. Serán ellos los que cuidarán su vida y darán sentido a su aparente fracaso. Lo rescatarán cuando más lo necesite. O, por emplear un sinónimo más radical, lo redimirán.

3º) UN AJUSTE DE LA PAREJA PROTAGONISTA AL MENSAJE SOCIAL

La relación entre Ann y John será indiscernible del propio mensaje de los Clubs Juan Nadie. Ellos serán los primeros que tendrán que ajustar sus pasos al propio mensaje que están difundiendo. En Mr. Deeds Babe Bennett tenía que rendirse a la sinceridad de Longfellow, y testimoniar su autenticidad. En Mr. Smith Saunders tenía que creer en el joven Senador y actuar como su estratega. Pero aquí, ambos, Ann y Long John, tendrán que descubrir la grandeza del mensaje que al tiempo les precede, les impulsa… y les supera. Se deberán educar mutuamente. Pero antes serán llamados a experimentar plenamente su desvalimiento. Privilegio del pobre.

4º) UN VILLANO EMPÁTICO CON LO QUE DESEA EL PUEBLO, LA ESTRATEGIA DEL POPULISMO

Norton juega de modo distinto a los potentados que Capra nos ha presentado en anteriores filmes. Es el primero de estos villanos que entiende las claves que mueven al pueblo. Por eso es capaz de desarrollar su política populista. Anthony Kirby, en prisión, no pudo mostrar mayor falta de empatía con la gente sencilla en You Can´t Take it With You, que lo abuchea posteriormente en el juzgado. Jim Taylor sólo se junta con élites corruptas en Mr. Smith. Pero aquí D. B. Norton descubre las posibilidades de llegar a la gente para promover sus objetivos políticos de corte totalitario.

5º) UNA RADICALIZACIÓN DEL CONTRAPUNTO ESCÉPTICO

El personaje de “The Colonel” da una vuelta de tuerca al problema de las otras mentes. ¿Qué ocurre cuando también somos escépticos a la relacionalidad? O mejor, ¿cabe un escepticismo hacia el reconocimiento que niegue su propia lógica? (Cavell, 2003). Colonel parece la anti Miranda de La tempestad  (Cavell, 2010). Cada gesto de bondad que ocurre ante sus ojos le parece falso. No tiene más lógica que el escapismo. El río Columbia es el emblema de la meta que justifica todos los abandonos y huidas.

6º) UNA POSIBILIDAD DE REDENCIÓN ABIERTA

¿Hay redención para Norton y Colonel? La pregunta queda abierta. No se responderá hasta las últimas escenas.

7º) UNA SUGESTIVA INTERPELACIÓN  DE FILOSOFÍA CINEMÁTICA

Meet John Doe tiene muchos aspectos de cumbre en la filmografía de Capra. El director ha querido concentrar en ella gran parte de sus pretensiones intelectuales. Terminamos con una cita de Pippin que lo explica muy bien:

Si al menos parte de lo que nos sucede cuando vemos una película es que los acontecimientos y diálogos no solo están presentes ante nosotros, sino que se nos muestran, y si la pregunta que ese hecho suscita – ¿cuál es la razón de mostrarnos esa narración de esa manera?- no aparece en algunos casos respondida del todo aludiendo al placer o al entretenimiento, porque algo de un significado más general filosófico se insinúa; si algún modo de entender algo mejor que todo eso ocurre en un registro estético, al atender estéticamente a lo que se muestra, entonces esa cuestión más amplia, la cuestión del significado filosófico de una película, entendiendo la filosofía de un modo más o menos tradicional, es obvia.  (Pippin.2017: 6-7)[22]

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NOTAS

[1] Berdiaeff lo  había advertido una década antes:

El futurismo es el producto de la autoafirmación del hombre. Pero el futurismo es el fin del humanismo, su autonegación. En el futurismo, el hombre mismo se pierde, cesa de tener conciencia de su propia identidad y desaparece en no se sabe qué multitudes inhumanas. No es debido al azar que el futurismo haya mostrado que tan fácilmente se adaptaba a las formas extremistas de colectivismo social (Berdiaeff, 1933: 42-43)

[2] Los ojos o la boca están bajo la influencia de nervios (facial y trigémino, sobre todo) que operan generando miradas o sonrisas espontáneas –nacidas de emociones— que poco tienen que ver con las miradas o sonrisas que responden a intenciones y, en consecuencia, a cogniciones. Un ejemplo claro: el misterio de La Gioconda no es otro que su sonrisa es espontánea y no ‘social’ —como la sonrisa de quien te atiende al otro lado del mostrador—.

[3] Eso ha sido de una evidencia suma en la reciente crisis del 2008, cuyos efectos —en concreto, en países como España— hubieran sido todavía más devastadores de no mediar las familias como lugar de acogida de desempleados y desclasados.

[4] De nuevo actuando en un papel así con Capra, como ya hiciera en You Can´t Tke it With You/ Vive como quieras (1938).

[5] Hace años —exactamente en 2005— en una entrevista Javier Marías, hijo de Julián Marías, expresaba algunas ideas que refuerzan lo que acabamos de decir. Decía así, a preguntas del entrevistador: “Bueno, en la juventud no se hablaba mucho. Los padres aburren, se ven como una mezcla de inquisidores que intentan controlarlo a uno. Lo normal es cierta reacción contraria a aquellas cosas que a los padres gustan o que a los padres interesan más. Pasé por ese proceso y efectivamente el tipo de diálogo que podía tener con mis padres era más bien del tipo: «que me dejen en paz y que no me molesten y que no se metan en mis cosas y que no intenten influirme», sin que tampoco hubiera grandísimos enfrentamientos, ni nada por el estilo. Por fortuna tanto mi padre como mi madre eran muy liberales y muy tolerantes. Pero es verdad que a medida que iban pasando los años, a partir de los treinta y tantos, empecé a plantearme lo que es obvio. Es un proceso muy lento y muy tardío, yo creo que nos pasa a todos, sean el propio padre o la propia madre escritores o sean lo que sean. Y es que uno tarda mucho en interesarse por las figuras paternas, más allá de su papel de padre o de madre. Pero hacia los cuarenta años de pronto empecé a plantearme lo que es una obviedad y que sin embargo cuesta mucho ver. Es decir que mis padres, además de mis padres, son personas autónomas que durante muchos años no fueron padres ni de mis hermanos, ni de mí, ni de nadie, y que tenían sus esperanzas o sus ilusiones o sus problemas. Y pensar en el padre joven o la madre joven, o en la madre niña incluso y en el padre niño, es muy difícil, se llega muy tardíamente a eso. Verlos como individuos, aparte del papel que han desempeñado desde que uno nació” (https://www.javiermarias.es/2005/12/javier-maras-habla-de-su-padre.html)

[6]  Con ocasión de analizar la primera obra que Henry Koster desarrolló en Estados Unidos (Peris Cancio, 2012a).

[7] Insistimos en un tema recurrente en nuestra investigación  (von Hildebrand, 1996a), (Sanmartín Esplugues, 2016), (Peris-Cancio, 2016).

[8] Recordemos la doctrina de Tomás de Aquino. El art. 2 in fine de q. 94 de la I-IIª de la Suma Teológica incide en las tendencias del ser humano que dan contenido a la ley natural:

… como el bien tiene razón de fin, y el mal, de lo contrario, se sigue que todo aquello a lo que el hombre tiene natural inclinación, la razón naturalmente lo aprehende como bueno y, por ende, como algo que debe ser procurado, mientras que su contrario lo aprehende como mal y como vitando. De aquí que el orden de los preceptos de la ley natural sea correlativo al orden de las inclinaciones naturales. Y así encontramos, ante todo, en el hombre una inclinación que le es común con todas las sustancias, consistente en que toda sustancia tiende por naturaleza a conservar su propio ser. Y de acuerdo con esta inclinación pertenece a la ley natural todo aquello que ayuda a la conservación de la vida humana e impide su destrucción. En segundo lugar, encontramos en el hombre una inclinación hacia bienes más determinados, según la naturaleza que tiene en común con los demás animales. Y a tenor de esta inclinación se consideran de ley natural las cosas que la naturaleza ha enseñado a todos los animales, tales como la conjunción de los sexos, la educación de los hijos y otras cosas semejantes. En tercer lugar, hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto.  (Aquino, 1956: 129-130)

¿Qué queremos subrayar? Que la vida humana conlleva un aprendizaje moral por sí misma. Es decir, que tendemos a dar por bueno lo que hacemos, y por malo lo que dejamos de hacer. Los espisodios de conversión revisan estos planteamientos. Pero hay una situación intermedia: cuando cambiamos el modo de vivir que nos comienza a afectar el modo de pensar. Tanto Ann como Long John experimentan esta situación a lo largo de la película. En estos momentos nos vamos a centrar en Long John. Cuando la ética moderna pierde este sentido de tendencia en la moral y lo sitúa en la capacidad de elección del sujeto por encima de todo, pierde exactitud en su descripción de los procesos morales. No entiende la contradicción. O la ve como una incoherencia punible, o la ve como expresión de que el sujeto se ve sometido a otras fuerzas. La ética clásica no acentuaba tanto el dramatismo de la situación. La vida es un continuo aprender, pero con una orientación certera: hacer el bien, evitar el mal. John y Ann lo descubrirán continuamente.

[9] Ya no debe extrañar que a lo largo de esta investigación descubramos convergencias entre este pensamiento tomista que en el siglo xx se desarrollará en clave personalista (Jacques Maritain, entre otros) y el pensamiento de Stanley Cavell, que amplía el perfeccionismo emersoniano con una integración de otras propuestas de la historia de la filosofía. La filosofía pasar a ser así educación de adultos (Cavell, 2003), o más precisamente, educación de los adultos en el reconocimiento de los otros. Cavell lo explica acertadamente cuando comenta la frase de Miranda en La tempestad de Shakespeare (“Oh bravo nuevo mundo, que tal gente posees”), y la réplica de Próspero (“Nuevo para ti”):

La idea que hay que captar es que, antes de ese momento, los demás seres humanos no le habían parecido reales, lo que Miranda expresa como si el mundo mismo no hubiera sido real. Se trata de una adquisición de conocimiento que parece existir sólo en su descubrimiento. (Cavell, 2010: 21)

[10] Otra imagen de Capra , ya utilizada en You Can´t Take It With You (1938). Bajar en el ascensor es un gesto de ruptura con la corrupción, que parece pretender instalarse como superioridad.

[11] En Mr. Smith los mensajes de la madre de Jefferson servían para que Saunders comprobase que él la quería de verdad. La alusión a su madre, que todavía no lo conoce, sirve para que Capra nos indique que lo que se está moviendo en Ann es profundo.

[12] Ya sabemos que el ‘apellido’ Doe en inglés se utiliza para una persona ‘típica’, corriente, media o mediocre (también, en el caso de un Tribunal de Justicia, para mantener en secreto el verdadero nombre de alguien).

[13] En inglés “average man”.

[14] En español solemos referirnos a “prójimo”. Pero la expresión “vecino” conecta mejor con un lenguaje ordinario, habitual. Por eso la mantenemos aquí, aunque en el título de la entrada prefiramos “prójimo”.

[15] Quizá uno de los mayores problemas de la sociedad de nuestro tiempo sea que criticamos y nos quejamos del maltrato que nos dispensan nuestros representantes políticos, a menudo al servicio de los intereses de terceros. Pero, no hay unión. O la hay, pero, como diría Bauman, “líquida”: poco duradera, fugaz. Y, como el mismo autor dice, vivimos en una sociedad en la que cada cual ha aprendido a lamerse sus propias heridas en soledad (Bauman, 2011).

[16] Reivindica su nombre. Sin nombre, ni siquiera podríamos hablar de nosotros mismos. Los nombres propios tienen una denotación, una referencia. En el caso de Long John reivindica su nombre porque quiere hacer valer su condición de persona denotada por tal nombre.

[17] Una secundaria de lujo, con múltiples apariciones en pantalla. Había trabajado ya con Capra en You Can´t Take it With You (1938), interpretando a una vecina solidaria de los Vanderhoff, Maggie O’Neill.

[18] “Sourpuss” en la versión original.

[19] Aquí Bert para porque cree que está hablando demasiado. Todo el grupo le apoya. Se ha creado una verdadera conducta grupal solidaria.

[20] Actuaciones tan breves  y tan significativas acreditan la afirmación de Stanley Cavell: “Para la escena, un actor trabaja en un papel; para la pantalla, un intérprete asimila el papel en sí mismo.”  (Cavell , 1979: 27.) Hemos seguido  la espléndida traducción al español de Antonio Fernández Díez, supervisada por Antonio Lastra  (Cavell, 2017: 59)

[21] No está lejos ese modo de expresión de lo que apuntaba Nicolás Berdiaeff: “Las bases espirituales de la sociedad son eternas; en cambio, todas las fuerzas sociales, políticas y económicas son transitorias” (Berdiaeff, 1963).

[22] Hemos seguido la excelente traducción al español de Tania Martínez, supervisada por Antonio Lastra  (Pippin, 2018: 21)

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Profesores de la UCV San Vicente Mártir en el Grado en Filosofía.

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